Las raíces de las tensiones recientes en el Frente de Todos

Desde el comienzo de este ciclo se planteó el interrogante sobre lo que realmente representaba el Frente de Todos. Una coalición que se formó para ganar la elección, pero que no atravesó un proceso de confluencia programática previa entre sus actores. Es más, parecía que se valoraba la decisión de que cada uno pueda conservar su identidad dentro de la Coalición, lo cual depositaba en el oficialismo una serie de tensiones que obedecen precisamente a esa identidad multifacética de ser el frente de “Todos”. Entre ellas, destacaba la tensión económica, por su relevancia.

Una tensión que acaba de mostrar su cara públicamente es la controversia que se dio entre Martín Guzmán y Federico Basualdo acerca del nivel de aumentos de tarifas (o del gasto en subsidios) que el programa económico puede o debe soportar. No obstante, en realidad trasunta una discusión más de fondo entre dos posturas.

Por un lado, la necesidad de promover ciertos equilibrios macroeconómicos necesarios para renegociar el acuerdo con el FMI, además de ser necesarios también para generar condiciones de crecimiento genuinas y sustentables. Por otro, la necesidad de atender ciertas demandas sociales recogidas en las urnas en 2019. La discusión entre Guzmán (recortar subsidios) y Basualdo (no aumentar tarifas), es una cara de esa discusión de fondo que no está saldada dentro de la coalición y que se demuestra de manera muy elocuente en la falta de un programa económico que pueda ser apoyado por todos los miembros de la Coalición.

Sin lugar a duda, la discusión sobre el programa económico es la discusión sobre el acuerdo con el FMI. Lo que se defina va a comprometer la política económica de los próximos 10 años. Es esa discusión la que desata las tensiones dentro de la coalición de gobierno. Sobre todo, los condicionantes que, desde el kirchnerismo, le están imponiendo a la negociación.El razonamiento de CFK es el siguiente: si el FMI le financió la campaña a Macri, que no venga a imponernos condiciones para que nosotros podamos ganar las elecciones. Es ese el punto central por el cual CFK le reclama a Guzmán una negociación que Guzmán sabe que es imposible tener con el FMI: que haya renegociación de vencimientos sin grandes condicionalidades.

Por lo pronto, los marcos de la negociación fueron definidos por la carta que los Senadores del Frente de Todos le enviaron al FMI el pasado 16 de noviembre de 2020. Allí expusieron con claridad las condiciones que se le plantean al organismo para renegociar la deuda: bajar la tasa, empezar a pagar en 2025 y plazo de amortización de la deuda en “varias décadas”. El Ministro de Economía ha logrado avanzar con la negociación siguiendo esos condicionantes planteados por los senadores de su partido. Para salvar algunas de esas condicionalidades, Guzmán vienen negociando con el FMI algunas cláusulas del acuerdo que pudieran salvar aquellos pedidos de los Senadores (o de Cristina Kirchner):

– Como el estatuto del FMI no contempla acuerdos de más de 10 años, la Argentina pide la inclusión de una cláusula en el acuerdo que específicamente determine que, de existir en el futuro una modificación de la Carta Orgánica del Fondo, se habilite la alternativa de extender el acuerdo firmado más allá de los 10 años fijados en el acuerdo original que se firme.

– Contemplar la posibilidad de que los compromisos que asuma la Argentina de devolución de los fondos puedan ser refinanciados si el país cumple con las pautas que se acuerden en el Programa de Facilidades Extendidas.

Sin embargo un nuevo desafío interno emergió con el Proyecto de Declaración que los Senadores del Frente de Todos decidieron impulsar, donde le piden al Ministro que no contemple utilizar los fondos que el organismo enviará a los países miembros como consecuencia de la pandemia (los ya famosos Derechos Especiales de Giro) para cumplir compromisos de deuda con el FMI ni con el Club de Paris: buscan que esos recursos sean utilizados para atender las necesidades “de la sociedad argentina derivados de la pandemia”. Esta iniciativa política, surgida desde el interior del propio oficialismo, choca de manera directa con la estrategia que el propio Gobierno (el ministro Guzmán con el aval de Alberto Fernández) venía llevando adelante para renegociar la deuda con los organismos internacionales.

Estos desacuerdos sobre la estrategia de negociación son derivados de desacuerdos más profundos que existen dentro del oficialismo sobre el nivel de compromisos (esfuerzos) que hay que asumir en el acuerdo con el FMI: fundamentalmente qué nivel de reducción de déficit comprometer en un acuerdo que condicionará la política económica en los próximos 10 años. Una duda que se vuelve relevante, porque serán compromisos que trascenderán la gestión de Alberto Fernández. Desacuerdos que están cruzados por la interpretación política del origen del problema. Para el sector que lidera Cristina Kirchner, la deuda con el FMI tuvo el objetivo de financiarle la campaña a Mauricio Macri, y por ello debe hacerse cargo en mayor medida el organismo que la Argentina de los costos de refinanciar y hacer pagadero el acuerdo. Interpretación que complica más la negociación, pero que deja severos interrogantes respecto de cuál es el rumbo económico que este Gobierno le quiere imprimir al país, y más intrigante aún, quién lo define.

