La recaudación muestra que la recuperación pierde fuerza

¿Se está recuperando la recaudación?

Durante agosto la recaudación alcanzó ARS 612.000 millones y creció 33,5% i.a., acumulando un avance de 27,3% i.a. en el año y acompañando el mayor dinamismo en la actividad economómica en los últimos meses en relación al piso alcanzadoen abril. En consecuencia, el deterioro real pasó a un dígito y ya se ubica en la zona de 5% en relación a agosto del año pasado.

Sin embargo, vale analizar cuales fueron los tributos que traccionaron la dinámica para verificar si esta tendencia está asociada a una continuidad en la mejora de la actividad o no.

En este sentido, se observa que la recaudación a través del IVA continúa aumentando en torno al 10% i.a. (como en los últimos dos meses), cayendo más de 20% en términos reales. Si bien el IVA interno exhibió una dinámica algo superior (+14,5% i.a.), el IVA aduanero es el que impulsa la dinámica en el acumulado del año (crece al 30% i.a., mas que el doble que el interno). Además, a mediados de agosto del año pasado tuvo lugar la quita del IVA a alimentos de la canasta básica, un efecto que podría estar “inflando” este dato.

Adicionalmente, el impuesto a los créditos y débitos (+20,7% i.a.) se desaceleró respecto a julio, mientras que el fuerte incremento en la recaudación vía impuestos internos se debe a una baja base de comparación, además que representa menos del 10% de los ingresos provenientes del IVA.

Por el lado del mercado de trabajo y del comercio exterior no hay novedades, lo cual no es positivo en este contexto. El sistema de seguridad social recaudó 22,1% más que en agosto del 2019 (en línea con los últimos meses) y los derechos de exportación e importación cayeron incluso en términos nominales, revirtiendo el desempeño de los meses previos.

Por lo tanto, la continuidad en la recuperación de la recaudación se explicó por la mejora en el impuesto a las ganancias, que casi empató a la inflación en la comparación interanual (-2,3% i.a.); el vencimiento de bienes personales, lo que permitió recaudar casi los mismo que en los tres meses anteriores (más de ARS 40.000 millones) y el lento pero sostenido avance del impuesto PAIS, que ya suma recursos por casi ARS 90.000 millones, algo comparable con el gasto que se realiza en un mes a través del IFE y ATP.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Este fenómeno pone un interrogante acerca de la sostenibilidad de la recuperación de la recaudación y muestra la necesidad de un mayor dinamismo de la economía para las cuentas públicas. Asimismo, ayuda a comprender el por qué de la necesidad del gobierno de aprobar el “Impuesto a las Grandes Fortunas”, por el cual se recaudarían, segun estimaciones oficiales, alrededor de ARS 300.000 millones.

Esta medida podría aliviar el impacto de una lenta recuperación de la actividad interna en los próximos meses salvando, parcialmente, dos cuestiones. La primera es una fuerte desaceleración del gasto en un contexto de cuarentena, lo cual no es consistente con las necesidades que estan pasando muchas familias y empresas al no poder trabajar normalmente. El segundo tiene que ver con reducir las necesidades de financiamiento del Tesoro a través de emisión monetaria, un fenómeno que es cada vez más peligroso, no sólo por el eventual impacto inflacionario sino también por el efecto actual sobre las expectativas del devenir de la economía.

Por lo tanto, si bien se prevé que este impuesto tenga un fuerte impacto en los ingresos públicos, es claro que es apenas una solución pasajera. La paulatina reducción del déficit fiscal requiere más que incrementar la presión tributaria, que ya es elevada.

¿Quiénes lograron acordar paritarias?

El 2020 sin dudas será un año que quedará marcado a fuego en la historia y no precisamente por aspectos positivos. En el transcurso de estos ocho meses, los índices de actividad económica se destruyeron, los salarios llegaron a caer incluso en términos nominales (hecho que no ocurría hace casi 20 años), y los puestos de trabajo sufrieron una merma sin precedentes. En este contexto,
analizaremos cuántos trabajadores formales lograron no solamente “sobrevivir”, sino que incluso alcanzaron aumentos suficientes como para poder sobrellevar esta crisis.

Dentro del proceso paritario 2020, se puede destacar que hubo relativa continuidad en las actividades menos afectadas por el “parate” económico que significó la pandemia, permitiendo que algunas negociaciones salariales se puedan llevar adelante. Hasta el inicio del mes de agosto, ya se habían firmado 23 acuerdos salariales sectoriales que establecieron aumentos para un millón de asalariados privados en relación de dependencia, según un informe del ministerio de Trabajo de la Nación. Esta cifra alcanza aproximadamente al 19% de los trabajadores formales del sector privado del país.

