El dilema del Banco Central

2 de cada 5 pesos del déficit total son del Banco Central

Luego de la importante expansión fiscal que generó la pandemia, que llevó al déficit financiero del Sector Público Nacional (SPNF) a superar los 8 puntos del producto, en 2021 las cuentas públicas nacionales muestran una mejora significativa. De este modo, con la ayuda de muchos factores extraordinarios (la llegada de los DEGs, el aporte de las grandes fortunas y el alza de retenciones por suba de los commodities, entre otros), esperamos que el déficit fiscal financiero nacional se ubique en torno al 4% del PBI. Excluyendo a los DEG, el cierre del año rondaría los 5 puntos del producto, similar al año 2018 (4,9%).

Este desbalance se acota aún más si se añaden al análisis las cuentas públicas subnacionales: las Administraciones Públicas Provinciales serían superavitarias en casi medio punto del Producto este año, por lo que el déficit del Sector Público Argentino No Financiero (Nación + Provincias) alcanzaría 3,5% del PBI en 2021 (y 4,5% sin DEG).

Sin embargo, el panorama cambia cuando se incorpora el resultado del Banco Central: producto de la abultada expansión realizada el año pasado, que llevó a la autoridad monetaria a emitir primero para cubrir las necesidades del Tesoro y a esterilizar después vía la colocación de LELIQs y pases, el pago de intereses que realiza el BCRA llevaría al déficit cuasifiscal a la zona del 3% del PBI. Peor aún: mientras que el año pasado el rojo del Banco Central explicaba menos un cuarto del déficit financiero “ampliado” (fiscal consolidado + cuasifiscal), en el 2021 representaría 4 de cada 10 pesos de este. Además, esta suba en el pago de intereses motivaría que en 2022 la autoridad monetaria no pueda remitir utilidades al Tesoro, tal cual lo plasma el reciente Proyecto de Presupuesto.

¿Es sostenible esta dinámica? ¿qué consecuencias puede tener? ¿y con qué herramientas cuenta la autoridad monetaria para resolverlo? Veamos.

 

Esterilización … ¿sin límites?

En un contexto de renegociación de la deuda (tanto con acreedores privados como con organismos), la expansión del déficit fiscal fue financiada el año pasado con emisión monetaria. El Banco Central asistió al Tesoro creando más de ARS 2 billones (7,3% del producto, un monto muy similar al total del paquete Covid). Este año, como mencionamos, las necesidades del Tesoro nacional se redujeron. Sin embargo, los giros de la autoridad monetaria al fisco superaron el 2% del PBI, por lo que la emisión sigue siendo la principal fuente de financiamiento del déficit.

Aunque asistir al Tesoro como prestamista de última instancia es una de las funciones del Banco Central, su mandato también lo lleva a preservar la estabilidad financiera. Incrementar bruscamente la cantidad de dinero atenta contra este objetivo. A su vez, el aumento de la oferta de dinero no es inocuo: los pesos excedentes presionan en el mercado cambiario y en los precios. Por este motivo, el Banco Central actúa “por dos ventanillas”, apuntando a cumplir con su doble rol. Por un lado, emite para financiar al Tesoro, mientras que por otro retira esos pesos de la economía para contener el crecimiento de los agregados monetarios colocando LELIQs y pases a los bancos comerciales. Dicho proceso se conoce como esterilización y su contracara es la factura de intereses que el BCRA paga por los instrumentos colocados (y que cobran mayormente los depositantes).

Si la emisión no es inocua, la esterilización tampoco lo es. El stock de deuda en pasivos no remunerados del Banco Central crece licitación tras licitación, y ya representa el 140% de la base monetaria. Con ello, aumenta la carga de intereses, que treparía más de 70% en 2021, deteriorando el balance público consolidado “ampliado”.

Para verlo de forma sencilla, con cada punto del PBI que se incrementa el déficit fiscal (equivalente, por ejemplo, a un mes de jubilaciones, pensiones y asignaciones o, alternativamente, a los subsidios pagados en todo el invierno) y el Banco Central esteriliza, debe pagar más de ARS 14.000 M en intereses mensuales. Aunque el alza del gasto fuera solo transitoria y el primero de los desbalances se corrigiera, el incremento de los pasivos del BCRA no se desandaría, generando un aumento del déficit cuasifiscal de forma permanente. Así, aunque este organismo no debiera emitir nuevamente para financiar al Tesoro, la esterilización previa ya es una fuente de emisión monetaria independiente.

 

Un desagradable dilema

En los últimos doce meses, el pago de intereses de LELIQs y pases fue equivalente al 90% de la asistencia del BCRA al Tesoro. Esta proporción nos da una pauta de la magnitud en que la esterilización se convirtió en una fuente de emisión monetaria con dinámica propia. De hecho, estos intereses representaron, en el mismo lapso, más del doble del aumento total de la base monetaria (que se vio compensada con otras cuentas en signo inverso, por ejemplo, más esterilización). A su vez, en este período, la inflación superó el 50%, y la tasa de interés se ubicó por debajo de la inflación mensual el 91% del tiempo, desincentivando la tenencia de pesos y alentando la compra de divisas oficiales y financieras.

Mirando una ventana de tiempo más corta, los problemas se agravan: el Tesoro aceleró en el segundo semestre la ejecución del gasto, lo cual requerirá un mayor monto de emisión. A su vez, la cercanía del proceso electoral aumenta la demanda por divisas y esto se ve reflejado en la brecha entre el tipo de cambio oficial y los alternativos, que ya se ubica en torno al 90%. Ante esta situación, la autoridad monetaria enfrenta un importante dilema, que vincula a la emisión y la tasa de interés.

