La Economía y la Corrupción definen el posicionamiento de los electores

La complejidad de la coyuntura impide hacer un análisis prospectivo del mediano plazo (elecciones 2019) al no poder garantizar mínimas condiciones de estabilidad (financiera, por ej.). Pero si suponemos esas condiciones dadas, podemos proyectar que la dinámica electoral caminará modelada por dos grandes factores que definirán los posicionamientos políticos de los electores: economía y corrupción.

Desde el debilitamiento de las identidades partidarias, que dominaron la manera en que la gente definía su posicionamiento electoral durante el siglo XX, y que en Argentina se materializó con la implosión del sistema de partidos durante la crisis de 2001, la naturaleza de la representación política ha cambiado. Hoy la gente no define su posicionamiento político-electoral por identidad partidaria, sino por cómo se posiciona frente a conflictos dominantes en el debate público. El conflicto dominante en la Argentina de los últimos 15 años ha sido el conflicto Kirchnerismo-Antikirchnerismo, y los procesos electorales recientes ratifican que la gente define su posicionamiento electoral en relación a ese conflicto:

  • En 2013, un sector mayoritario del electorado vio en Sergio Massa un vehículo para frenar la re-reelección de Cristina Kirchner, mientras otro sector importante del electorado pretendía que el kirchnerismo pudiera trascender los límites constitucionales de un segundo mandato.
  • En 2015, un sector mayoritario del electorado eligió en la elección general, al mejor candidato para vencer al kirchnerismo en el ballotage (Macri o Massa), y luego lo alzó con el triunfo, a pesar que el candidato kirchnerista (Scioli) también ofrecía una suerte de cambio encubierto.
  • En 2017, un sector mayoritario del electorado eligió ratificar el apoyo al Gobierno de Cambiemos, a pesar de no haber tenido buenos resultados económicos, pero con la certeza de que era la mejor opción para claudicar un regreso de Cristina Kirchner al poder.

Con Cristina Kirchner teniendo 30,2% de intención de voto para la elección presidencial (encuesta Synopsis de agosto), la amenaza de un regreso del kirchnerismo sigue viva y probablemente ello mantenga en escena el conflicto que ha venido ordenando las preferencias electorales en argentina en los últimos años. Pero la crisis económica en 2018, ha vuelto dominante otro conflicto como ordenador de preferencias electorales: el conflicto oficialismo-oposición. Una porción importante del electorado va a privilegiar la falta de resultados económicos (en bienes, servicios, bienestar, etc.) como criterio para definir su posicionamiento político y votar oposición. La economía como motivador del voto.

Ambos conflictos han generado mayorías: hay una mayoría que, reforzada con el caso de los cuadernos de la corrupción hoy se muestra reacia a favorecer un regreso del kirchnerismo; y hay una mayoría crítica de la situación económica que hoy se muestra inclinada a favorecer un triunfo opositor. Y esos dos conflictos justifican el apoyo que hoy manifiestan las 2/3 partes del electorado: un tercio que persiste en su apoyo al Gobierno a pesar de los malos resultados económicos porque entiende que el oficialismo es el único que puede evitar un regreso del kirchenrismo; otro tercio que persiste en su apoyo a CFK, a pesar de las denuncias de corrupción, porque entiende que es la única que puede revertir la situación económica y siente nostalgia por la buena época kirchnerista.

Estas dos mayorías tienen naturalmente en su composición, una porción del electorado que comparte ambas posturas. Son críticos de la figura de CFK y son críticos de la performance económica del Gobierno. La pregunta que cabe hacerse es cuál de los dos conflictos se sobrepondrá al otro en este segmento clave. ¿Pesará más la corrupción para evitar un regreso de CFK a pesar que la economía no ha mostrado demasiado?, o ¿la mala situación económica relativizará los hechos de corrupción del kirchnerismo y la gente convalidará un regreso de ese espacio político al poder? Mucho de ello dependerá de qué tan mala, o qué tan buena, sea la situación económica al momento de votar.

El Sindicalismo empieza a funcionar en modo electoral

La crisis económica arrastra la interna sindical al terreno opositor

La crisis económica se ha vuelto un condicionante del comportamiento sindical, porque en este contexto de crisis, el malhumor de las bases sindicales por la situación económica termina forzando a los dirigentes sindicales a adoptar posturas más combativas, inclusive entre los sectores más dialoguistas. Pero este desplazamiento no implica que se haya podido suturar la fractura que se observa en el universo sindical. Este mayor activismo sindical no solo se limita al plano gremial. En las últimas semanas, la dirigencia sindical empezó a tener un nivel de actividad política destacada, de vinculación con los diferentes actores de la oposición política, para empezar a perfilar el rol político-electoral que tendrá el sindicalismo de cara a 2019.

