¿Rebota la actividad en agosto?

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró en agosto una suba mensual s.e. del 0,6%, luego de dos meses de caídas consecutivos. Con este dato la actividad del sector se ubicó 4,4% por debajo de septiembre del año pasado. En consecuencia, el indicador volvió a niveles previos al repunte de la actividad, borrando casi todo lo que había recuperado desde el año pasado.

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) subió 0,5% en agosto, continuando con los altibajos iniciados a fin del año pasado. De este modo, si bien acumula un crecimiento del 8,6% interanual en lo que va del año, esto es ayudado por una baja base de comparación, ya la mejora respecto a agosto del año pasado es solo el 0,4%. De hecho, en lo que va del año no ha crecido, posicionándose al mismo nivel que en diciembre.  

 El resultado de las elecciones, favorable o no para el Gobierno, abrirá la posibilidad para una recalibración del esquema económico que brinde previsibilidad y estimule el crecimiento de la actividad. Sin embargo, en el mejor de los casos, los efectos serán notorios una vez entrados en 2026, cuando una baja sostenida de la tasa de interés vuelva a permitir un aumento del crédito a empresas y familias y la reanudación del proceso de desinflación brinde una mejor perspectiva a la recuperación del poder adquisitivo.

Parcial recuperación de la industria en agosto

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró en agosto una suba mensual s.e. del 0,6%, luego de dos meses de caídas consecutivos. Con este dato la actividad del sector se ubicó 4,4% por debajo de septiembre del año pasado. En consecuencia, el indicador volvió a niveles previos al repunte de la actividad, borrando casi todo lo que había recuperado desde el año pasado.

La leve suba de este mes no alcanzó para compensar una caída acumulada 4% entre junio y julio, producida por la volatilidad cambiaria-monetaria de esos meses. De este modo, la industria se posiciona 3,6% por debajo del máximo alcanzando en noviembre del 2024.

Al interior del índice, ocho de los dieciséis sectores crecieron en agosto. Alimentos y bebidas, la categoría con mayor peso dentro del índice, fue el impulsor de la suba del mes al crecer 2,1% en la serie desestacionalizada. Entre las mejoras también se destacaron Productos de tabaco (+8,2%) y la Vehículos automotores (+5,4%). Por el lado de las caídas mensuales, la más pronunciada se observó en Otros equipos de transporte (-3,6%), seguido por Productos minerales no metálicos (-3,2%) y Productos de metal (-3,0%).

La construcción continua en modo serrucho

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) subió 0,5% en agosto, continuando con los altibajos iniciados a fin del año pasado. De este modo, si bien acumula un crecimiento del 8,6% interanual en lo que va del año, esto es ayudado por una baja base de comparación, ya la mejora respecto a agosto del año pasado es solo el 0,4%. De hecho, en lo que va del año no ha crecido, posicionándose al mismo nivel que en diciembre.  

Si bien la construcción difícilmente vuelva a los niveles los niveles del 2023, el sector logró sostener una lenta recuperación impulsada principalmente por el crédito y la obra privada desde mediados del año pasado. Sin embargo, la meseta registrada en la actividad durante los últimos meses terminó afectando al sector, ubicando a la construcción 2,1% por debajo del máximo alcanzado en abril de este año.

En cuanto a los insumos para la construcción, siete de los doce insumos crecieron en la serie desestacionalizada. La principal incidencia positiva vino dada por Asfalto (+11,2%), seguido por Cemento (+1,9%) Y hierro (+1,4%). En contraste, Placas de yeso (-6,5%) y Hormigón (-4,3%) fueron las principales caídas.

Entre los principales motivos de obstaculización de la construcción se encuentran la caída de la actividad económica y los altos costos de la construcción, que se está revirtiendo tímidamente en los últimos meses con el aumento del tipo de cambio. En ese sentido, entre las empresas privadas relevadas por el INDEC que esperan una caída en la actividad del sector en los próximos meses, el 30,7% atribuye esta perspectiva a una menor actividad económica, mientras que el 16% señala como principal causa el elevado costo de la construcción. Este segundo motivo se continuó reduciendo entre los encuestados, ya que representaba el 18,2% en el informe pasado. Esto puede deberse a la mejora en los costos en dólares desde julio, considerando que los precios del sector se determinan en dólares debido a su alto componente importado.

En materia de empleo, se registró un aumento en la proporción de empresas de obra privada que anticipan una caída en el sector durante los próximos tres meses. Mientras que el mes pasado el 18% de las firmas encuestadas preveía una reducción, en la última medición la cifra ascendió a 24,5%. A su vez, el 70,2% considera que el empleo no variará.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad económica comenzó el año en máximos, un nivel que no pudo ser sostenido a lo largo de los últimos meses que seguramente redundarán en dos trimestres (el segundo y el tercero) recesivos. En ese sentido, los indicadores adelantados de actividad para septiembre son mixtos.

Respecto a la industria, la producción de automóviles retoma las bajas al caer 1,9% s.e. en septiembre, posicionándose 5,0% por debajo del mismo mes del 2024. En la misma línea, el patentamiento de autos cayó 0,4% por primera vez en varios meses de subida (+28,2% i.a.).

La construcción presenta una mejora respecto a septiembre, aunque con señales mixtas. El Índice Construya registró una subió 1,1% s.e., del quedando un incluso por debajo de agosto del 2024 (-8,6% i.a.). Los despachos de cemento volvieron a caer en agosto (-1,8%), y se posicionaron con una contracción de 0,4% respecto a igual mes del 2024.

De todas formas, pese a la mejora en la competitividad de las últimas semanas y la expectativa de que se sostenga así incluso después de las elecciones, la incertidumbre acerca del rumbo económico, la volatilidad -ya que volvieron a subir en las últimas ruedas- de las tasas de interés y el freno en la recuperación de los ingresos reales no auguran un repunte significativo y/o sostenido de la actividad económica en lo que resta del año. En este sentido, seguimos previendo un crecimiento promedio de la actividad en el orden del 4% i.a.

El resultado de las elecciones, favorable o no para el Gobierno, abrirá la posibilidad para una recalibración del esquema económico que brinde previsibilidad y estimule el crecimiento de la actividad. Sin embargo, en el mejor de los casos, los efectos serán notorios una vez entrados en 2026, cuando una baja sostenida de la tasa de interés vuelva a permitir un aumento del crédito a empresas y familias y la reanudación del proceso de desinflación brinde una mejor perspectiva a la recuperación del poder adquisitivo.

 

Tres meses de caída para la actividad económica

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) retrocedió 0,1% s.e. en julio, sumando el tercer mes de caída consecutivo y se posicionó 2,9% por encima de julio del 2024. De este modo, los primeros siete meses del año están 5,8% por encima del mismo período del año pasado. Sin embargo, con la corrección hacia arriba del último informe, en el acumulado del año se observa una caída del -0,9%.

En comparación con el último pico de actividad registrado en febrero, la mayoría de los sectores muestran caídas, mientras que solo unos pocos exhibieron un crecimiento genuino. Entre los que más avanzaron se destacan Minería (+4,4%), Intermediación financiera (+4,2%) y Agro (+3,6%). En contraste, las caídas más pronunciadas desde el pico de actividad del año se registraron en Electricidad, Gas y Agua (-7,0%), Comercio (-4,5%), Industria (-3,0%) y Construcción (-1,5%).

Por el lado de la construcción, los indicadores fueron negativos en agosto: El Índice Construya cayó 8,6% s.e., posicionándose por debajo de agosto del 2024 (-5,5% i.a.). Los despachos de cemento cayeron 1,8% s.e. en agosto, habiendo caído el mes pasado. Por su parte, la industria presentó mejoras para agosto: la producción de automóviles subió 6,3%, tras dos meses de bajas, al igual que el patentamiento de vehículos 0 km, el cual subió 4,7% s.e. Las ventas minoristas PYME volvieron a caer al bajar un 2,2% s.e. Por último, el crédito al consumo viene moderando su crecimiento mes a mes, al crecer 3,4% s.e. en agosto (+95,9% i.a.).

 ¿Qué pasó con la actividad en julio?

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) retrocedió 0,1% s.e. en julio, sumando el tercer mes de caída consecutivo, aunque subió 2,9% respecto a julio del año pasado. En comparación con los primeros siete meses del año pasado, el acumulado de este año se encuentra un 5,8% por encima. Sin embargo, tras la corrección al alza del último informe, en lo que va del año la actividad cayó -0,9%.

