El recorte de tasas de interés y la luz al final del túnel

El dólar se recuperó esta semana y cerró apenas por encima de la banda inferior de la zona de no intervención (ZNI) cambiaria. El avance de la divisa obedeció, por un lado, a la pronunciada baja que muestra la tasa de interés en lo que va de febrero, de casi 10 p.p. y, por el otro, a la nueva normativa de LELIQs, que limita la tenencia de estas letras a los bancos comerciales. La nueva regulación generará una masa de liquidez, que podría presionar en el frente cambiario o aumentar la colocación de créditos. La aceleración en el recorte de la tasa de interés y el tope a la colocación de LELIQs marcan el cambio de actitud del Banco Central, que estaría intentando frenar la apreciación del peso. Más allá del cambio de actitud de febrero, la relajación de la política monetaria no se sostendría en las próximas semanas: el repunte de la demanda de divisas pondría en pausa el proceso de recorte de tasa de interés.

Pese a las compras del BCRA, el dólar sigue bajando

Pese a las intervenciones del Banco Central, que compró USD 50 M en cada una de las últimas cuatro jornadas (y casi USD 400 M en 2019), el tipo de cambio siguió bajando en la última semana y cerró en 37,15 ARS/USD, 1,5% por debajo del límite inferior de la zona de no intervención (ZNI). Esta apreciación nominal tiene lugar en simultáneo con un recorte de la tasa de interés, que bajó 0,6 p.p. en la última semana y 2,5 p.p. en lo que va del año. Si consideramos también la caída del riesgo país (150 puntos básicos, orillando 660 puntos), las noticias en este frente son positivas. Sin embargo, la incertidumbre electoral nos impide “festejar”: cuanto más cerca del piso de la ZNI ingrese el dólar al proceso electoral, mayor será el rango en donde el BCRA no podrá intervenir y, por lo tanto, mayores las expectativas de depreciación.

Flexibilizar el Mercosur: ¿y ahora me lo venís a decir?

La primera reunión entre Bolsonaro y Macri estiró la vida del Mercosur

Poco antes de asumir la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro lanzó algunas declaraciones en contra del Mercosur, amenazando en el extremo con su disolución. Según el líder brasileño que irrumpió en la política sudamericana, era necesario flexibilizar las condiciones imperantes, virando rápidamente hacia un esquema de mayor libre comercio con menores restricciones y políticas proteccionistas. Considerando la hegemonía de nuestro país y del gigante sudamericano en el bloque (representan más del 90% de su PBI y cuatro quintos del intercambio intrazona), esto implicaría enfriar las relaciones bilaterales entre ambos.

Sin embargo, una vez en el cargo, tanto el nuevo mandatario brasileño como su ministro de economía Paulo Guedes matizaron estas propuestas. En este sentido, la primera reunión que mantuvo Bolsonaro con Mauricio Macri señaló que las políticas adoptadas en una línea de mayor flexibilidad –reducción paulatina del arancel externo común para las importaciones extrazona–, pero no a la velocidad que se podía presuponer. En consecuencia, la alianza regional permanecerá viva y el acuerdo que legisla la relación bilateral no cambiaría de manera sustancial, al menos en el corto plazo. Por lo tanto, es relevante analizar el estado de situación del bloque regional así como qué implicaría flexibilizarlo en este momento.