El sindicalismo empieza a funcionar en modo electoral y activa varias “62 organizaciones”

La denominada 62 Organizaciones Peronistas, ha cumplido un rol destacado en la historia del sindicalismo argentino, siendo a lo largo de los años, el brazo político del sindicalismo peronista. En los últimos meses, y como consecuencia que se avecina un año electoral (2019), el sindicalismo ha empezado a desempolvar los instrumentos que tiene en su poder para aspirar a incidir en el proceso político-electoral, y lograr ocupar espacios en las listas de candidatos. En ese contexto, se entiende que en el último mes se hayan consolidado tres diferentes versiones de las 62 Organizaciones.

La mayoría de los grandes gremios hoy pierden contra la inflación acumulada

Sin lugar a dudas, el contexto en el que se cerraron la mayoría de las paritarias era uno completamente distinto al que deja la persistente volatilidad cambiaria que ha venido afectando la economía argentina y su consecuente impacto inflacionario. La incorporación de cláusulas de revisión en la mayoría de los acuerdos, da alguna expectativa que las cifras acordadas podrán ser actualizadas, para no quedar rezagados respecto de una inflación que hoy la mayoría de los pronósticos depositan por encima del 40%. Pero ello no quita que la mayoría de los acuerdos salariales ya cerrados de los gremios más importantes, hoy estén por debajo de la inflación acumulada desde el momento de entrada en vigencia de esos acuerdos.

UATRE y Vigiladores cierran aumento salarial de 29% y trabajadores del neumático en 28%

Con cierres de acuerdos salariales ya más cerca del 30% que del 25%, se destacan los acuerdo cerrados por UATRE (más de 400.000 afiliados) en un 29%, al igual que el Sindicato de Vigiladores (SUTCAPRA). Los Trabajadores de Neumáticos acordaron un 28%. Todos incluyen revisiones de los acuerdos más adelante.

Las elecciones en el Sindicato de Comercio en un terreno judicializado

El control del sindicato más grande de la Argentina está bajo disputa, y por los últimos acontecimientos, se desarrolla no solo entre la voluntad de los afiliados, sino también en el terreno judicial. Y es que la pelea entre el actual Secretario General, Arando Cavaleri, y el actual Secretario de Organización del gremio, Ramón Muerza, hoy se dirime con juzgados laborales en el medio.

El 50% de los encuestados cree que la situación económica empeorará en un año

La imagen del Gobierno sigue sin mostrar signos de recuperación

La valoración del desempeño del Gobierno sigue en septiembre mostrando un diferencial negativo creciente, como consecuencia de una caída de -0,9% en la valoración positiva, que no logra ser compensada con una leve caída en la imagen negativa (-0,3%). De esta manera, la Imagen del Gobierno termina mostrando en septiembre un diferencial negativo de -23,3%, el más alto de todo el ciclo.

Crecen las preocupaciones económicas, pero también la preocupación por la corrupción

En septiembre se vuelve a observar un incremento en la preocupación por la inflación, que asciende al 39,7%, que sumados al 18,3% que señala como principal preocupación al desempleo, reúnen un 58% de personas que manifiestan a las preocupaciones económicas como los principales problemas que afectan al país. En septiembre también se registra, al igual que en agosto, un incremento de la preocupación por la corrupción, que llega al 23,1%.

Las expectativas sobre el futuro siguen sin encontrar piso, y ya más del 50% cree que la situación económica del país empeorará en un año

Las expectativas sobre el futuro del país continúan hundidas en el pesimismo: en septiembre, 1 de cada 2 cree que la situación económica del país estará peor de aquí a un año, mientras que solamente 1 de cada 4 se muestra optimista. El diferencial entre los que creen que la situación mejorará y los que creen que empeorará es de -29,9%.

Solo el 16,7% cree que el rumbo económico es el correcto

La percepción del rumbo económico continúa deteriorándose, y en septiembre, los que creen que el rumbo que adoptó el Gobierno es el correcto cae al mínimo de 16,7%, mientras que, por el contrario, 1 de cada 2 cree que el rumbo económico no es el correcto. Respecto de la confianza en que el Gobierno pueda revertir la situación actual, un 38,9% manifiesta estar confiado en que lo logre mientras que un 59% desconfía que lo pueda lograr.

