Se profundizaron las caídas en industria y construcción

La industria siguió en rojo durante marzo

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) evidenció una caída del 6,3% mensual desestacionalizada en marzo y una contracción del 21,1% en la comparación interanual (la mayor desde abril del 2020).

De esta manera, la producción industrial mostró una reducción del 14,8% i.a en el primer trimestre y acumula una caída del 17,5% entre octubre y marzo (6 meses en rojo), lo cual la sitúa en niveles de junio del 2020, cuando la economía se estaba recuperando de la pandemia.

A su interior, las 16 divisiones de la industria manufacturera presentaron caídas interanuales. Los mayores rojos se vieron en “Muebles y colchones”, y “Otras industrias manufactureras” (40,4%), “Productos minerales no metálicos” (35,8%), “Maquinaria y equipo” (-37,9%;) e “Industrias metálicas básicas” (-34,0%).

La construcción no encuentra piso

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) reflejó una caída del 14,2% mensual desestacionalizada en marzo y una marcada contracción del 42,2% en la comparación interanual. En ambos casos, se tratan de las mayores caídas desde mediados del 2020, cuando la economía se vio afectada por la pandemia.

De esta manera, la construcción evidenció una reducción del 30,3% i.a. en el primer trimestre del año e hila ocho meses consecutivos a la baja (acumula una caída del 36,4% entre agosto y marzo).

Al interior del indicador, cayeron bien por encima de los dos dígitos todos los insumos vinculados a la construcción en marzo. Se destacan las caídas en “Asfalto” (-69,2% i.a.), “Hierro” (-54,3% i.a.) y “Cemento Portland” (-43,1% i.a.). En paralelo, la dinámica de este sector también afectó la producción industrial vinculada, retroalimentando el golpe a la actividad económica durante los dos primeros meses del año.

¿Qué esperamos hacia adelante?

El periodo de correcciones macroeconómicas que está transitando el Gobierno tuvo como consecuencia un fuerte deterioro en la actividad en el primer trimestre, explicado por varios factores: 1) La corrección de los principales precios relativos (tipo de cambio, tarifas de servicios públicos) que golpearon al consumo privado y a las ramas principalmente vinculadas a la demanda interna; y 2) El fuerte recorte del Gasto de Capital (-87% i.a. en términos reales en el primer trimestre), lo cual generó un freno abrupto en la obra pública.

No obstante, la actividad económica habría alcanzado su piso en marzo: la mayoría de los indicadores adelantados muestran una recuperación parcial en el margen para abril, lo cual podría implicar un cambio de tendencia de cara a los próximos meses.

Por el lado de la industria manufacturera, la recuperación de los ingresos reales por paritarias que comenzaron a repuntar y una inflación desacelerando podrían reactivar la demanda, aunque no volvería en el corto plazo a los niveles normales. Además, una mejor evolución de los sectores energético y agropecuario, que repercuten en ramas industriales como molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, etc. podrían impulsar el repunte.

En cuanto a la construcción, estimamos que el recupero de la actividad será más lento que el de la industria. Si bien la obra pública continuará jugando en contra producto del recorte fiscal, la reaparición del crédito hipotecario y la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que reactiven la obra privada. Sin embargo, pese a una mejora que podría darse en el margen, la construcción no recuperaría en el corto plazo los niveles previos a la recesión.

Se profundizó la recesión en febrero

La actividad continuó en rojo durante febrero

El sendero de correcciones macroeconómicas y la relativa estabilidad cambiaria-financiera evidenciada en los últimos meses tienen como contracara una economía real en recesión que aún no muestra signos de mejora.

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del INDEC mostró en febrero una contracción interanual del -3,2%, hilando así cuatro meses consecutivos en rojo y acumulando una caída del 3,6% i.a. para el primer bimestre del año.

Paralelamente, la medición desestacionalizada mostró una reducción del 0,2% mensual en febrero, acumulando ya una caída del 5,4% desde el pico de la actividad en agosto del 2023 (seis caídas consecutivas) y situando a la economía en el menor nivel desde mediados del 2021. No obstante, cabe destacar que se realizó una considerable corrección hacia atrás. Por caso, la variación mensual desestacionalizada de enero pasó de -1,2% a -0,8%.

¿Qué factores explican el magro desempeño de la actividad? El salto discreto inicial en el tipo de cambio oficial, la suba del Impuesto PAIS y la corrección de precios relativos generaron una marcada aceleración inflacionaria que no fue compensada por las paritarias. Como resultado, se evidenció un fuerte deterioro del poder adquisitivo a inicios del mandato, perjudicando así la demanda interna y el consumo. Paralelamente, la política monetaria y fiscal también adquirieron un fuerte sesgo contractivo, agravando el golpe sobre la economía real.

Un pantallazo sectorial a la actividad económica

Como aspecto negativo, ocho sectores registraron caídas en la comparación interanual, entre los que se destacan Construcción (-19,1% i.a.), Intermediación Financiera (-12,1% i.a.), Industria Manufacturera (-8,4% i.a.) y Comercio Mayorista, Minorista y Reparaciones (-5,5% i.a.). En su conjunto, aportaron 3,1 puntos porcentuales a la caída interanual del estimador agregado. Por el contrario, el rubro Explotación de minas y canteras (+11,7% i.a.) fue el que mayor incidencia positiva aportó a la variación interanual del EMAE, seguido por Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (+5,5% i.a.).

Por su parte, tanto los Bienes (-3,7% i.a.) como los Servicios (-2,0% i.a.) exhibieron caídas en términos interanuales, acumulando tres meses consecutivos de contracción y mostrando una recesión generalizada. Sin embargo, el sector primario comenzó a actuar como amortiguador (parcial): los Bienes hubieran caído un 5,3% de no ser por el sector agropecuario. Dicha dinámica es justamente la opuesta a lo ocurrido durante 2023, donde el agro se vio castigado por una de las mayores sequías de la historia, pero la actividad económica excluyendo dicho rubro se mantuvo relativamente constante.

¿Qué esperar hacia adelante?

En lo inmediato, los indicadores adelantados de actividad económica muestran que la recesión continuó en marzo: la gran mayoría de las estadísticas sectoriales relevadas mostrando una contracción (a excepción de las vinculadas al sector primario), reflejando incluso caídas de dos dígitos para los rubros vinculados al comercio minorista, la construcción y la industria manufacturera.

Como consecuencia, no descartamos una nueva caída de la actividad en marzo, mes en el cual probablemente la actividad económica toque su piso para luego rebotar (al menos transitoriamente) producto de la cosecha gruesa. Sin embargo, si excluimos al agro del análisis, la recuperación se postergaría aún más. En este marco, más allá de que la cosecha gruesa jugará a favor en el segundo trimestre, estimamos que el nivel de actividad mostraría una contracción del 3,5% i.a. en el promedio del año.

En pocas palabras, la economía pasará de verse mayormente afectada por problemas de oferta (como ocurrió en 2023) a sufrir en mayor medida la contracción en la demanda: para el presente año estimamos que el consumo privado mostrará una caída más pronunciada que la actividad económica. Dejando atrás el efecto “los pesos queman”, las correcciones de las principales variables macroeconómicas y la caída del salario real implican un marcado freno al consumo frente a “pesos que no alcanzan”.

Por su parte, la actividad económica en 2024 estará caracterizada por un desempeño con marcada heterogeneidad a su interior: el sector primario (petróleo, gas, agropecuario y pesquero; que representa 15% del PIB) podría mostrar un crecimiento cercano al 10% i.a. en promedio; traccionado por la recuperación del agro (luego de la sequía) y una mayor competitividad cambiaria (aunque se deteriora rápidamente).

En la vereda opuesta, ramas más vinculadas al consumo interno (industria, construcción, comercio, que representan 40% del PIB) mostrarán caídas; en un contexto de fuerte deterioro del ingreso disponible de los hogares y una marcada contracción del gasto público.

Industria y Construcción nuevamente con caídas en febrero

Industria: cinco meses consecutivos en rojo

La industria cayó -9,9% i.a. en febrero, acumulando una contracción de -11,1% i.a. en el primer bimestre del año. Del mismo modo, el índice desestacionalizado mostró una caída mensual del -0,7%, hilando cinco meses consecutivos con cifras negativas (caída acumulada del 11% entre octubre y febrero).

