Media máquina

¿Qué pasó con la capacidad instalada de la industria en 2018?

El INDEC informó que la Utilización de la Capacidad Instalada (UCI) en la industria se ubicó en el 56,6% en diciembre pasado, más de 7 p.p. por debajo del nivel registrado en igual mes de 2017 (64%). Por lo tanto, la industria funcionó a media máquina durante el último mes del año y registro una abrupta caída en su nivel de actividad (-14,7% i.a., según el nuevo Índice de Producción Industrial Manufacturero). En este sentido, los datos de diciembre dan cuenta que el deterioro de la industria se aceleró en el último mes del año (la actividad cayó 5% respecto a noviembre) y que el piso de la recesión para el sector todavía no se materializó.

Si bien la menor utilización de la capacidad instalada se dio en todos los sectores, se destaca la industria automotriz (25,6%) y la textil (32,2%). En el primer caso, la contracción fue consecuencia de la disminución de la cantidad de unidades fabricadas por las terminales automotrices (-38,5% i.a.) debido a la caída en la demanda interna (las ventas a concesionarios de unidades nacionales se desplomaron 23,6% i.a.) y a la realización de paradas técnicas en algunas plantas productivas. Por su parte, la industria textil redujo la elaboración de hilados de algodón y de tejidos, en un contexto de fuerte caída del poder adquisitivo de las familias (en el último mes del año el salario real retrocedió 11% i.a.) .

¿Qué significa?

Sin dudas, este indicador refleja cómo las empresas adaptan el uso de su capacidad productiva frente a cambios en las decisiones de producción. Frente a un contexto de caída del consumo de la familias por pérdida del poder adquisitivo y menor demanda de productos industriales desde otros sectores de la economía, el alza de costos acaecida por la aceleración de la inflación y el aumento de la presión impositiva, reducen la rentabilidad y obligan a las firmas a reducir sus niveles de producción y ajustar el uso de recursos. En esta línea, el incremento de los servicios públicos y los aumentos salariales que tuvieron lugar a fin de año (incluyendo un bono), dejó una estructura de costos más apretada y de difícil solvencia.

Por otra parte, el menor uso de la capacidad instalada también se vincula con la dinámica del empleo. Si las empresas reducen la utilización de sus instalaciones, comienza la eliminación de horas extras, turnos, aumentan las suspensiones y eventualmente los despidos. De acuerdo a la información de SIPA, esta dinámica se inició al comienzo del último trimestre, por lo que podría haberse acentuado hacia el cierre del año, cuando la tasa de salida volvió a aumentar junto a una caída en la tasa de entrada.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Como la economía comenzará a dar señales de recuperación recién en el segundo trimestre, no esperamos un repunte significativo de la utilización de la capacidad instalada en la industria durante el verano, más allá de las cuestiones estacionales que puedan tener lugar. En este sentido, la dinámica podría incluso agudizarse en caso que los nuevos aumentos (electricidad, gas, salarios) eleven aún más los costos.

Si bien se podría pensar que las industrias ya ajustaron considerando los incrementos que se vienen, la situación se complejizaría si sobrestimaron la capacidad de recuperación de la actividad, ya que el ingreso disponible para consumo no crecerá en los primeros meses del año (los aumentos de Regulados se “comerán” las mejoras salariales) y las tasas de interés se mantendrán elevadas (pese a la persistente baja de las últimas semanas) en pos de contener la demanda de dólares.

Industria y Construcción: un fin de año para el olvido

¿Qué pasó con la Industria y la Construcción en 2018?

El Indice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) cayó 14,7% i.a. en diciembre y 1,7% desestacionalizado respecto al mes previo, lo que indica que el derrumbe se profundizó en el último mes del año, registrando una contracción de 5% i.a. en 2018. Vale destacar que el IPI manufacturero reemplaza al Estimador Mensual Industrial (EMI) y que el INDEC publicó información desde 2016 que permite analizar la evolución de la industria desde ese momento.

