El consumo caerá por segundo año consecutivo

Los drivers del consumo en 2019

Luego de que la aceleración de la inflación en el segundo semestre del año pasado deterioró significativamente el salario real del sector formal (habría caído más de 6% i.a. en el promedio anual conforme a nuestras estimaciones), las renegociaciones paritarias de fines del año pasado permitieron que desde el primer mes de este año existan aumentos salariales. Esto permitirá que, a pesar de la voluntad del gobierno de cerrar paritarias en torno a 23-25% este año, los salarios acumulen en 2019 un alza del 35%. Aunque este incremento sea levemente superior a la inflación (estimamos que la misma ronde el 33-34%), el salario real caería nuevamente, esta vez un 3% en el promedio anual. La razón es el arrastre negativo de 2018. Como lo peor del año pasado se vio en el último trimestre, la mejora del salario real que tendrá lugar en cada uno de los meses del primer semestre no será suficiente para compensar el desplome previo. Al mismo tiempo, se debe destacar que el ingreso disponible para consumo no crecerá, ya que el principal factor detrás de la inflación será la suba en los Regulados (tarifas de los Servicios Públicos y otros gastos difícilmente eludibles como educación formal, prepagas y combustibles), que llegará incluso a promediar un alza de 5% mensual entre febrero y abril. En consecuencia, una parte no menor del gasto de las familias sufrirá un ajuste de precios mayor que el del Nivel General, y ante la dificultad de sustituir el consumo de Regulados, se tenderá a reducir el gasto en otros bienes y servicios. Es decir, por más que los aumentos salariales superen la inflación, la misma estará determinada por factores que no permitirán un claro incremento en el ingreso disponible, por lo que uno de los principales motores del consumo se mantendrá debilitado.
A ello se suma el contexto monetario contractivo, bajo el cual esperamos que se mantengan tasas de interés reales positivas durante todo el año. Eso no sólo incentiva al ahorro en detrimento del consumo, sino que dificulta el acceso a bienes durables por parte de las familias debido a un elevado costo de financiamiento.

El consumo privado volverá a caer

En 2018 el consumo privado cayó alrededor de 1,5%, producto del salto cambiario y la consecuente recesión, y estimamos que en 2019 vuelva a colocarse en terreno negativo (-1,4%). Sin embargo, pese a que el consumo caería por segundo año consecutivo, habrá dinámicas diferentes y cambios de tendencias dentro del mismo. En este sentido, se debe destacar que a diferencia de años anteriores, cuando el atraso cambiario, la flexibilización del régimen comercial y la reducción de impuestos sobre algunos productos (autos, motos y productos electrónicos) alentaba una expansión del consumo en bienes durables, la depreciación del Peso y el elevado costo de financiamiento, retraerá el gasto en este tipo de bienes.
Asimismo, a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, cuando el consumo masivo era la variable que ajustaba en un contexto de menor ingreso disponible -debido a aumentos de tarifas y de la mencionada expansión del consumo de bienes durables- estimamos que este sea el componente del consumo que menos se contraiga este año. Esto responde a que el gasto de las familias en estos bienes es menos sensible a cambios en el ingreso y/o precios, a la vez que no es de vital importancia adquirir un vehículo nuevo o cambiar los artefactos del hogar, rubros que sentirán en mayor medida la crisis.
Como resultado, estimamos una caída cercana a 1% i.a. del consumo masivo –un retroceso menor al de la totalidad del consumo privado-, que comenzará a mostrar variaciones interanuales positivas a partir del tercer trimestre, cuando el poder adquisitivo de los salarios experimente mejoras parciales respecto al 2018. En este sentido, en la medida que se prevea un triunfo del oficialismo –o un candidato market friendly- en las elecciones, una mayor calma cambiaria y previsibilidad permitirán una incipiente recuperación del consumo en segundo semestre, la cual se consolidaría recién en los últimos meses del año y dejaría sentadas las bases para una mejor performance en 2020.

 

La actividad en terapia intensiva

¿Cuánto cayó la actividad económica en noviembre?