El mes de julio estuvo caracterizado por el desarme de las LEFIs, lo que generó suba de tasas, pese a lo que esperaba el Gobierno. Sumado a esto, la incertidumbre cambiaria fue creciendo en la segunda mitad del mes. Con el desempeño de julio la actividad perdió las subas del año, y se posiciona en niveles similares a marzo (un mes atravesado por las negociaciones con el FMI y el ruido cambiario) y noviembre del 2024. De este modo, el nivel de actividad se encuentra 1,5% por debajo de los máximos históricos de la serie alcanzados en febrero.

En comparación con el último pico de actividad registrado en febrero, la mayoría de los sectores muestran caídas, mientras que solo unos pocos exhibieron un crecimiento genuino. Entre los que más avanzaron se destacan Minería (+4,4%), Intermediación financiera (+4,2%) y Agro (+3,6%).

Estos tres sectores vienen creciendo a paso firme: la minería impulsada por el desarrollo de Vaca Muerta y el agro que atraviesa una etapa favorable tras la sequía de 2023. De hecho, en los primeros ocho meses de 2025, la liquidación del sector agropecuario se ubicó 33% por encima del mismo período de 2024 y 45% por encima del de 2023, según CIARA-CEC.

En contraste, las caídas más pronunciadas desde el pico de actividad del año se registraron en Electricidad, Gas y Agua (-7,0%), Comercio (-4,5%), Industria (-3,0%) y Construcción (-1,5%).

¿Qué esperamos hacia adelante?

La incertidumbre cambiaria y la volatilidad de las tasas de interés sumado al ruido propio de un año electoral terminaron golpeando a la actividad, que acumuló tres meses consecutivos de caídas, y esperamos que implique una continuidad en agosto. En línea con el último dato, los indicadores adelantados de agosto no anticipan señales de mejora.

El Índice Líder elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), que busca anticipar el ciclo económico, cayó un 4,72% en agosto. Estiman que la probabilidad de entrar en una recesión en los próximos meses se ubica en un 98,6%.

Por el lado de la construcción, los indicadores fueron negativos en agosto: El Índice Construya cayó 8,6% s.e., posicionándose por debajo de agosto del 2024 (-5,5% i.a.). Los despachos de cemento cayeron 1,8% s.e. en agosto, habiendo caído el mes pasado. Por su parte, la industria presentó mejoras para agosto: la producción de automóviles subió 6,3%, tras dos meses de bajas, al igual que el patentamiento de vehículos 0 km, el cual subió 4,7% s.e.

Las ventas minoristas PYME volvieron a caer al bajar un 2,2% s.e. Por último, el crédito al consumo viene moderando su crecimiento mes a mes, al crecer 3,4% s.e. en agosto (+95,9% i.a.).

De todos modos, comienzan a aparecer algunos indicios de recuperación hacia los últimos meses del año. Por un lado, los recientes anuncios del Gobierno sobre nuevos préstamos de organismos internacionales y el acuerdo con el Tesoro estadounidense podrían aportar mayor calma en el frente cambiario y monetario, reduciendo las dudas sobre la sostenibilidad del esquema. A esto se suma la baja de tasas, que podría favorecer una recuperación parcial de la actividad, y un tipo de cambio más alto que aliviaría a sectores con costos en dólares, como la construcción. En cualquier caso, el panorama continuará condicionado por el elevado nivel de incertidumbre política en la antesala de las elecciones de octubre.

Los sucesos de los últimos meses nos llevan a estimar un crecimiento promedio en la zona del 4% para 2025. Este resultado se explica en gran medida por el arrastre estadístico de 2024, por lo que la actividad crecería alrededor del 1% a lo largo del año.

 

Camino a la recesión

En el segundo trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) cayó 0,1% en términos desestacionalizados frente al período previo, interrumpiendo una racha de tres subas consecutivas. En la comparación interanual, registró un crecimiento de 6,3%. De este modo, el primer semestre del año se posiciona un 6,1% por encima del promedio del mismo periodo del 2024.

Si bien la economía venía mostrando claras señales de enfriamiento, se destacó la caída en todos los componentes, exceptuando consumo público. Al interior de la serie desestacionalizada, las importaciones cayeron -3,3% respecto al primer trimestre, el consumo privado un -1,1%, las exportaciones lo hicieron en -2,2% y formación bruta de capital fijo un -0,5%. Por su parte, el consumo público avanzó 1,1%.

Los sucesos de las últimas semanas, junto con las correcciones de los últimos datos oficiales, nos llevan a estimar un crecimiento promedio cercano al 4% para 2025. Este resultado se explica en gran medida por el arrastre estadístico de 2024, dado que la actividad crecería en la zona del 0,5% a lo largo del año.

¿Qué pasó en el segundo trimestre?

En el segundo trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) cayó 0,1% en términos desestacionalizados frente al período previo, interrumpiendo una racha de tres subas consecutivas. En la comparación interanual, registró un crecimiento de 6,3%. De este modo, el primer semestre del año se posiciona un 6,1% por encima del promedio del mismo periodo del 2024.

Si bien la economía venía mostrando claras señales de enfriamiento, se destacó la caída en todos los componentes, exceptuando consumo público. Al interior de la serie desestacionalizada, las importaciones cayeron -3,3% respecto al primer trimestre, el consumo privado un -1,1%, las exportaciones lo hicieron en -2,2% y formación bruta de capital fijo un -0,5%. Por su parte, el consumo público avanzó 1,1%.

De todos modos, respecto al inicio de la recuperación (segundo trimestre del 2024), todos los sectores se encuentran por encima: las importaciones un 38,8%, la inversión 34,3%, consumo privado 10,5%, las exportaciones 3,6%, y por último, más moderadamente el consumo público, 0,6%.

Las distintas actividades económicas mostraron mejoras en la comparación interanual. Los sectores primarios se encuentran moderadamente mejor: agricultura creció un 4,8% i.a. y la minería un 6,7% i.a. Por su parte, los sectores más intensivos en empleo mostraron mejoras, aunque sobre la baja base del segundo trimestre de 2024, en pleno piso de la recesión: la construcción creció 10,6% i.a., el comercio 10,3% i.a., la industria 6,9% i.a. y hoteles y restaurantes 17% i.a. Por su parte, la intermediación financiera creció un 26,7% i.a.

En contraste, cuatro sectores se ubicaron por debajo del segundo trimestre del 2024, entre los cuales se encuentran Administración pública (-0,8% i.a.), el sector de Hogares privados con servicio doméstico (-1,3% i.a.), Electricidad, gas y agua (-1,1% i.a.) y pesca (-42% i.a.), un sector muy volátil.

Cayó el consumo privado y subió el público

Con relación al consumo privado, el panorama cambió notablemente entre el primer y el segundo trimestre del año. En el primero, el consumo había alcanzado su nivel más alto de la serie desestacionalizada desde 2004, impulsado principalmente por dos factores: la mejora del salario real, favorecida por la baja de la inflación, y el fuerte crecimiento del crédito. Dentro de este esquema, se destacó el aumento de las compras de bienes y servicios importados, como también de bienes durables, lo que explicó la magnitud de la recuperación.

Con los datos del segundo trimestre, el escenario se revirtió. El salario real registrado avanzó 0,5% en ese período, aunque no alcanzó a compensar la baja del 0,9% registrada en el primero, cerrando con una caída del 0,4% en los primeros seis meses del año. A su vez, el crédito al consumo mostró una desaceleración: creció 18% s.e. en el primer trimestre y 13,7% en el segundo.

En cuanto a la composición, el consumo de bienes durables siguió superando al consumo masivo, aunque con una clara pérdida de dinamismo. Las ventas de electrodomésticos pasaron de crecer 44,3% i.a. en el primer trimestre a 27% i.a. en el segundo, mientras que las de autos se desaceleraron de 136,5% i.a. a 76% i.a. Por el contrario, el consumo masivo, que había caído 3,3% i.a. en el primer trimestre, mostró un repunte de 3,9% i.a. en el segundo. Sin embargo, este avance apenas compensó el retroceso previo, de modo que en el acumulado semestral prácticamente no se registró crecimiento (+0,2% i.a.).

De este modo, los factores que habían impulsado el consumo en el primer trimestre (como el aumento de las importaciones, la mejora del salario real, el crédito y la compra de bienes durables) fueron perdiendo dinamismo, mientras que el resto de los componentes continuaron presionando a la baja.

Por su parte, el consumo público fue el único componente que mostró una suba, impulsado principalmente por la recuperación de los salarios públicos a nivel provincial, asociados a la salud, educación y seguridad. Estos crecieron 2% en términos reales durante el segundo trimestre, traccionando así el gasto. En contraste, los salarios públicos nacionales continúan rezagados: todavía se ubican 11% por debajo en términos reales respecto del primer semestre de 2024 y, en este trimestre, incluso retrocedieron 1%.