La economía argentina se estanca y la brasileña comenzaría a despegar

En los últimos años, las exportaciones argentinas de bienes cayeron de manera sistemática. El valor enviado al exterior pasó de USD 83.000 millones en 2011 a menos de USD 60.000 millones en 2017 (-30%), producto de una contracción tanto en precios (-19%) como en cantidades (-13%). Comparando entre los envíos al Mercosur y al resto del mundo, resultado de la recesión que atravesó la economía brasileña, la caída fue sensiblemente mayor hacia dentro del bloque regional que hacia afuera: mientras que las primeras se desplomaron un 40%, al pasar de casi USD 21.000 millones en 2011 a menos de USD 12.000 millones en 2017, las segundas se redujeron de USD 62.000 millones a USD 47.000 millones en igual período (-25%).  Sin embargo, cabe destacar que pese a la notable contracción, las ventas a la región continúan representando un quinto de nuestros envíos al exterior (en 2011 implicaban un cuarto), de modo que no es posible estimular la inserción comercial argentina sin considerar su centralidad. Más aún, si tomamos a las manufacturas de origen industrial –bienes en donde el agregado de valor es mayor y donde el establecimiento de relaciones comerciales demanda plazos más largos– la unión aduanera implica uno de cada dos dólares exportados.

Visto desde la óptica argentina, en 2019 nuestra demanda interna en Argentina permanecerá deprimida. Como respuesta, las exportaciones lucen como una importante salida contracíclica. Por lo tanto, la flexibilización inmediata del Mercosur no parecería ser la mejor noticia para los sectores exportadores locales (ni para la economía en su conjunto), ya que se perderían accesos privilegiados –sin aranceles– de manera inmediata, a la par que no se ganarían otros en el corto plazo. A esto se suma también un contexto internacional en que el comercio se cierra, dificultando la apertura de nuevos mercados especialmente para las manufacturas –de todo origen-.

En otro orden, este año no solo es el “de las exportaciones” para los membretes oficiales: es también el año en que nuestro país inicia con el tipo de cambio real más alto en una década. Además, el Real se fortalecería este año producto de la menor incertidumbre que presenta Brasil una vez pasadas sus elecciones presidenciales y con un equipo económico market friendly: según su consenso de mercado, su moneda cerraría 2019 en torno a 3,8 BRL/USD, lo que implicaría una apreciación nominal cercana a 5%. Por lo tanto, no solo la producción argentina se abaratará frente al pasado, sino que también la brasileña se encarecerá. En consecuencia, las perspectivas en este sentido son auspiciosas.

Por otro lado, tras cinco años de caída o virtual estancamiento económico, 2019 sería el primer año en que el PBI del gigante sudamericano crecería de manera sostenida, trepando alrededor de 3% según el relevamiento que realiza periódicamente su Banco Central. En este marco, proyectamos que el comercio bilateral con nuestro principal socio comercial se recuperará este año: las ventas a Brasil crecerían cerca de 10% i.a. en 2019, orillando USD 12.200 millones, a la par que las importaciones desde ese origen retrocederían 15% i.a., ubicándose en la zona de USD 12.500 millones. En consecuencia, la balanza comercial de bilateral de bienes prácticamente se equilibraría (luego de un déficit récord en 2017 que se redujo a la mitad en 2018), algo que no sucede desde el 2014. Por ende, por este lado el panorama también es alentador.

A modo de conclusión, podemos afirmar que, pese a la magra performance del bloque en los últimos años, y especialmente de Brasil, la flexibilización inmediata del Mercosur no sería una buena noticia para nuestro país en un contexto de demanda interna anémica y cuando la competitividad precio de la economía local se encuentra en su nivel más alto de los últimos años. Si además consideramos que el gigante sudamericano ingresaría definitivamente en una etapa de recuperación económica, tiene sentido preguntarnos como solía hacer el personaje de Todos Contra Juan: ¿y ahora me lo venís a decir?

El tipo de cambio sigue pegado a la banda baja

Esta semana la calma cambiaria se sostuvo: el dólar perforó el límite inferior de la zona de no intervención (ZNI) y, pese a que luego rebotó, permanece “pegado” a la banda baja. Por su parte, el banco central envió dos señales claras. Por un lado, intervino con USD 50 millones en las dos jornadas que la divisa rompió el piso, marcando cuán fuerte es el límite de la ZNI; por el otro, aunque continúa sobrecumpliendo su objetivo de base monetaria, no aceleró el recorte de tasas de interés. En consecuencia, si bien las tensiones en el frente cambiario se atenuaron considerablemente, el BCRA no luce dispuesto a ceder en el sesgo fuertemente contractivo de su política monetaria de modo que la cautela persistiría. De todas formas, estimamos que la baja de tasas continuará, en línea con una inflación mensual menor al 3%.

