El dólar continuará errático hasta que se presenten el Presupuesto y el acuerdo con el FMI

En la última semana, el dólar de referencia se mantuvo prácticamente inalterado y cerró apenas por debajo de 37 ARS/USD. Más allá de esta aparente calma, la volatilidad no cesó: a la par que en las primeras dos jornadas la divisa escaló 5,6%, en las tres restantes acumuló una baja similar. Esta dinámica de marchas y contramarchas continuará, de mínima, hasta que se presente el Presupuesto 2019 y el nuevo acuerdo con el FMI. Una vez que se realicen estos anuncios, la divisa podría retomar o no su curso ascendente, principalmente dependiendo de la viabilidad política de los mismos.

A contramano de lo observado durante la corrida cambiaria de mayo y junio, los depósitos privados en dólares cayeron durante el reciente salto cambiario. Entre el 29/8 y el 04/9 (último dato disponible), los depósitos privados en moneda dura se redujeron USD 970 M (-3,4%), ubicándose en USD 27.600 M. Si bien todavía continúan por encima de la media de julio (USD 27.360 M), de prolongarse esta tendencia descendente la crisis comenzaría a jaquear al sistema financiero y las reservas encajadas en el BCRA.

 

Crisis y cambios en el equipo económico

La tregua cambiaria fue demasiado efímera: por la depreciación de la lira turca y del real brasileño, el peso argentino revirtió en los primeros días de agosto la baja lograda en julio (5%). Sin embargo, lo peor aún estaba por venir: a fines de mes, el Presidente anunció que el FMI adelantará desembolsos acordados para cubrir los vencimientos de deuda pública de 2019, lo que produjo otra corrida: el dólar pasó de 30 a 40 ARS/USD sin escalas.

La falta de precisión en la comunicación, la ausencia del Ministro de Hacienda y Finanzas y una declaración de apoyo ambigua del FMI, dejaron muy expuesta a la figura presidencial, profundizando la crisis de la confianza de los agentes económicos. El anuncio ni siquiera despejó las dudas de los tenedores o potenciales compradores de la deuda pública argentina: el Ejecutivo dio certezas de que no habrá incumplimiento hasta 2019 pero aumentó la incertidumbre sobre el repago de los bonos soberanos a mayor plazo.

Pese a que aún se está negociando con el FMI cambios en los desembolsos y las condicionalidades acordadas, el Ejecutivo anunció la reintroducción de las retenciones a todas las exportaciones para lograr el equilibrio primario del sector público Nacional en 2019. Además, anunció la eliminación de once ministerios (recorte de gastos) y precisó las necesidades de financiamiento para lo que resta de este año y del que viene.

La reinstauración de los derechos para las exportaciones de bienes y servicios implica el surgimiento de un nuevo esquema económico: apelando a la emergencia económica y a un tipo de cambio real competitivo, Cambiemos reintroduce un impuesto que apuntó a reducir tras su llegada al gobierno. De hecho, esta medida aportará ingresos adicionales por más de 1 p.p. del PBI, permitiendo reducir la meta fiscal acordada con el FMI (-1,3% PBI en 2019).

Sin embargo, aún falta conocer la otra parte del acuerdo: cuántos desembolsos anticipará el FMI, cuándo lo hará y si, finalmente, el BCRA podrá utilizarlos para estabilizar el mercado cambiario. Este último punto es crucial, ya que la fuerte suba de la tasa de interés implementada no alcanzó a compensar la precipitada pérdida de confianza del gobierno, pero garantiza serias complicaciones financieras para las empresas endeudadas.

Si el Ejecutivo logra que el Fondo apruebe un esquema cambiario de flotación administrada, (mayor intervención del BCRA) tendiente a preservar el tipo de cambio real competitivo que dejó la corrida, la Argentina podría salir de la crisis económica en la que está inmersa a través de una mejora de los sectores transables, que no sólo van a aportar divisas genuinas, sino recursos fiscales para lograr el equilibrio primario sin forzar nuevos recortes de gasto.

La pregunta del millón es si las autoridades ven esta posible salida, y si están en condiciones de transitarla, ya que los próximos seis meses serán muy difíciles en materia de gobernabilidad, producto del fuerte deterioro del frente económico-social. Tras el salto cambiario, la inflación trepará por lo menos 10% en el bimestre septiembre-octubre, y el BCRA mantendría en 60% la tasa de interés de referencia hasta diciembre. El combo recesión y tasa de interés elevada, no sólo implicará que la cadena de pagos sufrirá roturas en los eslabones más débiles, sino que las firmas acelerarán despidos y suspensiones.

