El rojo de Cuenta Corriente fue récord

El rojo de Cuenta Corriente fue récord

Cuenta corriente:

  • En el primer trimestre de 2018, el déficit externo profundizó su deterioro. El saldo de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos arrojó el mayor rojo para un primer trimestre alcanzando USD -9.600 millones (-1,5% del PBI). De hecho, el déficit aumentó 34% respecto a igual período del 2017 (USD -7.200 millones).
  • Con estos números, en el acumulado de los últimos cuatro trimestres el saldo negativo de la Cuenta Corriente asciende a -5,3% del PBI (USD –34.000 millones), lo que marca el registro más alto desde la salida de la Convertibilidad (tanto en términos nominales como en porcentaje del PBI).
  • Al igual que el año pasado, la profundización del rojo respondió a la expansión de la actividad y la apreciación cambiaria. Sin embargo, tras la corrida cambiaria y el freno del nivel de actividad (ver EMAE abril 2018), estimamos que esta situación comenzará a revertirse a partir del segundo trimestre.
  • El déficit del saldo de bienes, superó los USD -1.700 millones casi triplicando la cifra observada en el primer trimestre del 2017 (USD -600 millones). El importante incremento de las importaciones observado en los primeros tres meses del año (+21% i.a.) no pudo ser compensado por el avance de las exportaciones (+13% i.a.).
  • El rojo de servicios trepó 14% i.a. en el primer trimestre de 2018, superando USD -3.500 millones. El déficit se explica principalmente por el boom de turismo en el exterior: este rubro explica más del 70% de dicho rojo.
  • El déficit de la cuenta rentas creció 20% i.a. en el primer trimestre de 2018, superando USD -4.500 millones. La salida neta por remisión de utilidades se mantuvo estable en los primeros meses del año mientras que el rojo de intereses trepó 37% i.a.
  • Esta dinámica alarmante del déficit externo no se repetirá en lo que resta del año: la mejora del tipo de cambio real y la contracción del nivel de actividad frenaran las importaciones. No obstante, producto de la sequía que azotó al sector agropecuario y los recortes en las perspectivas de crecimiento de Brasil, las mejoras serán lentas por el lado de las exportaciones. Con este panorama, estimamos que el rojo de cuenta corriente rondará los USD 27.000 millones en 2018.

Cuenta Capital y Financiera

  • El déficit de cuenta corriente registrado en el primer trimestre de 2018 fue solventada por la entrada neta de divisas por la cuenta capital y financiera. En los primeros tres meses del año las operaciones financieras con no residentes arrojaron un saldo positivo de USD 16.200 millones (sin contar de activos de reserva), lo que implica una leve caída respecto del primer cuarto de 2017 (-5% i.a.).
  • Durante 2017 el ingreso de divisas financieras, estuvo liderado por las inversiones de cartera: agentes privados externos que arriban al país aprovechando la rentabilidad del carry trade. La relajación de la política monetaria observada en el primer trimestre del 2018 impactó negativamente (se redujo 8% i.a.), cerrando apenas por debajo de USD 13.000 millones. Asimismo, la inversión extranjera directa se redujo 24% i.a., ubicándose por debajo de USD 2.500 millones en el primer trimestre del año.
  • El desarme generalizado de posiciones de fondos de inversión internacionales que tuvo lugar desde abril y se intensificó en mayo revertirá el influjo de capitales privados observado tras el arreglo con holdouts. No obstante, gracias al desembolso del préstamo del FMI, la cuenta capital y financiera continuará exhibiendo un saldo superavitario, evitando una reversión masiva del flujo de capitales. Sin embargo, dicho préstamo tiene asociados condicionalidades (metas ambiciosas de reducción del déficit, entre otras)

Deuda Externa

  • La deuda en moneda extranjera con no residentes trepó 28% i.a. en el primer trimestre del año, rozando USD 254.000 millones (39% del PBI). Este avance se explica principalmente por el sector público (Gobierno General y BCRA), que incrementó sus pasivos en USD 40.000 millones respecto de los primeros meses de 2017 (+29% i.a.). Por su parte, el sector privado, incrementó en USD 14.989 millones (+2% i.a.) sus compromisos con el exterior.

El crecimiento del último trimestre: ¿último trimestre de crecimiento?

