Monitor Cambiario Semanal – Continúa el drenaje de divisas y se acelera el crawling peg

Novedades Cambiarias de la Semana

El 2023 muestra el peor arranque del año para el BCRA y se aleja de la meta de Reservas

En la última semana el BCRA se desprendió de USD 470 M en el MULC, hilando ya cinco semanas consecutivos con un saldo vendedor neto. Más de un 60% de las ventas se explicaron por la intervención del miércoles, día en el que impactaron pagos anticipados por importaciones de GNL según fuentes oficiales (si bien generarán un ahorro respecto al año pasado, comenzarán a impactar en estos meses). Luego de cerrar enero con ventas por USD 192 M y acumular un saldo negativo por USD 918 M en febrero, las ventas netas de divisas del BCRA alcanzaron los USD 1.110 M en lo que va de 2023, mostrando el peor arranque del año (primeras 35 ruedas) desde que se tiene registro (2003).

Tal y como mencionamos en informes anteriores, buena parte de dicho saldo encuentra su explicación en la baja liquidación del agro: en lo que va de febrero promedia una liquidación diaria de USD 33 M, apenas un cuarto lo evidenciado durante el mismo mes de 2022 (USD 132 M). Esta dinámica no sólo se explica por factores estacionales (febrero suele ser el mes donde la liquidación toca su piso durante el año), sino que también influyen el impacto negativo de la sequía sobre la cosecha de trigo, los adelantos en las ventas de soja en diciembre y el incentivo del sector a retener a la espera de una nueva edición del “dólar soja”.

Como resultado, las reservas netas bajo la metodología del FMI muestran una caída superior a los USD 4.800 M en lo que va del año, y estimamos que el BCRA debería comprar cerca de USD 3.000 M hasta el 31 de marzo para poder cumplir la meta del 1T (USD 7.800 M). Dada la dinámica actual, sostenemos que no sólo crecen las chances de implementar un próximo “dólar soja 3.0” junto con otras medidas complementarias (REPO), sino que también vemos probable que el Gobierno busque una flexibilización en la meta de Reservas bajo el argumento de “el costo de la guerra” en 2022 y/o las dificultades que plantea el impacto de la sequía y la ralentización del crecimiento mundial.

El Tesoro superó el primer test luego del comunicado de la oposición

En la primera licitación de febrero el Tesoro continuó acumulando financiamiento neto: captó fondos por más de $416.000 M frente a vencimientos en torno a $300.000 M. De tal manera, alcanzó un rollover del 137% en la primera mitad del mes, un resultado sin dudas positivo teniendo en cuenta que era la primera licitación luego del comunicado de Juntos por el Cambio alertando sobre la dinámica que viene adquiriendo la deuda pública.

Sin embargo, no hay que perder de vista que dicho resultado se obtuvo a costa de convalidar mayores rendimientos y un plazo de colocación que es aún más acotado a lo visto en meses previos. Excluyendo los bonos que integran encajes bancarios, 6 de cada 10 pesos captados corresponden a una LECER con vencimiento en junio y que, pese a la aceleración de la inflación en enero, fue adjudicada a una tasa real del 5,24% TNA (mayor a la del mercado secundario y a la de la última licitación). A su vez, el 30% colocado se explicó por una LEDE con vencimiento en mayo, que mostró una TEA del 118%, cuando en la licitación previa se adjudicó a una TEA del 112,5%. En cuanto a plazos, excluyendo los bonos con vencimientos en 2027 (integran encajes bancarios), el Tesoro colocó deuda a un plazo promedio de 3,3 meses, cuando entre noviembre y enero lo hizo a una ventana de 4 meses. La próxima licitación será el 24 de febrero, cuando vencen más de $ 270 M.

Pese a la aceleración de la inflación, el BCRA decidió mantener el nivel de la tasa

El IPC Nacional INDEC trepó 6,0% mensual en enero, acelerándose 0,9 p.p. respecto al registro de diciembre (5,1%). Pese al recalentamiento de los precios, el Directorio del BCRA mantuvo sin cambios la tasa de política monetaria, bajo el argumento de que las tasas “continúan en terreno positivo en términos reales, lo cual garantiza la protección del ahorro en pesos y contribuye a mantener ancladas las expectativas cambiarias, favoreciendo el proceso de desinflación”.

En cuanto a febrero, el IPC GBA Ecolatina mostró un crecimiento del 6,1% entre la primera quincena y el mismo periodo de enero, dando cuenta que el rebote inflacionario de enero se estaría consolidando. En este sentido, el crecimiento del IPC Núcleo en 2 p.p. (+7,3%) le estaría restando un argumento a la autoridad monetaria para seguir manteniendo la TPM en estos niveles (6,3% de TEM mensual) si busca un colchón de tasa real positiva más robusto. Hacia adelante, en caso de que la inflación persista en estos niveles, y de cara a los desafíos que aparecen en el frente cambiario-financiero, no descartamos que la autoridad monetaria pueda volver a instrumentar alzas para minimizar los riesgos de estrés cambiario y/o en el mercado de la deuda en pesos durante los próximos meses.

Se acelera el crawling peg ante las mayores presiones inflacionarias

Con la confirmación del dato negativo de enero, y ante la tendencia inflacionaria que muestran las mediciones privadas para febrero, la autoridad monetaria decidió convalidar un mayor crawling peg en la última semana: la TEM diaria promedió un 6,2%, cuando en la semana previa promediaba un 5,9% y durante enero viajaba al 5,1%. En este sentido, mantener el deslizamiento cambiario en línea con las expectativas inflacionarias es un indicio de que, al menos por el momento, el Gobierno no busca aplicar la tradicional receta electoral de frenar el ritmo de suba del tipo de cambio oficial. No obstante, como venimos señalando, no prevemos que se busque desandar el atraso, sino administrarlo. En consecuencia, el nivel de tipo de cambio real seguirá siendo funcional a un exceso de demanda de divisas en el mercado cambiario.

Del mismo modo, en la última semana las expectativas de devaluación del mercado se han ido ajustando al alza, desplazando hacia arriba la curva de futuros ante los mayores niveles de nominalidad. A su vez, con la inclusión de diciembre en los contratos, se evidencia como el mercado comenzó a cubrirse ante un eventual un ajuste cambiario para fines de año con la llegada de una nueva gestión. Sin embargo, como mencionamos en informes previos, el BCRA cuenta hoy en día con un amplio margen de maniobra para intervenir en el mercado de futuros en caso de que lo considere necesario.

