Febrero fue superavitario por primera vez desde 2012

¿Cuál fue el resultado fiscal primario?

En febrero, el resultado primario fue positivo en ARS 6.700 millones. De esta forma, se alcanzó el primer superávit para el mes desde 2012, más que revirtiendo el déficit primario de ARS -21.300 (corregido por PIP) registrado en febrero del año pasado.

Una vez más, la mejora del saldo respondió a que los ingresos crecieron por encima de los gastos primarios (+48% i.a. y +29% i.a., respectivamente, y -2% i.a. y -15% en términos reales). Respecto a los primeros, contribuyó el salto de las rentas de propiedad (+162% i.a., +73% i.a. deflactado), alentadas por la mayor tasa de interés que reciben los depósitos. Por el contrario, los recursos tributarios tuvieron un magro desempeño (+41% i.a., -7% i.a. deflactado). En este sentido, destaca el retroceso de los aportes y contribuciones a la seguridad social (+31% i.a., -13% i.a. deflactado), por la caída de la masa salarial formal. A contramano, producto del nuevo esquema de retenciones, los derechos de exportación treparon 359% i.a. en términos nominales, marcando un avance de 204% i.a. deflactado. Por el lado de los gastos primarios, resaltan el aumento de las transferencias a provincias (+80% i.a. o +19% i.a. deflactado) y los subsidios económicos (+78% i.a., +18% i.a. deflactado) y la caída en términos reales de las prestaciones sociales (+27% i.a., -16% i.a. deflactado) y los gastos de capital (+6% i.a., -30% i.a. deflactado).

¿Y el resultado financiero?

El pago de intereses netos fue de apenas ARS 11.600 millones en febrero, ya que es un mes con pocos pagos de deuda pública. Más allá del acotado valor absoluto, este monto es 55% mayor al de febrero 2018. De esta forma, el déficit total del Sector Público Nacional alcanzó ARS 4.900 millones, reduciendo en 83% el rojo observado en febrero de 2018. Por su parte, en el acumulado al primer bimestre, la variación del déficit financiero fue de 15% i.a., dado que este pasó de ARS 56.700 millones en 2018 a ARS 64.900 millones en 2019. Como resultado, el rojo financiero se redujo en 0,1 p.p. del PBI, y cerró en torno a 0,3% en el acumulado a los dos primeros meses de este año.

Con este buen arranque, ¿se alcanzará el equilibrio primario?

El gasto público tiene un comportamiento estacional. En particular, en junio y diciembre se paga el aguinaldo a los empleados públicos y a los jubilados. Además, se incrementará 46% el pago a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo a partir de marzo, luego del anuncio del Presidente en la apertura de sesiones legislativas. En consecuencia, el resultado anual no persistiría en terreno positivo, pese a lo observado en los primeros dos meses del año. Por el contrario, era necesario obtener buenos resultados en los primeros meses en pos de generar un “colchón” para los meses de mayores gastos.

Por otro lado, de no haber una pronta reactivación de la demanda o un boom exportador, los ingresos fiscales continuarán cayendo en términos reales. Asimismo, más de la mitad del gasto primario –prestaciones sociales- posee un acotado margen de acción, puesto que depende de la inflación pasada para su actualización. Por lo tanto, pese al buen comienzo de año, las perspectivas no son tan optimistas de cara a los próximos meses. En este marco, proyectamos que el resultado primario arrojaría un déficit cercano a 0,5% del PBI en 2019. Sin embargo, este no será un impedimento para obtener los desembolsos del FMI.

En febrero se aceleró otra vez la inflación: ¿Habrá tregua?

¿Qué pasó con la inflación en febrero?

En febrero, la inflación nacional alcanzó 3,8% según los datos del INDEC. De esta manera, acumula 51,3% en los últimos doce meses –el valor más alto desde 1992- y se aceleró por segundo mes consecutivo. En consecuencia, el proceso de desinflación encarado sobre el cierre de 2018 pareciera haberse revertido y las luces de alerta permanecen encendidas.

