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La economía cayó por segundo mes consecutivo en marzo, ¿fin de la recuperación?

¿Qué pasó con la economía en marzo?

En marzo, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 11,4% en términos interanuales, acumulando un avance de 2,4% en el primer trimestre del año. Dicho esto, vale remarcar que la economía se había derrumbado 9,9% en 2020, producto del inicio de la pandemia y la cuarentena, de modo que la base de comparación es particularmente baja: al contrastar con marzo de 2019 se observa un retroceso de casi 1%.

Por otra parte, en marzo de 2021 la actividad se contrajo 0,2% en términos desestacionalizados, marcando el segundo mes al hilo en terreno negativo. Como resultado, la economía se ubicó casi 2% por debajo de los niveles pre-pandemia.

¿Cómo fue la dinámica sectorial?

A nivel rama de actividad, tanto los Bienes como los Servicios mostraron un avance importante en relación con marzo del año pasado, influidos, una vez más, por la baja base de comparación: mientras que los primeros saltaron 17,8%, los segundos treparon “solo” 6,3%. Más allá de estos números, sobresale que los bienes están trabajando por encima de los niveles pre-pandemia (+2,5%) e incluso de 2019 (+2,6%), mientras que los servicios están por debajo de ambas fechas (-5,0% y -3,9%, respectivamente). En este sentido, las menores opciones de gasto que deja la pandemia y las mayores limitaciones a las ramas de servicios explicaron parte de la recuperación de los bienes en un contexto de caída del salario real -y de recuperación de los puestos de trabajo-.

En términos sectoriales, la Industria Manufacturera creció casi 29% respecto de marzo 2020 y 9,2% en relación con 2019. Por su parte, la Construcción se estancó de manera desestacionalizada, pero siguió por encima de la pre-pandemia y 45% arriba del tercer mes del año pasado. Por su parte, el Comercio mayorista y minorista también continúa en terreno positivo, marcando un avance de 23,3% i.a. y de 7,3% respecto de marzo 2019. Del lado de los perdedores, la lista la encabezan los servicios: Hoteles y restaurantes cayó 22,3% i.a., en tanto Transporte y comunicaciones se redujo 1,7% i.a.

Por lo tanto, podemos afirmar que se repitió el patrón de crecimiento de los últimos meses: industria, construcción y comercio lideran, lo que representa una buena noticia para el empleo, mientras que los servicios asociados al esparcimiento son los grandes perdedores de esta crisis.

¿Cómo seguirá la actividad?

Hasta el momento, las restricciones a la circulación buscar golpear lo mínimo indispensable a la actividad económica. En este marco, aunque podrían seguir las caídas desestacionalizadas en abril y mayo, especialmente en los rubros afectados o de mayor trabajo nocturno, las mismas no serían tan relevantes como lo fueron el año pasado. Habrá que ver cómo siguen las medidas en las próximas horas para conocer qué pasará en el cierre de este mes, y también en junio.

En cambio, durante el segundo semestre podrían advenir mejores noticias. En un contexto de inflación descendente -por caso, el REM proyecta un 47,3% de inflación para 2021, por debajo del 62,5% anualizado del primer cuatrimestre- y actualización salarial, el consumo podría recuperarse impulsado por la llegada de vacunas y el calor que traería la baja de los contagios. A la vez, la apreciación del tipo de cambio oficial podría sumar buenas nuevas, transitorias, a la dinámica general.

En este marco, la economía volvería a crecer de manera desestacionalizada en la segunda parte del año. Al igual que la recuperación pos-cuarentena anterior, el rebote cercano a las elecciones estaría liderado por los Bienes: la industria y la construcción son los grandes ganadores del nuevo patrón de crecimiento. Por el contrario, los Servicios seguirían más rezagados, esperando el final de las restricciones por un lado y la recuperación del empleo y con él de la demanda, por el otro. Las expectativas de devaluación que podrían arreciar cerca de la votación configurarían un patrón de crecimiento similar al del cierre de 2020: compra de bienes dolarizados y adelanto de producción, en virtud de cubrirse de los potenciales efectos de un ajuste cambiario pos-electoral.

