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Pese a diferir en las causas, la magnitud de la recesión fue similar a la del 2002

¿Qué pasó con la economía en 2020?

En diciembre de 2020, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 2,2% i.a. pero creció 0,9% en términos desestacionalizados. De esta forma, afectada por la pandemia, la economía cayó 10,0% el año pasado, superando la merma de la mayoría de los países del mundo (el FMI estima una caída del 3,5% para la economía mundial en 2020) y ubicándose apenas por debajo de la registrada en 2002 (-10,9%). De esta forma, nuestro país encadenó tres años consecutivos de contracción acumulando una caída de 14,1%.

Luego de la profunda contracción de abril (-17,0% desestacionalizado) como consecuencia del párate total de la economía por la cuarentena, el nivel de actividad se recuperó mes a mes a una velocidad mayor a la esperada: en diciembre cerró sólo 3,2% por debajo de los niveles del primer bimestre de 2020, periodo previo a la irrupción de la pandemia. Más aún, como se puede observar en el siguiente gráfico, nuestro país alcanzó al cierre del año niveles de recuperación similares (aunque levemente inferiores) al del resto de los países de la región.

¿Qué sucedió al interior de los sectores?

A nivel sectorial reinó un impacto heterogéneo, donde algunos alcanzaron niveles superiores a los pre-pandémicos. Entre los bienes (-9,2% promedio anual), Electricidad gas y agua, Industria manufacturera y Construcción terminaron el año por encima de los niveles del primer bimestre de 2020. La recuperación del suministro de Electricidad gas y agua fue gracias a la demanda residencial que se mantuvo por el congelamiento tarifario y la mayor permanencia en los hogares (+0,8% promedio anual). La mejora de la actividad fabril fue producto de la necesidad de recomponer stocks y gracias al repunte de la demanda de bienes durables, mientras que la construcción se vio impulsada por la elevada demanda de insumos para la construcción minorista (impulsada por las expectativas de devaluación y las restricciones cambiarias) y luego la reanudación de obras de mayor magnitud y obra pública. Pese a que la industria y la construcción recuperaron niveles previos a la pandemia a fin del año, cayeron en promedio en 2020 7,9% y 25,3%, respectivamente.

Los sectores de carácter extractivo no lograron el mismo desempeño. El Sector Agropecuario cerró en línea con el primer bimestre de 2020, mientras que Petróleo, gas y minería cerró muy por debajo. En el primero, afectó la extensión de la sequía sobre el desarrollo de los cultivos, mientras que en el segundo el desplome del precio del petróleo y las restricciones a la circulación no permitieron una mejora significativa. Asimismo, en el promedio anual registraron caídas de 6,9% y 10,5%, respectivamente.

Por último, los Servicios promediaron una caída de 10,3% en 2020. Entre los sectores que alcanzaron los niveles previos a la pandemia resaltan Intermediación financiera (+2,1% promedio anual), y Comercio (-5,3% promedio anual). Mientras que los sectores que no recuperaron el terreno perdido fueron los que continuaron con algún tipo de restricción para operar, como Hoteles y restaurantes (-48,6% promedio anual) y Otras actividades de servicios (-37,5% promedio anual).

¿Qué esperamos para 2021?

El arrastre estadístico de casi 5 p.p. que dejó el 2020 augura una recuperación significativa para este año. De todas maneras, el número final estará determinado en base a cómo evolucione el frente sanitario y el frente cambiario. Al tratarse de un año electoral, el gobierno apuntará a dinamizar al consumo mediante planes oficiales (Ahora 12, por ejemplo) y a atrasar la evolución del tipo de cambio oficial como principal herramienta para contener la inflación y recomponer poder adquisitivo. En la medida que las restricciones para combatir al Covid-19 tengan un impacto acotado, esperamos que la actividad trepe 5,5% en 2021, dinamizada por la demanda interna.

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La recuperación económica mantuvo su curso en noviembre

En noviembre, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) se contrajo -3,7% i.a., exhibiendo la menor caída interanual desde febrero del año pasado, pero ayudada por la baja base de comparación que dejó noviembre de 2019. De esta manera, la actividad económica acumuló una caída de 10,6% i.a. en los primeros once meses del 2020. En términos desestacionalizados, el crecimiento fue de 1,4%, la séptima mejora mensual consecutiva. De todas maneras, la economía se encuentra 3,3 p.p. por debajo del nivel que exhibía pre-pandemia en febrero.