Al analizar por categorías, resalta el avance de Regulados (+4,2%) producto del aumento en las tarifas de electricidad, transporte y prepagas. Por su parte, el IPC Núcleo trepó 3,9% el mes pasado, impulsado por la suba de alimentos (un alza de casi 6% en el mes) y los precios Estacionales crecieron solo 1,9% i.a.

¿A qué respondió la aceleración de la inflación?

En primer lugar, cabe destacar que, aunque el tipo de cambio creció casi 6% durante el mes cerrando en torno a 39 ARS/USD, no alcanzó a los niveles de septiembre pasado (41 ARS/USD), de modo que su impacto fue acotado durante febrero.

En este marco, adquiere relevancia la inercia inflacionaria: precios que suben porque otros precios subieron antes en pos de no quedar atrasados frente al Nivel General. En este sentido, resalta la dinámica de la carne vacuna, que como consecuencia de los aumentos en el precio mayorista, registró un incremento en los precios al consumidor de hasta 15% -dependiendo del corte-, cuando en el último cuatrimestre del año pasado había acumulado un alza cercana al 5%. En la misma línea, la continuidad en el recorte de subsidios económicos implicó un nuevo ajuste mensual de tarifas (el rubro Vivienda, agua, electricidad y gas escaló 6,4% en el mes), que al ser un costo de central de la mayoría de los bienes y servicios tuvo un efecto considerable de segunda ronda.

Por último, las actualizaciones salariales producto de las cláusulas de recomposición que se vienen activando desde diciembre pasado también agregaron presiones a la inflación.

¿Qué pasará en los próximos meses?

Al comienzo de marzo, el tipo de cambio superó los niveles de septiembre pasado. Si bien este nuevo “récord” podría generar nuevos aumentos, por el momento estos serían acotados producto de la volatilidad que reviste el mercado cambiario y una demanda deprimida. Sin embargo, la mayor inercia inflacionaria eleva el riesgo que los agentes sobrereaccionen ante estas situaciones, por miedo a quedar retrasados.

Asimismo, ya hay pautadas subas de tarifas de Servicios Públicos para marzo (electricidad y transporte) y abril (gas) además de otros precios Regulados (colegios privados y prepagas). Como resultado, la inflación no cedería de manera significativa durante marzo y abril –cuando empiecen a cerrarse las negociaciones paritarias de este año-, y la suba de precios acumularía alrededor de 15% en el primer cuatrimestre del año.

En los meses posteriores, las presiones cambiarias podrían intensificarse, lo que apuntalaría las presiones por este lado. Sin embargo, las tarifas también ingresarían en su “período electoral”, aunque en este caso irían en el sentido opuesto a la divisa y permanecerían estables. En consecuencia, se cambiaría un factor por otro, de modo que la inflación no se desaceleraría sensiblemente. Como resultado, proyectamos una suba de precios superior a 35% para el acumulado anual.

Venezuela | ¿K.O.?

El primer mes del año fue considerablemente tumultuoso para la economía venezolana. Aunque el recrudecimiento de las restricciones externas y productivas era un hecho previsible para finales de 2018, la escalada reciente en las tensiones diplomáticas (foráneas y domésticas) y políticas que enfrenta la administración de Nicolás Maduro parecen acarrear implicancias económicas severas, lo que fuerza a reconsiderar las expectativas y pronósticos para los meses venideros.

El punto más destacable se evidenció en el entorno petrolero. El 28 de enero, el gobierno de Estados Unidos impuso sanciones a la estatal petrolera Pdvsa las cuales, a efectos prácticos, cierran por completo su acceso al mercado estadounidense. En particular, las nuevas restricciones detienen desde ahora el flujo de crudo y diluyentes que se venden y compran respectivamente al país norteamericano, con efectos inmediatos sobre los ingresos que percibe
la República por su principal rubro de exportación.

La pérdida repentina de su principal socio comercial no representa un buen augurio para la industria petrolera venezolana que, según fuentes secundarias de la OPEP, contaba con una producción de solo 1,15 mb/d para finales de 2018, y arrastra desde ese período una caída diaria promedio de 45 kb/d en ese año.