La intención de voto Oficialismo – Oposición, permanece estable en septiembre

A pesar de las dificultades que mostró la economía a lo largo del mes de agosto, en septiembre no se observaron grandes cambios en la tendencia del voto oficialismo-oposición. Cambiemos mantiene sus casi 33% de intención de voto si hoy fueran las elecciones presidenciales, mientras que continúa habiendo un 52% que afirma que votaría por otra fuerza política.

Macri le ganaría un ballotage a CFK, pero perdería con otros rivales

Midiendo distintos escenarios de ballotage en los que Macri enfrenta a representantes del espectro opositor, el Presidente obtiene más intención de voto que CFK, Sergio Uñac, Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa o Alberto Rodríguez Saá. Sin embargo, si se proyectan los indecisos que se registran en cada uno de los escenarios, Macri solo supera en intención de voto a CFK y perdería frente a los 4 rivales alternativos. Aclarando que cada uno de esos escenarios tienen diferente probabilidad de ocurrencia (CFK tiene más probabilidad de acceder a un ballotage que Uñac, por poner un ejemplo), la conclusión es que los rivales moderados (como Massa o Urtubey) juntan mucho mejor los votos opositores que CFK o que Alberto Rodríguez Saá.

 

Se inician las negociaciones por el Presupuesto

Presupuesto 2019: hay acuerdo mayoritario sobre el equilibrio fiscal, pero faltan acordar los detalles

La discusión del Presupuesto 2019, una instancia política que se ha transformado en decisiva para lo que queda del mandato de Mauricio Macri, ha logrado un consenso mayoritario respecto de la necesidad de ir rápidamente al equilibrio fiscal. Ese consenso, que no incluye a todos los Gobernadores, quedó reflejado la reunión de Macri con los Gobernadores. Si bien el grueso del ahorro que deberán asumir las Provincias en 2019 ya está relativamente acordado, quedan por cerrar algunos detalles para allanar el tratamiento y la aprobación en el Congreso. La clave de la aprobación estará en los votos que puedan aportar los bloques Argentina Federal, y lo que puedan aportar otros bloques que responden a otros Gobernadores (el MPN neuquino o los santiagueños de Zamora).

A la espera del Presupuesto, el Congreso inicia debate de nueva Ley de Vacunas y la Ley de Equidad Laboral de Género

Mientras el Congreso se prepara para la discusión del Presupuesto, en Comisión se avanza con la discusión de proyectos pendientes como el de Equidad Laboral de Género, que busca achicar las diferencias laborales entre hombres y mujeres; así como una nueva Ley de Vacunas, que busca dotar al Estado de más herramientas para el control de la vacunación, no solo entre los infantes, sino también entre los adultos.

Se emitió dictamen para la modificación de la Ley de Educación Sexual Integral

Luego del debate sobre el Aborto, el Congreso busca avanzar en la universalización de la educación sexual en las escuelas. En la actualidad, sólo 9 de 24 provincias están adheridas a la Ley de Educación Sexual Integral que ya lleva 12 años aprobada. El proyecto sobre el cual se emitió dictamen en la Cámara de Diputados, busca que los contenidos que corresponden a la currícula de Educación Sexual, sean aplicados con carácter obligatorio en todas las instituciones educativas del país, ya sean privadas o públicas.

Comenzó en el Senado la discusión por una Ley de Lobby

A contramano de la idea del Gobierno, de que fuera Diputados la Cámara que inicie la discusión, fue el Senado el que comenzó a debatir la sanción de una Ley de Lobby. Si bien el Ejecutivo había enviado en 2017 su propio proyecto a la Cámara de Diputados, la discusión en el Senado tiene el visto bueno de Cambiemos. A pesar de que se debatirá sobre tres iniciativas distintas, se tomará como base de la discusión el proyecto del Senador Miguel Ángel Pichetto, que propone regular la actividad de Lobby tanto en el Congreso, como en el Poder Ejecutivo.

Nuevas complicaciones con los DNUs del Gobierno en el Congreso (Fondo Sojero y Plus en Asignaciones Familiares)

En un contexto marcado por un ciclo de gobierno en minoría, el uso de las facultades legislativas (DNU) del Poder Ejecutivo se ha vuelto esencial para Cambiemos. Pero, frente al riesgo de rechazo, el Gobierno decidió dar de baja el DNU que eliminaba al plus en las Asignaciones Familiares para zonas desfavorables y que afectaba a las provincias Patagónicas. Por otra parte, el Gobierno enfrenta planteos de la oposición por el DNU que eliminó el Fondo Sojero. Si bien pudo emitir dictamen favorable en la Comisión Bicameral que trata los DNU, posiblemente la presión opositora obligue a incluir alguna compensación en la discusión por el Presupuesto 2019.