El deterioro alcanzó a la mayoría de las ramas industriales. El año pasado registraron las mayores caídas las ramas Equipo de Transporte –excluye automotor- (-24,1%), Maquinaria y Equipo (-18,4%), Muebles y Colchones (-12,6%), Textiles (-10,7%) y Caucho y Plástico (-10,1%). Por el contrario, las únicas que se expandieron levemente fueron Industrias Metálicas (+3%), Vehículos y autopartes (+2,8%) y Productos Minerales no Metálicos (+0,2%).

Por su parte, el Indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC) retrocedió 20,5% i.a. en el último mes del año, acumulando cuatro meses de caída consecutiva. Sin embargo, gracias a un comienzo del año positivo, la construcción promedió en 2018 un leve crecimiento (+0,8%).

¿Cuál fue el peor momento del año?

Las turbulencias cambiarias y la sequía que tuvo lugar durante el primer semestre del año habían comenzado a afectar negativamente a la industria a tal punto que el acumulado ya se había vuelto negativo en agosto de 2018. Sin embargo, el abrupto salto cambiario al cierre de ese mes, junto a la aceleración de la inflación, el deterioro del salario real y la consecuente incertidumbre económica sepultaron cualquier intento de recuperación en los últimos cuatro meses del año.

Conjugado un nuevo escenario económico, con una demanda interna en retroceso por la abrupta caída del poder adquisitivo en pesos y dólares y un elevado costo de financiamiento producto del apretón monetario para lograr la estabilización cambiaria, las empresas comenzaron a ajustar su producción. Especialmente una vez disipada la parálisis provocada por la incertidumbre económica reinante durante septiembre y octubre. Como resultado, la industria cayó más de 10% -en términos desestacionalizados- en el último cuatrimestre del año.

Por su parte, a la menor inversión que se desprende del contexto mencionado anteriormente, se sumó la austeridad necesaria para cumplir con la reducción del déficit fiscal acordado con el FMI, lo que se tradujo en un retroceso de la obra pública. En consecuencia, la construcción, que fue uno de los motores de la actividad en 2017, se contrajo casi 15% en términos desestacionalizados en los últimos cuatro meses del año.

¿Qué esperamos para 2019?

Los datos reflejan que tanto la industria como la construcción todavía no han alcanzado un piso, el cual estimamos llegue durante el primer trimestre de este año. En lo que respecta a la actividad fabril, las perspectivas no son muy alentadoras, ya que estimamos que el salario real no crecerá hasta la mitad del año y que la política de tasas reales positivas se mantendrá durante este año. Por lo tanto, continuarán activos dos de los factores que suscitaron la aceleración de la caída. El único driver que podría impulsar al sector es la mejora cambiaria (las industrias con mayor potencial exportador y de sustitución de importaciones crecerán este año) pero luce insuficiente.

La construcción, por su parte, tardó más en acusar el impacto de la crisis. Esto en parte se debe a la expansión que tuvieron los créditos hipotecarios indexados en el primeros meses de 2018, lo que impidió que el sector se contraiga más durante la segunda parte del año. No obstante, los efectos negativos del nuevo contexto económico sobre la actividad se harán sentir durante casi todo el 2019. Con la inversión privada paralizada y el retroceso de la obra pública en el marco de un camino hacia el equilibrio fiscal, auguran un año en rojo para la construcción. De hecho, este sector será uno de los más castigados en 2019, a diferencia de lo ocurrido en los últimos años electorales, cuando se configuró en motor de la economía.

