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Industria manufacturera: un análisis de cada rama de actividad

La actividad económica creció más de 10% i.a. en el promedio de 2021, recuperando el terreno cedido durante el primer año pandémico. Detrás de ese crecimiento, se ubicó el buen desempeño de la industria manufacturera, que creció 15,7% i.a. según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE). De esta forma, el sector operó por encima de los últimos tres años, pero aún por debajo de 2017 (cerró -4,7% respecto a ese año) y explicó 3 p.p. de la variación anual del PIB durante el año pasado, siendo así el motor de la recuperación.

Sin embargo, hay heterogeneidad al interior del entramado industrial. Tal es así que, si bien todas las ramas industriales crecieron frente a 2020 y 13 de las 16 exhibieron una expansión respecto al promedio de 2019, únicamente 6 ramas superaron los niveles alcanzados en 2018 y apenas 2 mejoraron respecto a 2017, el último año en el que la industria había crecido. De esta forma, el objetivo del informe será realizar un mapeo de la performance en 2021 de las distintas ramas y delinear las perspectivas para el 2022.

Ramas con mejor desempeño

Los datos del Índice de Producción Industrial (IPI) reflejan que, dentro de las ramas con mejor desempeño, se encuentra Productos minerales no metálicos (+27,4% i.a. en 2021). En esta expansión fue determinante la recuperación de la construcción (creció más de 30% i.a. en 2021, según el ISAC) que impulsó la demanda de muchos insumos (por ejemplo, ladrillos huecos y placas de yeso exhibieron los niveles de producción más altos desde que comenzó a publicarse el indicador de la construcción, en el año 2012). El buen desempeño del sector constructivo estuvo dado por el levantamiento de las restricciones sanitarias, la continuidad del cepo cambiario que actuó como incentivo a volcar ahorros al bolsillo y los bajos costos para construir medidos en dólares.

Otra rama con un desempeño récord fue Alimentos y bebidas (+5,6% i.a., ubicándose también por encima de los niveles de 2016-2019) que, a diferencia del resto, se había mantenido estable en el primer año pandémico gracias a su carácter esencial (creció +0,4% i.a. en 2020). Al interior de esta rama, la molienda de oleaginosas explicó un tercio de la mejora interanual en 2021, ayudado por la mejora en los precios de commodities, pero sin perjuicio de ello, también se observó un buen año para los lácteos, molienda de cereales, galletitas, productos de panadería, yerba mate, entre otros. A contramano, cabe mencionar que existió una mala performance de la producción de carne, afectada por las trabas a las exportaciones.

Por otro lado, se encuentran las ramas que se ubicaron por encima de los niveles de 2018 y 2019, pero aún por debajo de los niveles de 2017. Tal es el caso de Maquinaria y equipo (+36,7% i.a.), Productos de caucho y plástico (17,8% i.a.), Madera, papel, edición e impresión (+4,3% i.a.) y Sustancias y productos químicos (+7,1% i.a.).

Dentro de estos sectores, cabe destacar el desempeño de Maquinaria y equipo, cuya mejora estuvo liderada por la producción de maquinaria agropecuaria que en 2021 se ubicó en los máximos de al menos los últimos seis años. En este sentido, las opciones de financiamiento y la mejora en los precios de commodities que dinamizaron al sector agropecuario fueron parte de los principales motivos de la mejora. Por otro lado, la producción de aparatos de uso doméstico se ubicó por encima de los niveles de 2017-2020, donde pudo influir la implementación de planes oficiales para dinamizar al consumo (como Ahora 12) en un contexto de cepo cambiario que hace atractiva la adquisición de bienes durables como alternativa de ahorro.

Sectores que aún tienen terreno por recuperar

Los sectores que crecieron frente al bienio 2019-20 pero aún se ubicaron por debajo de los niveles de 2018 son Tabaco (+0,3% i.a.), Productos textiles (+25,3% i.a.), Prendas de vestir, cuero y calzado (+56,9% i.a.), Industrias metales básicas (+31,2% i.a.), Otros equipos, aparatos e instrumentos (+29,3% i.a.), Vehículos automotores (+49,9% i.a.) y Otro equipo de transporte (+60,5% i.a.).

