La Recaudación Nacional continuó creciendo en términos reales en abril

La recaudación tributaria nacional en el cuarto mes del año evidenció el mayor incremento interanual en lo que va de 2022 (64% i.a.) y encadenó 21 meses consecutivos de crecimiento real, alcanzando el mejor abril en términos reales desde el 2014. No obstante, mostró una desaceleración con relación a los últimos dos meses: creció poco más del 3% descontando la inflación, cuando en febrero y marzo lo había hecho a cerca del 6%. Tal moderación obedeció exclusivamente a una menor recaudación por Derechos de Exportación, que medidos en dólares cayeron más de un 30% contra marzo.

¿Qué tributos impulsaron el crecimiento en abril?

Con relación al desempeño de los impuestos, en su conjunto crecieron un 67,5% i.a. (6,1% en términos reales, la mayor variación en lo que va del año) y representaron casi tres cuartos del crecimiento en el mes. A su interior, se destacaron los crecimientos del IVA Neto y el Impuesto a las Ganancias, que explicaron más de la mitad del crecimiento de la recaudación total producto de los aumentos salariales, la recuperación de la actividad económica y las importaciones.

El IVA alcanzó la mayor variación interanual en lo que va del año al crecer un 67,9% (6,3% en términos reales), mientras que Ganancias mostró el mayor incremento interanual de los últimos 12 meses (15,2% i.a. en términos reales) luego de dos meses de moderación. En paralelo, el resto de los impuestos mostró una dinámica heterogénea, aunque para la mayoría el saldo fue negativo en términos reales. Por un lado, Bienes Personales creció un 5,3% i.a. afectado por una alta base de comparación en abril del 2021, donde pesaron los pagos a cuenta por bienes en el exterior que no se produjeron en el último mes. A su vez, el Impuesto a los Créditos y Débitos creció un 64,2% i.a. (alcanzó el mayor monto en términos reales en lo que va del año al crecer un 4% i.a.), mientras que los Internos Coparticipados lo hicieron un 33% i.a. y el Impuesto a los Combustibles un 9,8% i.a. (caída real del 30,5% i.a., la mayor desde abril del 2020).

Por su parte, la recaudación de Seguridad Social alcanzó el crecimiento interanual más alto (72% i.a., casi 9% real) desde marzo de 2007 impulsado por la recuperación de la masa salarial. Su contribución a la expansión de la recaudación pasó de 16,3% en abril del 2021 (18,4% en todo 2021) a casi un cuarto del total en el último mes (23,3%).

Sin embargo, como fue mencionado, los tributos vinculados al comercio exterior mostraron una fuerte caída en términos reales (19% i.a.) y su segunda peor performance de los últimos 14 meses. Si bien la recaudación por Derechos de Importación y Tasa Estadística mostró una desaceleración con respecto al último mes al crecer un 67,6%i.a. (6,2% i.a. real), el flojo desempeño se explica por la dinámica de los Derechos de Exportación, que se vieron afectados por el adelantamiento del registro de operaciones en los meses previos y un conflicto gremial, con paro incluido, que perjudicó la actividad del sector agropecuario exportador. En consecuencia, las retenciones no sólo evidenciaron una marcada desaceleración contra marzo (pasaron de crecer un 91,7% i.a. a un 21,9% i.a.), sino que también mostraron una fuerte caída real (-22,8% i.a.) cerrando el mes con el segundo monto más bajo en términos reales desde diciembre de 2020.

Producto de esta dinámica, dado que la mejora en la recaudación vino de la mano de los impuestos, mientras que lo recaudado en materia de comercio exterior (no coparticipable) no tuvo un buen desempeño, los recursos que perciben las provincias crecieron por encima de los que percibe la Nación (67% vs 63%).

¿Cómo cerró la recaudación el primer cuatrimestre?

Con los datos hasta abril, la recaudación nacional mostró un crecimiento del 60,3% (4% i.a. en términos reales) en el acumulado de los primeros cuatro meses del año. Al desagregar dicho incremento nos encontramos con que los impuestos contribuyeron con un 40% (31% aportado sólo entre Ganancias e IVA Neto) de ese crecimiento, mientras que la seguridad social aportó un 15% y el 6% restante corresponde al comercio exterior.

Para los próximos meses estimamos que la recaudación nacional continuará mostrando altas variaciones interanuales en el marco de una elevada inflación. A su vez, creemos que lo más factible es que la normalización del funcionamiento de los puertos refleje una recuperación de los derechos de exportación, mientras que la recuperación de la actividad y el empleo junto con las mejoras salariales continuarían sosteniendo la recaudación tributaria y de la seguridad social.

¿Cómo se cumplió la meta fiscal acordada con el FMI en el primer trimestre?

¿Qué pasó con las cuentas públicas en marzo?

El Sector Público Nacional no Financiero tuvo un déficit primario de $ 99.754 millones en marzo, empeorando 34% respecto de igual mes de 2021. A su vez, el pago de intereses sumó $72.276 millones (+70% i.a.), llevando al déficit financiero a los $172.030 millones, 47% superior al de marzo del año pasado.

De esta manera, el rojo primario alcanzó los $ 192.735 millones (0,3% del PIB) en el primer trimestre de 2022 y, si bien se incrementó en comparación con el saldo para para mismo periodo en el año previo (se había ubicado en 0,1% del PIB), logró cumplir la meta fiscal de $222.264 millones acordada con el FMI. No obstante, el registro contable de algunas fuentes de ingreso adicionales merece una mención aparte a la hora de analizar la dinámica de las cuentas públicas en el tercer mes del año.