El criterio principal utilizado para otorgar los aumentos consistió en establecer porcentajes de incrementos sobre la base de los salarios básicos definidos en el convenio colectivo respectivo (el 78% del total). Las restantes paritarias acordaron el pago de sumas fijas durante algunos meses del año, con incidencia porcentual dispar sobre las distintas categorías profesionales contempladas en el convenio colectivo. En general, los acuerdos se ubicaron entre el 23 y 30%, mostrando una fuerte desaceleración con respecto a los incrementos acordados en años anteriores.

En lo que respecta al plazo, el 57% de las paritarias acordó una vigencia entre 4 y 7 meses, luego de los cuales las partes definieron que volverán a reunirse para analizar la situación salarial de los trabajadores. Por el contrario, se destaca que, incluso en este contexto, un 43% de los acuerdos salariales pactados establecieron una vigencia anual para los niveles salariales, con la aplicación de los mecanismos de revisión que se hacen efectivos antes de finalizar el año o a comienzos del próximo. En este último grupo se encuentran los convenios de elevada cobertura, como Transporte de carga, Bancarios, Químicos, Carne y Encargados de edificio.

Uno de los contenidos incluidos en todas las paritarias anuales es la cláusula de revisión que contempla la posibilidad de reabrir la discusión en caso de que la inflación exceda los aumentos pactados. En las actividades donde se registran los menores porcentajes de incremento salarial durante el período calendario, se incluyen cláusulas de revisión antes de finalizar el año (bancarios, aceiteros, encargados de edificios); mientras que aquellos con mayores aumentos en el año calendario (Camioneros) revisará la paritaria recién en febrero del año próximo.

El impacto desigual de la inflación

Componentes asimétricos del proceso inflacionario

El año pasado el IPC Nacional trepó 53,6% y acumula casi 16% en los primeros siete meses de 2020. Sin embargo, la suba del índice contiene muchas heterogeneidades a su interior: por ejemplo, hay mucha dispersión según qué región se analice. Asimismo, la suba se modifica a lo largo de la pirámide de ingresos. Dicho llanamente, la inflación de los pobres no es la misma que la de la clase media, que también difiere de la población de mayor poder adquisitivo.

En este sentido, dado los importantes efectos reales que tiene la suba de precios, es muy relevante sumar al análisis un componente que refleje en qué gasta cada familia. Por caso, los sectores de menores recursos se ven más afectados por la dinámica de los precios de alimentos y bebidas que el resto de la sociedad, ya que destinan una mayor porción de su ingreso a satisfacer estos consumos básicos e indispensables. En dirección contraria, las familias más ricas gastan más en artículos para el hogar, educación y esparcimiento, entre otros.

Partiendo de estas diferencias, y utilizando la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) que publicó el INDEC para 2017-2018, es posible medir la inflación de distintos sectores sociales -considerando no solo los niveles de ingresos, sino también las heterogeneidades regionales-. Precisar la información nos permitirá comprender más acabadamente el impacto desigual que tiene la suba de precios a lo largo y ancho del país, así como sus efectos en el resto de las variables económicas.

La primera conclusión que resalta es el carácter regresivo de la inflación en el acumulado enero-julio de 2020: mientras que la suba de precios rozó 17% para el primer decil de ingresos, la misma fue menor al 15% en el 10% de los hogares de mayores recursos. El aumento del precio de los alimentos por encima del nivel general de precios (18,7% vs 15,8%, respectivamente) y el mayor peso en el gasto total de este rubro en los hogares de menores ingresos es la principal causa de esta de diferencia. Vale destacar también que la brecha podría haber sido mayor si descontáramos las subas aceleradas en Recreación y Cultura (+24,1%) y Educación (+18,1%).

Alcanzado este punto, es importante notar que esta dinámica tuvo lugar sin una disparada del tipo de cambio oficial -que avanzó 20% entre enero y julio, 4 p.p. por encima del nivel general del IPC-, principal motor del precio de los alimentos, y en un contexto de fuertes regulaciones a la suba de algunos bienes básicos (programa de Precios Máximos). En el extremo opuesto, el precio de los servicios privados -educación, salud, peluquería, reparaciones, etc.- es menos sensible a los movimientos del tipo de cambio por tratarse de rubros no transables cuyo principal costo es la mano de obra.

Sin embargo, también es importante notar qué, en los últimos años, la sociedad ha tendido a sofisticar su consumo, hacia bienes con un mayor componente importado y servicios privados, por lo que el histórico carácter regresivo del tipo de cambio en la suba de precios se fue atenuando. A modo de ejemplo, en el segundo semestre de 2019, la inflación afectó más a los hogares de mayores recursos que a los de menores (23% vs 22,1%, respectivamente), aun cuando la suba de precios estuvo impulsada por el salto del dólar (+40%).

