Una de cal y una de arena: se recupera la construcción, pero cae la industria

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI Manufacturero) exhibió una caída mensual desestacionalizada del 1,6% en junio. De esta manera, el indicador hiló 4 caídas mensuales consecutivas, ubicándose en niveles comparables con la salida de la pandemia (junio del 2020) y un 15,8% por debajo de su nivel promedio en 2023. Del mismo modo, la producción industrial profundizó su contracción en la medición interanual (-20% i.a. en junio luego de caer un 15% i.a. en mayo) y acumuló una caída del 16,1% i.a. en el primer semestre.

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró una suba mensual desestacionalizada del 2,7% en junio, acumulando tres meses consecutivos al alza y un crecimiento del 12,3% desde el piso de marzo. Pese a la paulatina recuperación, el ISAC no sólo mostró una caída del 35,2% en la comparación interanual contra junio del 2023, sino que aún se ubica un 29,5% por debajo de su nivel promedio durante todo 2023. De esta forma, el indicador acumuló una contracción del 32,7% i.a. en el primer semestre del año.

Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia para la actividad económica desde abril, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión. En tal sentido, dado que durante el primer semestre la industria no evidenció señales claras de recuperación, se abre la incógnita de cara a la segunda parte del año en torno a cuándo llegaría un eventual cambio de tendencia, lo cual dependerá mayormente de lo que suceda con la demanda interna. En cuanto a la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública (frenada por el Gobierno) y la obra privada (podrían jugar a favor factores como el blanqueo y el crédito hipotecario).

 La producción industrial profundizó su caída

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI Manufacturero) exhibió una caída mensual desestacionalizada del 1,6% en junio. De esta manera, el indicador hiló 4 caídas mensuales consecutivas, ubicándose en niveles comparables con la salida de la pandemia (junio del 2020) y un 15,8% por debajo de su nivel promedio en 2023.

Del mismo modo, la producción industrial profundizó su contracción en la medición interanual (-20% i.a. en junio luego de caer un 15% i.a. en mayo) y acumuló una caída del 16,1% i.a. en el primer semestre.

A nivel desagregado, todas las ramas exhibieron reducciones tanto en la comparación interanual de junio como en el acumulado del primer semestre del año. En cuanto a la incidencia sectorial, se destacaron las caídas en “Alimentos y Bebidas”; “Refinación de petróleo, químicos, etc.”; “Minerales metálicos y no metálicos” y “Maquinaría y equipo”.

Al dividir a las grandes ramas industriales en tres grandes grupos, también podemos observar que la caída es generalizada: Bienes de capital se lleva la mayor contracción (-32,9% i.a. en junio y -28,9% i.a. en el acumulado del primer semestre) en un contexto de parálisis de la inversión productiva (y pese al levantamiento de las restricciones a importar), seguido de Bienes de uso intermedio (-21,9% i.a. en junio y -17,0% i.a. en el primer semestre) y Bienes de consumo no durable (-14,7% i.a. y -11,0% i.a. en los primeros seis meses) en un contexto de fuerte deterioro del consumo privado.

La construcción sostiene su recuperación

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró una suba mensual desestacionalizada del 2,7% en junio, acumulando tres meses consecutivos al alza y un crecimiento del 12,3% desde el piso de marzo. Ahora bien, cabe destacar que la recesión de la construcción fue de carácter notablemente más profundo al de la industria manufacturera (en línea a la magnitud de la caída de la inversión productiva), y, dado el carácter procíclico del sector, resulta lógico que ya haya empezado a recuperarse levemente (es decir, suele mostrar signos positivos antes que la actividad económica).

Continuando con la medición mensual, los principales insumos que jugaron a favor del indicador en junio fueron los artículos sanitarios de cerámica, las placas de yeso, los ladrillos huecos y el asfalto. Contrariamente, los mosaicos junto con los pisos y revestimientos mostraron caídas intermensuales considerables.

Pese a la paulatina recuperación, el ISAC no sólo mostró una caída del 35,2% en la comparación interanual contra junio del 2023, sino que aún se ubica un 29,5% por debajo de su nivel promedio durante todo 2023. De esta forma, el indicador acumuló una contracción del 32,7% i.a. en el primer semestre del año. Al interior del indicador, todos los rubros asociados presentan caídas interanuales considerables.

¿Qué esperamos para el segundo semestre?

Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia para la actividad económica desde abril, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión. En tal sentido, dado que durante el primer semestre la industria no evidenció señales claras de recuperación, se abre la incógnita de cara a la segunda parte del año en torno a cuándo llegaría un eventual cambio de tendencia.

A nivel sectorial, prevemos que únicamente las ramas asociadas a los sectores energético, minero y agropecuario (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, refinación del petróleo, etc.) tendrán un mejor desempeño en los próximos meses y serán los que traccionen la industria durante el año. Sin embargo, en su conjunto representan menos del 10% de la industria, por lo que la performance agregada del sector fabril dependerá más de lo que ocurra con el resto de las ramas.

Justamente, las industrias más vinculadas a la demanda interna son las más afectadas y las que más demorarán en reactivarse, motivo por el cual creemos que la industria caerá en torno a los dos dígitos en 2024, contrayéndose mucho más que el nivel de actividad.

En cuanto a la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública y la obra privada. Por el lado de la obra pública, difícilmente se vea una recuperación significativa dado el freno al gasto de capital llevado adelante por el Gobierno. Con respecto a la obra privada, la reaparición del crédito hipotecario, el blanqueo y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor, pero su efecto pleno creemos que recién podrían verse el año entrante.

Más allá de la magnitud de la caída es relevante seguir de cerca la extensión de la recesión: en tanto esta se sostenga en el tiempo, el enfriamiento de la actividad puede comenzar a afectar el nivel de empleo. Si bien esto se verificó fuertemente en el primer trimestre en la construcción, todavía no se avizora en la industria; pero dada su relevancia en la economía, vale la pena seguir de cerca, ya que podría ser un escollo creciente al que se enfrente la actual administración.

 

Repunte de la actividad económica en mayo

La actividad habría encontrado su piso

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE, que anticipa la dinámica del PIB) mostró un crecimiento mensual del 1,3% en su medición desestacionalizada, rompiendo una racha de ocho meses consecutivo de caídas. De este modo, la economía vuelve a los niveles de diciembre 2023 – enero 2024 (ya eran meses de recesión), aunque se mantiene un 3,4% por debajo del promedio de 2023.

En paralelo, el EMAE mostró un crecimiento interanual del 2,3%, la primera variación positiva desde noviembre del 2023. No obstante, el incremento interanual se explica principalmente por el desempeño del agro al compararse contra la sequía del 2023: mientras el agro creció un 103,3% i.a., el EMAE excluyendo dicho sector mostró una caída del 5,8% i.a. (-6,6% i.a. en abril).