Continuó reinando un impacto heterogéneo a nivel sectorial: solo cuatro de quince sectores mostraron crecimiento interanual en noviembre. De todas maneras, cabe destacar que todos los sectores mostraron un mejor desempeño respecto a lo observado en octubre.

Desagregando por bienes y servicios, la heterogeneidad se vuelve más clara. Los primeros se mantuvieron estables en el mes (+0,4% i.a.) traccionados por la mayor variación del año de la Industria manufacturera (+3,7% i.a.) y por la desaceleración de la caída de la Construcción (-3,4% i.a.), exhibiendo el mejor desempeño desde hace trece meses, como consecuencia de la paulatina mejora del empleo formal del sector y la mayor reanudación de obras de mayor magnitud.

Por otro lado, los Servicios mostraron una caída de 5,4% i.a. en noviembre, desacelerando su contracción en 2,2 p.p. En este sentido, los más afectados continuaron siendo los que mayores restricciones tuvieron para operar: Hoteles y restaurantes (-53,2% i.a.) y Transporte y comunicaciones (-18,2% i.a.), los que mayor incidencia negativa tuvieron en el índice. Esta dinámica fue compensada parcialmente por la mejora de Comercio (+3,9% i.a.) e Intermediación financiera (+11,7% i.a.).

En diciembre, la recuperación de la actividad mantendría su curso -aunque posiblemente con una nueva desaceleración-. El efecto de las menores restricciones a la oferta va perdiendo fuerza mes a mes, mientras que la aceleración de la inflación le puso un freno adicional a la recomposición de los ingresos de las familias y el repunte del consumo privado. De esta manera, el 2020 cerrará con una caída de la actividad en torno al 10%, generando que el PBI vuelva a los niveles del año 2007.

En 2021, el rebote de la actividad dependerá de qué tan rápido la pandemia se diluya, así como de las medidas tomadas para controlarla. En este sentido, creemos que el aprendizaje a vivir bajo pandemia permitirá que las restricciones a la producción y circulación sean menores que el año pasado, aunque complicaciones respecto a la vacunación masiva podría volver a generar presiones cambiarias ante la necesidad de un mayor financiamiento monetario del rojo fiscal.

Por otro lado, las elecciones legislativas también tendrán su papel. La necesidad de recomponer el poder adquisitivo podría impulsar el consumo privado a través de planes oficiales -Ahora 12, por ejemplo- y en tanto la inflación no continúe acelerándose. Para ello, será central controlar el dólar -lo que posiblemente implique reducir la depreciación mensual del tipo de cambio- y arrojar señales fiscales que reduzcan la incertidumbre cambiaria y permitan la acumulación de Reservas por parte del BCRA. Así, esperamos que la actividad crezca en torno al 4,5% en 2021 impulsada por el consumo privado (4,7%), pero en ambos casos no alcanzará para recuperar el terreno perdido por la pandemia.

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La actividad continúa recuperándose, pero aún se ubica debajo de la pre-pandemia

En octubre 2020 el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) cayó 7,4% i.a., acumulando una contracción de 11,3% i.a. en los primeros diez meses del año. En términos desestacionalizados, la mejora se mantuvo firme en el mes (+1,9%) alcanzando seis meses consecutivos de crecimiento luego del piso de la crisis. De todas maneras, aún resta recuperar más de 5 p.p. respecto a los niveles pre-pandémicos.

A nivel sectorial, la recuperación se ralentizó. Mientras que en septiembre 2020 seis sectores mostraron mejoras interanuales, en octubre solo uno (intermediación financiera) de quince mostró expansión.

En lo que respecta a los Servicios (-7,2% i.a., +0,1 p.p. respecto al mes anterior), los sectores más golpeados continuaron siendo los que mayores restricciones tuvieron para operar (Hoteles y restaurantes cayó -54,5% i.a. y Servicios comunitarios y personales -26,7% i.a.). Además, a pesar de las menores restricciones a la circulación (apertura de shoppings y restaurantes en determinadas partes del AMBA), el Comercio se contrajo -0,7% i.a. luego de haber mostrado una mejora interanual significativa en septiembre.