Plan económico con retenciones

La crisis económica se aceleró tras el salto cambiario de la última semana. El impreciso y precipitado anuncio presidencial de que el FMI iba a acelerar el desembolso de fondos para garantizar el cierre del programa financiero durante 2019 no redujo el riesgo país (indicador que refleja el costo financiero de la deuda de un país) y desató una nueva corrida contra el peso. Es que tanto los argentinos como los inversores internacionales percibieron la ansiedad y la urgencia del Ejecutivo: las modificaciones del acuerdo con el FMI se están aún negociando y el anuncio del Presidente solo garantizaba el pago de la deuda hasta fin del año que viene, consumiendo casi todos los fondos que se iban a desembolsar a lo largo de tres años, generando mayor incertidumbre sobre el repago de la deuda pública argentina de 2020 en adelante.

A principios de la semana que viene habrá precisiones sobre las modificaciones del acuerdo con el FMI y anuncios de medidas económicas. El ministro de Hacienda y Finanzas anticipó que Argentina va a acelerar la convergencia al equilibrio fiscal y suena fuerte el rumor de suba de retenciones a las exportaciones y la postergación de la reducción de impuestos estipulada para 2019 en la reforma tributaria aprobada.

Antes de analizar la viabilidad del déficit cero en 2019 y la suba de derechos de exportación y el apuntalamiento de ingresos (vía postergación de reducción de impuestos), es importante destacar que no solo el programa económico de Cambiemos fracasó, sino también el rescate pactado con el FMI. Es que, tras la firma del Stand By, no se logró estabilizar el mercado cambiario ni reabrir el acceso al financiamiento externo (el riesgo país está muy por encima de los valores del día de la firma del acuerdo), y la inflación en agosto ya superó el 32% (meta máxima acordada con el FMI). El único pilar en pie es la meta fiscal, pero su cumplimiento está jaqueado por la profunda recesión que estamos atravesando y por el creciente deterioro de la situación social.

Tras la depreciación del 35% del tipo de cambio ocurrida durante agosto, la inflación se encamina a superar el 6% en septiembre y cerrar el año por encima del cuarenta por ciento. Incluso con reapertura de paritarias y algún bono de fin de año, los ingresos de las familias van a perder significativamente la carrera contra los precios. Para peor, las decisiones de las firmas sobre ajustar la dotación se van a acelerar en un contexto de fuerte recesión y riesgo cierto de quiebre en la cadena de pago. Es que, para tratar de estabilizar el mercado cambiario, el BCRA ya había fijado la tasa de referencia en 40% anual hasta octubre, afectando peligrosamente la situación de las pymes con necesidades financieras. Recientemente, la tasa subió a 60% hasta fin de año, lo que implica el virtual cierre de muchas empresas endeudas.

El nuevo acuerdo con el FMI que se está negociando tiene que contemplar todo lo anteriormente expuesto y aportar un plan para salir de la actual crisis. Esto significa reformular muchos aspectos. En primer lugar, pese a que el FMI insista en la austeridad fiscal, la Argentina necesita prioritariamente garantizar la estabilidad cambiaria, paso previo a conseguir la calma financiera. En criollo, esto significa que el Fondo acelere desembolsos para abultar las reservas y que, además, le permita al BCRA vender divisas. La tasa de interés ha demostrado ser un instrumento insuficiente para bajar la inflación y estabilizar el mercado cambiario, y ello jaquea al aparato productivo en un contexto de fuerte alza de costos y baja de ventas.

Al FMI puede gustarle un esquema de libre flotación, pero tras el fuerte salto cambiario de la última semana el tipo de cambio real de nuestro país es claramente competitivo. Para no caer en una regla discrecional, el BCRA se puede comprometer a sostener el tipo de cambio real (recomponiendo reservas) cuando baja más de 10% respecto de los valores de cierre de agosto, y el FMI tiene que dejarle al gobierno intervenir en el mercado (vender divisas) cuando el tipo de cambio real supere en 10% el nivel del viernes pasado. Esta flotación entra bandas se tiene que hacer en términos reales, porque en la Argentina la inflación es muy elevada. De hecho, en el bimestre septiembre-octubre la suba de precios alcanzaría el diez por ciento.