Poniendo el foco en los intereses de los pasivos remunerados, el BCRA podría achicar el monto de LELIQs: esto implicaría largar una gran cantidad de pesos a la economía de forma inmediata. En este caso, el remedio sería peor que la enfermedad, ya que generaría una importante presión en el dólar y los precios que difícilmente podría contener. Alternativamente, podría disminuir la tasa que paga por estos instrumentos: mientras que esto moderaría el ritmo del pago de intereses, al mismo tiempo volvería menos atractivos a los instrumentos de ahorro en pesos en favor de aquellos en dólares, acelerando el ritmo de aumento de precios.

Si, en cambio, se focalizara en la inflación y la demanda por divisas, la receta más adecuada sería un aumento de la tasa, que favorece las inversiones financieras en moneda local. Pero, nuevamente enfrenta un dilema: esta política disiparía parte de la tensión en el dólar y los precios, pero sus costos serían un encarecimiento del crédito al sector privado y un mayor pago de intereses cuasifiscales, con lo que solo lograría postergar -e incrementar- el problema. De este modo, vemos que una política monetaria más laxa aliviaría el balance del BCRA al precio de una mayor inflación, mientras que un aumento de la tasa de interés colaboraría en el plano inflacionario, pero agudizaría la dinámica cuasifiscal.

La solución estructural a este dilema requiere acotar la asistencia del BCRA al Tesoro (aliviando el “doble rol” que tiene actualmente, para enfocarse mayormente en la estabilidad monetaria y financiera) y generar las condiciones para que se incremente la demanda de moneda local, reduciendo consistentemente las expectativas de devaluación e inflación. Esto aumentaría los depósitos en el sistema bancario, reduciendo la tasa de interés y canalizando ahorros a créditos, en lugar de aplicarse a instrumentos de regulación monetaria. Sin embargo, es una salida que no se logra de la noche a la mañana, y en el corto plazo la autoridad monetaria seguirá atrapada en la disyuntiva mencionada. De este modo, para lo que viene, la atención en el déficit cuasifiscal seguirá cobrando importancia.

El comercio con Brasil fue equilibrado en septiembre

En el noveno mes del año, el intercambio comercial de bienes con nuestro mayor socio comercial dejó un saldo neutro tras siete meses en terreno negativo. El resultado comercial había sido deficitario en igual mes del año pasado (USD -90 millones), por lo que este dato implica una mejoría en términos de divisas. De cualquier manera, en lo que va del año, la balanza comercial con el país vecino mostró un déficit de USD 600 millones, duplicando al rojo de igual lapso del año pasado (USD -300 millones).

El flujo total de comercio (equivalente a la suma de importaciones y exportaciones) creció 29% i.a. con respecto a igual mes del año pasado, mostrando signos de recuperación por noveno mes consecutivo. Aunque esta marca es inferior a la del mes previo (en agosto, la variación interanual había sido de 57%), el intercambio comercial es el mayor para un mes de septiembre desde el 2017. En el acumulado anual, la compraventa de bienes desde y hacia Brasil creció 46% i.a. y se ubica 9% por encima de a la de igual período de 2019.

El aumento del comercio fue producto de un aumento de las importaciones en paralelo a una suba de las exportaciones. Del mismo modo que en los últimos meses, ambos sentidos del envío de bienes se incrementaron en comparación con el año previo. Mientras que las importaciones provenientes del principal país del MERCOSUR avanzaron 21% i.a., las exportaciones con este destino subieron 37% i.a. en el mes. En el año, las compras treparon 47% i.a. y las ventas 45% i.a.

Al comparar con 2019, el avance también es importante. De la misma manera que sucede con el comercio agregado, el intercambio bilateral dejó atrás el difícil 2019: al comparar con septiembre de dicho año, las exportaciones fueron 27% superiores y las importaciones 25% mayores.

El crecimiento del intercambio comercial refleja que ambas economías crecerán en 2021, con la producción industrial (mayor segmento de intercambio mutuo) liderando la recuperación. Sin embargo, también implica para nuestro país un mayor uso neto de divisas, dado que la balanza comercial con Brasil es tradicionalmente deficitaria, más aún considerando que esperamos que la economía doméstica crezca a mayor velocidad que la brasileña (7,5% y 5,0% anual, respectivamente).

El Tesoro consiguió financiamiento de mercado en septiembre y liberó margen para seguir emitiendo

Ayer, el Ministerio de Economía realizó la última licitación de deuda de septiembre. En ella, ofreció cinco Letras y un Bono con los que captó nuevamente financiamiento neto. Los instrumentos incluyeron opciones a tasa fija (a 3, 4 y 5 meses), variable (con vencimiento en 2023) y atada a la inflación (con duración hasta mayo y julio del año próximo). Así, se obtuvo la liquidez necesaria para enfrentar el pago de más de ARS 180.000 M en Letras que vencen mañana. De este modo, tras un agosto en que no pudo renovar todos los vencimientos del mes, la subsecretaría de finanzas pudo mostrar una mejoría en septiembre y de esta manera aliviar su necesidad de recurrir a la emisión monetaria.