En consecuencia, si bien la devaluación tuvo un impacto regresivo hacia el interior de la sociedad, ya que los sectores medios y altos pueden ahorrar, y mayormente lo hacen en divisas, protegiendo su riqueza de los saltos cambiarios, esta característica no se repitió hacia adentro del proceso inflacionario.

Medidas progresivas, ¿medidas insostenibles?

En las últimas semanas, el gobierno adoptó algunas medidas que podrían acentuar el carácter progresivo de la inflación. Sin embargo, no está del todo claro que las mismas sean sostenibles. Por caso, la decisión del Banco Central de que algunas empresas importadoras de bienes “no esenciales”, como ser electrodomésticos y artículos tecnológicos, debieran usar dólares propios para operar, con un impacto directo en su nivel de precios, afecta más a los hogares de mayores recursos, quienes destinan en este tipo de bienes una mayor proporción de su gasto.

En sentido contrario, garantizar “dólares oficiales” para la cadena alimenticia y la compra de medicamentos atenúa las presiones inflacionarias sobre las familias más desprotegidas. En consecuencia, si bien esta medida puede ser negativa desde el punto de vista de la sostenibilidad o los incentivos al crecimiento, es progresiva en términos distributivos.

En igual sentido, el congelamiento en las tarifas de servicios públicos también tiene un componente progresivo en materia de precios: su consumo es ineludible y representa un porcentaje mayor del gasto de los hogares de menores recursos. Por este motivo, más allá de su sostenibilidad o progresividad fiscal -en el primer semestre, los subsidios económicos representaron más de 1% del PBI-, esta decisión tiene un componente igualitario sobre la inflación en el corto plazo. No obstante, si se subsidiara solo a quienes más lo necesitan, esta decisión se volvería más progresiva no solo inflacionariamente, sino también en materia de gasto público.

Ahora bien, el descongelamiento de “Precios Máximos” impactaría más sobre alimentos y bebidas y, por lo tanto, en los hogares de menores recursos. Sin embargo, el esfuerzo fiscal para atenuar los efectos negativos de la pandemia y la cuarentena sobre los hogares de menor poder adquisitivo está compensando parte de esta dinámica regresiva sobre el “bolsillo”. De esta forma, se comprende por qué el consumo masivo es uno de los menos afectados por la crisis actual.

En resumen, gracias a que se adoptaron estas medidas en los últimos meses la brecha de la inflación entre el decil 1 y el decil 10 no fue mayor a lo que efectivamente terminó siendo. Sin embargo, es importante remarcar que, pese a que las políticas atenuaron parte del carácter regresivo de la inflación, su costo económico no es posible de saltear. En consecuencia, habrá que ver qué parte del importante esfuerzo de gasto público que viene realizando el Estado Nacional se sostiene pasada la cuarentena -o, al menos, en qué magnitudes-.

Como resultado, aun cuando el tipo de cambio no se mueva de manera abrupta o no haya un salto de las tarifas de servicios públicos en el corto plazo, no descartamos que el carácter regresivo de la inflación se acentúe en los próximos meses, impactando negativamente en la incipiente reactivación de la economía.

La reforma judicial no pasaría en Diputados

El inicio del debate de la reforma judicial que el Gobierno envió al Congreso, ya demostró que la discusión sobre la iniciativa va a transcurrir, más que sobre el propio texto del proyecto, sobre las verdaderas intenciones que el Ejecutivo persigue con el proyecto. En un contexto donde la pandemia y la crisis económica concentran la atención de la opinión pública, la urgencia del oficialismo para aprobar el proyecto invitan a pensar cuáles son las verdaderas intenciones del mismo.

La iniciativa tiene tres ejes centrales que aparecen bien diferenciados en los primeros títulos del articulado: la reestructuración del Fuero Penal Federal, la reorganización de los Fueros Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de la Ciudad de Buenos Aires y la Creación de Juzgados Federales en el interior del país (se estarían creando 94 juzgados federales en el interior).

Si bien se descuenta que el trámite en el Senado no ofrecerá mayores complicaciones, el verdadero desafío del proyecto estará en la Cámara baja donde en principio no estarían los votos para aprobarla.