Las ramas asociadas al sector textil, la producción vinculada al sector de equipos y aparatos y al sector automotriz sufrieron una abrupta caída durante 2020, lo que significó que la recuperación comience desde un piso mucho más bajo el año pasado. En este sentido, la mayor demanda de estos bienes como consecuencia de la reapertura de actividades y una mayor sociabilización, combinados con políticas para dinamizar al consumo (como el financiamiento a tasas reales negativas) ayudaron a la recuperación. En este grupo, una mención especial merece la producción de equipos de informática (que incluso logró superar los niveles de 2018), en un contexto de mayor demanda por teletrabajo y el consumo de estos bienes ante falta de alternativas de ahorro.

Por último, hay tres sectores que todavía mantienen un desempeño más acotado, ya que aún no superaron los niveles de 2019: Refinación de petróleo, coque y combustible nuclear (+13,3% i.a.), Productos de metal (+22,4% i.a.) y Muebles, colchones y otras industrias (+4,2% i.a.).

Perspectivas generales para 2022

El año comenzó con un incremento de contagios en las primeras semanas de enero que implicó ausentismos en las fábricas y se combinaron con las habituales paradas técnicas por toma de vacaciones. Como resultado, el Índice de Producción Industrial (IPI) se contrajo en enero (-0,3% i.a. y -5,5% desestacionalizado), pero todo indica que habría recuperado esta merma en febrero, ya que los datos que permiten adelantar el desempeño de la industria son positivos (la producción de autos se duplicó respecto a enero producto de una mayor operatividad y los despachos de cemento subieron 8,2%). Sin embargo, tomado en conjunto, el primer bimestre del año arrojará un muy tenue crecimiento en el mejor de los escenarios.

Para los próximos meses se presentan varios interrogantes. Al que era el eje de la discusión internacional hasta hace algunas semanas -la aceleración de la inflación, que en de Estados Unidos alcanzó los niveles más altos de los últimos 39 años- se le sumó el conflicto entre Rusia y Ucrania. Las primeras consecuencias económicas fueron una escalada en el precio de commodities, que encareció tanto los alimentos como la energía en todo el mundo. Los problemas que esto puede acarrear en la demanda global todavía están por verse -y dependen esencialmente de la duración y alcance del conflicto- pero podría implicar una merma en el crecimiento mundial para este año o incluso una recesión. De esta manera, un escenario de estanflación en el mundo gana probabilidad lo cual indudablemente golpeará al entramado industrial, especialmente en aquellas ramas dependientes de las importaciones y exportaciones.

Por otro lado, si bien el alza en los precios de commodities puede actuar como incentivo para la producción de algunas ramas de alimentos en el corto plazo -como puede ser la molienda- el desenlace también dependerá del resultado de la cosecha, que no se prevé que sea destacable, como también de la continuidad de este shock “positivo” para el sector. Adicionalmente, el incremento de los principales costos de alimentación del ganado vacuno trae presiones sobre el precio de la carne, elevando la probabilidad de un escenario con mayores controles a las exportaciones de este producto que desalienten la producción.

El impacto de los precios internacionales puede impactar en la industria de forma indirecta. El encarecimiento de los alimentos, que según relevamientos del IPC GBA Ecolatina avanzó más de 6% en febrero y acumula una suba superior a 10% en el primer bimestre, acelerará a la inflación. A este salario real menguado se le sumarán incrementos tarifarios a partir de marzo, que se continuarán a lo largo del segundo trimestre del año, dejando un menor ingreso disponible para el consumo de las familias que lo previsto hace algunos meses. En este sentido, el consumo privado no crecería de manera significativa este año (estimamos un avance de 3,7% i.a. para el año, por encima de la actividad económica, pero por debajo del arrastre estadístico que dejó 2021), lo cual podría recortar el ritmo de recuperación de algunos sectores que aún estaban por niveles por debajo de los de 2018, como los asociados al sector textil. Además, puede afectar a la demanda de otras ramas que todavía no habían podido recuperarse notablemente (ya que están operando por debajo de los niveles de 2019), como es el caso de la industria de muebles y colchones.

A su vez, la ya mencionada alza en el precio del petróleo y del gas complica el panorama energético. La suba del precio y la disponibilidad de este a lo largo de los próximos meses podría ocasionar un cuello de botella en el que se tenga que administrar este recurso entre hogares residenciales e industriales, haciendo que algunas industrias puedan enfrentar momentáneas restricciones operativas. Por otro lado, esto agravará la salida de divisas por lo que es posible que una vez pasada la liquidación de la cosecha gruesa, la menor disponibilidad de dólares redunde en controles a las importaciones o demoras en liberar órdenes para que entren insumos necesarios para la producción. En el caso del sector automotriz, a este panorama se le suma que la escasez mundial de semiconductores seguiría afectando a lo largo de todo 2022.