En Ecoanalítica estimamos que estas sanciones puedan afectar un flujo de divisas cercano a los USD 3.155 MM que esperaban percibirse entre febrero y abril de este año. El alcance del daño estaría sujeto a la subsecuente comercialización de los envíos de crudo inicialmente destinados a Estados Unidos hacia mercados alternativos, un mecanismo no exento de complicaciones contractuales y logísticas y que depende de la capacidad de renegociación y técnicas de Pdvsa. En tal sentido, de prolongarse las sanciones, la disponibilidad de divisas de la nación puede verse comprometida.

En el ámbito de precios, enero marca el décimo quinto mes en hiperinflación, que acumula 22.296.214,3% desde que empezó en noviembre de 2017. El mes registró la semana con la inflación más alta (67,7%) inmediatamente después de anuncios en materia económica, que incluyeron un aumento de 300% del salario mínimo y la entrada en vigencia de restricciones al crédito.

El Banco Central ha empleado de forma muy agresiva las diferentes tasas de encaje bancario como instrumento de política monetaria y cambiaria. El BCV utiliza el encaje bancario como una forma de reducir la liquidez generada por la actividad crediticia y con ello prevenir el alza del tipo de cambio paralelo; esto a costas del rango de maniobra del sector financiero. En un periodo de tres semanas se elevó el encaje marginal a 60%, se derogó un encaje especial sobre reservas excedentarias, y se volvió a elevar el encaje a marginal a 100%. Según el BCV, esto corresponde a intervenciones cambiarias para defender un tipo de cambio de BsS 3.300. La medida logró contener el alza de la tasa paralela; que había acelerado su depreciación en las primeras semanas del mes. Sin embargo, el BCV agotó el uso del encaje como instrumento de  estabilización cambiaria, quedándose sin muchas alternativas para cuando, eventualmente, el tipo de cambio no oficial vuelva a depreciarse.

En Ecoanalítica considerábamos un escenario base para inicios de año con el recrudecimiento de las condiciones macroeconómicas, sin una respuesta de política económica por parte del Poder Ejecutivo. A efectos prácticos se mantuvieron esas premisas; solo que la entrada en vigencia de sanciones amplias a Pdvsa introduce elementos adicionales que hacen mucho más difícil evaluar una dinámica económica ya de por sí compleja.

Uruguay | Actividad del sector retail

El sector comercio y reparaciones, que comprende al conjunto de actividades de retail, acompañó el crecimiento económico de Uruguay en la última década con una expansión anual de 4,1% en términos reales. Por su parte, el sector tuvo una mayor volatilidad en relación al PBI, con caídas en 2009 (crisis internacional) y 2015-2016 (coyuntura regional adversa), que fueron seguidas de recuperaciones más dinámicas de su nivel de actividad. En 2017 la  actividad del retail tuvo un crecimiento real de 7,8%, coadyuvado por el desempeño favorable de algunos indicadores relevantes para el sector, como el incremento del salario real, un dólar depreciado y un nivel record de turistas. Desde el lado de la demanda, el consumo privado mostró un crecimiento real de 4,4% en 2017, lo que se explica en parte por la evolución positiva de las variables mencionadas. Entre enero y setiembre 2018, según los últimos datos trimestrales del Banco Central del Uruguay (BCU) el sector comercio, que aparece en las estadísticas agrupado junto a la actividad de restaurantes y hoteles, creció 2,0%, lo cual supone una moderación respecto al ritmo de expansión de 2017. Esto se explica en parte, por un menor dinamismo de los ingresos de los hogares, y una fuerte apreciación del dólar a partir de mayo de 2018 que impulsó al alza los precios de los artículos importados.

Según proyecciones de Oikos C.E.F., se espera un crecimiento cercano al 1,5%, consolidando así 16 años de crecimiento económico ininterrumpido. En tanto, para 2019 se prevé que la economía continúe creciendo a niveles similares a 2018 (1,4%). En este contexto, los salarios reales e ingresos de los hogares tuvieron una fuerte moderación, que junto al aumento del tipo de cambio impactará sobre los niveles de consumo. En tanto, luego de una temporada récord en 2018, se espera una menor actividad turística para el año entrante. En este escenario, se proyecta un estancamiento o leve caída de la actividad del sector en 2019.