A su interior, todas las ramas se contrajeron en los primeros dos meses del año. Por su parte, teniendo en cuenta las micro ramas industriales (una totalidad de 68 sectores), el 70% se ubicó en rojo durante el primer bimestre, marcando un máximo desde principios de 2020.

El impacto más pronunciado en febrero se observó en Bienes de Capital (-25,2% i.a.), con ramas como “Otros equipos e instrumentos” y “Maquinaria y equipo” mostrando marcadas caídas (-32,6% i.a. y -33,6% i.a. respectivamente). Por su parte, los Bienes de Uso Intermedio cayeron -9,0% i.a, con fuertes contracciones en Industrias metales básicas (-23,1% i.a.), Productos minerales no metálicos (-18,6% i.a.), Pinturas (-22,6% i.a.), entre otras.

A su vez, los Bienes de Consumo no Durable se deterioraron -4,8% i.a., en parte gracias a la producción de Alimentos y bebidas (-1,8% i.a.), sector que se recupera tras la sequía del año pasado (la molienda de oleaginosas creció 48,4% i.a.) y tiende a depender menos del ciclo económico dada su naturaleza. En este sentido, dado que Alimentos y bebidas representa un cuarto del Índice, la recuperación en la molienda de oleaginosas atenuó la caída industrial: en caso de excluir al sector, el nivel general habría mostrado una contracción del 13,2% i.a. en febrero.

Construcción: nueva caída de doble dígito

La construcción mostró una caída mucho mayor: -24,6% i.a. en febrero, acumulando una retracción de -23,1% i.a. en el primer bimestre del año. A su vez, el índice desestacionalizado se deterioró un -2,6% mensual, hilando siete meses consecutivos con caídas (acumula -24,3% entre agosto y febrero).

Al interior del indicador, se observa que cayeron todos los insumos vinculados a la construcción en febrero. Las caídas más pronunciadas fueron Asfalto (-64,9% i.a.), Hierro (-45,9% i.a.) y Hormigón (-34,8% i.a.). En paralelo, la dinámica de este sector también afectó la producción industrial vinculada, retroalimentando el golpe a la actividad económica durante los dos primeros meses del año.

¿Qué esperamos?

Difícilmente veamos una recuperación de estos sectores en el corto plazo. De hecho, según indicadores adelantados de la actividad económica, el rojo también se mantuvo en marzo: los despachos de cemento (insumo vinculado a la obra pública) cayeron -42,9% i.a., el índice construya (proxy de la obra privada) se deterioró un -40% i.a., la producción de autos cayó un 29,4% i.a, entre otros.

Como resultado, estimamos un primer trimestre con un fuerte deterioro en el nivel de actividad económica. El periodo de correcciones macroeconómicas que está transitando el Gobierno tiene como consecuencia un fuerte deterioro en la actividad, explicado por varios factores: 1) La corrección de los principales precios relativos (tipo de cambio, tarifas de servicios públicos) que golpean al consumo privado y a las ramas principalmente vinculadas a la demanda interna; y 2) El fuerte recorte del Gasto de Capital (-87% i.a. en términos reales en el primer bimestre), lo cual generó un freno abrupto en la obra pública.

Por el contrario, la evolución del agro y el sector energético, así como algunas ramas industriales asociadas a ellas (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, entre otros) podrían exhibir un desempeño positivo. Sin embargo, sólo moderarán el desplome industrial y el freno en la construcción durante los primeros meses del año.

 

 

Recesión en puerta ¿qué sectores jugarán como amortiguadores en 2024?

La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de diversas medidas orientadas a normalizar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. La corrección de precios relativos, el ajuste sobre el gasto primario y la reducción real de los stocks monetarios están generando una profundización del proceso de estanflación, lo cual impacta negativamente en los sectores vinculados a la demanda interna y agrava una situación social ya deteriorada previamente.

Sin embargo, existen diversos sectores estratégicos (vinculados principalmente al sector primario) que mostrarán un desempeño positivo a lo largo del 2024 pese al contexto recesivo, donde se destacan el sector agropecuario (recuperando lo perdido por la sequía en 2023) junto con el sector energético y de combustibles (impulsado por la producción no convencional de petróleo y gas).

Con una mirada a mediano plazo, si bien el país cuenta con un gran potencial para aprovechar estos sectores estratégicos, primero será condición necesaria que se logre estabilizar la macroeconomía y recrear así un contexto favorable para la llegada de nuevas inversiones.

Camino a una recesión: 2024 en rojo

La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de diversas medidas orientadas a normalizar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. La corrección de precios relativos (tarifas de servicios públicos, servicios regulados, tipo de cambio oficial), el ajuste sobre el gasto primario y la reducción real de los stocks monetarios están generando una profundización del proceso de estanflación, lo cual impacta negativamente en los sectores vinculados a la demanda interna y agrava una situación social ya deteriorada (caída del salario real, aumento del desempleo y de la pobreza).

Justamente, dentro de las ramas más afectadas se destacan la industria y la construcción. Los primeros datos de 2024 muestran una marcada recesión, que supera los dos dígitos (el indicador sintético de la actividad de la construcción -ISAC- cayó -21,7% i.a. en enero y el índice de producción industrial -IPI- un -12,4% i.a. en el mismo mes), mientras que para febrero los indicadores adelantados muestran una continuidad del desempeño negativo (el índice construya cayó -26,6% i.a. en febrero y la producción de vehículos -19,0% i.a.).

Específicamente, dado que la construcción encuentra muy asociada a la inversión productiva y la obra pública (suele ser un sector procíclico), estimamos que el sector mostrará una recesión más pronunciada que el PIB agregado, en un contexto de incertidumbre para llevar a cabo nuevas obras privadas y un fuerte recorte en los gastos de capital del Gobierno Nacional.

Distinta es la historia para la industria, donde entrarán en juego tendencias contrapuestas. Por un lado, determinadas ramas asociadas al sector primario (por caso, molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos y maquinaria agropecuaria, entre otros) podrían exhibir un desempeño positivo (en parte gracias a una baja base de comparación). Sin embargo, estimamos que el efecto predominante radicará en una contracción del consumo privado generada por el deterioro en los ingresos.

Del mismo modo, los sectores de Servicios también mostrarían una tendencia recesiva en un contexto de menor demanda interna: las ramas “elásticas” reflejarían las caídas más pronunciadas (se incluyen sectores como comercio minorista y mayorista, hoteles y restaurantes, otras actividades de servicios comunitarias y personales, entre otras), mientras que, las ramas “inelásticas” mostrarían una relativa estabilidad (o al menos contracciones menores al nivel de actividad), dado que se muestran menos expuestas a cambios en la coyuntura económica.

Por el contrario, las ramas vinculadas al sector primario son las que mantendrían la actividad en 2024 pese a la recesión.

El potencial de la energía y los combustibles

El sector de Oil & Gas se mantendría pujante durante 2024. En la actualidad, la producción de recursos no convencionales de petróleo y gas es lo que está permitiendo mantener la performance positiva del sector, que ya acumula 12 años consecutivos con crecimiento en la producción.

En términos estructurales, el sector de Explotación de minas y canteras representa cerca de 5% del PIB -con la producción de petróleo y gas como la actividad de mayor relevancia al interior-. Dentro de la producción de Oil & Gas, los recursos no convencionales (concentrados en Vaca Muerta) son los que explican más de la mitad de la producción en la actualidad (cerca de 50% la producción de petróleo y 60% de gas). En este sentido, Vaca Muerta se ubica segundo en el ranking mundial de recursos no-convencionales de gas del mundo, mientras que se ubica cuarto para la producción de petróleo no convencional. Frente a este panorama, las proyecciones para este año son favorables para la producción de petróleo no convencional, mientras que la producción de gas no convencional se mantendría estable respecto al año anterior.