¿Qué esperamos para la segunda mitad del año?

En el segundo trimestre, la actividad dejó atrás el enfriamiento y comenzó a contraerse. Los sectores con mayor demanda de empleo (construcción, comercio e industria) lograron salir del piso de la recesión previa, pero fueron se fueron frenando. Al mismo tiempo, los factores que habían impulsado el crecimiento en el primer trimestre, la estabilidad macroeconómica y una mayor apertura de importaciones, resultaron insuficientes para sostener la recuperación y evitar la nueva contracción.

A futuro, el panorama tampoco es alentador según los indicadores adelantados. El Índice Líder elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), que busca anticipar el ciclo económico, cayó un 4,72% en agosto. Estiman que la probabilidad de entrar en una recesión en los próximos meses se ubica en un 98,6%. Esto va en línea con el resto de los indicadores adelantados. El Índice de Confianza del Consumidor (UTDT) cayó 13,9% en agosto y volvió a caer en septiembre (-0,3%). Con relación a la construcción, el Índice Construya cayó 8,6% en agosto, y los despachos de cemento 1,8%. 

La incógnita es lo que ocurrirá en el tercer trimestre. Su inicio estuvo marcado por la volatilidad cambiaria y las tasas elevadas. No obstante, la reciente baja de tasas podría favorecer una recuperación parcial de la actividad, junto con un tipo de cambio más alto. Este último daría cierto alivio a sectores con precios en dólares, como la construcción, al reducir sus costos, y al mismo tiempo contribuiría a moderar las importaciones. En cualquier caso, el panorama seguirá condicionado por el nivel de incertidumbre política en la antesala de las elecciones de octubre.

Los sucesos de las últimas semanas junto con las correcciones de los últimos datos oficiales, nos llevan a estimar un crecimiento promedio cercano al 4% para 2025. Este resultado se explica en gran medida por el arrastre estadístico de 2024, dado que la actividad crecería en la zona del 0,5% a lo largo del año.

La actividad se encamina a una recesión

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró en julio una marcada caída mensual s.e. del 2,3%, acumulando así dos meses de bajas consecutivos. Con este resultado, el nivel de actividad se ubicó 1,1% por debajo de julio de 2024, un año atravesado por la recesión. En consecuencia, el indicador volvió a niveles previos al repunte de la actividad, borrando la recuperación que la industria había mostrado en lo que va del 2025.

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) cayó en julio un 1,8%, continuando con la dinámica de altibajos. De este modo, si bien acumula un crecimiento del 9,3% interanual en lo que va del año, esto es ayudado por una baja base de comparación, y la suba respecto a julio del año pasado es solo el 1,4%. De hecho, en lo que va del año prácticamente no ha crecido (-0,4% por debajo de diciembre del 2024).

 En términos generales, no se anticipa un repunte significativo de la actividad económica en los próximos meses, especialmente tras un resultado negativo para el Gobierno en las elecciones de la provincia más poblada del país en la víspera a las elecciones legislativas nacionales. Las dudas en el rumbo económico irán incrementándose con especial foco en el aspecto cambiario y monetario, con tasas de interés que se mantendrán elevadas, resultando en un mayor costo de financiamiento que condicionará decisiones de inversión y consumo.

La industria acumula dos meses de caídas

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró en julio una marcada caída mensual s.e. del 2,3%, acumulando así dos meses de bajas consecutivos. Con este resultado, el nivel de actividad se ubicó 1,1% i.a. En consecuencia, el indicador volvió a niveles previos al repunte de la actividad, borrando casi todo lo que había recuperado desde el año pasado.

Actualmente, la industria se posiciona 4,3% por debajo del máximo alcanzando en noviembre del 2024. El enfriamiento de la actividad en los últimos meses se profundizó a raíz de la volatilidad cambiaria-monetaria, un factor que terminó afectando tanto la producción como el consumo e impactó de lleno en la dinámica de la producción industrial.  

Al interior del índice todos los sectores cayeron en la serie desestacionalizada, excepto Sustancias y productos químicos que creció levemente (+0,2%). La caída mensual más pronunciada se observó en Productos de tabaco (-11,7%), seguido por Vehículos (-10,1%) e Industria textil (-7,4%) que sumó el quinto mes de caída.

Las expectativas relevadas por el INDEC en el sector no muestran señales de mejora para los próximos meses y, por el contrario, reflejan un deterioro respecto al relevamiento anterior. En cuanto a la demanda interna, el 38% de los encuestados prevé una disminución y el 39% espera que se mantenga estable. En comparación, en el informe anterior el 35,8% anticipaba una caída en la demanda interna.

A su vez, entre los encuestados se observa un aumento en las expectativas de necesidad de crédito a futuro. En junio, el 43% proyectaba un incremento en sus necesidades de crédito a futuro, mientras que en julio la proporción ascendió a casi el 48%. Este dato resulta especialmente relevante en un contexto de volatilidad en las tasas de interés tras el desarme de las LEFIs, por lo que es muy posible que el sector siga con dificultades.

La construcción también se contrajo en julio

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) cayó en julio un 1,8%, continuando con la dinámica de altibajos. De este modo, si bien acumula un crecimiento del 9,3% interanual en lo que va del año, esto es ayudado por una baja base de comparación, y la suba respecto a julio del año pasado es solo el 1,4%. De hecho, en lo que va del año prácticamente no ha crecido (-0,4% por debajo de diciembre del 2024).

Si bien la construcción difícilmente vuelva a los niveles los niveles del 2023, el sector logró sostener una lenta recuperación impulsada principalmente por el crédito y la obra privada. Sin embargo, la meseta registrada en la actividad durante los últimos meses terminó afectando al sector, ubicando a la construcción 2,6% por debajo del máximo alcanzado en abril de este año.

En cuanto a los insumos para la construcción, nueve de los doce insumos cayeron en la serie desestacionalizada. La principal incidencia negativa vino dada por Cemento (-6,2%), seguido por Hierro (-4,4%), asociado a la industria metalúrgica en general. En contraste, Mosaicos tuvo una importante suba (+28,6%), a la vez que Asfalto (+8,8%), Cemento (+4,4%) y Hierro (+3,7%) también crecieron en junio.

Entre los principales motivos de obstaculización de la construcción se encuentran la caída de la actividad económica y los altos costos de la construcción. En ese sentido, entre las empresas privadas relevadas por el INDEC que esperan una caída en la actividad del sector en los próximos meses, el 32% atribuye esta perspectiva a una menor actividad económica, mientras que el 18% señala como principal causa el elevado costo de la construcción. Este segundo motivo se redujo entre los encuestados, ya que representaba el 20,2% en el informe pasado. Esto puede deberse a que en julio el tipo de cambio subió un 13%, lo que alivianó los costos del sector, donde los precios son determinados en dólares. Si bien agosto tuvo una suba de solo el 1% en el tipo de cambio, queda por verse si la suba durante septiembre continúa reduciendo los costos del sector y le permite una mejora.

En materia de empleo, se registró un aumento en la proporción de empresas de obra privada que anticipan una caída en el sector durante los próximos tres meses. Mientras que el mes pasado el 16,8% de las firmas encuestadas preveía una reducción, en la última medición la cifra ascendió a 18,4%. A su vez, el 72,9% considera que el empleo no variará.

 

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad económica comenzó el año en niveles máximos de actividad económica, y en los meses que siguieron la actividad fue entrando en una meseta hasta dar claras señales de empeoramiento, como consecuencia de las crecientes dudas en el rumbo económico en un contexto preelectoral. En ese sentido, los indicadores adelantados de actividad para agosto son mixtos.

Respecto a la industria, la producción de automóviles corta una racha de dos bajas consecutivas al crecer 6,3% s.e. en agosto, posicionándose 13,8% por debajo del mismo mes del 2024. En la misma línea, el patentamiento de autos también cortó una racha de dos meses de caídas al subir 5,3% (+32,1% i.a.). En este contexto, el crédito al consumo desacelera su crecimiento mes a mes, al cerrar julio con una suba del 3,4% s.e., y se posiciona 95,9% por encima de julio del 2024.

La construcción presenta un panorama peor la industria para agosto. El Índice Construya registró una caída s.e. del 5,5%, quedando un incluso por debajo de agosto del 2024 (-8,6% i.a.). Los despachos de cemento también cayeron en agosto (-1,8%), y se posicionaron -0,4% interanual.

En términos generales, no se anticipa un repunte significativo de la actividad económica en los próximos meses, especialmente tras un resultado negativo para el Gobierno en las elecciones de la provincia más poblada del país en la víspera a las elecciones legislativas nacionales. Las dudas en el rumbo económico irán incrementándose con especial foco en el aspecto cambiario y monetario, con tasas de interés que se mantendrán elevadas, resultando en un mayor costo de financiamiento que condicionará decisiones de inversión y consumo.

