Chile: Acotando las expectativas

A pesar de los buenos números conocidos para el crecimiento económico del primer semestre, el mejor desde el año 2012, con una expansión estimada de 4,7 por ciento respecto a igual lapso del año pasado, las expectativas económicas han tendido a deteriorarse. Efectivamente, las empresariales, que luego de varios años en terreno negativo (bajo el nivel 50), marcaron una fuerte recuperación, alcanzando su mejor resultado en febrero (55,6), comenzaron un ajuste a la baja, alcanzando en julio sólo 51,9 puntos, cercano al nivel neutral. Algo similar sucede con las expectativas de los hogares, que luego de alcanzar un nivel positivo en diciembre último, después de varios años en terreno negativo, han ido ajustándose a la baja hasta llegar a un nivel neutral en su último dato publicado para el mes de julio.

Analicemos por separado lo sucedido con cada indicador. En el caso de los empresarios, el deterioro de expectativas respondería a la suma de varios factores. Primero, es evidente que el entorno económico internacional y regional registra un deterioro relevante a lo largo de los últimos meses. La sostenida amenaza y parcial materialización de una guerra comercial, que involucra a Estados Unidos con varios otros países o bloques de países, ha terminado dañando la confianza respecto a la mantención de un buen ritmo de crecimiento mundial. Los mercados han aumentado su volatilidad y los indicadores de incertidumbre económica registran un importante incremento. Más aún, se observa una corrección a la baja en el precio de algunos commodities, teniendo particular importancia para Chile el caso del cobre.

Agreguemos que el crecimiento en varias zonas del mundo tiende a debilitarse, es el caso de Europa, Japón y varias economías emergentes, además de un eventual impacto, aún no dimensionado, sobre el crecimiento de China, nuestro principal socio comercial. Debemos sumar también, el deterioro que registra la región, con Argentina manteniendo un delicado equilibrio para evitar una nueva escalada contra su moneda, y Brasil, donde a algo más de dos meses de la próxima elección presidencial el nivel de incertidumbre es muy significativo.

Al deteriorado escenario externo, podemos agregar que la velocidad con que se están gestionando las reformas más relevantes para despejar incertidumbre sobre la inversión futura, ha sido menor a la requerida por el mercado. A estas alturas se esperaba tener avanzada la discusión parlamentaria respecto a la reforma tributaria, y la realidad es que aún no se conoce el proyecto. Algo parecido sucede con la regulación laboral o con la medioambiental, clave en la aprobación de grandes proyectos de inversión. Si a esto sumamos un accionar más lento de los mandos medios que conforman los distintos ministerios, como consecuencia en muchos casos de la falta de experiencia de las autoridades que asumieron con el nuevo gobierno, terminamos de describir un escenario que permite entender el deterioro del clima de negocios y las expectativas empresariales.

En el caso de los hogares, las razones son distintas, y se relacionan principalmente con el natural rezago que registra la recuperación en el mercado laboral. La tasa de desempleo se mantiene alta, incluso hay buenos argumentos para pensar que bien medida, podría ser incluso mayor, toda vez que la antigüedad de la muestra utilizada para encuestar sobre la situación laboral de la población es excesiva, lo que probablemente tiende a subestimar el tamaño de la fuerza de trabajo. Esto es consistente con salarios que han desacelerado su crecimiento, al punto que en su último dato conocido para el mes de junio prácticamente están estancados, con un crecimiento real de sólo 0,1 por ciento en doce meses. Evidentemente un mercado laboral que no registra una rápida recuperación, que es lo habitual dados los rezagos que existen entre la mayor actividad y la contratación de mano de obra, provoca frustración en quienes buscan empleo, lo que se traduce en deterioro de expectativas económicas en general.

En definitiva, todo lo anterior puede ser entendido como un “llamado de atención” hacia el nuevo gobierno, de manera que agilice sus iniciativas pro crecimiento, para al menos amortiguar en parte el deterioro observado en el entorno externo. Esto es particularmente relevante para lograr sostener buenas tasas de crecimiento en los años sucesivos, toda vez que el presente año ya muestra una importante inercia, que hace poco probable lograr un crecimiento anual por debajo del cuatro por ciento.