 

El presente artículo es un extracto del Panorama Político que elabora mensualmente Synopsis Consultores para clientes de Ecolatina. 

Bolivia | Aumento de la desocupación y subocupación en el último trimestre del 2020

Economía

El Instituto Nacional de Estadística (INE) difundió los datos del mercado laboral en 2020, del cual se pueden inferir algunos aspectos que revelan la magnitud de la crisis: i) 152 mil personas sin empleo en el área urbana, de tal forma que la tasa de desempleo subió en 3,6 puntos porcentuales (pp) hasta 8,4% en el último trimestre de 2020, y la subocupación se incrementó en 8pp hasta 13,1% de la población económicamente activa; combinando ambos 21%; iii) los empleos en las empresas disminuyeron en 136 mil puestos de trabajo, que no pudo ser compensado con el alza de 95 mil personas como autoempleadas; iv) entre el tercer trimestre de 2019 y el correspondiente de 2020, el empleo en empresas privadas medianas y grandes cayó de 419 mil a 316 mil personas; y en emprendimientos familiares disminuyó de 710 mil a 535 mil personas; y, v) los puestos de trabajo en empresas formales que pagan impuestos disminuyeron de 729 mil a 517 mil entre el tercer trimestre de 2019 y el correspondiente de 2020.

Política

El 11 de abril reciente se realizó la segunda vuelta para gobernadores en cuatro de los nueve departamentos del país. Los resultados preliminares señalan que el partido oficialista a nivel nacional (Movimiento al Socialismo o MAS) habría perdido en estos departamentos. Por tanto, el MAS tiene tres de nueve departamentos (Cochabamba, Oruro y Potosí), dos de las 10 ciudades capitales (incluyendo El Alto) y 238 de los 336 municipios restantes. Es implica que en términos de apoyo departamental tendría en torno a 45% de la votación y a nivel municipal tiene apenas 18% de apoyo de todos los votos válidos. Ambos son inferiores al 55% obtenido por el presidente Arce en las elecciones nacionales. Esa diferencia se explica principalmente por la ambivalencia de La Paz y El Alto (1,1 millones en conjunto), que apoya el proyecto del MAS, pero prefiere administraciones locales distintas. También se debe al desgaste oficialista por la falta de un plan de reactivación a cuatro meses de entrar al poder.

Paraguay | Caída del 0,6% del PBI real durante 2020

Economía

El Banco Central del Paraguay publicó las estadísticas de cuentas nacionales, donde se evidencia que la caída interanual del Producto Interno Bruto real, durante 2020, fue de 0,6%, en línea con nuestra estimación (0,8%). Este resultado se explica, principalmente, por el importante crecimiento que registró el sector agrícola (9,1%), tras la favorable cosecha de soja de alrededor de 10,55 millones de toneladas. También influyó el dinamismo de la construcción (12,6%), con la ejecución de obras públicas y privadas. Contrariamente, se registró una retracción de 3,3% en el sector servicios, el más afectado por la pandemia, y de 1,8% en el rubro de electricidad y agua, ya que la escasa pluviosidad redujo el caudal hídrico del río Paraná.
En lo que respecta a la demanda interna, la contracción de 3,5% registrada por el consumo de los hogares, fue compensada, en cierta medida, por la expansión que observó el consumo del gobierno (5,2%) y la formación bruta de capital fijo (6,3%). Finalmente, las exportaciones e importaciones mostraron reducciones de 10,2% y 17,0%, respectivamente.

Política

El Presidente de la República, Mario Abdo Benítez, se dirigió nuevamente al país el 30 de marzo, después de un lapso de más de tres semanas sin hacerlo. En su alocución señaló que se ha reunido con gremios de la industria y comercio; iglesia; actores sociales y políticos, los cuales le han manifestado que la mayor preocupación de las personas son las vacunas contra la COVID-19. En este sentido, aseveró que se adquirieron 4,3 millones de vacunas a través del mecanismo COVAX y 1,0 millón de vacunas rusas, pero los cronogramas de entrega se han retrasado.
También señaló que es el único presidente de Paraguay que ha enfrentado dos intentos de juicio político, por lo cual llamó a dejar de lado los itinerarios partidistas y trabajar juntos por el país. Finalmente, presentó el informe “Paraguay ante la pandemia”, donde mostró que se fortaleció el sistema de salud pública; se ejecutaron proyectos de inversión que crearon más de 120 mil empleos; se otorgó respaldo financiero a las MIPYMES y protección social a las personas afectadas, entre otras acciones.

Recuperación global: ¿cuánto ayudará a la Argentina?