El compromiso conjunto de sostener un tipo de cambio real va a generar mayor estabilidad cambiara, pero también financiera. En primer lugar, porque nuestro país va a volver a generar divisas genuinas producto de un superávit del intercambio de bienes y servicios, aumentando las chances del repago de la deuda en moneda extranjera. Asimismo, con un tipo de cambio competitivo y estable, el pago de retenciones es sostenible en el tiempo, acelerando la convergencia al déficit cero. Con equilibrio primario y excedentes comerciales, en 2020 el acceso a los mercados financieros estaría garantizado, ya que la nuestra economía habría reducido al mínimo sus déficits gemelos.

El esfuerzo fiscal que recaerá sobre el sector exportador (suba de retenciones y probable eliminación de reintegros) se justifica por dos razones: la rentabilidad de las actividades transables (agropecuario, software, turismo, parte de la industria, etcétera) mejoraron significativamente tras el salto cambiario, y en un contexto de crisis es necesario del aporte de toda la sociedad. Vale destacar, además, que las retenciones sobre el sector agropecuario también van a ayudar a reducir el traslado del 35% de depreciación del peso sobre el costo de los alimentos, gasto clave en el presupuesto de los hogares de menores ingresos. El argumento de que la recesión disciplina a los precios es válido para los bienes y los servicios no transables, pero no para aquellos que se pueden exportar.

Por último, pese a que el gobierno negocia contrarreloj un nuevo plan económico, tiene que evitar firmar una mayor disciplina fiscal. Producto del rápido deterioro del contexto económico-social de nuestro país, la meta fiscal acordada con el FMI hace tres meses se ha vuelto mucho más difícil de cumplir en 2019. Hay que convencer al staff del fondo de que mantener dicho compromiso original es de por sí una muestra de mayor compromiso. Profundizar el ajuste fiscal en medio de una fuerte recesión podría acelerar la crisis económica, lo que complica aún más el frente social y la gobernabilidad. Esperemos que el nuevo acuerdo entre el Gobierno y el FMI no sea un nuevo salvavidas de plomos, sino que ayude a nuestro país a salir de la crisis, condición necesaria para .garantizar el repago de la deuda pública a los inversores extranjeros.


Esta nota fue publicada en el portal de Infobae el 1 de septiembre de 2018 y puede ser leída también aquí.

Cuando ningún camino es un buen camino

No es novedad que la imagen del Gobierno, las expectativas sobre el futuro del país y la percepción sobre el rumbo económico se han venido deteriorando desde comienzos de año. Y los datos de agosto, no muestran un cambio en esa tendencia: 1) la imagen de Gobierno sigue buscando su piso (28% de valoración positiva); 2) las expectativas siguen hundidas en el pesimismo (solo el 25,3% cree que el país va a mejorar en un año y solo el 17,3% cree que su situación económica personal mejorará en 12 meses); y 3) siguen dominando las preocupaciones económicas, incluso con los cuadernos de Centeno en la agenda: el 54,7% cree que la inflación y la desocupación son los principales problemas que afectan al país y dejando a la preocupación por la Corrupción en un lejano 20,2%.

Sin embargo, ninguna de esas variables hoy están afectando más al Gobierno que la trampa en la que están atrapadas las expectativas sobre el futuro del propio Gobierno, luego de que la crisis cambiaria y el sinceramiento de la vulnerabilidad macroeconómica hayan depositado grandes interrogantes sobre lo que pueda suceder con Macri en 2019. Esta trampa surge de dos grandes dudas que acorralan las perspectivas del futuro de Cambiemos:

¿Puede el Gobierno cumplir con los compromisos asumidos con el FMI en estas condiciones de debilidad política?

Se trata de un interrogante que se potencia día a día producto de la manera en la que se viene profundizando la caída de su popularidad y la baja en la actividad económica, lo que provoca consecuencias muy nocivas en términos de popularidad: pérdida de poder adquisitivo del salario, inflación y problemas de empleo.

¿Puede el Gobierno, en el caso que cumpla con aquellos compromisos, ganar la elección presidencial el año próximo?

Si a pesar de las dificultades que pueda conllevar, el Gobierno logra cumplir con los compromisos de baja de déficit (hace el ajuste), ¿podrá, en ese contexto, tener una buena performance electoral en medio de una economía que posiblemente no logre recuperarse sino hasta bien entrado el año electoral? Las consecuencias económicas que producirá el cumplimiento del acuerdo con el FMI, ¿le permitirán al Gobierno ganar la elección?