En síntesis, el entramado industrial desaceleraría el crecimiento respecto a la magnitud de la recuperación observada en 2021. El número final estará determinado por qué tanto influyan los factores antes mencionados, pero en una primera instancia estimamos que la industria exhiba una mejora en torno al 3% i.a. en 2021. Esta cifra permitiría mantenerse por encima de los niveles de 2018 y 2019, pero aún no lograr superar los últimos niveles máximos ocurridos en 2017.

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La actividad económica creció 10,3% i.a. en 2021

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) creció 9,8% i.a. en diciembre. Así, tras la caída del 2020 (-9,9% i.a.), el PIB se habría recuperado 10,3% i.a. en 2021. De todas maneras, aún no recuperó todo el terreno cedido: al contrastar con los niveles promedio de 2019, se ubicó levemente por debajo (-0,7%).

En términos desestacionalizados creció 0,9% respecto al mes anterior, acumulando dos meses consecutivos de mejoras. De esta forma, la economía avanzó 9,0% al contrastar con diciembre de 2020 y se ubicó en niveles casi 5% superiores a los pre-pandemia (al comparar con el primer bimestre del 2020).

A nivel sectorial, los bienes crecieron 9,5% i.a. y los servicios 7,9% i.a. en diciembre. Al analizar el acumulado del año, subieron 11,3% i.a. y 9,0% i.a. respectivamente. De todas formas, mientras que los Bienes se ubicaron por encima de los niveles promedio de 2019 (+1,5%), los Servicios aún se encuentran rezagados (-2,5%), en un contexto en el cual existen determinados sectores vinculados al esparcimiento que aún tienen mayor terreno por recuperar.

Al interior, resaltó el desempeño de la industria y el comercio. La industria manufacturera creció 9,9% i.a. en diciembre, acumulando una suba de 15,7% i.a. en 2021. Por su parte, el Comercio subió 5,6% i.a. (+13,0% i.a. acumulado). La mejora de estos dos sectores se dio en un contexto de mejora paulatina de la demanda interna, como consecuencia del comienzo de la mejora del salario real (principalmente en la segunda parte del año), la recuperación total en los puestos de trabajo y planes oficiales para dinamizar el consumo. Así, en conjunto estos dos sectores explicaron casi la mitad de la mejora anual de la actividad económica (5 p.p. del 10,3% i.a.).

A diferencia, el único sector con incidencia negativa a lo largo del 2021 fue el sector agropecuario (-0,03 p.p.). Este sector exhibió una mejora de 9,9% i.a. en diciembre, pero acumuló un descenso de 0,3% i.a. respecto al año anterior.

La mejora en la actividad económica se habría mantenido en los primeros meses del 2022. De todas maneras, visualizamos determinados riesgos entrando al segundo trimestre. Estos están asociados tanto a una menor liquidación del sector agropecuario, que podrían dificultar el financiamiento de mayores importaciones, como a una mayor incertidumbre en función del desarrollo de las renegociaciones con el FMI. Además, eventuales correcciones de precios relativos -principalmente tarifas- en los próximos meses podría también ocasionar una merma en el consumo privado en el corto plazo. De esta forma, estimamos que el crecimiento de la economía se ubique en la zona de 3% en 2022. Esta mejora será explicada en mayor medida por el arrastre estadístico positivo que dejó el 2021 (3 p.p.), más que por una mejora genuina de magnitud.

La construcción creció 30,8% i.a. en 2021

En diciembre, el Indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC) mostró una suba de 4,6% i.a y acumuló para todo 2021 un aumento de 30,8% i.a. respecto a 2020. De esta forma, el sector también se mantuvo levemente por encima de los niveles pre-pandemia: se ubicó un 5,4% por encima de los niveles de 2019, pero aún un 3% por debajo del 2018.

Creció 2,7% en términos desestacionalizados respecto a noviembre, acumulando tres meses consecutivos de mejoras. Sin embargo, el sector exhibió una evolución con vaivenes a lo largo de todo el 2021, ya que en 6 de los 12 meses hubo contracciones mensuales. Pese a dicha evolución, en diciembre de 2021 se ubicó en niveles 3,7% superiores a los de diciembre de 2020.