Las exportaciones de nuestro país alcanzaron su máximo histórico en 2011. De allí en adelante, no hicieron sino descender (a modo de ejemplo, el año pasado fueron un 34% inferiores a ese año, y en 2019, sin pandemia, un 22%). Coincidentemente, ese mismo año alcanzamos el pico de PBI per cápita de nuestra historia, del que actualmente nos ubicamos 20% por debajo (y 12% antes de que llegara la pandemia). Entre otras cosas, de estos números se puede desprender que, para crecer de manera sostenida, es necesario exportar más: no sólo por su impacto directo sobre la producción, sino, además, porque son la principal y casi excluyente fuente de generación de dólares genuinos, es decir, aquellos que no necesitan de repago.

La idea de mejorar las ventas es fácil de decir, pero, evidentemente, difícil de realizar. Analizando qué pasará con los volúmenes exportados en 2021, podremos precisar las proyecciones agregadas de crecimiento, tanto de corto como de mediano plazo.

El volumen de envíos al exterior depende, a nivel macroeconómico, de dos grandes factores: el precio de los productos argentinos en relación con el de sus competidores y el nivel de actividad de nuestros compradores, determinante de sus necesidades de insumos y bienes finales. El año pasado, el derrumbe de la economía mundial hundió a nuestras ventas. El PBI global se redujo en promedio 3,3%, pero la actividad de nuestros principales compradores cayó un poco más (-3,6% promedio ponderado) y nuestras ventas se achicaron 13,2% en cantidades y 15,7% en valores respecto a 2019.

En 2021, a pesar de que la pandemia continúa, el PBI mundial se recuperará, ya que muchas de las actividades productivas “aprendieron” a operar aplicando protocolos sanitarios, minimizando los contagios. Sin embargo, mientras que la debacle no fue pareja (por caso, el Producto creció más de 2% en China, pero que se contrajo 7% en Latinoamérica y la Eurozona), el rebote tampoco será homogéneo. Por este motivo, tiene sentido evaluar cómo se desempeñarán nuestros principales “clientes”, en virtud de analizar el impacto de la tracción mundial sobre nuestra demanda.

El año pasado, más del 30% de nuestras ventas se destinaron a América Latina y el Caribe. Se destaca dentro de este aglomerado el Mercosur, que representó el 18% del total agregado y, en particular, Brasil, que fue el comprador de más del 14% de nuestras exportaciones. El segundo país que más nos compró fue China, representando uno de cada diez envíos. Por otra parte, Europa nos demandó un 15% del total de exportaciones, Estados unidos cerca del 6% del total y Vietnam e India un 5% cada uno. Si consideramos que estos mismos países serán quienes más nos compren en 2021 -un supuesto bastante lógico mirando la performance de los últimos años-, deberíamos enforcarnos en ellos para analizar a qué ritmo crecerán a lo largo del año. Afortunadamente, de acuerdo con las proyecciones actuales, todos estos países se recuperarán en 2021 a una tasa promedio ponderada de 5,5%, en línea con el PBI global (+6,0%).

En segundo lugar, como cualquier decisión de compra, la demanda del resto del mundo por nuestros productos está influida por los precios. En este sentido, resulta importante analizar qué tan caros son los productos argentinos respecto a sus sustitutos foráneos. Si consideramos la relación bilateral con Estados Unidos, por ejemplo, hoy nuestros precios son 2% más competitivos que en el promedio desde la salida de la convertibilidad. Al comparar con China, esta diferencia se amplía a 19%. Sin embargo, este índice empeora significativamente al comparar con Brasil: la aguda depreciación del Real durante la pandemia (saltó 50% en relación con diciembre de 2019, con una inflación de apenas 6% en el mismo lapso) hace que la competitividad con nuestro principal socio sea casi 30% menor al promedio histórico. Por lo tanto, en la comparación multilateral, nuestros productos no están particularmente baratos en relación con nuestra historia, pero tampoco caros: es decir, cerca del promedio. Acortando el período de análisis, los resultados mejoran: en materia cambiaria, somos mucho más competitivos en la actualidad que entre 2012 y 2018.

Debido al aumento de la demanda de nuestros socios y a la competitividad de nuestros precios, esperamos que nuestras ventas se vean impulsadas este año por el lado de las cantidades. En paralelo, los precios también jugarán a nuestro favor: las commodities agrícolas se están encareciendo, incrementando el valor de nuestros cultivos y sus derivados (soja, maíz, trigo, pellets y aceite). Este segundo efecto no necesariamente generará empleo adicional, al menos de manera directa, pero sí aportará divisas. Como resultado, las exportaciones crecerán más de 15% en valores este año, recuperando prácticamente todo el terreno cedido en 2020 y aportando importantes divisas a las debilitadas arcas del Banco Central.

La entrada de dólares suele tener efectos benéficos sobre la economía: la mayor oferta abarata al tipo de cambio, mejorando usualmente el salario real. Además, la acumulación de Reservas permite suavizar las crisis y las expectativas de devaluación. Sin embargo, no todos los ingresos son iguales.