En temas más financieros, la inflación ha tendido a recuperarse más rápido de lo que esperaba el mercado, aunque todavía se encuentra por debajo del piso del rango meta, cuando se toma el indicador subyacente. Se espera que la inflación total se ubique en torno al centro del rango meta hacia fines de año, y que la autoridad Monetaria comience a subir gradualmente su tasa rectora desde su actual nivel de 2,5 por ciento, claramente expansivo, a partir del primer trimestre del próximo año.

Finalmente, en materia cambiaria, el valor del dólar debería mantenerse en niveles parecidos o algo menores a los registrados en las últimas semanas, en la medida que se materialice un escenario relativamente positivo para el crecimiento económico mundial y el precio del cobre. Sin embargo, una clara mejoría externa, decantada por ejemplo por el término de las amenazas en materia comercial por parte del presidente Trump, podría llevar el tipo de cambio hacia abajo en forma relevante, para acercarse a niveles cercanos a los 600 pesos por dólar. Por el contrario, un deterioro adicional tanto a la situación económica mundial como regional, podría llevarlo nuevamente por sobre los 660 pesos por dólar. En nuestro escenario base, la paridad debería fluctuar en un rango entre 630 y 650 pesos a lo largo de los próximos meses.

Brasil: Os primeiros sinais da corrida presidencial

A campanha presidencial deve começar sob forte ameaça ao atual sistema partidário brasileiro. A tentativa do PT em prolongar a luta judicial pela candidatura Lula deve congelar o comportamento do eleitorado e das elites partidárias no campo da esquerda. A campanha, de fato, só deve começar depois que o PT definir seu “plano B”. A rejeição elevada do governo aumentou o poder político do ex-presidente Lula, o que deverá potencializar a transferência de votos mesmo em um cenário em que o petista permaneça preso.  O quadro eleitoral segue como principal fonte de risco para a economia brasileira.

A jornada pela reconquista do protagonismo tucano passa pelo crescimento da intenção de voto em São Paulo, que responde por 22% do eleitorado total. O PSDB ainda está muito longe do potencial de voto no maior colégio eleitoral do País. As pesquisas mostram algum sinal de retomada de Alckmin no estado, mas ainda longe de impactar os índices nacionais.

O senso comum é de que o populismo de direita irá desidratar com o debate eleitoral. Trata-se de uma visão equivocada. Há mercado eleitoral para uma terceira força competitiva em 2018, independentemente dos efeitos do horário eleitoral e da estrutura partidária. O viés oposicionista do eleitorado (92% dos eleitores não votariam no candidato apoiado pelo governo, segundo o Datafolha) e a crise dos partidos tradicionais mantém um mercado eleitoral competitivo para algum ator diferente de PT e PSDB. A competição presidencial não deve gerar moderação partidária.

Por fim, as pesquisas mais recentes não trouxeram novidades. Aos olhos do eleitor, a disputa segue congelada. Os riscos para o cenário de crescimento da centro-direita seguem bastante significativos.

Venezuela: El General en su laberinto

Tras haber culminado el segundo trimestre de 2018, Venezuela continúa atrapada en la peor debacle económica de su historia. A medida que la hiperinflación arrecia y la caída en la producción petrolera continúa a su ritmo, el poder de compra de los salarios se reduce, los hogares encuentran mayores motivos para emigrar y la oferta de capital humano se reduce. Al mismo tiempo, la ausencia de todo plan de ajuste macroeconómico provoca un deterioro continuado de expectativas que refuerza la espiral de precios, eleva la incertidumbre en torno a una futura recuperación del PIB, causando una contracción mayor de la inversión y el consumo.

Respecto al entorno político, tal como era previsible, Nicolás Maduro se reeligió como Presidente en las cuestionadas “elecciones” del 20 de mayo. Los cambios realizados en el gabinete, tras su reelección, tan sólo evidencian la intención de continuar por el sendero de política económica transitado desde 2013: mantener los controles de precios y tipo de cambio, financiamiento monetario del déficit y ataques a la propiedad privada. Pese a algunas declaraciones públicas y mesas de trabajo encabezadas por Tareck El Aissami, ninguna medida concreta ha sido anunciada que permita vislumbrar un cambio de rumbo respecto al discurso de la “guerra económica”.