En un escenario de desaceleración de la actividad, aumenta el número de familias con intención de ajustar su gasto. Sin embargo, esto no afectará en forma homogénea a todos los rubros del retail, las decisiones de postergar gastos por parte de las familias están focalizadas en los bienes durables y transables.

La recaudación tributaria sigue en rojo por la recesión

¿Cómo fue la recaudación tributaria en febrero?

En el segundo mes del año, la recaudación nacional alcanzó los ARS 331 mil millones. De esta forma, se elevó 40,4% i.a. respecto al mismo período del 2018. Dado que la inflación se ubicó por arriba del 50% i.a., el total de recursos tributarios descendió 7,1% en términos reales -en línea con los meses anteriores, ya que promedió una caída de 7,4% i.a. en diciembre y enero-.

La caída en los recursos tributarios responde al desplome del IVA (-11,7% i.a. deflactado), los aportes y contribuciones a la seguridad social (-13,8% i.a. en términos reales) y los derechos de importación (-19,1% descontando la inflación). El primero de estos impuestos se deterioró por la caída de las ventas y por la disminución de alícuotas en su segmento aduanero. A la vez, se dejaron de percibir los efectos positivos que el año pasado dio el cambio en la forma de cómputo de los impuestos a cuenta. Lo recaudado por seguridad social, por su parte, sumó su décimo primer mes en rojo debido a la caída de la masa salarial formal y la reducción de las contribuciones patronales. Por último, el desplome de las importaciones afectó la recaudación de aranceles.

Por el contrario, el impuesto a las ganancias aumentó 1,1% i.a., el impuesto a los bienes personales creció 18,2% i.a., a pesar de la caída de la actividad, y los derechos de exportación volvieron a saltar 106,9% i.a. (todos en términos reales), debido a la ampliación de las retenciones.

¿Deberá incrementarse la recaudación para pagar el aumento de las AUH?

En los últimos días, el Gobierno anunció dos medidas expansivas del gasto: los préstamos a tasas subsidiadas para PyMEs y el adelanto de todos los aumentos anuales a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo -haciendo que estas prestaciones salten 46% en marzo, en lugar de 12%-. En un contexto de contracción de los ingresos tributarios, la implementación de estas medidas podría complicar la reducción del déficit fiscal y jaquear las metas acordadas con el FMI. No obstante, la primera medida insumirá ARS 400 millones que, según fuentes oficiales, saldrán del presupuesto del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo del Ministerio de Producción. De esta manera, no corresponde a un nuevo gasto sino a la utilización de recursos ya asignados a esta cartera.

En cuanto a lo segundo, nuestras estimaciones indican que el costo fiscal estará por encima de los ARS 15.000 millones, poco menos de 0,1% del PBI de este año. Este gasto implica un costo importante para el Estado. Sin embargo, la utilización de fondos adicionales en estas partidas está contemplada dentro de los ajustadores del stand-by, que indican que pueden ejecutarse hasta ARS 35.800 millones extra en concepto de gasto social, en caso de darse condiciones económicas adversas. De esta forma, el incremento no sería un obstáculo para el cumplimiento del acuerdo.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Dado que el IVA es el mayor componente de los ingresos tributarios (representó un tercio del monto total recaudado en 2018), el repunte de las ventas es fundamental para aumentar la recaudación. Así, en la medida en que la actividad económica no mejore (y no se implementen nuevos impuestos), la recaudación seguirá deprimida. En consecuencia, conforme a nuestras estimaciones, el monto total recaudado recién volverá a crecer en términos reales hacia el tercer trimestre, cuando la economía empiece a mostrar signos de recuperación (por la baja base de comparación) y la masa salarial formal atenúe su caída. De esta forma, proyectamos que la recaudación tributaria disminuirá alrededor de 1% en términos reales en 2019.

Perú | Proyecciones económicas 2019-2020

Proyectamos que durante el bienio 2019-2020 el crecimiento de la economía peruana se ubicaría en un promedio anual de 3.9%, alrededor de su  crecimiento potencial (4%).