Al interior del indicador, crecieron 8 de las 13 categorías relevadas en términos interanuales. El principal motor de la suba fue el consumo aparente de asfalto (42,2% i.a). Este insumo está muy asociado a la obra pública, que mostró un fuerte crecimiento el año pasado: el gasto de capital nacional acumuló un aumento de 56,2% en términos reales.

Dentro de los insumos asociados a obras privadas de magnitud, la mayor parte exhibió mejoras interanuales en diciembre. Se destacan hierro redondo y aceros para la construcción (+22,9% i.a), hormigón elaborado (+4,1% i.a) y cemento (+5% i.a). A contramano, el consumo aparente de placas de yeso y ladrillos huecos cayeron (-10,1% i.a. y -9,1% i.a., respectivamente).

Por otro lado, el relevamiento de insumos asociados a obras privadas de menor magnitud (refacciones para el hogar) mostró un retroceso respecto a igual mes de 2020: cayeron pinturas para la construcción (-7,5% i.a), pisos y revestimientos cerámicos (-1,2% i.a) y artículos sanitarios de cerámica (-0,6% i.a). En este sentido, la mayor demanda para reformas al interior del hogar que trajo aparejada la implementación de la cuarentena se fue diluyendo a lo largo del año anterior.

Complementando los datos del ISAC, el INDEC publicó información sobre los puestos de trabajo registrados del sector privado de la construcción. En noviembre, los puestos de trabajo exhibieron una suba de 18,7% i.a. en contraste con el mismo mes de 2020 y acumularon un crecimiento de 9,2% en comparación con igual periodo de 2020. De todas maneras, aún se ubicaron por debajo de los puestos de trabajo de noviembre de 2019 (-1,9% por debajo, lo cual representa unos 7.600 puestos menos), dejando en evidencia que, si bien el sector ya se encuentra operando por niveles por encima de los niveles de 2019, el mercado de trabajo formal se recupera a un ritmo algo menor.

¿Qué esperamos?

Hasta el momento, los indicadores que permiten adelantar la actividad de la construcción del primer mes del año son conservadoras. El Índice Construya (IC), buen proxy de la actividad de la construcción del sector privado, exhibió un aumento de 3,9% i.a. en contraste a enero de 2021. De todas formas, mostró una leve baja en términos desestacionalizados (-0,9% respecto a diciembre). A su vez, luego de 16 meses consecutivos en alza, los despachos de cemento mostraron una caída de 2% en términos interanuales en enero, mientras que también cayeron respecto a diciembre por motivos principalmente estacionales (-14,4%).

Las perspectivas para los próximos meses son más favorables. El 67,3% de las grandes empresas que realizan obras privadas prevén que el nivel de actividad del sector no cambiará durante los próximos tres meses, mientras que 23,1% estima que aumentará. Dentro de las empresas dedicadas fundamentalmente a la obra pública, 61,4% opina que el nivel de la actividad no cambiará y el 32,9% cree que aumentará. A su vez, la superficie autorizada para edificar exhibió un incremento de 69,8% i.a. en noviembre del año anterior, acumulando once meses consecutivos de mejoras interanuales.

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Perspectivas 2022: un análisis de los componentes de la actividad económica

La actividad económica creció en torno al 10% en 2021, recuperando prácticamente la totalidad del terreno cedido a lo largo del pandémico 2020. Los principales drivers detrás de la elevada tasa de expansión fueron la baja base de comparación y el arrastre estadístico alto que dejó el año de la pandemia, a lo que se les sumaron el relajamiento de las restricciones sanitarias, la normalización de muchas actividades económicas, y la disponibilidad de divisas -producto del alza de precio de commodities- que permitió financiar mayores importaciones.

Para 2022, el panorama luce más complejo. Estimamos que la economía moderará su crecimiento, avanzando menos de 3% promedio durante el año (en línea con el arrastre estadístico que dejó el 2021). De hecho, al contrastar entre puntas (es decir, diciembre vs diciembre), proyectamos que el avance económico sería menor al 1% a lo largo del 2022, evidenciando una dinámica de la actividad todavía insuficiente para que se alcance en términos de PIB per cápita los niveles previos a la crisis del Covid-19.

De esta forma, trataremos de dilucidar por qué esperamos este menor ritmo de evolución a nivel general, así como un análisis de la evolución de los distintos componentes del gasto, y cuál esperamos que sea la dinámica de la producción de los bienes y servicios en este año.