El primer obstáculo que deberá atravesar el oficialismo es el de resolver la
prórroga del acuerdo para el funcionamiento “telemático” de la Cámara de Diputados (con asistencia presencial y virtual) que se encuentra vencido. En principio, habría voluntad de prorrogar el plazo, pero Juntos por el Cambio pide que sean proyectos que tengan consenso de todos los bloques. Si bien, le va a resultar difícil a la oposición sostener el bloqueo por mucho tiempo, la ausencia de consenso para la prórroga pudiera ser un elemento para retrasar el tratamiento de la Reforma Judicial, una vez que el Senado la sancione.

Hecha esta aclaración, la principal dificultad para el oficialismo es no contar con los votos necesarios para la aprobación. Ir a votar una reforma de estas características sería de mucho riesgo y costo político en estas condiciones, por lo que el gobierno deberá conseguir algún tipo de acuerdo de alguno de los diputados que integran el Interbloque Federal, habitualmente más referenciado exclusivamente a la figura de Roberto Lavagna.

Sin embargo, como los diputados cercanos a esta figura ya manifestaron que no apoyarán la ley si no tiene consensos, la atención se volcó a los 4 diputados que responden al Gobernador Juan Schiaretti, no tanto por la voluntad de ellos -ya anticiparon que no están dispuestos a acompañar la iniciativa-, sino por que las necesidades de Schiaretti que pudieran ser atendidas por el Gobierno nacional (el déficit provincial o el de la caja previsional de Córdoba), se conviertan en motivos para cambiar esa posición y acompañar la reforma. En principio, el alto costo político por el rechazo que esta iniciativa genera en la opinión pública cordobesa, hace pensar que no habrá acompañamiento del mandatario cordobés.

Así, el oficialismo tiene cada vez menos margen para conseguir entre los bloques opositores los 11 votos que le faltan para sancionar la reforma.

Mi primer billón

¿Qué paso con las cuentas públicas en julio?

Tras el aumento del déficit primario en ARS 155.000 millones en julio, equivalente a -0,7% del PBI, el rojo operativo superó ARS 1.000.000 millones transcurridos apenas poco más que la mitad del año y ya acumula -4,2% de PBI.

Esta dinámica guarda estricta relación con la disparada en la brecha entre gastos e ingresos producto de la cuarentena, aunque también vale destacar una marcada desaceleración en el crecimiento del gasto primario (+59% i.a., +12% i.a. en términos reales) en relación a lo observado en los primeros meses de la pandemia. Por su parte, los ingresos totales (+16% i.a., -12% i.a. en términos reales)) también parecen haber dejado atrás la peor parte, en línea con la paulatina recuperación (desestacionalizada) de la actividad económica.

Por su parte, el pago de intereses fue de ARS 33.500 millones el mes pasado, llevando el déficit financiero a casi ARS 190.000 millones (-0,8% del PBI). De esta forma, el rojo financiero trepó a casi ARS 1.400.000 millones (-5,5% del PBI) en julio.

¿Qué factores determinaron esta dinámica?

Como viene ocurriendo en los últimos meses, y en particular desde el inicio de la cuarentena, las prestaciones sociales son el principal dinamizador del gasto primario, que rozó ARS 600.000 millones. Esto se corresponde con la permanencia del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) dentro de las principales asistencias por parte del gobierno, que conjuntamente representaron más de ARS 70.000 millones.

En lo que respecta a los subsidios económicos, la continuidad del congelamiento tarifario mantiene elevada esta línea, pero no se observó un significativo aumento de esta partida (+33% i.a.). Vale destacar que si bien más del 70% está vinculado a los subsidios a la energía, en este caso el crecimiento interanual fue impulsado por el avance de los subsidios al transporte.

Por su parte, los ingresos totales fueron íntegramente impulsados por el incremento de los recursos tributarios (+26% i.a.), aunque todavía se mantienen en terreno negativo al incorporar el avance del nivel de precios. Esto se debe a que las rentas de la propiedad registraron una caída de casi 50% i.a. por la suspensión del pago de las cuotas de los créditos otorgados por ANSES, una fuerte caída interanual de las transferencias corrientes por una elevada base de comparación junto a una caída de 25% de los recursos de capital.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

En tanto se continúen relajando las restricciones a la circulación y la actividad económica, la mejora de los ingresos continuará y el crecimiento del gasto se irá desacelerando. Sin embargo, la discusión pasa por el límite de estas dinámicas, que, a grandes rasgos, configurarán las cuentas públicas y en consecuencia el déficit fiscal en el cierre de 2020 y durante buena parte de 2021.

Para los ingresos podemos decir que su destino estará atado a lo que suceda con la actividad económica, con una posible excepción; los ingresos que provengan de la Seguridad Social, ya que difícilmente la caída del empleo formal se revierta en el corto plazo, fenómeno que se dará con una pérdida real de la masa salarial, la base imponible del tributo. Si bien representan alrededor del 40% de la recaudación, los ingresos, en general, continuarán su trayectoria ascendente en tanto se dinamice la economía.