La contabilización de recursos extrapresupuestarios elevó el nivel de ingresos y permitió cumplir con la meta acordada

Los ingresos totales evidenciaron una fuerte aceleración para el mes de marzo creciendo un 91,7% i.a., ganándole a la inflación para el mismo periodo (el crecimiento real alcanzó 23,6% i.a.). No obstante, casi un tercio de ese incremento encuentra su explicación en el registro de $ 100.000 millones de Rentas de Propiedad del Tesoro. Las Rentas de la Propiedad totales aumentaron 1.042,3% i.a., y representaron un 14,7% de los ingresos totales (cuando en los últimos doce meses promediaron 4,2%), esto obedece principalmente a la diferencia entre el valor efectivo y el valor nominal de las colocaciones de deuda del Tesoro (que son recursos extrapresupuestarios). En caso de no contabilizar dichos ingresos el Ministerio difícilmente habría podido cumplir con la meta acordada con el FMI para el primer trimestre.

Por su parte, vale la pena mencionar la dinámica de los ingresos tributarios, que continuaron acelerándose en marzo a un ritmo de 65,5% i.a. (+5 p.p. contra febrero) y creciendo un 6,7% i.a. en términos reales. A su interior, si bien la mayoría de los impuestos creció en términos reales, se destaca la performance de los derechos de exportación (+37,4% i.a. real), que alcanzaron el segundo valor mensual más alto de toda la serie en términos reales debido al salto en los precios internacionales en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania.

La fuerte aceleración del Gasto Primario fue superior a la dinámica inflacionaria

Por el lado de las erogaciones, el Gasto Primario mostró una nueva aceleración en marzo con una variación interanual del 84,9% (89,7% i.a. si se excluye el gasto COVID en 2021 y 2022), 15 p.p. superior a la variación de febrero y con un crecimiento real de casi el 20% i.a. (19,2% i.a.). A su interior, se destacó la evolución de los subsidios económicos, que crecieron un 115,7% i.a. en términos reales y explicaron casi un tercio del aumento en el Gasto. En su composición se destaca que casi la totalidad del aumento se debe al incremento en el pago de subsidios energéticos (189,4% i.a. real), que en el marco de la fuerte suba de precios internacionales de la energía, alcanzaron su mayor valor en términos reales desde diciembre de 2017.

Por su parte, las Prestaciones Sociales -que representan más de la mitad del Gasto Primario- continuaron creciendo en términos reales por sexto mes consecutivo. En este rubro se destacaron las asignaciones familiares, que superaron los $ 100.000 millones (frente a un promedio de $ 60.000 millones en el primer bimestre) debido al impacto de la movilidad, el pago de la ayuda escolar anual y el complemento de las asignaciones formales. En este sentido, cabe mencionar que la diferencia entre el crecimiento de la Asignación Universal para Protección Social (55,5%) y las Asignaciones Familiares Activos, Pasivos y otras (80,6%) se da como consecuencia del complemento adicional que se les sumó a las segundas en los últimos meses, factor que persistirá hasta octubre. El resto de las prestaciones sociales superó los $ 70.000 millones (+45% i.a.), producto de mayores pagos en los principales programas (Potenciar Trabajo, Tarjeta, PROGRESAR, etc.).

Los Gastos en Funcionamiento se aceleraron (74,1% i.a.; +10,8 p.p. contra febrero) y se movieron por encima de la inflación (12,2% i.a. real) motorizados no sólo por el incremento en los salarios debido a los aumentos de la paritarias, sino también por una fuerte aceleración en los otros gastos operativos (pasaron de crecer un 34,7% i.a en febrero a un 77,1% i.a. en marzo), que se vieron afectados por el incremento de los gastos en vacunas no COVID bajo la órbita del programa “Normalización, Suministro y Supervisión de Vacunaciones” ($ 15.000 millones aproximadamente).

A su vez, las Transferencias Corrientes a Provincias crecieron un 115,5% i.a., donde tuvieron un peso preponderante las transferencias a la Provincia de Buenos Aires en concepto del Fondo del Fortalecimiento Fiscal. Asimismo, tanto las Transferencias a las Universidades como el resto de las transferencias se aceleraron con respecto a febrero (69,7% i.a. y 278,4% i.a. respectivamente). Por su parte, el Gasto en Capital continuó creciendo al mismo ritmo que en el primer bimestre con una variación del 70,2% i.a., donde se destaca principalmente el aumento de las inversiones en Transporte, Educación, Agua y alcantarillado.

¿Qué esperamos para lo que resta del año y cuáles son los riesgos a monitorear?

Con vistas a los próximos meses, el gobierno debería acumular unos $375.000 millones de déficit en el segundo trimestre para cumplir con la meta fiscal de $566.800 millones hasta mitad de año. Esto implica que el déficit primario se puede triplicar nominalmente en relación a un año atrás, dinámica similar a la observada en los primeros tres meses del año. En este sentido, estimamos que el cumplimiento de la meta del segundo trimestre luce factible.