La tasa de interés permanecerá elevada durante todo 2019

En el segundo acuerdo con el FMI se impuso una meta de crecimiento nulo de la base monetaria hasta junio de 2019, contemplando algunos ajustes estacionales en diciembre pasado y al cierre del primer semestre de este año. Considerando que la inflación no bajaría de 2% mensual en todo el período, este compromiso implicará una fuerte política contractiva que secará la plaza de pesos y, en consecuencia, tendrá un efecto negativo sobre la actividad económica. El canal de transmisión para alcanzar este objetivo también golpeará a la economía real: una tasa de interés elevada.

En octubre, y tras la puesta en marcha del nuevo esquema, la tasa de interés se disparó a más de 70% anual. Si bien el elevado rendimiento de las colocaciones en pesos permitió disipar eventuales presiones cambiarias, también encareció de manera sensible al crédito, contrayendo al consumo y la inversión. En consecuencia, el Banco Central comenzó un proceso de recorte sostenido, que al momento ubica a la tasa de interés apenas por debajo de 60%, valor que mantiene desde inicios de diciembre pasado cuando se pausó el proceso de recorte; proceso que, conforme a nuestras estimaciones, se reanudaría en las próximas semanas.

¿Por qué en las próximas semanas podría volver el proceso de recorte?

En primer lugar, porque motivada por la desaceleración de la inflación, al momento la tasa de interés se volvió fuertemente positiva en términos reales. Por caso, considerando nuestra proyección de 2,5% mensual para la suba de precios, la tasa de interés arrojaría un rendimiento de +1,4% deflactado.

En segunda instancia, porque la meta de agregados monetarios se viene sobrecumpliendo de manera sistemática, de modo que hay margen para relajar la tasa de interés sin poner en riesgo el objetivo acordado con el FMI. Por caso, en octubre y noviembre la base monetaria promedió ARS 1.250 miles de millones, cuando el objetivo era de ARS 1.270 miles de millones, mientras que en diciembre la media ascendió a ARS 1.330 miles de millones, con un límite de ARS 1.354 miles de millones.

Por último, porque al momento el frente cambiario –dólar y riesgo país- permanece contenido. La suba en el precio de los bonos argentinos que viene teniendo lugar desde comienzos de año permitiría descomprimir algunas presiones en este frente, de modo que posibilitaría relajar el costo de financiamiento interno sin desatar nuevas tensiones.

De cara al mediano plazo las perspectivas son menos alentadoras

Pese a estas buenas noticias, el proceso de recorte no se sostendría en los próximos meses. Por el lado inflacionario, los ajustes de tarifas ya anunciados –y concentrados en el primer semestre- recalentarán a la suba de precios, de modo que la tasa de interés real, aunque continuará en terreno positivo, cederá frente a los niveles de enero.

Entrados al segundo trimestre, y ya cerca del proceso electoral, las presiones sobre la divisa se recalentarían. Si bien el dólar no se mantendría de manera sostenida por encima del techo de la zona de no intervención, estimamos que testearía la misma en las semanas previas a los comicios. Esta dinámica también impondría un freno al recorte en el costo de financiamiento –e incluso podría revertirlo-, en pos de disipar las presiones sobre el peso.

En consecuencia, aun cuando proyectamos que el Banco Central continuará sobrecumpliendo su meta de emisión cero durante los próximos meses, la tasa de interés frenaría su proceso descendente. No será la demanda de moneda local quien le ponga un coto a la tendencia bajista, sino el recalentamiento de las presiones inflacionarias y cambiarias en un contexto de incertidumbre.