  • En el primer trimestre de 2018 el PBI creció 3,6% i.a. De este modo, registró el quinto trimestre consecutivo en terreno positivo. Asimismo, en términos desestacionalizados marcó un avance de 1,1% respecto al cuarto trimestre del año pasado.
  • Sin embargo, al considerar el PBI per cápita las mejoras se atenúan. Si bien el mismo creció en relación al primer cuarto de 2017 (+2,6%), todavía se encuentra 0,8% por debajo de igual período de 2011 -y en línea con el promedio de 2012-2015 (+0,3%).
  • A nivel de componentes, la inversión lideró el crecimiento escalando más de 18% i.a., seguida por las exportaciones (+6,5% i.a.) y el consumo (+4% i.a.). De este modo, la inversión bruta representó 21,8% del PBI trepando 2,7 p.p. en relación al valor del primer trimestre del año pasado y 2,2 p.p. respecto del promedio 2012-2015. Por su parte, las importaciones crecieron 16,5% i.a. en el período, señalando que la demanda interna crecía por encima del PBI (6,1% i.a. vs. 3,6% i.a.). Dado que dicho crecimiento no estuvo acompañado de un avance en igual cuantía de las exportaciones –generadoras de dólares genuinos que no necesitan de su repago- terminó desatando problemas en el corto plazo –escasez de divisas-. En este sentido, las turbulencias cambiarias de fines de abril/principios de mayo, reflejan este desbalance entre el ritmo de expansión de las importaciones (16,5% i.a.) y de las exportaciones (6,4% i.a.).
  • Analizando por el lado de la oferta, se estiró la dinámica positiva de 2017: en el período enero-marzo de 2018 la producción de Bienes y Servicios creció más de 3% i.a. Propio de una economía con atraso cambiario, el avance estuvo liderado por ´los sectores no transables: construcción (+10% i.a.) y comercio (+6% i.a.). Para los próximos trimestres, esperamos que este patrón de crecimiento ceda ante uno de mayor competitividad cambiaria. No obstante, el cambio será lento, de modo que la economía se resentirá en los meses venideros.
  • Más allá de estos datos positivos, la tendencia favorable no se repetirá en los próximos meses producto en primer lugar de la sequía que afectó a la producción agropecuaria y luego por la corrida cambiaria. Concretamente, conforme a nuestras estimaciones, el PBI caerá en términos desestacionalizados en el segundo y tercer trimestre del año. Este retroceso obedecerá al freno de las inversiones –construcción- y del consumo –caída de los ingresos reales y mayor incertidumbre-. El salto del tipo del cambio, que impulsó al alza la tasa de interés encareciendo al crédito, y la vuelta al FMI, que reducirá al gasto público, explicarán el freno de la economía en los próximos meses.
  • Como resultado, la actividad económica crecería menos de 1% i.a. en 2018 impulsada sólo por el arrastre estadístico positivo que dejó 2017 (+1,3%). Dicho de otro modo, no habrá crecimiento genuino.

Chile: La economía cosecha de su fortaleza estructural

En momentos en que varias economías latinoamericanas han sufrido un significativo impacto sobre sus monedas, con fuertes depreciaciones en el caso de Argentina y Brasil, la economía chilena se mantiene bastante sólida. La fortaleza de sus fundamentos cobra relevancia cuando las condiciones financieras internacionales comienzan a normalizarse, con un importante retorno de capitales desde economías emergentes hacia el mundo desarrollado. Si bien el peso chileno también se ha depreciado, lo ha hecho en forma acotada, reflejando el buen momento que experimenta la economía, con re-aceleración en el crecimiento, buenos términos de intercambio y favorable trayectoria de las expectativas sobre un mayor dinamismo futuro.

Como elementos centrales detrás de la fortaleza de la economía chilena, cabe destacar cuentas fiscales aún muy favorables, con muy bajo nivel de deuda neta, un importante nivel de activos externos, tanto públicos, en los fondos soberanos, como privados, a través de las Administradoras de Fondos de Pensiones. Se debe agregar la credibilidad de un Banco Central autónomo y efectivamente independiente, que trabaja con metas de inflación y permite la flotación libre del tipo de cambio.

