2021 año electoral, ¿vuelve la bendición de los años impares?

Entre 2011 y 2018, la economía argentina creció en los años impares y la inflación se desaceleró. En sentido opuesto, la actividad se contrajo en los años pares y se aceleró la suba de precios. Por este motivo, empezó a hablarse de una “maldición de los años pares”. Sin embargo, la misma no tenía un origen místico: en los años impares, los distintos gobiernos atrasaron al tipo de cambio -a fuerza de cepo en un momento y de deuda en dólares en otro- y pospusieron ajustes tarifarios en pos de reducir la inflación y recomponer el poder adquisitivo y el consumo. Por el contrario, en los años pares -ya pasadas las elecciones- se realizaron correcciones cambiarias y tarifarias pendientes, en virtud de relajar los atrasos/desequilibrios acumulados en los años electorales.

2021 es impar y, por lo tanto, estamos otra vez en un año con elecciones. ¿Volverá entonces la bendición de los años impares? ¿la actividad se recuperará y la inflación seguirá bajando? Comparar la dinámica actual con lo que pasó en los últimos años impares, especialmente 2013 y 2015 cuando gran parte del Frente de Todos estaba en el gobierno, nos ayudará a entender qué podría advenir en los próximos meses.

Antes de empezar, hay que marcar una diferencia fundamental: la situación actual es mucho más compleja y débil que la de entonces. En consecuencia, los grados de libertad para hacer política económica expansiva, y por tanto para forzar desequilibrios, son mucho menores. Como resultado, los atrasos que se acumulen serán mucho más light que antes o, lo que es lo mismo, estarán edulcorados.

De la misma forma que en 2013 y en 2015, el mercado cambiario entró al año electoral con cepo: un férreo control a la compra de dólares que es una tentación constante para abaratar a la divisa. Sin embargo, la situación de las Reservas netas es muy diferente. Mientras que al comienzo de 2013 y 2015 las mismas superaban ampliamente los USD 10.000 millones, al momento están en la zona de USD 5.000 millones. En consecuencia, la capacidad que tiene el Banco Central para enfrentar una corrida cambiaria también es menor.

En sentido contrario, luego de los sucesivos saltos de 2018 y 2019 y de un 2020 donde el dólar oficial subió en línea con la inflación, el tipo de cambio no está atrasado al comienzo del 2021. Por lo tanto, las necesidades de una corrección por este lado son menores. No obstante, mientras haya expectativas de devaluación y presiones cambiarias, será difícil sostener la paridad oficial.

Por otro lado, la brecha cambiaria arrancó 2013 y 2015 en niveles elevados: 50% y 60%, respectivamente. Sin embargo, en la actualidad se ubica en torno al 70%, un valor que complica el normal funcionamiento del aparato productivo. Además, no afecta solo a las operaciones financieras y de ahorro, sino también a algunas operaciones comerciales, de modo que su impacto sobre la actividad económica es mayor. Una brecha más alta implica mayores presiones cambiarias, en tanto vuelve más rentable la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones. En consecuencia, las posibilidades de atrasar -con éxito- al tipo de cambio son menores que en 2013 y 2015.

En otro orden aparece la cuestión salarial. En los años impares, los gobiernos intentan apuntalar el poder adquisitivo, especialmente cerca del proceso electoral, en su búsqueda por mejorar el humor social y su intención de voto. En 2013 y 2015, este objetivo se cumplió a rajatabla: el poder adquisitivo creció 1,1% entre enero y octubre de 2013 y 4,4% en 2015 -luego, producto de las sucesivas correcciones cambiarias la mejora se atenuó, para cerrar el año con subas más moderadas-.

No obstante, es probable que este año la situación sea diferente. Por un lado, porque la dinámica del Coronavirus complica la recuperación del salario real, especialmente en un contexto donde muchas ramas de actividad producen debajo de su plena capacidad, limitando las posibilidades de convalidar aumentos salariales. Además, porque el desempleo actual es mucho más elevado que entonces, lo que atenúa las chances de recomposición. Por lo tanto, será más complejo lograr una recuperación significativa del poder adquisitivo en 2021 que en 2013 o 2015.