En síntesis, el panorama económico se ha oscurecido considerablemente. Sin embargo, hay una luz al final del túnel: sin proponerlo ni quererlo, el trascurso de los acontecimientos llevó al gobierno a un esquema de tipo de cambio competitivo con retenciones, que le permite reducir significativamente los déficits gemelos. Si el Ejecutivo aprovecha este cambio para implementar un modelo económico que funcionó en el pasado, hay una chance de que el sufrimiento de la sociedad (ajuste de las familias, el Estado y las empresas) no sea en vano.

Presionado por anuncios escuetos e imprecisos, el dólar rozó 40 ARS/USD

En la última semana, el mercado cambiario adoptó una dinámica disruptiva: el dólar saltó más de 20%, finalizando en torno a 37,15 ARS/USD, y la tasa de interés llegó a 60%, valor que mantendrá, en principio, hasta fin de año. Los temores respecto a las necesidades de financiamiento de nuestro país en 2019, reforzados tras el escueto e impreciso anuncio del Presidente del miércoles y el correspondiente Comunicado del FMI –garantizando adelantos de desembolsos para 2019-, desataron la corrida. Si bien las presiones se atenuaron en la última rueda, no revirtieron el alza del jueves (+25%).

Para el futuro, las perspectivas no son favorables. Si bien la dinámica pareciera haber adquirido características de overshooting, es decir, una depreciación más allá de los fundamentals macroeconómicos, la complejidad de la situación obliga a ser cautos. Por ende, aunque el dólar podría ceder en las próximas semanas –serán centrales los anuncios del lunes para determinar qué pasará-, continuará “caro” (por encima de su media histórica) hasta bien entrado el año electoral.

 

Si se reduce la demanda de dólares transaccionales, el tipo de cambio, ¿baja?

¿Qué está pasando?

En agosto se rompió la tregua cambiaria. Impulsado por factores internacionales –la crisis turca primero y la incertidumbre política brasileña después-, que se potenciaron en el plano local, el dólar escaló casi 12% en lo que va del mes, superando 30 ARS/USD. Aunque la actividad económica continúa deprimida, por lo que se reducen las necesidades de divisas para operaciones comerciales, estas “mejoras” más que se revierten al contrastar con la dolarización de ahorros –principalmente minorista-.

Cabe destacar que, si bien en julio el tipo de cambio cayó más de 5%, las presiones no habían cesado. Por caso, mientras que la salida neta de divisas por transacciones corrientes se contrajo en casi USD 800 M en dicho mes al comparar con igual período del año pasado, la formación de activos externos del sector privado aumentó USD 880 M en julio de 2018, más que contrarrestando el ahorro anterior. Sin embargo, producto de las licitaciones de divisas diarias realizadas por el Tesoro, estas presiones no se reflejaron en un salto del tipo de cambio. Por el contrario, en agosto, en un clima más turbulento a escala global, las presiones se agravaron y se cristalizaron en la pérdida de valor del peso.

¿Qué está haciendo el gobierno para frenar al dólar?

A diferencia de abril y mayo, cuando el Banco Central intentó utilizar la menor cantidad de herramientas posible y con la menor intensidad (por caso, intervino tibia y diariamente en el mercado; subió tres veces en cuatro días hábiles la tasa de interés; contrajo la cantidad de dólares que podían disponer los bancos comerciales de forma tal de limitar nuevas demandas, pero no para apuntalar la oferta) al momento, las acciones parecen más fuertes –ya sin poder jugar el “ancho de espadas” de un nuevo acuerdo con el Fondo-.

En primer lugar, se flexibilizó el acuerdo con el FMI, de forma tal que la autoridad monetaria pudiera intervenir de manera directa en el mercado cambiario. En segunda instancia, se incrementó en 5 p.p. una tasa de interés ya elevada –la de referencia de política monetaria, no la de LEBACs que se mantuvo estable- y se garantizó su nivel, de mínima, hasta octubre. Además, el Ministerio de Hacienda intensificó los canjes de LEBACs en pesos por LETEs en dólares, buscando así disipar potenciales desarmes de posiciones en el futuro inmediato –al costo de posponer este riesgo e incrementar el de default-.