Por caso, las inversiones financieras suelen ser más volátiles, en tanto las inversiones productivas necesitan ser rentables y poder girar utilidades a sus casas matrices. En cambio, las exportaciones son divisas genuinas, ya que no necesitan de repago.

Por este motivo, el aumento de las exportaciones es algo tan deseado como festejable. Frente a la baja demanda del mercado local, reorientar las ventas al mercado exterior permite sostener la facturación e incluso aumentar la escala de producción en el mejor de los casos. En un panorama de escasez de Reservas netas como el actual, este ingreso ayuda a cancelar los vencimientos de deuda (de hecho, ya lo hizo en lo que va del año), intervenir en la cotización de los dólares paralelos y fortalecer el poder de fuego del Banco Central. La demanda mundial y el precio de los commodities serán aliados en este propósito. Para no contrarrestar estos efectos positivos, será importante que el tipo de cambio no se retrase sensiblemente, en virtud de no encarecer nuestra producción en relación con la de otros países. Aunque un dólar más barato mejora el poder de compra de los salarios (volviéndose una alternativa atractiva en años electorales), en un horizonte más largo deteriora nuestra inserción internacional y frena el crecimiento.

Actualización del Salario Mínimo, Vital y Móvil

El Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, encabezado por el Ministro de Trabajo, Claudio Moroni, resolvió en un encuentro virtual un aumento del 35% sobre el actual Salario Mínimo, Vital y Móvil (S.M.V.M.).

El aumento será en siete tramos y provocará que el ingreso mínimo hacia febrero 2022 se eleve a la cifra de $29.160 pesos. Los integrantes del Consejo, dirigentes sindicales de ambas centrales (CGT y CTA) y representantes del sector empresario acordaron el pago de un 9% en abril, 4%, 4%, 3%, 5%, 5% y un 5% final en febrero de 2022. Este acuerdo incluye una cláusula de revisión en septiembre para evaluar cómo avanzó la inflación en relación a este esquema de aumentos del salario mínimo.

Evolución del SMVM y sus impactos

En el siguiente gráfico se puede apreciar cómo evolucionará el SMVM mes a mes (de no haber una revisión que eleve las actualizaciones si la inflación supera lo proyectado):

¿Qué impactos tendrá la actualización del salario mínimo?

• Haberes jubilatorios. El nuevo SMVM determina las jubilaciones de personas que completen los 30 años de aportes: sus haberes deben ser, como mínimo, equivalentes al 82% de ese salario mínimo. Pero hoy el haber jubilatorio mínimo está por encima de esa vara, motivo por el cual no habrá un impacto en este segmento.
• Programa Potenciar Trabajo. Los montos de este programa, que depende del Ministerio de Desarrollo Social, se actualizan con el salario mínimo. El programa tiene una carga horaria de media jornada y retribuye el 50% del salario mínimo. Actualmente, otorga $ 10.800, por lo que la actualización sí impactará en este segmento.
• Becas PROGRESAR. En este programa de becas para estudiantes, el salario mínimo vital y móvil funciona como tope. El beneficiario, menor de 24 años, lo cobra si su familia gana menos de tres salarios mínimos. El tope aumentará con el incremento del salario mínimo previsto en el acuerdo.
• Trabajadores informales. El salario mínimo vital y móvil actúa como referencia para el sector informal. En sectores como el textil y el hotelero, que suelen tener remuneraciones más bajas, suelen utilizarlo como guía para sus negociaciones paritarias. La actualización impactará de forma indirecta en los trabajadores informales.
• Seguro de desempleo. En este caso, la prestación por desempleo tendrá en los próximos meses el mismo incremento porcentual que el acordado para el SMVM. Esto implica que el subsidio que hoy se paga en un rango que va de $6.000 a $10.000, pasará a uno de entre $ 8.100 y $ 13.500 pesos.

Conclusiones

El aumento previsto por este acuerdo determinará que, a principios de febrero de 2022, el monto del salario mínimo vital y móvil habrá aumentado un 72,8% con relación al nivel que registraba al comienzo del ciclo del Frente de Todos. Este nivel de actualización seguramente quedará por debajo de la inflación acumulada en los años 2020 y 2021. Incluso, de cumplirse el cada vez menos probable 29% de inflación previsto en el Presupuesto 2021, el SMVM habrá quedado rezagado del aumento de los precios al consumidor.

La revisión prevista para septiembre cobra una gran relevancia. Allí podría estar la oportunidad para que el salario mínimo no se rezague mucho más respecto al avance de la inflación, algo necesario si se contempla que durante el período 2015-2019 el SMVM perdió casi un 25% de su valor ya que en dicho período aumentó 201,9% frente a una inflación acumlada del 300%.