Los desafíos aparecen por el lado del gasto. Por un lado, la necesaria recuperación de la actividad depende, entre otras cosas, de un mayor dinamismo del consumo privado. En este sentido, retirar del gasto medidas como el IFE o el ATP antes de lo deseable -puntualmente, una recuperación del nivel de empleo y de los ingresos laborales- podría no proveer la mejora esperada del rojo operativo.

Por este motivo, la reducción del gasto, algo que sin dudas estará en la agenda de la negociación con el FMI y es urgente para relajar la asistencia del BCRA via emisión monetaria, requerirá poner la lupa sobre otras erogaciones, como los subsidios económicos o las transferencias a provincias. Si bien no han habido pronunciamientos al respecto, los ajustes de movilidad (que afecta a jubilaciones y asignaciones universales) por decreto dan cierto margen para una lenta reasignación del gasto social -ahora orientado a apuntalar las variables del mercado laboral- por lo que la salud de las cuentas públicas también dependerá, en el corto plazo, de lo que suceda con la nueva ley de movilidad que el Ejecutivo enviará al Congreso próximamente.

Finalmente, se debe mencionar que a diferencia de la primera mitad del año una parte del rojo (casi un tercio) se pudo financiar con colocaciones netas del Tesoro en pesos. En este contexto, esta dinámica es una forma no tan negativa para financiar el déficit fiscal.

Preocupa más la economía que lo sanitario

Como le sucediera a Mauricio Macri en agosto de 2016, el desempeño del Gobierno de Alberto Fernández registra en agosto de 2020 su primer diferencial negativo, con una valoración positiva de 42,1% y una valoración negativa de 44,3%. El diferencial negativo se produce por un incremento de la valoración negativa de +3 p.p., en un contexto donde la valoración positiva registró una ligera caída de -0,2 p.p.

Esto se da en consonancia al incremento en la brecha entre las preocupaciones económicas y sanitarias. Pese a que la pandemia en Argentina no deja de superar día a día los peores registros de muertes y cantidad de contagiados, la situación económica, agravada por las consecuencias de la pandemia y de la cuarentena, genera mayor preocupación en la opinión pública.

En agosto, el 57,8% de los encuestados que señala que le preocupa más su situación económica que el coronavirus, mientras que la proporción que señalan que les preocupa más el coronavirus cae al nivel más bajo desde que se inició la crisis a fines de marzo de este año. Al mismo tiempo, el nivel de aprobación de la respuesta del Gobierno frente a la pandemia continúa
bajando y llega en agosto a 40,8%, el nivel más bajo de aprobación.

Por otro lado, en un contexto donde la Corrupción vuelve a liderar el ranking de preocupaciones con un 28% de menciones, el dato destacado de agosto es el fuerte incremento de la preocupación por la inseguridad. Luego de que las preocupaciones ciudadanas experimentaran un movimiento sumamente volátil en los últimos 5 meses debido a la incertidumbre generada por el efecto de la pandemia y la cuarentena, la inseguridad registró un fuerte aumento alcanzando el 20% de menciones este mes, cuando dicha preocupación se encontraba apenas en 4% en junio pasado.

Las preocupaciones también ofrecieron novedades relevantes en el mes de agosto. La preocupación por la inflación, por ejemplo, -que supo ser la máxima inquietud ciudadana en la última etapa del Gobierno de Macri-, se encuentra en niveles no observados en los últimos 4 años, mientras que la preocupación por el desempleo sufrió una abrupta caída este mes, quizás desplazada por la preocupación por la inseguridad en los centros urbanos. Finalmente, la preocupación por la corrupción consolida un incremento promedio
superior a 5 puntos porcentuales en este 2020, en relación a lo observado en los últimos 4 años.

La imagen de Alberto Fernandez pasa a terreno negativo

Gobernar puede ser un costo político en sí mismo, especialmente cuando se lo hace en condiciones económicas desfavorables. Esto lo puede confirmar Alberto Fernández que tras el favorable impacto que recibió su imagen ante la emergencia de la pandemia del Covid-19, ha venido sufriendo un continuo desgaste de la misma y finalmente alcanzó terreno negativo, según nuestro último estudio.

Resta saber si la repercusión favorable que recogió el acuerdo con privados para reestructurar los compromisos de deuda produce alguna recuperación en términos de imagen. Pero más allá de esto, queda claro que la ausencia de respuestas del Gobierno a las demandas recogidas en la elección presidencial, irán socavando su popularidad, sobre todo en un contexto donde la pandemia vuelve más urgente las necesidades económicas.