El deterioro fiscal de los últimos años, con déficit efectivo y estructural por sobre lo comprometido a comienzos del gobierno anterior, junto con la caída en el ritmo de crecimiento, llevó a una baja en la clasificación de riesgo país durante el año pasado, desde AA- a A+, según Standard & Poor’s. Sin embargo, las mejores perspectivas de crecimiento para este año y el próximo, junto con un escenario externo que sigue siendo favorable para las llamadas “Economías Commodities”, permite entender que el riesgo país que mide directamente el mercado, a través del EMBI, se encuentre actualmente del orden de un 18 por ciento por debajo del promedio de la última década.

En definitiva, aunque en un entorno mundial y regional con mayores grados de incertidumbre política y económica, la economía chilena sigue en una senda favorable, hacia la recuperación de la inversión, el empleo y el crecimiento. Seguimos estimando un crecimiento cercano al cuatro por ciento para el presente año, y algo mayor para el próximo, con un importante aporte de la recuperación de la inversión en la re-aceleración de la demanda interna. Sólo un deterioro significativo en el ritmo de crecimiento global, acompañado de una caída relevante en los términos de intercambio, podrían desviar a la economía chilena de esta favorable trayectoria esperada.

Brasil: Crise política explica desempenho ruim da economia brasileira

O risco político para a economia brasileira remonta ao impeachment da presidente Dilma. A troca de governo apareceu como solução traumática para o impasse entre os Poderes e para a saída da crise econômica. Sob o prisma da elite política, o movimento abriu a oportunidade para o encaminhamento de uma nova agenda econômica, tendo em vista a necessidade de tirar o País da crise e minimizar os efeitos eleitorais das investigações judiciais. A expectativa era de que a retomada da economia minimizasse a insatisfação social crescente, servindo de justificativa para a construção de um projeto presidencial. Os planos iniciais da transição, contudo, não se materializaram.

A crise política não foi minimizada mesmo em um quadro de recuperação gradual da economia. A celeuma decorrente dos protestos dos caminhoneiros, no curto prazo, aumenta o risco de “sarneyzação” da corrida presidencial. Essa expressão retrata o risco de a eleição de um político outsider sem o comprometimento com a política econômica ortodoxa. Esse quadro reflete a crise de autoridade no sistema político brasileiro, que poderá dificultar a aprovação das reformas no próximo mandato, independentemente do nome vencedor do pleito presidencial.

A eclosão da greve dos caminhoneiros corroeu o único pilar que dava a mínima legitimidade e capital político para a atual administração: a narrativa econômica. A narrativa de que o País está no caminho certo não deve se sustentar à luz dos desdobramentos da crise. Não é por acaso, que os dados da última pesquisa Datafolha mostraram que 87% dos entrevistados apoiavam a greve. Mais do que a demanda substantiva, o movimento deu vazão à insatisfação com a atual administração.

A novidade da atual conjuntura é que a fraqueza do governo afetou a condução da política econômica, especialmente na sua dimensão regulatória. A crise gerou incertezas em relação à política de combustíveis e ao preço do frete dos transportes. Essa percepção de risco teve dois efeitos principais: 1) aumentou a volatilidade na taxa de câmbio e 2) crise de confiança, o que deve contribuir para menor dinamismo da atividade.

O cenário prospectivo deve seguir conturbado. As chances de eleição de um político populista são bastante relevantes. Além disso, o governo perdeu o poder de agenda, sugerindo novos erros de condução econômica.

 

 

El déficit primario se redujo más de 70% en mayo

En mayo de 2018, el déficit primario del Sector Público Nacional No Financiero (SPNF) fue de poco más de $7.800 millones, medido en base Caja. De este modo, cayó 71% i.a. en comparación con igual período de 2017, cuando había alcanzado $27.200 millones.

En el acumulado a los primeros cinco meses del año, el rojo primario registró $49.100 millones, equivalente a -0,4% del PBI. De este modo, se redujo 44% i.a. en términos nominales en comparación al período enero-mayo 2017, cuando había superado $87.000 millones (-0,8% del PBI).

En mayo, la reducción del rojo primario obedeció, al igual que en los meses precedentes, al mayor ritmo de crecimiento de los ingresos por sobre los gastos (+24% i.a. y +17 i.a., respectivamente). Cabe destacar que al tener en cuenta la inflación, se registra una caída de 1,7% i.a. para los ingresos y de 7,0% i.a. para los gastos.