El consumo caerá por segundo año consecutivo

Los drivers del consumo en 2019

Luego de que la aceleración de la inflación en el segundo semestre del año pasado deterioró significativamente el salario real del sector formal (habría caído más de 6% i.a. en el promedio anual conforme a nuestras estimaciones), las renegociaciones paritarias de fines del año pasado permitieron que desde el primer mes de este año existan aumentos salariales. Esto permitirá que, a pesar de la voluntad del gobierno de cerrar paritarias en torno a 23-25% este año, los salarios acumulen en 2019 un alza del 35%. Aunque este incremento sea levemente superior a la inflación (estimamos que la misma ronde el 33-34%), el salario real caería nuevamente, esta vez un 3% en el promedio anual. La razón es el arrastre negativo de 2018. Como lo peor del año pasado se vio en el último trimestre, la mejora del salario real que tendrá lugar en cada uno de los meses del primer semestre no será suficiente para compensar el desplome previo. Al mismo tiempo, se debe destacar que el ingreso disponible para consumo no crecerá, ya que el principal factor detrás de la inflación será la suba en los Regulados (tarifas de los Servicios Públicos y otros gastos difícilmente eludibles como educación formal, prepagas y combustibles), que llegará incluso a promediar un alza de 5% mensual entre febrero y abril. En consecuencia, una parte no menor del gasto de las familias sufrirá un ajuste de precios mayor que el del Nivel General, y ante la dificultad de sustituir el consumo de Regulados, se tenderá a reducir el gasto en otros bienes y servicios. Es decir, por más que los aumentos salariales superen la inflación, la misma estará determinada por factores que no permitirán un claro incremento en el ingreso disponible, por lo que uno de los principales motores del consumo se mantendrá debilitado.
A ello se suma el contexto monetario contractivo, bajo el cual esperamos que se mantengan tasas de interés reales positivas durante todo el año. Eso no sólo incentiva al ahorro en detrimento del consumo, sino que dificulta el acceso a bienes durables por parte de las familias debido a un elevado costo de financiamiento.

El consumo privado volverá a caer

En 2018 el consumo privado cayó alrededor de 1,5%, producto del salto cambiario y la consecuente recesión, y estimamos que en 2019 vuelva a colocarse en terreno negativo (-1,4%). Sin embargo, pese a que el consumo caería por segundo año consecutivo, habrá dinámicas diferentes y cambios de tendencias dentro del mismo. En este sentido, se debe destacar que a diferencia de años anteriores, cuando el atraso cambiario, la flexibilización del régimen comercial y la reducción de impuestos sobre algunos productos (autos, motos y productos electrónicos) alentaba una expansión del consumo en bienes durables, la depreciación del Peso y el elevado costo de financiamiento, retraerá el gasto en este tipo de bienes.
Asimismo, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, cuando el consumo masivo era la variable que ajustaba en un contexto de menor ingreso disponible -debido a aumentos de tarifas y de la mencionada expansión del consumo de bienes durables- estimamos que este sea el componente del consumo que menos se contraiga este año. Esto responde a que el gasto de las familias en estos bienes es menos sensible a cambios en el ingreso y/o precios, a la vez que no es de vital importancia adquirir un vehículo nuevo o cambiar los artefactos del hogar, rubros que sentirán en mayor medida la crisis.
Como resultado, estimamos una caída cercana a 1% i.a. del consumo masivo –un retroceso menor al de la totalidad del consumo privado-, que comenzará a mostrar variaciones interanuales positivas a partir del tercer trimestre, cuando el poder adquisitivo de los salarios experimente mejoras parciales respecto al 2018. En este sentido, en la medida que se prevea un triunfo del oficialismo –o un candidato market friendly- en las elecciones, una mayor calma cambiaria y previsibilidad permitirán una incipiente recuperación del consumo en segundo semestre, la cual se consolidaría recién en los últimos meses del año y dejaría sentadas las bases para una mejor performance en 2020.

 

La actividad en terapia intensiva

¿Cuánto cayó la actividad económica en noviembre?

Durante noviembre pasado, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) retrocedió 7,5% i.a. y cayó 2,3% en términos desestacionalizados respecto de octubre, lo que se tradujo esta última en la caída más profunda de la actividad económica desde diciembre de 2008. En consecuencia, acumula en once meses una contracción de 2,2% i.a. La menor actividad en noviembre fue liderada por Comercio (-17% i.a.), Industria (-12,6% i.a.) y Construcción (-11,4% i.a.) que conjuntamente explicaron dos tercios de la caída. Por su parte, la producción de bienes se desplomó 7,3% i.a., mientras que la de servicios se derrumbó 6% i.a.

¿Qué factores están detrás de esta dinámica?