Más allá de esta diferencia, la masa salarial crecería este año: la mejora no vendría por el lado del salario real, sino por la cantidad de empleados. La pandemia destruyó muchos puestos de trabajo, especialmente informales, que podrían recuperarse este año, al menos parcialmente, si las restricciones operativas se relajan. Por ende, habría un impacto positivo en materia de consumo, pero más impulsado por la recuperación del empleo que por una mejora del salario real.

Por el lado fiscal, sobresale que en los años impares suele descuidarse el resultado primario, en virtud de usar al gasto público como un motor para reactivar la demanda en el corto plazo. Sin embargo, este año la situación es muy diferente.

Por un lado, porque venimos de un déficit récord en 2020 (casi 7% del PBI) forzado por la pandemia, que desplomó la recaudación del Estado Nacional, y obligó a expandir el gasto mediante algunos programas novedosos (IFE, ATP, etc.). Incrementarlo, entonces, podría tener muy malos resultados en materia inflacionaria. Por otra parte, porque la Argentina sigue (casi) sin financiamiento en el mercado, algo similar a lo que pasaba en 2013 y 2015, pero producto del mayor rojo primario, el volumen a emitir es mucho mayor. A la vez, las Reservas netas son menos de la mitad, de modo que un exceso de oferta de pesos se podría trasladar mucho más rápidamente al mercado cambiario. En este sentido, subsidiar el consumo en cuotas de algunos bienes importados -tal como hace Ahora 12 y 18- es más riesgoso en la actualidad, producto de la escasez de divisas. Por último, porque hay un acuerdo con el FMI pendiente de negociación que restringe las posibilidades de que el sector público expanda su déficit.

El resultado de estas tres dinámicas serán mayores presiones inflacionarias en 2021 que en 2013 y 2015. En primer lugar, porque la inercia es mayor: la velocidad crucero de entonces, 2,5% mensual, permitía durante ciertos meses planchar al tipo de cambio. Por el contrario, 2020 terminó con una inflación mensual del 4%, de modo que no actualizar el precio del dólar durante algunos meses atrasaría más rápidamente al tipo de cambio. Además, está pendiente el ajuste de tarifas: los subsidios económicos superaron 2,5% del PBI el año pasado (+1,0 p.p. en relación con 2019) y este ritmo de crecimiento obligará a realizar algún ajuste en la materia. Más allá de cuál sea el número y el momento de la corrección -existieron varias marchas y contramarchas-, lo cierto es que habrá una presión latente que casi no estuvo en 2013 y 2015. Por lo tanto, también habrá menores posibilidades de atrasar precios relativos este año.

En resumen, la economía se moverá en 2021 al ritmo de la política; sin embargo, lo hará con mayores condicionantes que en 2013 y 2015. La posibilidad de forzar desequilibrios será menor que en los años impares anteriores: la política también deberá moverse al ritmo de una economía que llega tan golpeada como debilitada y deberá, inevitablemente, contemplar sus limitaciones. De lo contrario, la dinámica se parecerá a un vuelo de gallina: una levantada efímera y acotada, que termina en un golpe más temprano que tarde. La bendición de los años impares parecería llegar más por el lado del viento de cola externo que por la política económica: corresponderá esperar para saber si los crecientes contagios de la segunda ola de COVID frenarán la recuperación.

Bolivia | Señales que desalientan la inversión privada

Economía

Las primeras señales económicas del gobierno de Luis Arce no son tranquilizadoras en cuanto al clima de inversión, aunque todavía se requiere más tiempo para tener una idea cabal de la orientación que tendrá el gobierno. En primer lugar, el nombramiento del resto de las autoridades económicas no ha sido ágil. Por otra parte, el gobierno derogó casi todas las medidas económicas promulgadas por el gobierno transitorio contra la crisis. Aunque varias de estas medidas no se implementaron por falta de recursos, se dejó de lado aspectos como un sistema tributario favorable a nuevas inversiones o un fondo de garantía para vivienda social con más transparencia para la administración. De igual forma, no ha existido comunicación con el sector privado, sino que se ha puesto énfasis en aprobar un impuesto a las grandes fortunas con baja recaudación, pero como una señal inadecuada a la inversión. De momento es rescatable la transferencia social a la población pobre y el proyecto para mejorar la recaudación y la formalidad.