Entre los pocos cambios de política económica que se han llevado a cabo, se encuentra la autorización a agentes privados para operar como intermediarios en la recepción de divisas, a una tasa superior al tipo de cambio marginal de Dicom. Esta medida, en sí misma, no representa un cambio mayor de política, aunque quizás pueda considerarse una pequeña señal de reconocimiento del tipo de cambio paralelo. De manera extraoficial, en Ecoanalítica hemos tenido información de que dicha tasa corresponde al límite superior de las subastas de Dicom. Ello nos permite confirmar que no solamente se subastan montos bajos (promedio por subasta de USD 0,98 millones en lo que va de año), sino que el tipo de cambio al que se transan dichos montos se encuentra considerablemente por encima del tipo de cambio marginal anunciado por el BCV.

Por su parte, el sector público sigue operando al tipo de cambio marginal de Dicom, el cual cerró durante la subasta número 21 en VEF 120.000/USD, presentando un margen arbitral de 2.742% respecto al tipo de cambio paralelo y de 1983% frente al tipo de cambio de remesas (máximo de Dicom). En este sentido, el Ejecutivo mantiene el control cambiario como mecanismo para la repartición de rentas entre aquellos grupos de poder con control sobre importaciones públicas (o sobre asignaciones directas realizadas desde el Estado hacia el sector privado).

Entre tanto, la inflación mensual promedió 119,7% durante el segundo trimestre de 2018 (2T2018) frente a un promedio de 84,7% durante el 1T2018. Ante aumentos de precios tan agresivos, en Ecoanalítica hemos hecho seguimiento a la inflación semanal desde comienzos de año. En este sentido, hemos notado un incremento desde 16,0% promedio semanal durante el primer trimestre, hasta 20,7% durante el segundo. Por su parte, los agregados monetarios mostraron una ligera moderación desde mediados de mayo hasta finales de junio (al pasar de un pico de 16,5% de incremento la semana del 04 al 11 de mayo, hasta un crecimiento promedio de 10,4% el mes siguiente), para luego resumir su tendencia creciente durante la segunda semana de julio.

Sin embargo, el incremento del nivel de precios no ha estado acompañado por una tendencia similar del tipo de cambio paralelo. En efecto, mientras la inflación acumulada ha sido de 6.376% desde comienzos de año hasta junio, el tipo de cambio no oficial se ha incrementado en 2.957%, 3.419 puntos porcentuales (pp) menos. Ello ha implicado un encarecimiento de la vida en dólares (apreciación del tipo de cambio real) cuya causa parece hallarse en la desaparición de todo subsidio cambiario para las importaciones privadas.

Respecto a la producción petrolera, continúa siendo uno de los factores más preocupantes de la crisis. De acuerdo a cifras secundarias de la OPEP, la misma alcanzó un nivel de apenas 1.340 miles de barriles diarios (kb/d), acumulando una caída de 307 kb/d a lo largo del año (51,2 kb/d promedio mensual). Representando un costo de oportunidad estimado de USD 20.014 millones durante el primer semestre de 2018 (1S2018), equivalente a 71,0% de las exportaciones totales proyectadas a cierre de año. Esta tendencia refuerza el deterioro del cuadro externo, para el cual se proyecta un déficit de USD 1.273 millones en cuenta corriente a cierre del presente año.

En suma, esperamos un cierre de año más pesimista que lo previsto anteriormente. Actualmente, mantenemos nuestro escenario de hiperinflación a lo largo de todo el presente año. No prevemos cambios políticos significativos, ni a lo interno de la coalición gobernante ni en la orientación macroeconómica del actual gobierno. Si algún cambio pudiese ocurrir, parece que esperará a que los efectos sociales de la crisis provoquen consecuencias políticas, a partir de 2019. Al sector privado sólo le queda resistir y proteger su patrimonio.

Uruguay: crecimiento económico con restricciones

En el primer trimestre de 2018 la actividad económica continuó en la senda de crecimiento aunque con un menor ritmo; en términos desestacionalizado respecto al último trimestre de 2017 la variación del Producto Bruto Interno (PBI) fue +1,1%, +2,1% en relación a igual período del año anterior, y +2,2% en promedio en términos interanuales (ia.)