Con todos estos esfuerzos, ¿hasta dónde tiene espacio el dólar para subir?

Aunque el dólar acumula un alza mayor a 60% desde que comenzó el año, conforme a nuestras estimaciones, todavía tiene un terreno importante para recorrer en lo que resta de 2018. Concretamente, según nuestras proyecciones, la divisa terminaría 2018 –de mínima- en la zona de 32 ARS/USD, lo que implicaría una suba de 80% en términos interanuales. Esta dinámica responde a la constante dolarización de ahorros, que pareciera intensificarse a medida que se desvaloriza el peso –y también que caen los salarios reales-, en lugar de percibir que el mismo se encuentra barato y atenuar las presiones. Dado que en nuestro país la compra de divisas para tenencia depende de los stocks y no de los flujos (ingresos reales mensuales), las mismas no poseen una correlación con el ciclo económico; por lo tanto, aunque la actividad económica “se acomode” a niveles más bajos y sostenibles, tal como lo viene haciendo desde mayo, la demanda de divisas por motivos especulativos o precautorios –no transaccionales- no la seguirá. Hecho este análisis, y como respuesta a la pregunta que le dio origen a este texto, podemos afirmar que aunque “la inflamación” de la actividad se vaya (que la misma se “achique”), el tipo de cambio no bajará y, en consecuencia, el dólar barato no volverá.

La demanda de dólar-ahorro presiona al tipo de cambio

  • En la última semana, se extendieron las presiones sobre el dólar y el tipo de cambio de referencia rozó 30,60 ARS/USD, escalando 2,6%. De este modo, acumula un alza de 11,8% en el mes, dando cuenta de que la tregua cambiaria de julio no se prolongó en agosto. Pese a esta suba, en lo que va del mes se perdieron más de USD 2.900 M de Reservas (-5%) dando cuenta de que las presiones siguen latentes. Reflejo de esto fueron las intervenciones directas del Banco Central en el mercado cambiario, “permitidas” luego de la llegada de la misión del FMI al país y su posterior análisis.
  • En julio, el déficit cambiario de la cuenta corriente se redujo 70% respecto al mismo mes de 2017, al pasar de USD 1.100 M a USD 300 M. A contramano, la fuga de capitales del sector privado aumentó 35% i.a., al pasar de USD 2.500 M a USD 3.350 M, por lo que creció la sangría neta de dólares. Por ende, y tal como se verificó en agosto, pese a que la economía continúa en caída libre, el dólar sigue su curso ascendente.

 

El riesgo país vuelve a subir y se acerca a los 700 puntos: un análisis desde la macro

¿Qué está pasando?

El riesgo país argentino arrancó la semana en alza, presionado por el clima electoral de Brasil, donde Gerardo Alckmin, el candidato preferido de los mercados, no logra acumular votos. En contrapartida, los representantes “extremos” de izquierda y derecha, Lula da Silva y Jair Bolsonaro, lideran las encuestas, incrementando así la incertidumbre financiera en el país vecino. Como resultado de estas turbulencias exógenas, el spread del costo de endeudamiento entre la Argentina y Estados Unidos superó 6,8 p.p. en la cuarta semana de agosto, un 23% más que al cierre de julio –cuando la tregua cambiaria lucía sólida-. Si bien la suba local respondió a factores externos, los mayores temores en Turquía primero (imposición de nuevos controles al flujo de capitales) y las elecciones de Brasil después, nuestro riesgo país acumula un avance mayor al de estos países (21,3% en el caso asiático y 16,5% en el gigante sudamericano). Por lo tanto, aunque los coletazos externos son las causas originales, las “réplicas” están siendo más pronunciadas. Asimismo, dado que la tasa de la Fed a diez años se encuentra en torno a 3%, los bonos locales a dicho plazo arrojan una tasa de interés del 10%, lo que representa su mayor valor desde fines de 2014.

¿Cómo impacta en la “economía real”?