Menos gasto primario y más intereses: el mix 2019

La deuda del Estado Nacional habría cerrado 2018 apenas por encima de USD 320.000 millones

Según las estadísticas del Ministerio de Hacienda, la deuda pública bruta alcanzó USD 308.000 millones al cierre del tercer trimestre de 2018, lo que representa 95,4% del PBI. De este modo, pese que el stock marcó un retroceso de 6% frente al segundo trimestre, cuando rondaba USD 327.000 millones, escaló 18 p.p. medido como porcentaje del PBI. Esta dinámica contrapuesta se explica por el salto cambiario del tercer trimestre: durante ese período, el Peso se depreció más de 40%, finalizando septiembre apenas por debajo de 41 ARS/USD. Dado que cuatro quintos de la deuda del Tesoro Nacional están en moneda dura, y que el PBI se mide en pesos, el avance del dólar acelera a este cociente. Por otro lado, el ratio de deuda relevante, aquella que sólo contempla pasivos en manos del sector privado y organismos multilaterales, saltó de 45% del PBI a mitad de año a 58% a fin de septiembre, alcanzando USD 187.000 millones (una caída cercana a USD 4.000 millones frente al trimestre previo).

Todavía no hay publicaciones oficiales para el cierre del año. Sin embargo, conforme a nuestras estimaciones, tanto el stock de deuda pública bruta como la relevante (neta de vencimientos intra sector público) habrían aumentado durante el cuarto trimestre. Pese a que se redujo el stock de LETEs en divisas y que se canceló capital del BONAR, se recibieron en dos tramos USD 13.000 millones del FMI –incluyendo al desembolso correspondiente a la segunda cuota del acuerdo, pospuesto producto de la renegociación del acuerdo durante el tercer trimestre- y se rollearon y colocaron diversas letras y bonos a otros organismos del sector público y privado. Como resultado, el stock de deuda pública total habría cerrado el año apenas por encima de USD 320.000 millones, marcando un avance de 5% frente al tercer trimestre. Una vez más, el cociente deuda sobre PBI siguió el curso opuesto al stock: producto de la apreciación del 7,6% del tipo de cambio nominal en los últimos tres meses del año, este ratio finalizó 2018 en torno a 85% del PBI, lo que marca una contracción de 10 p.p. frente al trimestre anterior (95% del PBI).

El gasto primario ajustará en 2019 pero el pago de intereses crecerá

El FMI aportó los fondos frescos que ayudaron a estabilizar el frente cambiario y financiero en los peores meses de 2018, pero al costo de imponer un programa con fuertes impactos de mediano plazo.  Este clausuró el debate sobre la velocidad del ajuste de las correcciones entre “gradualismo” y “shock”. En consecuencia, se aceleró el ajuste de las cuentas públicas primarias, pero producto del stress cambiario y financiero se agravó el pago de intereses. Durante 2019, resultado de la ambiciosa meta fiscal acordada con el organismo multilateral, el gasto primario experimentará una caída en torno al 12% i.a. en términos reales, a la par que el pago de intereses se dispararía y marcaría un alza de 13% i.a. luego de deflactar por la suba de precios. En el mismo sentido, y considerando la contracción que presentará la actividad económica este año (esperamos que promedie 1% i.a.), esta partida aumentará su peso en relación a los ingresos totales del Sector Público Nacional no Financiero –si no se ponen en marcha nuevos impuestos- y al PBI: mientras que en el primer caso el pago de intereses saltará de 16,4% en 2018 a 18,2% este año, su peso sobre el PBI trepará de 3,1% el año pasado a 3,6% en 2019; de este modo, más que duplicará al valor heredado, ya que en 2015 dicho cociente se había ubicado en 1,3%. Por su parte, el gasto primario caerá desde 24% del PBI en 2015 a 19% este año. En consecuencia, el gasto público total habrá caído alrededor de 3 p.p. del producto, al pasar de 25,3% en 2015 a la zona de 22% este año.