Al mismo tiempo, la recuperación del poder adquisitivo continúa siendo limitada, por lo que difícilmente se constituya en un motor de crecimiento. A su vez, no se anticipa un desempeño suficientemente sólido en otros sectores como para compensar las caídas en la industria y la construcción, lo que termine desencadenando en que el tercer trimestre del año sea recesivo.

Cae la actividad por segundo mes consecutivo

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) retrocedió 0,7% s.e. en junio, luego de la baja de 0,2% registrada en mayo, y se ubicó 6,4% por encima de junio de 2024. Aunque en el acumulado del primer semestre la actividad muestra un crecimiento interanual de 6,2%, el período en su conjunto cerró prácticamente estancado.

A nivel sectorial, ocho de los quince sectores registraron un crecimiento mensual en la serie desestacionalizada. Los únicos sectores con subas fueron la producción de Electricidad, gas y agua (+5,5%), Petróleo y gas (+3,3%), Intermediación financiera (+1,5%) y Construcción (+0,9%).  Con relación a las bajas, la mayor caída se registró en Pesca (-12,5%), un sector muy volátil mes a mes, seguido por Comercio (-1,2%), siendo su segundo mes de bajas al hilo.

 En términos generales, los indicadores adelantados fueron negativos de cara a julio, y sostienen su dinámica oscilante. Por el lado de la construcción, los indicadores fueron negativos en julio: El Índice Construya cayó -0,4% s.e. (tras haber subido 15,5% en mayo), alternando meses de subas y bajas. Los despachos de cemento cayeron 3,2% s.e. en julio, habiendo subido el mes pasado. Por su parte, la industria no presentó mejoras: la producción de automóviles cayó 9,5% en julio, sumando dos meses de bajas, al igual que el patentamiento de vehículos 0 km, el cual cayó 2,6% s.e.

 ¿Qué pasó con la actividad en junio?

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) retrocedió 0,7% s.e. en junio, luego de la baja de 0,2% registrada en mayo, y se ubicó 6,4% por encima de junio de 2024. Aunque en el acumulado del primer semestre la actividad muestra un crecimiento interanual de 6,2%, comparando los primeros seis meses se observa un estancamiento. Con la corrección de esta último publicación, el semestre mostró un crecimiento de apenas 0,1% s.e.

Con el desempeño de junio, la actividad económica vuelve a los niveles previos a diciembre. De este modo, se posiciona -1,3% por debajo de los máximos históricos de la serie alcanzados en febrero. Si bien no se aleja demasiado de los máximos históricos con la caída de junio, al considerar el crecimiento poblacional acumulado, el nivel de actividad per cápita está casi 10% abajo desde el 2017. Pese a que el tamaño de la economía es el mismo que en los máximos y se logró recuperar el terreno perdido, la economía todavía está lejos de lograr un crecimiento verdadero.

A nivel sectorial, ocho de los quince sectores registraron un crecimiento mensual en la serie desestacionalizada. Los únicos sectores con subas fueron la producción de Electricidad, gas y agua (+5,5%), Petroleo y gas (+3,3%), Intermediación financiera (+1,5%) y Construcción (+0,9%).  Con relación a las bajas, la mayor caída se registró en Pesca (-12,5%), un sector que destaca por su volatilidad, seguido por Comercio (-1,2%), siendo su segundo rojo consecutivo.

En comparación con el promedio de 2023 (un año casi completo sin recesión) se observa una recuperación en la mayoría de los sectores de actividad. Sin embargo, la Construcción e Industria todavía se encuentran muy por debajo. La primera se encuentra casi 22% por debajo dicho año, sin poder recuperarse del todo de la recesión, del freno de la obra pública y el aumento de costos del sector. Por su parte, la Industria presenta un nivel de actividad 6,6% inferior al de 2023. En la misma linea se encuentra el Comercio, que aún no recupera los niveles previos (-1,7%).  

De todos modos, estos tres sectores lograron recuperar lo perdido en el 2024: la Construcción está 8,1% por encima del promedio del año pasado, el Comercio un 6,2% y la Industria un 3,5%.

En contraste, los sectores que se ubican por encima del nivel de 2023 son principalmente los primarios, como el agro, petróleo y gas. Aunque el agro mostró un buen desempeño en 2025, el incremento del casi 34% sobre el promedio del 2023 se debe a una baja base de comparación, considerando que ese año estuvo atravesado por la sequía. Por su parte, el sector de extracción de petróleo y gas ha experimentado un crecimiento genuino con la expansión de vaca muerta (+10,7%), al igual que la Intermediación financiera (+16,9%), tras la reciente suba del crédito.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad se mantiene en una meseta y parece haber encontrado un techo tras haber alcanzados máximos históricos en febrero. En términos generales, los indicadores adelantados fueron negativos de cara a julio y sostienen una dinámica oscilante.

Por el lado de la construcción, los indicadores fueron negativos en julio: El Índice Construya cayó -0,4% s.e. (tras haber subido 15,5% en mayo), alternando meses de subas y bajas. Los despachos de cemento cayeron 3,2% s.e. en julio, habiendo subido el mes pasado. Por su parte, la industria no presentó mejoras: la producción de automóviles cayó 9,5% en julio, sumando dos meses de bajas, al igual que el patentamiento de vehículos 0 km, el cual cayó 2,6% s.e.

En el mismo sentido, las ventas minoristas PYME cayeron 5,7% s.e. (tras haber subido 6,7% en junio) y continúan con su sendero con vaivenes, sin terminar de presentar un crecimiento sostenido. Por último, el crédito al consumo viene moderando su crecimiento mes a mes, al crecer 2,3% s.e. en junio.

Hacia adelante, no esperamos un crecimiento notable en el tercer trimestre. En un contexto de incertidumbre electoral, la reciente volatilidad monetaria puede tener impactos en la actividad. Las elevadas tasas de interés como instrumento para fomentar la demanda de pesos pueden postergar decisiones de inversión y consumo, al encarecer el financiamiento. Por esto, reducimos nuestra proyección para el 2025 con un crecimiento del orden del 4,7%, lo que implica que la actividad crezca 3,1% de acá hasta fin de año.

 

Cayó la industria y creció la construcción en junio

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una caída desestacionalizada del 1,2% en junio (+9,3% i.a.), cortando una racha de dos subas al hilo. De este modo, el indicador se posiciona un 3,5% por encima del promedio del 2024, pero sigue ubicándose como los valores más bajos desde el 2019 (excluyendo la pandemia).

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) subió en junio un 0,9% (+13,9% i.a.), tras haber caído 1,8% en mayo, reflejando los vaivenes del sector y la lenta recuperación. De este modo, la construcción acumula en lo que va del año un crecimiento del 10,8% interanual.

En términos generales, no se anticipa un repunte significativo de la actividad económica en los próximos meses, en vísperas de las elecciones y tras un julio no solo por la volatilidad del dólar sino también por la de las tasas de interés. Estas se mantendrán elevadas como instrumento para fomentar la demanda de pesos, resultando en un mayor costo de financiamiento, que pueda postergar decisiones de inversión y consumo.

La industria no sostiene la mejora

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una caída desestacionalizada del 1,2% en junio (+9,3% i.a.), cortando una racha de dos subas al hilo. De este modo, el indicador se posiciona un 3,5% por encima del promedio del 2024, pero sigue ubicándose como los valores más bajos desde el 2019 (excluyendo la pandemia).

Al interior, diez de los dieciséis sectores cayeron contra el mes previo. La caída mensual más pronunciada se observó en Industria metálicas básicas (-11,1%), seguido por Industria textil (-6,6%). Por el lado de las mejoras, se destacaron la categoría de Otros equipos e instrumentos (+14,5%) y Refinación del petróleo (+14,3%).

La mayoría de los sectores aún se ubica por debajo del promedio de 2023. Entre los que más cayeron se encuentran Productos de metal (-22%) seguido de la industria textil, que presenta una merma de casi 21%, y la producción de productos minerales no metálicos, asociada a insumos para la construcción, con una caída cercana al 20%. Por último, Maquinaría y equipo presentó una caída del -15%. En contraste, la refinación de petróleo continúa creciendo y se ubica un 7,3% por encima del promedio de 2023, debido al crecimiento vigoroso de Vaca muerta.

 

La construcción (esta vez) avanza

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) subió en junio un 0,9% (+13,9% i.a.), tras haber caído 1,8% en mayo, reflejando los vaivenes del sector y la lenta recuperación. De este modo, la construcción acumula en lo que va del año un crecimiento del 10,8% interanual.