Consumo privado sin un importante despegue

En 2021 el consumo privado crecería alrededor de 9,7%, pese a que tanto el salario real de los trabajadores registrados (-2,5% promedio anual) como la masa de jubilaciones (en torno al -5% promedio anual) mostraron un deterioro en promedio una vez descontada la inflación. En este sentido, a favor del consumo incidió la importante recuperación de la cantidad de ocupados, la reapertura de paritarias en la segunda mitad de 2021, el retraso cambiario (con tasas de interés negativas en términos reales) y programas específicos (como Ahora 12).

De cara a este año, y si bien tanto los salarios como las jubilaciones fueron de mayor a menor y tendrán un arrastre positivo en el arranque de 2022, muchos de estos factores no estarán, o perderán fuerza: la recuperación en la cantidad de ocupados no será la de 2021, el tipo de cambio no se atrasará y las tasas de interés tenderían a ubicarse en terreno positivo.

A esto se suma el riesgo de que una continuidad en la aceleración de la inflación erosione el poder de compra. La decisión por parte del BCRA de acelerar el crawling-peg (+2,2% avanzó el tipo de cambio oficial en enero, en contraste con el 1,1% promedio del segundo semestre del 2021), las subas de tarifas de servicios públicos y otros precios regulados -como combustibles, que crecerá 9% en el segundo mes del año- y los incrementos habituales de indumentaria y educación en marzo, se unirán a la elevada inercia del proceso inflacionario -el IPC núcleo viene ubicándose por encima del 3% hace 15 meses-, complicando la desaceleración de la inflación a lo largo de todo el año. De

esta forma, estimamos que, si bien el salario real podría continuar mostrando una mejora en el margen en la comparación interanual de los primeros meses, el buen desempeño se irá diluyendo conforme pasen los meses y persista la elevada inflación.

Por otro lado, al tratarse de un consumo que no es posible reemplazar, el aumento de tarifas también impacta sobre el ingreso disponible que los hogares tienen para consumir otros bienes y servicios. En este sentido, habrá que monitorear de cerca qué es lo que finalmente se incluirá en el potencial acuerdo con el FMI en materia de acciones para acotar la cuenta de subsidios.

Por el lado del empleo, la tasa de actividad y de ocupación ya son similares a la de los niveles previos a la crisis de 2018 y 2019. En 2021 el fuerte repunte en la cantidad de ocupados (estimamos +11,5% en el promedio anual) estuvo explicado por la recuperación de los puestos perdidos en la pandemia -fue liderada por asalariados informales y cuentapropistas, las modalidades que más sufrieron las restricciones-, por lo que este efecto no se repetirá con intensidad en 2022. Además, si miramos únicamente los asalariados privados, éstos habrían aumentado menos de 1% en promedio en 2021, por debajo del crecimiento poblacional, incluso pese a la significativa recuperación del empleo formal en la industria (+2,5% promedio).

Esta dinámica, junto a lo mencionado acerca del poder adquisitivo, refleja que la masa salarial, pese a que los salarios arrancarán el año mostrando subas en términos reales, permanecerá sensible a la incertidumbre económica durante este año. De todos modos, y en parte también gracias al arrastre estadístico, proyectamos que el consumo privado avanzará 3,2% en 2022, aunque terminará el año aún 3% por debajo del promedio de 2019 y más de 10% por debajo del alcanzado en 2017.

Exportaciones e inversión, ¿cuánto margen tienen para crecer?

El desempeño de las cantidades exportadas también será menor al observado en 2021 -signado por la recuperación del comercio global- y crecería en línea con el arrastre estadístico. Uno de los limitantes para nuestra demanda externa serán las acotadas perspectivas de crecimiento de Brasil, nuestro principal destino de exportaciones industriales, las cuales se ubican en sólo 0,3% para 2022 (según el relevamiento de expectativas de ese país). En este sentido, tampoco ayudará la moderación de la expansión de China (+5%) y el resto del mundo, especialmente en un contexto mundial en el que la aceleración de la inflación pone en primera plana el posible endurecimiento de la política monetaria.

Uno de los posibles riesgos de esto último sería un shock negativo sobre el precio de los commodities. Si bien la soja se comercializó a aproximadamente 570 USD/TN en la última semana, no esperamos que el contexto internacional sea favorable -asumiendo que el conflicto armado entre Rusia y Ucrania no continúa escalando- al precio de los granos, por lo que no se repetiría un salto en los términos del intercambio semejante al del 2021. Además, las estimaciones de la campaña son conservadoras: en las próximas semanas el clima definirá el volumen de la cosecha gruesa, pudiendo condicionar tanto las cantidades exportadas del segundo trimestre, como la oferta de dólares.