Colombia | Reforma tributaria y mayores pronósticos de crecimiento

Economía

El FMI actualizó su pronóstico de crecimiento económico para Colombia en 5.1% para el año 2021. Por nuestra parte, se actualizan las proyecciones de crecimiento de 4.5% hacia 4.9%. Dicha mejoría se sustenta en el esperado incremento en los precios del petróleo y en las menores restricciones de movilidad que favorecerán la recuperación del consumo. De hecho, en el mes de marzo hubo un 10% más de visitantes a centros comerciales en las principales ciudades de Colombia, en comparación con los observados en enero de 2020, según las cifras de movilidad de Google. Esto último junto con el aumento del turismo durante Semana Santa, generaron una tercera ola de contagios. No obstante, las restricciones de movilidad decretadas por el gobierno han sido bastante laxas. Por ello, no se esperaría que el mayor número de contagios tenga efecto negativo sobre el crecimiento de la economía. Finalmente, las otras proyecciones se mantienen, aunque no se descarta un alza en la inflación por el aumento observado en la tasa de cambio.

Política

La reforma tributaria presentada por el Ministro de Hacienda tiene lugar en un momento políticamente complejo, pues, ad-portas de las elecciones del 2022, los partidos políticos pueden hacer una oposición mayor a esta reforma con el fin de ganar cierto respaldo por el electorado. La reforma es ambiciosa y contempla dar continuidad al programa ingreso solidario, que sería una transferencia monetaria no condicionada complementaria a otras transferencias del gobierno. Para cubrir este gasto, la reforma tributaria incluye incrementos importantes en el IVA ampliando la base de productos con este impuesto, así como otros impuestos.
En cuanto a la pandemia, el país enfrenta una situación difícil pues los niveles de mortalidad han alcanzado los 300 casos diarios, y el programa de vacunación va a un ritmo lento. La actual crisis económica y la presión de los sectores económicos no permiten la imposición de las medidas de restricción de movilidad fuertes que se requieren.

¿Cuánto resistirá la clase media argentina?

Contra todo lo que podríamos suponer, después de un año devastador –el PBI cayó 9,9% en 2020–, la clase media argentina mantuvo el mismo tamaño que tenía en 2019. A simple vista, no tiene sentido. Especialmente cuando los datos oficiales del Indec muestran que la pobreza subió en el mismo plazo del 35,5% al 42% de la población. Sin embargo, si hurgamos en la profundidad de este fenómeno podemos encontrar un motivo para la esperanza. Algo imprescindible cuando estamos, finalmente, de cara a la adversidad.

A priori, resultaba lógico que en una estructura social donde la clase media representaba el 45% de las familias del país, un golpe tan grande la dañara.

Según el análisis oficial y público realizado por Saimo (Sociedad Argentina de Investigadores de Mercado y Opinión), prestigiosa y rigurosa entidad que agrupa a todos los investigadores de mercado del país, al segundo trimestre de 2020, que fue por lejos el peor, la clase media lograba sostener el nivel de incidencia prepandemia, lo que no quiere decir que el violento cimbronazo no la haya impactado.

Claro que lo hizo, y mucho. La empobreció, le quitó capacidad de consumo, acotó sus sueños y mutiló buena parte de sus expectativas. Los mismos datos del Indec muestran que la caída del poder adquisitivo de un hogar promedio fue del 11% el año pasado, si lo medimos en pesos. Y si lo medimos en dólares blue, fue mucho peor: -43%.

Lo que ocurre es que las clases sociales en nuestro país se definen básicamente por dos variables: el empleo y la educación. El empleo obviamente se vio afectado. La tasa de desempleo creció 2 puntos: pasó del 8,9% en el cuarto trimestre de 2019 al 11% en el cuarto trimestre de 2020. Programas sociales de emergencia como el IFE y el ATP ayudaron a que la catástrofe laboral no fuera aun peor. Pero la educación del principal sostén del hogar no se pierde en un año. Por lo tanto, habría operado como factor de amortiguación.

Pirámide Social Argentina 2020

Encontramos aquí una primera explicación del extraño suceso. Podríamos decir que, a pesar de un violento deterioro en el “flujo”, la clase media logró sostenerse gracias al “stock” acumulado en años anteriores. Perdió capacidad de consumo, mantuvo su cultura. Me resulta un tanto superficial y, sobre todo, peligroso este análisis. Estaría indicando que a la economía argentina puede caerle una especie de bomba atómica y casi que “no pasa nada”. De ningún modo es así. Basta salir a la calle para observarlo.

¿Y entonces?

Clase media no hay una sola

En primer lugar, es crítico comprender que, por un lado, la clase media está muy lejos de ser una sola. En la última década la brecha entre la clase media alta y la clase media baja se venía agrandando. El año pasado, el problema se agudizó. El total se mantiene, hacia el interior crece la fragmentación y las diferencias se consolidan.

En segundo lugar, se tiende a pensar en términos casi binarios: clase media o pobreza. Y no es así. Hay algo en el medio. Ese algo es la clase baja no pobre. Segmento muy poco visibilizado y analizado. Sus valores coinciden en buena medida con los de la clase media. Si hubiera que definir ese puente en un tuit sería: “Lo que nos une es que creemos en la dignidad del trabajo como fuente de nuestro progreso”.