Un ejemplo claro de ello se puede observar en una porción interesante de la muestra de nuestro último estudio. Particularmente, el 13% de encuestados que nos dicen que votaron por Fernández en las elecciones del año pasado pero que tienen una imagen negativa de él. En este grupo de encuestados, al que podríamos llamar los “desilusionados”, el 91,3% señalan que les preocupa más su situación económica personal que el coronavirus, el 92,8% cree que la situación económica del país estará peor en un año y el 91,2% cree que su propia situación económica personal empeorará en un año. Como consecuencia de todo esto, el 75,4% de ellos dice que si hoy fueran las elecciones legislativas, votaría por otra fuerza política y no por el Frente de Todos.

En definitiva, esta evidencia resalta el componente económico del desafío que enfrenta Alberto Fernández para conservar los apoyos obtenidos en 2019. Esto no desentona con la idea que venimos sosteniendo: el principal mandato recogido por el Frente de Todos es el económico, y será el incumplimiento de ese mandato la principal fuente para la desilusión.

En este contexto, y considerando que en un año el oficialismo revalidará los votos obtenidos en la elección presidencial, nuestras primeras proximaciones sugieren que el Frente de Todos conserva un 36,8% de intención de voto. Si sumamos un 20% de los indecisos, el Gobierno podría rozar un nivel de apoyo electoral del 40%, un número que no es malo, contemplando que en más de 9 meses de mandato no se ha logrado poner en marcha la economía.

Sin embargo, más allá de conservar o no el caudal electoral, la clave para el oficialismo pasará por lograr una renovación de bancas para la Cámara de Diputados que permita extender la mayoría más allá de las 129 bancas
necesarias para tener el quórum, la llave para hacer funcionar y sancionar las leyes necesarias.

De todas formas, también vale destacar que obtener un resultado similar al de 2019 también es un desafío en sí mismo, ya que en elecciones legislativas los oficialismos tienden a obtener resultados más bajos que los obtenidos en elecciones ejecutivas. Eso sucede por dos motivos: 1) en las elecciones legislativas en presidencialismos se tiende a plebicitar las gestiones de gobierno y siempre es difícil dejar contentos a todos; 2) en elecciones legislativas se registra un nivel de fragmentación electoral mayor ya que desaparece el premio indivisible (la Presidencia), y aparecen incentivos individuales (lograr una banca, lo que en distritos grandes se puede lograr con un porcentaje bajo) que alientan una mayor fragmentación oferta electoral.

Tan fuerte es este fenómeno que aún hoy sigue siendo la elección de Alfonsín en 1985 la mejor elección legislativa de un oficialismo desde el retorno a la democracia a la actualidad.

Las presiones cambiarias se imponen en el reino de la incertidumbre

Ni con cepo, ni superávit comercial, ni impago de la deuda el dólar se calmó

Desde fines del gobierno pasado, el BCRA ha venido introduciendo restricciones a la demanda de divisas en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC) para estabilizar al dólar oficial sin perder (tantas) reservas.
Este proceso comenzó a fines de agosto de 2019 con el reperfilamiento de letras de corto plazo del Tesoro y la reinstauración del cepo a la compra de dólares. La administración Fernández endureció aún más las restricciones. Inicialmente aplicó el impuesto PAIS a compras de dólar ahorro y servicios. A mediados de año limitó las operaciones en el mercado financiero y comenzó a racionar el acceso de las empresas al MULC a la hora de pagar importaciones.
Además, a partir de abril el sector público ha dejado de pagar deuda en moneda dura a acreedores privados (reperfilamiento de títulos soberanos ley local y propuesta de canje/default para los bonos ley extranjera).

Por último, producto del desplome de las importaciones (por el derrumbe de la actividad) el superávit comercial del primer semestre ha sido elevado (superior a los USD 8.000 millones), y gracias a un menor déficit de servicios y rentas (la pandemia ayudó a reducir el rojo en este frente), la cuenta corriente se ubica claramente en terreno positivo (superávit externo).

A pesar de todo esto, el BCRA ha tenido que vender divisas netas en el mercado formal en lo que va del año. Al 27 de julio, el saldo de la intervención arroja un saldo de USD -326 millones y, si se suma a esto, la colocación de letras intransferibles al Tesoro por USD 3.200 millones para pagar deuda, se entiende porque las reservas netas rozan los USD 10.000 millones, umbral que llevó- a la anterior y a esta administración- a implementar mayores restricciones.