En definitiva, para el mercado, el Gobierno tiene que hacer el ajuste, pero se duda que lo pueda hacer, y si lo hace, se duda que pueda ganar la elección. Dudas que provocan mucha incertidumbre, porque lo que aparece como alternativa a este Gobierno en 2019, no es lo deseable. Según el último estudio de Synopsis, la principal alternativa opositora hoy en el escenario electoral es el Kirchnerismo, que tiene una intención de voto de 30,2%, apenas 2,4 puntos debajo de la intención de voto del Oficialismo (32,4%), y muy por encima del Peronismo Federal con 10,7% de intención de voto.

Pero la trampa de las expectativas para el Gobierno culmina con la contradicción que hay entre la estrategia económica y la electoral, que es al siguente: el mejor escenario electoral para el Gobierno (confrontar con Cristina Kirchner), es el que ofrece la peor alternativa para el escenario económico, un triunfo de CFK. Para el Gobierno, la estrategia electoral dominante es confrontar con CFK, porque sigue teniendo un techo significativamente bajo (58% de imagen negativa), que con la aparición de la causa de los cuadernos seguramente se consolidará. Pero esa estrategia, le ofrece al mercado el peor escenario alternativo a una derrota del oficialismo: un triunfo de CFK.

En definitiva, es esta trampa de las expectativas la que deberá superar el Gobierno para generar confianza en el futuro de la economía, porque a pesar de que pudiera estar haciendo lo que hay que hacer (o lo que le piden), tiene que convencer que ello no conllevará a un escenario no deseable.

Se quiebra la unidad de la CGT

La crisis económica terminó de dinamitar la unidad de la CGT

La profundidad de la crisis económica terminó de dinamitar el delicado equilibrio en el que subsistía la unidad de la CGT de la mano de un Triunvirato deslegitimado frente a las bases sindicales por su inactividad frente a la crisis. Un equilibrio en el que todavía subsistían dos posturas claramente divergentes respecto del nivel de confrontación que la dirigencia sindical tenía que asumir frente al Gobierno de Mauricio Macri. Con la decisión del gremio de Camioneros de retirarse definitivamente de la mesa del Consejo Directivo de la Central sindical se concreta el quiebre material entre los sectores dialoguistas y los combativos que venían conviviendo en el Consejo Directivo de la CGT. Dos sectores con objetivos y estrategias políticas divergentes, y que acaban de anunciar dos medidas de fuerza por separado, pero coincidentes en la fecha: paro general de actividades el 25 de septiembre.

Acuerdos de grandes gremios muy por debajo de inflación proyectada

Sin duda la volatilidad cambiaria le agrega a la expectativa inflacionaria gran incertidumbre, con un mercado que ya proyecta una inflación más cerca del 40% que del 30% para 2018. Un relevamiento sobre los acuerdos alcanzados por los grandes gremios (que reúnen el 40% de los trabajadores registrados) nos muestra que, sin contabilizar las actualizaciones que se incorporaron para recuperar los puntos porcentuales perdidos en la paritaria 2017, el promedio de los acuerdos salariales apenas llega al 22,2%. Si se le incorpora el porcentaje de aumento incorporado por las claúsuals gatillo 2017, el promedio se estira un punto más, al 23,3%. Y si solo nos concentramos en los acuerdos que ya han revisado los aumentos iniciales o tomamos los acuerdos del último trimestre (jun-ago), el promedio se eleva a 27,9%.

Bancarios actualiza su acuerdo con un 8% y UPCN logra mejorar el suyo con una suma fija de $6.000

Mientras los acuerdos paritarios muestran una tendencia alcista, todavía no se ven acuerdos que superen el 30% de aumento (apenas Sanidad -rama emergencias- logró alcanzar esa cifra), a pesar de que la inflación proyectada ya supera esa cifra. Mientras tanto, algunos gremios vienen mejorando los acuerdos ya alcanzados: Bancarios logró mejorar un 8% que será abonado en dos tramos de 4% entre septiembre y octubre, y UPCN logró morigerar el impacto de una paritaria baja (logró un 15%) con el pago de una suma fija de $ 6.000 en dos cuotas.

Se activan cláusulas de revisión de los acuerdos  de comienzos de año

Con la volatilidad cambiaria presionando sobre las proyecciones inflacionarias, más de una veintena de gremios someterán sus acuerdos salariales a una instancia de revisión acordada cuando en el momento de cerrar la paritaria. El inicio de las revisiones ocurrirá durante septiembre, y hasta marzo del 2019 se seguirán revisando acuerdos paritarios 2018 en función de los cambios que finalmente se registren en la inflación.