No obstante, habrá que seguir de cerca la evolución de ciertas variables que se presentan como riesgos al alza y a la baja. Por un lado, una inflación elevada, la persistencia de los altos precios internacionales de los commodities y el registro contable de mayores rentas podrían jugar a favor del fisco facilitando el cumplimiento de lo pautado. Por otro lado, la implementación de un nuevo bono a jubilados e informales en abril (estimamos un impacto cercano al 0,3% del PBI), el impacto del nuevo ajuste por movilidad en junio (que podría superar el 13%) y los elevados precios internacionales de la energía presionando sobre los subsidios podrían jugar en contra. En este sentido, resta ver como se desenvolverá la política fiscal en materia de las erogaciones accionables, especialmente en relación a los gastos operativos y de capital.

Importaciones récord en marzo

El saldo energético continúa afectando el balance comercial

En el mes de marzo, el superávit comercial alcanzó USD 279 M. Las exportaciones alcanzaron USD 7.352 M (+28,5% i.a.) y las importaciones USD 7.073 M (+33% i.a.), las cuales alcanzaron un valor no registrado desde agosto de 2013.

De esta manera, en el primer trimestre del año, el saldo comercial ascendió a USD 1.394 M. Este valor en gran parte se explica por el efecto de los precios internacionales: a precios del año pasado, el superávit comercial habría sido levemente superior a USD 420 M. Por lo tanto, si bien el superávit alcanzado a lo largo del primer trimestre fue 45% menor que el de los primeros tres meses del año pasado, sin tener en cuenta el efecto de los precios, el mismo habría sido 83% inferior.

Esto ocurre en un escenario en el que los términos de intercambio se incrementaron 5% i.a. generando una ganancia del intercambio de aproximadamente USD 780 M (representa las importaciones que se pueden financiar con las exportaciones actuales, exclusivamente por la variación de los términos de intercambio). Por su parte, el efecto precio sobre el saldo comercial es de casi USD 1.000 M.

Volviendo al mes de marzo, el crecimiento de las exportaciones e importaciones se explica principalmente por la expansión en “Combustibles”. Por el lado de las exportaciones, presentaron un aumento interanual de 118,1% (+68% i.a. por precios y 32% i.a. por cantidades), mientras que por el lado de las importaciones se incrementaron 195,7% i.a. (+82% i.a. por precios y 64% i.a. por cantidades).

Si bien la expansión de las importaciones de combustibles se desaceleró respecto a la expansión interanual de febrero (+420,8%) continúa en niveles elevados. En este sentido, la balanza energética marcó un déficit de USD 273 M en marzo (cuando apenas había sido de USD 17 M hace un año) y acumula USD 344 M en el año (alcanzo un superávit de USD 225 M en el IT-2021).

Adicionalmente, todos los rubros de exportación se expandieron año a año y luego de “Combustibles y energía”, se destacó el avance en “Productos primarios” (+36,8% i.a.) principalmente por las subas de precios evidenciadas en los mercados de materias primas, así como las “Manufacturas de origen industrial” (+32,3% i.a.). En cuanto a las importaciones, todos los usos de estas mostraron un incremento con la excepción de “Vehículos de automotores de pasajeros”. Por caso, “Bienes de capital” creció casi 38% i.a., explicado principalmente por la expansión en cantidades de 30% i.a..

Por último, el valor del flete internacional volvió a presentar una aceleración respecto al mes previo y se ubicó más de 80% por encima de marzo de 2021. El mayor incremento interanual se dio en los fletes provenientes del Mercosur (61,6% i.a.) y China (55,5% i.a.), pero son estos últimos los de mayor impacto debido a que representa casi 11% del valor FOB de las importaciones.

¿Qué se espera en los próximos meses?

El conflicto bélico ruso-ucraniano impactó en los mercados de materias primas y esperamos que el mismo permanezca vigente en el mediano plazo afectando los precios de nuestros productos exportables -principalmente primarios y parte de las MOA-. No obstante, no son todas buenas noticias para el sector: también se disparó el precio de algunos insumos, como de los fertilizantes, que resultan imprescindibles para aumentar la productividad. Otro efecto negativo asociado al agro es la escasez de gasoil que se verificó diversas zonas del país en plena cosecha de soja y maíz, los dos principales complejos exportadores del país. Esto afecta costos logísticos y reduce las toneladas de granos ingresadas a los puertos, demorando el ansiado ingreso de divisas.

Adicionalmente, producto del conflicto no sólo se generó un problema de precios de combustibles y gas sino también condicionó el abastecimiento del mismo. Por lo tanto, no sólo habrá que prestar atención al balance energético durante la temporada invernal y la complicación en la balanza comercial y demanda de dólares, sino también la existencia de problemas de suministro en plantas industriales, ante la eventual disyuntiva de destinar el escaso gas a usuarios residenciales o industriales.

¿La economía recuperará el terreno perdido?

La economía volvería a máximos en 2023

Luego de rebotar fuertemente en 2021, las expectativas para la actividad económica muestran que el sendero de crecimiento seguiría hasta, al menos, las próximas elecciones presidenciales. Para este año, si bien no esperamos un crecimiento significativo entre puntas, por el arrastre estadístico que dejó el 2021 la previsión del crecimiento sería del orden de 3%, y esta cifra que esperamos podría repetirse en 2023. Estas proyecciones son consistentes con las contenidas en el Acuerdo con el FMI -el organismo proyecta en el rango de 3,5-4,5% para este año y 2,5-3,5% para el que viene-, con las perspectivas del Banco Mundial -el Global Economic Prospects contiene una previsión de 2,6% y 2,1% para 2022-23- y las del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) -3,2% Y 2,2%, respectivamente-.

