Triángulo de las bermudas: dólar, riesgo país y elecciones

Pese a que 2018 culminó con pax cambiaria y social, fue un año muy negativo para la economía argentina. La actividad cayó más de 2%, la inflación acumuló casi 50%, el tipo de cambio y el riesgo país más que se duplicaron y la tasa de interés de referencia cerró en 60% (30 p.p. por encima de comienzos de año). Lo peor fue el descalce entre las expectativas y la realidad: a fines de 2017 se esperaba un año con crecimiento y reducción de las variables nominales. Además, no sirve echarle la culpa al mundo: no fue un buen año para la región, pero igualmente Sudamérica logró crecer.

Las perspectivas para el año que comienza muestran dos posibles escenarios. Si persiste la calma cambiaria, la inflación comenzaría a ceder y la actividad empezaría a recuperarse. Esto permitiría al Ejecutivo transitar los meses pre-electorales en un contexto económico que la mayoría de los votantes percibirá como menos adverso, aumentando las chances de continuidad de Cambiemos. Esto podría tranquilizar a los inversores internacionales, aunque difícilmente les devuelva el apetito.

Asimismo, si por diversos factores (shock externo, debilidad política, etc.) la dolarización de activos se reanuda y se genera inestabilidad cambiaria, el proceso de desaceleración de la inflación y reactivación quedará abortado. En este escenario, aumentan las chances de un triunfo opositor, lo que podría retroalimentar la fuga de capitales y la desconfianza de los inversores internacionales.

El plan de estabilización lanzado a fines de septiembre ha sido exitoso en calmar al mercado cambiario (moderando la inflación), pero no logró despejar las dudas de financiamiento: 2018 terminó con un riesgo país superior a los 800 puntos básicos, lo que ratifica que Argentina tiene cerrado el acceso a los mercados de capitales foráneos. En el corto plazo, los desembolsos del FMI permitirán honrar los servicios de la deuda pública en moneda extranjera, pero hacia mediados de 2020 el próximo presidente electo deberá colocar títulos para cancelar vencimientos (roll-over).

Haciendo un ejercicio de extrema simplificación, se puede decir que este año el devenir de la economía argentina estará sujeto a la evolución de tres variables clave: tipo de cambio, riesgo país y proceso electoral. En la actualidad, el elevado riesgo país refleja la delicada situación financiera de la Argentina: el pago de la deuda pública sólo puede garantizarse si el FMI concreta los desembolsos sujetos a la aprobación de un estricto plan de estabilización. Asimismo, las crecientes dudas sobre el repago de la deuda pública (el riesgo país trepó más de 100 puntos en diciembre) jaquean la calma cambiaria alcanzada. Prueba de ello es que, en el último mes del año, el BCRA freno el proceso de recorte de la tasa de interés de referencia (la LELIQ cerró en torno al 60% anual).

El proceso electoral, entendido como las elecciones provinciales desdobladas, el cierre de listas, las encuestas, las primarias de agosto, las presidenciales de octubre y el probable ballotage de noviembre, puede terminar de inclinar la cancha hacia uno de los dos posibles equilibrios: el virtuoso (calma cambiaria con reducción de la inflación y recuperación) o el vicioso (inestabilidad cambiaria, inflación elevada y recesión). Asimismo, las chances del oficialismo en la carrera presidencial van a depender del mercado cambiario: si hay nuevos sobresaltos, la precepción de crisis (que ya refleja el elevado riesgo país) alcanzará a la mayoría de la población afectando sus chances de re-elección.