Antes de cerrar, vale destacar que, si se mantuviera el valor de marzo, la economía avanzaría alrededor de 7% este año. Dado que desde Ecolatina proyectamos un 6% de crecimiento para el PBI en 2021, también estamos asumiendo una caída desestacionalizada de la actividad en el corto plazo, que se transformará en rebote más cerca del cierre del año. Como resultado, la actividad recuperaría este año poco más de la mitad de lo perdido en 2020. Habrá que ver si las correcciones que advendrían después de las elecciones y el nuevo acuerdo con el FMI permitirán que esta tendencia continúe en el 2022.

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Freno a la recuperación: luego de 9 meses, la actividad se contrajo en febrero

En febrero, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 2,6% en la comparación interanual, acumulando una caída de -2,4% i.a. en los primeros dos meses del 2021. A su vez, retrocedió 1,0% en términos desestacionalizados, terminando con la tendencia de nueve meses consecutivos de recuperación, desde mayo de año pasado. De esta forma, el nivel de actividad se encontró en febrero aún un 2,4% por debajo del primer bimestre de 2020.

A nivel sectorial, 6 de 15 ramas mostraron un crecimiento interanual en el mes, con los Bienes registrando una mejor performance que los Servicios. En este sentido, la producción del primero se mantuvo estable en febrero (+0,3% i.a.), desacelerando su mejora en comparación a los dos meses anteriores (cuando habían avanzado cerca de +2% i.a.) y generando que su producción volviera a ubicarse por debajo de los niveles pre-pandemia.

Al interior, la ralentización se explicó principalmente por el desempeño de la Industria manufacturera pese a que subió 1,6% i.a., dado que desaceleró su mejora producto de los parátes de planta para limpieza y la toma de vacaciones. Además, impactó el magro desempeño de Electricidad, gas y agua (-8,7% i.a.) y Explotación de minas y canteras (-9,8% i.a.). A contramano, sobresalió la evolución de la Construcción (+11,7% i.a.), que ya encadenó cuatro meses consecutivos de crecimiento interanual gracias a la reanudación de obras de mayor magnitud y la elevada demanda de insumos.

Por su parte, los Servicios volvieron a contraerse (-4,3% i.a.) y se mantienen en niveles inferiores a la pre-pandemia. Los sectores más golpeados continúan siendo los que tuvieron las mayores restricciones para operar: Hoteles y restaurantes (-38,2% i.a.), Otras actividades de servicios (-17,7% i.a.) y Transporte y comunicaciones (-15,6% i.a.). Por su parte, los dos sectores que se mantuvieron en niveles superiores a la pre-pandemia fueron Comercio (+3,4% i.a.) e Intermediación financiera (+3,5% i.a.).

¿Qué esperamos? 

Desde marzo, el nivel de actividad comenzará a mostrar un crecimiento en términos interanuales, dado que se comparará con los meses pandémicos, donde los puntos de partida son muy bajos. Por otra parte, la actividad retornaría al crecimiento desestacionalizado en marzo: los datos de producción automotriz, acero y materiales para la construcción mostraron un buen desempeño el mes pasado, marcando que la segunda ola de COVID todavía no había impactado en la producción.

Más adelante, entrado el segundo trimestre, el nivel de actividad se verá afectado por las mayores restricciones que traerá la aceleración de contagios de COVID. Hay que tener en cuenta que las nuevas limitaciones implementadas hace unos días son más focalizadas y orientadas a la circulación, y no afectan sensiblemente la producción de bienes y servicios a nivel agregado. De todas maneras, esto no alcanzaría para evitar que haya un retroceso sobre el nivel de actividad: los comercios achicaron sus horarios de venta al público, las personas comenzaron a resguardarse más en los hogares por la alta circulación del virus y algunas industrias y/o comercios podrían verse obligados a cerrar temporalmente en la medida que haya contagios del personal.