De materializarse estas proyecciones, se podrían encadenar tres años consecutivos de crecimiento sostenido, algo que no sucede desde hace más de una década. Más aún, en 2023 el nivel de actividad también podría alcanzar los mayores valores de la serie.

Ahora bien, ¿quiere decir esto que la economía ya habrá recuperado toda la caída acumulada (14%) en 2018-20, por las sucesivas crisis cambiarias y el impacto del COVID-19?

Si bien en términos absolutos esto sería cierto, cuando se incorporan la comparación regional, el crecimiento poblacional y, sobre todo, la dimensión social, queda claro que todavía queda mucho camino por recorrer.

Contexto internacional: mientras que Argentina recupera niveles, el resto del mundo crece

Si bien Argentina fue uno de los países que recuperó rápidamente los niveles pre-pandemia, utilizando los datos del WEO-FMI y las proyecciones brindadas por la alianza LAECO, se puede ampliar la ventana temporal y observar que la dinámica de mediano plazo luce algo distinta. Al mismo tiempo que Argentina lograría en 2023 recuperar el terreno cedido desde el último nivel máximo (+0,9%), el mundo habrá crecido 18,8% y la región 5,7%. Al interior de esta última, Colombia (+20,4%), Perú (+13,0%), Chile (+12,0%) son los que mostrarían mayores cifras a lo largo de estos años.

 

El optimismo también se diluye al analizar el entramado socioeconómico

El último nivel máximo de PIB del país corresponde a 2017, cuando había 44 millones de habitantes. Las proyecciones indican que se volverá a alcanzar ese nivel en 2023, pero ahora con 46 millones de habitantes, lo que implica que el producto por habitante todavía no recuperará lo perdido. Más aún, teniendo en cuenta el factor poblacional, el nivel máximo de PIB per cápita no se alcanzó en 2017 sino en el año 2011, momento desde el cual la economía argentina mostró un desempeño errático en materia de crecimiento. De esta forma, prevemos que en 2023 el PIB será similar al de 2017, pero 5% menor en términos per cápita, y todavía ubicándose 11% por debajo del máximo alcanzado en 2011.

Pero las diferencias entre el valor proyectado para 2023 y 2017 no se acotan al PIB per cápita, sino que concierne a la trayectoria del poder adquisitivo del salario a lo largo del período transcurrido, que habrá sufrido un fuerte deterioro: durante el año pasado el salario real fue casi 20% inferior al de 2017, y no se espera que se recupere significativamente este año ni el próximo; de hecho, proyectamos que cerrará 2023 con un deterioro promedio de 16,5% respecto a 2017. Dado que la cantidad de trabajadores formales se habrá incrementado en casi 5% -similar al crecimiento poblacional-, esto implica que a lo largo de estos años tendremos una mayor cantidad de trabajadores, pero con salarios más bajos en términos reales.

Por otro lado, el cambio de composición hacia dentro de los asalariados -que representan la mayor cantidad de trabajadores- tiene su correlato en las cuentas nacionales. A la vez que el consumo público -esencialmente salarios- superará 3,5% los valores de 2017, el consumo privado, que representa aproximadamente el 70% del PBI, exhibirá un retroceso superior al 7%, afectado por la dinámica del salario real a lo largo del período. Vale destacar que estos números empeoran considerablemente si contemplamos el crecimiento poblacional.

Esto indica que la situación entre los dos valores “similares” de PIB (2017 y 2023) será bien distinta en términos sociales, y posiblemente la tasa de pobreza sea el dato que mejor condensa esta diferencia: promedió 27,2% durante 2017 y prevemos que la elevada inflación obstaculizará su descenso desde los niveles actuales – fue de 39% en 2021- en los próximos dos años.

En consecuencia, si bien la economía retornará a sus niveles máximos el próximo año, esto no indica que ya se haya recuperado el terreno perdido en los últimos años: por un lado, el consumo distará de ser lo que era entonces, debido a un salario real que lejos estará de empardar su nivel de 2017; por otro, se dará en un contexto de pobreza más de 10 p.p. superior. Ambos síntomas reflejan el principal problema: la población habrá crecido 6% en el período, por lo que la misma torta se tendrá que repartir entre más gente.

La cuenta corriente alcanzó un superávit de 1,4% del PBI

Luego de 12 años, el país encadenó dos años consecutivos con superávit de cuenta corriente. Tras representar 0,9% del PBI durante 2020 (USD 3300 MM), fue de 1,4% del PBI el año pasado, alcanzando USD 6800 MM), el máximo valor desde 2009.

Gran parte de este resultado se debe al favorable resultado comercial de los bienes de la mano de los buenos precios internacionales de nuestros productos exportables. Por otro lado, como es habitual, el saldo de los servicios jugó en contra: alcanzó un rojo de casi USD 3500 MM a lo largo del año pasado. Si bien este déficit implica un crecimiento superior al 50% respecto al de 2020, todavía se ubica 30% por debajo del de 2019 y es 60% al de 2018.

En este caso, el elevado costo internacional del flete fue factor que implicó una significativa salida de reservas, en tanto la reactivación del turismo internacional todavía no parece un problema significativo: la cuenta de viajes exhibió un déficit de USD 930 MM, aproximadamente un tercio del observado para 2019 y un quinto del de 2018.

Al positivo saldo comercial de bienes y servicios se le debe sumar las transferencias corrientes, que sumaron USD 1500 MM. Todo esto fue contrarrestado por la cuenta de ingreso primario, en donde la renta de la inversión alcanzó un rojo de casi USD 10000 MM. Si bien es un valor similar al del 2020, se observa un cambio de composición del mismo: mientras el rojo se explicó principalmente por el pago de intereses de la deuda en el año de la pandemia, la reestructuración frenó esta sangría e hizo que el déficit durante el año pasado se deba a un mayor pago de utilidades y dividendos del sector privado.