Durante noviembre pasado, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) retrocedió 7,5% i.a. y cayó 2,3% en términos desestacionalizados respecto de octubre, lo que se tradujo esta última en la caída más profunda de la actividad económica desde diciembre de 2008. En consecuencia, acumula en once meses una contracción de 2,2% i.a. La menor actividad en noviembre fue liderada por Comercio (-17% i.a.), Industria (-12,6% i.a.) y Construcción (-11,4% i.a.) que conjuntamente explicaron dos tercios de la caída. Por su parte, la producción de bienes se desplomó 7,3% i.a., mientras que la de servicios se derrumbó 6% i.a.

¿Qué factores están detrás de esta dinámica?

Luego del impacto negativo de la sequía sufrido durante el segundo trimestre de 2018, la contracción económica se profundizó como consecuencia de la crisis cambiaria y la correspondiente aceleración de la inflación en el segundo semestre de 2018. Estos dos factores minaron el poder adquisitivo en dólares y en pesos, siendo la retracción del consumo el principal resultado. Por un lado, esto se observa en la dinámica del Comercio, que acumuló una caída superior a 4% i.a. en noviembre en un contexto de ventas deprimidas y aumentos de costos –suba de tarifas y ajustes salariales-. Por otro lado, tras la incertidumbre reinante en septiembre y octubre, las empresas retomaron la toma de decisiones y comenzaron a ajustar su producción dadas las nuevas perspectivas económicas.

Para el último mes del año, esperamos una nuevo retroceso en términos interanuales que dejará al 2018 con una caída cercana a 2,5% i.a. Si bien hasta octubre pasado la recesión económica no se traducía en una ola de despidos (sí en una reducción en las contrataciones, las cuales se encontraban en mínimos históricos), esperamos que las estadísticas del último bimestre del año muestren una intensificación en los ceses de relaciones laborales. No obstante, más allá de ello, el principal ajuste lo sufrieron los salarios reales, que en el último trimestre estimamos que cayeron en promedio cerca de 12% i.a. En este sentido, la evolución del poder adquisitivo de los salarios será el factor que impedirá una rápida recuperación de la actividad, por sus efectos sobre el consumo.

¿Cuáles son las perspectivas para el 2019?

A pesar de que se espera que en la primera parte del año los salarios le ganen a la inflación, el consumo privado (alrededor del 70% de la demanda interna) no repuntará hasta entrado el segundo semestre, dado que no existirá un aumento sustantivo del ingreso disponible para consumo. Esto se debe a que el principal factor detrás de la inflación será la suba en los Regulados, que incluye tanto las tarifas de los Servicios Públicos como otros gastos difícilmente eludibles, como educación formal, prepagas y combustibles. De este modo, ante la imposibilidad de reemplazar el uso de los Servicios Públicos, este cambio en los precios relativos no implicará una sustitución en el consumo de los mismos, y se tenderá a reducir el gasto en otros bienes y servicios para afrontar un mayor costo de los regulados.

En consecuencia, para la actividad, los únicos drivers vigentes durante la primera mitad del año serán la cosecha gruesa y las exportaciones que puedan materializarse gracias al crecimiento de la economía brasileña y a la mayor competitividad precio de industrias locales ya insertas en mercados internacionales. Esto permitiría que la economía experimente una reactivación hacia el segundo trimestre del año, mejora que se vería interrumpida por la incertidumbre generada por el proceso electoral. Como resultado la economía mostrará una contracción promedio cercana a 1% i.a en 2019, cortando con la racha de crecimiento propia de los años electorales experimentada desde 2011.

La inflación rondará el 2,5% en enero

El IPC Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un crecimiento de 2,7%, entre la primera quincena de enero y el mismo período de diciembre.

El capítulo que más creció fue Otros bienes y servicios como consecuencia del incremento en el precio de los cigarrillos y artículos y servicios para el cuidado personal. A este avance le siguió Esparcimiento tras la suba estacional de turismo y el aumento de diarios y revistas. Varios capítulos crecieron en línea con el Nivel General, mostrando que el alza en los precios fue relativamente homogénea en el período.

La desaceleración iniciada en octubre continúa vigente ya que estimamos que a pesar de los aumentos en transporte público y agua, el primer mes del año tendrá una inflación cercana a 2,5%.