Política

El ambiente político se encuentra centrado en las elecciones de gobernadores y alcaldes en marzo del siguiente año. El oficialismo está eligiendo candidatos para los nueve departamentos y más de 300 municipios, a la cabeza del expresidente Evo Morales, quien retornó de Argentina. Ha sido un proceso que no ha estado exento de conflicto al interior del Movimiento al Socialismo, en una pugna entre el equipo que acompañó a Morales y nuevos liderazgos. A su vez la oposición permanece fragmentada en diversos partidos y con escaso margen de acción por la multiplicidad de líderes en cada jurisdicción. De momento el aspecto legislativo que más se está trabajando en el ambiente político es la reforma a la justicia, puesto que en Bolivia las autoridades judiciales son elegidas por voto directo. Existe algún consenso entre las dos fuerzas legislativas más grandes y se espera que en los siguientes meses se avance hacia una reforma de este poder del Estado.

Brasil | Conflitos de política econômica sem solução política

Economia

Sob o prisma da construção da estabilidade macroeconômica, 2020 deveria ser um ano voltado à política fiscal. Medidas de controle de gastos se tornaram imperativas para evitar um cenário de acionamento dos cortes automáticos dos gastos públicos. O Estado brasileiro fez um esforço significativo em termos de gastos para minimizar a vulnerabilidade social e econômica causada pela pandemia. Auxílio emergencial, flexibilização das leis trabalhistas e programas de crédito minimizam os efeitos econômicos da crise de saúde pública. Para 2020, a projeção para o PIB foi elevada, de -5,6% para -4,4%, refletindo as surpresas positivas sobretudo para setores da indústria e comércio. Por ora, as pressões inflacionárias pontuais não devem provocar mudanças na política monetária no curto prazo. A Selic deve permanecer em 2% ao ano com inflação na meta em 2020 e 2021. O quadro inflacionário prospectivo será ainda mais favorável com o movimento de apreciação cambial esperado, em um cenário de consolidação fiscal. As pressões por gastos em decorrência da covid devem permanecer elevadas e a equipe econômica segue com espaço político limitado.

Política

As eleições locais eram apontadas como o principal obstáculo para o acompanhamento das reformas. O governo aguardaria o desfecho da competição eleitoral para mobilizar apoio à agenda econômica, especialmente com relação à política fiscal. O quadro político atual, contudo, segue bastante incerto. O lado positivo aparece na decisão do governo em não prorrogar o auxílio emergencial, mesmo em um cenário de não aprovação de um novo programa de transferência de renda. Por outro lado, o governo não deve conseguir aprovação o orçamento de 2021 antes da final do ano, mantendo a incerteza com relação às bases fiscais. Dito de modo mais direto: os principais conflitos no campo da político econômica não tiveram soluções políticas. As eleições municipais deixaram duas lições principais para o quadro político. Os resultados mostraram o peso dos ativos políticos no sucesso de uma candidatura. Assim, a tendência é de o presidente Bolsonaro se filiar à uma legenda tradicional em busca da reeleição. As urnas mostraram que há um maior equilíbrio entre os partidos políticos, dificultando a gestão da coalizão, especialmente diante do racha no planalto.

La inflación se desaceleró en 2020 y acumuló 36%: ¿tomando impulso para 2021?

En diciembre, la inflación mensual alcanzó el 4% según el IPC GBA Ecolatina, su valor más alto del año. De esta manera, la suba de precios rozó 36% en 2020, desacelerándose casi 15 p.p. en relación con el promedio 2018-2019. A priori, este resultado parece positivo.