Al mirar el acumulado anual, el porcentaje de rollover se encuentra en torno al 115%, lo que implica que los recursos obtenidos por la vía del endeudamiento en pesos alcanzan los ARS 400.000 M en los primeros 9 meses del año. En simultáneo, la asistencia del BCRA fue de ARS 960.000 M en el mismo lapso, sin considerar la baja del stock de Adelantos computada por la transferencia del FMI (DEGs). Con estos números, la composición del financiamiento es de un 70% de emisión y 30% de colocaciones netas, algo más deteriorado que el objetivo anual (60-40). De cualquier modo, con el ingreso de los DEGS, el límite de emisión se alejó significativamente. Aunque esto no implica que una emisión mayor no tendrá impacto macroeconómico, sí significa que el Tesoro ya no tendrá un tope legal tan exigente para cubrir vencimientos en caso de no conseguir financiamiento de mercado.

Por último, en el segmento de deuda en dólares, se realizó el primer pago de capital del préstamo del Fondo. Este vencimiento alcanzó los USD 1.900 M, y podría realizarse otro de igual magnitud a fin de año, si no se alcanzara un acuerdo con el organismo con anterioridad.

A pesar de la aceleración del gasto, el déficit primario continúa en niveles de 2018

¿Cómo fue el desempeño fiscal en agosto?

En el octavo mes del año, el Sector Público Nacional no Financiero (SPNF) tuvo un déficit primario de ARS 125.000 M (0,3% del PBI) y un desbalance financiero de más de ARS 190.000 M (0,4% del Producto). Estos resultados son similares a los de igual mes del año pasado, cuando todavía había grandes montos de desembolsos de programas para paliar la pandemia. En este caso, se alcanzaron saldos negativos de proporciones similares incluso a pesar del registro de ARS 22.900 M del aporte de las grandes fortunas. Así, se observa una aceleración de la ejecución del gasto primario, en línea con el incremento de transferencias tras el mal resultado electoral.

De cualquier manera, gracias a la prudencia observada en los primeros meses del año y a la consecución de recursos extraordinarios (aporte de las grandes fortunas y retenciones impulsadas por muy buenos términos de intercambio), los resultados acumulados continúan mostrando una mejoría muy significativa en comparación con 2020. El déficit primario de los primeros ocho meses del año fue de ARS 430.000 M (1,0% del PBI) y el rojo financiero fue de ARS 870.000 M (2,0% del PBI). De este modo, la reducción en comparación con igual lapso del año pasado es de 3,1 p.p. y 3,5 p.p. del Producto, respectivamente.

 

¿Qué explicó esta evolución?

El dato a destacar de las cuentas fiscales en el último mes fue la aceleración en la ejecución de gastos primarios. Esta trepó 9% i.a. en términos reales, mostrando el mayor avance del año. La suba estuvo compuesta por un alza de 7% i.a. en el gasto corriente primario y un salto de 48% i.a. en las erogaciones de capital, siempre descontando el avance de los precios. Mientras que las subas en los gastos de capital fueron una constante a lo largo del 2021, la mejoría de los gastos corrientes marca un quiebre con la historia reciente, ya que esta marca se había ubicado en terreno negativo en los seis meses previos. Este cambio de signo estuvo vinculado al pago de un bono de ARS 5.000 a jubilados y pensionados y el adelanto del complemento a beneficiarios de la AUH, que suele cobrarse a fin de año. Por otra parte, los subsidios crecieron 132% i.a. deflactado por el congelamiento tarifario, los gastos de funcionamiento subieron 27% i.a. real, mayormente por la adquisición de vacunas, y las transferencias a Provincias avanzaron 13% i.a. en términos reales.

Por parte de los ingresos, se sigue verificando una mejoría, ya que crecieron 12% i.a. en términos reales. Si no contempláramos el aporte de las grandes fortunas, la suba habría sido de 9% i.a. real, por el mayor nivel de actividad y la mejora de precios que impulsa las retenciones. De este modo, los recursos ya alcanzaron el nivel de agosto de 2019 (-0,3% real), aunque todavía se ubican 3% por debajo en términos reales si no incluimos el aporte extraordinario.

¿Qué esperamos para lo que viene?

El incremento de las transferencias que redundó en un crecimiento del gasto fue una política deliberada con el fin de fortalecer la recuperación económica de cara a las elecciones de noviembre. En este sentido, esperamos que el reciente anuncio de nuevas medidas siga elevando las erogaciones. Hasta el momento, ya se comunicó un salto del SMVM (al que están vinculadas algunas prestaciones como el Potenciar Trabajo) y un nuevo bono a jubilados en octubre, a los que podrían sumarse aumentos adicionales de la AUH y otras prestaciones, un retorno del IFE y recortes impositivos. De esta manera, creemos que el déficit primario continuará su camino ascendente.

Sin embargo, también se anunció que los DEGs recibidos del FMI se registrarían como ingreso sobre la línea en septiembre. Este recurso alcanza a compensar todo el desbalance operativo anual acumulado hasta agosto. Así, el déficit anual coincidirá con el rojo que se genere en los últimos cuatro meses del año (omitiendo el cómputo de los DEGs). Por más expansivas que sean las medidas que se tomen, encontramos muy difícil que el saldo negativo resulte de 4,0% del PBI en un cuatrimestre. El proyecto de ley de Presupuesto apunta a este monto, pero no considera el ingreso de los DEGs y contempla un gasto de capital muy elevado, que probablemente no alcance a realizarse.

En definitiva, estimamos que el rojo anual podría ubicarse en torno al 3% del PBI en 2021.