Supuestos

A pesar de que esperamos que la economía mundial siga siendo favorable, esta mostraría un menor dinamismo que lo previsto hace tres meses. Tal como ha indicado el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento mundial se ubicaría alrededor del 3.6%, con una desaceleración de Estados Unidos hacia 2020 (1.8%). China, por su parte, mantendría un crecimiento de 6.2% en 2019 y 2020 lo que permitiría que el precio del cobre se mantenga en un promedio anual de US$ 2.80 por libra.

En el plano político esperamos un menor ruido. El presidente Martín Vizcarra mantendría su aprobación por encima del 60% y llevaría a cabo las reformas política y judicial que ha ofrecido.

Las proyecciones

Respecto al sector externo, se espera que las exportaciones superen los US$ 50 mil millones de dólares en 2020 gracias a una mayor producción de cobre, proveniente fundamentalmente de las ampliaciones de proyectos que existen en la actualidad, y del alto dinamismo de las exportaciones no tradicionales, particularmente las agrícolas. Las importaciones, por su parte crecerían al ritmo de la demanda interna y sumarian alrededor de US$ 47 mil millones al cierre de 2020. Con ello, se tendría un superávit comercial de US$ 4 mil millones ese año.

Se espera que durante 2019 la economía reciba un flujo positivo de capitales por lo que el sol se apreciaría levemente. Así el tipo de cambio pasaría de S/ 3.37 al cierre del año pasado a S/ 3.35 al cierre de este. La inflación se mantendría alrededor del centro del rango objetivo del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP, 2%) para el bienio 2019-2020.

En el plano fiscal, los ingresos tributarios suavizarían su dinamismo en el bienio 2019-2020 respecto a los que ocurrió en 2018. Ocurriría algo similar con los gastos sobre todo en 2019 debido a la entrada de las nuevas autoridades subnacionales. Con ello el déficit fiscal se ubicaría en 2.2% al cierre de 2020. Si bien este número no hace explosivo el crecimiento de la deuda pública, si implicaría que el gobierno no logre cumplir su objetivo de llevar dicha variable a 1% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2021.

El PBI crecería 3.9% promedio en los años 2019 y 2020. Por el lado del gasto esto se explicaría en el buen desempeño de la inversión privada que crecería 5.8% promedio anual en ese periodo, principalmente por la inversión en proyectos mineros. El consumo privado, por su parte, mostraría una expansión promedio de 3.8%. Por tanto, la demanda interna (indicador de ventas internas) crecería 4.2% promedio anual, por encima del PBI.

Por el lado de los sectores serían los no primarios lo que dinamizarían la economía, con un crecimiento promedio anual de 4.2%. Los sectores de construcción y servicios serían los que  mostrarían el más alto dinamismo. El primero impulsado por la construcción de grandes proyectos mineros como Quellaveco y Mina Justa. El segundo por el fuerte impulso de la demanda interna. Dentro de este destacarían los subsectores de telecomunicaciones y
financiero.

Riesgos

Los principales riesgos que enfrenta la economía peruana provienen de la economía mundial. Y es que un deterioro de la economía mundial podría afectar tanto la demanda por los principales productos de exportación como las cotizaciones internacionales, en particular la del cobre.

En el plano local, un incremento del ruido político o de la conflictividad social podría afectar el buen desempeño del clima de inversiones. Además, subsiste el riesgo de que El Niño costero aparezca súbitamente tal como ocurrió en 2017. Algunos estudios científicos indican que el cambio climático haría que ese fenómeno sea más frecuente y más intenso.

La inflación se aceleró a 3,7% en febrero

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires creció 3,7% en el segundo mes del año. Así, mostró un alza de 50,4% respecto al mismo período de 2018 y acumula una variación de 6,5% en lo que va del año.