Al momento, las principales dudas se posan sobre el cumplimiento del programa financiero 2019. En este sentido, los rumores sobre un pedido de adelanto de desembolsos al FMI para 2019 -que los USD 12.000 M se girasen en una sola cuota durante el primer trimestre, en lugar de fraccionadamente a lo largo del año-, aunque descartados de plano por el oficialismo, aumentaron aún más las presiones. En caso de concertarse este pedido, en lugar de tranquilizar a los inversores –lo que intenta hacer el Poder Ejecutivo desde mayo- los haría entrar en pánico. Por ende, se renovarían las presiones sobre el dólar y, una vez más, nuestras proyecciones más probables “se quedarían cortas”. ¿Qué implicaría esto? Que la caída del PBI sería mayor a 1%, que el tipo de cambio terminaría el año por encima de 32 ARS/USD y la inflación más allá del 35%. En este sentido, las subas del riesgo país dan cuenta de que los inversores externos le otorgan cada vez mayores probabilidades al escenario pesimista. Si bien esta confianza no está necesariamente vinculada con la realidad, en un modelo tan dependiente del financiamiento externo como el actual, es muy posible que prefigure a la misma (tanto en un escenario positivo, como fue 2017, como en el negativo). Por último, una porción del mercado está comenzando a percibir la sucesión de medidas del Banco Central (cambio en la tasa de referencia de política monetaria, sucesivos incrementos de encajes, una intervención errática en el mercado cambiario) no ya como una virtud pragmática de la nueva gestión, sino como una falta de rumbo del mismo; si contagiaran al resto de los inversores, nuevas presiones arreciarían.

Pero entonces, ¿qué probabilidades tiene hoy el escenario pesimista?

Muchas y crecientes. Al momento, la volatilidad y la incertidumbre están convirtiéndose en la normalidad de la economía argentina, para dejar de ser “episodios aislados”. Producto de los comportamientos de manada de los mercados, las posibilidades de que nuestro país caiga en desgracia se refuerzan con las malas noticias, a la vez que se dejan atrás con las buenas. En términos econométricos, los rezagos tienen ponderaciones cada vez mayores . Por lo tanto, mientras que la situación no se normalice, y que el gobierno no logre mostrar que domina la situación político-económica, es muy posible que los coletazos en países emergentes generen mayores turbulencias en el plano local; tal como viene sucediendo desde fines de abril. En consecuencia, el escenario pesimista no sólo viene aumentando su probabilidad de ocurrencia, sino que cada vez el “más probable” se le asemeja más.

Por el freno de la actividad, en junio mejoró el balance cambiario

  • En junio, el balance cambiario arrojó un déficit de USD 2.500 M. De este modo, se multiplicó por cuatro en relación al rojo de igual mes del año pasado (-USD 480 M).
  • El dato más importante reviste en la mejora del saldo de bienes: su superávit más que se cuadruplicó, pasando de USD 375 M en junio de 2017 a USD 1.280 M en 2018. Esta dinámica estuvo motivada por el salto del dólar, que encareció a las importaciones, pospuso pagos y frenó a la actividad.
  • Por lo tanto, esperamos que en los próximos meses esta dinámica no sólo se repetirá, sino que también se profundizará. Si bien a la misma no se llegó por motivos virtuosos –aumento de las exportaciones-, sino negativos –caída de las importaciones- tornará más sostenible al actual esquema económico. No obstante, mientras que no se desarrollen políticas de fondo que apuntalen la competitividad no cambiaria, una vez que la actividad recupere su curso ascendente, los problemas comerciales volverán a arreciar.
  • Por el lado de servicios, se registró la primera contracción del déficit en lo que va del año (pasó de USD -730 M en junio de 2017 a USD -700 M en 2018), explicado fundamentalmente por la recuperación de la cuenta turismo (su saldo negativo pasó de USD 875 M en el sexto mes del año pasado a USD 590 M en igual período de este año). Por lo tanto, y al igual que en bienes, las repercusiones de la corrida cambiaria fueron positivas para la sustentabilidad de estas cuentas.
  • Por su parte, la cuenta capital marcó un rojo de USD 3.300 M, multiplicando por siete al déficit registrado en igual mes del año pasado (USD -438 M). Esta dinámica respondió a la salida de las inversiones de cartera, que acumularon su tercer mes en terreno negativo luego de quince meses (desde enero 2017) como uno de los principales influjos de dólares. Su reversión del saldo pronunció aún más la sangría de dólares por motivos no comerciales.
  • Para concluir, vale destacar que en el acumulado anual el déficit del balance cambiario asciende a USD -15.840 M, lo que implica más que el doble del rojo acumulado en la primera mitad de 2017 (USD -6.100 M). Al igual que en el dato mensual, la cuenta capital es la que muestra el mayor deterioro, al pasar de USD -2.700 M en la primera mitad de 2017 a USD -13.900 M en la primera de este año. Para la segunda parte del 2018, esperamos que la agudización del rojo se atenúe por los motivos ya destacados. No obstante, la misma no alcanzará para revertir las desmejoras en el acumulado anual.