Por el lado de la inversión, en 2021 creció alrededor de 30,5% i.a. en función de la dinámica de la construcción y de las importaciones de bienes de capital. La inversión fue el componente que recuperó más rápidamente los niveles pre-crisis (ya se encuentra 14% por encima del promedio de 2019, pero un 5% por debajo de 2018) y por este motivo es esperable una continuación en la recuperación, pero desacelerando el ritmo en las tasas de crecimiento hacia adelante. Para 2022 proyectamos un crecimiento en torno al 4%, de la mano de un todavía favorable desempeño de la construcción, que según la encuesta que realiza el INDEC, el 90% de las empresas del sector estiman que la actividad aumentará o no variará en el corto plazo.

Servicios vs Bienes: ¿los servicios pasan al frente de la recuperación?

Por el lado de la producción de bienes, las mencionadas perspectivas de la cosecha podrían generar que el sector agropecuario se mantenga con un crecimiento acotado o estancado a lo largo del 2022. Por su parte, la producción de la industria manufacturera puede verse afectada por el acotado crecimiento de Brasil, combinados con los riesgos de que un mayor tipo de cambio encarezcan el costo de los insumos y/o existan complicaciones para el abastecimiento debido una menor fluidez en el flujo de importaciones en un contexto de escasez de dólares (que también serían la consecuencia de menores cantidades exportadas y precios de commodities menos favorables). Además, la ralentización en el ritmo de expansión del consumo también tendría impacto sobre la producción de determinadas ramas asociadas al mercado interno (como Prendas de vestir y calzado, que llegó a trepar 57% i.a. en el acumulado del 2021).

Por otro lado, con la eliminación completa de las restricciones sanitarias, los sectores asociados al esparcimiento (hoteles, restaurantes, actividades culturales) y al transporte finalmente podrían retornar a los niveles de actividad pre-pandemia, teniendo en 2022 su postergada “revancha”. Sin embargo, en conjunto estos sectores representan alrededor de 12% de la actividad económica, por lo que no es de esperar que el empuje en la economía en general sea el similar al observado con la recuperación de la industria, la construcción o el comercio en general (que conjuntamente explican el 40%)

De esta forma, si bien tanto los Bienes como los Servicios ya recuperaron los niveles pre-pandemia (en noviembre, se ubicaron 7,7% y 1,2% por encima, respectivamente), los segundos tendrían algo más de margen para crecer en el corto plazo, mientras que los Bienes mostrarían una ralentización más acentuada respecto de 2021.

Consideraciones finales

Si bien esperamos que la recuperación continúe en los primeros meses del año -siempre que no se exacerben nuevamente las tensiones financieras- la cautela está asociada varios factores que podrían erosionar la dinámica positiva pasado el verano.

Esto es porque pasado el arranque del año se conjugarán: i) los riesgos asociados a una menor liquidación del agro, lo que podría complicar el financiamiento de mayores importaciones que promuevan la actividad económica vía una menor oferta de dólares; ii) el impacto de las correcciones cambiarias-fiscales-tarifarias con costos en el corto plazo en materia de actividad y consumo; y, iii) podría comenzar a diluirse la mejora “arrastrada” en términos de crecimiento del salario real si la inflación persiste en niveles elevados.

En síntesis, en 2022 la actividad económica mostraría un desempeño positivo, aunque moderado y sujeto a riesgos que deberán monitorearse

La industria manufacturera creció 15,8% i.a. en 2021, ¿desempeño más acotado en 2022?

En diciembre, el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) exhibió una mejora de 10,1% i.a., registrando el nivel más alto para un diciembre desde que se comenzó a publicar la serie en 2016. De esta forma, el sector creció 15,8% i.a. en el acumulado de 2021. Más aún, se ubicó 7,1% por encima de los niveles promedio de 2019 y permaneció estable respecto a los niveles de 2018 (+0,3%). De esta manera, es posible afirmar que el sector no solo superó el terreno cedido por la pandemia, sino también por la crisis del periodo 2018-2019.

De todas maneras, cabe destacar que los puestos de trabajo se recuperan a un ritmo más lento que el nivel de producción. Según SIPA, los puestos de trabajo registrados del sector industrial se ubicaron en noviembre de 2021 (último dato disponible) en valores un 3,3% por encima del primer bimestre de 2020, dejando en evidencia que ya recuperaron el terreno cedido por la pandemia. Sin embargo, en ese mes estuvieron 1,2% por encima del promedio de 2019, pero aún un 3,8% por debajo del promedio de 2018.