A contramano del primer cuatrimestre, los subsidios económicos crecieron nominalmente en mayo (+20% i.a.) impulsados por la suba del dólar. Por su parte, los gastos de capital continuaron en rojo y cayeron nominalmente por quinto mes consecutivo (-11% i.a.) . Sin embargo, en el acumulado anual, ambas cuentas marcan retroceso en valores nominales: -9% i.a. y -11% i.a., respectivamente. De este modo, ambas pasaron de representar casi 17% del gasto primario en enero-mayo de 2017 a 13,5% en igual período de 2018. Por su parte, las prestaciones sociales treparon 29% i.a. en el acumulado enero-mayo (+2,2% i.a. real), y pasaron de representar poco menos del 55% del gasto primario en 2017 a casi el 60% en 2018.

Esta dinámica respondió al incremento real de las jubilaciones y prestaciones sociales: las mismas avanzaron 3% i.a. y 5% i.a. en términos reales, respectivamente.En mayo el pago de intereses morigeró su crecimiento: el mismo pasó de una expansión del 57% i.a. en los primeros cuatro meses del año a trepar sólo 16% i.a. en el quinto mes del año  –alcanzó $19.500 millones contra $16.800 millones en mayo de 2017. Más allá de esta desaceleración, en el acumulado anual las luces de alerta continúan encendidas: esta partida escaló casi 50% i.a. en los primeros cinco meses del año, al pasar de $76.500 millones (0,7% del PBI) a $113.200 millones (0,8% del PBI). Además, pasó de representar el 10,5% de los ingresos tributarios en enero-mayo de 2017 a más de 13% en igual período de 2018.

Por último, pero no por ello menos importante, el FMI sumó al programa fiscal una pauta formal sobre el resultado financiero: -5,1% del PBI en 2018 y de -3,7% del PBI en 2019. En lo que va del año acumula -1,2% del PBI. Si bien el cumplimiento de la meta fiscal primaria corregida de 2018 luce encaminada (-2,7% del PBI, acumulando -0,4% del PBI al momento, la mitad que el año pasado), la de 2019 enciende luces de alerta. En primer lugar, por la importante reducción del rojo sin contabilizar intereses en 1,4 p.p. del PBI en un año electoral. En segunda instancia, porque el oficialismo estima una crecimiento de 2,5% i.a. que luce incompatible con tamaño ajuste fiscal. Por último, porque la mitad de los gastos están atados a la inflación pasada –prestaciones sociales- a la par que los ingresos se actualizan conforme a la inflación presente; una ambiciosa reducción de la inflación tal como la apuntada por el Poder Ejecutivo para 2019 será negativa en términos de cuidar las arcas públicas.

Venezuela: La inacción como regla

Con cuatro meses a cuestas, el camino transcurrido a lo largo de 2018 no apunta hacia un cambio concreto en la dirección de la política económica, ni a un freno en el descalabro de la economía y el acelerado deterioro en las condiciones de vida. Al cierre del mes de abril, la inflación acumulada supera la cota de 1.000%, la economía prevalece en su senda recesiva y la incertidumbre se incrementa en torno a la dinámica política, de cara al proceso electoral propuesto para el próximo 20 de mayo.

Abril se suma a la larga lista de meses donde la inacción pareciera ser la estrategia dominante en la formulación de políticas. Más allá de ciertos cambios regulatorios al nivel de la industria petrolera y lo referente al día a día de Dicom, la política económica mantiene la inercia característica de los últimos años.

De cara al deterioro continuado de la industria petrolera, el presidente de la República, Nicolás Maduro, otorgó poderes extraordinarios al ministro de Petróleo y presidente de Pdvsa, Manuel Quevedo. Lejos de promover una eventual mejoría, el saldo de la medida ha dejado una serie de funcionarios y gerentes detenidos (siendo el caso más emblemático aquel relacionado con Chevron), agravando una difícil relación con los socios privados de la estatal petrolera.

En materia inflacionaria, Venezuela cerró su séptimo mes en hiperinflación conforme el incremento generalizado en el nivel de precios superó 16.000% durante los últimos doce meses, sin ofrecer señales sobre algún tipo de desaceleración en el corto plazo. El incremento exponencial de los agregados monetarios, a la par de un deteriorado cuadro fiscal y las expectativas de los agentes en torno a la inflación futura, prevalecen como los principales catalizadores del aumento vertiginoso del nivel de precios.