Las últimas decisiones en materia económica revelan que el gobierno incorporó el lema autóctono que dice “controla al dólar y reinarás”. En primer lugar, anunció a fin de año un fuerte tarifazo (que generará inflación y golpeará al consumo) con el objetivo de reducir los subsidios para cumplir la ambiciosa meta fiscal de equilibrio primario, variable clava para destrabar nuevos desembolsos del FMI. Asimismo, el BCRA reforzó las Reservas Internacionales (mediante un swap con China por casi USD 9.000 M), sobre-cumplió la estricta meta de agregados monetarios (lo que se tradujo en una tasa de referencia más elevada que la demandada por el mercado) e hizo más porosa el piso de la banda cambiaria (se comprometió a comprar sólo USD 50 M diarios y hasta el 2% de expansión de la base monetaria del mes, si el dólar perfora el límite inferior de Zona de No Intervención cambiaria).

En síntesis, la performance económica del año que comienza dependerá del devenir de la tríada tipo de cambio, riesgo país y proceso electoral. Ojalá que la moneda caiga del lado del “equilibrio virtuoso”, porque nuestra sociedad (además del gobierno de turno) no resistiría una nueva crisis económica: un tercio de la población ya es pobre y este flagelo afecta a más del 50% de los jóvenes.

El oficialismo anticipó aumentos para enfocarse en la reactivación

Si hay una semana donde la opinión pública está distraída, esa es la semana entre fiestas al final de cada año. Y fue precisamente esa semana la que el Gobierno eligió para anunciar una serie de aumentos que en algún momento tenía que anunciar para cumplir con los compromisos de ajuste del gasto público asumidos con el FMI. Y no solo por el momento de distracción se decidió anunciar aumentos de luz, gas y transporte en la última semana del 2018, sino para evitar tener que dar este tipo de anuncios en el 2019.

Todo ello porque si bien el oficialismo tiene una estrategia dominante desde el punto de vista electoral, que es confrontar con Cristina Kirchner y el Kirchnerismo, esa estrategia es dominante pero no suficiente para garantizar la reelección de Cambiemos, ya que su éxito está condicionado por la evolución de la situación económica. Una vez despejado el panorama de anuncios impopulares, el Gobierno empezará a trabajar en hacer todo lo que esté su alcance -no es mucho-, para lograr que la recuperación económica llegue a tiempo y se sienta lo más posible, más allá de las metas de déficit cero que deberá cumplir.

Habrá que ver si estos anuncios provocan una reversión en algunos indicadores de opinión pública (imagen y expectativas) frente a la incipiente recuperación del Gobierno, que habíamos observado en los meses de noviembre y diciembre:

  • Imagen de Gobierno. En diciembre, la valoración del desempeño del Gobierno de Mauricio Macri logró, por segundo mes consecutivo, una leve recuperación en la valoración positiva (+0,6%), y una caída de -3,3 p.p. de la imagen negativa del Gobierno, reduciendo el diferencial negativo de imagen en casi 4 puntos (-3,9%) respecto del observado en noviembre.
  • Expectativas sobre el Futuro del País. En materia de expectativas sobre el futuro del país, en diciembre, se observó una caída del pesimismo de casi 5 p.p., mientras que se observó una leve recuperación de los que ven con optimismo el futuro del país (+0,8).
  • Expectativas sobre el Futuro de la Situación Personal. En materia de expectativas sobre el futuro personal, en diciembre, se observó una caída del pesimismo también de casi 5 puntos, al tiempo que se registró un rebote del optimismo de más de 4 p.p. (+4,1%).

La estrategia de confrontar con CFK (Polarización) es dominante

Pero, ¿es contradictoria la estrategia de confrontar con CFK y el kirchnerismo para maximizar sus chances de reelección, cuando la candidatura de la ex Presidenta es la que más incertidumbre económica genera, pudiendo afectar la recuperación económica? Si bien son condiciones contradictorias (candidatura de CFK y recuperación económica), la necesidad de confrontar con CFK es hoy excluyente para Macri, porque en cualquier otro escenario el Gobierno perdería la elección. Los costos económicos que trae aparejada la confrontación con CFK, deben ser incorporados como externalidad negativa para una estrategia que sigue siendo dominante para el Gobierno, ya que no tiene posibilidad de elegir otra estrategia por su propio instinto de supervivencia.