Si excluimos del análisis al sector externo, la demanda interna habría mostrado una caída interanual del 14,6% en mayo, sumando así seis meses consecutivos de retrocesos. Además, si excluimos a la inversión, el consumo interno también registra caídas en la zona del 14% para mayo.

Al interior del indicador, 9 de los 15 sectores registraron caídas en la comparación interanual, destacándose Construcción (-22,1% i.a), Industria manufacturera (-14,2% i.a) y Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-11,41% i.a). Sólo estos tres sectores le restaron 4,6 puntos porcentuales al crecimiento interanual del EMAE. Por su parte, al comparar bienes y servicios, la heterogeneidad es muy marcada: mientras que los bienes crecen 14,6% interanual (pero caen 10,3% si excluimos los productos agropecuarios), los servicios caen al 3,7% i.a.

¿Qué esperamos hacia adelante?

El salto discreto inicial en el tipo de cambio oficial el año pasado, la suba del Impuesto PAIS y la corrección de precios relativos generaron una marcada aceleración inflacionaria inicial que no fue compensada por las paritarias. Como resultado, se evidenció un fuerte deterioro del poder adquisitivo a inicios del mandato, perjudicando así la demanda interna y el consumo. Paralelamente, la política monetaria y fiscal también adquirieron un fuerte sesgo contractivo, agravando el golpe sobre la economía real.

Esta combinación de factores provocó una caída inédita en el nivel de actividad, tanto por la profundidad de la recesión como por su persistencia. Con el correr de los meses, la recomposición de los ingresos no ha sido equivalente a la caída anterior, lo que ha mantenido estancada la demanda interna y ha impedido un rebote rápido en “V”.

Aunque la actividad económica habría encontrado su piso en marzo-abril, esto se debe principalmente a las ramas vinculadas al sector primario, que han traccionado al resto de la economía. Ahora bien, no sólo importa el nivel en el que haga piso la economía, sino también la velocidad de recuperación y su sostenibilidad.

En adelante, persistirá la heterogeneidad sectorial y será clave diferenciar la dinámica del agro en la comparación interanual. Por un lado, la actividad primaria continuaría en franco crecimiento: a) el sector agropecuario recuperándose de la sequía y proyectando una cosecha alineada con el promedio de los últimos años; b) el sector energético en expansión gracias a la producción de petróleo en Vaca Muerta; y c) el sector minero también al alza (la producción industrial minera creció 9,2% i.a. en los primeros 5 meses del año).

Sin embargo, la actividad primaria explica sólo el 15% del producto, por lo que la performance agregada de la economía dependerá más de lo que ocurra con los sectores vinculados a la demanda interna (industria, construcción y comercio, que en conjunto representan 40% del PIB), los cuales enfrentarán un panorama más complejo y una recuperación más lenta que el nivel general.

En este contexto, la economía pasará de verse mayormente afectada por problemas de oferta (como ocurrió en 2023) a sufrir en mayor medida la contracción en la demanda. Dejando atrás el efecto “los pesos queman”, las correcciones de las principales variables macroeconómicas y la caída del salario real implican un marcado freno al consumo frente a “pesos que no alcanzan”.

Justamente, si analizamos el desempeño de la economía desde la demanda son pocos los factores que podrían jugar a favor de un mejor desempeño en materia de actividad:

1) Consumo privado (representa casi un 70% del PIB): Necesita no sólo una recuperación del salario real y el ingreso disponible, sino también una moderación en la caída del empleo que evite una contracción de la masa salarial.

2) Gasto público: Una expansión del consumo público sería contradictoria con el objetivo de consolidación fiscal, por ende, difícilmente juegue a favor.

3) Inversión: Podría incentivarse en ciertos sectores gracias a la aprobación del RIGI y una eventual salida del CEPO, aunque el impacto real no es inmediato y lleva cierto tiempo.

4) Exportaciones netas: La comparación contra la sequía en 2023 aportará un diferencial positivo en 2024 para las exportaciones. A su vez, el impulso de sectores estratégicos también jugará a favor. Del mismo modo, las importaciones se mantendrán en rojo dado su vínculo procíclico con la demanda interna.

 

La industria todavía no repunta

El Índice de Producción Industrial Manufacturero mostró una caída mensual desestacionalizada del 0,2% en mayo, todavía sin rebotar desde el piso de marzo y un 14% por debajo del promedio de 2023.

El Indicador sintético de la Actividad de la Construcción mostró en mayo una suba mensual desestacionalizada del 6,2%, encadenando el segundo mes consecutivo al alza y acumulando un crecimiento del 8,3% desde el piso de mayo.

Aunque la actividad económica tocó su piso en marzo, el estancamiento se mantiene y la letra de la recuperación se parece más a una L. De hecho, la mayoría de los indicadores adelantados muestran que en junio la mejora fue muy marginal, e incluso algunos sectores se mantienen con caídas mensuales. Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia desde abril de cara a los próximos meses, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión.

La producción industrial todavía no repunta

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) mostró una caída mensual desestacionalizada del 0,2% en mayo y continúa todavía sin rebotar desde el piso de marzo. En la comparación interanual, el índice evidenció una caída del 14,8% y acumula una contracción del 15,2% en lo que va del año.

A excepción de la refinación de petróleo (+2,6%), todas las ramas siguen mostrando caídas en la comparación interanual. Las divisiones con caídas más profundas fueron Muebles y otros (-33,6%), Minerales no metálicos (-28,0%), Automotores (-18,8%) y productos de metal, maquinaria y equipo (-17,3%).

La construcción se recuperó marginalmente por segundo mes

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró en mayo una suba mensual desestacionalizada del 6,2%, encadenando el segundo mes consecutivo al alza (ya que se corrigió el número de abril, que pasó a registrar un crecimiento respecto a marzo) y acumulando un crecimiento del 8,3% desde el piso de mayo.

Más allá de esta mejora marginal, el sector se ubica en los niveles más bajos desde la salida de la pandemia. En la comparación interanual, el índice registró una caída del 32,6%, acumulando una contracción del 32,2% en lo que va del año.

Los datos del consumo aparente de los insumos para la construcción muestran, con relación a igual mes del año anterior, bajas de 60,4% en artículos sanitarios de cerámica; 48,9% en hierro redondo y aceros para la construcción; 47,8% en asfalto; 47,2% en mosaicos graníticos y calcáreos; 41,8% en pisos y revestimientos cerámicos; 36,7% en placas de yeso; 35,8% en ladrillos.