Sin embargo, al mirar la trayectoria mensual las perspectivas son menos alentadoras: luego de un segundo trimestre pandémico e inéditamente bajo, con un promedio inferior al 2% mensual, este valor pasó al 2,5% mensual entre julio y septiembre para alcanzar 3,5% promedio mensual en el último trimestre del año (más de 50% anualizado). Por lo tanto, tiene sentido preguntarse cuán sostenible será la baja del 2020.

En nuestro país, las últimas aceleraciones inflacionarias coincidieron con períodos de caída del nivel de actividad. En consecuencia, hay que buscar sus razones más por el lado de oferta que de la demanda: los precios aumentan traccionados principalmente por el lado de los costos. Veamos entonces qué pasará con estos 2021.

En primer lugar, vale destacar que la inflación fue muy heterogénea durante el año pasado. Aunque el nivel general de precios aumentó 36%, este valor contiene muchas disparidades en su interior. Por caso, las tarifas de servicios públicos estuvieron congeladas durante todo el 2020, estirando a dieciocho los meses sin ajustes. En la misma línea, el Poder Ejecutivo pospuso varias actualizaciones de prepagas, combustibles y otros precios regulados. Como resultado, el IPC Regulados acumuló una suba de 16% el año pasado, ubicándose 20 p.p. por debajo del nivel general. Aunque esta dinámica perseguía un fin distributivo, alivianar la carga de aquellos consumos esenciales e inelásticos, provocó un atraso que deberá corregirse, agregando presiones a la futura suba de precios.

Siguiendo el mismo objetivo distributivo, la Secretaría de Comercio congeló los precios de varios bienes de consumo masivo durante los peores meses de la pandemia. En este sentido, resalta que el IPC Consumo Masivo, que representa un quinto del nivel general de precios, aumentó solo 21,5% el año pasado, ubicándose 15 p.p. por debajo de la inflación de 2020. De esta forma, se observa cómo el programa de Precios Máximos podría ser víctima de su propio éxito: su efectividad durante el segundo trimestre (aumentos menores al 1% mensual) forzó algunos descongelamientos en el cierre del año (+1,7% promedio mensual) que se acelerarían durante el comienzo de este año producto del atraso (frente a la suba de costos) acumulado.

En sentido contrario, el IPC Core libre, compuesto de la inflación núcleo sin acuerdos de precios, saltó 47% en 2020, triplicando la suba del IPC Regulados y duplicando la del IPC Consumo Masivo. De esta manera, queda en evidencia la dimensión del retraso en ambas canastas, atraso que, inevitablemente, sumará presiones importantes este año. Más preocupante aún, el IPC Estacionales, que representa al 10% restante del nivel general de precios se disparó 70% el año pasado, liderado por frutas (+140%) y verduras (+110%). Si parte del desfasaje de precios relativos acumulados durante 2020 se corrige, la inflación tendrá un piso elevado este año.

Sin embargo, estos no serán los únicos motores inflacionarios de 2021. Por caso, la dinámica salarial también aportará presiones en la materia. En nuestro país, las paritarias suelen desarrollarse durante el segundo trimestre de cada año. Empero, la llegada de la pandemia pospuso estas negociaciones en 2020, trasladándolas para octubre-noviembre. Asimismo, la cuarentena y el sucesivo desplome de la actividad profundizaron la pérdida de puestos de trabajo, moderando esta variable los reclamos salariales. En este marco, las actualizaciones del año pasado fueron magras y, en muchos casos, de suma fija. Por lo tanto, habrá una búsqueda de recomposición del poder adquisitivo que, posiblemente, el Poder Ejecutivo acompañará en este año electoral, en búsqueda de romper la racha negativa de tres años de caída del poder adquisitivo. Aunque estas actualizaciones no alcanzarán para revertir el deterioro acumulado desde 2018, ni siquiera lo perdido en 2020, sí alcanzarán para agregar presiones a una dinámica inflacionaria que arrancó el año en un nivel elevado (3% mensual).

Por último, falta mencionar el motor cambiario. El año pasado, el dólar oficial siguió de cerca a la inflación en la mayoría de los meses -incluso la superó en 5 p.p. en el acumulado anual-, de manera tal de no resignar competitividad, pero fijándole un piso a la suba de precios.