El enfoque de producción indica que el sector de mejor performance en relación a igual período de 2017, fue Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones (+6,4%) contribuyendo con 1,3 puntos porcentuales (pp.) al valor agregado global. Dentro del sector se destacan las telecomunicaciones como resultado del aumento en los servicios de datos móviles, mientras que en el transporte y almacenamiento se observó una mayor actividad de los servicios complementarios y auxiliares del transporte y en el transporte terrestre de carga.

La producción de las Industrias manufactureras, creció 2,7% (+0,4 pp.) asociado principalmente a la mayor actividad de refinación de petróleo que durante parte del primer trimestre de 2017 no se produjo por el cierre de la planta de ANCAP por mantenimiento. Sin considerar esto, el resto de las ramas industrias cayeron 1,5%, fundamentalmente por la menor actividad en zonas francas, que no alcanzó a ser compensada por el crecimiento de los frigoríficos, aserraderos y el sector automotriz, entre otras.

El valor agregado de las Actividades primarias disminuyó 4,9% (-0,3 pp.) debido a la caída del de la actividad agrícola, compensada parcialmente por un crecimiento en los sectores pecuario y silvícola. La menor actividad en la agricultura fue consecuencia de los menores rendimientos obtenidos en los cultivos de verano de la zafra 2017/2018, destacándose la caída en la producción de soja – consecuencia de la sequía ocurrida durante el trimestre -. Se observó un incremento en la actividad pecuaria por el aumento de la producción ganadera, tanto de leche como de carne, en este último caso explicado por mayores niveles de faena y de exportaciones de ganado en pie. El alza de la producción silvícola es resultado de una mayor demanda de madera para aserraderos y del exterior.

Según el enfoque de gastos, el mejor desempeño provino del comercio exterior. Las exportaciones de bienes y servicios aumentaron 4,6% (+1,3 pp.) tanto por la expansión de las ventas al exterior de bienes – carne, madera y automóviles, entre otros, contrarrestadas parcialmente por el descenso de trigo y lácteos – como de servicios – los Otros servicios compensaron la leve caída del turismo receptivo -. Las importaciones de bienes y servicios presentaron un aumento de 3,7% (-1,1 pp.) producto de las mayores compras de bienes de consumo así como de uso intermedio, mientras que en las de bienes de capital observaron un leve descenso. En cuanto a los servicios, el aumento de las importaciones se explica por el incremento en el turismo emisivo, tanto en cantidad de viajeros como en el volumen de bienes y servicios adquiridos en el exterior (con Argentina, EE.UU. y Europa como principales destinos elegidos por los residentes

El Consumo privado aumentó 2,8% (+2 pp.) producto, entre otros factores, del crecimiento del ingreso real en el período (+1,4%). Ello absorbió la caída (-0,3%) del Consumo público.

La Formación bruta de capital se mantuvo incambiada (+0,6%) con un descenso en la Formación bruta de capital fijo (FBKF; -2,2%) compensado por un efecto positivo de la variación de existencias.

Perú: reparación de la economía y problemas políticos

Situación política: apatía y debilidad institucional

La aprobación presidencial pasó de 57% a 37% en dos meses. Esto parece indicar que la población no da margen de maniobra al presidente Martín Vizcarra que no llega a los cuatro meses en el poder.

A tan solo dos meses de la contienda electoral subnacional, los electores muestran un marcado desinterés en el proceso. Esto resalta en Lima Metropolitana, donde los candidatos con mayor intención de voto no pasan el 10%, mientras que el voto en blanco y nulo asciende a 23%.

El Congreso ha experimentado cambios significativos en la composición de las bancadas que lo conforman luego de los abiertos enfrentamientos políticos entre este poder del Estado y el Ejecutivo que terminaron con la renuncia del expresidente Pedro Pablo Kuczynski. La principal fuerza de oposición pasó de tener 73 a 62 parlamentarios en poco menos de dos años de elegidos. Sin embargo, a pesar de que el Congreso parece estar calmado, no hay evidencia de que su relación con el Ejecutivo haya mejorado.