En todo caso, no hay estrategias óptimas para el oficialismo, y entre las opciones, siempre se privilegiarán no solo las que maximizan las posibilidades de triunfo de Cambiemos, sino que se buscará evitar aquellas que minimizan esas chances. Por lo cual, la clave para el Gobierno será encontrar la mejor manera de neutralizar los problemas que podría traer aparejada la eventual candidatura de CFK en la economía, porque decididamente ese será el escenario buscado.

PBI 2019: recuperación entre puntas, pero caída en el promedio

Culmina un año para el olvido

La performance del 2018 en materia económica fue claramente negativa: la actividad cayó más de 2% i.a., la inflación acumuló casi 50%, el dólar más que duplicó su precio y la tasa de interés de referencia cerró apenas por debajo de 60% (30 p.p. por encima de donde había comenzado el año). Sin embargo, lo peor fue el descalce entre las expectativas y la realidad: a fines de 2017 se esperaba un año de crecimiento con reducción de las variables nominales, y ocurrió todo lo contrario.

 ¿Qué podemos esperar para 2019?

Lamentablemente, en economía no es posible hacer “borrón y cuenta nueva”. Por lo que el magro desempeño económico afectará el año que comienza. Analizando en términos de demanda, el sector privado permanecerá anémico. Si bien el poder adquisitivo irá recomponiéndose mes a mes, producto del arrastre negativo que dejó 2018, continuará en terreno negativo en el promedio del año. Además, el costo de financiamiento superará a la inflación de modo que el consumo de bienes durables y la inversión productiva no despegarán.

Por su parte, el sector público será un ancla para la economía: consecuencia de la ambiciosa meta fiscal pautada con el FMI, el Estado Nacional continuará recortando sus gastos. Además, producto del cierre de los mercados financieros, los programas de participación público privada (PPP) tampoco podrán llevarse a cabo.

A contramano, las exportaciones sí mostrarán un buen desempeño. Los envíos al resto del mundo treparán por un Brasil en recuperación –el consenso de mercado proyecta un crecimiento de 3% para 2019-; un tipo de cambio más competitivo; y un mercado interno deprimido. Sin embargo, producto de su acotado peso en la economía agregada (alrededor de un quinto), no lograrán revertir la caída de las demás variables y el PBI promediará un retroceso de por lo menos 1% i.a.

Más allá de que el PBI caerá en promedio durante 2019, la economía crecerá entre puntas: el PBI del último trimestre del año será mayor al del primero. Dicho de otra forma, la economía irá mejorando mes a mes (sobre todo en la primera mitad del año), pero no alcanzará el nivel promedio de 2018. Cabe destacar que para que esta reactivación se materialice, será determinante el desempeño del dólar. Si la incipiente estabilidad cambiaria se sostiene a lo largo del primer semestre, la inflación seguirá un curso descendente y el poder adquisitivo se recuperará, apuntalando al consumo interno. Por el contrario, si las tensiones cambiarias vuelven a manifestarse, la inflación se acelerará, los ingresos reales (salarios, pero además jubilaciones y pensiones) no mejorarán y la recuperación económica quedará trunca. Ahora bien, ¿por qué nos acercaremos a uno u otro escenario?

Equilibrios múltiples en el año electoral

Para 2019 proyectamos dos escenarios. Uno “positivo”, en donde la estabilidad cambiaria lograda en el último trimestre de 2018 persiste, de modo que las perspectivas del oficialismo en las elecciones mejoran, lo que disipa aún más las tensiones respecto a la evolución inmediata del dólar y permite que la recuperación económica se consolide.