En cuanto a la encuesta cualitativa para la construcción que realiza INDEC, se muestran expectativas desfavorables con respecto al nivel de actividad esperado para el período junio-agosto: 62,5% de las empresas que realizan principalmente obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará durante los próximos tres meses, mientras que 25,9% estima que disminuirá y sólo un 11,6% que aumentará. Entre las empresas dedicadas fundamentalmente a la obra pública, 50,0% opina que el nivel de actividad disminuirá durante el período junio-agosto de 2024, mientras que 42,3% cree que no cambiará y 7,7% que aumentará. De todos modos, estos números son algo menos pesimistas que los meses previos, donde, por caso la expectativa de que la obra privada caiga superaba el 43% en diciembre.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Aunque la actividad económica tocó su piso en marzo, el estancamiento se mantiene y la letra de la recuperación se parece más a una L. De hecho, la mayoría de los indicadores adelantados muestran que en junio la mejora fue muy marginal, e incluso algunos sectores se mantienen con caídas mensuales. Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia desde abril de cara a los próximos meses, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión.

En lo que refiere a la construcción, parte del sector, asociado a la obra pública, difícilmente vea una recuperación significativa dado el freno al gasto de capital llevado adelante por el Gobierno. Con respecto a la obra privada, la reaparición del crédito hipotecario, el blanqueo, la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor, pero su efecto pleno creemos que recién podrían verse el año entrante.

Por su parte, prevemos que únicamente las ramas asociadas a los sectores energético, minero y agropecuario (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, refinación del petróleo, etc.) tendrán un mejor desempeño en los próximos meses y serán los que traccionen la industria durante el año. Sin embargo, en su conjunto representan menos del 10% de la industria, por lo que la performance agregada del sector fabril dependerá más de lo que ocurra con el resto de las ramas.

Justamente, las industrias más vinculadas a la demanda interna -dentro de las cuales se encuentran las asociadas a la construcción-, que cayó alrededor de 11,8% en el acumulado a mayo, son las más afectadas y las que más demorarán en reactivarse, motivo por el que creemos que la industria caerá en torno a los dos dígitos en 2024, contrayéndose mucho más que el nivel de actividad.

Más allá de la magnitud de la caída es relevante seguir de cerca la extensión de la recesión: en tanto esta se sostenga en el tiempo, el enfriamiento de la actividad puede comenzar a afectar el nivel de empleo. Si bien esto se verificó fuertemente en el primer trimestre en la construcción, todavía no se avizora en la industria; pero dada su relevancia en la economía, vale la pena seguir de cerca, ya que podría ser un escollo creciente al que se enfrente la actual administración.

Cambio de tendencia en la industria y construcción durante abril

El Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI-INDEC) creció un 1,8% con respecto a marzo en su medición desestacionalizada y rompió una racha de seis meses consecutivos a la baja. Sin embargo, el índice aún se ubica en niveles comparables con la salida de la pandemia (agosto del 2020) y un 15,3% por debajo de su promedio entre 2022 y 2023. 

El Indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC-INDEC) mostró una suba mensual desestacionalizada del 1,7% en abril, la primera variación mensual positiva desde julio del 2023 (8 meses consecutivos a la baja). No obstante, la magnitud del incremento resulta sumamente inferior a las caídas evidenciadas en los meses previos (-10% mensual en promedio). 

La actividad económica habría tocado el piso en marzo: la mayoría de los indicadores adelantados muestran que la recuperación iniciada en abril se habría mantenido también en mayo. Por ende, se podría vislumbrar un cambio de tendencia desde abril de cara a los próximos meses, aunque todavía no sería suficiente para volver a los niveles previos a la recesión. 

La industria rebotó tenuemente en abril 

El Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI-INDEC) creció un 1,8% con respecto a marzo en su medición desestacionalizada y rompió una racha de seis meses consecutivos a la baja. Sin embargo, el índice aún se ubica en niveles comparables con la salida de la pandemia (agosto del 2020) y un 15,3% por debajo de su promedio entre 2022 y 2023.

En su comparación interanual, el IPI cayó un 16,6% contra abril del 2023, moderando así la caída evidenciada en marzo (-21,4% i.a.). De esta manera, el índice acumuló una caída interanual del 15,4% durante el primer cuatrimestre.

Al interior, todas las ramas industriales mostraron caídas interanuales en abril, destacándose la producción de muebles y otras industrias (-35% i.a.), Minerales no metálicos y metálicas básicas (-25,7% i.a.) y Productos de metal, maquinaria y equipo (-25,1% i.a.). Por su parte, la industria alimenticia (-9,3% i.a.) fue uno de los rubros con mayor incidencia negativa.

Cambio de tendencia en la construcción 

El Indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC-INDEC) mostró una suba mensual desestacionalizada del 1,7% en abril, la primera variación mensual positiva desde julio del 2023 (8 meses consecutivos a la baja). No obstante, la magnitud del incremento resulta sumamente inferior a las caídas evidenciadas en los meses previos (-10% mensual en promedio). En retrospectiva, el índice se ubicó en niveles inferiores a los actuales únicamente entre marzo y mayo del 2020, los meses más duros de la pandemia. Continuando con la medición mensual, los principales insumos que jugaron a favor del indicador en abril fueron las calles, el cemento, y el yeso. Contrariamente, los artículos sanitarios, los mosaicos y los pisos continuaron mostrando caídas intermensuales considerables. 

En la comparación interanual, el ISAC se redujo un 37,2% (5 p.p. menor a la caída de marzo), acumulando una contracción del 32% i.a. para el primer cuatrimestre del año. Al interior del indicador, todos los rubros asociados presentan caídas interanuales desde los dos dígitos. Se registró un fuerte retroceso (-60,6%) en ventas de asfalto (material principalmente asociado a la obra pública). También se contrajo la demanda de hierro redondo (-57,5%), mosaicos graníticos y calcáreos (-54,4%), artículos sanitarios de cerámica (-48,1%) y hormigón elaborado (-46,8%), entre otros insumos. 

¿Qué esperamos hacia adelante? 

La actividad económica habría tocado el piso en marzo: la mayoría de los indicadores adelantados muestran que la recuperación iniciada en abril se 

habría mantenido también en mayo. Por ende, se podría vislumbrar un cambio de tendencia desde abril de cara a los próximos meses, aunque todavía no sería suficiente para volver a los niveles previos a la recesión. Puntualmente, el Índice Construya (evolución de los volúmenes vendidos al sector privado para construcción) creció un 3,2% durante mayo en la medición desestacionalizada. Del mismo modo, los despachos de cemento avanzaron un 11% mensual según la Asociación de fabricantes de Cemento Portland.

En cuanto a la construcción, resulta crucial diferenciar la dinámica de la obra pública y la obra privada. Por el lado de la obra pública, difícilmente veamos una recuperación frente a un Gobierno que se encuentra realizando un fuerte ajuste en el gasto público, donde aún no muestra intenciones de normalizar el Gasto de Capital.

Con respecto a la construcción privada, la reaparición del crédito hipotecario y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor. Sin embargo, el aumento de los costos en dólares y la preocupación por los atrasos en las cadenas de pago podrían jugar en contra. En este sentido, el relevamiento de expectativas que publica el INDEC asociado al sector muestra que se está reduciendo el porcentaje de encuestados que espera una nueva caída de la construcción privada en el próximo bimestre (pasó de 41,6% en enero a 32,7% en abril), lo cual se explica por un incremento de los encuestados que proyectan un mantenimiento del nivel actual.