A pesar de haber salido del piso del 2024, la construcción se encuentra alrededor de un 23% por debajo de 2023. Esto deja en evidencia que, en ausencia de la obra pública, el impulsor de la lenta recuperación de la construcción viene siendo el crédito y la obra privada. De todos modos, el sector privado siempre ha concentrado una mayor participación en la construcción a nivel nacional que el sector público.

En cuanto a los insumos para la construcción, cinco de los doce insumos presentaron caídas mensuales en la serie desestacionalizada. La principal incidencia negativa vino dada por Ladrillos (-5,1%), seguido por Artículos de cerámica (-7,7%). En contraste, Mosaicos tuvo una importante suba (+28,6%), a la vez que Asfalto (+8,8%), Cemento (+4,4%) y Hierro (+3,7%) también crecieron en junio.

Entre los principales motivos de obstaculización de la actividad se encuentran la caída de la actividad económica y por los altos costos en dólares. En ese sentido, entre las empresas privadas relevadas por el INDEC que esperan una caída en la actividad del sector en los próximos meses, el 38% atribuye esta perspectiva a una menor actividad económica, mientras que el 20,6% señala como principal causa el elevado costo de la construcción. De todos modos, habrá que ver si la suba del 13% del dólar en julio contribuye a bajar los costos medidos en moneda dura.  

En cuanto al empleo, el 75,3% de las empresas dedicadas a la obra privada estima que no habrá cambios en la dotación de personal, mientras que el 16,8% prevé una disminución. No obstante, gran parte del ajuste ya se produjo: desde el cambio de Gobierno, el empleo formal en la construcción cayó más de un 10% y actualmente se ubica un 18% por debajo del promedio de 2023. Este número es incluso mayor si consideramos el empleo informal.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad económica inició el año en niveles máximos y, tras la fuerte caída de marzo por el cambio de esquema cambiario, logró recuperarse. Sin embargo, desde abril hasta acá no logra sostener un sendero de crecimiento mostrando ambivalencias mes a mes. En este contexto, los indicadores adelantados de actividad para julio tampoco presentan señales de mejora.

Respecto a la industria, la producción de automóviles suma dos meses consecutivas de bajas al caer 9,5% s.e. en julio, posicionándose 16,5% por debajo del mismo mes del 2024. En la misma línea, el patentamiento de autos cayó 2,6% respecto a junio en la serie desestacionalizada (+21,5% i.a.). En este contexto, el crédito al consumo desacelera su crecimiento mes a mes, al cerrar julio con una suba del 2,3% s.e., y se posiciona 114% por encima de julio del 2024.

La construcción tiene mucho más para recuperar que la industria producto de la profunda caída inicial dado su componente procíclico con la actividad económica. En julio, el Índice Construya registró una caída desestacionalizada del 0,4% (+0,1% i.a.), tras haber subido 15,5% en junio. Los despachos de cemento cayeron en julio (-3,2%), y se posicionaron -2,8% por debajo de julio del 2024. En línea con las caídas de julio en el sector, las encuestas cualitativas realizadas por el INDEC reflejan la percepción de una continuidad en el estancamiento del sector para los próximos meses. En números, el 69,3% de las empresas de obras privadas encuestadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará en los próximos tres meses, mientras que el 20,8% estima que disminuirá.

En términos generales, no se anticipa un repunte significativo de la actividad económica en los próximos meses, en vísperas de las elecciones y tras un julio marcado no solo por la volatilidad del dólar sino también por la de las tasas de interés. Estas se mantendrán elevadas como instrumento para fomentar la demanda de pesos, resultando en un mayor costo de financiamiento, que pueda postergar decisiones de inversión y consumo. Además, la recuperación del poder adquisitivo carece de fuerza por lo que tampoco será un factor determinante para sostener el crecimiento de la actividad en la previa electoral.

 

El consumo privado también tiene dos velocidades

El consumo privado es un indicador relevante de la economía pero también muy heterogéneo, dado que capta el gasto que realizan las familias en bienes y servicios, en muchos casos afectados por los cambios en sus precios relativos. Durante 2025, es relevante diferenciar la trayectoria del consumo en bienes y servicios importados y domésticos.

A falta de poco más de un mes para la publicación oficial, estimamos que el consumo privado creció 10% i.a. a lo largo del primer semestre y continuará en sus máximos. Esto se explica por un crecimiento muy significativo de los bienes importados, que permite explicar la disociación entre el consumo privado con otras variables macroeconómicas, indicadores sectoriales y la propia demanda a la que se enfrentan las empresas.

No todos los factores que propiciaron esta expansión continuarán plenamente vigentes en lo que resta del año, pero el consumo doméstico no logrará compensar y sostener la fuerte suba del consumo privado en un contexto de salario real estancado y un costo de financiamiento que se mantiene elevado.

El consumo privado creció 10% i.a. durante el primer semestre

El consumo privado refleja el gasto de las familias en bienes y servicios finales y absorbe más de la mitad de la oferta global (producción local e importaciones). Al estar vinculado al poder adquisitivo, para muchas empresas es una variable mucho más informativa que el PIB, más asociado a la demanda interna en general -incluye la inversión y el gasto del gobierno- y también más influenciado por lo que ocurra con sectores puntuales, como el sector agropecuario, por ejemplo.

No obstante, la forma en la que se calcula hace que indagar dentro del indicador sea un trabajo algo arqueológico, más aún si pensamos en que el mismo comprende tanto bienes como servicios, de diversas necesidades y características. Por ejemplo, sabemos que apenas el 20% del consumo privado está vinculado a los bienes de consumo masivo, y alcanzaría 25% si sumamos el consumo en bienes frescos -frutas, verduras, carnes, por ejemplo-. Asimismo, otros bienes relativamente inelásticos -es decir, que esperamos tengan una demanda relativamente estable- como medicamentos y combustibles representan alrededor de 5-8%. Por su parte, los servicios que también un componente inelástico (servicios públicos, educación, salud, pero también alquileres y servicios financieros, entre otros, representan un poco más del 30%.

Con esto en consideración y sabiendo que los constantes cambios en precios relativos de la economía hacen que se vuelva difícil e impreciso seguir cada uno de estos componentes año tras año, en términos generales sabemos que alrededor de un tercio del consumo privado está asociado a bienes y servicios más elásticos y que posiblemente sus fluctuaciones sean el principal factor que explique los vaivenes del consumo privado. En este grupo encontramos el gasto en indumentaria, vehículos, electrodomésticos y tecnología, pero también servicios turísticos y transporte aéreo, entre otros.

Estos ejemplos -que conjuntamente son el 20-25% del consumo privado- no fueron al azar. Tienen en común que son grandes beneficiados por una economía con mayor apertura comercial, acceso al crédito y salario en dólares altos, al menos para la historia reciente. ¿Vale pensar en un cambio en las características del consumo privado a través de estos factores?

Para intentar responder esta pregunta, realizamos un ejercicio en función de otras fuentes de información oficiales para intentar diseccionar lo que ocurre con el consumo privado de -bienes y servicios- importados y, en consecuencia, nacionales. Desde el inicio de la convertibilidad, los primeros representaron casi 10% del total, valores interrumpidos por la crisis de comienzo de siglo que se superaron recién durante la primera mitad del gobierno de Cambiemos y se volverían a alcanzar este 2025.

La razón de la dinámica reciente fue que durante la primera mitad de este año se profundizó el crecimiento de las importaciones iniciado en el cierre de 2024: las cantidades de bienes de consumo importados aumentaron 70% i.a. y la de autos treparon casi 150% i.a. A esto se le sumó la fuerte expansión en el gasto en servicios en el exterior -fundamentalmente turismo- (estimamos un aumento del 80% i.a. en precios constantes).

Este fenómeno redundó en un crecimiento del consumo privado del orden del 10% i.a. a lo largo de la primera mitad del año (aún restan publicarse los datos oficiales de INDEC para el segundo trimestre) que hizo que la variable se encuentre en valores máximos de la serie, aspecto recalcado por el oficialismo en reiteradas ocasiones.

Los bienes y servicios importados, claros ganadores de un salario en dólares que se recuperó fuertemente bajo cualquier medición, amalgaman las estadísticas oficiales con el termómetro de muchas empresas, especialmente las ligadas al consumo y dependientes del poder adquisitivo, cuyos productos no logran recuperar la demanda perdida con la crisis. De hecho, consideramos que el aumento del 10% i.a. del consumo privado en la primera mitad de año esconde que el consumo de bienes y servicios locales creció menos de 6% i.a., por debajo de la evolución del PIB y algo por encima de indicadores de consumo masivo, pero en definitiva mucho más en línea con la economía doméstica.