Esta dinámica cambiaria (crawling peg), atada a la inflación reciente, pareciera continuar al inicio del 2021. El problema de deslizar el tipo de cambio en línea a la inflación reciente es que esta última se aceleró al 3,5% mensual al cierre del año pasado, de modo que si el dólar oficial ajustara en igual cuantía le pondría un piso elevado a la suba de precios en el futuro inmediato.

Además, no está garantizado que la calma cambiaria lograda en noviembre y diciembre persista. Por un lado, porque las tensiones políticas hacia el interior del Frente de Todos y la dinámica de marchas y contramarchas respecto de algunas decisiones económicas sembraron incertidumbre, terreno fértil para que reaparezcan las presiones sobre la brecha y las Reservas.

En segunda instancia, porque una segunda ola de Coronavirus y un endurecimiento de la cuarentena volverían a golpear al resultado fiscal, forzando al Banco Central a acelerar la emisión y agravando el desequilibrio del mercado monetario, desequilibrio que en las últimas semanas tendía a normalizarse. Si el exceso de oferta de pesos se re-acentuara, posiblemente también se re-acentuaría el exceso de demanda de dólares, en esta oportunidad con el agravante de que el poder de fuego de la autoridad monetaria está mucho más debilitado que el año pasado: en 2020, las Reservas netas cayeron 65%. En consecuencia, un nuevo shock de emisión podría desembocar en un salto del tipo de cambio oficial, que acelerase aún más la suba de precios.

En síntesis, en la medida que la actividad se recupere, la inflación se acelerará este año. Durante el 2020, y motivado por la pandemia, el Poder Ejecutivo pospuso muchos ajustes de precios regulados, en su búsqueda por atenuar el efecto regresivo de la cuarentena. En igual sentido, limitó las subas en varios bienes de consumo masivo, abaratándolos en términos relativos. Estos congelamientos no se pueden estirar ad infinitum, de modo que sumarán presiones -la discusión al interior de la coalición gobernante es cuánta- a la inflación de este año. Asimismo, las actualizaciones salariales pendientes y un dólar oficial que seguiría subiendo en línea con el nivel general de precios, de mínima, agregarán tensiones en este frente. Como resultado, la inflación alcanzaría 45% (o más) este año, acelerándose casi 10 p.p. en relación con 2020.

Ecuador | FMI reduce su estimación de caída del PBI al 9,5%

Economía

A finales de noviembre Ecuador aprobó la primera revisión que hizo el FMI al avance del acuerdo vigente desde octubre. Con esta aprobación se espera que el segundo desembolso por $2.000 millones (equivalentes al 2% del PIB) se concrete en este mes. Entre 2020 y 2022, si el acuerdo continúa, Ecuador debería recibir $6.500 millones, de los cuales $4.000 millones llegarían este año. Además de los desembolsos del Fondo, en estas semanas el Ecuador ha recibido también créditos de otros multilaterales como el Banco Mundial y la CAF. Esto ha permitido que el gobierno reduzca en cerca de $1.500 millones el saldo de los atrasos que mantiene con funcionarios públicos, proveedores del Estado, la seguridad social y los gobiernos seccionales. El FMI ha revisado su proyección de variación del PIB para este año: del -11% que estimaba previamente a -9,5%. Esa proyección es cercana a la que el Banco Central publicó también en estos días (-8,9%). En CORDES creemos que la caída será de -8,2%. Pese a que en cualquier caso se trataría de una contracción inédita, el menor pesimismo frente al inicio de la pandemia se debe al repunte relativamente rápido que han mostrado varias actividades cuando se relajaron las medidas de confinamiento y al buen desempeño de algunos productos no petroleros de exportación.