Luego del impacto negativo de la sequía sufrido durante el segundo trimestre de 2018, la contracción económica se profundizó como consecuencia de la crisis cambiaria y la correspondiente aceleración de la inflación en el segundo semestre de 2018. Estos dos factores minaron el poder adquisitivo en dólares y en pesos, siendo la retracción del consumo el principal resultado. Por un lado, esto se observa en la dinámica del Comercio, que acumuló una caída superior a 4% i.a. en noviembre en un contexto de ventas deprimidas y aumentos de costos –suba de tarifas y ajustes salariales-. Por otro lado, tras la incertidumbre reinante en septiembre y octubre, las empresas retomaron la toma de decisiones y comenzaron a ajustar su producción dadas las nuevas perspectivas económicas.

Para el último mes del año, esperamos una nuevo retroceso en términos interanuales que dejará al 2018 con una caída cercana a 2,5% i.a. Si bien hasta octubre pasado la recesión económica no se traducía en una ola de despidos (sí en una reducción en las contrataciones, las cuales se encontraban en mínimos históricos), esperamos que las estadísticas del último bimestre del año muestren una intensificación en los ceses de relaciones laborales. No obstante, más allá de ello, el principal ajuste lo sufrieron los salarios reales, que en el último trimestre estimamos que cayeron en promedio cerca de 12% i.a. En este sentido, la evolución del poder adquisitivo de los salarios será el factor que impedirá una rápida recuperación de la actividad, por sus efectos sobre el consumo.

¿Cuáles son las perspectivas para el 2019?

A pesar de que se espera que en la primera parte del año los salarios le ganen a la inflación, el consumo privado (alrededor del 70% de la demanda interna) no repuntará hasta entrado el segundo semestre, dado que no existirá un aumento sustantivo del ingreso disponible para consumo. Esto se debe a que el principal factor detrás de la inflación será la suba en los Regulados, que incluye tanto las tarifas de los Servicios Públicos como otros gastos difícilmente eludibles, como educación formal, prepagas y combustibles. De este modo, ante la imposibilidad de reemplazar el uso de los Servicios Públicos, este cambio en los precios relativos no implicará una sustitución en el consumo de los mismos, y se tenderá a reducir el gasto en otros bienes y servicios para afrontar un mayor costo de los regulados.

En consecuencia, para la actividad, los únicos drivers vigentes durante la primera mitad del año serán la cosecha gruesa y las exportaciones que puedan materializarse gracias al crecimiento de la economía brasileña y a la mayor competitividad precio de industrias locales ya insertas en mercados internacionales. Esto permitiría que la economía experimente una reactivación hacia el segundo trimestre del año, mejora que se vería interrumpida por la incertidumbre generada por el proceso electoral. Como resultado la economía mostrará una contracción promedio cercana a 1% i.a en 2019, cortando con la racha de crecimiento propia de los años electorales experimentada desde 2011.

La inflación rondará el 2,5% en enero

El IPC Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un crecimiento de 2,7%, entre la primera quincena de enero y el mismo período de diciembre.

El capítulo que más creció fue Otros bienes y servicios como consecuencia del incremento en el precio de los cigarrillos y artículos y servicios para el cuidado personal. A este avance le siguió Esparcimiento tras la suba estacional de turismo y el aumento de diarios y revistas. Varios capítulos crecieron en línea con el Nivel General, mostrando que el alza en los precios fue relativamente homogénea en el período.

La desaceleración iniciada en octubre continúa vigente ya que estimamos que a pesar de los aumentos en transporte público y agua, el primer mes del año tendrá una inflación cercana a 2,5%.

Sin embargo, esperamos un freno en este proceso durante el primer cuatrimestre del año debido a los aumentos en los Servicios Públicos (habrá subas en las tarifas de gas, electricidad y de transporte público) y la existencia de recomposiciones salariales –por la pérdida de 2018-, que conjuntamente dinamizarán a la suba de precios en el inicio de 2019. Pasado abril, una mayor inestabilidad cambiara producto de la incertidumbre política agregaría presiones inflacionarias, impulsando a la suba de precios.

La inflación de 2018 fue la más alta en 27 años

¿Cuál fue la inflación en diciembre?