Con respecto a la industria manufacturera, las ramas asociadas a los sectores energético, minero y agropecuario (que se encuentran en franco ascenso) tendrían un mejor desempeño (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, refinación del petróleo, etc.).

Por su parte, las industrias más vinculadas a la demanda interna mostrarían una reactivación más paulatina producto de unos ingresos reales deteriorados que lentamente comienzan a repuntar, pero aún se ubican lejos de los niveles previos. En adición, el ingreso disponible tendrá un golpe adicional en junio como consecuencia de los ajustes de tarifas que impactan en el gasto inelástico de las familias.

 

Se profundizó la recesión en marzo, ¿pasó lo peor?

La actividad profundizó el rojo en marzo

El Estimador Mensual de Actividad Económica (el EMAE, por sus siglas, anticipa la dinámica del PIB) mostró una caída mensual del 1,4% en su medición desestacionalizada, acumulando así una caída del 1,8% en lo que va del año y más de un 6% desde el pico de agosto, lo cual sitúa a la economía en su nivel más bajo desde mediados del 2021. Del mismo modo, el indicador evidenció 7 caídas mensuales consecutivas por primera vez desde el inicio de la serie (2004).

A su vez, cabe mencionar que se realizó una considerable corrección retrospectiva: la variación mensual desestacionalizada de febrero se ajustó de -1,2% a -0,01%. En cuanto a la comparación interanual, el indicador cayó un 8,4% (la mayor caída desde agosto del 2020), hilando ya 5 meses consecutivos en rojo y acumulando una caída del 5,3% para el primer trimestre.

Por su parte, si excluimos del análisis al sector externo, la demanda interna habría mostrado una caída interanual del 18,5% en marzo, hilando así cuatro meses consecutivos en rojo y acumulando una contracción del 12% i.a. para el primer trimestre del año.

¿Qué factores explican el magro desempeño de la actividad? El salto discreto inicial en el tipo de cambio oficial, la suba del Impuesto PAIS y la corrección de precios relativos generaron una marcada aceleración inflacionaria que no fue compensada por las paritarias. Como resultado, se evidenció un fuerte deterioro del poder adquisitivo a inicios del mandato, perjudicando así la demanda interna y el consumo. Paralelamente, la política monetaria y fiscal también adquirieron un fuerte sesgo contractivo, agravando el golpe sobre la economía real.

Un pantallazo sectorial

Tanto los Bienes (-10,2% i.a.) como los Servicios (-6,4% i.a.) exhibieron caídas en términos interanuales, hilando cuatro meses consecutivos de contracción y mostrando una recesión generalizada.

La rama de actividad con mayor incidencia en la caída de marzo fue la Industria manufacturera, que cayó un 19,6% interanual, explicando el 60% de la caída del EMAE en la comparación interanual. También se destaca la incidencia negativa de Comercio mayorista, minorista y reparaciones. (-16,7% i.a.) y Construcción (-29,9% i.a.). Estos tres sectores en conjunto aportaron 6,6 puntos porcentuales a la caída interanual del Estimador.

Por el contrario, los amortiguadores fueron las ramas más vinculadas al sector primario, como Agricultura, ganadería, caza y silvicultura y Explotación de minas y canteras, que en conjunto mejoraron el indicador en un 1,1%. De hecho, excluyendo al sector agropecuario del total general, el EMAE habría caído un 9,8% interanual y los Bienes habrían tenido un desplome superior al 16%. Esta dinámica es diametralmente opuesta a lo ocurrido el año pasado, donde el agro se vio castigado por una de las mayores sequías de la historia, pero el resto de la actividad económica se mantuvo relativamente constante.

Entonces, ¿pasó lo peor?

En lo inmediato, los indicadores adelantados de actividad económica mostraron una leve mejora en abril: la mayoría de las estadísticas sectoriales relevadas evidenciaron una moderación en las caídas interanuales. Por ende, estimamos que la actividad económica habría tocado su piso en marzo para comenzar una paulatina recuperación desde abril, ayudada en parte por la llegada de la cosecha gruesa. Sin embargo, si excluimos al agro del análisis, la recuperación se postergaría aún más. Ahora bien, no sólo importa el nivel en el que haga piso la economía, sino también la velocidad de recuperación y su sostenibilidad.

En materia de perspectivas sectoriales, la actividad primaria se encuentra en franco crecimiento: a) el sector agropecuario recuperándose de la sequía y proyectando una cosecha alineada con el promedio de los últimos años; b) el sector energético en crecimiento gracias a la producción de petróleo en Vaca Muerta; y c) el sector minero también al alza (la producción industrial minera creció 8,5% i.a. en el primer trimestre del año). Sin embargo, la actividad primaria explica sólo el 15% del producto.

Como contracara, las ramas más vinculadas al consumo interno (industria, construcción y comercio, que en conjunto representan 40% del PIB) continuarán mostrando fuertes caídas interanuales con una recuperación que llevará su tiempo.

En particular, para la industria manufacturera y el comercio, la recuperación de los ingresos reales (por paritarias que comienzan a repuntar) y una inflación desacelerando podrían reactivar la demanda, aunque no esperamos que en el corto plazo vuelvan a niveles previos a la recesión. Para la construcción, estimamos que la recuperación será todavía más lenta, con una obra pública que esta vez no jugará a favor.

En este contexto, la economía pasará de verse mayormente afectada por problemas de oferta (como ocurrió en 2023) a sufrir en mayor medida la contracción en la demanda. Dejando atrás el efecto “los pesos queman”, las correcciones de las principales variables macroeconómicas y la caída del salario real implican un marcado freno al consumo frente a “pesos que no alcanzan”.

Justamente, si analizamos el desempeño de la economía desde la demanda son pocos los factores que podrían jugar a favor de un mejor desempeño en materia de actividad:

1) Consumo privado (representa casi un 70% del PIB): Necesita no sólo una recuperación del salario real y el ingreso disponible, sino también una moderación en la caída del empleo que evite una contracción de la masa salarial.

2) Gasto público: Una expansión del consumo público sería contradictoria con el objetivo de consolidación fiscal, por ende, difícilmente juegue a favor.

3) Inversión: Podría incentivarse en ciertos sectores mediante reformas estructurales y una eventual salida del CEPO, aunque el impacto real no es inmediato y lleva cierto tiempo.

4) Exportaciones netas: La comparación contra la sequía en 2023 aportará un diferencial positivo en 2024 para las exportaciones. A su vez, el impulso de sectores estratégicos también jugará a favor. Del mismo modo, las importaciones se mantendrán en rojo dado su vínculo procíclico con la demanda interna.