Pero este círculo virtuoso puede quebrarse por factores exógenos –un escenario adverso para “los mercados” en términos electorales, posibles turbulencias financieras globales y/o shocks negativos imprevistos- consolidando un escenario de inestabilidad cambiaria. En él, las perspectivas electorales del oficialismo empeoran, lo que provoca tensiones en el frente cambiario producto de una mayor dolarización de activos y potencia las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública. Este deterioro de las variables económicas reduce aún más las posibilidades de estirar este ciclo político, aumentando en consecuencia las presiones cambiarias. Por último, vale remarcar que este círculo vicioso será muy difícil de quebrar, al menos, hasta que asuma el nuevo presidente electo a finales de 2019.

 

Dólar calmo y suba de riesgo país: solo hay espacio para uno

El tipo de cambio de referencia cerró 2018 apenas por debajo de 38 ARS/USD (a 2,2% de la banda baja), más que duplicando su precio en el año. Por su parte, la tasa de interés se ubicó en 59,5%, 30 p.p. por encima de donde empezó 2018. Si bien estos números dan cuenta de una dinámica de crisis, lo cierto es que el ingreso a 2019 luce “optimista” frente al cierre de septiembre, cuando el dólar estaba en 41 ARS/USD y cerraría el año en 43 ARS/USD según el REM. Pese a la calma cambiaria de los últimos meses, el riesgo país continuó su escalada y finalizó diciembre en 830 puntos, más del doble del valor de cierre de 2017 (354 puntos) y 200 puntos por encima del valor al 30/9. Más allá de qué impulse a este indicador a persistir elevado, si no comienza a ceder, más temprano que tarde arrastrará consigo a la tregua cambiaria y nuevas presiones arreciarán.

El menor déficit de cuenta corriente no garantiza la calma cambiaria en 2019

¿Qué pasó con la cuenta corriente del balance de pagos en el tercer trimestre del año?

En el tercer trimestre de 2018, se redujo el déficit de cuenta de corriente del balance de pagos. Esta mejora obedeció a un menor rojo en bienes y servicios: en conjunto, el saldo negativo de ambas cuentas pasó de USD 4.400 millones en el tercer cuarto de 2017 a menos de USD 3.000 millones igual período de este año, producto de la caída de las compras externas (-8,4%), ya que las ventas al exterior también se contrajeron en la comparación interanual (-2,8%). A contramano, la cuenta rentas incrementó su desbalance y atenuó la corrección del déficit externo.

Sin embargo, en la comparación trimestral, las principales novedades estuvieron en la cuenta capital y financiera. Motivado por la reversión del saldo de inversiones de cartera, es decir, del desarme generalizado de posiciones en pesos de no residentes, este apartado transformó su superávit de USD 7.000 millones en el tercer trimestre del año pasado en un déficit de casi USD 4.900 millones en dicho período de 2018. En consecuencia, la cuenta financiera pasó de aportar divisas a ser un demandante. Puesto en otros términos, la reversión del flujo de capitales presionó al alza el tipo de cambio. Como desenlace de esta dinámica, las Reservas Internacionales cayeron casi USD 13.000 millones durante el tercer trimestre de 2018, contrarrestando los desembolsos del FMI por USD 15.000 millones a fines de junio de 2018 (contabilizados en el segundo trimestre).

¿Qué implicancias tiene en materia económica?

El principal resultado de este cambio de signo en las cuentas fundamentales del balance de pagos fueron las presiones sobre el peso: el importante atraso cambiario que marcó a la economía argentina en 2017 estaba sostenido en el influjo constante de dólares financieros. Dado que los mismos no estaban garantizados, su reversión generalizada y abrupta provocó una corrida cambiaria: el dólar acumuló un alza superior al 40% a lo largo del tercer trimestre, al pasar de menos de 29 ARS/USD al cierre de junio a casi 41 ARS/USD a fines de septiembre. Cabe destacar que, si la anterior dinámica era insostenible (el ingreso de divisas financieras no iba a “durar para siempre”), esta dinámica también lo es: la salida tenderá a moderarse. En este sentido, la importante reducción del stock de LEBACs y su sustitución por activos de menor liquidez y sin mercado secundario (LELIQ), una política monetaria muy astringente y las mayores regulaciones sobre las tenencias en moneda dura de los bancos, evitaron que esta sangría se repitiera en el cuarto trimestre.