Las políticas de austeridad llegaron para quedarse

En 2020 y 2021, el préstamo stand by del FMI no provocará grandes impactos las cuentas externas de nuestro país: los desembolsos y los pagos se compensarán mutuamente, de modo que no exigirá grandes esfuerzos por esta vía. Sin embargo, en 2022 y 2023 la Argentina deberá devolverle casi USD 45.000 millones (alrededor de 9% del magro PBI en dólares de 2018) al organismo multilateral. Considerando los resultados de cuenta corriente (ingreso neto de divisas genuinas al país) y fiscales de los últimos años, es imposible que esos pagos se realicen con fondos propios. Ante ello, quedarán tres opciones: o i) una salida a los mercados inusual por su monto, o ii) una renegociación de los plazos de pago con el FMI, o iii) una mezcla de ambas.

Conforme a nuestro análisis, el curso más probable es el último; siempre y cuando la opción política que triunfe en 2019 no adopte una estrategia de fuerte enemistad con el Fondo. En consecuencia, es posible afirmar que el FMI, y más importante aún, sus recomendaciones, llegaron para “quedarse”, por lo que también condicionarán al próximo presidente electo.​

El dólar perforó la banda baja y el Banco Central intervino

En las últimas dos jornadas, el tipo de cambio perforó el piso de la Zona de No Intervención cambiaria (ZNI), impulsando al Banco Central a intervenir en el mercado mediante la compra de USD 20 millones el jueves y USD 40 millones el viernes. Conforme al segundo acuerdo con el FMI, la autoridad monetaria puede adquirir hasta USD 150 millones diarios cuando la cotización de la divisa se ubique fuera de la ZNI. En pos de mostrarse cauto, el BCRA anunció que esas operaciones no excederían USD 50 millones en el piso de la banda. Motivado por este accionar más restringido, y el anuncio del Tesoro de que venderá USD 10.000 millones (prestados por el FMI para gastos en Pesos) desde abril, la divisa no rebotó tras perforar el piso: si bien se descuentan presiones alcistas en la previa electoral, al momento, el elevado rendimiento de las colocaciones en moneda local está primando.

Vamos las bandas, rajen del techo

¿Qué pasó hoy en el mercado de cambios?

En el día de hoy, el tipo de cambio de referencia se ubicó en 37,31 ARS/USD, es decir 0,1% por debajo del límite inferior de la zona de no intervención cambiaria del Banco Central (37,36 ARS/USD). Cabe destacar que este valor del dólar es un promedio de tres momentos del día. Dado que la divisa había comenzado la jornada al alza, su valor de cierre fue todavía menor (37,26 ARS/USD, a 0,2% de la banda baja). Más aún, considerando que las bandas se ajustan al 0,1% diario, el límite inferior será mañana de 37,38 ARS/USD, de modo que la brecha inicial será de 0,3%.

Impulsado por un dólar que perforó la banda baja, el Banco Central intervino de manera directa en el mercado cambiario, adquiriendo USD 20 millones que fortalecerán a las Reservas, aunque en el margen (+0,03%). De este modo, se concretó la primera compra de divisas de la autoridad monetaria desde el primero de junio de 2017, cuando el panorama económico y financiero de nuestro país estaba a años luz del actual. Cabe destacar que, con esta operación, el Banco Central expandió la base monetaria en ARS 745 millones (+0,1%), lo que no pone en riesgo el sobrecumplimiento de su meta de crecimiento nulo –en parte porque estas operaciones están autorizadas en el acuerdo con el FMI y en parte por su acotado nivel-. Por último, pese a la sólida demanda de pesos, la tasa de interés de referencia no experimentó una baja sensible y cerró la jornada apenas por debajo de 58,5%.

¿Qué podemos esperar para los próximos días?