¿Será sostenible este ritmo de crecimiento para lo que resta del año?

La combinación de dólar apreciado, apertura comercial, una baja base de comparación -y hasta cierto “efecto riqueza” por el rally de los activos argentinos durante 2024-, fueron los ingredientes que explicaron esta disonancia entre el consumo de bienes importados y locales. Sin embargo, un tipo de cambio real que será superior al del primer semestre, una base de comparación más exigente y una perfomance nada auspiciosa de los activos argentinos sugieren que la voracidad en el consumo de importados será menor en lo que resta del año. En este sentido, estimamos que la misma podría crecer “apenas” 20% i.a. en la segunda mitad del año.

Además, el “boom” crediticio se está desacelerando y aparecen algunas nubes en el horizonte en lo que respecta al financiamiento de las familias: tasas de interés al alza, muy por encima de las mejoras nominales de los ingresos y una creciente -aunque aún no preocupante- morosidad de las familias.

Como este factor adicional también impactará en la demanda de bienes y servicios locales, no vemos que estos compensen la merma del consumo de importados, en un contexto en el que la recuperación salarial carece de fuerza y no vemos que repunte en los próximos meses. Por lo tanto, la fuerte expansión de la primera mitad del año no se repetirá y prevemos que el consumo privado crezca en promedio 4% i.a. en lo que resta de 2025.

Sin embargo, si el gobierno logra recrear la confianza en su política económica, reiniciar la baja de las tasas de interés para estimular el crédito y seguir el camino de la apertura comercial -o al menos logra una mayor oferta de bienes importados-, no debemos extrañarnos de volver a ver un consumo privado disociado de la realidad de la producción nacional. De todos modos, será necesario que el modelo económico que pretende llevar adelante el gobierno, basado en las ventajas comparativas del país retome el crecimiento y la oferta de dólares no se interrumpa para que este proceso no alcance su techo como en 2017.

La actividad se mantuvo constante en mayo

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) se mantuvo sin fuertes variaciones al caer apenas -0,1% s.e. en mayo. De esta manera, se posiciona 5,0% por encima de mayo del 2024. A su vez, el acumulado de los primeros cinco meses del año marca una suba del 6,8% respecto a igual periodo del año anterior.

A nivel sectorial, mayo tuvo un desempaño magro: sólo seis de los quince sectores registraron un crecimiento mensual en la serie desestacionalizada. Los únicos sectores con subas fueron Industria (+2,2%), el sector agropecuario (+1,6%), y producción de Electricidad, gas y agua (+1,1%).  Con relación a las bajas, la mayor caída se registró en Construcción (-2,2%), seguido por Comercio (-1,5%) y Explotación de minas y cantera (-1,0%).

En términos generales, los indicadores adelantados continúan mixtos de cara a junio. Por un lado, los indicadores adelantados de la construcción sugieren que el sector continúa con su dinámica oscilante. El Índice Construya repuntó 15,5% s.e. (tras haber caído 12,1% en mayo), mientras que los despachos de cemento se desplomaron en 7,3% s.e., sumando dos meses consecutivos de bajas. Por su parte, la industria no presentó mejoras: la producción de automóviles cayó 4,4% en junio luego de dos meses de crecimiento, mientras que el patentamiento de vehículos 0 km desaceleró su crecimiento al subir 0,5% s.e., hilando nueve meses de crecimiento. En el mismo sentido, la venta de autos usados cayó 0,7% por segundo mes consecutivo.

 ¿Qué pasó con la actividad en mayo?

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) se mantuvo sin fuertes variaciones al caer apenas -0,1% s.e. en mayo. De esta manera, se posiciona 5,0% por encima de mayo del 2024. A su vez, el acumulado del los primeros cinco meses del año marca una suba del 6,8% respecto a igual periodo del año anterior.

Con el desempeño de mayo, la actividad económica se mantiene en los niveles alcanzados en abril, consolidando el repunte tras la caída de marzo. Si bien se encuentra en máximos históricos en la serie desestacionalizada (registrando niveles que no se observaban desde junio de 2022 e incluso de diciembre de 2017), al considerar el crecimiento poblacional acumulado, el nivel de actividad per cápita está casi 10% abajo desde el 2017. Pese a que el tamaño de la economía es el mismo que en los máximos y se logró recuperar el terreno perdido, la economía todavía está lejos de lograr un crecimiento verdadero.

A nivel sectorial, mayo tuvo un desempaño magro: sólo seis de los quince sectores registraron un crecimiento mensual en la serie desestacionalizada. Los únicos sectores con subas fueron Industria (+2,2%), el sector agropecuario (+1,6%), y producción de Electricidad, gas y agua (+1,1%).  Con relación a las bajas, la mayor caída se registró en Construcción (-2,2%), seguido por Comercio (-1,5%) y Explotación de minas y cantera (-1,0%).

En comparación con el promedio de 2023 (un año casi completo sin recesión) se observa una recuperación en la mayoría de los sectores de actividad. Sin embargo, aquellos que concentran gran parte del empleo, como Construcción e Industria, todavía se encuentra muy por debajo de los niveles de 2023.

La Construcción se encuentra casi 23% por debajo de los niveles de 2023, afectada principalmente por el freno en la obra pública, la recesión y por el aumento de los costos que enfrenta el sector. Por su parte, a pesar de la recuperación reciente, la Industria presenta un nivel de actividad 5,6% inferior al de 2023.

En contraste, los sectores que se ubican por encima del nivel de 2023 son principalmente los primarios, como el agro, petróleo y gas. Aunque el agro mostró un buen desempeño en 2025, el incremento del 33% sobre el promedio del 2023 se debe a una baja base de comparación, considerando que el 2023 estuvo atravesado por la sequía. Por su parte, el sector de extracción de petróleo y gas ha experimentado un crecimiento genuino con la expansión de vaca muerta (+6,6%), al igual que la Intermediación financiera (+15,1%), tras la reciente suba del crédito.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad económica interrumpió su trayectoria de crecimiento tras haber corregido la caída de marzo, originada por la incertidumbre en torno al esquema cambiario. Con esta recuperación, se ubicó en los máximos de la serie desestacionalizada. De todos modos, queda ver si la actividad aún tiene margen para crecer o empieza a alcanzar un techo.

En términos generales, los indicadores adelantados continúan mixtos de cara a junio. Por un lado, los indicadores adelantados de la construcción sugieren que el sector continúa con su dinámica oscilante. El Índice Construya repuntó 15,5% s.e. (tras haber caído 12,1% en mayo), mientras que los despachos de cemento se desplomaron en 7,3% s.e., sumando dos meses consecutivos de bajas. Por su parte, la industria no presentó mejoras: la producción de automóviles cayó 4,4% en junio luego de dos meses de crecimiento, mientras que el patentamiento de vehículos 0 km desaceleró su crecimiento al subir 0,5% s.e., hilando nueve meses de crecimiento. En el mismo sentido, la venta de autos usados cayó 0,7% por segundo mes consecutivo.

Por su parte, las ventas minoristas PYME repuntaron 6,7% s.e. y continúan con su sendero con vaivenes, sin terminar de presentar un crecimiento sostenido. Por último, el crédito al consumo viene moderando su crecimiento mes a mes, al crecer 2,4% s.e. en junio.

De todos modos, algunos factores aún representan desafíos para la sostenibilidad del crecimiento económico. En un contexto internacional aún tenso, las elecciones podrían generar mayor volatilidad y ruido en las decisiones económicas en los próximos meses. A su vez, la reciente volatilidad del tipo de cambio y las tasas de intereses tras el desarme de las LEFIs impacta directamente en el costo del financiamiento de las familias y las empresas. Esto puede tener un impacto directo en el nivel de actividad y las expectativas.

Volviendo al análisis sectorial, la construcción difícilmente logre recuperar lo perdido en 2024. Su desempeño dependerá principalmente de la evolución de la obra privada y del acceso al crédito, considerando que no hay perspectivas de reactivación de la obra pública a nivel nacional. En contraste, la industria va en camino de compensar la caída. En paralelo, otros sectores que también sufrieron caídas el año pasado ya lograron superar las bajas y se espera que sigan creciendo (como el comercio, la actividad inmobiliaria y la intermediación financiera).

En conclusión, considerando un arrastre estadístico del 2024 de 3 p.p. esperamos un crecimiento del orden del 5% para el 2025, lo que implica que la actividad crezca 1,3% de acá a fin de año.

Creció la industria y cayó la construcción en mayo

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una suba desestacionalizada del 2,2% en mayo (+8,5% i.a.), hilando dos aumentos consecutivos y se situó 10% por encima del piso de la recesión. De este modo, el indicador llegó a su máximo en lo que va del año.