Por su parte, los Bienes exhibieron un impacto negativo algo menor (-5,0% i.a.). De todas maneras, aceleraron su caída en 2,8 p.p. respecto a septiembre, afectados por la incertidumbre cambiaria -la brecha llegó a superar el 100%-.

En los últimos dos meses del año la magnitud de la recuperación mensual sería menor a la observada entre mayo-octubre y tendería a estancarse, ya que el efecto de las menores restricciones sobre la oferta ya casi no jugará a favor.

Además, el impacto de la brecha cambiaria continuaría latente. En este sentido, podría incentivar a determinadas empresas a adelantar producción y compra de insumos, alentando una recomposición más rápida de las importaciones. A contramano, seguiría actuando como fuerte desaliento a las ventas al exterior, deteriorando el superávit comercial y poniendo un freno para una recuperación sostenida.

A su vez, la aceleración de la inflación -principalmente de alimentos- le pone un techo a la recuperación de los ingresos de las familias producto de subas salariales acotadas y lenta recomposición del empleo. Esto condiciona la mejora del consumo privado. Con estos números, esperamos que el 2020 cierre con una contracción superior al 10%, donde el PBI per cápita volvería a niveles del 2005.

El arrastre estadístico para 2021 supera los 3 p.p. lo que permitiría un incremento del PBI -recuperación- en el año electoral. De todas maneras, hay que tener en cuenta que el número final estará determinado en base a cómo evolucionen las presiones cambiarias y el impacto que tendrá el Covid-19.

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El PBI creció en términos desestacionalizados, pero aún no recupera lo perdido

En el tercer trimestre de 2020 la actividad mostró una contracción de 10,2% i.a., acumulando una caída de 11,8% i.a. en lo que va del año. Luego del piso de la crisis alcanzado en el segundo trimestre, las menores restricciones productivas permitieron un avance de la actividad de 12,8% en términos desestacionalizados, pero aún se encontró en niveles un 9,2% debajo del último trimestre de 2019.

La demanda interna continuó golpeada. Por un lado, como consecuencia de la pérdida de puestos de trabajo y el deterioro del poder adquisitivo, el consumo privado exhibió una contracción de 14,7% i.a. aunque, tal como ocurrió con el total de la economía, mejoró en términos desestacionalizados (+10,2%) dado que menores restricciones a la circulación otorgaron más posibilidades de consumo, especialmente de servicios.

Por otro lado, algo similar ocurrió con la inversión: cayó 10,3% i.a. pero se recuperó 42,9% en términos desestacionalizados, impulsado por maquinaria nacional y equipo de transporte. Con esta mejora se ubicó en niveles similares a los de 2009, dejando en evidencia que aún queda un importante camino para recuperar en un contexto de fuerte incertidumbre y acumulación de stocks.

Por último, las importaciones se desplomaron 22% i.a. y mostraron una recuperación de 10,9% respecto al trimestre anterior. Además, las exportaciones fueron el único componente que aceleró su caída (-17,0% i.a.) y mostró un retroceso en términos desestacionalizados (-1,4%). Estos resultados reflejan la situación del frente cambiario, donde la elevada brecha actúa como un desincentivo a las ventas al exterior.

Para el cuarto trimestre el rebote perdería fuerza dado que no se habilitarán una nueva gran cantidad de actividades. Así, generaría que la posible mejora en términos desestacionalizados no alcance para recuperar lo perdido por la pandemia.

Por un lado, el consumo no continuaría mostrando importantes signos de recuperación ya que la aceleración inflacionaria le pone un freno adicional a la recomposición del poder adquisitivo en un contexto de magras paritarias. De todas maneras, las expectativas de devaluación podrían incentivar el gasto de determinadas familias como alternativa de reserva de valor, que, de todas maneras, tendría un efecto marginal sobre la recuperación del consumo privado. Además, la brecha cambiaria y el contexto de incertidumbre desincentivará a que la recuperación de la inversión se reafirme e impedirá que las exportaciones comiencen a mostrar signos de mejora.

Con este panorama, esperamos que la actividad en 2020 cierre con una caída similar a la observada en el 2002 y vuelva a niveles similares a los de 2006.

En el año entrante, el arrastre estadístico permitiría que la actividad crezca, por lo que las bajas bases de comparación determinarán la mejora de la economía más que una recuperación genuina. En este marco, el número final en 2021 va a estar estrechamente ligado a cómo evolucione la situación sanitaria y como se resuelvan las presiones cambiarias.