En este sentido, el impacto final sobre la economía estará determinado principalmente por la duración de la nueva ola de contagios, las nuevas restricciones y el ritmo de vacunación. A su vez, teniendo en cuenta que el contexto social es delicado, el Gobierno podría incrementar nuevamente su déficit para apaliar la crisis. En este sentido, ya se anunció el cobro de un bono para beneficiarios de AUH y monotributistas de las dos categorías más bajas, con un impacto fiscal acotado (representa un 0,1% del PBI, en tanto el paquete del año pasado rozó 3% del producto).

Además, al tratarse de un año electoral, el Ejecutivo se enfocará en mejorar rápidamente el poder adquisitivo de los hogares y bajar la inflación, y para lograrlo ya redujo la tasa de la depreciación del tipo de cambio oficial. Si bien nuestro escenario más probable no contempla una restricción generalizada a las importaciones, si se endurecen las trabas para acceder al mercado oficial de cambios, la actividad podría verse afectada, ralentizando la recuperación.

Si el nivel de actividad del primer bimestre se mantuviera sin variaciones en lo que resta del año, la economía crecería un 7,5% en 2021. Partiendo de este elevado arrastre estadístico, entonces, la actividad se recuperará en 2021, aunque más ayudada por bajas bases de comparación que por una recuperación genuina. Más allá de la dinámica económica, y de la misma forma que en 2020, el resultado estará muy determinado por la evolución del frente sanitario: es probable que la actividad retroceda de manera desestacionalizada en el segundo trimestre de 2021 (el propio gobierno espera un 7% de crecimiento, por debajo del arrastre estadístico actual), más explicado por un aumento de los contagios y una vuelta de las restricciones que por problemas en la recuperación. De esta forma, proyectamos un crecimiento de 6% en el promedio anual, siempre que los contagios no se disparen: en ese caso, el rebote podría ser menor.

 

Actividad: buen comienzo de 2021, pero con nubarrones en el horizonte

¿Cómo evolucionó la economía en enero?

En el primer mes del año el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 2% i.a., pero creció 1,9% respecto a diciembre en términos desestacionalizados, el avance mensual de mayor magnitud de los últimos cuatro meses -y en un contexto de pocas nuevas relajaciones de las restricciones sanitarias, lo que es todavía más alentador-. De esta forma, la economía suma nueve meses de gradual y sostenida recuperación luego del derrumbe inédito sufrido en abril del año pasado. No obstante, con el registro del primer mes del año la actividad se ubicó todavía 1,3% por debajo del nivel pre-pandemia (enero-febrero 2020).

¿Cómo arrancaron el año los distintos sectores?

Al interior del EMAE siguieron verificándose velocidades de recuperación dispares a nivel sectorial, en un contexto en que volvió a mejorar en la difusión del crecimiento (cada vez crecen más sectores) y sigue siendo evidente el rezago en la perfomance de los servicios en relación con los bienes. En este marco, en el primer mes de 2021, la mayor parte de las ramas de actividad enseñaron un mejor desempeño respecto a lo observado en diciembre.

En enero, 8 de los 15 sectores que componen el indicador retornaron a niveles pre-pandemia. Entre los bienes (+3,5% i.a.), capítulo que ya suma dos meses con subas interanuales, Construcción (+10,2%) e Industria manufacturera (+4,6%) son los rubros con el mejor desempeño. El primero de ellos, siendo traccionado por el “veranito” que experimenta la demanda de bienes durables e insumos para la construcción, mientras que, en la construcción, la desaceleración en la demanda para pequeñas refacciones está siendo compensada por la reanudación de obras de mayor magnitud y una creciente obra pública.

 

En sentido contrario, Petróleo, gas y minería se contrajo 7,2% i.a. y sigue casi 8 p.p. por debajo del nivel pre-pandemia. Si bien el precio del petróleo ha regresado a la zona de los USD 60 por barril y se verifica un mayor ánimo inversor, las restricciones a la circulación no permiten una mejora significativa.