El conflicto con docentes universitarios sigue sin resolverse

El conflicto con los docentes universitarios viene acarreando una medida de fuerza que llegó a la cuarta semana consecutiva de paros en las 57 universidades nacionales. Las exigencias de los gremios distan muchísimo de las ofertas del Gobierno, por lo que se prevé un conflicto más prolongado aún, sobre todo en el contexto actual de incertidumbre económica.

No aclares que oscurece

El anuncio presidencial profundizó la desconfianza de los agentes económicos

La reacción de los mercados al anuncio que el Presidente realizó esta mañana (el FMI adelantaría los desembolsos acordados para cubrir todos los vencimientos de deuda pública de 2019) fue contundente: el tipo de cambio trepó más de 7%; y, lejos de bajar, el Riesgo País continuó al alza . La falta de precisión en la comunicación, la ausencia del Ministro de Hacienda y Finanzas y una declaración ambigua del FMI, dejaron muy expuesta a la figura presidencial, profundizando la crisis de la confianza de los agentes económicos. Encima, el anuncio no despejó las dudas de los tenedores o potenciales compradores de la deuda pública argentina: el Ejecutivo dio certezas de que no habrá incumplimiento hasta 2019 pero aumentó la incertidumbre sobre el repago de los bonos soberanos de mayor plazo.

¿Podrá el Gobierno revertir el creciente deterioro de las expectativas?

A poco más de un año de las elecciones presidenciales, el Poder Ejecutivo se enfrenta a una situación muy compleja: perdió la confianza en el rumbo económico en una sociedad que se caracteriza por comprar dólares ante la mayor incertidumbre. Esto genera un círculo vicioso de mayor depreciación del peso, aceleración de la inflación y profundización de la recesión. Suponiendo que la administración Macri logra destrabar los futuros desembolsos del FMI desterrando toda preocupación de default hasta el final de su gestión, le queda aún la faraónica tarea de estabilizar el tipo de cambio en un contexto de generalizada desconfianza. Hay sólo dos opciones para frenar una corrida cambiaria en el escenario actual: se deja que el tipo de cambio se dispare (“overshooting”) hasta provocar un superávit significativo del sector externo que brinda a la mayoría de los agentes una señal unívoca de que el dólar está caro frenando la dolarización de activos (como sucedió en los primeros meses de 2002 cuando el dólar rozó 4 ARS/USD y luego se estabilizó en torno a 3 ARS/USD); o el BCRA aplica una intervención contundente en el mercado cambiario para revertir las presiones alcistas. Como el nivel de Reservas internacionales es acotado y el acuerdo con el FMI deja poco margen a la autoridad monetaria para realizar venta estabilizadora, en la práctica se está imponiendo una dinámica cambiaria tipo “overshooting”.

 ¿Qué implica esto sobre nuestras proyecciones económicas?

Lamentablemente, nuestro escenario Pesimista se ha convertido en el más probable. Esto significa que tanto la depreciación del peso, como la inflación y la recesión, se profundizarán en 2018 comprometiendo seriamente los primeros meses del año que viene. ¿Esto significa que la Argentina se dirige inexorablemente a una nueva crisis económica? No, pero las medidas necesarias para salir de este círculo vicioso deberán ser contundentes y tener un amplio respaldo de la dirigencia (políticos, empresarios, sindicalistas, organizaciones sociales, etc.). Construir consensos no será sencillo a poco más de un año de elecciones presidenciales, pero la gravedad de la situación económica lo amerita ya que para evitar una nueva crisis será necesario que afloren los acuerdos.

La imagen positiva del Gobierno desciende al 28%

El proceso económico sigue deteriorando la imagen del gobierno

El deterioro de la imagen del Gobierno de Mauricio Macri pareciera no encontrar su piso. En agosto, la imagen negativa llega a un 50,7%, mientras que la imagen positiva desciende a un 28%. Si bien son cambios acotados respecto de los registros de julio (0,8 p.p. baja la imagen positiva y 2,3 p.p. sube la negativa), no se registra aún un quiebre en la tendencia.

Preocupa más la corrupción, pero no desplaza los temas económicos

La aparición de los “Cuadernos de Centeno”, que dieron origen quizá a la mayor investigación de corrupción de la historia Argentina, provocaron un leve rebote de la preocupación por la corrupción, pero sin que ello desplace la preocupación por los problemas económicos, que siguen dominando las preocupaciones de la gente: el 54,7% señala problemas económicos (inflación y desempleo), a la hora de indicar cuál es el problema que más afecta al país. La preocupación por la corrupción aumentó en agosto 3,4 puntos porcentuales y se ubica 2da en el ranking de preocupaciones.