El gobierno intentó contrarrestar el efecto de la hiperinflación con un nuevo aumento de salario mínimo integral, esta vez de 95%, pasando de VEF 1.307.646 a VEF 2.555.500. Pero el nuevo salario apenas llega a comprar USD 3 en el mercado paralelo, luego que el tipo de cambio paralelo casi se triplicara a lo largo del mes.

Pese a la alarma generada en redes sociales y la opinión pública, la relativa estabilidad que experimentó el tipo de cambio paralelo durante el primer trimestre de 2018 (1T2018) resultó ser más corta y menos rígida de lo habitual. Durante el primer trimestre del año suelen intervenir factores que contribuyen a una menor depreciación –incluso, apreciación– del tipo de cambio de mercado. Por ello, al retomar su tendencia de depreciación, el bolívar tan solo recorre el camino habitual de una moneda que ha perdido todas sus facultades como dinero.

La inacción suele acarrear costos, más aún en un entorno como el venezolano. El carácter humanitario de la crisis hace apremiante un cambio absoluto en el modelo económico. No obstante, en Ecoanalítica no vemos señales que nos hagan presumir algún cambio en ese sentido.

Uruguay: Necesidades de infraestructura

Uruguay se destaca por tener la red carretera más densa de Latinoamérica, su principal aeropuerto es moderno y funcional, y la calidad de su infraestructura portuaria se sitúa entre las más altas de América del Sur.

Es por esto que el gobierno uruguayo estableció como prioridad la inversión en infraestructura, con un ambicioso plan de USD 12.370 millones a ejecutarse entre 2015 y 2019. El plan de inversiones busca conjugar el financiamiento del sector público con la inversión privada, para lo cual, Uruguay cuenta desde 2011 con una ley de Participación Pública Privada (PPP). En este marco, se busca atraer inversiones que contribuyan a la creación de empleo de calidad, la incorporación de tecnología “de punta” y el fortalecimiento de las capacidades productivas.

Infraestructura Energética

En la última década el país realizó obras de infraestructura energética por un monto superior a los USD 7.800 millones. En la actualidad, cuenta con el 62% de energías renovables en su matriz primaria. Uruguay es autosuficiente en generación de energía eléctrica, pero las perspectivas de crecimiento y consumo obligan a seguir invirtiendo en la mejora del sistema eléctrico. Los principales desafíos que enfrenta consisten en ampliar la red de transmisión de electricidad, optimizar la complementación entre las distintas fuentes; incorporar tecnologías para su almacenamiento; generar energía a partir de la termovalorización de los residuos, entre otros.

Infraestructura Social

Uruguay es el país de mayor ingreso per cápita y más igualitario de Latinoamérica. Continúan siendo claves en la agenda de desarrollo del país: la mejora educativa con inclusión digital, la universalización de la salud y la mejora en el acceso a la vivienda.

El incremento de las escuelas de tiempo completo (ETC), la universalización de educación física y actividades del deporte en los centros educativos, y la mayor demanda de las empresas por personas técnicamente capacitadas, tensionan los actuales niveles de infraestructura educativa que se propone tener inscriptos en la educación formal al total de la población menor de 17 años a finales de 2019.

Concretamente, las nuevas políticas de universalización de asistencia a escuela de niños de 3 años y de extensión de ETC, incrementan los niveles de asistencia de niños y jóvenes, creando nuevas necesidades de infraestructura en el sistema educativo.

La creación del sistema integrado de salud implicó la universalización en el acceso a la salud. Las instituciones privadas realizaron importantes inversiones para sobrellevar el crecimiento en la demanda de sus servicios. Por su parte, la mejora de infraestructura asociada a los servicios de Administración de los Servicios de Salud del Estado es aún un importante desafío. En este sentido, se encuentran en revisión varios proyectos de modernización hospitalaria en pos de mejorar la calidad de los servicios.