 

Meta fiscal: mucho más encaminada que la de inflación

  • En junio de 2018, el déficit primario del Sector Público Nacional no Financiero (SPNF) totalizó ARS 56.700 millones, reduciéndose 1% i.a. en relación a igual mes del año pasado. De esta forma, se alcanzó el tercer mes consecutivo en donde el rojo corriente se contrajo en relación a igual período de 2017 (en el primer trimestre del año pasado todavía había ingresos por blanqueo de capitales, de modo que los resultados no eran comparables).
  • En el acumulado al primer semestre, el déficit primario del SPNF rondó ARS -106.000, lo que marca una mejora en relación al déficit de ARS -144.300 millones registrado en la primera mitad del 2017 (-27% i.a.). Al comparar esta dinámica como porcentaje del PBI, los avances se profundizan: el rojo primario se redujo en 0,6 p.p. del producto, al pasar de -1,4% en el primer semestre del año pasado a -0,8% en igual período de 2018.
  • Esta mejora respondió a un crecimiento más acelerado de los ingresos respecto a los gastos: mientras que los primeros treparon 26% i.a., las erogaciones avanzaron sólo 19% i.a. Con el frenazo de la actividad que se viene observando tras la depreciación del peso, sería esperable que esta dinámica positiva se atenúe en los próximos meses.
  • Uno de los apartados que más contribuyó a la mejora de las cuentas públicas fue gastos de capital, que cayó 20% i.a. en pesos corrientes en el primer semestre de este año. Producto de esta dinámica, su incidencia en el gasto primario pasó de 9,6% en el acumulado enero-junio de 2017 a 6,4% en el primer semestre de este año. Visto desde otra perspectiva, su participación en el PBI se redujo casi a la mitad, al pasar de 1,0% a 0,6% entre la primera parte del año pasado e igual período de 2018. En este punto, vale resaltar el cambio en la contabilidad del Fondo Federal Solidario de la Soja que, si bien no tuvo un impacto en la obra pública, sí impulsó a la baja a esta partida.
  • Por su parte, los subsidios económicos, que venían mostrando una magra performance en el primer cuatrimestre del año (-19% i.a. nominal), se revitalizaron en el último bimestre (+48% i.a. nominal) impulsados por el salto del tipo de cambio. Dado que la estructura de costos de las prestadoras de Servicios Públicos se encuentra significativamente dolarizada, esta dinámica era esperable. Asimismo, producto de la probable relajación del alza de tarifas (en pos de evitar nuevas tensiones en el frente inflacionario), estimamos que la partida subsidios económicos permanezca en terreno positivo los próximos meses.
  • Por último, en lo que a la evolución del gasto primario respecta, sobresale el incremento de las prestaciones sociales: el gasto en jubilaciones y pensiones escaló casi 30% i.a. en la primera mitad del año, siendo la única “línea” que no se contrae al ser deflactada por la suba de precios. Como resultado, su incidencia en el gasto primario trepó del 55% en enero-junio de 2017 a 60% en 2018. Más allá de todos estos avances, su participación en el PBI se mantuvo estable (5,7% y 5,8%, respectivamente).
  • Dado que esta partida ajusta de manera automática y que se encuentra atada a la inflación pasada, estimamos que continúe ganando terreno en el corto plazo (especialmente en 2019, si la suba de precios se desacelera tal como augura el oficialismo). Sin embargo, producto de la misma fórmula de ajuste, podría ser el talón de Aquiles del cumplimiento de los objetivos fiscales pautados con el FMI, ya que en el resto de las partidas el ajuste ya comenzó, mientras que aquí será más difícil de aplicar, tanto en términos sociales como políticos.
  • El déficit financiero (aquel que contempla también al pago de intereses) se mantuvo prácticamente inalterado entre la primera mitad del año pasado e igual período de este año, al pasar de ARS -255.600 millones en 2017 a ARS -251.200 millones en 2018 (-2% i.a.). Producto del esquema de endeudamiento encarado por el Poder Ejecutivo, el pago de intereses escaló 31% i.a. entre el primer semestre de 2017 e igual lapso de 2018, rozando ARS 145.500 millones. Como resultado, su participación en el PBI se mantuvo estable, en la zona de 1,1% del producto, y alcanzaron 13,3% de los ingresos tributarios (1 p.p. más que en la primera parte de 2017).
  • Conforme a nuestras estimaciones, el pago de intereses representaría el 2,5% del PBI al cierre del año, de modo que aguardamos que su dinámica de crecimiento se acelere en la segunda parte del 2018. En este sentido, cabe destacar que la suba del dólar todavía no impactó todavía en esta cuenta, ya que su avance del primer cuatrimestre (+57% i.a.) se desaceleró significativamente en el último bimestre (+0,2% i.a.), producto de su elevada estacionalidad. Por lo tanto, y a modo de conclusión, la mejora que esperamos para el resultado primario no sólo no se repetiría “por debajo de la línea”, sino que esta parte del gasto agudizaría su crecimiento.
  • Para concluir, huelga remarcar el establecimiento de metas trimestrales explícitas para 2018: -0,6% del PBI para el primer trimestre, -1,1% para el segundo, -1,9% para el tercero y -2,7% para el cuarto. Por ende, cerrada la primera mitad del año, el objetivo se viene sobrecumpliendo (-0,8% del PBI) y la meta final parece encaminada. Por otro lado, cabe destacar que para evaluar la pauta fiscal el FMI adoptará otro criterio que el utilizado por el Palacio de Hacienda: considerará ciertos desembolsos correspondientes a organismos multilaterales de crédito (Banco Mundial, Corporación Andina de Fomento, etc.) como parte de gasto primario –Programa de Inversiones Prioritarias, PIP-. Por lo tanto, según la metodología del Fondo, el déficit primario asciende a ARS -122.600 millones, 15% i.a. por debajo del resultado del año pasado y -0,9% del PBI. En consecuencia, el objetivo acordado en el préstamo stand by luce cumplible.