La inflación nacional alcanzó 2,6% en diciembre, continuando la desaceleración iniciada tras el pico de septiembre (6,5%). Producto de la calma cambiaria y aumentos salariales considerables, durante el último mes del año se registró un mayor dinamismo en la suba de precios de los Servicios (+3,7%) respecto de los Bienes (+1,9%), lo que marca un contrapunto frente al acumulado 2018 (+42,8% vs +50,5%, respectivamente).

De este modo, la inflación Nacional alcanzó 47,6% en 2018, casi duplicando la suba de precios del año anterior (+24,8%). La principal diferencia con 2017 radicó en la fuerte aceleración del IPC Núcleo: los precios de bienes y servicios no regulados ni estacionales pasaron de trepar 21,2% en 2017 a 47,7% el año pasado; considerando su importante inercia, esto implica que la suba precios del año pasado será más difícil de “desarmar”. En otro orden, como consecuencia del salto cambiario, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas y la categoría Regulados lideraron el alza del 2018, registrando alzas mayores al 50%. Motivados por la dificultad de ajustar el gasto en estos rubros básicos, su efecto sobre el consumo será marcadamente negativo.

¿Cómo arrancó la inflación en 2019?

Nuestras estimaciones preliminares marcan que la suba de precios se ubicará en torno al 2,5% en enero. Este avance está motorizado por aumentos en agua y transporte (que tendrán un impacto parcial puesto que se aplicaron a mediados del mes), servicio telefónico, bienes y servicios asociados al turismo (alza estacional) y cigarrillos. Por el contrario, menores aumentos en alimentos e incluso una baja del combustible (en torno al 1% a nivel nacional) contribuirán a que la desaceleración de la inflación continúe.

No obstante, es probable que la suba de precios se mantenga en torno al 2,5% entre febrero y abril ya que tendrán lugar los incrementos de Servicios Públicos más importantes, que sumarán presiones inflacionarias directas e indirectas. En este sentido, los aumentos de electricidad (febrero y marzo) y gas (abril) incrementarán los costos de producción de otros bienes y servicios, incentivando aumentos de segunda ronda. A esto se agregarán nuevas recomposiciones salariales en los primeros meses del año, que responden a la fuerte pérdida del poder adquisitivo registrada durante 2018.

¿Cuál será el impacto sobre el consumo?

A la recomposición salarial de principios de año mencionada, se le sumará las paritarias “modelo 2019” en torno al 20%-25% que impulsarán una significativa suba nominal de las remuneraciones de los trabajadores formales. Pese a que en el acumulado del año los salarios le ganarían la carrera a los precios, el consumo no despegará en el año electoral. En primer lugar, porque, aun considerando las actualizaciones, el salario real permanecerá por debajo del promedio 2018 (el año pasado cerró con una caída interanual superior al 10%). Por otro lado, producto del salto en el costo de financiamiento (tasa de interés real positiva) el gasto a crédito continuará deprimido. Por último, los ajustes ya anunciados en bienes y servicios básicos y difíciles de sustituir (Servicios Públicos en febrero y abril; prepagas en febrero; educación en marzo) provocarán que la mejora del “salario real disponible para consumo” sea menor a la efectiva.

Bienvenidos a la Argentina

¿Qué pasó con el saldo de turistas en noviembre?

Según el INDEC, en noviembre de 2018, 276.600 argentinos viajaron al exterior, lo que representa una caída del 20% frente a igual mes del 2017. Por su parte, el total de turistas que visitaron nuestro país ascendió a 274.600, marcando un avance de 12,3% i.a. Como resultado, el déficit turístico fue prácticamente nulo a la par que registró su sexta caída consecutiva (desde mayo, cuando comenzó la crisis cambiaria).
Cabe destacar que si se contemplara solamente al Ámbito Metropolitano de Buenos Aires (por vía aérea, que es como se confecciona la estadística), los visitantes al país superaron en más de 20 mil personas a los salientes. De este modo, se registró el primer superávit turístico en 45 meses –desde enero 2015, cuando todavía estaba vigente el dólar blue que permitía canjear a los turistas sus divisas al tipo de cambio paralelo, ampliamente superior al oficial-.

¿Qué significa?