Sin embargo, esperamos un freno en este proceso durante el primer cuatrimestre del año debido a los aumentos en los Servicios Públicos (habrá subas en las tarifas de gas, electricidad y de transporte público) y la existencia de recomposiciones salariales –por la pérdida de 2018-, que conjuntamente dinamizarán a la suba de precios en el inicio de 2019. Pasado abril, una mayor inestabilidad cambiara producto de la incertidumbre política agregaría presiones inflacionarias, impulsando a la suba de precios.

La inflación de 2018 fue la más alta en 27 años

¿Cuál fue la inflación en diciembre?

La inflación nacional alcanzó 2,6% en diciembre, continuando la desaceleración iniciada tras el pico de septiembre (6,5%). Producto de la calma cambiaria y aumentos salariales considerables, durante el último mes del año se registró un mayor dinamismo en la suba de precios de los Servicios (+3,7%) respecto de los Bienes (+1,9%), lo que marca un contrapunto frente al acumulado 2018 (+42,8% vs +50,5%, respectivamente).

De este modo, la inflación Nacional alcanzó 47,6% en 2018, casi duplicando la suba de precios del año anterior (+24,8%). La principal diferencia con 2017 radicó en la fuerte aceleración del IPC Núcleo: los precios de bienes y servicios no regulados ni estacionales pasaron de trepar 21,2% en 2017 a 47,7% el año pasado; considerando su importante inercia, esto implica que la suba precios del año pasado será más difícil de “desarmar”. En otro orden, como consecuencia del salto cambiario, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas y la categoría Regulados lideraron el alza del 2018, registrando alzas mayores al 50%. Motivados por la dificultad de ajustar el gasto en estos rubros básicos, su efecto sobre el consumo será marcadamente negativo.

¿Cómo arrancó la inflación en 2019?

Nuestras estimaciones preliminares marcan que la suba de precios se ubicará en torno al 2,5% en enero. Este avance está motorizado por aumentos en agua y transporte (que tendrán un impacto parcial puesto que se aplicaron a mediados del mes), servicio telefónico, bienes y servicios asociados al turismo (alza estacional) y cigarrillos. Por el contrario, menores aumentos en alimentos e incluso una baja del combustible (en torno al 1% a nivel nacional) contribuirán a que la desaceleración de la inflación continúe.

No obstante, es probable que la suba de precios se mantenga en torno al 2,5% entre febrero y abril ya que tendrán lugar los incrementos de Servicios Públicos más importantes, que sumarán presiones inflacionarias directas e indirectas. En este sentido, los aumentos de electricidad (febrero y marzo) y gas (abril) incrementarán los costos de producción de otros bienes y servicios, incentivando aumentos de segunda ronda. A esto se agregarán nuevas recomposiciones salariales en los primeros meses del año, que responden a la fuerte pérdida del poder adquisitivo registrada durante 2018.

¿Cuál será el impacto sobre el consumo?

A la recomposición salarial de principios de año mencionada, se le sumará las paritarias “modelo 2019” en torno al 20%-25% que impulsarán una significativa suba nominal de las remuneraciones de los trabajadores formales. Pese a que en el acumulado del año los salarios le ganarían la carrera a los precios, el consumo no despegará en el año electoral. En primer lugar, porque, aun considerando las actualizaciones, el salario real permanecerá por debajo del promedio 2018 (el año pasado cerró con una caída interanual superior al 10%). Por otro lado, producto del salto en el costo de financiamiento (tasa de interés real positiva) el gasto a crédito continuará deprimido. Por último, los ajustes ya anunciados en bienes y servicios básicos y difíciles de sustituir (Servicios Públicos en febrero y abril; prepagas en febrero; educación en marzo) provocarán que la mejora del “salario real disponible para consumo” sea menor a la efectiva.

Bienvenidos a la Argentina

¿Qué pasó con el saldo de turistas en noviembre?

Según el INDEC, en noviembre de 2018, 276.600 argentinos viajaron al exterior, lo que representa una caída del 20% frente a igual mes del 2017. Por su parte, el total de turistas que visitaron nuestro país ascendió a 274.600, marcando un avance de 12,3% i.a. Como resultado, el déficit turístico fue prácticamente nulo a la par que registró su sexta caída consecutiva (desde mayo, cuando comenzó la crisis cambiaria).
Cabe destacar que si se contemplara solamente al Ámbito Metropolitano de Buenos Aires (por vía aérea, que es como se confecciona la estadística), los visitantes al país superaron en más de 20 mil personas a los salientes. De este modo, se registró el primer superávit turístico en 45 meses –desde enero 2015, cuando todavía estaba vigente el dólar blue que permitía canjear a los turistas sus divisas al tipo de cambio paralelo, ampliamente superior al oficial-.