Teniendo en cuenta los últimos datos disponibles, la producción de petróleo no convencional mostró un crecimiento de 22% i.a. en enero de 2024, mientras que la producción de gas no convencional (shale) creció 11% i.a. en el mismo mes, aunque con la producción de tight no convencional con contracción (-12% i.a.). En términos generales, el crecimiento de los no convencionales es lo que incentiva a la producción total (por caso, la producción de petróleo convencional cayó -3% i.a. en enero y la de gas convencional se contrajo un -16% i.a.).

Adicionalmente, el buen desempeño de la producción de petróleo no convencional se dará en un contexto de mayor la demanda global del crudo (según estimaciones de la OCDE, la demanda mostrará una desaceleración en el crecimiento, pero un récord de 102,9 mb/d anuales), en conjunto a precios internacionales que se mantendrían elevados. Paralelamente, en el mercado local funcionará como driver adicional la liberación del precio de los combustibles. En la misma línea, las estimaciones privadas esperan USD 9.000 M de inversiones en 2024 (en base a los planes de inversión presentados por las empresas petroleras), lo cual representaría un desempeño máximo y un 13% por encima de 2023.

En cuanto a la producción de gas, hay que seguir de cerca como seguirá la construcción del Gasoducto Norte, que es crucial para abastecer a la región norte de gas en invierno. En este sentido, los atrasos en las obras generarían que el Gobierno tenga que negociar con países limítrofes (Bolivia, Brasil y Chile) para abastecer la región, con consecuencias negativas en términos de balanza comercial.

Recuperando la cosecha del agro

La recuperación en los valores de la cosecha gruesa permitirá un crecimiento del sector agropecuario en 2024. En este sentido, el sector de Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (pesa aproximadamente 8% del PIB), podría mostrar una recuperación en torno al 15% i.a. en el promedio de 2024 tras caer cerca de -20% i.a. en el promedio de 2023 como consecuencia de una de las peores sequías de la historia.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el Valor Agregado Bruto (VAB) para 2024 se proyectó en febrero de este año en USD 10.453 M para la campaña 2023/24, representando un crecimiento de 115% i.a. respecto al valor de la cosecha anterior (valuada en USD 4.846 M para la campaña 2022/23). A finales de 2023, la aparición de lluvias durante el último trimestre permitió darle fin a una de las peores sequías de la historia argentina reciente.   

Sin embargo, existieron importantes recortes en los últimos meses que será necesario seguir monitoreando en el corto plazo. Por caso, la estimación del VAB (Valor Agregado Bruto) en diciembre era de USD 15.149 M, lo cual representa un empeoramiento del 31% en comparación a la estimación actual. En este sentido, las olas de calor durante el verano, la fuerte caída en la cotización internacional de precios de commodities y un aumento de los costos fueron los principales factores que explicaron el recorte en las estimaciones. Con estos datos, el VAB de granos mostraría una importante recuperación luego de la sequía, aunque se ubicaría como el más bajo desde la campaña 2018/19, según la BCR.

Perspectivas y una mirada al mediano plazo

Con este panorama, estimamos que el sector primario (petróleo, gas y el sector agropecuario, ganadero y pesquero; que en conjunto representa cerca de 15% del PIB) podría mostrar un crecimiento cercano al 10% i.a. en el promedio de 2024 (tras caer -11% i.a. en 2023). En este sentido, el aporte positivo sobre la actividad económica sería en torno a 1 p.p. Sin embargo, la caída más pronunciada vinculada al resto de los sectores de bienes y servicios hará que la caída del PIB sea superior al 3% i.a. en el promedio de 2023.

Con una mirada a mediano plazo, si bien el país cuenta con un gran potencial para aprovechar estos sectores estratégicos, primero será condición necesaria que se logre estabilizar la macroeconomía y recrear así un contexto favorable para la llegada de nuevas inversiones. En este sentido, una economía estable permitiría reducir el costo de financiamiento, normalizar las operaciones financieras (giro de dividendos), cambiarias (reducción de la brecha) y comerciales (importación de maquinaria y equipo), acompañado de un marco regulatorio que permita alargar la planificación de planes de inversión.

2023 con recesión menor a la esperada, ¿2024 con caída mayor?

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una contracción de -4,5% i.a. en diciembre. Además, la economía mostró una merma mensual significativa (-3,1% en la medición desestacionalizada), siendo la más pronunciada desde la pandemia. Asimismo, INDEC realizó una corrección de la serie hacia atrás, derivando en una mayor retracción de la actividad que la registrada hasta un mes atrás.

Los datos adelantados de actividad económica muestran que la recesión se profundizó a inicios de 2024. Así, estimamos que la contracción de la actividad económica sea considerablemente mayor en términos interanuales en enero en contraste a lo observado en diciembre.

Tras la corrección realizada por INDEC, ajustamos a la baja nuestra proyección para el nivel de actividad de 2024, que mostraría una contracción promedio del 3,5% en el año. En términos de componentes de la demanda agregada de la economía, veremos a exportaciones recuperándose, impulsadas por el rebote de la cosecha agrícola, en conjunto a una demanda interna (consumo privado, consumo público e inversión productiva) que se verá notablemente deteriorada.

Diciembre: cierre del año con fuerte deterioro en la actividad

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró en diciembre una contracción de -4,5% i.a. Además, la economía también mostró una merma mensual significativa (-3,1% en la medición desestacionalizada), siendo la más pronunciada desde la pandemia.

La fuerte caída de la actividad económica fue consecuencia del impacto del salto en el tipo de cambio oficial (+118%) sobre los precios que tuvo lugar días después de la asunción del nuevo gobierno, induciendo una marcada aceleración de la inflación que terminó por consolidar una caída en la actividad más profunda que la observada en los meses anteriores. La dinámica recesiva estuvo explicada principalmente por la incidencia que tuvo sobre la demanda interna el severo deterioro de los ingresos reales (la inflación ascendió al 25% mensual en diciembre, en contraste a salarios registrados que subieron en torno a 9%).

En términos sectoriales, tanto los Bienes (-5,4% i.a.) como los Servicios (-2,1% i.a.) exhibieron caídas en términos interanuales, un desempeño disímil al registrado durante el resto del año, cuando los Servicios lograron mostrar crecimientos frente a un año atrás en todos los meses.

Dentro de los sectores productores de Bienes, la contracción fue liderada por la Industria (-11,9% i.a.), Electricidad, gas y agua (-11,9% i.a.) y la Construcción (-5,2% i.a.), afectados por el deterioro en la demanda interna. A contramano, el sector primario se caracterizó por un buen desempeño, donde el sector agropecuario mostró un crecimiento en el mes (+8,1% i.a.), traccionado por la mejora en la cosecha de trigo, lo que le permitió acumular tres meses consecutivos de mejoras. Por su parte, Oil & gas (+6,2% i.a.) siguió enseñando un buen dinamismo.

Por otro lado, cabe destacar que los Servicios cayeron por la profundización de la contracción del sector de Comercio (-8,5% i.a.), que aumentó considerablemente respecto a la observada en noviembre (-1,0% i.a.), en un contexto de aceleración del deterioro del consumo privado. A diferencia, los sectores que continuaron con su trayectoria positiva fueron principalmente los caracterizados como no transables, como Enseñanza (+2,5% i.a.), Servicios sociales y personales (+2,2% i.a.) y Actividades inmobiliarias (+0,4% i.a.). Además, Transporte y comunicaciones (+0,4% i.a.) se mantuvo relativamente estable, ayudado por el buen desempeño del sector primario.

Con el dato de diciembre, el PIB habría caído -1,6% i.a. en promedio de 2023 -los datos oficiales se publicarán el próximo mes-. De todas maneras, al igual que fuimos mencionando a lo largo del año, la contracción se explicó principalmente por la incidencia de la sequía sobre distintos sectores (el sector agropecuario cayó -20,4% i.a. en el promedio del 2023), y, descontando el desempeño de este sector, el PIB se habría mostrado estable respecto al año anterior (+0,4% i.a.). En este sentido, también existió un desempeño heterogéneo al contrastar entre Bienes y Servicios: los primeros retrocedieron -4,6% i.a. en el promedio del año, mientras que los segundos se expandieron 0,8% i.a.