Al analizar el acumulado del año, todos los sectores que componen al indicador exhibieron mejoras respecto al 2020. Además, al contrastarlo con los niveles acumulados de 2019 se observa que 13 de los 16 sectores se ubicaron en niveles superiores, mientras que esta cifra baja a 6 sectores al contrastarlo con los niveles promedio de 2018.

En primer lugar, resaltó el desempeño de Alimentos y bebidas (+5,6% i.a. en el acumulado del 2021), pese que fue uno de los sectores que vio menos afectado su demanda por la pandemia. Al interior, casi todos los subrubros exhibieron mejoras en el acumulado del año, exceptuando a carnes y vino. Casi un quinto de la mejora fue explicado por molienda de oleaginosas (+17,5% i.a.), ayudada por el alza en los precios internacionales de estos productos. En el agregado, la producción de Alimentos y bebidas también se ubicó por encima de los niveles promedio de 2019 (+6,0%) y 2018 (+5,9%).

Por su parte, Prendas de vestir y calzado creció 57,1% i.a. en el acumulado del año. Las menores restricciones a la circulación junto a la normalización de la canasta de consumo, la mayor demanda interna de estos productos ante el incremento de la vida social y programas como Ahora 12 explicaron gran parte de este desempeño. Este sector se ubicó por encima de los niveles acumulados de 2019 (+5,2% i.a.), pero aún por debajo de 2018 (-6,7% i.a.).

Por último, los sectores asociados a la inversión productiva, que se recuperó cerca de 30% i.a. en 2021, también exhibieron mejoras pronunciadas. Ejemplos de esto son Maquinaria y equipo (+36,4% i.a. en el acumulado), Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes (+50,0% i.a.), Otro equipo de transporte (+60,5% i.a.) y Otros equipos, aparatos e instrumentos (+29,3% i.a.). Tras el desplome de 2020, donde las fuertes restricciones y la incertidumbre paralizó cualquier plan de inversión, la producción de estos rubros repuntó también ayudados por planes de financiamiento y tasas de interés real negativas. Todos estos sectores también se ubicaron por encima del acumulado de 2019, pero algunos aún por debajo de los niveles promedio de 2018.

Por último, cabe destacar que en términos desestacionalizados la industria creció 0,6% respecto a noviembre. Así, tras el traspié de octubre (-4,9%), el entramado industrial cerró el último bimestre del año con dos meses consecutivos de crecimiento, pero que no alcanzaron para recuperar los niveles de septiembre, previos a la caída. Este comportamiento fue la norma a lo largo del año anterior: el sector exhibió una evolución del estilo “serrucho”, teniendo en cuenta que en 5 de los 12 meses hubieron caídas en términos desestacionalizados.

Para los primeros meses del 2022 visualizamos algunos interrogantes. Por un lado, la circulación de nuevas variantes junto al elevado ritmo de contagios trajo consigo el riesgo de complicar el normal funcionamiento de las plantas, en la medida que el personal contagiado deba cumplir con los aislamientos y se dificulte mantener un sistema de turnos. Además, en el primer bimestre del año se suelen concentrar las paradas de plantas por toma de vacaciones, lo cual es un factor adicional a la hora de tener en cuenta el desempeño industrial de las primeras semanas del año.

En los siguientes meses del 2022, esperamos que la industria sufra vaivenes al igual que en 2021 pero, teniendo en cuenta que el sector recuperó todo el terreno perdido por la pandemia y buena parte del deterioro de los años previos, es esperable una desaceleración en el ritmo de crecimiento. Además, en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI y la necesidad de endurecer la política fiscal-monetaria, el sector tendrá menos margen para verse beneficiado por políticas expansivas anteriormente implementadas (como programas de financiamiento en cuotas, etc).

Por otro lado, en la medida que existan correcciones del tipo de cambio, se encarecerá el costo de insumos importados necesarios para producir, o podrían existir complicaciones para el abastecimiento en el marco de una compleja situación del comercio internacional. A su vez, en un escenario en el cual existe una escasez importante de dólares, algunos sectores podrían verse afectados en la medida que existan nuevas trabas para importar. Además, existe el riesgo de que estas correcciones impliquen una nueva aceleración inflacionaria, que trunque la recuperación real de los ingresos y golpee a una demanda interna ya debilitada. De esta manera, esperamos que el sector industrial exhiba un crecimiento superior al 3% i.a. en 2022, que corresponderá en buena medida al arrastre estadístico (de casi 3 p.p.) que dejó el último trimestre de 2021. Así, el avance entre puntas en 2022 sería más similar a un estancamiento.