Finalmente, se habría destapado una red de corrupción en el Poder Judicial en la que se encontrarían implicados jueces de las más altas instancias, entre ellos, los del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM, que elige jueces y fiscales).

Situación económica: consolidación del ciclo expansivo

La economía peruana creció 4.4% entre enero y abril con respecto al mismo periodo del año pasado y, de hecho, se erige como el mejor inicio de año desde 2013. La razón es que los sectores no primarios, aquellos que concentran casi tres cuartas partes del Producto Bruto Interno (PBI), crecieron 4.5%. Esto ocurrió como reflejo de la evolución de la demanda interna, que aumentó 4% en el primer trimestre, con el consumo privado a un ritmo de 3.2% y la inversión privada a un 5.3%.

En línea con lo anterior, el crédito de consumo se aceleró hasta 11.6% en mayo y el hipotecario hasta 9.3% en el mismo mes. El empleo formal, medido por la Planilla Electrónica de Sunat, muestra un crecimiento de 4% en abril, por encima del promedio del primer trimestre. Por otra parte, los ingresos tributarios del gobierno han crecido 22% entre enero y mayo con respecto al mismo mes del año pasado, con un excelente desempeño del Impuesto General a las Ventas (IGV) interno, que habla sobre la salud de la demanda interna. Con ello, el déficit fiscal cayó a 2.4% en mayo y, por ahora, deja de ser uno de los principales riesgos para la economía peruana.

El buen desempeño que muestra nuestra economía, unido a un entorno internacional que sigue siendo favorable, nos hace ser optimistas con respecto al crecimiento de 2018 y 2019. Así, ele-vamos nuestra proyección para 2018 a 4.2%, desde 3.6%, y para 2019 a 4%, desde 3.9%. El consumo privado crece-ría por encima del 3.5% en ambos años y la inversión privada lo haría a una tasa promedio anual superior al 6%.

Los riesgos: guerra comercial, debilidad política del presidente Vizcarra (que evitaría reformas o gatillaría comportamiento populista) y la caída de la inversión pública más allá de los esperado en 2019 por la llegada de nuevas autoridades subnacionales.

México: las líneas de acción del nuevo gobierno

La resolución de las elecciones presidenciales del 1° de julio de 2018 y la pronta aceptación de los resultados por los tres candidatos que no resultaron vencedores, contribuyó a reafirmar la certeza sobre el proceso electoral y disipó la incertidumbre en cuanto a un conflicto postelectoral mayor.

El final del proceso electoral contribuyó a reforzar la apreciación del peso con respecto a la divisa estadounidense, la cual fue de un 6.19% mensual al 10 de julio de 2018, para quedar en 19.05 pesos por dólar. La depreciación observada durante los dos meses previos a la elección, junto al aumento en el precio de los combustibles, tuvo un impacto en el alza del nivel de precio, ya que se ha observado un repunte en la inflación mensual 0.39% y una tasa de inflación anual de 4.61%.

Dentro del índice de precios subyacente, los precios de las mercancías se incrementaron en 0.13 puntos porcentuales y los de los servicios en 0.32, siendo este último el de mayor incidencia; en cuanto al índice de precios no subyacente, los energéticos y las tarifas autorizadas por el gobierno tuvieron un aumento de 1.53%.

En cuanto a la política monetaria, como fue pronosticado en el mes anterior, Banco de México aumentó 25 puntos base su tasa objetivo, llegando a un valor de 7.75 (el más alto en una década). Consultores Internacionales, S.C. ®, prevé que la tasa de interés objetivo de la institución central se mantenga sin cambios en lo que resta del 2018.

En cuanto al Índice de Consumo Privado en el Mercado Interior, el último dato oficial (fechado en abril de 2018) muestra una reducción del 0.8% durante el mes de referencia respecto al mes inmediato anterior; por componentes, el consumo de los bienes de origen importado descendió en 2.1% y de los bienes nacionales en 0.8%, de acuerdo a datos ajustados por estacionalidad.