Ahora bien, en términos per cápita -descontando el crecimiento poblacional-, podemos estimar que el PIB habría caído en torno al -2,5% en el promedio de 2023. En este sentido, sin contar 2020 y 2021 -afectados por la pandemia-, el PIB per cápita de 2023 se ubicaría como el más bajo desde 2009.

 Los indicadores de actividad auguran una profundización de la caída en enero

 Los datos adelantados de actividad económica muestran que la recesión se profundizó a inicios del 2024. Así, estimamos que la contracción de la actividad económica sea considerablemente mayor en términos interanuales en el mes de enero en contraste a lo observado en diciembre.

En este sentido, todas las estadísticas sectoriales relevadas mostraron una contracción en el primer mes del 2024, y la mayoría profundizó la caída en contraste a lo sucedido en diciembre. Las ramas más afectadas son las vinculadas a sectores productores de Bienes – industria, construcción-. Además, a diferencia de diciembre, donde dentro del comercio los indicadores mostraron señales mixtas, en enero la contracción se dio de manera generalizada e incluso con caídas de dos dígitos.

 Perspectivas 2024: ¿corrección a la baja?

 Como resultado de los últimos datos, donde se vio una contracción pronunciada en diciembre en conjunto a una significativa corrección negativa de la serie hacia atrás por parte de INDEC (el crecimiento acumulado a noviembre pasó de +0,1% a -0,8%), observamos un cambio en el arrastre estadístico para este año: paso de -0,4 p.p. a -0,9 p.p. En otras palabras, esto implica que, si el nivel de actividad se mantuviese constante durante todo el año, el PIB mostraría aun así una contracción de -0,9% en el promedio de 2024.

Además, se suma el hecho de que los indicadores adelantados de actividad económica muestran una marcada recesión en el primer mes del año, y la incógnita es qué tan rápido la economía podrá recuperarse. En este marco, estimamos que el nivel de actividad mostraría una contracción en el promedio del año en torno al -3,5% i.a.

A lo largo de los primeros meses del año transitaremos el periodo con caídas más pronunciadas en la actividad económica. En términos de componentes de la demanda, veremos a exportaciones mejorando su dinámica respecto a un año atrás, habiendo dejado atrás la pésima cosecha agrícola del ciclo pasado; en conjunto a una demanda interna (consumo privado, consumo público e inversión productiva) que se verá notablemente deteriorada.

Además, seguiremos observando un desempeño disímil en términos sectoriales, al igual que al cierre del 2023. Las medidas orientadas a desregular la economía, sumado al incremento (al menos temporal) de la competitividad cambiaria harán que los sectores mayormente vinculados al mercado externo tengan un desempeño más favorable y amortigüen (parcialmente) la caída en la demanda interna. Ejemplos de estos sectores son el agropecuario, Oil & Gas, minería, automotriz, entre otros. A diferencia, ramas asociadas al consumo y la demanda interna mostrarán cifras negativas (industria en general, construcción, comercio, entre otras); en un contexto de fuerte deterioro del ingreso disponible de los hogares.

Cierre de 2023 en rojo y una nueva recesión en el horizonte

Cierre de 2023 en rojo y una nueva recesión en el horizonte

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una caída de -0,9% i.a. en noviembre, acumulando una contracción de -1,3% i.a. en los primeros once meses del 2023. Además, exhibió una caída desestacionalizada del -1,4% mensual, representando la contracción más grande desde abril del año anterior.

Los datos adelantados de actividad económica muestran que la economía en diciembre mostró una caída aún más pronunciada en términos interanuales. En este sentido, la corrección de los principales precios relativos (dólar y desarme de acuerdos de precios) con la asunción del nuevo gobierno impactaron sobre el ingreso disponible de los hogares y deterioraron la demanda interna.

Para comienzos de 2024 se observarán los meses con caídas más pronunciadas en términos de economía real. En este sentido, el desempeño positivo que venía teniendo el consumo privado (en 2023 habría crecido en torno al +1,1% i.a.) llegará a su fin.

 Noviembre: freno a la actividad económica

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una caída de -0,9% i.a. en noviembre, acumulando una contracción de -1,3% i.a. en los primeros once meses del año. Además, la economía también se contrajo en términos desestacionalizados (-1,4% mensual), representando la caída más pronunciada desde abril del año anterior, mes en el cual había impactado la sequía sobre la cosecha gruesa.

En este sentido, el deterioro de la actividad económica en el cierre del año anterior se dio en un contexto de elecciones presidenciales y traspaso de mandato. A partir de la devaluación del tipo de cambio oficial post PASO (en agosto), existieron consecuencias en términos de inflación y pérdida de ingresos reales, acompañado de un debilitamiento de la demanda interna que se fue profundizando mes a mes.

A su vez, descontando al sector agropecuario, la actividad económica también mostró una contracción en el mes de noviembre (-0,6% i.a.), a diferencia de lo observado meses anteriores. Sin embargo, en el acumulado del 2023 su balance siguió siendo positivo (+0,8% i.a.).

En términos sectoriales, los Bienes mostraron una caída en términos interanuales (-1,7% i.a.), mientras que los Servicios crecieron (+0,6% i.a.). Este desempeño es el que se observó a lo largo de casi todo el año (a partir del impacto de la sequía en abril, se cumplió en siete de los ocho meses). En esta línea, los Bienes acumularon una caída de -4,5% i.a. hasta noviembre, mientras que los Servicios crecieron 1,1% i.a. durante el mismo periodo.

Dentro de los sectores de bienes, algo para resaltar es que la contracción se dio como consecuencia del desempeño de la Industria manufacturera (-4,8% i.a.) y Electricidad, gas y agua (-2,5% i.a.), afectados por el deterioro en la demanda interna y la actualización de tarifas de servicios públicos. A diferencia, el sector agropecuario mostró un crecimiento en el mes (+3,6% i.a.), acumulando dos meses consecutivos de subas y dando lugar a una mejora que se mantendrá a lo largo del 2024.

Por otro lado, cabe destacar que los Servicios crecieron en conjunto pese al magro desempeño del sector de comercio (-0,8% i.a.) frente a un consumo deteriorado. Los sectores que continuaron con su trayectoria de desempeño positivo fueron los no transables, como Enseñanza (+2,4% i.a.), Servicios sociales (+2,3% i.a.), Actividades inmobiliarias (+1,4% i.a.). Además, Transporte y comunicaciones (+0,4% i.a.) se mantuvo estable ayudado por el desempeño favorable del agro.

Los indicadores de actividad indican una profundización de la caída en diciembre

Los datos adelantados de actividad económica muestran que la economía en diciembre mostró una caída aún más pronunciada en términos interanuales. En concreto, la mayor proporción de las estadísticas sectoriales mostraron una contracción en el último mes del 2023, principalmente las vinculadas a sectores productores de Bienes -sector agropecuario, industria, construcción-. Dentro del comercio, los indicadores mostraron señales mixtas, pero con una tendencia a la moderación.

Pese a esto, la economía en 2023 mostró en el promedio una contracción del PIB considerablemente menor a la esperada a principios de año. A pesar del impacto de la sequía sobre el sector primario y la aceleración de la inflación (+211%), la actividad económica cerraría el año con una caída levemente superior al 1% i.a. en el promedio. Además, como venimos señalando, descontando a la rama “Agricultura y ganadería”, la actividad económica finalizó el año en niveles similares a los del 2022 (exhibiendo un crecimiento levemente menor al 0,5% i.a.).

Ahora bien, en términos per cápita -descontando el crecimiento poblacional-, podemos estimar que el PIB habría caído en torno al -2,1% en el promedio de 2023. En este sentido, sin contar 2020 y 2021 -afectados por la pandemia-, el PIB per cápita de 2023 se ubicaría como el más bajo desde el año 2009.

 2024 con una nueva recesión

 Para comienzos de 2024 se observarán los meses con caídas más pronunciadas en términos de economía real. Producto las medidas económicas anunciadas a fines del año anterior (principalmente orientadas a la corrección de precios relativos) proyectamos que se transitará una primera fase de recesión económica, concentrada en el primer semestre del año. En este sentido, el desempeño positivo que venía teniendo el consumo privado (en 2023 habría crecido en torno al 1,1% i.a.) llegará a su fin como consecuencia del deterioro del ingreso de los hogares.