Se achica paulatinamente la brecha cambiaria

Luego de rozar el 100% a fines de enero, la brecha cambiaria ha mostrado una tendencia decreciente en las últimas semanas, producto de la aceleración del crawling peg del dólar oficial y la estabilidad de los dólares alternativos (generada en parte por la recompra de bonos del BCRA). Tanto el dólar blue ($377) como el MEP ($357,3) y el CCL ($368,6) cerraron la semana prácticamente en los mismos niveles que el viernes pasado. Como resultado, la brecha cambiaria promedio pasó de un 93% a un 90% en las últimas 5 ruedas.

La presente es una síntesis del Monitor Cambiario, exclusivo para clientes Corporate.

 

La inflación de febrero estaría consolidando el rebote de enero

El IPC GBA Ecolatina mostró un crecimiento del 6,1% entre la primera quincena de febrero y el mismo periodo de enero, dando cuenta que el rebote inflacionario de enero se estaría consolidando. En este sentido, la categoría que más creció fue el IPC Núcleo (+7,3%), medida que, en palabras del BCRA al decidir hoy mantener la tasa de política monetaria (TPM) “refleja el comportamiento más tendencial del nivel general de precios”, al excluir precios regulados, estacionales y/o con un importante componente impositivo. Sobre esta base, la aceleración de más de 2 p.p. en esta categoría le estaría restando un argumento a la autoridad monetaria para seguir manteniendo la TPM (6,3% de TEM mensual) en estos niveles si busca un colchón de tasa real positiva más robusto.

Por su parte, los precios Estacionales se movieron 5% (2,1 p.p por debajo de la primera quincena de enero), moderado por un menor crecimiento en Indumentaria, Verduras (aunque por encima del promedio) y algunos rubros asociados al Turismo. En tanto, los precios Regulados mostraron un menor dinamismo que el mes pasado, avanzando 3% mensual.

Entre los distintos rubros, volvió a destacarse el alza en Alimentos y bebidas (+9,2%), dado que, excluyendo a este rubro del cálculo, el IPC Ecolatina habría subido “sólo” 4,4% m/m. En línea con lo esperado, el aumento de esta división estuvo traccionado principalmente por el salto en los precios de la carne vacuna (+22,2%), tras el incremento del 40% en los precios de la hacienda en pie desde la segunda quincena de enero. De esta forma, la carne vacuna explicó casi 1.3 p.p del incremento del nivel general.

Resaltó también el aumento de Frutas (+15,8%) y Productos lácteos y huevos (+7,0%). Los productos asociados al consumo masivo lograron trepar por debajo del promedio (IPC Consumo Masivo anotó +5,3%), dando cuenta de cierto impacto del programa Precios Justos, que congela cerca de 2.000 productos y pauta en 3,2% el aumento mensual de otros casi 50.000 hasta junio inclusive.

¿Qué esperamos para el resto del año?

Hacia adelante, distintos factores seguirán presionando sobre una inercia inflacionaria difícil de desarmar en el corto plazo. Entre ellos, el impacto de la sequía sobre el precio de algunos alimentos; el traslado al consumidor del ajuste en los precios de la hacienda vacuna; la dinámica de los ajustes salariales en un año de elecciones; los incrementos pendientes en las tarifas de servicios públicos; un crawling peg cambiario más alineado con la inflación; las restricciones sobre las importaciones y tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación en medio de la transición electoral.

Como contrapeso, el amplio set de acuerdos de precios instrumentados por el Gobierno con distintos sectores productores de bienes y servicios bajo el paragua de Precios Justos -renovados y ampliados este mes hasta junio inclusive-, junto con la ausencia de shocks como los ocurridos el año pasado (guerra en Ucrania, renuncia de Martín Guzmán) que permitan mantener contenida la brecha cambiaria, podrían contribuir a moderar la inercia y las expectativas de inflación, aunque no sustancialmente.

Ahora bien, la persistencia en la escasez de divisas dificultará el cumplimiento de la parte que le toca al Gobierno en Precios Justos: garantizar un mayor acceso al MULC, por lo cual la estrategia oficial presentará riesgos en los meses que siguen. Asimismo, el Gobierno seguirá enfrentándose a la dificultad por controlar precios de alimentos frescos impactados por las inclemencias climáticas y/o la estacionalidad -como el caso de las verduras y las frutas- mientras que la recomposición de los precios de la carne vacuna seguirá su curso.

En este contexto, la meta del Gobierno de una inflación alrededor del 60% i.a. para diciembre luce sumamente desafiante, teniendo en cuenta que para lograrlo de febrero a diciembre la variación mensual del IPC debería ser en promedio de 3,8%. Sin embargo, la intención oficial ordenar la nominalidad al 60%, en un contexto de ajuste fiscal y una política monetaria contractiva, resulta mejor que intentar meramente que la inflación no se acelere. En este sentido, es valorable la coordinación desde comienzos de año, ya que de cualquier otro modo la inflación iba a superar cómodamente los tres dígitos este año.

La inflación se aceleró en enero, ¿cómo seguirá?

El IPC Nacional INDEC trepó 6,0% mensual en enero, acelerándose 0,9 p.p. respecto al registro de diciembre (5,1%). De esta forma, la variación resultó similar a la observada en septiembre y octubre (6,25% promedio), meses previos a la marcada desaceleración de noviembre. Por primera vez en cinco meses, el registro se ubicó por encima de la expectativa del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 5,6%. En la comparación interanual, la inflación ascendió a 98,8%, la medición más elevada desde octubre de 1991. Así, observamos que, tras los dos shocks de 2022, la dinámica inflacionaria se estaría estabilizando en un nivel significativamente más alto al previo.

El IPC Nucleó volvió a acelerarse (levemente) respecto al mes previo (+5,4%, 0.1 p.p. por encima de diciembre), mostrando la persistencia de una inercia elevada. La elevada inercia inflacionaria se ve reflejada en una mayor velocidad de ajuste de precios, sumado a plazos de renegociación más cortos en los contratos formales e informales, incertidumbre sobre los costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones y volatilidad de la brecha cambiaria.

Por su parte, los precios Estacionales -que fueron los que mayor dinamismo enseñaron-se incrementaron 7,9% (131,7% i.a.), donde impactaron las subas en frutas y verduras. Por último, los precios Regulados anotaron un alza del 7,1% (+93,5% i.a.), dinamismo que se explica por la incidencia de los aumentos en tarifas de gas y agua, transporte público, combustibles, prepagas y servicios de telefonía e internet.

Los rubros con mayores aumentos fueron Recreación y Cultura (+9,0%), explicado principalmente por las subas en servicios de turismo producto del inicio de la temporada alta y el incremento en el servicio de televisión por cable. Le siguió Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+7,9%), impulsada por las actualizaciones en las tarifas de servicios públicos regulados, y Comunicación (7,9%), traccionado por los aumentos de telefonía e internet. Por el contrario, las divisiones con menor variación en enero fueron Prendas de vestir y calzado (2,3%) y Educación (1,1%).