Política

A la indecisión que la mayoría de los ciudadanos tiene frente a las elecciones de febrero de 2021 se suma la duda sobre cuántos candidatos finalmente habrá en la papeleta para presidente y vicepresidente. Las autoridades electorales han generado un ambiente de incertidumbre al demorar la aprobación o el rechazo definitivo de algunos candidatos. El último caso es el del empresario bananero Álvaro Noboa, que ya ha participado en cinco elecciones (en las tres primeras llegó a la segunda vuelta y perdió) y que ahora quiere volver a competir. Si bien Noboa ya no tiene la intención de votos de antes, su inclusión en la papeleta podría alterar el ambiente en la medida en que pueda restar votos a los dos candidatos que aparecen como los más opcionados para avanzar a la segunda vuelta: Guillermo Lasso (con quien Noboa comparte posiciones de derecha) y Andrés Arauz (con quien comparte el electorado populista).

La resolución de la pandemia y la dinámica política

Mas allá de la calidad de la gestión económica y sanitaria que el Gobierno pueda llegar a tener, es inexorable identificar a la pandemia del Covid-19 como una variable independiente para analizar el futuro del escenario político.

La pandemia fue y es un evento que condicionó de manera directa la economía y de manera indirecta a la política. Resulta lógico afirmar que la forma en que ésta se retire del escenario y deje de ser un factor de influencia decisivo determinará la evolución del escenario económico-político.

Si el modo en que se termina con la pandemia es mediante una vacuna, la forma y los tiempos en que se la consiga y las dosis suficientes serán críticos para poder evaluar cómo evolucionará el escenario político en el corto plazo. Por este motivo, la búsqueda de las vacunas para poder lograr niveles de inmunización de la población suficientes para dominar la situación sanitaria se ha vuelta un objetivo político crítico para el Gobierno.

Según las estimaciones del Ejecutivo, que surgen del Plan Estratégico para la Vacunación contra el Covid, se requieren unas 54 millones de dosis para aplicar a unas 24.000.000 de personas en grupos de poblaciones estratégicos. El cálculo del número de dosis necesarias surge al considerarse que el esquema consta de la aplicación de dos dosis. A su vez, se contempla una tasa de pérdida (habitual) estimada de 15%, según informa el propio Gobierno.

Si bien son estimaciones que no tienen la certeza de que las dosis estarán en tiempo y forma, las previsiones contractuales que actualmente tiene el Gobierno argentino de disponibilidad de dosis no garantizarían las dosis suficientes para atender a toda su población. Una gran parte depende de la producción de la vacuna del Instituto Gamaleya (es decir, la vacuna Sputnik V) y del desarrollo de la vacuna de AstraZeneca-Oxford. Estas son las dos vacunas con algún tipo de respaldo contractual que ostenta el Gobierno hoy en día. Como consequencia, no está garantizado que pueda tener todas las herramientas necesarias para controlar la situación sanitaria en el primer semestre del año.

En definitiva, el modo en que desaparezca la pandemia como variable de incidencia económica y política, es decir, la forma en que se pueda inmunizar a la población (con vacunas efectivas y cantidad de dosis necesarias), determinará cómo se recuperará la economía. El corolario de dicha resolución se verá reflejado en las condiciones en las que el Gobierno enfrentará el desafío electoral. Todo lo mencionado es independiente del desempeño del Gobierno en materia económica y sanitaria, desempeño que, de ser negativo, agravará sus perspectivas electorales lógicamente.

Paraguay | Desempleo del 8,2% en el tercer trimestre

Economía

La Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) publicó los datos del mercado laboral para el tercer trimestre de 2020, donde da cuenta que la población ocupada del país, que corresponde al 64,9% de la población en edad de trabajar, alcanzó 3.318.921 personas, de los cuales el 60,2% son hombres (1.997.968) y el 39,8% son mujeres (1.320.953). Destaca que, al comparar con igual trimestre de 2019, la población ocupada femenina retrocedió en 72.314 personas, mientras que la masculina se incrementó en 13.161 personas. El sector que emplea la mayor parte de la población ocupada es el terciario, con el 58,4% de la misma, lo sigue el primario (23,5%) y el secundario (18,0%).
Por su parte, la tasa de desempleo se ubicó en 8,2%, 294.697 personas, en línea con la estimación realizada por MF Economía. De estos individuos, el 41,6% son hombres (122.534) y el 58,4% son mujeres (172.163), lo cual equivale a tasas de desocupación de 5,8% y 11,5%, respectivamente. Finalmente, si se incluye la población clasificada como inactivos circunstanciales por la pandemia, la tasa de desempleo es de 10,9%.