El Presupuesto Nacional: primeras señales de la política fiscal 2022

Esta semana, el Gobierno presentó el Proyecto de Ley de Presupuesto nacional para el próximo año. La ‘ley de leyes’ da la pauta de qué espera el oficialismo que suceda con la macroeconomía y qué política fiscal implementará en consonancia con ello, tanto desde un punto de vista tributario como con el gasto y el financiamiento público. ¿Cómo está viendo el Gobierno la recuperación y qué nos indica el Proyecto respecto de la dirección que se pretende en la política fiscal?

Pautas macroeconómicas

En primer lugar, la presentación del presupuesto incluye una serie de pautas macroeconómicas para este año y los próximos. Aunque estas proyecciones suelen mostrar desvíos respecto a los valores efectivos de las variables, resultan útiles para analizar la visión oficial respecto del sendero macroeconómico que se prevé hacia adelante. Según estas proyecciones, se espera que en 2022 se consolide la recuperación, en un contexto de descenso de la inflación, estabilidad del tipo de cambio real, y aumento en el empleo, el salario real y los volúmenes de comercio exterior.

En el Proyecto, el Gobierno espera que la recuperación de la actividad continúe a buen ritmo. De acuerdo con esta visión, el PBI crecería 8% en 2021 y 4% en 2022. Así, el Producto recuperaría el año próximo toda la caída que causó la pandemia, y se ubicaría 1,2% por arriba del de 2019. Evaluando al ingreso por habitante, todavía habría camino por recorrer, ya que el PBI per cápita seguiría casi 2% por debajo del de aquel año. Esta previsión, que resulta algo optimista en comparación con nuestras proyecciones, vendría acompañada de una mejoría del salario real y el nivel de empleo.

En lo que hace a las variables nominales, el Gobierno espera que el tipo de cambio finalice este año en ARS 102,4 (+24% i.a.). Este número era el postulado en el Presupuesto 2021 y se mantuvo, a pesar de que la inflación fue significativamente mayor a la prevista, dejando como resultado un retraso cambiario más veloz al propuesto (de casi 15%). En cambio, la evolución de los precios sí muestra una corrección al alza, ya que la pauta original del 29% fue cambiada por una expectativa de 45% a diciembre: en otras palabras, la apreciación real que finalmente se prevé para este año no estaba contemplada el año pasado.

De cara al año próximo la apreciación cambiaria no se repetiría en la misma magnitud, ya que el dólar treparía 28%, alcanzando un precio de ARS 131,1 a fin de año. En simultáneo, se prevé que la inflación alcance 33%, desacelerándose 12 p.p. respecto de la previsión oficial. En este sentido, surge el interrogante de qué sucederá con el dólar si los precios vuelven a descender más lentamente de lo previsto o, peor aún, si hubiera un salto inflacionario inesperado. Esta cuestión toma relevancia si se considera que nuestras proyecciones -al igual que las de la mayoría de analistas- se ubican por encima de dicha pauta.

Por último, el Gobierno espera que, luego del fuerte salto de 2021, las exportaciones e importaciones continúen creciendo moderadamente. De esta forma, el superávit comercial se mantendría elevado y las ventas al exterior serían récord el año próximo. Sobre esta macroeconomía de crecimiento real con reducción de la nominalidad es que el gobierno presenta en el Proyecto de Presupuesto cual es la dirección que pretende imprimirle a la política fiscal.

Trayectoria fiscal

En primer lugar, cabe destacar que para este año el Gobierno espera que el déficit primario del Sector Público Nacional sea levemente inferior al pautado en la Ley de Presupuesto del año pasado, bajando de 4,2% a 4,0% del PBI. Esta reducción no necesariamente implica que la política fiscal de este año termine siendo más contractiva que estipulado originalmente, ya que la pauta de déficit anterior (4,2% del PBI) no contemplaba el Aporte Solidario a las Grandes Fortunas y se alcanzaba con volúmenes de comercio exterior 10% inferiores a los que se estiman actualmente. No obstante, también hay que destacar que el cierre previsto actualmente para este año se alcanza con una pauta anual de gastos de capital que luce muy optimista, y el cierre definitivo puede ser algo inferior.

El segundo punto a destacar respecto del cierre de 2021 es que no está contemplando dentro los ingresos (arriba de la línea) la asignación de DEGs recibida del FMI, posiblemente para no distorsionar el resultado de este año y enfatizar que el rumbo es hacia una consolidación fiscal gradual. No obstante, luego de enviado el Presupuesto, el Gobierno emitió un Decreto incorporando los DEG a los recursos presupuestarios de este año, lo que representa ingresos adicionales a los contemplados allí para el cierre de este año por 1 p.p. del PBI.

Esto no implica que el cierre de 2021 será necesariamente inferior al 4% del PBI estipulado, porque a la par de esta incorporación de recursos también resta añadir el impacto de las medidas que se anuncien próximamente. Lo que implica el reciente Decreto es que el Gobierno podrá realizar gastos adicionales o reducciones impositivas sorteando la restricción de emisión actual (vendiendo los DEG al BCRA contra pesos), al tiempo que los mayores recursos presupuestarios incrementarán en límite de adelantos transitorios este año y para 2022. Asimismo, se desprende que el Tesoro le pedirá prestado los DEG que le vendió al BCRA para cancelar las obligaciones con el FMI.