Es que la clase media se define a sí misma como el grupo de la población que no es ni rico ni pobre, que no tiene chofer ni seguridad privada, que puede ocuparse de los gastos de su familia, que no depende de la asistencia estatal, que grande o chico siempre anida en su ser algún proyecto a futuro y, especialmente, que tiene que trabajar para vivir. Debajo de ese paraguas conceptual se cobijan la clase media real y la clase baja no pobre, aun siendo consciente de sus restricciones económicas y su situación laboral más precaria.

Por eso el 85% de la población se autopercibe como de clase media, aunque técnicamente muchos no lo sean. Es una comunión simbólica, un imaginario compartido, más que una igualdad que pueda expresarse en la práctica.

En abril de 2012, el investigador libanés Nassim Taleb publicó Antifrágil, libro que opera como una secuela de su gran best seller El cisne negro (2007). Su tesis resulta bastante contrafáctica: plantea que en realidad las grandes crisis, los fenómenos disruptivos que alteran el orden preexistente, no solo no son malos per se, sino que para quien sabe aprovecharlos pueden ser muy útiles. Al enfrentarse a circunstancias nuevas, límite, desconocidas, los individuos y las organizaciones deben sacar lo mejor de sí para poder superarlas, y aquellos que lo logran quedan luego en un nivel superior. Por lo tanto no habría que temerle a la adversidad como una fuente potencial de fragilidad, sino desarrollar las habilidades para ser “antifrágiles”.

“Hay cosas que se benefician de las crisis; prosperan y crecen al verse expuestas a la volatilidad, al azar, al desorden y a los estresores. No existe una palabra que designe exactamente lo contrario de lo frágil. Lo llamaré antifrágil. La ‘antifragilidad’ es más que resiliencia o robustez. Esta propiedad se encuentra detrás de todo lo que ha cambiado con el tiempo: la evolución, la cultura, las ideas, los sistemas políticos, la innovación tecnológica, el éxito económico. La ‘antifragilidad’ es un antídoto para los cisnes negros, sucesos imprevistos, irregulares y a gran escala que sorprenden y perjudican a quienes no los prevén. Todo lo que salga más beneficiado que perjudicado de sucesos aleatorios (o de ciertas crisis) será ‘antifrágil’; en caso contrario, será frágil”. Así lo definió Taleb.

Detrás de los datos

De acuerdo con el índice de nivel socioeconómico que publica Saimo –diseñado en 2004 junto con la AAM y CEIM–, la clase media tiene el mismo peso en la estructura social argentina desde 2012. En el período 2012-2020, la economía cayó 13%, la inflación acumulada fue del 1438% y la pobreza pasó del 26% de la población al actual 42%. ¿Qué nos dicen estos datos?

Lo que parecerían indicarnos es que hasta ahora la clase media estaría logrando, en términos de Taleb, ser “antifrágil”. A los golpes, y casi como una herencia genética de un país de crisis cíclicas, habría desarrollado los mecanismos para procesar las inclemencias de un contexto económico cruel sin dejar en el camino su identidad.

El año pasado, esas habilidades se vieron sometidas a su prueba más extrema. Restaurantes de alta gama haciendo delivery, boliches que se transformaban en verdulerías, casas de familia que vendían artículos de limpieza, terapias por teléfono, clases de entrenamiento por Zoom, eventos infantiles en parques y plazas. La explosión del e-commerce –su facturación creció 124% en el año– demuestra cómo muchos salieron a hacer lo que fuera para poder sobrevivir. Si todos estaban en la web, se vendería entonces en la web. No más discusión. Los ahorros que hubiera, muchos o pocos, se pusieron en juego. La clase media dejó el alma para seguir trabajando, como fuera, donde fuese. Es decir, para seguir siendo.

En cambio, parecería que la virulencia de los vaivenes económicos argentinos estuviera quebrando la resistencia de una parte de esa clase baja no pobre. Allí está la movilidad social descendente que muchos intuían íbamos a ver en la clase media. En el segundo trimestre de 2016, cuando se retomó la medición del Indec, el porcentaje de hogares pobres era del 23%; hoy es del 31,6%. Si la clase media logró mantenerse igual, es evidente que el deterioro está en ese grupo que era “antifrágil”, pero que no pudo con tanto y se volvió frágil. Los que cayeron son una parte de la clase baja que estaba cerca de la pobreza, pero que hasta ahora lograba eludirla. Un mundo signado en buena parte por la informalidad y que tiene “poco resto”. Gente que no estaba acostumbrada ni quiere depender de la asistencia. Son los grandes perdedores de la última década y, sobre todo, del año pasado.

La “antifragilidad” que demostró tener la clase media en una instancia tan límite es una señal que despierta entusiasmo aun en los aciagos tiempos que vivimos. Sus valores continúan derramando sobre aquellos que no pudieron y se volvieron frágiles. Sueñan con volver allí. Esa vocación por encontrarle la vuelta de alguna manera, ese espíritu emprendedor, esa convicción por salir adelante como sea es probablemente la reserva más valiosa que atesora esta vapuleada sociedad.