En lo que respectaa vivienda, Uruguay tienen la actualidad un déficit habitacional concentrado en los sectores de mayor vulnerabilidad. La inversión en vivienda han incentivado la construcción, aunque la demanda fue aún más dinámica, presionando al alza los precios de alquiler y venta de inmuebles. Esto último dificulta el acceso de la población de menores recursos a estos bienes. Llevar adelante proyectos de vivienda social para los grupos con mayores dificultades económicas resulta esencial si se pretende cerrar la brecha de acceso.

 

La economía argentina tras el salto del dólar

Tras la corrida cambiaria, estimamos un menor crecimiento económico

En el primer trimestre de 2018 la economía creció 3,4% i.a., estirando la tendencia positiva del año pasado. Sin embargo, producto de la sequía, la corrida cambiaria, la aceleración de la inflación y una política monetaria y fiscal más contractivas, esperamos una contracción del PBI mensual (sin estacionalidad) en los próximos meses (caída del nivel de actividad en el segundo y tercer trimestre del año).

El nuevo escenario impactará negativamente en la demanda interna. Al deterioro de los ingresos reales (la aceleración de la inflación superará por varios puntos a los aumentos de salario acordados por la mayoría de los gremios en paritarias), se le suma el fuerte incremento del costo del financiamiento, el deterioro de las expectativas (de inversión y del mercado laboral), y nuevos recortes en el sector público (obra pública y gastos corrientes).

Menor déficit comercial acompaña el menor crecimiento

Aunque la corrección cambiaria ayudará a reducir el elevado déficit externo (uno de los principales problemas de nuestra economía), el ajuste no será inmediato. El menor dinamismo de la actividad y el salto del dólar acotarán las importaciones, mientras que la mejora de las exportaciones llegará recién en el mediano plazo.

La volatilidad podría continuar en el futuro

El stress cambiario desnudó la dependencia del esquema económico al constante influjo de capitales externos. La tregua alcanzada es frágil por lo que no se puede descartar otro evento de tensión cambiaria en el futuro. Entre los eventos que podrían desencadenar nuevas presiones alcistas en el dólar podemos destacar: mayores turbulencias en el mercado internacional (suba de tasa internacional y salida de capitales de países emergentes), una incorrecta implementación de la reducción de la tasa de interés de referencia del BCRA (en niveles asfixiantes para la actividad económica), y la posible recategorización a mercado Emergente por parte de MSCI.

 

La depreciación frente al Real reduce el déficit con Brasil

Por primera vez en dieciocho meses, las importaciones desde Brasil cayeron en la comparación interanual

En mayo, la balanza comercial con Brasil arrojó un déficit de casi USD 450 millones. Como no sucedía desde julio de 2016, el rojo del intercambio de bienes con nuestro principal socio comercial se redujo (-29% i.a.), producto de una mayor contracción de las importaciones argentinas desde Brasil (-19% i.a., que totalizaron en USD 1.240 millones) pese a la baja que sufrieron las exportaciones (-13% i.a., que rozaron los USD 800 millones).

La reducción de las importaciones es consecuencia directa de las turbulencias cambiarias que se iniciaron a fines de abril y continuaron en mayo. Dado que la cotización del peso respecto del dólar se depreció más que el Real, nuestro Tipo de Cambio Real Bilateral se depreció 8% i.a. en mayo, ganando competitividad externa. No obstante, la reducción del déficit no vino por mayores exportaciones a Brasil (de hecho, estas cayeron 13% i.a.), sino que se explicó por la fuerte contracción de las importaciones (-19% i.a.).

Vale remarcar que la magra performance de las exportaciones argentinas, no se debió a una retracción de las compras totales de Brasil (de hecho, éstas crecieron 9,3% i.a.), sino a una pérdida de participación de los productos argentinos en las compras externas de Brasil (-1,5 p.p.) respecto al mismo mes del año pasado.

Producto del reacomodamiento de las principales variables de la economía argentina, entendemos que la reducción del déficit bilateral registrada en mayo se mantendría en los próximos meses, revirtiendo el incremento del rojo acumulado en el primer cuatrimestre del año. De hecho,  la depreciación del tipo de cambio real bilateral y el menor crecimiento de la economía argentina en 2018 respecto de la brasileña (+1,6% anual vs. +2,5% anual, respectivamente), podrían reducir el rojo del intercambio de bienes, pudiendo ser estemenor al registrado en 2017 (USD -8.100 millones).