De cualquier manera, de acuerdo a nuestras estimaciones, el rojo primario para este año podría estar algo sobrestimado, principalmente por lo mencionado respecto de los gastos de capital.

Para 2022 el Proyecto de Presupuesto indica que el Gobierno buscará acortar moderadamente el déficit primario: el desbalance antes de intereses alcanzaría 3,3% del PBI el año que viene, reduciéndose en 0,7 p.p. del PBI respecto de este año. A esta trayectoria se arriba mediante una expansión de los ingresos (+39% i.a.) superior a la de los gastos primarios (+35% i.a.).

Sin embargo, dicha reducción es mayor si consideramos que el resultado debe alcanzarse contemplando una expansión de los gastos de capital (+0,2 p.p. del PBI), una importante reducción en los recursos no tributarios (casi -0,5 p.p. del PBI) debido a que no se estipula el aporte de las grandes fortunas y una menor recaudación por retenciones a las exportaciones (-0,3 p.p. del PBI). Estos factores indican que en realidad el esfuerzo a realizar para alcanzar el 3,3% del PBI propuesto no es 0,7 p.p. del PBI sino casi 1,7 p.p. del PBI.

¿Cómo se espera entonces alcanzar el resultado? Esencialmente gracias a una buena dinámica de los recursos (especialmente previsionales) y mediante la contención de las erogaciones corrientes. El Proyecto espera que los aportes y contribuciones a la seguridad social crezcan por encima de la inflación (indicativo de la expectativa de crecimiento del empleo y los salarios formales), exhibiendo una suba de 0,6 p.p. en términos del Producto (en nuestra visión esta dinámica podría estar algo sobreestimada). Por otra parte, también habría mejoras en la recaudación del impuesto PAIS -por el retorno del turismo exterior-, bienes personales, ganancias e IVA.

El resto de esta diferencia sería cubierta por una caída de los gastos corrientes primarios, que al crecer 33% i.a. se reducirían en 1 p.p. del PBI. Parte de esta caída se debería a la disminución del paquete de ayuda por Covid, lo que indica que la previsión oficial es que la pandemia se disiparía a lo largo del 2022. Sin embargo, los principales factores explicativos son aquellas partidas de gasto corriente no relacionado ni con salarios ni con transferencias con finalidad social esto es, bienes de consumo y, especialmente, el déficit operativo de empresas públicas y las transferencias corrientes a empresas: las partidas destinadas a subsidios económicos muestran un crecimiento nominal inferior a la inflación y, sobre todo, al PBI a precios corrientes. Si bien el Proyecto indica que para cumplir esto los usuarios deberían cubrir el 43% del costo mayorista de energía, no se explicita la trayectoria tarifaria prevista.

En lo que respecta al principal componente del gasto (prestaciones sociales atadas a la movilidad), el Proyecto espera que las mismas crezcan al 39% -11 p.p. por encima del resto del gasto corriente primario- lo cual era previsible ya que en función de la nominalidad de este año tendrán un importante arrastre (de alrededor de 25 p.p.) para el año que viene. En términos del PBI, el gasto en prestaciones de la seguridad social se mantiene estable, lo cual puede indicar que dichas partidas podrían resultar insuficientes teniendo en cuenta que la movilidad previsional suele crece en términos reales con las desinflaciones.

Por otra parte, el presupuesto estima un gasto en intereses de 1,3% del Producto en 2021 y 1,6% en 2022. Así, se espera un desbalance financiero que alcanzaría el 5,4% del Producto para este año y 4,9% para el próximo.

Programa financiero

Cuando al análisis de los ingresos y los gastos se le añaden los vencimientos de deuda, puede verse que incluso con la reducción prevista en el desequilibrio fiscal el programa financiero de 2022 muestra importantes desafíos.

En primer lugar, cabe señalar que el programa financiero contemplado en el Proyecto de Presupuesto no incluye los pagos de capital al FMI y al Club de París de 2022 (como así tampoco los DEG este año en los recursos). Dado que estos servicios representan montos muy significativos y está actualmente negociándose su extensión, a primera vista luce razonable que no figuren en el Presupuesto, a los efectos de evitar distorsiones. Omitiendo estos vencimientos, las necesidades financieras brutas ascienden a ARS 10,6 billones (17,6% del PBI). Este volumen de pagos luce desafiante por varios motivos.

En primera instancia, debemos descartar las obligaciones que se renovarían sin mayores problemas (por ejemplo, Letras Intransferibles con el BCRA, Adelantos Transitorios con el mismo organismo y una Letra Intrapública). El resto, omitiendo algunos otros conceptos menores, representa la verdadera brecha de financiamiento relevante y se cubriría con tres fuentes: emisión monetaria, desembolsos de Organismos Internacionales y colocación de nueva deuda.

En este sentido, cabe destacar que la primera de estas fuentes (emisión monetaria) se encuentra legalmente limitada en 2022 y el Presupuesto así lo refleja: el stock de adelantos transitorios está hoy cercano a su límite legal, y para el año que viene no se contempla el giro de utilidades del Banco Central (frente a ARS 800.000 millones este año). De este modo, la asistencia monetaria apenas alcanzaría a 1,8% del Producto, lo que implicaría su mínimo nivel desde 2018 (cuando el déficit y los pasivos totales eran menores y, aun así, el endeudamiento derivó en un default).

En segundo término, la colocación de títulos presupuestada implica un importante grado de rollover de los vencimientos del año que viene. Finalmente, el financiamiento neto de Organismos Internacionales (2,4% del PBI) luce abultado: en caso de no poder obtenerse, se deberá recurrir a otras fuentes de financiamiento.