Sin embargo, se observará un desempeño disímil a la hora de evaluarlo a nivel sectorial. Las medidas orientadas a desregular la economía, sumado al incremento (al menos temporal) de la competitividad cambiaria harán que los sectores mayormente vinculados a la exportación tengan un panorama algo más favorable. Dentro de ellos, se ubica el sector agropecuario (beneficiado por también por una mejora en los rendimientos de la cosecha respecto a 2023), Oil & Gas, automotriz, pesquero, entre otros. A diferencia, ramas asociadas al consumo y la demanda interna mostrarán cifras negativas (industria en general, construcción, comercio, entre otras); en un contexto de fuerte deterioro del ingreso real.

 

Recesión y ¿pérdida de puestos de trabajo?

Recesión y ¿pérdida de puestos de trabajo?

 Los puestos de trabajo formales cerrarían el 2023 en promedio con cifras positivas. Al interior, la mayor parte de las ramas de actividad económica (exceptuando sector primario e intermediación financiera) fueron creadoras de puestos de trabajo formales.

Un interrogante es qué efectos tendrá la recesión económica de 2024 sobre los puestos de trabajo formales. En este sentido, encontramos que las ramas de bienes -exceptuando el agro- serán las más expuestas, en conjunto a los servicios transables. A diferencia, el sector primario y los servicios no transables podrían mostrar cierta estabilidad en los puestos de trabajo.

Por último, restará ver si la recesión implicará un incremento del desempleo en el corto plazo. Según nuestras estimaciones, podría existir un leve incremento, pero dependerá de cómo evolucione la presión sobre el mercado laboral (nuevos trabajadores incorporándose a la población económicamente activa) y la magnitud del incremento de empleos de peor calidad (informales).

 ¿Qué mostraron los últimos datos de empleo registrado?

Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) a octubre (último dato) reflejan que el empleo privado registrado crece más del 2% interanual. De esta manera, la cantidad de puestos de trabajo mostró un crecimiento de casi 140.000 respecto al mismo mes del año anterior.

Sin embargo, los últimos datos también muestran que en la versión desestacionalizada cayó por segundo mes consecutivo (-0,1% mensual en ambos meses). Este desempeño sucedió luego de que el empleo registrado muestre 37 meses consecutivos de crecimiento mensual, por lo que el agotamiento del esquema económico del gobierno anterior significó un incipiente cambio en la tendencia que venía mostrando el trabajo formal.

Aquella dinámica fue relativamente homogénea: únicamente 2 de las 15 grandes ramas de la economía mostraron una contracción en términos interanuales (Agricultura, ganadería, caza y silvicultura -en un contexto de sequía y pérdida de rentabilidad- e Intermediación Financiera). Las ramas con mejor desempeño fueron Comercio y reparaciones (+56,2 mil puestos de trabajo en contraste a octubre de 2022) y la Industria manufacturera (+26,7 mil puestos de trabajo i.a.). Luego, le siguió Hoteles y restaurantes (+18,8 mil puestos de trabajo) y Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler (+10,3 mil). En este sentido, entre el comercio y la industria se explicó el 60% del nuevo empleo registrado creado en el último año.

Si bien resta la información oficial de los últimos dos meses del año, el empleo asalariado privado habría crecido en torno al 3% en promedio durante 2023. Esta dinámica tuvo lugar durante un año en el que la actividad caerá en torno a 1% i.a. pero que, quitando el efecto de la sequía, se mantuvo estable (estimamos un leve crecimiento en torno a 0,5% i.a.).

En este sentido, si bien la actividad económica mostró una caída interanual entre el segundo y tercer trimestre del año (-5,0% i.a. y -0,8% i.a.), el empleo logro mantener su tendencia positiva. La sequía afectó principalmente a sectores directamente asociados al primario (agropecuario, transporte, industrias alimenticias) y tuvo un impacto reducido sobre el resto de la actividad económica (de hecho, como mencionamos, descontando al sector agropecuario la economía se mantuvo estable en ese periodo), lo cual permitió que los puestos de trabajo de mayor calidad sigan aumentando en un contexto de aceleración inflacionaria y deterioro del poder adquisitivo. En esta línea, la demanda interna (el consumo y la inversión en conjunto) se mantuvo en terreno positivo durante el periodo.

¿Cuánto del empleo registrado está en “riesgo” en un contexto recesivo?

Una referencia puede ser la experiencia de 2016, un año marcado por fuertes correcciones de precios relativos y una caída del consumo y recesión: la actividad económica cayó 2,1% i.a. en el año, y el consumo privado lo hizo en 0,8% i.a. En este caso, el empleo asalariado privado cayó 0,5% i.a., lo que implicó una pérdida neta de 35.000 puestos de trabajo.

Al interior, las ramas que lideraron la caída en el empleo privado registrado fueron los sectores más afectados por las correcciones, principalmente ramas vinculadas a la producción de bienes: (i) a excepción de la industria de alimentos, de tabaco, madera e instrumentos médicos, todas las ramas industriales mostraron un retroceso en el promedio de 2016; (ii) las actividades primarias también mostraron perdidas de puestos de trabajo; y, por último, (iii) la construcción, afectada por el contexto de incertidumbre y la salida del cepo, implicó que sea la rama con la caída más pronunciada.

Esta caída estuvo compensada con un crecimiento en los puestos de trabajo registrados de las actividades de servicios, donde la mayor parte de las ramas mostraron un crecimiento de los puestos de trabajo en el promedio del año (solo 5 de las 26 desagregaciones de servicios mostraron contracciones). Parte de este efecto se debe a que ciertos servicios, como educación y salud, son relativamente inelásticos, menos expuestos a los cambios en la coyuntura.

¿Es extrapolable esta experiencia a 2024? Como bien sabemos, los impostergables ajustes de la economía provocarán un año recesivo. Además, esta contracción se concentrará principalmente en la primera parte del año y conducirá a un desempeño heterogéneo entre ramas de actividad. De todas maneras, cabe destacar que existen algunos factores que harán que la experiencia del 2016 no sea del todo trasladable al año actual.

En este sentido, vale la pena hacer zoom sobre las ramas de empleo registrado a un nivel más desagregado. Dividiéndolas en 3 grandes grupos, encontramos: (i) sectores de bienes que sufrirán una recesión más pronunciada y que posiblemente tengan pérdidas netas de puestos de trabajo; (ii) sectores que, con contratiempos, sufrirán un enfriamiento más acotado redundando en un efecto neutro sobre el mercado laboral; y, por último, (iii) ramas con aumento en el nivel de actividad y empleo registrado con evolución positiva.

Estimamos que dentro del primer grupo se ubicarán los sectores asociados a la demanda interna y/o que se puedan ver afectados, eventualmente, por una mayor apertura de las importaciones. Tal como en 2016, son sectores que producen bienes: (a) las industrias de bienes durables (maquinaria y equipo, aparatos eléctricos y electrónicos, equipos de transporte); (b) industrias asociadas al mercado interno (productos textiles, confecciones, cuero y calzado); y (c) la construcción, afectada por el recorte de la obra pública, la mayor incertidumbre y el encarecimiento en USD. Estas ramas en conjunto representan aproximadamente el 12,5% de los puestos de trabajo formales.

Dentro del segundo grupo encontramos la mitad de las ramas económicas (casi el 55%) que posiblemente tendrán un desempeño recesivo en la primera parte del 2024, pero con posibilidades de una recuperación más rápida. En síntesis, si bien tendrán un golpe sobre los puestos de trabajo, podría ser relativamente menor en contraste a las ramas de bienes. Al interior, podemos encontrar ramas de servicios “elásticos”, tales como el comercio minorista y hoteles y restaurantes, entre otros. Esto redundaría en una diferencia con 2016, donde en aquel año en su mayoría de estos servicios transables fueron generadoras de puestos de trabajo. En este sentido, la diferencia radica en que estimamos que este año el golpe al consumo privado sea mayor al de aquel año, en un contexto más complejo en términos de poder adquisitivo e ingreso disponible de los hogares.