En los meses por venir volverá a ser puesta a prueba. Cargando en sus espaldas el costo de 2020, quizá sea ahora aún más difícil. Una vez más, la pregunta es: ¿qué tan “antifrágil” será la clase media argentina? De su respuesta depende en buena parte nuestro futuro.

 

La presente nota fue publicada en el diario La Nación el 26/04/2021.

Monitor Quincenal de Crisis

Acceda a nuestro Monitor Quincenal de Crisis para conocer las proyecciones por escenarios para 2021 del PBI, Consumo Privado, Inflación, Tipo de Cambio Oficial y Brecha Cambiaria.

A su vez, debido a la relevancia de la evolución de la situación sanitaria para el funcionamiento económico, encontrará un tablero de seguimiento de la vacunación contra el COVID-19 , donde se analiza dicha evolución a nivel nacional e internacional.

Haga clic en “VER INFORME” para acceder al reporte que publicamos quincenalmente. El mismo también lo podrá encontrar en Actividad-Informes Corporate. 

Chile | Mejoran las perspectivas económicas del 2021

Economía

El Banco Central de Chile, al igual que el FMI, han revisado al alza las proyecciones de actividad para el presente año. Al buen desempeño chino se agrega ahora mejores perspectivas para el crecimiento de Estados Unidos, lo que en parte se ve reflejado en la mantención de buenos precios de exportación, con récord para las últimas décadas en los Términos de Intercambio. Se espera que el endurecimiento de las restricciones sanitarias sea transitorio, hasta que el exitoso proceso de vacunación comience a mostrar resultados. Los retiros de los Fondos Previsionales junto con las transferencias directas del Estado han fortalecido la situación financiera de los hogares, registrándose mejores indicadores de morosidad en el sistema financiero respecto a los previos a la crisis. Más del 50 por ciento de los fondos antes citados se mantendrían hoy como ahorro familiar, lo que permitiría sostener la recuperación del consumo a pesar del retraso en la recuperación del mercado laboral. La variable que se observa más rezagada es la inversión, afectada por altos niveles de incertidumbre. La inflación registrará un incremento transitorio, para cerrar el año cerca del centro del rango meta, mientras el tipo de cambio fluctuaría en torno a los niveles actuales.

Política

El gobierno vuelve a registrar una importante caída en sus niveles de apoyo, en un escenario político muy líquido, sin candidatos que capturen una fracción significativa del electorado frente a las elecciones presidenciales de fin de año. La oposición muestra un alta grado de fragmentación, lo que no le ha permitido generar pactos electorales. El resultado de la elección de miembros para la convención constituyente, a realizarse la segunda semana de mayo, si las condiciones sanitarias lo permiten, será muy determinante para acotar los niveles de incertidumbre que afectan en forma relevante las decisiones de inversión. Las movilizaciones violentas han disminuido en número de eventos y masividad, con un rechazo algo más explícito del grueso del mundo político. Las iniciativas parlamentarias en temas propios del ejecutivo, como nuevos impuestos o un tercer retiro de fondos de las AFP´s, confirman una suerte de parlamentarismo de facto, que no ha sido contenido adecuadamente por el poder ejecutivo, falto de liderazgo y sin siquiera el apoyo de los partidos de su propia coalición.

Causas y consecuencias de la aceleración inflacionaria

La inflación arrancó agitada el año electoral: acumuló 13% en el primer trimestre y promedia 3,9% mensual desde octubre pasado. La relajación de las restricciones y la inflación contenida durante la cuarentena 2020, las expectativas de devaluación en un primer momento y la mayor relevancia del dólar paralelo en la importación de bienes después, además de algunas actualizaciones salariales explican esta importante aceleración.

Para dimensionar estos porcentajes, vale destacar que desde la segunda mitad de 2019 no se registraba un promedio similar. En ese entonces, explicado por la devaluación de agosto (post-PASO), la suba de precios acumuló 25,7% entre julio y diciembre, promediando 3,9% mensual. Sin embargo, su dispersión fue mayor: mientras que en la actualidad el pico fue el 4,8% de marzo, seguido del 4% de diciembre 2020 y enero, en 2019 el pico había sido de 5,9% en septiembre, seguido de un 4,3% en noviembre. De esta forma, se observa que la aceleración actual es mucho más constante y persistente que la del cierre de la gestión Cambiemos, de modo que su baja será más lenta y, también, difícil.

Sin embargo, esta no es la única diferencia. Por caso, en el segundo semestre de 2019, el capítulo alimentos y bebidas estuvo en línea con el nivel general de precios (+3,9% promedio mensual), mientras que en la actualidad se ubica 0,3 p.p. por encima de éste. Como resultado, los alimentos y bebidas avanzaron 27,8% en el último semestre (+2 p.p. respecto del 25,7% general), profundizando el impacto de la suba de precios sobre los hogares de menores ingresos.