Por último, los Servicios promediaron un retroceso de 9% i.a. en enero 2021, volviendo a desacelerar su tasa de caída. Entre las ramas que alcanzaron (y superaron) los niveles previos a la pandemia resaltan Intermediación financiera (+7,2% i.a.), y Comercio (+2,6%). En tanto, los sectores que aún están lejos de reconquistar el terreno perdido fueron los que continuaron con mayores restricciones para operar, como Hoteles y restaurantes (-39,1%) y Otras actividades de servicios (-19,2%).

¿Qué esperamos para 2021?

El arrastre estadístico de 8 p.p. que deja enero para lo que resta de 2021 augura una recuperación significativa para este año. Sin embargo, habiendo despejado en el corto plazo el riesgo cambiario asociado a un abrupto salto cambiario, el número final estará determinado principalmente por cómo evolucionará el frente sanitario. En ese sentido, los riesgos de un recrudecimiento de la crisis sanitaria han aumentado, a la luz de la aceleración de los contagios tanto en Argentina como en países vecinos, de la circulación de nuevas variantes del COVID-19 y de las demoras en el arribo de vacunas mientras nos adentramos en el otoño.

Si bien el advenimiento de la segunda ola es casi un hecho, creemos que el aprendizaje de producir bajo pandemia, la mejora en la capacidad instalada del sistema sanitario y el escaso margen social-económico-político para aplicar una cuarentena dura permitirían que la implementación de nuevas restricciones sea menos estricta que en 2020. De esta forma, proyectamos que se aplicarán más restricciones a la circulación, aunque se intentará evitar restringir las actividades productivas.

En este marco, seguirá existiendo un rebote de carácter heterogéneo a nivel sectorial: los no esenciales -como Hoteles y restaurantes y Otras actividades de servicios comunitarias y parte del Transporte, entre otros- continuarán con una lenta recuperación, mientras que algunos sectores (principalmente productores de bienes) tendrán algo más de aire para mantenerse en niveles superiores a la pre-pandemia.

Por otra parte, las particularidades políticas impactarán también sobre el proceso de recuperación. En el año electoral, el gobierno apuntará a dinamizar al consumo mediante planes oficiales (Ahora 12, Precios Máximos) y a atrasar la evolución del tipo de cambio oficial como principal herramienta para contener la inflación y recomponer el poder adquisitivo en la previa a las elecciones. Asimismo, en un contexto de Reservas netas exiguas, un endurecimiento de los controles a las importaciones y a la compra de dólares para la producción podría frenar la recuperación de algunas actividades.

En síntesis, teniendo en cuenta que habría un impacto de la pandemia sobre la economía, aunque menor al 2020, y que el mercado cambiario se mantendría relativamente calmo durante los próximos meses, el nivel de actividad se recuperaría solo parcialmente en 2021. Este crecimiento estará más ligado al arrastre estadístico significativo -del 5%- que dejó el año anterior, que a una recuperación económica de magnitud y tangible.

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La economía argentina cayó 9,9% en 2020, ¿cuánto recuperará en 2021?

¿Cómo cerró la economía el 2020?

En el cuarto trimestre de 2020 la economía se contrajo 4,3% i.a. y de esta manera, la economía argentina cayó 9,9% en 2020, levemente por debajo de la caída de 2002 (-10,9%). A su vez, teniendo en cuenta que el nivel de actividad se contrajo en los últimos tres años, la caída acumulada fue de 14,0% respecto al promedio de 2017. Por otro lado, la actividad mejoró 4,5% en términos desestacionalizados ubicándose 4,7% por debajo del último trimestre de 2019. De esta manera, el arrastre estadístico positivo para 2021 se ubica en 5 p.p.

El consumo privado continuó fuertemente golpeado. Se contrajo 8,1% i.a. en el cuarto trimestre y cerró el año con una caída promedio de 13,1% durante 2020, encadenando tres años consecutivos de caída y contrayéndose significativamente más que la caída del PBI. Este hecho se explica por el impacto de las restricciones a la circulación con motivo de la pandemia, que no solo impidió el consumo de muchos bienes y servicios, sino que significó la pérdida de muchos puestos de trabajo -principalmente dentro del plano informal y cuentapropista- a la vez que favoreció el deterioro del salario real (en torno al 3,6% anual). Cabe destacar que este componente de la demanda logró experimentar una nueva mejora respecto al trimestre anterior (+4,2%), recuperándose a un ritmo similar al del total de la economía.