Por último, están las ramas de actividad económica que tendrán un crecimiento durante 2024 y posiblemente sean ramas creadoras netas de puestos de trabajo registrados. Dentro de este grupo, la mayor expansión podría darse en las actividades asociadas al sector primario, como consecuencia de un 2024 con la cosecha de los tres principales cultivos (trigo, maíz, soja) recuperándose entre 75-80%; en conjunto al sector de Petróleo y gas que seguirá pujante con la producción no-convencional de Vaca Muerta; y la Minería con evolución positiva. En este sentido, se podría ver un buen desempeño en los puestos de trabajos asociados a estos sectores y a aquellos ligados, como la industria de alimentos y las vinculadas al petróleo, así como el transporte. En conjunto, estas ramas representan casi 20% del empleo registrado. Además, se podría ver cierta mejora en los servicios de carácter inelástico como la salud, la educación y los servicios sociales-, que representan 13% del empleo total y suelen tener un desempeño estable pese al contexto recesivo, tal como se vio en 2016.

Conclusiones finales

En síntesis, estimamos que el golpe al empleo privado registrado será mayor en el año actual, terminando con una caída promedio del orden del 1% i.a. en el año. Detrás de este comportamiento, se encuentra esencialmente que las correcciones en los principales precios relativos se hacen sobre una economía mucho más debilitada que en 2016, generando que no sólo las principales ramas de bienes muestren pérdidas de puestos de trabajo, sino que también algunas ramas de servicios transables -relevantes en términos de empleo- tengan un desempeño más austero que en 2016.

¿Esto implicará un incremento en el desempleo? Considerando que el sector público también distará de ser un creador neto de empleo durante este año, para que no exista un aumento del desempleo tendrá que crecer el cuentapropismo y el empleo informal. En un contexto como el actual, caracterizado por una continuidad en el deterioro del poder adquisitivo, creemos que esto es altamente probable, dado que habrá una mayor cantidad de trabajadores dispuestos a tener un trabajo que al menos garantice un ingreso adicional. Por lo tanto, un deterioro de la calidad del empleo luce más probable que un fuerte incremento del desempleo.

Por otro lado y a modo de resumen, creemos que (i) habrá ramas de actividad económica que seguirán pujantes en términos de puestos de trabajo, incluso formales, principalmente asociadas al sector primario y sectores conexos; (ii) la voluntad de trabajar seguirá en niveles máximos, y se mantendrá una tendencia hacia el pluriempleo y formas de contratación con peor calidad; (iii) algo que puede ser más profundo en las ramas más afectadas por la recesión, con pérdidas netas de empleos formales y un traspaso más pronunciado hacia modalidades informales de contratación.

2024: correcciones inevitables y una nueva recesión con amortiguadores

A partir de la asunción del nuevo gobierno se implementará un conjunto de medidas orientadas a reordenar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. El transcurso de esta primera fase implicará, al menos en el corto plazo, un impacto recesivo sobre la actividad económica, derivado principalmente de su incidencia negativa sobre el ingreso disponible y el salario real de los hogares, lo cual afectará a un consumo privado que explica cerca del 70% del PIB.

No obstante, la economía tendrá un desempeño sectorial heterogéneo en el año entrante. A grandes rasgos, veremos una evolución disímil entre “sectores vinculados a actividades primarias” y/o con mayor inserción en los mercados externos, como el sector agrícola, Petróleo y gas, Minería, Economía del Conocimiento y Turismo receptivo; a contramano del resto de los sectores de la economía -principalmente los más dependientes de la demanda interna- que serán más vulnerables al contexto de recesión general. 

En suma, para 2024 estimamos una contracción de la actividad económica (caería en torno al 3% i.a.), concentrada principalmente en la primera parte del año. Ahora bien, cabe advertir que en un escenario de falta de éxito de la estabilización buscada la economía mostraría un retroceso aún mayor (de hasta 2 p.p. mayor a la proyectada).

 

Con la asunción del nuevo gobierno queda en evidencia que se comenzarán a implementar medidas orientadas a reordenar la macroeconomía y corregir los desequilibrios acumulados en los últimos años. El transcurso de esta primera fase implicará, al menos en el corto plazo, que el sostenimiento de la actividad económica deje de ser una prioridad, y más bien se vuelva una consecuencia de lo que suceda con la agenda de correcciones macroeconómicas. En este marco, el trade off que venimos observamos entre “Actividad y Reservas” pondría como prioridad la necesidad de recomponer lo segundo en el corto plazo.

En particular, como consecuencia de una mayor aceleración de la inflación y un deterioro del ingreso disponible y del poder adquisitivo de las familias, la corrección de precios relativos (tipo de cambio oficial, tarifas de servicios públicos, servicios regulados, entre otros), junto con el ajuste del gasto público traerán aparejados una profundización del proceso de estanflación en el que se encuentra sumergida la economía desde 2012, con un impacto más negativo en determinados sectores (principalmente vinculados a la demanda interna) y una potencial incidencia sobre la situación social.

De todas maneras, una vez transitada la fase de impactos desfavorables sobre la economía real de las correcciones iniciales, y sujeto a una estabilización relativamente exitosa, la actividad debería comenzar a encauzarse hacia un sendero de recuperación en algún momento del año entrante.

Un enfoque sectorial

La economía tendrá un desempeño sectorial heterogéneo en 2024. A grandes rasgos, veremos una evolución disímil entre “sectores vinculados a actividades primarias” y/o con una mayor orientación exportadora, como lo son el sector Agrícola; Petróleo y gas; Minería; Economía del Conocimiento; y Turismo receptivo; a contramano del resto de los sectores de la economía, que serán más vulnerables al contexto de recesión general.

Empecemos por las noticias más favorables. El sector agrícola, tras caer cerca del 35% en 2023 -con una sequía que generó efectos más severos sobre el sector que la de 2009-, se recompondrá en 2024: estimamos que la cosecha de los tres principales cultivos (trigo, maíz, soja) se recuperaría entre 75-80% en la campaña 2023/24, con la soja (+140% i.a.) liderando el rebote, seguida por el maíz (+60% i.a.) y el trigo (+20% i.a.), según las últimas proyecciones de las entidades privadas especializadas. Así, estimamos que la mejora en la producción tendría una incidencia positiva sobre el PIB de 2024 de alrededor de 2,8 p.p..

Asimismo, como mencionamos en un informe reciente, el sector de Petróleo y gas seguirá pujante, con la producción no-convencional de Vaca Muerta traccionando la actividad, mientras que la Minería también podría mantener una evolución positiva. En este marco, proyectamos que el sector primario de la economía -agropecuario, minería y Oil & gas– tenga margen para crecer por encima del 10% i.a.

Ahora bien, excluyendo al sector primario, el resto de los sectores de bienes posiblemente muestren caídas en su actividad. Por caso, la Construcción, muy asociada a la inversión productiva y a la obra pública, mostrará una recesión, que suele ser de mayor magnitud que la caída en la actividad general -por su componente procíclico-, en un contexto de incertidumbre para la implementación de nuevas obras privadas y un fuerte recorte de los gastos de capital del Gobierno Nacional.

Además, dentro de la Industria la mayor parte de ramas industriales disminuiría su producción. En este sentido, un punto no menor es cómo evolucionarán las restricciones a las importaciones: si bien no estimamos un desarme del cepo cambiario de manera inmediata, las menores trabas podrían hacer que estos sectores vayan pudiendo abastecerse de insumos de manera más ágil.

A contramano jugará en otros segmentos la posibilidad de verse perjudicados por un contexto de mayor competencia ante una potencial mayor apertura comercial y, cómo ya mencionamos, el contexto de menor demanda interna general.

Por otro lado, frente a la proyectada quita de subsidios a las tarifas de servicios públicos, estimamos que el sector Electricidad, gas y agua también muestre una contracción, derivada de una caída en la demanda de los hogares frente a los aumentos en las tarifas.