 

Se profundizaron las caídas en industria y construcción

La industria siguió en rojo durante marzo

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) evidenció una caída del 6,3% mensual desestacionalizada en marzo y una contracción del 21,1% en la comparación interanual (la mayor desde abril del 2020).

De esta manera, la producción industrial mostró una reducción del 14,8% i.a en el primer trimestre y acumula una caída del 17,5% entre octubre y marzo (6 meses en rojo), lo cual la sitúa en niveles de junio del 2020, cuando la economía se estaba recuperando de la pandemia.

A su interior, las 16 divisiones de la industria manufacturera presentaron caídas interanuales. Los mayores rojos se vieron en “Muebles y colchones”, y “Otras industrias manufactureras” (40,4%), “Productos minerales no metálicos” (35,8%), “Maquinaria y equipo” (-37,9%;) e “Industrias metálicas básicas” (-34,0%).

La construcción no encuentra piso

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) reflejó una caída del 14,2% mensual desestacionalizada en marzo y una marcada contracción del 42,2% en la comparación interanual. En ambos casos, se tratan de las mayores caídas desde mediados del 2020, cuando la economía se vio afectada por la pandemia.

De esta manera, la construcción evidenció una reducción del 30,3% i.a. en el primer trimestre del año e hila ocho meses consecutivos a la baja (acumula una caída del 36,4% entre agosto y marzo).

Al interior del indicador, cayeron bien por encima de los dos dígitos todos los insumos vinculados a la construcción en marzo. Se destacan las caídas en “Asfalto” (-69,2% i.a.), “Hierro” (-54,3% i.a.) y “Cemento Portland” (-43,1% i.a.). En paralelo, la dinámica de este sector también afectó la producción industrial vinculada, retroalimentando el golpe a la actividad económica durante los dos primeros meses del año.

¿Qué esperamos hacia adelante?

El periodo de correcciones macroeconómicas que está transitando el Gobierno tuvo como consecuencia un fuerte deterioro en la actividad en el primer trimestre, explicado por varios factores: 1) La corrección de los principales precios relativos (tipo de cambio, tarifas de servicios públicos) que golpearon al consumo privado y a las ramas principalmente vinculadas a la demanda interna; y 2) El fuerte recorte del Gasto de Capital (-87% i.a. en términos reales en el primer trimestre), lo cual generó un freno abrupto en la obra pública.

No obstante, la actividad económica habría alcanzado su piso en marzo: la mayoría de los indicadores adelantados muestran una recuperación parcial en el margen para abril, lo cual podría implicar un cambio de tendencia de cara a los próximos meses.

Por el lado de la industria manufacturera, la recuperación de los ingresos reales por paritarias que comenzaron a repuntar y una inflación desacelerando podrían reactivar la demanda, aunque no volvería en el corto plazo a los niveles normales. Además, una mejor evolución de los sectores energético y agropecuario, que repercuten en ramas industriales como molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, etc. podrían impulsar el repunte.

En cuanto a la construcción, estimamos que el recupero de la actividad será más lento que el de la industria. Si bien la obra pública continuará jugando en contra producto del recorte fiscal, la reaparición del crédito hipotecario y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que reactiven la obra privada. Sin embargo, pese a una mejora que podría darse en el margen, la construcción no recuperaría en el corto plazo los niveles previos a la recesión.

Se profundizó la recesión en febrero

La actividad continuó en rojo durante febrero

El sendero de correcciones macroeconómicas y la relativa estabilidad cambiaria-financiera evidenciada en los últimos meses tienen como contracara una economía real en recesión que aún no muestra signos de mejora.

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del INDEC mostró en febrero una contracción interanual del -3,2%, hilando así cuatro meses consecutivos en rojo y acumulando una caída del 3,6% i.a. para el primer bimestre del año.

Paralelamente, la medición desestacionalizada mostró una reducción del 0,2% mensual en febrero, acumulando ya una caída del 5,4% desde el pico de la actividad en agosto del 2023 (seis caídas consecutivas) y situando a la economía en el menor nivel desde mediados del 2021. No obstante, cabe destacar que se realizó una considerable corrección hacia atrás. Por caso, la variación mensual desestacionalizada de enero pasó de -1,2% a -0,8%.

¿Qué factores explican el magro desempeño de la actividad? El salto discreto inicial en el tipo de cambio oficial, la suba del Impuesto PAIS y la corrección de precios relativos generaron una marcada aceleración inflacionaria que no fue compensada por las paritarias. Como resultado, se evidenció un fuerte deterioro del poder adquisitivo a inicios del mandato, perjudicando así la demanda interna y el consumo. Paralelamente, la política monetaria y fiscal también adquirieron un fuerte sesgo contractivo, agravando el golpe sobre la economía real.

Un pantallazo sectorial a la actividad económica

Como aspecto negativo, ocho sectores registraron caídas en la comparación interanual, entre los que se destacan Construcción (-19,1% i.a.), Intermediación Financiera (-12,1% i.a.), Industria Manufacturera (-8,4% i.a.) y Comercio Mayorista, Minorista y Reparaciones (-5,5% i.a.). En su conjunto, aportaron 3,1 puntos porcentuales a la caída interanual del estimador agregado. Por el contrario, el rubro Explotación de minas y canteras (+11,7% i.a.) fue el que mayor incidencia positiva aportó a la variación interanual del EMAE, seguido por Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (+5,5% i.a.).

Por su parte, tanto los Bienes (-3,7% i.a.) como los Servicios (-2,0% i.a.) exhibieron caídas en términos interanuales, acumulando tres meses consecutivos de contracción y mostrando una recesión generalizada. Sin embargo, el sector primario comenzó a actuar como amortiguador (parcial): los Bienes hubieran caído un 5,3% de no ser por el sector agropecuario. Dicha dinámica es justamente la opuesta a lo ocurrido durante 2023, donde el agro se vio castigado por una de las mayores sequías de la historia, pero la actividad económica excluyendo dicho rubro se mantuvo relativamente constante.

¿Qué esperar hacia adelante?

En lo inmediato, los indicadores adelantados de actividad económica muestran que la recesión continuó en marzo: la gran mayoría de las estadísticas sectoriales relevadas mostrando una contracción (a excepción de las vinculadas al sector primario), reflejando incluso caídas de dos dígitos para los rubros vinculados al comercio minorista, la construcción y la industria manufacturera.

Como consecuencia, no descartamos una nueva caída de la actividad en marzo, mes en el cual probablemente la actividad económica toque su piso para luego rebotar (al menos transitoriamente) producto de la cosecha gruesa. Sin embargo, si excluimos al agro del análisis, la recuperación se postergaría aún más. En este marco, más allá de que la cosecha gruesa jugará a favor en el segundo trimestre, estimamos que el nivel de actividad mostraría una contracción del 3,5% i.a. en el promedio del año.