Alimentos y bebidas mostró la mayor suba en cinco meses. Luego de tres meses consecutivos creciendo por debajo del nivel general, el índice de Alimentos y Bebidas se ubicó por encima, mostrando una variación mensual de 6,8%, la más alta desde el 7,1% mensual de agosto pasado. Dentro del capítulo, los rubros con mayores aumentos fueron Verduras (+19,0%) y Frutas (+11,5%), afectados por factores estacionales y efectos climáticos adversos (sequía y heladas). En particular, los alimentos que mostraron una mayor variación mensual fueron el tomate (+64,8%), la naranja (+48,9%), la manzana (+31%) y la papa (+24,7%).

En enero no impactaron en gran medida aún los grandes saltos en los precios de la hacienda desde la segunda quincena de enero (+40% desde entonces). La división Carnes y derivados creció 3,9%, mientras que el relevamiento del IPCVA indicó que la carne vacuna subió apenas 1,7% en enero. No obstante, esperamos que estas subas se vean reflejadas en el índice de febrero.

En enero se observó cierto impacto del programa Precios Justos. El IPC Consumo Masivo (compuesto principalmente por productos empaquetados de alimentos y bebidas) creció 5,2%, 0.8 p.p. por debajo del nivel general. Más aún, algunos rubros atravesados por el programa crecieron muy por debajo del índice de alimentos y bebidas: Café, té, yerba y cacao subió 3,9%; Pan y cereales, 4,4%; Aceites, grasas y manteca, 4,5%; y Leche, productos lácteos y huevos, 4,8%.

No obstante, esto no alcanzó para contener el número de enero, principalmente porque, según el informe de INDEC, en enero los precios relevados que se encuentran dentro de programas de acuerdo entre el Estado y las empresas representan sólo el 3,65% del total de precios relevados en GBA, un número apenas por encima del promedio 2016-2022.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

La nominalidad se mantendrá elevada en los próximos meses, con un 2023 que no mostraría una desaceleración significativa respecto a 2022. En principio, los primeros relevamientos de febrero dan cuenta que la aceleración inflacionaria se consolida. En el registro del mes impactará la postergada ronda de actualizaciones en las tarifas de electricidad, nuevas subas en combustibles (4%), en medicina prepaga, en telefonía, internet y cable (9,8%) y en personal de servicio doméstico (5%). Además, se espera un mayor dinamismo en el precio de la carne vacuna por las ya mencionadas subas del ganado en el Mercado Agroganadero de Cañuelas. Por el contrario, esperamos que los rubros más ligados al turismo pierdan algo de energía en tanto febrero es menos importante estacionalmente.

Hacia adelante, distintos factores seguirán presionando sobre una inercia inflacionaria difícil de desarmar en el corto plazo. Entre ellos, el impacto de la sequía sobre el precio de algunos alimentos; el traslado al consumidor del ajuste en los precios de la hacienda vacuna; la dinámica de los ajustes salariales en un año de elecciones; los incrementos pendientes en las tarifas de servicios públicos; un crawling peg cambiario más alineado con la inflación; las restricciones sobre las importaciones y tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación en medio de la transición electoral.

Como contrapeso, el amplio set de acuerdos de precios instrumentados por el Gobierno con distintos sectores productores de bienes y servicios bajo el paragua de Precios Justos -renovados y ampliados este mes hasta junio inclusive-, junto con la ausencia de shocks como los ocurridos el año pasado (guerra en Ucrania, renuncia de Martín Guzmán) que permitan mantener contenida la brecha cambiaria, podrían contribuir a moderar la inercia y las expectativas de inflación, aunque no sustancialmente. Ahora bien, la perspectiva de una persistencia en la escasez de divisas dificultará el cumplimiento de la parte que le toca al Gobierno en Precios Justos: garantizar un mayor acceso al MULC, por lo cual la estrategia oficial presentará riesgos en los meses que siguen.

En este contexto, la meta del Gobierno de una inflación alrededor del 60% i.a. para diciembre luce sumamente desafiante, teniendo en cuenta que para lograrlo de febrero a diciembre la variación mensual del IPC debería ser en promedio de 3,8%. Sin embargo, la intención oficial ordenar la nominalidad al 60%, en un contexto de ajuste fiscal y una política monetaria contractiva, resulta mejor que intentar meramente que la inflación no se acelere. En este sentido, es valorable la coordinación desde comienzos de año, ya que de cualquier otro modo la inflación iba a superar cómodamente los tres dígitos este año.

La renovación del Senado en 2023 no daría quórum

Uno de los aspectos más relevantes a observar del proceso electoral 2023 en argentina es si esta elección logrará desempatar un sistema político que ciertamente se muestra bloqueado por la paridad de fuerzas entre las dos principales coaliciones. El Senado es uno de esos lugares institucionales de toma de decisión que muestra donde se ve reflejada esa paridad, y que se logra sortear porque el oficialismo (35 senadores) cuenta con el apoyo circunstancial de senadores de fuerzas provinciales que logran desempatar el asunto. Lo cierto es que el Senado renovará un tercio de sus bancas este año, pero de un análisis de los escenarios en las 8 provincias donde se renovarán bancas, surge que no será fácil que la elección 2023 logre desempatar el asunto y entregarle a alguna fuerza el quórum para tener la llave de funcionamiento de la cámara alta.

Las dos principales fuerzas políticas ponen en juego 11 bancas cada una, mientras que hay dos bancas pertenecientes a legisladores de fuerzas provinciales que también se ponen bajo disputa. Esas 24 bancas muy probablemente se repartan en casi su totalidad entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, con la posibilidad de que el Frente Renovador de Misiones (fuerza provincial que se ha mantenido aliada del oficialismo pero que ante un cambio de gobierno podría mostrarse dispuesta a negociar leyes a cambio de beneficios), se lleve las dos bancas por la mayoría en su provincia, donde se encamina a retener el poder.

Hay algunas bancas que permanecen bajo disputa, porque no está claro quién se impondrá finalmente en la elección en octubre en esas provincias. Hoy proyectamos que las dos principales fuerzas tendrían 9 bancas aseguradas, y se disputan otras 4 bancas. Dependiendo del resultado de esa disputa, es que quedará configurada la relación de fuerza en la cámara, por lo menos en los términos que hoy están organizados.