¿Qué significa?

La permanente reducción del déficit de turismo internacional iniciado a mediados se debe a la constante suba del dólar en 2018, más la recesión que esto mismo provocó. Por un lado, esto hizo que los ingresos en dólares de los argentinos cayeran abruptamente, encareciendo los eventuales gastos fuera del país (incluyendo los pasajes aéreos). En el sentido opuesto, abarató los precios en moneda dura de nuestro país, alentando los ingresos desde el exterior.
Una cuestión adicional en favor de un mayor turismo –interno como externo- dentro de Argentina es la mayor disponibilidad de vuelos, particularmente los denominados low cost, hacia destinos del interior del país, que ahora poseen una mayor conectividad tanto con Buenos Aires como con otros puntos turísticos y, además, obligó a abaratar los pasajes de cabotaje de las aerolíneas tradicionales. Por lo tanto, el turismo interno no sólo se fortaleció por razones cambiarias, sino también por una mayor competencia.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Para los próximos meses, las expectativas son optimistas. Por un lado, pese a la apreciación de los últimos meses, el dólar permanece lejos del verano pasado, de modo que las alternativas turísticas internas mejorarán respecto al año pasado. Por otra parte, la recuperación de Brasil –principal afluente- más el fortalecimiento del Real también ayudarán al saldo, ya que incrementarán las entradas de turistas, a la vez que desalentará parte de los viajes a dicho destino.
No obstante, dado que una gran cantidad de argentinos compraron divisas en los meses previos a la corrida -en particular aquellos que viajan al exterior por vía aérea pertenecen a la clase media-alta, con capacidad de ahorro-, el efecto de la caída de la actividad y de la depreciación del peso será acotado frente a otras industrias y la recuperación se atenuará.

La inflación fue de 48% en 2018

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires creció 2,9% en el mes de diciembre. De esta manera, acumuló una suba de 47,9% en durante 2018.

En diciembre, la inflación se desaceleró respecto al mes previo (en noviembre los precios crecieron 3,3%), pero esta dinámica no se propagó a lo largo del mes, tal como había sucedido en noviembre.

Sin embargo, se observaron distintas dinámicas entre los capítulos. Por un lado, Alimentos y bebidas y Equipamiento y mantenimiento del hogar mostraron una significativa desaceleración en el transcurso del mes. Por otro lado, en la segunda quincena, los aumentos de medicamentos -que se sumó al incremento de prepagas- traccionaron Atención médica y gastos para la salud; mientras que la suba en taxis -junto al mayor costo del servicio telefónico y de la adquisición de vehículos- impulsó Transporte y Comunicaciones.

El principal factor que impidió la continuidad de la desaceleración de la inflación a lo largo de diciembre fue que el IPC Core también creció de manera uniforme en el transcurso del mes. En la medida que este último no vuelva a mostrar una clara tendencia a la baja, será muy difícil que el Nivel General vuelva a variaciones mensuales cercanas al 2%. Esto responde a que los Regulados no ayudaran a la desinflación en el inicio de este año: durante el primer cuatrimestre tendrán lugar aumentos de agua (enero y mayo), luz (febrero), gas (abril) y del transporte público (de manera escalonada en los primeros tres meses de 2019).

 

Pese a la recesión, no hay destrucción de empleo

¿Qué pasó en el mercado laboral en el 3°Trimestre de 2018?

En base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el INDEC informó que la tasa de desempleo afectó al 9% de la Población Económicamente Activa (PEA) en el 3° Trimestre de 2018 (+0,7 p.p. respecto al mismo período de 2017). Esto implica un aumento de 10,4% i.a. en la cantidad de desempleados.

Por su parte, la participación en el mercado laboral durante el 3° Trimestre de 2018 alcanzó 46,7% de la población de referencia (31 aglomerados urbanos), lo que implica un incremento de 1,9% i.a. de la cantidad de personas que ingresaron al mercado de trabajo, por encima del crecimiento poblacional (aproximadamente 1% anual). Además, la tasa de empleo fue 42,5% de la población de referencia, lo que significa un aumento de 1,1% en la cantidad de ocupados.