En pocas palabras, la economía pasará de verse mayormente afectada por problemas de oferta (como ocurrió en 2023) a sufrir en mayor medida la contracción en la demanda: para el presente año estimamos que el consumo privado mostrará una caída más pronunciada que la actividad económica. Dejando atrás el efecto “los pesos queman”, las correcciones de las principales variables macroeconómicas y la caída del salario real implican un marcado freno al consumo frente a “pesos que no alcanzan”.

Por su parte, la actividad económica en 2024 estará caracterizada por un desempeño con marcada heterogeneidad a su interior: el sector primario (petróleo, gas, agropecuario y pesquero; que representa 15% del PIB) podría mostrar un crecimiento cercano al 10% i.a. en promedio; traccionado por la recuperación del agro (luego de la sequía) y una mayor competitividad cambiaria (aunque se deteriora rápidamente).

En la vereda opuesta, ramas más vinculadas al consumo interno (industria, construcción, comercio, que representan 40% del PIB) mostrarán caídas; en un contexto de fuerte deterioro del ingreso disponible de los hogares y una marcada contracción del gasto público.

Industria y Construcción nuevamente con caídas en febrero

Industria: cinco meses consecutivos en rojo

La industria cayó -9,9% i.a. en febrero, acumulando una contracción de -11,1% i.a. en el primer bimestre del año. Del mismo modo, el índice desestacionalizado mostró una caída mensual del -0,7%, hilando cinco meses consecutivos con cifras negativas (caída acumulada del 11% entre octubre y febrero).

A su interior, todas las ramas se contrajeron en los primeros dos meses del año. Por su parte, teniendo en cuenta las micro ramas industriales (una totalidad de 68 sectores), el 70% se ubicó en rojo durante el primer bimestre, marcando un máximo desde principios de 2020.

El impacto más pronunciado en febrero se observó en Bienes de Capital (-25,2% i.a.), con ramas como “Otros equipos e instrumentos” y “Maquinaria y equipo” mostrando marcadas caídas (-32,6% i.a. y -33,6% i.a. respectivamente). Por su parte, los Bienes de Uso Intermedio cayeron -9,0% i.a, con fuertes contracciones en Industrias metales básicas (-23,1% i.a.), Productos minerales no metálicos (-18,6% i.a.), Pinturas (-22,6% i.a.), entre otras.

A su vez, los Bienes de Consumo no Durable se deterioraron -4,8% i.a., en parte gracias a la producción de Alimentos y bebidas (-1,8% i.a.), sector que se recupera tras la sequía del año pasado (la molienda de oleaginosas creció 48,4% i.a.) y tiende a depender menos del ciclo económico dada su naturaleza. En este sentido, dado que Alimentos y bebidas representa un cuarto del Índice, la recuperación en la molienda de oleaginosas atenuó la caída industrial: en caso de excluir al sector, el nivel general habría mostrado una contracción del 13,2% i.a. en febrero.

Construcción: nueva caída de doble dígito

La construcción mostró una caída mucho mayor: -24,6% i.a. en febrero, acumulando una retracción de -23,1% i.a. en el primer bimestre del año. A su vez, el índice desestacionalizado se deterioró un -2,6% mensual, hilando siete meses consecutivos con caídas (acumula -24,3% entre agosto y febrero).

Al interior del indicador, se observa que cayeron todos los insumos vinculados a la construcción en febrero. Las caídas más pronunciadas fueron Asfalto (-64,9% i.a.), Hierro (-45,9% i.a.) y Hormigón (-34,8% i.a.). En paralelo, la dinámica de este sector también afectó la producción industrial vinculada, retroalimentando el golpe a la actividad económica durante los dos primeros meses del año.

¿Qué esperamos?

Difícilmente veamos una recuperación de estos sectores en el corto plazo. De hecho, según indicadores adelantados de la actividad económica, el rojo también se mantuvo en marzo: los despachos de cemento (insumo vinculado a la obra pública) cayeron -42,9% i.a., el índice construya (proxy de la obra privada) se deterioró un -40% i.a., la producción de autos cayó un 29,4% i.a, entre otros.

Como resultado, estimamos un primer trimestre con un fuerte deterioro en el nivel de actividad económica. El periodo de correcciones macroeconómicas que está transitando el Gobierno tiene como consecuencia un fuerte deterioro en la actividad, explicado por varios factores: 1) La corrección de los principales precios relativos (tipo de cambio, tarifas de servicios públicos) que golpean al consumo privado y a las ramas principalmente vinculadas a la demanda interna; y 2) El fuerte recorte del Gasto de Capital (-87% i.a. en términos reales en el primer bimestre), lo cual generó un freno abrupto en la obra pública.

Por el contrario, la evolución del agro y el sector energético, así como algunas ramas industriales asociadas a ellas (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, entre otros) podrían exhibir un desempeño positivo. Sin embargo, sólo moderarán el desplome industrial y el freno en la construcción durante los primeros meses del año.

 

 

Recesión en puerta ¿qué sectores jugarán como amortiguadores en 2024?

La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de diversas medidas orientadas a normalizar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. La corrección de precios relativos, el ajuste sobre el gasto primario y la reducción real de los stocks monetarios están generando una profundización del proceso de estanflación, lo cual impacta negativamente en los sectores vinculados a la demanda interna y agrava una situación social ya deteriorada previamente.

Sin embargo, existen diversos sectores estratégicos (vinculados principalmente al sector primario) que mostrarán un desempeño positivo a lo largo del 2024 pese al contexto recesivo, donde se destacan el sector agropecuario (recuperando lo perdido por la sequía en 2023) junto con el sector energético y de combustibles (impulsado por la producción no convencional de petróleo y gas).

Con una mirada a mediano plazo, si bien el país cuenta con un gran potencial para aprovechar estos sectores estratégicos, primero será condición necesaria que se logre estabilizar la macroeconomía y recrear así un contexto favorable para la llegada de nuevas inversiones.

Camino a una recesión: 2024 en rojo

La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de diversas medidas orientadas a normalizar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. La corrección de precios relativos (tarifas de servicios públicos, servicios regulados, tipo de cambio oficial), el ajuste sobre el gasto primario y la reducción real de los stocks monetarios están generando una profundización del proceso de estanflación, lo cual impacta negativamente en los sectores vinculados a la demanda interna y agrava una situación social ya deteriorada (caída del salario real, aumento del desempleo y de la pobreza).

Justamente, dentro de las ramas más afectadas se destacan la industria y la construcción. Los primeros datos de 2024 muestran una marcada recesión, que supera los dos dígitos (el indicador sintético de la actividad de la construcción -ISAC- cayó -21,7% i.a. en enero y el índice de producción industrial -IPI- un -12,4% i.a. en el mismo mes), mientras que para febrero los indicadores adelantados muestran una continuidad del desempeño negativo (el índice construya cayó -26,6% i.a. en febrero y la producción de vehículos -19,0% i.a.).