Desafíos para 2022

El acuerdo con el FMI plantea alcanzar un superávit de cuenta corriente de 0,5% del PBI. Sin embargo, partiendo del importante superávit comercial de bienes alcanzado este año, las dificultades ya son palpables: el conflicto entre Rusia y Ucrania elevó los precios internacionales de commodities que si bien ayudará a engrosar los valores exportables golpeará fuertemente en el déficit energético, que podría alcanzar USD 5000 MM, según algunas estimaciones.

Dado el nivel de actividad económica, esta dinámica implica una merma en el superávit comercial de bienes. Sobre la misma se montará un deterioro del rojo proveniente del comercio de servicios: la vuelta del turismo internacional tras la pandemia -todavía lejos de ser comparable con 2018 y 2019- comenzará a erosionar a una mayor velocidad las reservas internacionales, a la vez que tampoco resulta clara una reducción del costo del flete, cuyo crecimiento ya era de tres dígitos en el comienzo del año.

De este modo, el desafío para este año será el de acumular dólares en el mencionado escenario de la cuenta corriente, lo que requerirá un ingreso neto de divisas a través de la cuenta financiera. Si bien parte provendrá de los organismos internacionales, el resto de las necesidades de financiamiento deberá ser aportada por las otras líneas.

Los alimentos subieron 7,5% en febrero a nivel nacional

La inflación subió 4,7% en febrero, acelerándose 0,8 p.p. respecto al mes anterior y alcanzando la variación más alta desde marzo del año pasado. De esta forma, alcanzó una suba de 8,8% en el primer bimestre del año -la más alta desde al menos una década- y alcanzó una suba de 52,3% en la comparación interanual.

En lo que respecta a los capítulos, el que mayor variación exhibió fue Alimentos y bebidas no alcohólicas (+7,5%), que alcanzó una variación de 55,8% en los últimos doce meses. Esta es la variación mensual más alta desde comienzos de 2014 (tomando los datos del IPC GBA Ecolatina como referencia para parte del periodo), por lo que incluso supera el efecto que tuvieron en este capítulo los saltos cambiarios de 2018 y 2019, sin haber existido un evento de esas características.

En parte esto se explica por la dinámica en Verduras (+26,5% a nivel nacional) y Frutas (+10,8%) pero también incidió la aceleración de Carnes (+4,9%) y de los precios de consumo masivo (+5,0%), donde se destacó principalmente la suba de lácteos (+6,7%).

Asimismo, cabe destacar que la proporción de “Precios Cuidados” dentro del IPC -que son en su gran mayoría alimentos- se redujo a 7,8%, el menor valor desde octubre de 2021.

El otro capítulo que se ubicó por encima del Nivel General fue Transporte (+4,9%), donde impactaron la suba de combustibles (+7,6%) y los incrementos en adquisición de vehículos. De esta manera, este capítulo alcanzó una suba de 55,1% interanual.

En relación al primer mes del año, siete divisiones se aceleraron (destacándose Alimentos y Bebidas No alcohólicas, Educación y Equipamiento y Mantenimiento del Hogar) mientras que cuatro mostraron una menor variación (especialmente Comunicación, dado el aumento que había sido autorizado en enero).

En lo que respecta a las categorías, al igual que en enero el IPC Estacionales trepó muy por encima del nivel general. Esta categoría aumentó 8,4% en el mes, acumulando una variación de 18,2% en el primer bimestre del año impulsado nuevamente por las ya mencionadas subas de frutas y verduras, y en menor medida indumentaria. Por su parte, cabe destacar que el IPC Núcleo subió a un ritmo de 4,5%, exhibiendo la variación más alta en los últimos diez meses. De esta forma, esta categoría acumuló una suba de 7,9% en lo que va del año, ubicándose levemente por debajo de la inflación general. Por último, los precios regulados exhibieron la menor variación (+3,1% y +5,9% en el primer bimestre), donde incidió la mencionada suba de combustibles.

Para marzo, la inflación podría volver a subir otro escalón. Este mes es usualmente es estacionalmente alto como consecuencia de los incrementos que se dan en el capítulo de Educación y en Indumentaria, a la par que impactarían nuevas subas de combustibles y los primeros aumentos de tarifas de servicios públicos. A esto se puede sumar el potencial impacto derivado del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que trajo alzas en precios internacionales de commodities, que seguirán presionando sobre los alimentos (como carnes y harinas). De esta forma, la inflación del primer trimestre tendría un piso de 14% (+1 p.p. que el acumulado en los primeros tres meses de 2021).

La desaceleración será lenta a lo largo del primer semestre del año: el contexto internacional no lo permitirá -no sólo a través del precio de los alimentos sino también por la suba del costo de la energía-, a la vez que se espera nuevas correcciones en precios Regulados. Adicionalmente, en el segundo trimestre llegarán las paritarias, que impondrán aumentos salariales de magnitud ante la aceleración inflacionaria suscitada en los primeros tres meses del año.