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) cayó en mayo un 2,2% (+8,6% i.a.), luego de haber subido en abril. De este modo, la construcción se recupera lentamente alternando meses de subas y bajas. Desde el piso de la recesión acumula una mejora cercana al 22% y, en el acumulado de los primeros cinco meses del año, se ubica un 10,5% por encima del mismo período de 2024.

Los indicadores adelantados de actividad de junio continúan con señales mixtas. En cuanto a la construcción, el sector tiene mucho más para recuperar que la industria producto de la profunda caída inicial dado su componente procíclico con la actividad económica. En junio, el Índice Construya registró una suba desestacionalizada del 15,5% (+14,3% i.a.), luego de haber caído 12,1% en mayo. Los despachos de cemento profundizaron su caída en junio (-7,3%), sumando dos meses de bajas consecutivas, aunque se posiciona 11,6% de junio del 2024. Respecto a la industria, la producción de automóviles cortó una racha de dos meses en verde al caer 4,4% s.e. en junio, ubicándose 33,8% i.a.

La industria sostiene la mejora

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) registró una suba desestacionalizada del 2,2% en mayo (+8,5% i.a.), hilando dos aumentos consecutivos y se situó 10% por encima del piso de la recesión. De este modo, el indicador llegó a su máximo en lo que va del año.

A nivel sectorial, solo cinco de los dieciséis sectores cerraron en rojo en la serie desestacionalizada: la caída mensual más pronunciada se observó en Refinación del petróleo (-9,6%), seguido por Otros equipos, aparatos e instrumentos (-3,4%) e Industria textil (-1,9%). Esta última acumuló cuatro meses de caídas, y se posicionó 15% por debajo del promedio del 2023. Por el lado de las mejoras, se destacaron Vehículos (+11,8%), Sustancias y productos químicos (+6,9%) e Industrias metálicas básicas (+6,2%).

A su vez, se observa una mejora en comparación a mayo del 2024 en las categorías más generales: se destaca la suba los bienes de capital (+10,4% i.a.) y los bienes de consumo no durable (+4,9% i.a.). Por su parte, los bienes de uso intermedio también lograron superar los niveles del año pasado (+2,6% i.a.). De este modo, se evidencia una cierta recuperación de estas categorías desde los mínimos de la recesión.

La construcción continúa con vaivenes

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) cayó en mayo un 2,2% (+8,6% i.a.), luego de haber subido +5,2% en abril. De este modo, la construcción se recupera lentamente alternando meses de subas y bajas. Desde el piso de la recesión, la construcción acumula una mejora cercana al 22% y, en el acumulado de los primeros cinco meses del año, se ubica un 10,5% por encima del mismo período de 2024. Sin embargo, aún queda mucho terreno por recuperar: se encuentra alrededor de un 23% por debajo de 2023, un año casi completo sin recesión y con obra pública en marcha. En comparación con 2022, la brecha supera el 25%. En síntesis, la recuperación del sector no podrá alcanzar esos niveles sin el regreso de la obra pública.

En cuanto a los insumos para la construcción, cinco de los doce insumos presentaron caídas mensuales en la serie desestacionalizada. La principal caída fue Mosaicos una caída del 23,9% (tras haber subido 41,5% en abril), explicando 1,4 p.p. del índice general. Le siguió Yeso (-12,9%), Hormigón (-4,9%) y Cemento (-4,8%).

La recuperación de la construcción se ve obstaculizada, en parte, por los altos costos en dólares. En ese sentido, entre las empresas privadas relevadas por el INDEC que esperan una caída en la actividad del sector en los próximos meses, el 35% atribuye esta perspectiva a una menor actividad económica, mientras que el 24,6% señala justamente como principal causa el elevado costo de la construcción.

En cuanto al empleo, el 76,2% de las empresas dedicadas a la obra privada estima que no habrá cambios en la dotación de personal, mientras que el 18,1% prevé una disminución. No obstante, gran parte del ajuste ya se produjo: desde el cambio de Gobierno, el empleo en la construcción cayó más de un 10% y actualmente se ubica un 18% por debajo del promedio de 2023.

¿Qué esperamos hacia adelante?

La actividad económica retomó su sendero de crecimiento tras las fuertes caídas de marzo. La industria muestra una recuperación más sostenida, mientras que la construcción aún presenta una dinámica ambivalente en la que no logra encadenar dos meses consecutivos de subas. En este contexto, los indicadores adelantados de actividad para junio siguen con señales mixtas.

En cuanto a la construcción, el sector tiene mucho más para recuperar que la industria producto de la profunda caída inicial dado su componente procíclico con la actividad económica. En junio, el Índice Construya registró una suba desestacionalizada del 15,5% (+14,3% i.a.), luego de haber caído 12,1% en mayo. Los despachos de cemento profundizaron su caída en junio (-7,3%), sumando dos meses de bajas consecutivas, aunque se posiciona 11,6% de junio del 2024. En línea con las caídas de junio en el sector, las encuestas cualitativas realizadas por el INDEC reflejan la percepción de una continuidad en el estancamiento del sector para los próximos meses. En números, el 73,3% de las empresas de obras privadas encuestadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará en los próximos tres meses, mientras que el 18,1% estima que disminuirá.

Respecto a la industria, la producción de automóviles cortó una racha de dos meses en verde al caer 4,4% s.e. en junio, ubicándose 33,8% i.a. En la misma línea, el patentamiento de autos creció 0,5% respecto a mayo en la serie desestacionalizada (+76,4% i.a.). En este contexto, el crédito al consumo desacelera su crecimiento mes a mes, al cerrar junio con una suba del 2,4% s.e., y se posiciona 129% por encima de junio del 2024.

Más en general, creemos que el cambio de esquema económico no será tan determinante para cambiar el sendero de recuperación. Sin embargo, en el caso de la construcción, no proyectamos un crecimiento suficiente como para compensar completamente la contracción del año anterior. En cuanto a la industria, se prevé que la industria evolucione de manera heterogénea entre sectores. Mientras algunas ramas lograrán recuperar lo perdido en 2024, otras podrían verse afectadas por una posible apertura de importaciones y cambios en los precios relativos. Esto podría tener un impacto negativo en el empleo, especialmente en industrias sensibles como la textil o la tecnológica.

Doble click en la recuperación de la actividad

La actividad económica muestra señales claras de recuperación, con un crecimiento sostenido que ha llevado al EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) a alcanzar niveles máximos en su serie desestacionalizada. Estos registros no se observaban desde junio de 2022 e incluso desde diciembre de 2017. Sin embargo, al hacerle un zoom al interior de cada sector de la economía, vemos que esta recuperación es divergente y tiene características particulares.

 En cuanto a la industria, desde el piso de la recesión en marzo de 2024, se destacan subas en Productos minerales no metálicos (+20,9%), con incidencias positivas en la producción de yeso y cemento, asociadas a la mejora gradual en la construcción. También crecieron la industria de Metales básicos (+27,3%) y la de Maquinaria y equipo (+30,1%). Sin embargo, la mayoría de los sectores industriales todavía se encuentran por debajo de los niveles de 2023, con excepción de aquellos vinculados a bienes durables y al petróleo.

Es poco probable que los salarios reales mantengan su ritmo de expansión, por lo que la apertura comercial podría convertirse en un factor clave para sostener el crecimiento de la actividad. Si bien esta medida podría impulsar el consumo a través de una baja de precios y una mayor variedad de bienes, sus efectos son inciertos, dado que representa un cambio profundo en la política económica, inédito en las últimas dos décadas.

La actividad económica muestra señales claras de recuperación, con un crecimiento sostenido que ha llevado al EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) a alcanzar niveles máximos. Estos registros no se observaban desde junio de 2022 e incluso desde diciembre de 2017.

Sin embargo, un zoom al interior de cada sector de la economía muestra que esta recuperación es divergente y tiene características particulares. ¿Qué sectores de la industria impulsaron la recuperación? ¿Cuánto crecieron desde el piso de la recesión? ¿Son los mismos sectores que impulsaron las subas de las recesiones anteriores?

Durante la recesión pasada, los únicos sectores que lograron crecer fueron los primarios, principalmente el agro y el petróleo, que en conjunto acumularon una suba de alrededor del 9% en los meses recesivos (entre agosto de 2023 y mayo de 2024). Sin el aporte de los sectores primarios, la actividad económica habría registrado una caída cercana al 8% durante ese período.