Durante febrero, a pesar de la estabilidad cambiaria y la rígida política monetaria del BCRA, la inflación se aceleró (en enero había exhibido una suba de 2,6%), cortando con una racha de 4 meses consecutivos a la baja. El motivo de la aceleración del IPC GBA Ecolatina fue el impulso de algunos capítulos que, sumados a un piso elevado por efecto de la inercia inflacionaria, dinamizaron el índice. Estos rubros fueron Vivienda y servicios básicos, por el aumento en la tarifa de electricidad, Atención médica y gastos para la salud, debido a aumentos en los servicios de medicina prepaga y a subas en los precios de medicamentos, y Alimentos y bebidas, por la suba en el precio mayorista de la carne. Estos capítulos incluyen tanto precios regulados por el Gobierno, que tiene intención de concentrar los aumentos del 2019 antes del inicio del período electoral, como movimientos propios del sector privado, motivados por dinámicas sectoriales particulares.

En los próximos meses habrá nuevas subas de Regulados (por aumentos en las tarifas de electricidad, gas y agua y alzas en los precios de la nafta, el transporte público y el teléfono). De esta forma, la inflación persistirá elevada. Por el contrario, durante el segundo semestre, la dinámica de los precios obedecerá mucho más a los movimientos del dólar que a las decisiones gubernamentales.

México | Un inicio tormentoso con poco crecimiento y un peso sorteando obstáculos

En lo que va del año, varios elementos han afectado las estimaciones de crecimiento económico para México, tanto de origen interno como externo. No obstante, el ánimo de los consumidores y el comportamiento del peso como divisa, la inflación y el empleo, han sido positivos en las primeras semanas del año.

El pasado 30 de enero de 2018, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2018, estimando un 2,0% a tasa anual. Este registro es el segundo más bajo en lo que va de la década, sólo arriba del 1.4%
registrado en 2014.

Para 2019, Consultores Internacionales, S.C ® estima un crecimiento del PIB alrededor de 1.9%, que coincide con estimaciones de otras instituciones del ámbito internacional. Esta desaceleración concuerda con elementos como: la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), el desabasto de gasolina en enero, la afectación a la cadena productiva por los bloqueos a las líneas férreas en el Estado de Michoacán, las huelgas en las maquiladoras en el estado de Tamaulipas, entre otros más.

El sector industrial, también ha notado una ralentización significativa. El índice de la actividad industrial publicado por INEGI, muestra para diciembre de 2018 una caída de 2.5%, respecto del mismo mes en el año anterior. Aunado a ello, el reporte de Inversión Bruta Fija indica que a noviembre de 2018 cayó 2.1% respecto del mismo mes de 2017, esto último está correlacionado con la tendencia al alza de las tasas de interés en México desde finales de 2015.

Un factor a tomar en cuenta es la desaceleración que han mostrado las nuevas órdenes de compra de productos manufactureros en Estados Unidos. El reporte publicado por el U.S. Census Bureau en febrero de 2019, señala que en noviembre pasado esta variable disminuyó por segundo mes consecutivo, en este caso 3,067 millones de dólares, misma situación con el valor de los embarques que disminuyeron 3,164 millones de dólares.

A lo anterior, hay que sumar el efecto de la cancelación de la cuarta subasta eléctrica. En opinión de la calificadora crediticia Moody’s, esta medida es un refrendo a la tendencia de la nueva administración de aumentar su  dependencia de la generación convencional, lo cual podría tener afectaciones en los precios de la energía.

Por otro lado, el tipo de cambio ha tenido comportamiento positivo en el mes de enero. En promedio, durante ese mes se ubicó en 19.19 pesos por dólar, 94 centavos menos por dólar que el dato para diciembre de 2018. En lo general, las últimas semanas han sido notoriamente bien recibidas por los mercados. Únicamente el anuncio de Fitch, sobre bajar la calificación crediticia a la empresa Petróleos Mexicanos, rompió la racha positiva de la divisa mexicana el 29 de enero y las presiones internacionales el día 11 de febrero. Los eventos que bien podrían afectar a la divisa serían un alza en la tasa de interés por  parte de la FED; que las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China no prosperen; que se convierta en una divisa de refugio internacional  por temas de riesgo como el Brexit; y, por supuesto, la posible imposición de aranceles a México por parte de Estados Unidos, en caso de no cumplirse con disposiciones en materia laboral y ambiental, bajo el T,MEC.