Conclusión

Por último, cabe resaltar que las presiones para el cumplimiento de esta trayectoria fiscal en gran medida están determinadas por lo que finalmente suceda con la meta inflacionaria. Si ésta se verificara, todas las presiones adicionales de gasto no contemplado -especialmente en lo relativo a subsidios, que se prevé aumentarlos muy por debajo del 33%- deberán tener correlato en una fuente de financiamiento (a priori) distinta a la emisión monetaria o en una subejecución de otras partidas (principalmente, de gastos de capital).

Por otro lado, una sorpresa inflacionaria -respecto del 33% pautado- proveería recursos nominales no contemplados, reduciría el peso de las deudas no indexadas, alejaría el límite legal de los adelantos transitorios y licuaría gastos de diversas partidas (siempre en caso de que no se readecúen). No obstante, tiene en paralelo efectos que pueden ser aún más nocivos: puede continuar erosionándo el salario real (obturando la recuperación de la actividad) y puede derivar en mayores presiones cambiarias.

En conclusión, el Proyecto de Presupuesto para 2022 se cimenta sobre una trayectoria macroeconómica de crecimiento real con desinflación, e indica que la trayectoria fiscal deseada apunta hacia la reducción gradual del déficit. El Proyecto de Presupuesto deja algunas certezas y algunas dudas. Dentro de las certezas, podemos encontrar que se busca dar prioridad a la obra pública, contener el gasto corriente no relacionado con la finalidad social y reducir el peso de la emisión monetaria en el mix del financiamiento. En cuanto a las principales dudas, aún se debe explicitar el impacto de la negociación con el FMI y el Club de París, y detalles acerca de la política tarifaria.

Todas las regiones aumentaron su nivel de exportaciones en el primer semestre

En un semestre marcado por la recuperación del comercio global y la suba de los precios de las commodities, las ventas argentinas al exterior crecieron 28% respecto a la primera mitad del 2020. A pesar de ser un salto respecto a un semestre de ventas particularmente bajas, estos datos las ubican 15% por encima del mismo período del 2019. Sin embargo, la dinámica fue muy heterogénea de acuerdo a las diversas regiones e industrias que coexisten a lo largo del país.

Si consideramos a los 19 principales sectores de exportación, sólo cuatro (que representan apenas el 4% de nuestras ventas al exterior) redujeron sus envíos al resto del mundo. Estos fueron los complejos avícola (-13% i.a.), hortícola (-12% i.a.), tabacalero (-10% i.a.) y frutícola (-8% i.a.). El resto de los rubros, en cambio incrementó sus ventas, destacándose el complejo automotriz (+77% i.a., ligado a la recuperación de la industria brasileña), el sector oleaginoso (+53% i.a., debido a la suba del precio de la soja y sus derivados) y el complejo azucarero (+48% i.a.).

La recuperación fue significativa en todas las regiones, con el sector pampeano liderando las ventas (+34% i.a.). Este efecto estuvo, nuevamente, muy vinculado con la campaña agrícola y el aumento de la cotización de sus productos. De este modo, las ventas de productos con origen santafecino treparon 58% i.a. En segundo lugar, las exportaciones del noreste crecieron 29% i.a., por un salto del 167% en los envíos de Corrientes. El producto que traccionó las ventas de esta provincia fueron los químicos, aunque también los envíos de arroz y combustibles y energía tuvieron buenos desempeños. En el siguiente puesto se ubicó la evolución de las ventas de la Patagonia, que crecieron 12% i.a. Chubut (+22%) y Santa Cruz (+21%) mejoraron significativamente sus ventas, por la suba en el precio del petróleo. En cuarto lugar, las ventas de Cuyo aumentaron 6% i.a., debido principalmente a un salto en los envíos de maíz desde San Luis. Por último, las ventas del Noroeste se incrementaron apenas 2% i.a., a pesar de que las exportaciones jujeñas saltaron 80% i.a. de la mano de mayores envíos de azúcar.

9 provincias disminuyeron sus envíos, a pesar de las condiciones favorables para la exportación. En particular, se destaca una reducción de las ventas de Neuquén (-56% i.a.), en donde hubo una mala performance de los envíos de gas (-82% i.a.), aunque también influyó una disminución de 10% en la venta de frutas. En simultáneo, La Rioja (-26% i.a.), Tierra del Fuego (-20% i.a.), la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (-19% i.a.), Chaco (-16% i.a.), Santiago del Estero (-15% i.a.), San Juan (-10% i.a.), Tucumán (-6% i.a.) y Entre Ríos (-4% i.a.) también acotaron sus envíos.

Para los próximos meses, esperamos que el desempeño de las exportaciones siga siendo positivo, y finalicen el año en la zona de los USD 70.000 M (+27% i.a.). Esto implicaría una desaceleración muy leve de las ventas en la segunda mitad del año, ya que los envíos en el último cuarto del 2020 no se vieron tan afectados por la pandemia, pero sí por la brecha cambiaria y el paro en varios puertos. Este monto sería el máximo desde 2013. El desafío pendiente será fortalecer las cantidades exportadas, para que las ventas puedan crecer independientemente de los precios internacionales.