¿Qué corresponde esperar para 2019?

El balance de pagos mostrará mejoras significativas el año que viene. En primer lugar, la Cuenta Corriente se verá beneficiada por el buen desempeño de los envíos externos, tanto de bienes como de servicios. Asimismo, la menor rentabilidad de la economía argentina en general, y las menores ganancias en moneda dura de las empresas extranjeras en particular, acotarán la sangría de dólares por motivos de renta. Por su parte, los fondos frescos del FMI apuntalarán a la Cuenta Capital y Financiera. En este caso, se observará un cambio de prestamista: habrá ingresos netos de organismos internacionales (reflejados en el rubro “otras inversiones” de la cuenta financiera) y, posiblemente, salidas netas de acreedores privados (reflejados en “inversiones de cartera” de dicha cuenta). En consecuencia, como resultado, las Reservas Internacionales deberían recuperarse durante el año electoral.

No obstante, cabe hacer una salvedad: el balance de pagos no contabiliza las compras de dólares por parte de residentes que quedan en el sistema financiero local (depósitos en bancos). En consecuencia, no refleja en toda su magnitud la dolarización de activos del sector privado. Dado que ésta será elevada en 2019 producto de la incertidumbre electoral, el grado de mejora del balance de pagos dependerá de si los agentes privados optan por sacar sus divisas del sistema bancario local (dólares en el colchón/cajas de seguridad o giros al exterior) ya que esta decisión impactará, o no, en las Reservas Internacionales.

Objetivos de Sica para 2019: contener paritarias y destrabar la reforma laboral

  • Objetivos de Sica para 2019: contener paritarias y destrabar paritarias. Luego de la salida de Jorge Triaca, y con un nuevo equipo ya designado, Dante Sica, buscará en lo que queda de mandato de Mauricio Macri, concentrarse en dos objetivos: 1) contener la puja distributiva (PARITARIAS 2019) en un contexto de alta inflación, y para ello el gobierno ya trabaja con una pauta de 23% de aumentos; y 2) avanzar en alguno de los capítulos de la reforma laboral, sea para actualizar alguna de las condiciones de trabajo, o para implementar un blanqueo laboral para reducir el trabajo informal. Pero Sica también deberá encargarse de contener la conflictividad laboral en una economía en recesión y con un proceso severo de pérdida del poder adquisitivo del salario. Héctor Daer ya avisó que la CGT pedirá actualizar el salario mínimo, fuertemente rezagado frente a la inflación, y puso la pérdida de poder adquisitivo al tope de la agenda en la relación del gobierno con los gremios.
  • Los grandes gremios cierran el 2018 perdiendo frente a la inflación. A falta de un mes para completar el calendario inflacionario de 2018 (recién sabremos el dato de diciembre a mediados de enero) ya no quedan “grandes gremios” con paritarias ganándole al IPC acumulado. Los bancarios fueron los únicos que firmaron en noviembre una actualización que recompuso lo que perderían durante ese mes, por lo que finalizarán el año con un 46%. Como venimos describiendo en nuestros informes anteriores, el problema de los gremios fue, además de la acelerada inflacionaria en el segundo semestre de este año, los acuerdos que firmaron en 4, 5, y en algunos casos, hasta 6 cuotas que ralentizan la actualización y dejan al poder adquisitivo siempre rezagado respecto de la inflación.
  • Comercio y bancarios logran cerrar paritarias por encima del 40%, pero otros gremios quedan por debajo de esa línea. Con las últimas actualizaciones salariales de los acuerdos paritarios 2018, algunos gremios como Comercio o Bancarios lograron estirar los aumentos por encima del 40%, pero otros gremios como la UOM, Alimentación o Químicos, quedaron relegados, lo que agudiza la pérdida del poder adquisitivo frente a la inflación 2018.
  • La paritaria 2019 abrió con gremios respetando la pauta del gobierno. Trabajadores de Edificios, Trabajadores de Entidades Deportivas y tres ramas diferentes de trabajadores provinciales mendocinos inauguraron el proceso paritario 2019 firmando acuerdos que contienen aumentos en línea con la pauta oficial sugerida por el Ministro de Producción y Trabajo Dante Sica de 23%.
  • 2018 fue el año con mayor cantidad de huelguistas de la era Macri. En materia de conflictividad laboral, el 2018 fue un año muy particular. Si bien en los primeros tres trimestres del año se registraron menos conflictos con paro que en 2017 y en 2016, si lo observamos en función de la cantidad de huelguistas, en lo que va del año, el 2018 marcó un récord en la serie de los últimos 12 años, con más de 4 millones de huelguistas en el sector público y más de 500 mil en el sector privado. Es particularmente distintiva la diferencia que se observa entre los huelguistas del sector público, que octuplican a los huelguistas del sector privado.