Esta dinámica supone otros desafíos para el gobierno. En este contexto, ¿continuará el objetivo de sostener el tipo de cambio real? Esta respuesta no es obvia ya que para hacerlo deberá aclarar el ritmo de depreciación del tipo de cambio, poniéndole también un límite a la baja de la inflación en el corto plazo, golpeando todavía más los ingresos reales. Por otro lado, vuelve más costoso el intento de alcanzar una tasa real positiva: tanto la inflación pasada como las expectativas volverán a dejar atrás la tasa de referencia.

Prevemos que la inflación trepe al 55% en 2022, acelerándose respecto al año anterior y alcanzando el máximo de los últimos 30 años.

El empleo formal y la recuperación post-pandemia

El empleo formal también recuperó lo perdido en 2020

El empleo registrado creció 2% i.a. en promedio durante el año pasado a nivel nacional, según informó el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). De este modo, recuperó el terreno perdido por la pandemia y se ubica 1% por debajo del promedio de 2018.

Impulsados por los monotributistas, el cuentapropismo fue la modalidad que exhibió un mayor avance a lo largo del año pasado (+3,6% en el promedio anual). Estos fueron seguidos por los asalariados públicos (+2,4% i.a.) y finalmente por los asalariados privados, que crecieron por debajo 1% i.a. en 2021. De este modo, mientras que los dos primeros grupos reflejan un incremento superior al 3% respecto al promedio de 2019, este último muestra una caída de 3,1% en relación al año previo a la pandemia.

Si bien esta dinámica del mercado de trabajo viene reflejándose desde la crisis cambiaria en 2018, y se profundizó durante la pandemia, esta tendencia, en la que el empleo público y el cuentapropismo son los principales motores en la creación de puestos de trabajo registrados, tiene larga data. Por caso, si comparamos con el pico de actividad económica en 2017, observamos que la caída en los asalariados privados supera 5%, en tanto el incremento alcanza 4,5% para el caso de las otras dos modalidades mencionadas. Yendo mas atrás en el tiempo, los asalariados privados cerraron 2021 un 2,6% por debajo del promedio de 2012, período en el cual tanto los trabajadores públicos como los cuentapropistas crecieron más de 25%.

Un recorrido por los sectores

Volviendo a la actualidad, también hay que mencionar que existieron distintas dinámicas a lo largo del 2021. La primera es que frente a un estancamiento del empleo en los servicios -siempre ciñéndonos a los trabajadores formales-, el nivel de empleo en los sectores productores de bienes creció más de 3% en promedio. No obstante, estos son todavía los más afectados si comparamos con el nivel medio de 2019, ya que exhiben una caída de 3,6%, contra el retroceso de 2,8% de empleo en los servicios.

La performance de los sectores asociados a los bienes se explica fundamentalmente por la recuperación de la construcción (+8,9%) y de la industria (+2,5%); mientras que dentro del estancamiento de los servicios se destacó el avance de las actividades informáticas (+8,5%) y servicios a empresas (+3,7%).

A nivel geográfico también se observaron heterogeneidades. Mientras solo Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires exhibieron una -ligera- contracción, el empleo asalariado privado creció de forma significativa en varias provincias, pero que conjuntamente explican apenas alrededor del 5% del total del país: catamarca (5,6% en promedio), Tierra del Fuego (4,9%), San Juan (+3,8%), San Luis y Misiones (+2,7% en estos últimos dos casos) fueron las más destacadas en 2021.

¿Qué esperamos para este año?

Prevemos que la dinámica del empleo formal mantendrá su tendencia durante el 2022. Los cuentapropistas continuarán ganando terreno. Por el lado de los empleados públicos, cabe señalar que el acuerdo con el FMI contempla una estabilidad del gasto en términos del producto para la Nación (lo cual podría ralentizar su dinámica). Pero también cabe señalar que la mayor parte del mismo corresponde a las Provincias.

Por su parte, en lo que respecta al empleo asalariado privado, la tendencia del año pasado podría revertirse: el mayor terreno por recuperar de los servicios en la post-pandemia hará que estos sean los que traccionen los puestos de trabajo en el promedio anual. Asimismo, las dificultades que se avizoran en la industria en los primeros meses del año y que posiblemente se prolonguen debido al conflicto entre Rusia y Ucrania pudiendo escalar ante una eventual merma del crecimiento global -o incluso peor, en el caso de una recesión en las principales economías del mundo- aminorarán la marcha del sector, que no podrá ser compensado con el agro o petróleo y gas, dado que la eventual mejora de estos sectores por los precios internacionales no tendrán correlato significativo en el nivel de empleo.

El superávit comercial fue de casi 300 millones de dólares en enero

Las mayores exportaciones de enero desde 2008

En enero, el superávit comercial de bienes orilló USD 300 millones de la mano del mejor inicio del año desde 2008 para las exportaciones, que superaron USD 5.500 millones (+13% i.a.) y permitieron sostener importaciones por encima de los USD 5.000 millones (+37% i.a.) por noveno mes consecutivo. Sin embargo, el intercambio comercial no superó USD 11.000 millones y fue el menor registrado desde marzo del año pasado.

De todos modos, vale destacar que el valor de las importaciones luce abultado en parte producto del encarecimiento del costo del flete internacional. El mismo exhibe un incremento superior al 120% respecto a igual mes del año pasado y de 46% en los últimos cinco meses. En este sentido, el INDEC estima que este efecto incidió en casi 8 p.p. sobre la suba del precio de las importaciones.