En otras áreas positivas, es importante destacar que en el caso de los consumidores, las expectativas han sido positivas. Datos de INEGI revelan que en enero de 2019, el Índice de Confianza de los Consumidores aumentó 1.1% respecto del mismo mes en 2018. La industria automotriz reportó ventas por 111,212 unidades (considerando automóviles y vehículos particulares), esto es 1,948 unidades más que el mismo mes del año anterior.

Durante enero, la inflación mostró un sorpresivo incremento de apenas 0.09% respecto del mes de diciembre y 4.37% a tasa anual, si se considera que 2018 las variaciones fueron de 0.53% mensual y 5.55% respectivamente. De hecho, la inflación mensual fue menor a la quincenal reportada dos semanas antes.

Finalmente (11 de febrero), el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la creación de 94,646 puestos de trabajo, sólo en enero de 2019. En promedio, cada enero durante los últimos 10 años se habían generado 49,316 puestos de trabajo. En los últimos 12 meses dicha fuente señala la creación de 641,834 empleos. Por supuesto, habría que netear esta cifra y compararla con lo acontecido en diciembre pasado.

Ecuador | El gobierno se acerca a los multilaterales

A finales de enero el Ecuador volvió a endeudarse en los mercados internacionales. Esta vez la emisión fue por US$1.000 millones, a diez años plazo y con un interés anual del 10,75%, el doble de lo que otros países de la región, como Colombia, han tenido que pagar en sus últimas emisiones. Esa operación, que generó muchas críticas al interior del país por el elevado costo, dejó en evidencia las dificultades que el Ecuador, cuyo riesgo país ha rondado los 700 puntos básicos en lo que va de febrero, enfrenta para poder conseguir financiamiento a nivel internacional. El financiamiento proveniente del exterior es importante para el país no sólo para cubrir las necesidades fiscales, sino también para alimentar las reservas internacionales del Banco Central, que hasta antes de la emisión estaban en niveles cercanos al mínimo operativo.

En este punto cabe señalar que si bien en la economía ecuatoriana, que está dolarizada desde el año 2000, las reservas internacionales no tienen el mismo papel que en países con moneda propia (respaldar el tipo de cambio), sí cumplen un rol importante. Esto se debe a que el Banco Central es el agente de pagos al exterior, no sólo del sector público, sino también del privado. Por lo tanto, si las reservas internacionales del Banco Central (sus activos líquidos) son insuficientes, el país podría entrar en una situación de cesación de pagos con el exterior. El bajo nivel de las reservas internacionales, que es uno de los puntos (además de la situación fiscal) por los cuales distintas calificadoras han revisado a la baja sus perspectivas para la deuda soberana ecuatoriana, se debe a dos motivos principales. El primero es la sensible apreciación del tipo de cambio real del Ecuador frente a sus principales socios comerciales a partir de 2014, lo que ha generado una fuerte presión sobre la balanza de pagos. Es decir, dada la pérdida de competitividad del sector productivo, las exportaciones han perdido impulso, mientras que las importaciones se han dinamizado. Este déficit en cuenta corriente no se ha visto compensado con la entrada, por ejemplo, de mayor inversión extranjera directa, sino sólo con nueva deuda externa, principalmente del sector público. El segundo motivo tiene que ver con el manejo del Banco Central. Si bien al inicio de la dolarización el Central estaba obligado a tener respaldos líquidos para todos sus pasivos exigibles (encaje de la banca privada y depósitos del sector público, principalmente, pero también un monto pequeño de monedas fraccionarias), a raíz del Código Orgánico Monetario y Financiero (2014) el gobierno de Rafael Correa empezó a financiar una parte de su déficit con préstamos del Banco Central que no tenían respaldo en dólares físicos. Así el Central infló de manera importante su balance, que además se vio compuesto cada vez en mayor medida por activos ilíquidos.