El Frente de Todos tiene una ventaja, ya que pone las mismas 11 bancas en juego que Juntos por el Cambio, pero tiene 2 bancas más. Ello le ofrece mejores chances para lograr alcanzar el quórum. Juntos por el Cambio debería lograr 15 de las 24 bancas bajo disputa para alcanzar el número mágico: 37 bancas para el quórum. Ello significa que necesitaría ganar en 7 de las 8 provincias donde se ponen bancas de senadores en juego.

La importancia de los realineamientos posteriores a la elección

Pero la configuración final de poder en el Senado no se terminará de producir sino hacia comienzos de 2024 cuando, sabido quien detenta el poder, los senadores provinciales evalúen su mejor estrategia para aprovechar la necesidad del oficialismo emergente de sancionar leyes. Aun siendo que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio pudieran no alcanzar el quórum, de mantenerse a menos de 4 bancas de ese objetivo, posiblemente haya senadores de fuerzas provinciales dispuestos a negociar la sanción de leyes.

De hecho, Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro) y Alejandra Vigo (Hacemos por Córdoba) seguirán en sus bancas y junto a las dos bancas que pudieran ganar el Frente Renovador de Misiones, habría 4 votos con predisposición de negociar la sanción de leyes con el oficialismo que salga elegido.

De modo que, si bien ninguna de las dos principales fuerzas tendría quórum, ello no impediría que el Senado funcione, como lo está haciendo ahora, donde el oficialismo no tiene demasiados inconvenientes para sacar leyes de ese recinto. El problema hoy para el oficialismo ocurre en Diputados, donde sí hay inconvenientes para construir la mayoría necesaria para sacar leyes, ya que entre los bloques minoritarios el oficialismo no logra juntar los votos necesarios para aprobar las iniciativas.

La presente es una síntesis del Panorama Legislativo, exclusivo para clientes Corporate.

Administrando tensiones cambiarias: un zoom al MULC en 2022 y lo que viene en 2023

Pese a contar con un nivel de exportaciones récord, en 2022 el Gobierno se vio obligado a intensificar su control sobre el mercado cambiario para evitar a toda costa un salto discreto del tipo de cambio y, a la vez, cumplir con la meta de acumulación de reservas acordada con el FMI.

Las medidas implementadas a lo largo del año buscaron influir tanto en la demanda como en la oferta de divisas bajo el paraguas de un esquema que podría resumirse en tres palabras: “garrote” (restricciones a las importaciones y al resto de la demanda), “zanahorias” (“dólar soja” 1 y 2) y “conejos” (llegada de USD por la Cuenta Financiera).

¿Alcanzará con implementar la misma estrategia en 2023? ¿de qué factores dependerá su sostenibilidad?

La gestión de la política cambiaria en 2022: “garrote”, “zanahorias” y “conejos”

La dinámica cambiaria a lo largo del 2022 fue un fiel reflejo de la política económica implementada en cada momento del año. A principios de 2022, enero y febrero funcionaron como una continuación de las tensiones cambiarias que se habían evidenciado en el último bimestre del 2021 producto de la incertidumbre en torno a la renegociación con el FMI. Como consecuencia, las brechas cambiarias se instauraron en niveles elevados y el BCRA continuó perdiendo divisas en el mercado cambiario. En marzo, el anuncio de un nuevo acuerdo con el Fondo le permitió al Gobierno ganar un poco de aire, al menos en el corto plazo: la brecha pasó del 100% al 80%, y el BCRA logró acumular divisas por USD 275 M.

Ya situados en el segundo trimestre, la dinámica cambiaria mostró resultados magros. Por un lado, durante abril y mayo la persistencia del efecto estabilizador del acuerdo con el FMI permitió que la brecha cambiaria continuara su paulatina reducción, ayudando al BCRA a frenar la sangría de divisas. Sin embargo, la compra de dólares por parte de la autoridad monetaria se situó en niveles relativamente bajos pese al inicio de la cosecha gruesa. Frente a este panorama, y ante la ausencia de fondos frescos provenientes del resto de los Organismos Internacionales (OFI), el Gobierno acordó con el FMI una reducción de la meta de reservas para el 2do trimestre, y paralelamente impuso un virtual feriado importador en la última semana del mes que le permitió cerrar junio con compras por USD 948 M.

Julio fue un punto de inflexión en la estrategia del Gobierno frente a la crisis desatada con la renuncia del exministro Martín Guzmán: las brechas cambiarias tocaron máximos históricos (promediaron casi un 130% en julio, con un fuerte impacto en la inflación) y el BCRA vendió casi USD 1.300 M en el MULC, el peor julio desde que se tiene registro (2003).

Luego de la breve gestión de Batakis, la asunción de Massa a principios de agosto vino acompañada de un importante giro en la gestión económica gracias a la mayor “espalda política” con la que cuenta el actual ministro. Si bien continuaron vigentes las restricciones a las importaciones que se establecieron en junio (el “garrote”), Massa combinó el esquema cambiario heredado con una fuerte suba de tasas y una mayor capacidad de negociación con sectores claves que consistió en establecer un sistema basado en incentivos (“dólar soja”) cuando se intensificaban las tensiones cambiarias y se necesitaba comprar una mayor cantidad de divisas para cumplir con las metas del programa.

Concretamente, luego de vender USD 522 M en agosto, el BCRA compró USD 4.966 M en el MULC durante septiembre producto de la implementación del “dólar soja”. De tal forma, gracias a la liquidación mensual récord del agro en dicho mes (USD 8.120 M) el BCRA alcanzó el mayor nivel de compras mensuales desde que se tiene registro y sobre cumplió la meta acordada con el FMI para el 3T.

En el último tramo del año, las autoridades identificaron que la persistencia de la demanda en niveles elevados y los incentivos a retener granos que generó el “dólar soja” tensionarían la situación del mercado cambiario en el 4T, exacerbando las expectativas de devaluación y dificultando el cumplimiento de la meta de reservas. En consecuencia, se tomaron una serie de medidas para contener la demanda de USD (implementación de SIRA en octubre, mayor porcentaje de productos con LNA, “dólar Qatar”, etc.) y se gestionaron negociaciones con el resto de los OFI para obtener un mayor financiamiento neto. Como resultado, los pagos de importaciones mostraron una clara reducción en el último trimestre (pasaron de promediar casi USD 6.400 M entre abril y septiembre a menos de USD 4.900 M) y los OFI (excluyendo al FMI) aportaron casi USD 1.300 M netos, cuando hasta septiembre su aporte neto había sido negativo por casi USD 800 M.

Sin embargo, no bastaba con el esquema de “garrote” y “conejos” para cumplir con la meta de reservas y desactivar las expectativas de devaluación. Por ello, se volvió a recurrir a las “zanahorias” al instrumentar una segunda edición del “dólar soja” en diciembre, con el fin de incentivar nuevamente las ventas del agro. Si bien la liquidación fue claramente inferior a la de septiembre producto de la menor disponibilidad de granos (USD 3.700 M contra USD 8.100 M), el BCRA alcanzó el segundo mejor diciembre desde que se tiene registro en sus intervenciones en el MULC (compró casi UDS 2.000 M).