En su comparación anual, hubo un incremento del 1.6% en el mes de abril; el consumo de bienes importados aumentó 3.4%, y el de los nacionales en 1.2% (los gastos en servicios tuvieron un aumento del 2.3%, y en bienes fue de 0.5%) con relación al mes abril de 2017. Con este indicador se reafirma la desaceleración de la economía mexicana en el segundo trimestre de 2018. Consultores Internacionales, S.C. ®, prevé que la actividad económica en México comience un repunte durante el segundo semestre de 2018.

En el ámbito de la política económica del nuevo gobierno, como parte de la agenda de cambios que se pronostican para la llegada de la nueva administración, encontramos un ajuste de estrategia en el manejo de la política fiscal, especialmente relacionado con el presupuesto federal que será una de las herramientas principales para el cumplimiento de objetivos. Se vislumbra una política de austeridad y redistribución del gasto hacia el desarrollo social y la inversión pública en infraestructura. Sin embargo, el método específico para alcanzar la reorganización del gasto público aún está por definirse, principalmente porque no se prevé una reforma hacendaria en el corto plazo que amplíe la base de recaudación fiscal y actualice las condiciones de ingresos tributarios y no tributarios del gobierno.

Consultores Internacionales, S.C. ®, cree que el incremento que se prevé en el gasto para la seguridad social e infraestructura debe darse de una manera sustentable y con un compromiso de responsabilidad social y hacendaria. En el caso de la inversión pública en infraestructura, el gobierno entrante ha expresado su intención de aumentar el monto del 2.6% del PIB registrado en 2017-la participación más baja en casi 70 años- de manera constante y gradual durante su administración. Si bien el incremento en inversión pública podría apoyar el incremento en inversión privada en el país, el balance del presupuesto será una variable clave que el nuevo gobierno pueda llevar a buen puerto la dirección del país sin incurrir en desbalances macroeconómicos.

Ecuador: La economía ecuatoriana empieza a desacelerarse

Según el último boletín trimestral de cuentas nacionales que publicó el Banco Central del Ecuador (BCE), la economía del país, que creció 3% en 2017, impulsada por un agresivo endeudamiento público que alentó el consumo, registró en el primer trimestre de 2018 un crecimiento de 1,9% frente a igual período del año anterior (respecto al cuarto trimestre de 2017 el PIB se contrajo 0,7%). Esta desaceleración se da pese a que en enero de este año el Gobierno emitió bonos soberanos por US$3.000 (3% del PIB) para no verse obligado a hacer un ajuste demasiado fuerte en el gasto antes de la consulta popular que se celebró el 4 de febrero. Si bien en el primer trimestre el consumo privado se siguió mostrando dinámico (4,6% de crecimiento interanual) y la formación bruta de capital, después de haber acumulado tres años consecutivos de caídas, registró un crecimiento de 5,5% (que se explica en buena parte por el repunte en las importaciones de maquinaria y equipo que en los últimos años habían sido excepcionalmente bajas), las mismas autoridades económicas (como la gerente del BCE) ya reconocen que este año la tasa de crecimiento será más baja que en el anterior.

Esta desaceleración, que nosotros también prevemos, se explica principalmente por un inevitable ajuste en el gasto público frente al registrado en 2017. De hecho, en la primera mitad de 2018 el gasto del Presupuesto General del Estado se contrajo 8,9% frente a igual período del año anterior. En una economía que en los últimos años dependió en gran medida de la inyección de recursos públicos, este recorte, que por lo pronto se ha centrado en el gasto de capital, afecta a la actividad en general y también a los depósitos en los bancos. Pese a ese recorte, que junto con un alza en los ingresos (tanto en los tributarios como en los petroleros) ha permitido reducir el déficit del Presupuesto a una tercera parte, el FMI, que vino al país desde finales de junio hasta inicios de julio, cree que hace falta un esfuerzo mayor, ya que el déficit fiscal sigue siendo alto. El organismo, que ha destacado el avance que representa el proyecto de ley que el Ejecutivo envió a la Asamblea así como la voluntad del nuevo equipo económico de transparentar las cifras, sugiere una “consolidación fiscal más balanceada y anticipada” así como otras medidas que permitan recuperar la competitividad de la economía, entre ellas flexibilizar el mercado laboral y suscribir nuevos acuerdos comerciales. El FMI, de hecho, ha señalado que la economía ecuatoriana aún enfrenta “importantes desafíos”, no sólo en lo fiscal, sino también como consecuencia de un tipo de cambio real sobrevaluado y vulnerabilidades en la balanza de pagos.