Sin embargo, vale destacar que esto se debió a la expansión del cuentapropismo (+2,5% i.a.), ya que la cantidad de asalariados creció sólo 0,6% i.a en el 3° Trimestre de 2018. Dentro de los trabajadores en relación de dependencia, el crecimiento de los empleados formales fue de 1,3% i.a., lo que significa que se frenó la expansión del empleo informal, que creció sólo 0,3% i.a., cuando lo había hecho en torno al 5% i.a. a lo largo del primer semestre.

¿Qué implica esto?

En primer lugar, si consideramos la participación en el mercado de trabajo, se observa una desaceleración en el incremento de individuos que participan en el mismo, ya que la tasa de actividad se expandía en torno al 3,5% i.a. desde el 4° trimestre de 2017. Esto puede deberse a que en ausencia de oportunidades de empleo producto de la caída de la actividad económica, las personas se encuentran desalentadas y dejan de participar del mercado de trabajo.

Por otro lado, en contraposición con la evolución de los asalariados formales que mostró la EPH (+1,3% i.a.), el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) reflejó que la cantidad de asalariados registrados (sumando sector público y privado) se mantuvo estable (+0% i.a.) en el 3° Trimestre de 2018. Esta diferencia con el dato de la EPH se debe a que este último surge de una encuesta que no abarca la totalidad del país, mientras que SIPA sí lo hace. En consecuencia, si tomamos como cierto el estancamiento del empleo asalariado registrado (dato de SIPA), la contracara del crecimiento de los ocupados (en torno al 1%), efectivamente es una expansión del cuentapropismo y del empleo informal.

De todos modos, por el momento no se observa que la caída en el nivel de actividad haya tenido un correlato en el empleo. Por caso, durante el 2° Trimestre de 2018 la actividad cayó 4,2% i.a. y el empleo creció 2% (+1,5% i.a. según SIPA). Asimismo, la contracción fue de 3,5% en el 3° Trimestre del año y el empleo avanzó 1,1% i.a. (+0% según SIPA). Es decir, pese a la recesión, no hay destrucción de empleo. Sin embargo, el ajuste en el mercado laboral impactó en el salario real, que retrocedió 2,7% i.a. en el 2° Trimestre del año y 9,6% i.a. en el 3° Trimestre del año.

¿Qué prevemos para lo que resta del año y el 2019?

Pese a que el piso de la actividad se daría en el último trimestre del año, estimamos que los problemas en el mercado de trabajo persistirán en los primeros meses del año que viene dado que el mismo opera con cierto retrasos. Por cuestiones estacionales, el desempleo difícilmente trepe a dos dígitos, pero el aumento en la desocupación podría ser significativo. En consecuencia, la tasa de desempleo para el último trimestre del año sería de 9,5% (+2,3 p.p. que en igual período de 2018).

Adicionalmente, no esperamos un repunte del mercado de trabajo en 2019: las contrataciones están en mínimos históricos y la aparente poca flexibilidad del empleo ante la recesión puede implicar que una eventual recuperación no se traduzca en un boom de empleo, especialmente debido al estancamiento de la inversión. En este sentido, vale destacar que la mayor sensibilidad del empleo informal ante los vaivenes económicos serán los que expliquen los cambios en el nivel de empleo durante lo que resta del año y el próximo.

La inflación también rondará el 3% en diciembre

El IPC Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un crecimiento de 3,0%, entre la primera quincena de diciembre y el mismo período de noviembre.

El capítulo que más creció fue Atención médica y gastos para la salud debido a los aumentos de medicamentos y prepagas. Este avance fue seguido por Esparcimiento  tras los incrementos en turismo, cines, parques y entretenimiento. Por su parte, vale destacar la significativa desaceleración de Alimentos y Bebidas en este período, que dejaron de crecer por encima del Nivel General.

La desaceleración de la inflación tendrá un ritmo más lento en lo que queda del mes debido a incrementos de Estacionales (especialmente debido a bienes y servicios asociados al turismo) y Regulados (taxis) en la segunda quincena del mes. Por este motivo, esperamos un dato levemente inferior al 3% en diciembre, y en consecuencia, la inflación del año acumulará un alza de casi 48% en 2018.