La permanente reducción del déficit de turismo internacional iniciado a mediados se debe a la constante suba del dólar en 2018, más la recesión que esto mismo provocó. Por un lado, esto hizo que los ingresos en dólares de los argentinos cayeran abruptamente, encareciendo los eventuales gastos fuera del país (incluyendo los pasajes aéreos). En el sentido opuesto, abarató los precios en moneda dura de nuestro país, alentando los ingresos desde el exterior.
Una cuestión adicional en favor de un mayor turismo –interno como externo- dentro de Argentina es la mayor disponibilidad de vuelos, particularmente los denominados low cost, hacia destinos del interior del país, que ahora poseen una mayor conectividad tanto con Buenos Aires como con otros puntos turísticos y, además, obligó a abaratar los pasajes de cabotaje de las aerolíneas tradicionales. Por lo tanto, el turismo interno no sólo se fortaleció por razones cambiarias, sino también por una mayor competencia.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Para los próximos meses, las expectativas son optimistas. Por un lado, pese a la apreciación de los últimos meses, el dólar permanece lejos del verano pasado, de modo que las alternativas turísticas internas mejorarán respecto al año pasado. Por otra parte, la recuperación de Brasil –principal afluente- más el fortalecimiento del Real también ayudarán al saldo, ya que incrementarán las entradas de turistas, a la vez que desalentará parte de los viajes a dicho destino.
No obstante, dado que una gran cantidad de argentinos compraron divisas en los meses previos a la corrida -en particular aquellos que viajan al exterior por vía aérea pertenecen a la clase media-alta, con capacidad de ahorro-, el efecto de la caída de la actividad y de la depreciación del peso será acotado frente a otras industrias y la recuperación se atenuará.

La inflación fue de 48% en 2018

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires creció 2,9% en el mes de diciembre. De esta manera, acumuló una suba de 47,9% en durante 2018.

En diciembre, la inflación se desaceleró respecto al mes previo (en noviembre los precios crecieron 3,3%), pero esta dinámica no se propagó a lo largo del mes, tal como había sucedido en noviembre.

Sin embargo, se observaron distintas dinámicas entre los capítulos. Por un lado, Alimentos y bebidas y Equipamiento y mantenimiento del hogar mostraron una significativa desaceleración en el transcurso del mes. Por otro lado, en la segunda quincena, los aumentos de medicamentos -que se sumó al incremento de prepagas- traccionaron Atención médica y gastos para la salud; mientras que la suba en taxis -junto al mayor costo del servicio telefónico y de la adquisición de vehículos- impulsó Transporte y Comunicaciones.

El principal factor que impidió la continuidad de la desaceleración de la inflación a lo largo de diciembre fue que el IPC Core también creció de manera uniforme en el transcurso del mes. En la medida que este último no vuelva a mostrar una clara tendencia a la baja, será muy difícil que el Nivel General vuelva a variaciones mensuales cercanas al 2%. Esto responde a que los Regulados no ayudaran a la desinflación en el inicio de este año: durante el primer cuatrimestre tendrán lugar aumentos de agua (enero y mayo), luz (febrero), gas (abril) y del transporte público (de manera escalonada en los primeros tres meses de 2019).

 

Pese a la recesión, no hay destrucción de empleo

¿Qué pasó en el mercado laboral en el 3°Trimestre de 2018?

En base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el INDEC informó que la tasa de desempleo afectó al 9% de la Población Económicamente Activa (PEA) en el 3° Trimestre de 2018 (+0,7 p.p. respecto al mismo período de 2017). Esto implica un aumento de 10,4% i.a. en la cantidad de desempleados.

Por su parte, la participación en el mercado laboral durante el 3° Trimestre de 2018 alcanzó 46,7% de la población de referencia (31 aglomerados urbanos), lo que implica un incremento de 1,9% i.a. de la cantidad de personas que ingresaron al mercado de trabajo, por encima del crecimiento poblacional (aproximadamente 1% anual). Además, la tasa de empleo fue 42,5% de la población de referencia, lo que significa un aumento de 1,1% en la cantidad de ocupados.