Por su parte, la inversión productiva corrió una suerte distinta. Luego nueve trimestres consecutivos de caídas interanuales, la Formación Bruta de Capital (FBC) creció 15,9% respecto al mismo trimestre de 2019. A su vez, luego de caídas en el primer semestre del año, experimentó el segundo crecimiento consecutivo (+17,3%) en términos desestacionalizados, siendo el componente de la demanda que mayor velocidad tuvo en recuperarse (cerró un 15,8% por encima del cuarto trimestre de 2019). La mejora se debe al incremento de 10,2% de la inversión en construcción (sector que logró recuperar los niveles pre-pandemicos al cierre del 2020), maquinaria y equipo (+21,7%) y equipo de transporte (+49,6%), donde en estos dos últimos se expandió en mayor medida el componente nacional. De todas maneras, la inversión cerró con una caída de 13,0% en 2020, representando un 16,5% del PBI en el promedio del año (el nivel más bajo desde el año 2004).

En lo que respecta al sector externo, tanto las importaciones (-2,8% i.a.) como las exportaciones (-32,5% i.a.) mostraron un retroceso en el cuarto trimestre de 2020. Sin embargo, mientras que las importaciones lograron recuperarse un 14,1% respecto al trimestre anterior, las exportaciones se contrajeron un 8,7%. En este sentido, el mal desempeño de las cantidades exportadas corresponde principalmente a la elevada brecha cambiaria que actuó como desincentivo a las ventas al exterior, a la par que problemas de conflicto gremial en el cierre del año generaron un golpe marginal extra. Por su parte, las cantidades importadas lograron recuperarse respecto al tercer trimestre gracias a la recuperación en la industria (que cerró el 2020 en niveles previos a la pandemia) pero también por los incentivos al adelanto de compras externas ante las expectativas de devaluación. Cabe destacar que, a pesar del peor desempeño de las exportaciones en el cierre del año, las importaciones cayeron a un ritmo similar a las exportaciones en el promedio anual (-18,1% y -17,7%, respectivamente).

¿Qué esperamos para este año?

En 2021, la recuperación de la actividad estará determinada por cómo evolucione el frente sanitario. Los contagios diarios están aumentando a un ritmo alto en otros países de Latinoamérica -como Brasil y Chile- y la campaña de vacunación está evolucionando más lento de lo esperado en nuestro país, por lo que no se lograría evitar una segunda ola de Covid-19. De todas maneras, creemos que el aprendizaje de producir bajo pandemia permitiría que la implementación de nuevas restricciones sea menos estrictas que el año pasado. Sin embargo, seguirá existiendo un rebote de carácter heterogéneo a nivel sectorial: los no esenciales -como Hoteles y restaurantes y Otras actividades de servicios comunitarias y parte del Transporte, entre otros- continuarán con una lenta recuperación, mientras que algunos sectores (principalmente productores de bienes) tendrán algo de aire para mantenerse en niveles superiores a la pre-pandemia.

Por su parte, hay que remarcar las necesidades políticas impactarán también sobre el proceso de recuperación. Al tratarse de un año electoral, el Gobierno buscaría reducir la depreciación del tipo de cambio oficial para desacelerar la inflación, con el objetivo de recuperar poder adquisitivo en los meses previos a las elecciones. Además, esto sería complementado con planes oficiales para fomentar el consumo privado, lo cual podría ayudar a dinamizar a la actividad en el muy corto plazo.

En síntesis, teniendo en cuenta que habría un inevitable (pero menor) impacto de la pandemia sobre la economía, el nivel de actividad lograría recuperarse solo en torno al 6% en 2021. Este crecimiento estará más ligado al arrastre estadístico significativo -en torno a los 5 p.p.- que dejó el año anterior, más que a una recuperación económica de magnitud.

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