El intercambio comercial con Brasil sigue recuperándose

En julio, el flujo de intercambio de bienes con nuestro principal socio comercial creció 58% i.a. Así, acumula una racha de 7 meses al hilo creciendo y un alza de 48% i.a. en lo que va del año. La compraventa de bienes se recuperó más que totalmente del impacto de la cuarentena de 2020: fue en el mes un 12% superior al intercambio de julio de 2019 y en los primeros 7 meses del 2021 se ubica 5% por encima del mismo lapso del último año de la gestión Cambiemos.

Esta mejoría fue producto de una suba tanto de las compras como de las ventas. Por el lado de las importaciones, el avance fue de 61% i.a. (acumulando una mejora de 54% i.a. en el período enero-julio). Con este dato, ya demandamos a Brasil 25% más envíos que en el mismo mes del 2019. Respecto a las exportaciones, la suba interanual fue de 70% en julio (45% en el acumulado anual). Comparando con el mismo mes de 2019, las ventas se redujeron en un 1%.

La recuperación del intercambio es una buena noticia, ya que implica un mayor nivel de actividad en ambas economías. Sin embargo, la “vuelta a la normalidad” también implica un mayor déficit por esta cuenta: el intercambio bilateral es deficitario desde 2004 (con la excepción de 2019). De este modo, aunque las expectativas de crecimiento de Brasil siguen trepando y ya alcanzan 5,3%, el intercambio dejó un saldo negativo de USD 170 millones en julio y USD 560 millones en lo que va del año.

Este rojo comercial no está vinculado con una menor participación de productos argentinos en el mercado brasileño. Por el contrario, nuestras ventas a Brasil están siendo más dinámicas que las del resto del mundo. El aumento global de las importaciones del gigante sudamericano fue 10 p.p. menor al salto de las ventas argentinas en julio, y 14 p.p. inferior en lo que va del año. De este modo, la participación de los productos argentinos en el mercado brasileño creció 0,5 p.p. en el mes respecto del 2020, pasando de 4,7% en julio de 2020 a 5,2% en 2021, aunque todavía se encuentra muy lejos de la media de los últimos diez años (6,5%).

Hacia adelante, esperamos que el saldo bilateral siga siendo deficitario, aunque las exportaciones a Brasil crecerían más de 25%. Sin embargo, este rojo será más que compensado con saldos positivos con otros destinos. El superávit será producto conjuntamente de un aumento de los precios de venta y una recuperación de las cantidades exportadas, dejando al intercambio de bienes como un aportador neto de divisas. Este resultado se dará incluso a pesar de que podrían postergarse algunas ventas por el incremento de la brecha cambiaria de cara a las elecciones. Por el contrario, las sangrías de divisas estarán en las cuentas de pagos de deuda e intervenciones cambiarias. El stock de tenencias del BCRA no es ilimitado y las autoridades deberán balancear estos movimientos para no sufrir sobresaltos.

 

A la espera de los DEGs, se realizó el primer pago del acuerdo con el Club de París

Ayer, el Ministerio de Economía realizó la última licitación de deuda de julio, en la que ofreció siete instrumentos en pesos: cuatro letras a descuento (tasa fija), dos a tasa variable y una ajustada por inflación. De este modo, obtuvo ARS 150.000 millones, algo menos que lo que pretendía colocar, considerando que esta semana enfrentaba vencimientos por más de ARS 160.000 millones en LEDEs y LEPASEs. Sin embargo, ayudado por el monto extra que había conseguido en las primeras dos colocaciones del mes, cerró julio con un financiamiento neto positivo de ARS ARS 35.000 millones y acumula un rollover de 120% en lo que va del año.

El próximo jueves, Hacienda deberá pagar el capital residual del TX21. Este vencimiento estaba programado como uno de los más exigentes del año. Sin embargo, por el canje anticipado realizado este mes, sólo queda pendiente alrededor del 40% del capital. Además de las tres colocaciones y el canje realizado, el Tesoro se financió en el último mes con ARS 180.000 millones de asistencia del BCRA. Aunque este monto luce elevado, está vinculado con la alta estacionalidad de los gastos en dicho mes. Así, en lo que va del 2021, la monetización total alcanza los ARS 510.000 millones. Esto implica un 57% del financiamiento con emisión y 43% con deuda de mercado, en línea con lo postulado por el presupuesto, a pesar de haber reducido significativamente el déficit primario respecto al previsto.

Esta semana, además, se pagó la primera cuota del acuerdo preliminar alcanzado con el Club de París, por algo menos de USD 230 millones (3% de las reservas netas). Con este pago (y otro programado para fines de febrero) se consiguió alargar el plazo para seguir negociando la deuda pendiente con este comité de acreedores, mientras se llega a un pacto con el FMI. Este organismo enviará el mes próximo alrededor de USD 4.300 millones en DEGs, que fortalecerán las reservas del BCRA. USD 1.900 millones de estos se usarían para cancelar parte del préstamo con el Fondo en septiembre, y otro tanto podría usarse del mismo modo en diciembre, si la firma de un nuevo acuerdo se demorara.

El déficit financiero del primer semestre fue el menor de los últimos años

¿Cómo fue el desempeño fiscal en junio?

En el sexto mes del año, el resultado fiscal del Sector Público no Financiero mostró un déficit primario de más de ARS 150.000 M (0,4% del PBI) y un desbalance financiero de más de ARS 200.000 M (0,5% del Producto). En el mes, se registraron ingresos por casi ARS 90.000 M por el aporte solidario de las grandes fortunas. Considerando éste, el desbalance primario se contrajo 0,6 p.p. del PBI con respecto al observado en el mismo mes del 2020. Si no lo tuviéramos en cuenta, el recorte habría sido de 0,4 p.p. Por su parte, el rojo financiero se redujo en la misma cuantía con respecto a junio del año pasado.