La jornada de hoy no fue la primera vez en que se rompió el piso de la banda, pero sí la primera vez en que la autoridad monetaria ofreció pesos. Sin embargo, dado que su intervención fue menor a la autorizada por el FMI (USD 20 millones y USD 50 millones, respectivamente), la señal fue difusa. Por un lado, la divisa pareciera haber encontrado un piso, lo que apuntalaría las presiones alcistas de cara a la jornada de mañana. Por el otro, la tibia acción del Banco Central indica que, al momento, la entidad financiera prioriza sostener su política monetaria dura por sobre acotar la apreciación del peso. Por lo tanto, brinda la pauta de que las tasas de interés permanecerán en niveles elevados en los próximos días y, en consecuencia, las presiones bajistas persistirían. Dado que esta última señal pareciera ser la más fuerte y duradera, no esperamos que la divisa se dispare en las próximas ruedas, permaneciendo cerca del piso de la zona de no intervención al menos durante este primer mes del año.

¿Hasta cuándo llegará la cautela?

Al momento, pareciera que el Banco Central tiene como principal objetivo evitar una nueva corrida cambiaria, incluso al costo de demorar aún más la recuperación de la alicaída actividad (con menores tasas de interés, se abarataría el costo de financiamiento, alentando a la inversión, pero se tornarían menos atractivas las colocaciones en pesos, alentando también al a dolarización de carteras). Para ello, está apuntando todos sus esfuerzos a llegar con la menor cantidad de pesos disponibles a la previa electoral; es decir, cuando la incertidumbre sobre qué pasará con la economía argentina a partir de 2020 revierta esta calma transitoria. Este objetivo intenta minimizar potenciales presiones por el lado de la demanda de divisas; no obstante, vale remarcar que en una plaza tan chica como la local las presiones también pueden surgir por escasez de oferta, de modo que no es posible descartar un nuevo episodio de stress.

De cara al futuro, estimamos que el rendimiento de las colocaciones no cedería sensiblemente en las próximas semanas, de modo que, si el escenario político local e internacional no provoca nuevas tensiones, la tregua cambiaria perduraría. Sin embargo, una vez que se acerquen las elecciones –y si se adelantan en la Provincia de Buenos Aires esto se precipitará- las presiones no tardarán en reaparecer, aun cuando la plaza permanezca seca de pesos.

 

La inflación superaría el 30% en 2019

El dólar, protagonista exclusivo de la inflación en 2018

Según el IPC Ecolatina GBA, la inflación nacional acumuló 48% en 2018, casi duplicando al valor del 2017. De esta manera, no sólo fue la suba de precios más elevada del mandato de Cambiemos, sino que se convirtió en el año de mayores aumentos desde 1991.

Durante el primer trimestre, la inflación estuvo impulsada por los ajustes en las tarifas de Servicios Públicos y el tipo de cambio (que acumuló un alza de 16% si incluimos a diciembre 2017, dado que el traslado a precios de los movimientos cambiarios no es inmediato). Como resultado, la suba de precios acumuló 6,9% en el período enero-marzo de 2018 (2,3% de promedio mensual) y frenó el “proceso desinflacionario” iniciado a fines de 2016. De cara al segundo trimestre, el Banco Central afirmaba que el dólar se encontraba en “niveles adecuados”, de modo que la dinámica parecía reencauzarse. Sin embargo, nada de esto sucedió: la divisa escaló más de 30% en el período y la suba del nivel de precios se aceleró en el segundo trimestre del 2018, alcanzando 8,5% (2,8% de promedio mensual). De este modo, la inflación acumuló 16% en el primer semestre del año pasado, dando por tierra con la meta impuesta por la autoridad monetaria al cierre de 2017 (15%). No obstante, lo peor estaba por venir.

El fuerte salto cambiario del cierre de agosto (casi 30% en una semana) se sumó a los nuevos aumentos tarifarios y al alza de los combustibles (superior al 20%). Como resultado la inflación  se disparó: la suba de precios alcanzó 13,3% en el tercer trimestre de 2018 (+4,3% promedio mensual, el registro más alto para un trimestre desde 2002), alcanzando un pico en septiembre cuando rondó 6,5%. Sobre el cierre del año, se logró estabilizar el mercado cambiario y la suba de precios comenzó a reencauzarse. Si bien en octubre la inflación persistió muy elevada (5,7% mensual), producto del importante arrastre que dejó septiembre, el “alivio” –en términos relativos- llegó en noviembre y diciembre, cuando este guarismo promedió 3%.