Un indicador que parece reflejar la vulnerabilidad de la economía ecuatoriana, particularmente de la demanda interna, es la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que en junio de este año registró su décima caída interanual consecutiva. Conviene señalar que esta última caída en los precios, que afecta a la mayor parte de los productos que componen el IPC, se dio frente a un mes (junio de 2017) en que ya no estaban vigentes las sobretasas arancelarias. Es decir, esta baja en los precios ya no se puede explicar por el desmonte de las salvaguardias.

Colombia: Una nueva normalidad en los precios del petróleo

En Colombia, la correlación entre el precio del petróleo y la tasa de cambio, en los últimos años, ha sido fuerte y negativa, como se ve en la gráfica 1, en donde la línea negra es el coeficiente de correlación entre estas dos variables, las líneas azules representan el intervalo de confianza al 95% y la roja es el R cuadrado. Como sucede en la mayoría de países en donde los hidrocarburos son una proporción importante de la canasta exportadora, cuando el precio del petróleo es alto se presenta un gran crecimiento de la oferta de divisas producto de las exportaciones, lo que se traduce en una revaluación significativa del peso. Esto sin duda ha generado crecimiento económico, dado que se obtienen mayores ingresos por el petróleo que exporta el país y por lo tanto se crea una sensación de bonanza. Entre 2008-2014, el precio promedio del petróleo fue de 89.11 dólares por barril, durante estos años la tasa de cambio se ajustó de acuerdo al precio de las exportaciones de hidrocarburos, lo que abarató las importaciones, y tuvo un efecto sobre el precio final de las exportaciones del resto de sectores, generando así síntomas de enfermedad holandesa.

Por otro lado, el comportamiento del petróleo ha afectado el déficit en cuenta corriente pues el valor de las exportaciones cayó. Por el lado del déficit del Gobierno Central (GNC),  con la caída de los precios del petróleo se dejaron de percibir ingresos con los que se había hecho la planeación fiscal, por lo que el ajuste tuvo implicaciones que llevaron  a la Reforma Tributaria de 2016 e incluso a flexibilizar la Regla Fiscal en mayo de 2018.

En este orden de ideas, el panorama para Colombia en términos de crecimiento, aunque mejora con los pronósticos actualizados del precio del petróleo, sigue generando escepticismo, pues el boom exportador de commodities de años anteriores no va a volver a suceder por cuestiones de demanda externa y restricciones en la productividad interna, y en cambio se van a empezar a materializar los efectos tanto en el sector real como en el externo y financiero de una economía que lleva varios años dependiendo de manera importante del petróleo.

Chile: resistiendo los embates de la incertidumbre externa

La economía chilena acumula un crecimiento de 4,7% en los primeros cinco meses del año, la inflación se ubica en 2,5% en los doce meses a junio, la tasa de desempleo abierta llegó a 7% en mayo, la perspectiva de déficit fiscal, de acuerdo al gobierno, se ha revisado a la baja a 1,7% y la tasa de política monetaria se mantiene en 2,5% desde mayo de 2017. La variable de ajuste que ha permitido absorber el deterioro en el escenario externo: aumento de tasas por parte de la Reserva Federal, baja reciente en el precio del cobre, inicio de una guerra comercial entre Estados Unidos y la mayor parte del resto del mundo, deterioro de expectativas sobre la economía mundial, mayor incertidumbre e incremento en el valor internacional del dólar, ha sido el tipo de cambio. Dada la credibilidad que mantiene el Banco Central, le es posible permitir amplias fluctuaciones en el tipo de cambio que absorben los shocks externos con escaso impacto en las tasas de interés internas o la actividad, aunque sí en la inflación que, de todas maneras, permanece anclada en torno de la meta de tres por ciento.