En ese contexto, el Gobierno anunció el martes 12 de febrero un acercamiento formal al FMI con miras a firmar un acuerdo de financiamiento. Ese acercamiento lucía como una medida ya casi inevitable para el Ecuador, no sólo para financiar una parte de la aún importante brecha fiscal, sino también para que al país ingresen divisas que permitan recomponer las reservas internacionales y dar más tranquilidad a los agentes. En ese contexto, el potencial acuerdo con el FMI, que debería facilitar también acuerdos con otros multilaterales, como el Banco Mundial, el BID y la CAF, debería considerar que una parte importante de los desembolsos se destinen puntualmente a recomponer las reservas internacionales del Banco Central y no tengan un uso fiscal. Obviamente, en el mediano plazo la situación de las reservas se debe solucionar con medidas que permitan recuperar competitividad al sector productivo ecuatoriano en un contexto en el que el dólar podría incluso seguirse fortaleciendo. Entre diversos analistas hay coincidencias de que las medidas deberían enfocarse principalmente en flexibilizar la rígida normativa laboral del país, lo que genera rechazo en los sindicatos y los movimientos de
izquierda.

Si el Ecuador finalmente firma un acuerdo con el FMI, lo que seguramente implicará medidas más decididas de ajuste fiscal, esperamos que el Gobierno cumpla con los compromisos acordados. Después de todo, el Ecuador tiene, lamentablemente, una larga historia de cartas de intención firmadas con el FMI que a la larga no se han cumplido.

Colombia | Tasa de desempleo cerca del 10%

La tasa de desempleo nacional en el año 2018 fue de 9,7%. Si se compara con la tasa de los países latinoamericanos, la tasa de desempleo colombiano es demasiado alta. Sin embargo, si se compara con la historia de la economía del país en el presente siglo es de los menores registros, de hecho, la economía colombiana ha cumplido 5 años consecutivos con una tasa por debajo de dos dígitos. No obstante, se observa una reversión de la tendencia decreciente que la tasa de desempleo ha tenido en los últimos años, la cual tuvo su mínimo en 2015 con 8,9%.

Las razones detrás del aumento de la tasa de desempleo son variadas. En primer lugar, la caída en los precios del petróleo en el año 2014 trajo consigo una desaceleración de la economía, la cual ha crecido por debajo de su potencial. Por otra parte, el crecimiento es liderado por el sector minero energético el cual es poco intensivo en trabajo, ello hace que la relación entre crecimiento económico y el comportamiento del mercado laboral no sea tan fuerte ni inmediata, razón por la cual pareciera que la recuperación que se previó para el año 2018 tenga efectos en el mercado laboral con un rezago y sea menor de lo esperado. Finalmente, la situación en Venezuela ha generado flujos migratorios importantes que han incrementado la tasa de desempleo en Colombia. De hecho, la tasa de desempleo en Cúcuta (ciudad fronteriza) ascendió al 14,4% en 2018.

Un concepto macroeconómico relevante es el de la tasa de desempleo que no acelera la inflación o NAIRU, la cual a veces se entiende como una tasa de desempleo estructural sobre la cual la economía suele gravitar. En la figura 1, se muestran unas estimaciones sencillas de este indicador. Durante el periodo de 2001-2007, la NAIRU estimada ascendió a 12,3% (0.1738/0.0141),  mientras que en el periodo de tiempo de 2008 hasta la actualidad dicha
estimación es de 9,4% (0.2188/0.0232). En este sentido, si bien se han logrado disminuciones importantes en la tasa de desempleo (incluso en la estructural), dicha tasa es bastante alta cuando se le compara con el resto de países latinoamericanos.

La tasa de desempleo en Colombia ha disminuido en los últimos años, e incluso, se ha disminuido la tasa de desempleo estructural. Sin embargo, la tasa de desempleo colombiana es muy persistente y por eso, el aumento de la tasa de desempleo es preocupante, dado que se sabe que se demorará en bajar. Es por ello que se hace necesario mitigar los factores que hacen que la tasa de desempleo sea tan alta, tales como los bajos niveles de profesionalización-tecnificación del trabajo. De igual forma, es importante el debate sobre como reformar el sistema pensional y generar medidas que promuevan el trabajo formal.