En lo que refiere a lo rubros exportados, la expansión se concentró en los productos primarios (+80% i.a. en valores) gracias a un crecimiento de más de 40% en las cantidades exportadas. En este sentido, se destacaron las ventas externas de cereales (+102% i.a.), de la mano de la favorable cosecha fina. Por su parte, las manufacturas de origen industrial (MOI) y combustibles y energía treparon 32% i.a. y 12,5% i.a. respectivamente como consecuencia en la mejora de los precios -de hecho, la cantidad exportada de combustibles y energía cayó más de 30% en la comparación interanual-, mientras que las manufacturas de origen agropecuario (MOA) cayeron 25% en valores, también como resultado de una contracción en las cantidades.

Por otro lado, los distintos usos de las importaciones tuvieron un crecimiento bastante homogéneo, entre 30-45% i.a. en valores, a excepción de los vehículos, que cayeron casi 25% i.a.. No obstante, en este caso el incremento en los precios internacionales solo fue significativo para explicar el crecimiento de combustibles y lubricantes y bienes intermedios. Esta mejora en los términos del intercambio, captada por un efecto positivo mayor de los precios internacionales en nuestras exportaciones con relación al impacto negativo en las importaciones evitaron que la balanza comercial arranque el año en rojo (el INDEC estima que la ganancia fue de USD 309 millones).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

El sector externo continúa sumando interrogantes para el futuro inmediato. En primer lugar, las perspectivas de una cosecha regular con importantes riesgos a la baja se mantienen por el lado de las cantidades. Si bien este efecto por el momento se estaría compensando con precios favorables, -el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia continúa impulsando al alza los commodities- las acciones de la FED en materia de política monetaria -suba de las tasas de interés- implican riesgos adicionales.

También aparecen dudas en lo que refiere al costo de la energía a nivel mundial. Un deterioro de estas condiciones podría complicar aun más el saldo de bienes ante la mayor necesidad de energía durante el invierno. Por otro lado, también es un interrogante lo que ocurra con el crecimiento en el precio de los fletes, que podría incluso seguir incrementándose en caso de la continuidad del conflicto armado en Europa del Este.

El desenvolvimiento de estos factores externos determinará el margen con el que el país contará para financiar sus importaciones, necesarias para mantener el nivel de actividad -especialmente industrial- alcanzado durante 2021. Además, las cuestiones mencionadas convergen en las próximas semanas/meses, momento en que también deberá llegar a buen puerto la renegociación con el FMI para no agregar más incertidumbre al panorama.

Los salarios de la economía, por cuarto año en rojo

¿Cómo cerraron el año los salarios de la economía?

El INDEC informó que los salarios de la economía crecieron 2,6% en diciembre. Esta dinámica se correspondió a un avance de 5,8% del salario no registrado y un 1,9% de los salarios registrados. -dentro de los cuales se destacaron los trabajadores públicos (+2,7%) en contraposición a los privados (+1,4%)-. Solamente el primer grupo de los mencionados logró superar la inflación del mes, que rozó 4%.

De este modo, la comparación interanual arrojó un avance de 53,4% para el total de los salarios, lo que implica un crecimiento de 1,6% en términos reales en el “punta a punta”. Se destacó el incremento de los trabajadores registrados del sector público (58,6% , 3,7% en términos reales) y privado (55,3%, 2,9% descontando el avance de los precios). Sin embargo, los trabajadores informales apenas superaron el 40% en la comparación interanual (una merma de casi 7% del poder adquisitivo).

Pese a esta dinámica positiva para el total de la economía, en el promedio anual, el poder adquisitivo del salario cayó 3,5% (2,7% en el caso de los trabajadores registrados y más de 7% en los informales), anotando el cuarto año en rojo de forma consecutiva. En 2021, esto fue la consecuencia de una fuerte aceleración inflacionaria a comienzos de año que, elevó tarde la pauta salarial y debido a la naturaleza de las paritarias por tramo impactó más durante la segunda mitad del año en los ingresos laborales.

Esto es válido para el caso de los trabajadores registrados, beneficiados por las paritarias. En el caso de los trabajadores informales, la lenta activación de muchos servicios -que usualmente tienen más puestos de trabajo en estas condiciones- a lo largo de buen parte del año complicó las posibilidades de estas personas.

¿Qué esperamos para 2022?

Las expectativas para el presente año son elevadas en tanto hay mucho camino por recuperar. El mandato de “poner plata en el bolsillo de la gente” no habría sido cumplido en lo que respecta a los ingresos laborales: entre 2020 y 2021 el salario real cedió 7%, un golpe poco homogéneo hacia el interior de los trabajadores: 5,8% cayó el poder adquisitivo de los trabajadores registrados y 12% en el caso de los que no lo son.

Para el caso de los trabajadores registrados, la buena noticia es que la mencionada mejora punta tiene un efecto arrastre sobre 2022: los primeros meses del año, al menos, el salario real continuará exhibiendo una mejora en la comparación interanual, aunque la magnitud se irá moderando rápidamente debido a una inflación esperada que superará 15% en el primer cuatrimestre del año.

En este sentido, consideramos que la dinámica del salario real en los próximos meses es un aspecto clave para entender la nominalidad del año. En primer lugar, se debe recordar que muchas de las paritarias de 2021 cerraron aumentos para el inicio de este año, o bien renegociaron incrementos sobre la base del acuerdo previo. Este mecanismo impondrá un piso en diversos acuerdos sobre los cuales se “montará” la paritaria correspondiente a este año, cuya pauta se ubica en la zona del 40% según el gobierno dejando, de piso, incrementos salariales más cercanos al 45-50% que al objetivo oficial.