El Balance Cambiario en 2022: oferta récord y demanda contenida

En este contexto, el resultado del BCRA en el MULC en 2022 fue superavitario por USD 5.824 M. Si bien ya conocemos la dinámica de la intervención del BCRA en el MULC a lo largo del año, las estadísticas publicadas nos permiten hacer un análisis más minucioso sobre las principales partidas que compusieron tanto la oferta como la demanda de divisas en el MULC durante 2022.

Por el lado de la oferta, 8 de cada 10 dólares que ingresaron al MULC correspondieron al cobro por exportaciones de bienes, dónde más de la mitad se explica por unas ventas del agro que se vieron beneficiadas por los elevados precios internacionales (alcanzaron un récord histórico al superar los USD 47.000 M). A su vez, los cobros por exportaciones del resto de los sectores también mostraron un destacado incremento de USD 8.000 millones contra 2021.

En cuanto a la demanda de divisas, más del 62% de los dólares que salieron por el MULC se explicaron por los pagos por importaciones de bienes, donde las compras de energía establecieron un nuevo récord, superando los USD 13.500 M (tanto por mayores precios -por la guerra- como por mayores cantidades) y las importaciones no energéticas apenas superaron su nivel de 2021 producto de las restricciones (tocaron su techo en abril-mayo). Con relación al resto de la demanda, se destaca que el 16% se explicó por el pago de servicios (influyó el encarecimiento de los fletes y las salidas por turismo) y el 10% a la cancelación de deudas del sector privado.

Un punto para destacar es que la deuda comercial fue uno de los principales aliados del Gobierno en materia cambiaria durante 2022. Por un lado, las restricciones cambiarias impuestas en los distintos momentos del año limitaron los pagos anticipados de importaciones (representaron menos de un 8% de los pagos cuando generalmente explican más del 14%) y generaron un incremento en la deuda comercial vinculada a las importaciones de bienes: estimamos que aumentó cerca de USD 10.000 M en 2022. Por otro lado, como contrapartida de las 2 ediciones del “dólar soja”, también se evidenció un incremento de la deuda comercial vinculada a las exportaciones de bienes: los cobros anticipados y sus prefinanciaciones totalizaron USD 7.200 M en septiembre (56% de los cobros del mes) y USD 2.500 M en diciembre (32% de los cobros del mes).

Con todo, las reservas internacionales se incrementaron USD 4.934 M en 2022. Además del saldo del BCRA en el MULC, también influyeron las operaciones en moneda extranjera del Tesoro, que arrojaron un saldo positivo por USD 1.702 M. Estas se operan por fuera del MULC y contienen tanto los flujos con acreedores privados como con OFI, dentro de los que se destacó el financiamiento neto con el FMI comprendido en el programa por cerca de USD 4.400 M.

Una merma en la oferta de USD complica el panorama cambiario para 2023

Como hemos mencionado en informes previos, existe un claro contraste en el panorama cambiario de 2023 con relación al año previo: el impacto negativo de la sequía sobre la principal fuente de divisas de la economía tensionará aún más los trade-off a los que se enfrenta el Gobierno en el “frente de los Dólares”.

Si el objetivo principal es evitar a toda costa un salto discreto del tipo de cambio y, a la vez, acumular reservas, lo más probable es que las importaciones y la demanda de divisas sean la variable de ajuste. En este punto será clave la puesta en marcha del gasoducto antes de la temporada invernal y la dinámica que adopten los precios internacionales del gas, el petróleo y la energía (la licitación de los 30 buques a principios de febrero ya dio una señal de que nos beneficiaríamos de una baja en el precio internacional del GNL), dado que mientras más elevadas sean las importaciones energéticas, mayor castigo recaerá sobre el resto de las importaciones, con sus respectivos costos en materia de actividad.

En este marco, si las autoridades pretenden cumplir con la meta acordada con el FMI (+USD 4.800 M de reservas netas bajo su metodología), el saldo del BCRA en el MULC deberá ser incluso mayor al de 2022, dado que el Tesoro Nacional deberá cancelar deuda con el FMI (el financiamiento neto con organismo será negativo por primera vez desde 2018) y con acreedores privados por casi USD 4.800 M en 2023.

En tal sentido, en paralelo a los esfuerzos por mantener acotada la demanda de divisas, se deberá continuar buscando caminos para obtener mayores recursos vía Cuenta Financiera (financiamiento neto de OFI, inversiones desde China, 5G, etc.) y esquemas que fomenten la liquidación del agro (“dólar soja 3.0”, baja temporal de retenciones, etc.), en un marco en el que continuarán los incentivos perversos que promueven una brecha cambiaria elevada y la expectativa de un ajuste en el tipo de cambio ante un eventual cambia de gestión.

No obstante, estimamos que lo más probable es que el Gobierno intente negociar una flexibilización en la meta de reservas en algún momento del año, bajo el argumento de “el costo de la guerra” en 2022 y/o las dificultades que plantea el actual escenario frente al impacto de la sequía y la ralentización del crecimiento mundial.

En conclusión, la continuidad y la sostenibilidad de la estrategia cambiaria planteada por el Gobierno de cara a 2023 dependerá de la conjunción de varios elementos, algunos de los cuales estarán fuera de su control directo:

1) La gravedad del impacto de la sequía sobre los volúmenes finales de exportación;

2) La evolución de los precios internacionales de los commodities, la energía y los fletes;

3) La dinámica de una economía mundial que desacelera;

4) La puesta en marcha del gasoducto Néstor Kirchner en tiempo y forma para reducir las importaciones energéticas;

5) La posibilidad de seguir acumulando crédito comercial para no castigar a la actividad económica al restringir los pagos a las importaciones;

6) La volatilidad de la brecha cambiaria y las expectativas de devaluación asociadas a las elecciones;

7) Los incentivos que encuentre el Gobierno para fomentar la liquidación de divisas del agro; y

8) La capacidad para conseguir nuevos fondos por el lado de la Cuenta Financiera.