El riesgo país avanza: ¿qué puede implicar?

En el día de ayer, el riesgo país argentino saltó 24 puntos y llegó a 753 puntos básicos, lo que implica 313 puntos por encima del promedio de los países emergentes. Esta dinámica responde al magro desempeño económico de nuestro país durante 2018, ya que a comienzos de año la diferencia era de sólo 22 puntos. Por otro lado, considerando las sucesivas alzas en el rendimiento de los Treasuries estadounidenses a diez años, que arrancaron 2018 en 2,4% y actualmente orillan el 3%, la tasa de interés que pagan los bonos soberanos argentinos escaló de 5,9% el 1° de enero a 10,4% el 10 de diciembre.

Así, según el promedio de diciembre, endeudarse en los mercados privados de crédito para el Estado Nacional es 4 puntos porcentaules más caro que en enero de 2018. Asimismo, el de diciembre (al día 10) es el mayor promedio desde febrero de 2014 –en medio del conflicto con los holdouts-, cuando colocar deuda soberana a diez años “costaba” 12,4%. Más allá de esta mejora, cabe destacar que los compromisos asumidos y las urgencias no son las mismas ahora que entonces; en consecuencia, las luces de alerta actuales son mayores.

Sin embargo, nuestro país no debería necesitar acudir a los mercados privados de largo plazo en lo que resta de la gestión Cambiemos (sí para renovar letras de corto, pero esto no se pone en jaque con la suba del riesgo país). Entonces, ¿por qué tanto revuelo? En primer lugar porque marca que los temores en torno a un potencial default en 2020 –y con mayor probabilidad en 2022 cuando no sólo se acabarán los fondos frescos del FMI, sino que también habrá que devolver USD 45.000 millones- no son infundados. En segunda instancia, y no menos importante, porque el stress financiero puede trasladarse al plano cambiario y, en consecuencia, a la economía real: un alza generalizada de la incertidumbre respecto a la sostenibilidad de la deuda argentina, podría desatar nuevas tensiones en el frente cambiario, dando por tierra con la tregua lograda en este frente luego de la puesta en marcha del “apretón monetario”.

En consecuencia, la tasa de interés debería volver a dispararse -en pos de contener las presiones sobre el peso- y los fantasmas de agosto-septiembre 2018 volverían a decir presente. Por lo tanto, aunque el panorama local se recupere, la errática dinámica internacional no permite descartar los escenarios disruptivos.