Por el lado de los Servicios, la diferencia entre el desempeño de los sectores será más acotada. De todas maneras, podemos diferenciarlos en dos grandes grupos: “servicios elásticos”, más sensibles a los cambios en la coyuntura macroeconómica y en el ingreso de los hogares; y “servicios inelásticos”, que suelen tener un desempeño más estable en el tiempo.

Dentro de los servicios elásticos, podemos diferenciar a los sectores de Comercio (minorista y mayorista), Hoteles y restaurantes y Otras actividades de servicios sociales y personales, que pesan aproximadamente 22% del PIB.Por el contrario, Administración pública y defensa, Enseñanza, Servicios sociales y de salud, y Actividades inmobiliarias, sociales y personales pertenecen al agrupamiento de los servicios inelásticos, que también tienen un peso aproximado de 25%.

Zoom a los componentes de la demanda

Los componentes de la demanda agregada también tendrán evoluciones disímiles: las exportaciones mostrarían una mejora, luego de la caída de 2023 producto de la sequía y las restricciones cambiarias; mientras que, por otro lado, la demanda interna se vería debilitada, con el consumo privado, la inversión productiva y el consumo público con cifras en negativo.

En este sentido, la corrección de precios relativos y el ajuste en el gasto público impactarán negativamente sobre la actividad económica, y, a excepción de las exportaciones -beneficiadas por la recuperación de la cosecha, la consolidación de Vaca Muerta y la corrección cambiaria- el resto de los componentes de la demanda evolucionarían en rojo. Veamos.

En el plano fiscal, el Gobierno entrante buscaría implementar un fuerte recorte del gasto público, en la búsqueda por alcanzar rápidamente al menos el equilibrio fiscal. En este sentido, según anuncios recientes habrá menores partidas de gasto de capital -donde la contracción de la construcción tiene su contrapartida en la inversión- y una reversión pronunciada de los subsidios a las tarifas de servicios públicos -que disminuirá el ingreso disponible de los hogares-, mientras que la demanda interna podría verse afectada por una eventual caída del gasto social en términos reales. Además, el consumo público medido en Cuentas Nacionales -determinado en buena parte por la masa salarial y los gastos de funcionamiento- evolucionaría en rojo durante el año entrante.

En el plano cambiario se impone la necesidad de una corrección, que, a lo largo del año intentará unificar el mercado cambiario (o al menos dar lugar a un desdoblamiento formal) y achicar la brecha cambiaria. Esta corrección del atraso del tipo de cambio oficial tendrá un efecto negativo inmediato sobre el poder adquisitivo, en un contexto en el que existirán remarcaciones fuertes de precios, con salarios que, al menos en un principio, correrán por detrás. Este escenario pondría un “corte” más pronunciado a la tendencia de mejora del consumo privado.

Por último, en lo que respecta a la inversión productiva podríamos ver un efecto “wait and see”, como consecuencia de la incertidumbre que traerá aparejado el periodo de correcciones y la recesión económica.

Por otro lado, como amortiguador jugarán las exportaciones: en términos de volúmenes, la recuperación de la cosecha jugará a favor, en conjunto a un ordenamiento del frente cambiario que conduciría a una menor brecha, una mejora del tipo de cambio real y menores restricciones. Esto traerá como resultado un desempeño positivo de las ventas externas durante 2024.

Perspectivas finales

En síntesis, 2024 traerá enormes desafíos en materia de actividad económica. El desempeño positivo del consumo privado (explica 70% del PIB) llegará a su fin, en línea con las correcciones en la economía (principalmente de precios relativos y en el plano fiscal) y una inversión que se mantendrá acotada en un contexto de “acomodamiento” de la economía, donde se podría observar con más fuerza el efecto wait & see: esperar a que el contexto económico se acomode para la implementación de nuevos planes de inversión.

A contramano, las exportaciones compensarían parte del desempeño negativo, ayudado por un buen desempeño del sector agrícola, de Oil & gas y minería.

Sobre esta base, estimamos que la economía acentúa su contracción en 2024 (caería casi 3% i.a.), con un retroceso concentrado principalmente en la primera parte del año. Ahora bien, cabe destacar que correcciones que generen una mayor incertidumbre en la economía y un efecto over-shooting y de espiralización sobre los precios relativos, podría ubicar a la economía en un escenario más adverso, dentro del cual la caída de la actividad podría ser hasta 2 p.p. mayor a la proyectada.

Resultado electoral saldado, ¿qué pasará con la actividad en los próximos meses?

Tras el rebote de la actividad económica en julio-agosto (+3,7%), dejando atrás la peor fase del impacto de la sequía, la economía comenzó a perder fuerza en septiembre (+0,0% mensual), como anticipaban los indicadores adelantados. Esta dinámica estuvo influida por el impacto de la aceleración inflacionaria sobre los ingresos tras el sorpresivo salto discreto del tipo de cambio oficial a mediados de agosto (+22%).

Las ramas de Bienes y Servicios siguen mostrando dinámicas disímiles: los primeros son los que experimentan caídas más pronunciadas, principalmente por estar más afectados por la sequía y las restricciones a las importaciones.

Pese a la desaceleración esperada para la última parte del año, la actividad económica exhibirá en el promedio de 2023 una contracción menor a la esperada meses atrás, estimándose un retroceso algo por encima del 1%, pero que, excluyendo al sector agropecuario, presentaría un crecimiento algo menor al 1% i.a. este año.

Señales de estancamiento

Tras el rebote de la actividad económica en julio-agosto (+3,7%), dejando atrás la peor fase del impacto de la sequía, la economía comenzó a perder fuerza en septiembre (+0,0% mensual), como anticipaban los indicadores adelantados que analizamos en este informe. Esta dinámica estuvo influida por el impacto de la aceleración inflacionaria sobre los ingresos tras el sorpresivo salto discreto del tipo de cambio oficial a mediados de agosto (+22%).

Así, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una caída del -0,7% i.a. en el mes, exhibiendo así mermas interanuales en cinco de los primeros nueve meses del año y acumulando una contracción del -1,5% i.a. en el año. Las incidencias negativas más pronunciadas se observaron en la Industria Manufacturera (-0,6 p.p.) y Comercio minorista y mayorista (-0,1 p.p.).

Disparidades sectoriales

Las ramas de Bienes y Servicios siguen mostrando dinámicas disímiles: los primeros son los que experimentan caídas más pronunciadas, principalmente porque son el grupo más afectado por la sequía y las restricciones a las importaciones. En septiembre, los Bienes mostraron una caída del -1,1% i.a., acumulando una contracción del -5,1% i.a. en el año; mientras que los Servicios crecieron 0,6% i.a., acumulando una suba de 1,1% i.a. en 2023.

En este sentido, los sectores que hicieron que la actividad económica mostrara una leve caída en septiembre (-0,7% i.a.) en contraste al estancamiento de agosto (+0,1% i.a.) estuvieron explicados en mayor medida por actividades de servicios y construcción. Por caso, Comercio minorista y mayorista pasó de crecer 1,1% i.a. en agosto a caer -1,1% i.a. en septiembre, mientras que Hoteles y restaurantes desaceleró la mejora (de 3,2% i.a. en agosto a 2,1% i.a. en septiembre) e Intermediación financiera profundizó la caída (-0,3% i.a. a -1,7% i.a.). Además, la Construcción se estancó (+0,3% i.a. en septiembre en contraste al 2,1% i.a. en agosto) en un contexto de mayor incertidumbre pre-electoral.

Perspectivas para último trimestre del año

Crisis nominal, pero no de la economía real. Aún con el severo y múltiple impacto que generó la sequía y la marcada aceleración inflacionaria, Argentina terminará este año logrando esquivar la recesión técnica, definida como dos trimestres consecutivos de caída del PIB. De hecho, al excluir del EMAE al sector agropecuario se observa que la economía creció 0,9% i.a. hasta septiembre, mientras que aún con la desaceleración reciente la actividad cerró el tercer trimestre con un crecimiento desestacionalizado del 2,9%.