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La industria se recupera 4,8% en noviembre respecto al mes previo

En noviembre, el Índice de Producción Industrial (IPI) exhibió una suba de 10,1% i.a., representando el mejor número para ese mes desde 2018. De esta forma, acumuló un crecimiento de 16,3% i.a. respecto a los primeros once meses del 2020. Al contrastar con el acumulado de 2019 y 2018, se observa que el sector se ubicó un 6,4% por encima de 2019, pero aún un 1% por debajo de 2018.

Por su parte, registró un incremento de 4,8% en términos desestacionalizados. De esta manera, superó parcialmente el traspié del mes de octubre, donde se había contraído 5,7%. Así, el entramado industrial viene mostrando vaivenes en el desempeño desde principios de año, acumulando solo en una oportunidad dos meses de crecimiento sostenido (en marzo-abril). Pese a esto, se ubicó en noviembre un 8,1% por encima de diciembre de 2020.

Al interior, catorce de las dieciséis divisiones de la industria manufacturera presentaron subas interanuales en noviembre. Además, se observó que las principales incidencias del crecimiento interanual fueron por parte del sector textil, calzado e indumentaria y del sector de alimentos y bebidas.

En este sentido, el sector Prendas de vestir, cuero y calzado creció 67,1% i.a., adjudicándose 2,3 p.p del crecimiento interanual a nivel general del mes. Al interior, las variaciones más pronunciadas estuvieron en la fabricación de prendas de vestir (+57,7% i.a.) y la fabricación de calzado y sus partes (+105,3% i.a.). El impulso sobre las ventas de prendas de vestir y calzado viene dado por distintos motivos, dentro de los cuales se destacan el incremento de la actividad de los locales comerciales. Además, el incremento de la vida social luego de las restricciones de los meses anteriores favoreció la demanda de calzado e indumentaria de vestir.

Por su parte, luego de la caída interanual de octubre, el desempeño de Alimentos y bebidas (+7,3% i.a.) explicó 2,0 p.p. de la variación interanual de noviembre. Al interior, resaltó el desempeño de producción de galletitas, productos de panadería y pastas (+14,0% i.a.), ayudadas por mayores pedidos de catering causadas por las menores restricciones a los eventos con aglomeración de personas. A su vez, frutas, hortalizas y legumbres (+35,5% i.a.) y otros productos alimenticios (+12,% i.a.) fueron los otros dos sectores con mayor incidencia positiva.

Por otro lado, resaltó el desempeño de Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes (+22,9% i.a.), Maquinaria y equipo (+17,3% i.a.) y Sustancias y productos químicos (+10,2% i.a.). En conjunto, explicaron 3,5 p.p. de la variación interanual de noviembre.

A contramano, las divisiones Otros equipos, aparatos e instrumentos (-4,4% i.a.) y Muebles y colchones, y otras industrias manufactureras (-1,1% i.a.) fueron las que exhibieron un decremento con relación a igual mes del año pasado.

De esta manera, proyectamos que el entramado industrial crecería en torno al 15% i.a. en el promedio anual de 2021, recuperando todo el terreno cedido en 2020 y 2019. Al contrastar con 2018, el sector se mantendría en niveles similares a los del año que cerró.

Para los próximos meses, estimamos que la industria siga exhibiendo una evolución con vaivenes. En este sentido, podemos visualizar dos riesgos de cara al futuro inmediato. Por un lado, si bien un ritmo de contagios elevado no derivaría nuevamente en restricciones fuertes a la producción y circulación, podrían tener un impacto negativo sobre la producción industrial en el corto plazo. La alta circulación del virus implica una importante ausencia de personal de manera presencial en la medida que los empleados contagiados se deban aislar, afectando al normal funcionamiento de las plantas. Por otro lado, hay que seguir de cerca la evolución del mercado cambiario: una aceleración de la depreciación del tipo de cambio oficial o mayores restricciones de acceso al dólar también podrían encarecer el costo de insumos y/o traer complicaciones para el abastecimiento de insumos necesarios para producir. A su vez, la demanda interna podría verse afectada, en un escenario en el cual la inflación se acelere y los ingresos queden nuevamente rezagados