Política

El Congreso de la República aprobó, finalmente, el Presupuesto General de la Nación para el año 2021. No obstante, pese a que el Ministerio de Hacienda presentó un proyecto austero por USD 12,1 billones, la Cámara de Senadores incluyó modificaciones que fueron aceptadas por la de Diputados, con lo cual el presupuesto sancionado asciende a USD 13,0 billones. La ampliación contempla, entre otros aspectos, contrataciones e incrementos salariales, los cuales le otorgaran mayor rigidez al gasto fiscal. En este punto hay que resaltar que, en lo que va de 2020, las remuneraciones han representado un 73% de los ingresos tributarios. Por lo anterior, Hacienda señaló que tratará de postergar la entrada en vigencia de los aumentos salariales.
Cabe destacar que estos ajustes se darán en un año electoral, ya que, el 10 de octubre de 2021, se realizarán las elecciones municipales en los 259 distritos del país. Por lo cual, los mencionados ajustes al presupuesto han generado preocupación en ciertos sectores del país, debido a que los incrementos salariales y la contratación de personal podría darse con fines de proselitismo político.

Perú | Recuperación mejor de lo esperada

La pandemia y la economía

Las cifras de fallecidos por la pandemia siguen en mínimos. De hecho, considerando el exceso de fallecidos de 2020 a nivel nacional, respecto a 2019, la tendencia continúa a la baja. Sin embargo, algunas regiones de la zona norte muestran ciertos incrementos en lo que va de diciembre. No obstante, existen algunos factores que nos llevan a pensar que una eventual segunda ola sería más débil que la primera: mayor cuidado frente al contagio, la menor cantidad de personas susceptibles (40% ya se habría infectado) y el teletrabajo.
En contraste con lo que ocurre en el plano político, la economía evoluciona mejor de lo esperado. El Producto Bruto Interno (PBI) de octubre se contrajo apenas 3.8%, impulsado principalmente por el crecimiento del sector construcción (+8.8%), el mismo que podría crecer a tasa de dos dígitos hacia fines de año, de la mano del mayor impulso de la inversión pública (nov: +26.6%). Con ello, el PBI estaría muy cerca de su nivel pre covid-19 al cierre de 2020. A pesar de esto, el empleo no evoluciona de la misma manera. Según las cifras para Lima Metropolitana, tal variable se estaría recuperando a costa de menores salarios como resultado de su precarización

Política

Luego de la declaración de vacancia del expresidente Martín Vizcarra y de la renuncia de Manuel Merino, por el fuerte rechazo popular que enfrentó, el Congreso eligió una nueva Mesa Directiva liderada por el actual presidente de transición, Francisco Sagasti. Si bien su ascenso produjo una calma momentánea, los retos que tiene por delante parecen cada vez mayores. Sobre todo, porque el Congreso no ha perdido su ímpetu populista y los conflictos sociales se han incrementado.
Recientemente el Congreso aprobó la devolución de aportes al Sistema Nacional de Pensiones, con un costo fiscal de 2.3% del PBI (aunque sería declarado improcedente por el Tribunal Constitucional); derogó la Ley de Promoción Agraria, que permitió un notable crecimiento del sector; y tiene en carpeta varios otros proyectos que pueden afectar el sistema económico, como el que busca controlar las tasas de interés. Por otro lado, ante la debilidad que muestra el gobierno, y la cercanía de las elecciones, los reclamos de distintos sectores comienzan a multiplicarse. En resumen, la situación política que enfrenta el Perú es bastante delicada.