La refinación del petróleo es un sector que viene creciendo por el boom de vaca muerta, siendo un sector clave en la recuperación de la actividad. En tanto, los bienes durables crecen por mayor producción de maquinaria agrícola, electrodomésticos y automóviles, con buenas perspectivas para la industria automotriz por nuevas inversiones y desarrollo de modelos, especialmente pick-ups.

En contraste, la construcción y la industria registraron una caída conjunta del 16% en el mismo período. La primera muestra una recuperación moderada, impulsada principalmente por el segmento privado, pero aún limitada por el contexto recesivo y el freno de la obra pública. En cuanto a la industria, desde el piso de la recesión en marzo de 2024, se destacan subas en Productos minerales no metálicos (+20,9%), con incidencias positivas en la producción de yeso y cemento, asociadas a la mejora gradual en la construcción. También crecieron la industria de Metales básicos (+27,3%) y la de Maquinaria y equipo (+30,1%). Sin embargo, la mayoría de los sectores industriales todavía se encuentran por debajo de los niveles de 2023, con excepción de aquellos vinculados a bienes durables y al petróleo.

Otra característica particular de esta recuperación es el buen desempeño de algunos servicios. Se destaca el crecimiento de la intermediación financiera en los últimos años, ubicándose un 15,4% por encima del promedio del 2023. De esta forma, se posiciona como casi el único sector que ya supera los niveles de actividad del 2023, un año sin recesión ni otras particularidades. Le siguen la actividad inmobiliaria (+4,4%) y la educación (+1,8%). Por su parte, el comercio logró recuperar los niveles de 2023 (+1,0%), y acumula una suba del 15,6% desde el piso de la recesión en abril del 2024.

El agotamiento del modelo…¿y uno en construcción?

El hecho de que los sectores primarios y con sesgo exportador sean los motores de la recuperación luce más como la excepción que la regla durante la última década y media. La similitud emerge al comparar la reciente recesión con la de 2016, caracterizada también por un importante cambio en precios relativos -salida del cepo con devaluación y aumento de tarifas-, donde el repunte vino dado por las exportaciones. Sin embargo, mientras el actual impulso exportador se explica en gran parte por el aporte de Vaca Muerta, en 2016 vino de la mano de una cosecha récord -eliminación de las retenciones mediante- que potenció las exportaciones agropecuarias.

Esto es esperable en una economía que se caracterizó por un modelo orientado al mercado interno, que permitió que sectores como construcción e industria (ambos intensivos en empleo) siguieran creciendo tras, por ejemplo, la crisis internacional de 2008, compensado los shocks externos.

Sin embargo, podemos ir más allá y no pensar que el colapso del modelo -especialmente con el inédito recorte al gasto público- fue una simple casualidad sino la búsqueda de un modelo de crecimiento diferente, que reemplace el ya agotado modelo previo, donde el rol y gasto del Estado tenía una función mucho más preponderante. En este sentido, la paulatina caída -y también eficiencia- del gasto público, herramienta que fue quedando obsoleta debido a la constante emisión monetaria para financiarla, se combinó con una de sus principales consecuencias: la creciente y persistente inflación, que se encargó de ir erosionando el poder de compra del salario.

Por otra parte, en la sección anterior también mencionamos que la dinámica de los servicios también está teniendo una buena performance. De hecho, excluyendo los sectores asociados a los servicios públicos, el crecimiento desde el piso de la recesión acumula 16,5%.

Pese a que los salarios recuperaron fuertemente el poder adquisitivo desde el piso del año pasado, su mejora se frenó -y no deberíamos esperar grandes cambios en lo que queda del año- este 2025 mucho antes de recuperar los niveles de mediados de 2023. Por este motivo, la expansión de los servicios no encuentra tanto su origen en la recuperación del salario real sino en la desaceleración de la inflación y la mayor estabilidad nominal, que permitió la reducción de las tasas de interés y comenzó a reactivar el crédito hipotecario.

Ahora, una economía con una menor nominalidad y mayor crédito apunta a un nuevo modelo en el que cambien los patrones de consumo de la población, tal como viene pasando desde principios del año pasado. Así como antes el consumo más impulsivo se “beneficiaba” de una alta nominalidad que encarecía el crédito y el acceso a bienes durables -con salario en dólares más golpeados que en pesos-, el incipiente cambio de esquema muestra un consumo masivo más retraído y un consumo de bienes durables en franca expansión.

Si “exportadora” y “dependiente del crédito doméstico” no han sido los principales adjetivos de la economía argentina los últimos 15 años, el tercer pilar sobre el que se busca construir un nuevo modelo es todavía menos habitual.

Frente a los desafíos y beneficios de la apertura comercial

En octubre del año pasado continuó con esta lógica al reducirse los aranceles de 89 productos importados, en los que se incluyen neumáticos, motos, electrodomésticos, plásticos PET, tubos de cobre e insumos textiles, entre otros.  A esto se sumó que, en marzo, el Gobierno redujo los aranceles de ropa y calzado del 35% al 20%, de telas del 26% al 18% y de hilados del 18% alrededor de 14%. En el mismo sentido, se simplificó la importación de bienes de capital usados en abril y los efectos de esta medida aún son inciertos. Las ultimas medidas anunciadas en mayo, apuntan a reducir los aranceles en tecnología: la alícuota del impuesto interno para los celulares se reduce del 8% al 0%. En el caso de los electrodomésticos, baja al 9,5%, y al 0% para aquellos fabricados en Tierra del Fuego. En esta línea, la reducción de impuestos para las operaciones “puerta a puerta” dispuesta ya en el pasado diciembre también es una declaración de principios por parte del Gobierno, pero su impacto económico es acotado.

El caso de la industria textil es también un ejemplo del rápido efecto que puede tener la apertura: desde el sector indican que las importaciones de prendas de vestir crecieron un 87 durante el periodo enero-mayo del 2025, superando los USD 264 M, alcanzando su nivel más alto desde 2018. Si bien el impacto sobre los precios de la ropa aún no se percibe con nitidez, debería ser más claro en la temporada de invierno, cuyos envíos se pagaron bajo este nuevo esquema durante los meses estivales. En el mediano plazo, la llegada de marcas que ofrezcan precios más competitivos que los locales debería ser el objetivo para que aumente la competencia dentro del sector. 

La otra cara de la moneda de la apertura comercial es el potencial impacto negativo en la actividad y empleo. Siguiendo el caso de la industria textil, la actividad del sector cayó 7% desde la apertura comercial y el empleo formal cayó alrededor del 6%. La profundización del proceso podría reconfigurar el entramado industrial, generando oportunidades para algunos sectores, pero también riesgos para otros.

Por lo tanto, este proceso inédito en las últimas dos décadas no estará exento de lidiar con rispideces internas e intereses diversos, así como con cierta resistencia social -por su impacto en el empleo-. Por caso, el Régimen de Tierra del Fuego y su vínculo con la electrónica -y los gobiernos de todos los colores políticos- es el ejemplo más paradigmático de las dificultades que existen para una apertura comercial real.

Más allá de los matices, la transición hacia una economía más abierta es deseable, especialmente si comparamos la relevancia de las importaciones en la economía de nuestro país contra otros países de la región, y también necesaria para la inversión y productividad, cuanto menos estancada en los últimos años, de las industrias que el nuevo esquema económico incentiva.

Conclusiones finales

Podemos resumir que la recuperación de la economía está siendo traccionada por dos elementos. El primero es el crédito doméstico, que floreció tras la importante baja de la nominalidad y “que los bancos hagan de bancos”. Sin embargo, para que el motor siga encendido no solamente tiene que haber en qué gastar, sino que el costo del financiamiento tiene que seguir bajando, máxime si continúa el proceso de desinflación. Esto puede ser una dificultad dado que entra en conflicto con la estrategia cambiaria y la necesidad de recrear una tasa en pesos atractiva para fomentar (reducir) la oferta (demanda) de dólares. En este contexto, si bien el crédito como % del PBI se encuentra en niveles bajos, es que se entiende la relativa urgencia con que el gobierno necesita de los “dólares del colchón” también para dinamizar la economía.

Estamos algo más habituados al segundo pilar: los sectores orientados a la exportación. Aquí el desafío será no solo seguir lidiando con cambios en los precios internacionales, sino también con lo que pueda ocurrir en un mundo agitado desde la salida de la pandemia, algo desafiante en un país con la fragilidad externa como el nuestro.

Sin embargo, la consolidación de este proceso requerirá que la apertura comercial sea más un hecho que una promesa y efectivamente impacte en el nivel de vida. Este viraje en la política económica requerirá de la consecución de reformas impositivas y laborales que cambien las reglas de juego. En definitiva, esto determinará si la recuperación de la economía podrá sostenerse en el tiempo bajo estas nuevas condiciones.