Monitor Cambiario Semanal – Se aleja el cumplimiento de la meta de reservas

Claves de la semana cambiaria

  • El BCRA sigue perdiendo reservas, con una liquidación del agro por el piso. En la semana, la autoridad monetaria hilvanó 13 ruedas en rojo y totalizó ventas netas en el MULC por USD 285 M, acumulando en febrero un rojo de USD 435 M (vs +USD 8 M en 2022) y USD 625 M en lo que va de 2023 (vs -USD 130 M el año pasado). Como venimos anticipando, los antecedentes muestran que el panorama cambiario en febrero suele ser más desafiante que en enero: en 15 de los últimos 20 años el saldo neto del BCRA en el MULC fue peor en febrero que en enero. Sumado a esto, la marcada caída en la cosecha de trigo, los adelantos en las ventas de soja en diciembre y el incentivo del sector a retener a la espera de una nueva edición del “dólar soja” inducen un desplome en la liquidación del agro tras el peor enero desde 2006: en lo que va de febrero el promedio diario de ventas asciende a apenas USD 30 M vs los USD 140 M del mismo lapso de 2022 (-80%). Así, febrero se perfila para mostrar la mayor venta histórica de reservas para este mes y crecen las chances de un próximo “dólar soja 3.0” para cumplir con la meta de reservas del 1T.

•Se acelera la inflación, ¿se tocan las tasas? El próximo martes INDEC dará a conocer la variación del IPC Nacional de enero, el cual, a juzgar por nuestra medición y las proyecciones del mercado, habría enseñado una aceleración respecto a diciembre, la cual se sostendría en febrero. Entendemos que frente al costo cuasifiscal implícito y al “colchón” de tasa real positiva que ha venido manteniendo, el BCRA decidirá mantener inalterada la tasa de interés de política económica (+6,3% m/m de TEM). No obstante, de persistir la inflación en estos niveles, y frente a los desafíos que enfrentará el frente cambiario y financiero en los próximos meses, no descartamos que la autoridad monetaria pueda volver a instrumentar alzas a fin de mantener la prudencia monetaria para minimizar los riesgos de estrés cambiario y/o en el mercado de la deuda en pesos.

•Brecha contenida por segunda semana. Luego de la volatilidad evidenciada durante enero, los dólares financieros mostraron una relativa calma en lo que va de febrero. En la semana, el CCL fue el dólar paralelo con mayor dinamismo, cerrando este viernes en torno a los $370 (+1,7%). El MEP, por su parte, disminuyó 0,8% en la semana a $354, mientras que el blue bajó 0,3% a $377. De esta forma, la brecha promedio con los tres dólares concluyó la semana en 92,7%, por debajo del 95% del viernes pasado y el 99% del último viernes de enero.

El BCRA volvió a acelerar la devaluación. En línea con la aceleración inflacionaria que se habría registrado durante enero y sostenido los primeros días de febrero, la autoridad monetaria convalidó un crawling peg cambiario del 5,9% de TEM, superando el 5,6% de la semana previa y el 5,1% promedio de enero. Esta sería una señal que confirmaría que, al menos por el momento, el Gobierno no busca aplicar la tradicional receta de años electorales de frenar el ritmo de suba del tipo de cambio oficial. El equipo económico es consciente que evitar una profundización del atraso cambiario es condición necesaria para reducir las chances de una mayor pérdida de competitividad externa, apoyar una reducción en la brecha cambiaria y promover una mejora en la acumulación de reservas. No obstante, como venimos señalando no prevemos que se busque desandar el atraso, sino administrarlo. En este sentido, el nivel de tipo de cambio real seguirá siendo funcional a un exceso de demanda de divisas en el mercado cambiario.

La presente es una síntesis del Monitor Cambiario, exclusivo para clientes Corporate.

La inflación no se desinfla y podría desinflar la candidatura de Sergio Massa

Si algo queda claro cuando uno mira la posibilidad que Sergio Massa sea el candidato del oficialismo en la elección presidencial, es que para el ministro de economía, esa condición hoy depende más que nada de la evolución de la inflación. Al punto que uno podría llegar a decir que el IPC para Massa es el “Índice de Probabilidad de Candidatura”: si el IPC (precios) baja el IPC (candidatura) sube. 

Pero en relación a la posibilidad de que Massa sea el candidato presidencial del Frente de Todos, estas últimas semanas ocurrió algo ligeramente distinto a lo que venía sucediendo desde que había asumido en la cartera económica: le comunicó a varios interlocutores (varios gobernadores entre ellos), que no sería candidato. Casi como si quisiera enfatizar ese mensaje en este momento. ¿Por qué? 

Quizá la respuesta está en el IPC (precios), no solo en el que viene sucediendo sino en el que sucederá en los próximos meses que ha desinflado un poco la posibilidad de que suba el IPC (candidatura). En un intento de domar las expectativas, Sergio Massa había prometido que en abril la inflación comenzaría con un 3. Dándole el mayor margen posible a su pronóstico, el peor escenario posible para ello sería una inflación de 3,9% en el cuarto mes del año. Sin embargo, ese pronóstico parece cada vez más difícil de cumplir:

 o En diciembre, el IPC mostró una ligera aceleración en relación al dato de noviembre, y los pronósticos de enero parecen anticipar que el primer mes del año electoral mostrará esa misma dinámica (el IPC GBA Ecolatina registró una inflación del 6,4% en enero).

o El Registro de Expectativas del Mercado (REM), que elabora el Banco Central, proyectó en enero para abril una mediana de pronósticos de 5,8% para el dato de inflación de ese mes. Casi 2 puntos por encima del pronóstico más pesimista de Massa (3,9%).

Si ese pronóstico se incumple (ese fue el brete en el que se metió Massa), será difícil, no solo que el oficialismo recupere competitividad electoral de manera consistente, sino que Massa pueda generar la expectativa ante la gente de que pueda tener éxito en el futuro en resolver lo que es la principal preocupación ciudadana. 

Es por ello que el pequeño retroceso en la desinflación que se está verificando en los registros del IPC (precios) pueden estar desinflando los registros del IPC (candidatura). Sobre todo porque si la desinflación de precios no ocurre, será difícil que ocurra la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, la llave para impulsar el consumo y la percepción de mejora de la situación económica de la gente.

Los salarios sufrieron el segundo semestre del 2022. El RIPTE, es decir la remuneración promedio sujeta a aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino que informa el Ministerio de Trabajo, observó durante todo el segundo semestre del 2022 un retroceso en términos reales, en relación a la velocidad de los precios. Recién en diciembre se dio una recuperación que no llegó a compensar la pérdida del semestre. 

De modo que será difícil que los salarios se recuperen si no se verifica una desinflación de los precios. Y si ello no ocurre, será difícil ver al oficialismo recuperando competitividad electoral para la pelea 2023.

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Enero trajo un cierto alivio en el “Frente de los Pesos”

Luego de despejar el panorama de vencimientos en pesos para el 1T con un canje a principios de año, el Tesoro alcanzó un rollover del 148% en enero, acumulando un colchón de financiamiento neto de cara a los próximos meses. Si bien se evidencia una reducción con respecto al rollover de diciembre o al del 3T de 2022, la tasa se sitúa por encima del nivel necesario para cerrar el programa financiero en 2023 (130%).