Chile | Se ralentiza la recuperación económica

Economía

La velocidad de recuperación estaría siendo algo inferior a lo esperado. Estimamos una caída de 6,0 por ciento en el PIB de este año, con una recuperación parcial para el próximo (4,6%). Tendremos una lenta recuperación (parcial) de la inversión y el consumo, que no alcanzarán los niveles previos a la crisis. Será el sector exportador el que muestre mayor dinamismo, tanto en producción como en inversión. En términos generales, bajo dinamismo de la inversión, afectada por mucha incertidumbre político-institucional, capacidad ociosa y proyecciones débiles para la demanda futura. Mercado laboral mantendrá alto desempleo y salarios deprimidos. No se perciben riesgos inflacionarios relevantes, al menos en una perspectiva de mediano plazo, lo que permitiría al Banco Central mantener su tasa de política monetaria (TPM) en su actual nivel de 0,5 por ciento durante los próximos 2 años. En el corto plazo el tipo de cambio podría registrar alguna caída adicional, aunque en una perspectiva de mediano y largo plazo su nivel de equilibrio estaría algo por sobre su actual nivel (+/- 750 pesos por dólar).

Política

El escenario político post plebiscito para aprobar la redacción de una nueva constitución (donde ganó el apruebo con 78% de apoyo) se observa ahora algo más tranquilo, con menos violencia en las calles. El Congreso ha mostrado una tendencia hacia iniciativas populistas, mientras el gobierno, con bajo apoyo, muy poca capacidad de conducción y evidente falta de liderazgo, ha intentado contener algunas iniciativas parlamentarias El deterioro institucional se ha profundizado, en la medida que se ha avanzado a una suerte de parlamentarismo de facto, validado en forma irregular a partir de reformas transitorias a la constitución. La discusión política hoy está centrada en la elección para lo que será la convención constitucional (abril 11), sin acuerdo en temas importantes, como la inclusión de pueblos originarios con cupos especiales, o los quórums con que se definirán algunas de las etapas del proceso. La oposición, afectada por discursos que no convergen, se ha fragmentado en forma significativa, mientras en la centro-derecha, aunque también con roces y desencuentros, se observa una narrativa más parecida y mayor factibilidad de un acuerdo electoral amplio. Una conformación equilibrada de las fuerzas políticas y un buen nivel de los constituyentes, contribuiría a disminuir los altos niveles de incertidumbre que afectan seriamente el devenir de la economía.

Colombia | El PBI caería un 7% en el 2020

Economía

El día sin IVA, que promovió el Gobierno nacional en el mes de noviembre, hizo que la inflación cayera de un nivel cercano a 1.9% a 1.5% (interanual). Por lo anterior, el pronóstico de inflación de Econometría Consultores a final de año es de 1.7%, pues se asume un efecto rebote por la navidad y las vacaciones de final de año. En lo que concierne al mercado laboral, la tasa de desempleo continúa con su descenso y para el mes de octubre se ubicó en 14.7%, una recuperación rápida impulsada por el sector informal. Todo lo anterior sugiere que el crecimiento del PIB de 2020 será cercano al -7%. Así, el pronóstico de crecimiento del PIB para el 2021 de Econometría Consultores se ajusta hacia el alza, estimando un nivel del 4.0%, dada la recuperación rápida el segundo semestre del año, y la expectativa de lograr acceso a las vacunas del COVID-19 en el 2021. Por su parte, se espera que la tasa de cambio baje a niveles cercanos a US$/COP 3,200 en 2021, consistentes con un precio del petróleo de 45 USD por barril.

Política

El gobierno de Iván Duque se ha caracterizado por incrementos del salario mínimo elevados (2% en términos reales), lo que en esta coyuntura puede ser adverso. Se recomienda un incremento real cercano a 2.2% (0.5% en términos reales) o nulo. También se ha planteado la necesidad de una reforma laboral desde los centros de pensamiento incluido Econometría Consultores, sin embargo, todavía no se conoce una propuesta de reforma laboral por parte del Gobierno.
El jueves 10 de diciembre, Leonardo Villar fue elegido gerente general del Banco de la República. Lo anterior constituyó una buena noticia para los mercados financieros, dado que durante las anteriores semanas se habló de la candidatura de Alberto Carrasquilla (actual ministro de Hacienda) para ocupar este cargo, lo que representaba una amenaza para la independencia del emisor, según algunos analistas.