Partiendo de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) que publicó INDEC para el período 2017-2018, podemos afirmar que la inflación tiene un carácter un poco más regresivo en la actualidad que en la segunda mitad de 2019. Mientras que entre octubre de 2020 y marzo de 2021 la suba de precios del decil más bajo acumuló 25,6%, la del decil más alto alcanzó 25,2%. En cambio, estos valores fueron de 24,6% y 26,6% en la segunda mitad de 2019. Por lo tanto, aunque a nivel agregado no se encuentran grandes diferencias, sí se observan disimilitudes relevantes al analizar el impacto a lo largo de la pirámide de ingresos.

Esta dinámica obedeció a qué rubros motorizaron el índice en cada caso. Mientras que en la actualidad alimentos y bebidas está casi al tope del ranking, equipamiento y mantenimiento del hogar, salud y comunicaciones y esparcimiento también habían marcado subas importantes al cierre de la gestión Cambiemos. Considerando esta diferencia, entonces, el impacto económico de la inflación en cada momento será distinto no solo entre hogares, sino también entre variables económicas.

En 2019, las causas de la aceleración eran claras e inmediatas: un salto cambiario (+33% en una semana), que impulsó a los bienes y servicios transables -aquellos que se pueden exportar o importar-. Por lo tanto, cuando el dólar oficial se estabilizó, cepo mediante, la inflación se desaceleró. En cambio, en los últimos seis meses, los factores son más difusos. En el comienzo de 2021, el Banco Central redujo su tasa de devaluación, a la vez que los mercados paralelos calmaron su ritmo frenético -salvo esta última semana, pero siguen lejos de los máximos- y la brecha se atenuó. Por lo tanto, hay que ir a buscar otras causas.

Por un lado, aumentó el tipo de cambio “efectivo” para importaciones. ¿Qué quiere decir? El dólar que sirve de referencia para los precios es una suma ponderada entre las compras que se realizan con dólares de 93 pesos -oficiales- y las que se realizan con dólares de 140 pesos -paralelo-. Si bien ambos subieron por debajo de la inflación en los últimos meses, el tipo de cambio paralelo fue ganando relevancia y trasladándose a los precios. Lamentablemente, por la falta de estadísticas y precisiones, no podemos saber la magnitud de este ajuste, pero lo que sí podemos afirmar es que es relevante.

Por otra parte, la actualización de precios se aceleró luego de la relajación de las medidas sanitarias. En este marco, podríamos decir que parte de la suba reciente se explica por la “inflación acumulada” durante los peores meses del aislamiento social. En este sentido, subas de 31,5% y 29% entre octubre y marzo en Restaurantes y Hoteles y Esparcimiento explican el efecto “positivo” que habían tenido los cierres sobre el nivel general de precios.

En tercer lugar, aparece el shock de emisión del 2020: resultado de la pandemia y su efecto negativo sobre la actividad y la recaudación, además de las políticas expansivas que implementó el Estado argentino (IFE, ATP, etc.) en un contexto de acotado financiamiento privado, sobre todo hasta octubre, el Banco Central le giró al Tesoro más de 2 billones de pesos, equivalente a 7% del PBI. Si bien una parte importante de esta emisión récord se retiró vía LELIQs, pases y durante la corrida cambiaria del año pasado, también está teniendo un efecto importante en la inflación actual de manera directa e indirecta -durante el año pasado, las Reservas netas de la autoridad monetaria cayeron 65% producto de, entre otras cosas, las ventas en el mercado oficial que ayudaron a descomprimir las tensiones, razón por la cual varias importaciones de hoy se realizan con “dólares propios”-.

Por último, aparece la inflación internacional y la suba del precio de los commodities. Esta dinámica, que ayuda sensiblemente a nuestro país en el frente externo, trae algunos problemas en materia de precios internos. En este sentido, sobresale que la inflación acumuló 1,7% en el primer trimestre de 2021 en Estados Unidos y 2% en Brasil, en tanto había alcanzado 1,4% y 4,5% respectivamente durante todo el año pasado. Se desprende entonces de estos números cómo la dinámica global también está jugando un papel en el comienzo de este año.

Esta suma de factores está provocando que la inflación haya arrancado muy caliente el año electoral, casi duplicando al acumulado del primer trimestre del año pasado (7,7% vs. 12,9%), antes de la irrupción de la pandemia. Además, resultado de alimentos y bebidas que suben por encima del nivel general de precios, el carácter regresivo de la inflación se acentuó en comparación a otras aceleraciones. Si al cierre de 2020 el gobierno se proponía que la inflación perforará el 30% en este año electoral, al momento debe estar enfocado en que no supere el 40%. Lograrlo será una tarea difícil, y posiblemente se tensen otras variables para cumplir el objetivo -tarifas, tipo de cambio, más controles de precios-. El tiempo juega en contra mientras los desequilibrios se agravan y algunas políticas tardan en dar resultados; las próximas semanas serán importantes.