Así, el desbalance primario alcanzó los ARS 200.000 M en el primer semestre, mientras que el déficit financiero fue de más de ARS 510.000 M (0,5% y 1,2% del PBI, respectivamente). Con ayuda de los precios externos, la reestructuración de la deuda y el aporte solidario, el déficit total fue el menor desde que hay datos comparables (2016), en tanto el primario estuvo por encima de 2019 (cuando hubo superávit de 0,1%).

¿Qué explicó este desempeño?

El saldo de junio se vio muy ayudado por el registro del aporte extraordinario de las grandes fortunas. Este recurso no tributario no se seguirá percibiendo el año próximo ni ingresó en 2020, por lo que una comparación más adecuada puede hacerse omitiéndolo. Aun así, los recursos siguen mostrando una elevada variación real (+12% i.a.), aunque se ubican 16% por debajo de los obtenidos en junio de 2019. Esta mejoría está vinculada con la baja base de comparación del año pasado, cuando muchos de los ingresos estaban suspendidos o disminuidos por la pandemia y las medidas de aislamiento. Así, los recursos tributarios treparon 14% i.a. en términos reales (destacándose particularmente el alza de 61% i.a. deflactada de las retenciones) y las rentas de la propiedad saltaron 200% i.a. real (por el cobro de intereses de los préstamos ARGENTA, que se encontraba suspendido el año pasado).

Por el lado de los gastos, las erogaciones primarias cayeron 7% i.a. en términos reales. La significativa reducción de los programas efectuados por la pandemia y la licuación de las prestaciones sociales por la inflación (el pago de jubilaciones se contrajo 7% i.a. en términos reales) explicaron esta dinámica. Por el contrario, los subsidios económicos crecieron 44% i.a. -en términos reales- por el congelamiento de tarifas y los gastos de capital se duplicaron -descontando la inflación- por la reactivación de la obra pública y las restricciones operativas vigentes en 2020.

¿Qué esperamos hacia el segundo semestre?

Hacienda viene mostrando mucha cautela en la contracción del gasto que había sido expandido por motivo de la pandemia. Sin embargo, la dinámica fiscal no es homogénea a lo largo del año y este 2021 no será la excepción: el desbalance primario siempre crece en la segunda parte del ejercicio. En este sentido, ya vimos un mayor rojo en este mes con el pago de aguinaldos y el incremento de subsidios (que suben cuando se incrementa el consumo de gas y electricidad por las bajas temperaturas). Hacia adelante, este comportamiento será la norma.

De esta manera, esperamos que el rojo fiscal se agrande en lo que queda del año. Los aumentos de la recaudación impositiva dejarán de mostrar subas tan altas (hacia fin de 2020 se recuperó la base de comparación) y podrían crecer las transferencias al sector privado en la previa electoral (una muestra de esto es el bono de $5.000 que cobrarán en agosto los jubilados cuya pensión sea de hasta dos veces la mínima). A pesar de ello, los números fiscales también se verán ayudados por el ingreso de los DEGs del Fondo. En definitiva, la prudencia no habrá sido en vano, y el déficit primario concluirá el año muy por debajo del 4,5% del PBI que había sido presupuestado. Este sobrecumplimiento hará que las necesidades de endeudamiento y emisión monetaria no sean tan elevadas, ayudando al mercado cambiario.

El Tesoro obtuvo ARS 46.000 millones en la primera licitación de julio

En el día de hoy, el Gobierno realizó la primera colocación de deuda del segundo semestre del año. Los instrumentos ofrecidos fueron reaperturas de cinco Letras que ya estaban en circulación: dos a tasa fija (a 4 y 6 meses), una variable (con plazo residual de algo más de 120 días) y dos vinculadas a la inflación (con vencimientos a fin de 2021 y a mediados de 2022). Con ellas, captó ARS 46.000 millones. Considerando que en la primera mitad del mes enfrentará pagos por apenas ARS 8.500 millones (vencimientos del AA22, PR13 y PR15), buena parte de este monto puede considerarse financiamiento neto. Sin embargo, incluyendo también el canje parcial del TC21 realizado el mes pasado, podemos concluir que el rollover viene siendo incompleto en lo que va del mes. De cualquier modo, la composición del financiamiento entre emisión y deuda sigue sobrecumpliendo la pauta propuesta para el año, manteniéndose aproximadamente en iguales proporciones.

Por el lado de los vencimientos en dólares, esta semana deberán pagarse intereses de los instrumentos reestructurados en ley local y extranjera (Bonares y Globales) por algo más de USD 150 millones. Esto representa apenas un 2% de las reservas internacionales netas, por lo que no debería representar un problema para el fisco ni el Banco Central. A fin de mes, se pagará la primera cuota del acuerdo preliminar alcanzado con el con el Club de París. Esta implicaría otro 3% de las reservas internacionales netas (algo menos de USD 230 millones). Mientras tanto, el acuerdo con el FMI seguirá negociándose hasta marzo del año próximo, por lo que se abonarán las cuotas de capital e interés restantes con el organismo. Aunque estas representan un peso mayor de las reservas internacionales, podrán afrontarse con los DEGs que se recibirían en agosto por casi la misma cifra.