En los drivers inflacionarios del año pasado hubo un gran ausente: los salarios. Los mismos habrían finalizado 2018 con un alza cercana al 30%, cediendo un importante terreno frente al resto de los precios de la economía.

¿Qué pasará con los precios en 2019?

Con el comienzo del año se reanudará el proceso paritario. Aunque su “temporada alta” será en el segundo trimestre, ya se están poniendo en marcha cláusulas gatillo y de recomposición salarial que tendrán un impacto en los primeros meses del año. Por su parte, los Servicios Públicos también marcarán un alza importante en el primer trimestre, en torno a 18,5% impulsados por la ambiciosa meta de equilibrio fiscal primario pautada con el FMI. Además, los servicios privados, que registraron una suba de 34% el año pasado (los bienes treparon más de 50%) también buscarán una mejora. Por último, el tipo de cambio mantendría la calma del cierre de 2018, acumulando un alza en torno al 7% en el primer trimestre.

En este marco, proyectamos que la inflación rondaría el 8,5% en el primer trimestre del año, registrando una baja sensible frente al último cuarto de 2018 pero permaneciendo en niveles elevados.

En el segundo trimestre, las presiones salariales se acrecentarían, producto del cierre de los principales acuerdos paritarios que buscarán recuperar la caída del salario real ocurrida el año pasado. Por su parte, los precios de los Servicios Públicos continuarían creciendo por encima de la inflación y acumularían un alza mayor al 10% en el período abril-junio, siguiendo a los anuncios realizados al cierre de 2018. Por último, la divisa ingresaría en su “etapa electoral”, marcando un avance también mayor al 10% en este trimestre, y ajustándose de manera inversa a las chances de reelección del oficialismo –las elecciones en la PBA podrían adelantarse-. Como resultado, proyectamos que la inflación persistiría elevada en el segundo trimestre, acumulando casi 9%. De este modo, la suba de precios alcanzaría 18% en la primera mitad de este año, 2 p.p. más que en el primer semestre de 2018.

Para el segundo semestre proyectamos que la inflación intensificará su proceso descendente. Si bien la dinámica cambiaria se tornaría más agitada, la divisa no se mantendría sostenidamente por encima del techo de la banda cambiaria, e incluso es posible que marque una baja en el último trimestre producto del fin de la incertidumbre electoral. Por su parte, los Servicios Públicos también ingresarían en “modo electoral”, aunque este tendría un efecto inverso al del tipo de cambio: los aumentos serían prácticamente nulos. Por último, pasada la temporada de negociaciones colectivas, los salarios dejarían de ser un foco de presión sobre el resto de los precios. En este contexto, la inflación acumularía una suba cercana a 13% en la segunda mitad del año, finalizando 2019 apenas por encima del 30%.

Ayudado por el buen clima global, el 2019 trajo buenas noticias

Alentado por un contexto global favorable (el dólar llegó a un mínimo desde enero del año pasado a nivel internacional y el Dow Jones trepó 1% en el comienzo del año), el riesgo país cayó 60 puntos básicos en la última semana. Esta dinámica también ayudó al tipo de cambio, que cerró a 0,5% del límite inferior de la zona de no intervención, por lo que el banco central podría comprar divisas durante la próxima semana, expandiendo la base monetaria. Este incremento no excederá al 2% del objetivo monetario del mes, producto de la una meta aún más exigente que ratificó el BCRA la semana pasada. Por lo tanto, la tasa de interés bajará aún más lento, conteniendo presiones sobre el peso. No obstante, los rumores de un posible desdoblamiento electoral para la provincia de buenos aires (a mediados de junio) podrían anticipar tensiones.