Las claves para entender cómo se logró amortiguar la incidencia de la sequía en el conjunto de la economía deben buscarse tanto por el lado de la (1) demanda, ante un sostenimiento del empleo y la búsqueda por adelantar consumos y darle un destino a un Peso que pierde rápidamente su valor, frente a la falta de alternativas de ahorro, sumado a la reciente recomposición de ingresos post-devaluación y un mayor consumo proveniente del turismo principalmente fronterizo ante una brecha cambiaria récord; como de la (2) oferta, mediante un flujo de importaciones que logró mantenerse relativamente a flote por medio del crecimiento récord en la deuda comercial, la activación del swap de monedas con China y el uso de reservas del BCRA, relajando el trade-off entre escasez de divisas y actividad económica.

Ahora bien, para el último trimestre del año estimamos que la economía comience tiende a enseñar una tendencia menos favorable: existen signos de un consumo privado que va perdiendo fuerza -por caso, el comercio minorista mostró una caída en dos de los últimos tres meses con estadísticas disponibles-, en conjunto a los limitantes que está trayendo los desequilibrios acumulados (los márgenes de maniobra para seguir desacumulando reservas son acotados). Además, no hay que descartar que con la asunción del nuevo gobierno se comiencen a implementar algunas correcciones de precios relativos que impacten negativamente sobre la actividad económica en el corto plazo.

Como venimos señalando, pese a esta desaceleración la actividad económica exhibirá en el promedio de 2023 una contracción menor a la esperada meses atrás, estimándose un retroceso algo por encima del 1%, pero que, excluyendo al sector agropecuario, presentaría un crecimiento algo menor al 1% i.a. en el mismo periodo.

¿Pierde fuerza la actividad económica?

Tras dos meses de crecimientos mensuales de la actividad, los indicadores sectoriales de mayor frecuencia que relevamos en Ecolatina mostraron señales mixtas en septiembre y octubre, llevándonos a estimar que la economía muestre una pérdida de dinamismo con relación a los meses recientes.

En este marco, los impactos de la reciente devaluación tienden a ser menores que en otra épica, en el marco de una marcada heterogeneidad en el desempeño de los distintos sectores, con los más asociados al agro exponiendo la peor parte; sectores con un marcado dinamismo, como producción de petróleo y gas; y un comercio resiliente respaldado por un consumo que tiende a sostenerse.

Para el último cuatrimestre del año, estimamos que la actividad económica muestre un desempeño errático para terminar exhibiendo cifras negativas llegado al cierre del año, con una acrecentada incertidumbre sobre lo que puede ocurrir durante diciembre. No obstante, en el corto plazo distintos amortiguadores contribuirán a que la actividad no se desplome: el efecto “los Pesos queman” sobre el consumo, el crédito comercial para sostener importaciones, y mayores consumos del turismo extranjero.

¿Qué sucedió con la actividad económica en septiembre?

Como analizamos recientemente, en agosto la actividad económica mostró un leve crecimiento interanual (+0,3%) tras cuatro meses de caída, fuertemente impactados por el efecto sequía, acumulando dos meses de crecimientos mensuales (sin estacionalidad) que posicionaron a la economía en el mayor nivel del año (similar al de septiembre 2022), según lo reportado por INDEC por medio del EMAE.

Dado el rezago en la publicación de este indicador (el dato de septiembre se conocerá recién el 22/11), buscamos anticipar lo que pudo haber sucedido en los meses recientes. Para eso, desde Ecolatina relevamos indicadores de actividad de distintas ramas de la economía.

En septiembre, estas variables sectoriales de mayor frecuencia mostraron señales mixtas, llevando a estimar que la economía habría mostrado una desaceleración en su dinámica.

En primer lugar, el consumo presenta señales mixtas. Por caso, el Índice de Confianza al Consumidor publicado por UTDT exhibió en septiembre una caída mensual del -1,5% (primer descenso en cuatro meses), aunque rebotó 4% en octubre hacia los mayores niveles desde inicios de 2018. Por su parte, el Consumo Masivo se habría mantenido robusto en septiembre: la medición de Scentia arrojó para el mes un volumen de ventas trepando 8,5% i.a. en supermercados y autoservicios. Asimismo, la transferencia de autos usados creció 5% i.a. en septiembre y casi 20% i.a. en octubre. A contramano, los patentamientos de vehículos mostraron una contracción en septiembre (-3,4% i.a.), aunque rebotaron con fuerza en octubre (+29% i.a.).

En este marco, la competitividad cambiaria que brindan dólares paralelos en niveles históricamente elevados viene apuntalando el consumo de bienes y servicios en diversas ciudades de frontera, en un contexto en que el turismo receptivo sigue mostrándose dinámico.

Por su parte, nuestro indicador de Inversión Productiva anticipa que en septiembre la inversión se habría contraído 1,4% i.a., tras el crecimiento de agosto (+3,9% i.a.), afectada principalmente por la merma en la construcción y la producción de bienes de capital y de transporte.

 A nivel sectorial, el sector agropecuario se mantiene en rojo, pero mes a mes desacelerando la caída tras el derrumbe del segundo trimestre. Esto se refleja en sus impactos sobre la producción de alimentos, como la molienda de oleaginosas (-25,5% i.a.) y cereales (-8,4% i.a.), o en el caso del vino (-18,8% i.a.), como en los despachos de agroquímicos (-3% i.a.) o maquinaria agropecuaria (-18,7% i.a.). Por su parte, la faena de carne vacuna mostró una caída de 1,9% i.a. en septiembre y se recuperó 4,4% i.a. en octubre.

En otro orden, el IPI Minero publicado por INDEC mostró una merma mensual del 0,8% en septiembre, aunque mantuvo un crecimiento interanual del 8,7%. Dentro de este indicador, se destaca una producción de Petróleo y gas mostrando subas en el mes (5,2% i.a. y 7,2% i.a., respectivamente), acompañada por un marcado dinamismo de los servicios de apoyo (+21,9% i.a.). En sentido contrario, la minería metalífera se derrumba (-16,7%), mientras que la metalífera de rocas de aplicación trepa 12,7%.

Los indicadores adelantados de la Industria apuntan también a un debilitamiento. El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) mostró una caída de -3,6% i.a. en septiembre, un 0,5 p.p. más pronunciada que la del mes anterior, mientras que exhibió un estancamiento respecto al mes anterior (+0,2%). Respecto a octubre, se conoció que la producción automotriz retrocedió 0,9% i.a.

Por su parte, todas las variables vinculadas a la Construcción registraron una contracción en septiembre. En esta línea, el Índice Construya –proxy de la actividad de la construcción del sector privado- mostró una caída del -9% i.a., mientras que los despachos de cemento cayeron -7,8% i.a. y el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró una contracción de -4,5% i.a. Asimismo, en octubre los indicadores parecieran algo más favorables: el Índice Construya trepó 1,9% i.a., mientras que los despachos de cemento se estancaron (-0,2%).

Perspectivas para el cierre del año

Para el último cuatrimestre del año, estimamos que la actividad económica tenderá a mostrar un estancamiento en su dinámica. Al interior, la producción de petróleo y gas, en conjunto a determinadas ramas de la industria y el comercio seguirán siendo los principales dinamizadores de la actividad, mientras que recién a partir de diciembre el agro comenzaría a dar señales de una reversión en sus números negativos.

Esto ocurrirá en un marco en que el consumo privado (70% del PIB) se seguiría manteniendo como herramienta clave para resguardarse de la inflación (“los pesos queman”) y ante la ausencia de alternativas de ahorro, sostenido por políticas de ingresos implementadas recientemente por el Gobierno.

En línea a una actividad económica que evolucionó mejor a lo esperado en agosto, y pese a estimar una desaceleración en septiembre-octubre, la proyección anual de actividad económica exhibirá una caída menor a la esperada meses atrás.

Con este panorama, proyectamos que la economía muestre una caída en torno al -1,5% i.a. en el promedio de 2023 (sujeto a mejoras), y que, sin contar al sector agropecuario, exhiba un crecimiento algo menor al 1% i.a. en el mismo periodo. Además, este escenario viene acompañado de un consumo privado que exhibirá un crecimiento en torno al 1% i.a. en el promedio del año.