Luces y sombras de la actividad en 2019

¿Qué nos deja el 2018?

El tercer año del mandato de Cambiemos fue caracterizado por la inestabilidad cambiaria que reinó durante la mayor parte del 2018 y que implicó que el tipo de cambio acumule en el año un suba superior al 120%. Este hecho condujo al gobierno a acordar en dos ocasiones con el FMI para domar el frente cambiario y financiero a costa de un endurecimiento de la política fiscal y monetaria. Asimismo, la fuerte depreciación del Peso aceleró la inflación (que cerraría en torno al 48%) y redujo significativamente el salario real (caída del 6,5% en promedio). A este combo se sumó el efecto negativo de la sequía sobre la cosecha gruesa (maíz y soja), por lo que la economía concluirá el 2018 con una contracción del PBI del 2,3%, que dejará un arrastre estadístico negativo cercano a 3% para el próximo año.

¿Cuáles serán los drivers del crecimiento en 2019?

La mayor competitividad cambiaria alcanzada este año y las perspectiva de una mayor cosecha agrícola, mejoran las perspectivas de exportaciones. Sin embargo, como la mejora de la competitividad cambiaria se da en paralelo con un incremento del costo de financiamiento y elevada incertidumbre, la industria tardará en reaccionar al nuevo set de precios relativos y únicamente aquellos sectores que ya están insertos en mercados externos podrán beneficiarse rápidamente. Otros factores positivos serían una mayor crecimiento de Brasil (+2,5% i.a.) y el desarrollo de Vaca Muerta, que además de elevar la producción de shale gas y shale oil, traccionará la industria pesada conexa a la actividad (aceros largos, maquinaria, etc.).

Por su parte, los dos componentes de la demanda interna, consumo e inversión, no muestran perspectivas alentadoras de cara al próximo año. En primer lugar, el salario real seguirá mostrando caídas interanuales en la primera mitad del año, por lo que el consumo privado no se reactivará hasta el segundo semestre cuando el poder adquisitivo crezca en relación a este año. Sin embargo, esta mejora no será suficiente para compensar el deterioro previo y el año cerrará con una caída del salario real promedio de casi 2%, que acotará la recuperación del consumo privado. Tampoco esperamos novedades positivas por el lado del consumo público: la necesidad de cumplir con el objetivo de equilibrio fiscal (a nivel nacional y provincial) acordado con el FMI será central para mitigar el riesgo de turbulencias en el frente externo.

En este sentido, la inversión también sufrirá debido a que el aporte del sector público Nacional en materia de infraestructura será limitado a diferencia de otros años electorales. Por su parte, es poco probable que haya avances significativos de los proyectos de Participación Pública Privada (PPP) en un contexto de elevado costo financiamiento: esta semana el Riesgo País superó los 750 puntos básicos, y varias empresas del rubro quedaron salpicadas por el pago de coimas. A ello se sumará la incertidumbre política que teñirá el 2019, que hará que la ejecución de proyectos privados se pospongan a la espera del desenlace electoral.

¿Qué sectores serán los ganadores y perdedores?

Producto de una mayor competitividad cambiaria y expectativas de una buena cosecha gruesa, la producción de Transables (bienes y servicios que se comercializan internacionalmente) trepará 3% i.a. en 2019. No obstante, como parte de la producción de transables se destina a abastecer la demanda interna, las condiciones favorables se acotan. En este sentido, excluyendo el agro, la producción del Sector Transable se mantendrá estancada producto de un consumo debilitado y la mencionada retracción de la inversión. De esta forma, la recuperación del resto del Sector Transable (sin contar al agro) será parcial y acotada al primer semestre del año.

Asimismo, la presencia de un mercado interno deprimido afectará al Sector No Transable (la mayoría de los servicios y la construcción). En términos desestacionalizados, la trayectoria de la producción de dicho sector será en forma de “L”, encontrando la recesión un piso en el primer trimestre de 2019, para luego mantenerse estancada el resto del año. En promedio, el Sector No Transable sufrirá en 2019 una contracción promedio de casi 3%, en línea con el retroceso de la demanda interna (consumo + inversión).

Dólar, tarifas y salarios: ¿quién ganará en 2019?