No hay atraso cambiario (excepto con Brasil) pero sí una brecha demasiado elevada

Muchas veces en nuestro país los problemas cambiarios surgieron por un dólar barato. En consecuencia, tiene sentido preguntarse si las actuales tensiones también responden a este factor. De hecho, tanto en la segunda presidencia de Fernández de Kirchner así como en los primeros años de la administración Macri se sostuvo un tipo de cambio atrasado (gracias al cepo e ingreso de capitales/endeudamiento público, respectivamente) que alentaba el consumo en el corto plazo, pero resultó insostenible.

Sin embargo, desde mediados de 2018, nuestro país sufrió una crisis de balanza de pagos que tuvo como correlato una fuerte corrección del tipo de cambio real. De hecho, el gobierno de Alberto Fernández arrancó su gestión con un dólar no atrasado: el 10 de diciembre de 2019 el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) se ubicaba 6% por encima del promedio histórico -sin considerar retenciones ni otros impuestos-.

Pese a que en los primeros meses de gestión del nuevo gobierno la suba del dólar oficial superó a la inflación, se observa una mínima apreciación del TCRM (-3%) producto de la brusca depreciación del Real Brasileño. La pandemia golpeó fuerte a nuestro principal socio estratégico: el TCR con Brasil se encuentra 20% por debajo del promedio histórico (el 10 de diciembre era sólo 3% inferior a la media). Esto es particularmente relevante porque al gigante del Mercosur le exportamos manufacturas industriales (de alto valor agregado) en condiciones de acceso privilegiadas, pues no enfrentamos el elevado Arancel Externo Común del Mercosur.

En síntesis, en la actualidad los problemas cambiarios no parecen responder al atraso del dólar oficial (inexistente a excepción del caso particular Brasil). Por ende, provienen de un elevado apetito dolarizador producto de la elevada incertidumbre que pesa sobre nuestra economía. Las restricciones a la compra de divisas en el mercado formal limitan la formación de activos externos, pero no reducen su demanda, tal como se refleja en las cotizaciones paralelas.

Además de reforzar controles cambiarios, la nueva administración del BCRA ha comenzado a implementar una política monetaria más astringente: viene absorbiendo buena parte de la emisión para financiar al fisco -el stock de instrumentos de esterilización trepó casi ARS 1 billón desde el inicio de la pandemia/cuarentena- y sube la tasa de interés para acercarla a la depreciación esperada del dólar oficial.

Pero en un contexto de tanto riesgo, absorber pesos y elevar la tasa de interés no alcanza para desincentivar la demanda de dólares. Esto ha quedado claro a finales de la administración de Macri: pese a que la base monetaria no crecía y la tasa de interés era muy elevada (llego a superar el 70%), la creciente inestabilidad cambiaria culminó en la reintroducción del cepo.

Reducir la incertidumbre

Es poco lo que el gobierno puede hacer para dar mayor previsibilidad frente a la pandemia, más allá de administrar inteligentemente la cuarentena en función de la curva de contagios y el nivel de ocupación de las terapias intensivas para evitar el colapso del sistema sanitario, algo que está siempre sujeto a la incertidumbre propia que conlleva el Coronavirus.

Sin embargo, para reducir esta falta de previsibilidad es condición necesaria -pero no suficiente- cerrar la reestructuración de la deuda pública en moneda dura con privados. Inicialmente, el gobierno aclaró que tenía un plan económico, pero que no lo iba a dar a conocer hasta reestructurar la deuda, situación que ya se ha extendido demasiado.

Asimismo, a la difícil situación económica heredada se le ha sumado un desequilibrio fiscal/monetario de envergadura para morigerar el impacto socioeconómico de la pandemia. La reacción del Ejecutivo fue acertada, pero ahora es importante aclarar cómo se piensa corregir dicho desequilibrio para no deteriorar las expectativas.

Por último, llegará el turno de anunciar medidas y estímulos oficiales para consolidad y acelerar la recuperación. Se puede creer o no en los planes económicos, pero si el sector privado demanda mayor certidumbre es importante ofrecerlas.

Reaparecen tensiones en el universo sindical

En parte como consecuencia de una mirada crítica de la respuesta del gobierno frente al impacto económico de la pandemia, pero también por la falta de interacción entre ellos, la relación entre las autoridades de la CGT y el Gobierno no atraviesa su mejor momento. Han sido reiterados los intentos de los dirigentes sindicales de interactuar con el Gobierno para enfrentar el desafío, primero impulsando un Comité de Crisis que no terminó de funcionar con frecuencia, y luego con la idea de conformar un “Comité Post-Pandemia” que tampoco termina de tomar forma. De hecho, tampoco han podido interactuar con el gabinete socioeconómico que lidera Cafiero todos los miércoles con funcionarios de las áreas económicas.