Se siguen deprimiendo las expectativas por el futuro del país

La expectativa sobre el futuro del país vuelve a retroceder en agosto: el pesimismo aumentó un +1,7% y el optimismo cayó en un -0,5%. Si bien el Gobierno había logrado recuperar algunos puntos después de la crisis de mayo (donde se registraron los peores registros del ciclo en materia de expectativas), en julio-agosto este indicador retomó su tendencia negativa.

Caso de los cuadernos: el 82,8% de la sociedad no cambió su opinión de CFK con los “cuadernos”

En términos de credibilidad, un 49,2% indicó que cree todo lo que cuentan los cuadernos, mientras que un 33,8% manifestó que no cree nada de lo que cuentan. Lo interesante es que los cuadernos no producen grandes cambios en la opinión pública en relación a la imagen de Cristina Kirchner: un 50,3% dice que esta información vino a ratificar lo que ya pensaba, que CFK es corrupta; mientras que otro 32,5% dice que, a pesar de estos hechos, no cambia su opinión de que CFK no es corrupta. Conclusión, un 82,8% no cambió la opinión previa que tenía de CFK.

El escenario electoral hoy: polarización oficialismo – kirchnerismo

Con un leve retroceso en agosto, Cambiemos sigue ostentando un núcleo duro de apoyo electoral cercano al tercio de los votos: un 32,8% afirma que, si las elecciones fueran hoy, votarían por el oficialismo y un 52,3% por la oposición. Pero si se abre la oferta electoral por espacios políticos, ese mayoritario voto opositor se dispersa en un 30,2% que hoy se inclinaría a votar por el kirchnerismo, y un 22% restante que se dispersa entre el Peronismo Federal (10,7%), el Progresismo (7,8%), y la Izquierda (4,3%).

Salvo Vidal, todos los dirigentes tienen un diferencial negativo de imagen

Como consecuencia de la información negativa (economía, corrupción, etc.) que domina el debate público, se observa un proceso de deterioro generalizado de la imagen de los principales dirigentes políticos. En ese contexto, y a pesar de registrar caídas en su imagen, los dirigentes de Cambiemos siguen siendo los de mejor imagen. El ranking lo sigue liderando María Eugenia Vidal, la única que ostenta un diferencial positivo (+5,5).

El ajuste llega también al consumo privado

¿Qué pasó con el consumo privado tras el salto cambiario?

En el primer cuatrimestre del año, el consumo privado creció a buen ritmo. Las ventas de bienes durables y turismo en el exterior batían récords mientras que el consumo masivo se recuperaba. Sin embargo, el escenario cambió drásticamente en el bimestre mayo-junio: el salto cambiario aceleró la inflación, hizo volar la tasa de interés y provocó desconfianza, lo que frenó bruscamente al consumo. El gasto en bienes durables y turismo emisivo, que trepaba a tasas chinas, pasó a caer fuertemente, y el consumo masivo volvió a descender.

¿Qué pasará con el consumo en lo que resta del año?

Las expectativas para el segundo semestre no son alentadoras. La pérdida de ingreso real de las familias (salarios, prestaciones sociales y empleo) más la elevada tasa de interés, generarán una contracción del consumo privado en la segunda mitad del año. Además, esperamos una significativa reducción del consumo público (que sólo representa 15% del consumo agregado) para cumplir con las restrictivas metas fiscales acordadas con el FMI. Por ende, el principal componente de la demanda interna presentará una caída significativa.

El salario real cayó 1% i.a. en el primer semestre principalmente por el salario del sector público (-2,3% i.a.). Producto de la aceleración inflacionaria, esta tendencia se profundizará en la segunda mitad del año, provocando pérdidas cercanas al 7% i.a. (lideradas por el sector público y, en menor medida, los trabajadores informales). Asimismo, los haberes reales de las prestaciones sociales cayeron 2% i.a. en el primer semestre y caerían casi 8% i.a. en la segunda mitad del año.

¿Cuándo se produciría la recuperación del consumo?

Si se logra estabilizar el mercado cambiario (supuesto fuerte en un año electoral), el repunte podría llegar en 2019 de la mano de la recuperación real del salario privado y las prestaciones sociales (por la desaceleración de la inflación), y la progresiva reducción de la tasa de interés. Además, el Ejecutivo podría aportar estímulos crediticios (como los préstamos ARGENTA que no afectan el resultado fiscal primario, meta acordada con el FMI), para lograr el ansiado repunte del consumo privado, hecho que por lo menos compensaría la caída del consumo público.