 

El buen clima internacional ayudó al dólar en la última semana

  • En la última semana, el dólar de referencia retrocedió 3%, finalizando en torno a 27,25 ARS/USD. De este modo, acumula una baja de 5,6% desde que comenzó el mes, retornando a los niveles de mediados de junio. Las licitaciones de LETEs (Letras del Tesoro en dólares) y el buen clima internacional permitieron descomprimir al mercado. Si bien ambos factores confluyeron a favor de la estabilidad en la reciente coyuntura, su impacto puede revertirse. La nueva tregua cambiaria luce tan frágil como la anterior y “el modo a prueba de errores” permanece vigente –y latente-.
  • Pese a que permitieron relajar al mercado cambiario en el corto plazo, el cambió de pasivos en pesos con mercado secundario (LEBACs) por otros nominados en divisas (LETEs) realizado por el Tesoro no es la mejor herramienta. Por el contrario, este swap luce como una decisión arriesgada, máxime inmediatamente después de una corrida. Por lo tanto, aunque se estiró levemente la maturity de la deuda pública y se redujo un pasivo del BCRA, aumentó la exposición en moneda extranjera (con riesgo de default).

Las intervenciones del BCRA calmaron al Dólar

  • En la última semana, el dólar de referencia retrocedió 2,7%, finalizando en la zona de 28 ARS/USD. Para que la divisa no retomará su sendero alcista, el Banco Central subastó en tres días USD 150 M (en lugar de los USD 100 M anunciados la semana pasada) y, además, intervino en el mercado cambiario de manera directa vendiendo USD 300 M de Reservas. Por lo tanto, pese a que las presiones más importantes cedieron y pareciera haberse reanudado la tregua cambiaria, la misma luce extremadamente frágil.
  • Pese a que las Reservas se incrementaron sustancialmente luego del acuerdo con el FMI (crecieron USD 15.000 M), motivado por el propio acuerdo –meta de acumulación de Reservas de USD 5.500 M por trimestre-, se restringieron sensiblemente los grados de libertad del Banco Central para intervenir directamente en el mercado. Por lo tanto, más allá de que su “poder de fuego” se incrementó, las capacidades de la autoridad monetaria para enfrentar un incremento repentino de la demanda se achicaron. Por ende, un nuevo episodio de tensión tendría repercusiones más inmediatas en el dólar.