Sin embargo, vale destacar que esto se debió a la expansión del cuentapropismo (+2,5% i.a.), ya que la cantidad de asalariados creció sólo 0,6% i.a en el 3° Trimestre de 2018. Dentro de los trabajadores en relación de dependencia, el crecimiento de los empleados formales fue de 1,3% i.a., lo que significa que se frenó la expansión del empleo informal, que creció sólo 0,3% i.a., cuando lo había hecho en torno al 5% i.a. a lo largo del primer semestre.

¿Qué implica esto?

En primer lugar, si consideramos la participación en el mercado de trabajo, se observa una desaceleración en el incremento de individuos que participan en el mismo, ya que la tasa de actividad se expandía en torno al 3,5% i.a. desde el 4° trimestre de 2017. Esto puede deberse a que en ausencia de oportunidades de empleo producto de la caída de la actividad económica, las personas se encuentran desalentadas y dejan de participar del mercado de trabajo.

Por otro lado, en contraposición con la evolución de los asalariados formales que mostró la EPH (+1,3% i.a.), el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) reflejó que la cantidad de asalariados registrados (sumando sector público y privado) se mantuvo estable (+0% i.a.) en el 3° Trimestre de 2018. Esta diferencia con el dato de la EPH se debe a que este último surge de una encuesta que no abarca la totalidad del país, mientras que SIPA sí lo hace. En consecuencia, si tomamos como cierto el estancamiento del empleo asalariado registrado (dato de SIPA), la contracara del crecimiento de los ocupados (en torno al 1%), efectivamente es una expansión del cuentapropismo y del empleo informal.

De todos modos, por el momento no se observa que la caída en el nivel de actividad haya tenido un correlato en el empleo. Por caso, durante el 2° Trimestre de 2018 la actividad cayó 4,2% i.a. y el empleo creció 2% (+1,5% i.a. según SIPA). Asimismo, la contracción fue de 3,5% en el 3° Trimestre del año y el empleo avanzó 1,1% i.a. (+0% según SIPA). Es decir, pese a la recesión, no hay destrucción de empleo. Sin embargo, el ajuste en el mercado laboral impactó en el salario real, que retrocedió 2,7% i.a. en el 2° Trimestre del año y 9,6% i.a. en el 3° Trimestre del año.

¿Qué prevemos para lo que resta del año y el 2019?

Pese a que el piso de la actividad se daría en el último trimestre del año, estimamos que los problemas en el mercado de trabajo persistirán en los primeros meses del año que viene dado que el mismo opera con cierto retrasos. Por cuestiones estacionales, el desempleo difícilmente trepe a dos dígitos, pero el aumento en la desocupación podría ser significativo. En consecuencia, la tasa de desempleo para el último trimestre del año sería de 9,5% (+2,3 p.p. que en igual período de 2018).

Adicionalmente, no esperamos un repunte del mercado de trabajo en 2019: las contrataciones están en mínimos históricos y la aparente poca flexibilidad del empleo ante la recesión puede implicar que una eventual recuperación no se traduzca en un boom de empleo, especialmente debido al estancamiento de la inversión. En este sentido, vale destacar que la mayor sensibilidad del empleo informal ante los vaivenes económicos serán los que expliquen los cambios en el nivel de empleo durante lo que resta del año y el próximo.

La inflación también rondará el 3% en diciembre

El IPC Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un crecimiento de 3,0%, entre la primera quincena de diciembre y el mismo período de noviembre.

El capítulo que más creció fue Atención médica y gastos para la salud debido a los aumentos de medicamentos y prepagas. Este avance fue seguido por Esparcimiento  tras los incrementos en turismo, cines, parques y entretenimiento. Por su parte, vale destacar la significativa desaceleración de Alimentos y Bebidas en este período, que dejaron de crecer por encima del Nivel General.

La desaceleración de la inflación tendrá un ritmo más lento en lo que queda del mes debido a incrementos de Estacionales (especialmente debido a bienes y servicios asociados al turismo) y Regulados (taxis) en la segunda quincena del mes. Por este motivo, esperamos un dato levemente inferior al 3% en diciembre, y en consecuencia, la inflación del año acumulará un alza de casi 48% en 2018.