Concretamente, frente a vencimientos de casi $460.000 millones, el Tesoro colocó deuda en pesos por poco menos de $680.000 millones. De este modo, el financiamiento neto rozó los $220.000 millones. Dado que enero es en un mes en el cual la estacionalidad del gasto público juega a favor del fisco, lo más probable es que el financiamiento captado conforme un colchón para hacer frente a los vencimientos de los próximos meses.

En cuanto a la estrategia implementada, la desaceleración en la inflación a fines de 2022, la reducción de las expectativas de devaluación y el rendimiento real de las tasas de interés le permitieron al Tesoro cubrir la mayor parte de los vencimientos con títulos públicos no indexados: 8 de cada 10 pesos captados en las licitaciones de enero correspondieron a instrumentos a tasa fija.

Este punto no es menor, dado que meses atrás el mercado se mostraba reticente a suscribir este tipo de instrumentos, considerando pertinente contar una mayor cobertura inflacionaria o cambiaria frente a la posibilidad de eventos cambiarios disruptivos o una nueva aceleración en el ritmo de crecimiento de los precios. Esta tendencia se acentuó en la última licitación, donde pese a no haber convalidado mayores rendimientos (la TEA para la LEDE con vencimiento en mayo se ubicó en 112,5%, similar a la última licitación) casi la totalidad de los fondos correspondieron a instrumentos a tasa fija.

Sin embargo, los plazos de colocación aún resultan muy acotados, dado que los temores sobre el futuro incierto de la deuda en pesos no le permiten al Tesoro colocar deuda más allá del periodo electoral. En números, el plazo promedio ponderado de las licitaciones de enero (excluyendo bonos que integran encajes bancarios con vencimientos en 2027) apenas superó los 4 meses, es decir, un horizonte temporal similar a las colocaciones de noviembre y diciembre.

De cara a los próximos meses, estimamos que el promedio de $600.000 millones de vencimientos mensuales entre febrero y marzo es una cifra manejable para el Tesoro en caso de mantener la estrategia actual, siempre y cuando no aparezcan episodios de estrés.

Ahora bien, distinta es la historia a partir de abril. Entre el segundo y el tercer trimestre del año el promedio mensual de vencimientos se ubica en torno a $2 billones. Frente a unos elevados vencimientos y dada la imposibilidad del BCRA de participar en las licitaciones primarias, esperamos que el Tesoro impulse nuevamente operaciones de canje a lo largo del año (el próximo quizás sea en marzo).

A su vez, resultará imprescindible que el Gobierno continúe transitando un proceso de consolidación fiscal que permita mantener acotadas las necesidades de financiamiento. No obstante, como venimos mencionando en nuestros informes, el rollover no dependerá únicamente de lo que diga o haga el Gobierno, sino que también serán claves las señales que dé la oposición en cuanto al tratamiento de la deuda soberana ante un eventual cambio de gestión.

En este contexto, tendrá una considerable importancia el fino equilibrio de intereses que deberá administrar el Gobierno para que los bancos sigan jugando a su favor en las licitaciones de deuda en pesos. Esto quedó evidenciado en la “novela de los pases” que transcurrió a fines del último mes: el lunes 20 de enero, el BCRA decidió incrementar la tasa de pases pasivos para los FCI, que treparon del 75% al 95% de la tasa de pases pasivos (a 1 día) con los bancos. ¿Qué buscaba el BCRA con esta medida? La decisión se enmarcaba en la actual estrategia de la autoridad monetaria para contener la suba de los dólares financieros. Sin embargo, las repercusiones negativas que esta decisión trajo aparejadas para el resto de las entidades financieras (la suba de rendimientos situó a la tasa de pases para los FCI por encima de las alternativas que les ofrecen los bancos, perjudicando su intermediación financiera y rentabilidad) y la posibilidad de poner en riesgo las colocaciones de deuda del Tesoro motivaron a la autoridad monetaria no sólo a dar marcha atrás y negociar un aumento menor de la tasa (85%) luego de transcurridos apenas 3 días de la medida, sino también a habilitar a los bancos a realizar operaciones de caución bursátil.

Entonces, ¿qué nos dejan como lección los idas y vueltas de la última semana? Como ya hemos mencionado, mediante la suba de tasas el BCRA pretende mantener bien remuneradas las colocaciones de pesos a corto plazo para evitar mayores presiones sobre los dólares alternativos sin la necesidad de subir la tasa de política monetaria. Esto se debe a que una nueva suba de tasas de las LELIQ achicaría el spread con las tasas que ofrece el Tesoro con las LEDES, operando en contra del financiamiento neto que se necesita. En este contexto, podemos identificar el trade-off al que se enfrentan las autoridades del BCRA al momento de definir el nivel de la tasa de interés: contener la suba de los dólares alternativos o sostener las colocaciones del Tesoro en el mercado local en un año en el cual las fuentes de financiamiento se encuentran sumamente acotadas y el programa financiero recae excesivamente sobre la deuda en pesos.

Inicio de 2023: el IPC GBA Ecolatina se aceleró en enero

El IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires mostró un crecimiento mensual de 6,4% en enero, acelerando 2.1 p.p respecto a diciembre. De esta forma, el índice registró una variación interanual de 102%.

La mayor evolución en el nivel general se explicó principalmente por el capítulo de Alimentos y Bebidas (+6,8%), que se ubicó 3.2 p.p por encima del mes anterior y casi un punto porcentual por encima del promedio de 2022. A su interior, se destacaron los aumentos en los precios de verduras (+23,3%), frutas (+10,5%), bebidas alcohólicas (+8,4%) y fideos y pastas (+8,5%).

Por otra parte, sobresalieron los aumentos en Vivienda y servicios básicos (+9,9%) -explicado por los aumentos en servicios públicos ante una nueva ronda de actualizaciones en las tarifas de gas, agua y electricidad-; y en Transporte y comunicaciones (+7,8%), donde impactó el aumento en la tarifa de colectivos y trenes en el AMBA.

En cuanto a las categorías, enero estuvo caracterizado por una mayor incidencia de los precios Regulados y Estacionales, en un mes en el que hubo aumentos de tarifas, transporte, combustibles y medicina prepaga. Estacionales anotó 7,4% (explicado por los ya mencionados aumentos en frutas y verduras) y Regulados un 9,7%, mientras que la inflación Núcleo trepó 5,2%.

¿Qué esperamos para 2023?