Específicamente, dado que la construcción encuentra muy asociada a la inversión productiva y la obra pública (suele ser un sector procíclico), estimamos que el sector mostrará una recesión más pronunciada que el PIB agregado, en un contexto de incertidumbre para llevar a cabo nuevas obras privadas y un fuerte recorte en los gastos de capital del Gobierno Nacional.

Distinta es la historia para la industria, donde entrarán en juego tendencias contrapuestas. Por un lado, determinadas ramas asociadas al sector primario (por caso, molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos y maquinaria agropecuaria, entre otros) podrían exhibir un desempeño positivo (en parte gracias a una baja base de comparación). Sin embargo, estimamos que el efecto predominante radicará en una contracción del consumo privado generada por el deterioro en los ingresos.

Del mismo modo, los sectores de Servicios también mostrarían una tendencia recesiva en un contexto de menor demanda interna: las ramas “elásticas” reflejarían las caídas más pronunciadas (se incluyen sectores como comercio minorista y mayorista, hoteles y restaurantes, otras actividades de servicios comunitarias y personales, entre otras), mientras que, las ramas “inelásticas” mostrarían una relativa estabilidad (o al menos contracciones menores al nivel de actividad), dado que se muestran menos expuestas a cambios en la coyuntura económica.

Por el contrario, las ramas vinculadas al sector primario son las que mantendrían la actividad en 2024 pese a la recesión.

El potencial de la energía y los combustibles

El sector de Oil & Gas se mantendría pujante durante 2024. En la actualidad, la producción de recursos no convencionales de petróleo y gas es lo que está permitiendo mantener la performance positiva del sector, que ya acumula 12 años consecutivos con crecimiento en la producción.

En términos estructurales, el sector de Explotación de minas y canteras representa cerca de 5% del PIB -con la producción de petróleo y gas como la actividad de mayor relevancia al interior-. Dentro de la producción de Oil & Gas, los recursos no convencionales (concentrados en Vaca Muerta) son los que explican más de la mitad de la producción en la actualidad (cerca de 50% la producción de petróleo y 60% de gas). En este sentido, Vaca Muerta se ubica segundo en el ranking mundial de recursos no-convencionales de gas del mundo, mientras que se ubica cuarto para la producción de petróleo no convencional. Frente a este panorama, las proyecciones para este año son favorables para la producción de petróleo no convencional, mientras que la producción de gas no convencional se mantendría estable respecto al año anterior.

Teniendo en cuenta los últimos datos disponibles, la producción de petróleo no convencional mostró un crecimiento de 22% i.a. en enero de 2024, mientras que la producción de gas no convencional (shale) creció 11% i.a. en el mismo mes, aunque con la producción de tight no convencional con contracción (-12% i.a.). En términos generales, el crecimiento de los no convencionales es lo que incentiva a la producción total (por caso, la producción de petróleo convencional cayó -3% i.a. en enero y la de gas convencional se contrajo un -16% i.a.).

Adicionalmente, el buen desempeño de la producción de petróleo no convencional se dará en un contexto de mayor la demanda global del crudo (según estimaciones de la OCDE, la demanda mostrará una desaceleración en el crecimiento, pero un récord de 102,9 mb/d anuales), en conjunto a precios internacionales que se mantendrían elevados. Paralelamente, en el mercado local funcionará como driver adicional la liberación del precio de los combustibles. En la misma línea, las estimaciones privadas esperan USD 9.000 M de inversiones en 2024 (en base a los planes de inversión presentados por las empresas petroleras), lo cual representaría un desempeño máximo y un 13% por encima de 2023.

En cuanto a la producción de gas, hay que seguir de cerca como seguirá la construcción del Gasoducto Norte, que es crucial para abastecer a la región norte de gas en invierno. En este sentido, los atrasos en las obras generarían que el Gobierno tenga que negociar con países limítrofes (Bolivia, Brasil y Chile) para abastecer la región, con consecuencias negativas en términos de balanza comercial.

Recuperando la cosecha del agro

La recuperación en los valores de la cosecha gruesa permitirá un crecimiento del sector agropecuario en 2024. En este sentido, el sector de Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (pesa aproximadamente 8% del PIB), podría mostrar una recuperación en torno al 15% i.a. en el promedio de 2024 tras caer cerca de -20% i.a. en el promedio de 2023 como consecuencia de una de las peores sequías de la historia.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el Valor Agregado Bruto (VAB) para 2024 se proyectó en febrero de este año en USD 10.453 M para la campaña 2023/24, representando un crecimiento de 115% i.a. respecto al valor de la cosecha anterior (valuada en USD 4.846 M para la campaña 2022/23). A finales de 2023, la aparición de lluvias durante el último trimestre permitió darle fin a una de las peores sequías de la historia argentina reciente.   

Sin embargo, existieron importantes recortes en los últimos meses que será necesario seguir monitoreando en el corto plazo. Por caso, la estimación del VAB (Valor Agregado Bruto) en diciembre era de USD 15.149 M, lo cual representa un empeoramiento del 31% en comparación a la estimación actual. En este sentido, las olas de calor durante el verano, la fuerte caída en la cotización internacional de precios de commodities y un aumento de los costos fueron los principales factores que explicaron el recorte en las estimaciones. Con estos datos, el VAB de granos mostraría una importante recuperación luego de la sequía, aunque se ubicaría como el más bajo desde la campaña 2018/19, según la BCR.

Perspectivas y una mirada al mediano plazo

Con este panorama, estimamos que el sector primario (petróleo, gas y el sector agropecuario, ganadero y pesquero; que en conjunto representa cerca de 15% del PIB) podría mostrar un crecimiento cercano al 10% i.a. en el promedio de 2024 (tras caer -11% i.a. en 2023). En este sentido, el aporte positivo sobre la actividad económica sería en torno a 1 p.p. Sin embargo, la caída más pronunciada vinculada al resto de los sectores de bienes y servicios hará que la caída del PIB sea superior al 3% i.a. en el promedio de 2023.

Con una mirada a mediano plazo, si bien el país cuenta con un gran potencial para aprovechar estos sectores estratégicos, primero será condición necesaria que se logre estabilizar la macroeconomía y recrear así un contexto favorable para la llegada de nuevas inversiones. En este sentido, una economía estable permitiría reducir el costo de financiamiento, normalizar las operaciones financieras (giro de dividendos), cambiarias (reducción de la brecha) y comerciales (importación de maquinaria y equipo), acompañado de un marco regulatorio que permita alargar la planificación de planes de inversión.

2023 con recesión menor a la esperada, ¿2024 con caída mayor?

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una contracción de -4,5% i.a. en diciembre. Además, la economía mostró una merma mensual significativa (-3,1% en la medición desestacionalizada), siendo la más pronunciada desde la pandemia. Asimismo, INDEC realizó una corrección de la serie hacia atrás, derivando en una mayor retracción de la actividad que la registrada hasta un mes atrás.