Esta falta de interacción se da en un contexto económico muy delicado para la dirigencia sindical, con destrucción de empleo (en marzo y abril se perdieron más de 270.000 empleos registrados) y la prórroga del acuerdo UIA-CGT por suspensiones como resultado de la finalización de la vigencia del último plazo establecido por la primera renovación del acuerdo por la aplicación de suspensiones, y de la prolongación de las medidas de asilamiento producto de la persistencia de la amenaza de la pandemia. Además, esto ocurre con una contracción en la evolución del índice del salarios, producto de suspensiones y descuentos, que provocaron, por primera vez en mucho tiempo, que el índice de salarios en el sector privado registrado refleje una variación mensual negativa (-0,2% en abril respecto a marzo).

En definitiva, los grandes gremios, con la mayoría de sus acuerdos paritarios anteriores vencidos, se encontraron durante los últimos meses en la difícil situación de no poder incorporar aumentos paritarios y, en algunos casos, acordar suspensiones laborales y rebajas salariales temporales. Recién en el corriente mes los bancarios pudieron romper con esa dinámica y firmaron su paritaria anual -como suelen hacer en ese gremio- por un aumento total del 26%. Esperamos que con el correr del mes de agosto, el resto de los grandes gremios comiencen a firmar sus acuerdos paritarios, y en su mayoría, a diferencia de los bancarios, lo hagan de manera trimestral y/o con cláusulas de revisión en el corto plazo.

¿Qué sabemos del proyecto de la moratoria impositiva?

El impacto económico de la pandemia tiene un capítulo especial y preocupante en la caída de la recaudación producto de la situación que atraviesan la mayoría de los contribuyentes. Para poder mitigar el daño producido en la caída de lo recaudado, el Gobierno envió al Congreso un proyecto de ley para implementar una moratoria que lleve alivio a los contribuyentes, pero también que mejore las perspectivas de recaudación del Estado y mitigar así el impacto fiscal de la crisis.

Según han sostenido desde el oficialismo, el proyecto persigue 2 objetivos complementarios. Por un lado, facilitar el ingreso de quienes han quedado afuera por distintas situaciones del cumplimiento de sus obligaciones tributarias, previsionales y aduaneras y al mismo tiempo, generar un incremento significativo de la recaudación, que ha caído de manera notable. Se estima que alcanzará a una deuda total de ARS 534.000 millones.

Entre las principales características se encuentra la ampliación del universo de contribuyentes que pueden adherirse a la moratoria vigente a todas las personas jurídicas y humanas, pudiendo regularizar sus deudas (vencidas hasta el 30 de junio de 2020) los contribuyentes que no podían acceder en los términos de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva.

Por otro lado, las obligaciones tributaras y aduaneras adeudadas podrán regularizarse entre 96 y 120 cuotas, mientras que las obligaciones  correspondientes a la seguridad social tendrán plazos más acotados: hasta 48 o 60 cuotas. Solamente establece condiciones para las empresas de mayor tamaño: durante 24 meses no podrán distribuir dividendos, realizar operaciones con títulos para eludir la normativa cambiaria ni acceder al mercado cambiario para realizar pagos a entidades vinculadas.

En lo que respecta a los beneficios, se plantea la condonación parcial de intereses y total de multas, tasa de interés fija del 2% mensual hasta enero de 2021 y una tasa variable en pesos a partir de entonces. Además, se permite utilizar todas las devoluciones aprobadas y pendientes de pago que el contribuyente tenga a favor en AFIP para compensar la deuda (solo pueden utilizarse aquellos saldos existentes antes de la aprobación de la ley y no puedan utilizarse saldos técnicos para compensar).

Si bien la iniciativa en términos generales fue bien acogida por la oposición, algunos aspectos de los alcances del proyecto encendieron alarmas y sospechas sobre alguno de los objetivos accesorios de la medida, como la posibilidad de contemplar empresas que ya estaban atravesando un proceso de quiebra y cuya continuidad no está asegurada.

Esto se entiende como un “traje a medida” para rescatar a la empresa del empresario Cristóbal López, Oil Combustibles, por lo que la oposición pide excluir a los quebrados por razones previas a la existencia del fenómeno sanitario y a las quiebras fraudulentas ya que pueden sentar un precedente peligroso. Asimismo, se busca excluir del beneficio a algunas personas jurídicas como a aquellas dedicadas a los juegos de azar y a las apuestas online.

Los reclamos opositores también establecen otorgar incentivos a cumplidores y además se solicita evaluar adicionalmente una reforma a la ley de quiebras que contemple esta situación extraordinaria y evite los procesos de quiebra masivos que podrían venir en los próximos meses.