El inicio de año habría comenzado con una aceleración en los precios. En adelante, a una nominalidad consolidada en niveles elevados se sumará el posible impacto de la sequía sobre los precios de alimentos (algo que parece reflejar nuestro IPC), las fuertes correcciones en los precios del ganado vistas en las últimas semanas, que se irían trasladando al precio de la carne vacuna al consumidor final, la inercia de la dinámica salarial y las restricciones sobre las importaciones.

Por otro lado, la moderación del crawling peg, -el tipo de cambio promedió un alza del 5,4% en enero, 1.3 p.p. por debajo de diciembre-, en conjunto con el amplio set de acuerdos de precios que se renovarán y ampliarán desde febrero hasta junio inclusive y de no mediar shocks como los ocurridos el año pasado que permitan mantener contenida la brecha, la inercia y las expectativas de inflación podrían moderarse en el margen. Como resultado, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada los próximos meses, con un 2023 mostrando una inflación en la zona del 90-100%.

Monitor Cambiario Semanal – Enero fue de más a menos en el “Frente de los Dólares”

El BCRA continúa vendiendo USD en el MULC

Luego de comprar casi USD 2.000 millones en diciembre gracias a la segunda edición del “dólar soja”, la dinámica de la intervención del BCRA en el MULC mostró un quiebre a mediados de enero: pasó de comprar USD 285 millones en las primeras 11 ruedas del año a vender USD 476 millones en las últimas 11 ruedas del mes. Como resultado, la autoridad monetaria cerró enero con un saldo negativo por USD 191 millones, levemente por encima de los USD 136 millones que vendió en enero del 2022. Cabe recordar que en los últimos 20 años tan sólo en 3 la autoridad monetaria arrancó con un saldo mensual vendedor en el MULC: 2014, 2015 y 2022.

De cara a un nuevo mes, los antecedentes muestran que el panorama cambiario en febrero suele ser más desafiante que en enero: en 15 de los últimos 20 años el saldo neto del BCRA en el MULC fue peor en febrero que en enero. Sumado a esto, los nuevos ingredientes que añade la coyuntura actual nos anticipan que a menos que se tomen nuevas medidas lo más probable es que la autoridad monetaria continúe desprendiéndose de divisas durante febrero. De hecho, en los primeros tres días del mes el BCRA ya lleva vendidos USD 147 millones, según fuentes del mercado. Consecuentemente, en la última semana el BCRA mostró un saldo vendedor en el MULC por USD 262 millones, levemente por encima de lo vendido en la semana previa (USD 212 millones).

La liquidación del Agro mostró su peor enero desde que se tiene registro

El adelanto en las ventas de soja en diciembre, la marcada caída en la cosecha de trigo y el incentivo del sector a retener a la espera de una nueva edición del “dólar soja” generaron una marcada caída en las liquidaciones del agro en el último mes: totalizaron apenas USD 938 millones, cuando en los últimos 10 años promediaron USD 1.780 millones y en 2022 fueron USD 2.442 millones. De esta manera, el primer mes de 2023 se sitúa como el peor enero desde 2006 a precios corrientes y como el peor enero desde que se tiene registro (2003) en caso de compararlo a precios constantes.

Con vistas a febrero, el panorama luce poco alentador, dado que la liquidación suele ser baja en el mes por cuestiones estacionales: en los últimos 12 años la liquidación del agro en febrero fue en promedio un 17% inferior a la de enero (sólo en 2014 -devaluación mediante- y 2022 superó los valores del mes previo). Hacia adelante, las lluvias que se evidenciaron en los últimos días y las pronosticadas para la próxima semana serán claves para ponerle un piso a las proyecciones de caída de los volúmenes de cosecha gruesa, la cual aparecería recién en el segundo trimestre.

Como corolario, 2023 comenzó con una marcada sangría de Reservas

Las Reservas Brutas mostraron una caída de USD 3.186 millones en enero, producto de las ventas netas en el MULC, los pagos de deuda pública en USD (tanto al FMI como a acreedores privados) y la recompra de bonos públicos en USD. A su vez, como resultado de esta dinámica, estimamos que las Reservas Netas según la métrica del programa con el Fondo mostrarían una caída cercana a los USD 3.000 millones desde fines de 2022 hasta la fecha. Esto último torna aún más desafiante el cumplimiento de la meta de Reservas para el primer trimestre (+USD 500 millones desde fines de 2022). Este panorama obligará a renovar constantemente los esfuerzos por obtener recursos por el lado de la cuenta financiera o acotar la demanda de divisas vía restricciones o desincentivos.

La brecha cambiaria se mantuvo estable la última semana

Luego de la volatilidad evidenciada en las semanas previas, los dólares financieros mostraron una relativa calma y una leve moderación en las últimas ruedas. El dólar blue mostró una brecha del 102% ($379) cuando la semana previa cerró en 107%. A su vez, la brecha entre la cotización oficial y el CCL pasó de 97% al 94% ($364), mientras que con el MEP pasó de 92% a 90% ($357).

No obstante, vale la pena aclarar que lo más probable es que la relativa calma financiera esté vinculada a la recompra de bonos en USD que está llevando adelante el Gobierno. De acuerdo con la información provista por la Tesorería General de la Nación, a fines de enero el Gobierno poseía un stock de USD 374 millones en bonos en dólares, lo que indica que ya utilizaron más de un tercio de los valores anunciados inicialmente. Si bien en algún momento pueden anunciar que el proceso de recompra superará los USD 1.000 millones, lo más probable es que FMI plantee sus críticas a esta operatoria en la próxima revisión.

La dinámica de las variables nominales mostró un quiebre a mediados de mes producto de las nuevas dudas sobre el sendero de desinflación

La moderación que mostró la inflación en noviembre y diciembre generó un cierto alivio en las expectativas sobre las variables nominales hasta mediados de mes. En esta línea, el crawling peg mostró una marcada desaceleración en los primeros días de enero (la TEM diaria promedio en los primeros días del mes se ubicaba por debajo del 5% cuando durante diciembre promedió un 6%) e incluso se comentó la posibilidad de reducir la tasa de política monetaria, posibilidad que posteriormente el BCRA descartó.

No obstante, la mayor volatilidad de los dólares financieros, el incremento en el precio de la hacienda en pie y los relevamientos privados de precios generaron nuevamente dudas sobre la posibilidad de reducir la inflación en el corto plazo. Consecuentemente, en línea con el resurgimiento de las mayores expectativas de inflación en el corto plazo, el crawling peg en la segunda mitad del mes se consolidó por encima del 5% (la TEM diaria promedió 5,25% entre el 17 y el 31 de enero). Como resultado, el tipo de cambio oficial se incrementó un 5,50% mensual punta a punta en enero.

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