Estos valores, más cercanos a la expectativa de inflación, pueden ser incluso mayores en tanto la aceleración de la inflación sea más abrupta en los próximos meses. Más aún, dependerá de la percepción de esa aceleración ¿es sostenida e implica subir un escalón más de nominalidad? ¿es únicamente el efecto de marzo y de aumentos tarifarios? En cualquier caso, esto hará que se revise la pauta paritaria oficial y sea todavía mayor en tanto se prevea una pérdida del poder adquisitivo más significativa. En este escenario, la mayor nominalidad vuelve más “rígida” la inflación por encima del 50% anual.

A grandes rasgos, esto es lo que sucedió el año pasado, con la diferencia que entonces había dos ingredientes que jugaban a favor, el atraso cambiario y tarifario. Es evidente que la autoridad monetaria no podrá planchar el dólar en la segunda mitad del año -tal como lo hizo en 2021 durante el semestre electoral-, a la vez que las correcciones tarifarias también incidirán de forma más activa en el nivel de precios este año.

Sin embargo, dado que los salarios comenzarán el año con el pie derecho -dado el mencionado arrastre del cierre de 2021- esperamos una recuperación del salario real del sector formal en la zona de 1,5% en el promedio anual. No alcanzará para ni siquiera recuperar lo perdido el año pasado pero cortará una racha de cuatro años consecutivos en rojo.

El superávit comercial fue de 14.750 millones de dólares

Las mayores importaciones en más de 40 meses

En diciembre, el superávit comercial de bienes volvió a ubicarse levemente por debajo de USD 400 millones y acumulando un saldo positivo de USD 14.750 millones en 2021. Este valor equivale a 2,9% del PBI.

Lo destacable fue el significativo incremento en las importaciones, que marcaron el máximo en 41 meses tras superar los USD 6.200 millones (+59% i.a.). Por este motivo, la buena performance de las exportaciones, que volvieron a superar USD 6.500 millones (+86% i.a.) no se reflejó en un saldo comercial algo más abultado. Vale destacar que, en ambos casos, el peso como porcentaje del PBI se ubicó en los mayores desde 2011 (12,7% y 15,6%, respectivamente).

Durante diciembre, la expansión de las importaciones estuvo impulsada por combustibles y lubricantes (+391% i.a.), bienes intermedios (+61% i.a.) y bienes de capital (+45,5% i.a.). Por el lado de las exportaciones, los productos primarios (+139% i.a. en valores) y las manufacturas de origen agropecuario (MOA) avanzaron apenas 113% dieron cuenta de la expansión. Vale destacar que la base de comparación se ve fuertemente afectada porque en diciembre de 2020 había tenido lugar un paro que afectó las operaciones portuarias que condicionó los envíos al exterior en ese entonces.

Breve racconto del año

En 2021, las exportaciones orillaron USD 78.000 millones (+42% i.a.), marcando el mayor valor desde 2012 y sumando USD 23.000 millones respecto a 2020. En este sentido, el principal aporte provino de las MOA, que superaron USD 30.000 millones (+42% i.a.) y de las MOA, que alcanzaron USD 20.000 millones (+50% i.a.). En el primer caso, contribuyó en mayor medida la mejora en los precios internacionales (+27% i.a.), mientras que, en el segundo, las cantidades exportadas (+33% i.a.) fueron las que facilitaron la mejor performance.

Por el lado de las importaciones, volvieron a superar los USD 60.000 (+49% i.a.), tal como ocurrió durante el período 2011-18. La mayor contribución vino por el lado de los bienes intermedios (+54% i.a.), combustibles y lubricantes (+121% i.a.), piezas y accesorios (+57% i.a.) y bienes de capital (+38% i.a.).

 

La mejora en los términos del intercambio experimentada durante 2021 es central para que la mejora en las exportaciones se deba en mayor medida a un efecto precio (explica el 60% del aumento de las exportaciones en valores) y, a la inversa, el desempeño de las importaciones se explica más por las cantidades (que explicaron el 60% del incremento de las importaciones en valores). En este sentido, de no haber sido por la evolución favorables de los precios, el saldo comercial hubiera sido menos de la mitad, apenas rozando los USD 7.000 millones.

¿Qué esperamos para 2022?

Como se ha mencionado reiteradas veces, la mejora de los precios internacionales de commodities no será la norma el próximo año. La necesidad de controlar una inflación en dólares que ya se reconoce como “menos transitoria” tendrá como resultado la apreciación de la divisa, afectando negativamente los precios internacionales y, en definitiva, la posibilidad que nuestro país vuelva a gozar de una sustancial mejora en los términos del intercambio. Asimismo, la existencia de complicaciones climáticas durante el verano podría resentir la cosecha gruesa, condicionando aún más los valores exportados.

Por otra parte, el rebote en las principales economías del mundo tras el fatídico 2020 no volverá a estar presente este año, por lo que no necesariamente habrá una mayor demanda de los bienes producidos internamente, especialmente por Brasil, para el que se prevé un crecimiento en la zona de 1%. Esta mayor austeridad en las perspectivas de crecimiento también se traslada a nuestro país, pero por motivos algo diferentes: el postergamiento de correcciones necesarias durante el año pasado no podrán continuar dejándose de lado, lo que condicionará el crecimiento económico -en torno al 2%- y la demanda de importaciones.

Estos factores convergerán en una reducción del saldo comercial para este año, será algo inferior a USD 10.000 millones, representando 1,6% del PBI.