Si bien el tipo de cambio está casi uno por ciento por debajo de su nivel de julio del año pasado, ha subido casi nueve por ciento respecto de abril, lo que revela su amplia volatilidad en períodos breves de tiempo lo que, aunque puede ser complejo para quienes realizan operaciones en moneda extranjera, resulta positivo para la estabilidad de la economía en general. Adicionalmente, la recuperación en el precio del cobre entre julio del año pasado y junio del actual (después ha bajado considerablemente) y la recuperación general de las exportaciones, ha permitido, pese al fuerte aumento en el precio del petróleo, cuyo consumo es casi un cien por ciento importado, incrementar el superávit comercial a su nivel más alto desde fines de 2011 y, al mismo tiempo, contribuir a evitar que el déficit en la cuenta corriente exceda un 2% del PIB. Esto sumado a las fuertes inversiones de los fondos de pensiones en el exterior (además de otras inversiones) permite tener estabilizadores automáticos que aíslan, parcialmente por cierto, a la economía de los shocks que se producen en el exterior.

En el escenario descrito se ha producido una recuperación esencialmente cíclica de la actividad, que permitirá alcanzar un crecimiento de 4% o algo más este año, más que duplicando el resultado del año pasado y, en realidad, más que duplicando el promedio de los cuatro años anteriores. Sin embargo, la recuperación de la inversión ha sido insuficiente hasta ahora y de no adquirir mayor dinamismo en el segundo semestre del año, lo más probable es que se produzca una desaceleración en 2019, sobre todo considerando que el escenario externo será menos favorable que este año.

Adicionalmente, si bien el mercado del trabajo se está comportando de acuerdo a lo esperado, es decir, sin que todavía se observe una mejoría en la calidad del empleo, el menor crecimiento de las remuneraciones, que revela una mayor debilidad en el mercado laboral, puede llegar a afectar la recuperación del consumo lo que, en último término, se reflejaría en el crecimiento. La tendencia ascendente de la inflación contribuirá a este proceso.

Brasil: Lula e as instituições brasileiras

A evolução político-institucional de um país não é feita de modo linear. A construção de uma ordem virtuosa para o desenvolvimento é um longo processo de aperfeiçoamento das regras do jogo que regulam a vida em uma comunidade. O sucesso ou fracasso dessa longa jornada depende de uma série de fatores, especialmente ligados ao tipo de elite política de um país, nível de escolaridade da sociedade, cultura política, confiança interpessoal, para citar alguns exemplos. A travessia para uma sociedade capaz de minimizar os erros de políticas públicas ruins, da concentração de poder quase sempre é fracassada. Chegar ao mundo de desenvolvimento com igualdade de oportunidades não é trivial.

Sob esse prisma, a conjuntura atual brasileira é bastante desafiadora. Há em curso no país um processo de desconstrução de um equilíbrio político, construído nos últimos anos, cujo resultado pode afetar o desenho institucional do país. A celeuma jurídica em torno do ex-presidente Lula expressa não apenas o desafio da moderação política, mas sinaliza os riscos da judicialização da política (e politização da justiça). A natureza do risco político no Brasil se alterou. Mais do que o diagnóstico de política econômica é a reconstrução da estabilidade das regras do jogo o principal desafio para a construção de um novo ciclo econômico

A celeuma em torno do ex-presidente Lula é o melhor retrato dos desafios da política brasileira. O petista personifica o choque entre o “poder das ruas” e a ação judicial. Seus apoiadores usam da sua popularidade (expressa nas pesquisas de opinião pública) para questionar a legitimidade do poder Judiciário, que é central na construção dos freios e contrapesos, típico dos Estados liberais.

O apelo majoritário do petista não deve ser suficiente para colocar Lula na disputa presidencial de 2018. Independente da sua liberdade civil, as bases legais da candidatura do petista são bastante frágeis. A tendência é que novos episódios de decisões individuais se sucedam até a campanha formal.

A eleição não será definida antes do posicionamento do PT. O número expressivo dos eleitores branco/nulos é explicado por órfãos do ex-presidente. Alterações relevantes nas pesquisas eleitorais devem aparecer apenas quando o candidato for definido.

O quadro de polarização política, combinado com as investigações em torno dos detentores do mandato, provocou explosão de demanda ao Poder Judiciário. A Corte Suprema ainda não encontrou uma maneira de gerar estabilidade para suas decisões, o que eleva a percepção de risco, afetando especialmente a decisão dos investimentos por parte dos agentes econômicos.