Los datos adelantados de actividad económica muestran que la recesión se profundizó a inicios de 2024. Así, estimamos que la contracción de la actividad económica sea considerablemente mayor en términos interanuales en enero en contraste a lo observado en diciembre.

Tras la corrección realizada por INDEC, ajustamos a la baja nuestra proyección para el nivel de actividad de 2024, que mostraría una contracción promedio del 3,5% en el año. En términos de componentes de la demanda agregada de la economía, veremos a exportaciones recuperándose, impulsadas por el rebote de la cosecha agrícola, en conjunto a una demanda interna (consumo privado, consumo público e inversión productiva) que se verá notablemente deteriorada.

Diciembre: cierre del año con fuerte deterioro en la actividad

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró en diciembre una contracción de -4,5% i.a. Además, la economía también mostró una merma mensual significativa (-3,1% en la medición desestacionalizada), siendo la más pronunciada desde la pandemia.

La fuerte caída de la actividad económica fue consecuencia del impacto del salto en el tipo de cambio oficial (+118%) sobre los precios que tuvo lugar días después de la asunción del nuevo gobierno, induciendo una marcada aceleración de la inflación que terminó por consolidar una caída en la actividad más profunda que la observada en los meses anteriores. La dinámica recesiva estuvo explicada principalmente por la incidencia que tuvo sobre la demanda interna el severo deterioro de los ingresos reales (la inflación ascendió al 25% mensual en diciembre, en contraste a salarios registrados que subieron en torno a 9%).

En términos sectoriales, tanto los Bienes (-5,4% i.a.) como los Servicios (-2,1% i.a.) exhibieron caídas en términos interanuales, un desempeño disímil al registrado durante el resto del año, cuando los Servicios lograron mostrar crecimientos frente a un año atrás en todos los meses.

Dentro de los sectores productores de Bienes, la contracción fue liderada por la Industria (-11,9% i.a.), Electricidad, gas y agua (-11,9% i.a.) y la Construcción (-5,2% i.a.), afectados por el deterioro en la demanda interna. A contramano, el sector primario se caracterizó por un buen desempeño, donde el sector agropecuario mostró un crecimiento en el mes (+8,1% i.a.), traccionado por la mejora en la cosecha de trigo, lo que le permitió acumular tres meses consecutivos de mejoras. Por su parte, Oil & gas (+6,2% i.a.) siguió enseñando un buen dinamismo.

Por otro lado, cabe destacar que los Servicios cayeron por la profundización de la contracción del sector de Comercio (-8,5% i.a.), que aumentó considerablemente respecto a la observada en noviembre (-1,0% i.a.), en un contexto de aceleración del deterioro del consumo privado. A diferencia, los sectores que continuaron con su trayectoria positiva fueron principalmente los caracterizados como no transables, como Enseñanza (+2,5% i.a.), Servicios sociales y personales (+2,2% i.a.) y Actividades inmobiliarias (+0,4% i.a.). Además, Transporte y comunicaciones (+0,4% i.a.) se mantuvo relativamente estable, ayudado por el buen desempeño del sector primario.

Con el dato de diciembre, el PIB habría caído -1,6% i.a. en promedio de 2023 -los datos oficiales se publicarán el próximo mes-. De todas maneras, al igual que fuimos mencionando a lo largo del año, la contracción se explicó principalmente por la incidencia de la sequía sobre distintos sectores (el sector agropecuario cayó -20,4% i.a. en el promedio del 2023), y, descontando el desempeño de este sector, el PIB se habría mostrado estable respecto al año anterior (+0,4% i.a.). En este sentido, también existió un desempeño heterogéneo al contrastar entre Bienes y Servicios: los primeros retrocedieron -4,6% i.a. en el promedio del año, mientras que los segundos se expandieron 0,8% i.a.

Ahora bien, en términos per cápita -descontando el crecimiento poblacional-, podemos estimar que el PIB habría caído en torno al -2,5% en el promedio de 2023. En este sentido, sin contar 2020 y 2021 -afectados por la pandemia-, el PIB per cápita de 2023 se ubicaría como el más bajo desde 2009.

 Los indicadores de actividad auguran una profundización de la caída en enero

 Los datos adelantados de actividad económica muestran que la recesión se profundizó a inicios del 2024. Así, estimamos que la contracción de la actividad económica sea considerablemente mayor en términos interanuales en el mes de enero en contraste a lo observado en diciembre.

En este sentido, todas las estadísticas sectoriales relevadas mostraron una contracción en el primer mes del 2024, y la mayoría profundizó la caída en contraste a lo sucedido en diciembre. Las ramas más afectadas son las vinculadas a sectores productores de Bienes – industria, construcción-. Además, a diferencia de diciembre, donde dentro del comercio los indicadores mostraron señales mixtas, en enero la contracción se dio de manera generalizada e incluso con caídas de dos dígitos.

 Perspectivas 2024: ¿corrección a la baja?

 Como resultado de los últimos datos, donde se vio una contracción pronunciada en diciembre en conjunto a una significativa corrección negativa de la serie hacia atrás por parte de INDEC (el crecimiento acumulado a noviembre pasó de +0,1% a -0,8%), observamos un cambio en el arrastre estadístico para este año: paso de -0,4 p.p. a -0,9 p.p. En otras palabras, esto implica que, si el nivel de actividad se mantuviese constante durante todo el año, el PIB mostraría aun así una contracción de -0,9% en el promedio de 2024.

Además, se suma el hecho de que los indicadores adelantados de actividad económica muestran una marcada recesión en el primer mes del año, y la incógnita es qué tan rápido la economía podrá recuperarse. En este marco, estimamos que el nivel de actividad mostraría una contracción en el promedio del año en torno al -3,5% i.a.

A lo largo de los primeros meses del año transitaremos el periodo con caídas más pronunciadas en la actividad económica. En términos de componentes de la demanda, veremos a exportaciones mejorando su dinámica respecto a un año atrás, habiendo dejado atrás la pésima cosecha agrícola del ciclo pasado; en conjunto a una demanda interna (consumo privado, consumo público e inversión productiva) que se verá notablemente deteriorada.

Además, seguiremos observando un desempeño disímil en términos sectoriales, al igual que al cierre del 2023. Las medidas orientadas a desregular la economía, sumado al incremento (al menos temporal) de la competitividad cambiaria harán que los sectores mayormente vinculados al mercado externo tengan un desempeño más favorable y amortigüen (parcialmente) la caída en la demanda interna. Ejemplos de estos sectores son el agropecuario, Oil & Gas, minería, automotriz, entre otros. A diferencia, ramas asociadas al consumo y la demanda interna mostrarán cifras negativas (industria en general, construcción, comercio, entre otras); en un contexto de fuerte deterioro del ingreso disponible de los hogares.