El dólar volvió a caer y amaga con perforar la banda baja

Esta semana, la tasa de interés perforó el piso de 60% y el dólar de referencia cerró en baja, apenas por encima de 37 ARS/USD. De este modo, la divisa se ubicó a 3% de la banda inferior de la zona de no intervención cambiaria y amaga con sobrepasarla. Producto de la expansión monetaria de diciembre y el sobrecumplimiento de la meta, proyectamos que en los próximos días el Banco Central continuará con su política de recorte de tasas y la divisa podría retomar el alza, aunque de manera acotada: i) la autoridad monetaria anunció que la expansión estacional de diciembre será menor a la prevista originalmente; ii) además el BCRA explicitó que las intervenciones ante las bandas serán disímiles: USD 150 millones en la parte superior y USD 50 millones en la inferior. En consecuencia, será más severo ante una depreciación que ante una apreciación.

 

Adiós 60, ¿adiós paz y amor?

En el día de hoy, la tasa de interés de referencia (LELIQs a 7 días) perforó el 60% anual. De este modo, llegó a su mínimo desde el 30 de agosto, cuando el tipo de cambio de referencia saltó 24%, pasando de 32 ARS/USD a 39,5 ARS/USD, y motivó a la autoridad monetaria a endurecer su política y ajustar 15 p.p. el rendimiento de las colocaciones en pesos, llevándolas de 45% a 60%.

Esta relajación de la política monetaria ocurrió en un contexto disímil al del cierre de agosto: en ese entonces, las expectativas de inflación acumulaban siete meses en alza, producto de un dólar que parecía no tener techo. A contramano, en el REM de noviembre este indicador registró su tercera caída al hilo, al pasar de 30,6% para los próximos doce meses en octubre a 28,6% el mes pasado. Por lo tanto, las proyecciones aparecen “domadas”.

Ahora bien, aunque la tasa perforó el 60%, estimamos que las expectativas no abandonarán su curso descendente y que el dólar no se disparará como respuesta al menor rendimiento de las posiciones en moneda local. En primer lugar, este menor rendimiento nominal no implica una baja en términos reales: el descenso de la inflación actual y esperada provoca que la tasa de interés real se mantenga en ascenso. Por último, los principales “perjudicados” por esta baja –los bancos comerciales- no pueden aumentar sus tenencias en divisas producto de la regulación vigente; en consecuencia, podrán volcarse a otras opciones en pesos o acciones dolarizadas, pero no presionar sobre la moneda estadounidense de manera directa. Si bien los plazos fijos pueden hacerlo, su liquidez es menor y su probabilidad de coordinación acotada.

Sin embargo, esto no implica que el tipo de cambio se apreciará. Por el contrario, estimamos que las presiones alcistas podrían continuar en los próximos días, pero no alcanzarían como para desatar una nueva corrida cambiaria. Por lo tanto, y a modo de conclusión, proyectamos que la divisa permanecerá en su trayectoria ascendente –hasta el cierre de 2018-, mas esta no se convertirá en un nuevo episodio de stress. Dicho de otro modo, el fin de los sesenta no implicará el fin de “paz y amor”.

Las expectativas de inflación cayeron y la tasa perforará el 60%

El Relevamiento de Expectativas de Mercado que publica el Banco Central arrojó una baja en las proyecciones de inflación para los próximos doce meses y, por lo tanto, la autoridad monetaria podrá perforar el piso de 60% de la tasa de interés de las LELIQs.

Por su parte, las expectativas sobre la trayectoria del dólar y la actividad para 2018 y 2019 se mantuvieron relativamente estables. Mientras que la divisa cerraría en la zona de 39 ARS/USD este año y apenas por debajo de 48 ARS/USD el año próximo, la actividad registraría una caída de 2,4% en 2018 y otra de 1,2% en 2019, según la mediana del Relevamiento. De este modo, se logró alcanzar el tercer mes consecutivo en donde estas proyecciones permanecen estables, algo que no sucedía desde antes de la crisis cambiaria iniciada en mayo. En consecuencia, aunque la estabilización económica es todavía frágil y la recesión será larga, el horizonte de proyección empieza a ampliar su espectro.