¿Qué pasó en la carrera nominal en 2018?

En las economías con elevada tasa de inflación, cada año se disputa una “carrera nominal”. En ella, distintas variables compiten entre sí para ver quién avanza más y, de esta forma, logra ganar terreno en términos reales, siendo el tipo de cambio nominal, los salarios y las tarifas de Servicios Públicos, las más significativas en nuestro país.

Este año, se esperaba una trayectoria del tipo de cambio y la inflación más estables de lo que efectivamente sucedió. Por caso, en abril se proyectaba para fin de año un dólar a 22,5 ARS/USD y una tasa de inflación en torno a 22%, mientras que en la actualidad se espera que 2018 cierre con el dólar en 39 ARS/USD y la inflación en 47,5%. Como la mayoría de las paritarias cerraron durante el primer cuatrimestre (antes del salto cambiario y la aceleración de la inflación), los salarios fueron los más rezagados pese a reajustes realizados en los últimos meses del año. Concretamente, mientras que los salarios de los empleados formales acumularán un alza de 31% a lo largo de 2018 muy por debajo del resto de los precios de la economía. De hecho, el tipo de cambio experimentará en este frenético año una suba superior al 100% i.a., mientras que las tarifas de Servicios Públicos, que poseen una estructura de costos sensiblemente dolarizada, treparán 65% i.a. de acuerdo a los anuncios oficiales.

¿Qué pasará con la carrera nominal en 2019?

Para el año que viene estimamos que la carrera nominal será más pareja. Por un lado, el tipo de cambio real no se encuentra atrasado, de modo que sus presiones alcistas estarían más acotadas. Además, el esquema de Zona de No intervención cambiaria acotaría dinámicas disruptivas. De todas formas, las principales tensiones en este frente tendrán lugar cuando se aproximen las elecciones: la incertidumbre acerca de quién será el próximo presidente y las dudas acerca del repago de la deuda potenciarían las presiones cambiarias (el dólar podría incluso perforar transitoriamente la banda superior). Por lo tanto, aunque en el escenario más probable proyectamos que la divisa cerraría el año próximo en torno a 51,5 ARS/USD, acumulando una suba de casi 30%, los riesgos mencionados no son despreciables.

En lo que refiere a las tarifas de los Servicios Públicos, por el momento prevemos aumentos de agua, electricidad y gas en el primer cuatrimestre y, si bien todavía no hay información disponible para el resto del año, deberían suscitarse incrementos en agosto (electricidad) y octubre (gas). No obstante, estos podrían postergarse hasta finalizar la contienda electoral, especialmente si el traspaso de los subsidios a la órbita provincial permite cumplir el equilibrio primario del Sector Público Nacional el próximo año. En definitiva, prevemos un crecimiento entre 32-33% en 2019 -levemente por encima de la inflación-, ya que más allá de las intenciones políticas del oficialismo, se deberán realizar correcciones en pos de alcanzar la exigencia fiscal pactadas con el FMI (claves para el repago de los compromisos asumidos y aportar estabilidad cambiaria).

Por su parte, en 2019 los salarios formales comenzarán el año con significativos aumentos producto de la cláusula de revisión impuesta en muchas negociaciones paritarias de este año. Además, a estas se sumarán las negociaciones propias del 2019, cuya “temporada alta” será en el segundo trimestre. Sin embargo, como resultado de la caída de la demanda y un deterioro del mercado laboral, solo una porción de los reclamos podrá ser satisfecha. En consecuencia, los salarios formales exhibirían un alza de 35% el año que viene, registrando mayores subas que el dólar y las tarifas de servicios públicos a lo largo de 2019.

Para finalizar, vale remarcar el hecho de que a fines del año próximo los salarios formales le ganen a la inflación (que rondaría el 30%) no implica necesariamente que el poder adquisitivo se recuperará durante todo el año electoral. Para evaluar la dinámica de esta variable corresponde también analizar el promedio anual. En este sentido, los ingresos reales volverían a retroceder en 2019, marcando una caída promedio cercana a 2% i.a. Este magro desempeño obedecerá a que recién en la segunda parte del año, especialmente a partir de agosto, los salarios comenzarían a “ganarle” a la inflación. A contramano, los mismos permanecerían por debajo de la suba interanual de precios durante el primer semestre de 2019.