La industria volvió a niveles de principios de 2018

¿Cómo le fue a la industria en junio?

En junio, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 19,1% respecto al mismo mes del año anterior, acumulando una mejora de 22,4% en el primer semestre del año. De todas maneras, hay que tener en cuenta que en junio del 2020 el sector se vio afectado por las restricciones, por lo que se compara con una base de comparación baja. Al realizar una comparación con los años pre-pandemia, se observa que la producción se ubicó 8,3% por encima de los valores de junio de 2019, incluso considerando que dicho año tuvo tres días hábiles más que junio de 2021.

A su vez, el índice aumentó 10,5% en términos desestacionalizados. Estas cifras resultan positivas, ya que el crecimiento del producto industrial venía mostrando una punzante contracción en los meses previos (-0,7% en abril y -5,6% en mayo) en buena parte explicadas por las restricciones impuestas debido a la segunda ola del Covid-19. De esta manera, la industria en junio se ubicó en el nivel más alto desde mayo 2018, cuando recién comenzaban las turbulencias cambiarias del gobierno anterior.

¿Qué sucedió al interior de los sectores?

Al realizar un análisis sectorial, observamos que 14 de las 16 ramas industriales se ubicaron en niveles superiores a los valores de junio de 2020. Este resultado se repite si comparamos con junio de 2019: 13 ramas industriales mostraron variaciones positivas.

Los que más incidieron al crecimiento del Nivel General fueron Industrias metales básicas y Vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes. El primer sector mencionado exhibe un incremento interanual mayor al 60% en junio respecto a 2020, explicado mayoritariamente por la suba de la producción siderúrgica (63% interanual) que presenta un buen nivel de pedidos desde los fabricantes de maquinaria agrícola, la industria automotriz y el sector de la construcción. De todas maneras, se encuentra en los niveles de junio 2019.

A su vez, el sector Vehículos evidencia un aumento interanual de 104% en junio respecto al mismo mes del año pasado, con un incremento interanual de las unidades producidas de automóviles de 280%, magnitud asociada a la poca actividad fabril del sector durante el año pasado debido a la pandemia. A diferencia del caso anterior, en este sector sí se evidencia un marcado crecimiento respecto a junio 2019 (+39 %). La mejora en la producción se explica no solo ante la mayor demanda del mercado interno sino también por la recuperación de Brasil.

En cambio, los sectores que exhibieron una peor performance fueron Productos de tabaco presentó una caída interanual de casi 50% i.a. y Muebles, colchones y otras industrias manufactureras donde se observa una variación interanual negativa de 8,2% respecto a junio de 2020.

Por último, vale destacar que la producción de Alimentos y bebidas, uno de los sectores que pudo operar con normalidad durante 2020, exhibió una mejora (+5,1% i.a.). El mayor aumento se observa en la molienda de oleaginosas, que exhibe una suba interanual de 14,0%. Por su parte, vale destacar que la producción de carne vacuna -posiblemente afectada por las medidas de restricción a las exportaciones y la incertidumbre sobre el sector- mostró en junio una disminución de 10% i.a.

¿Qué esperamos?

En julio, la industria crecerá nuevamente pero esperamos que lo haga a un ritmo menor, ya que no “ayudará” el rebote tras las restricciones adoptadas por la segunda ola de Covid-19 En este sentido, hay que tener en cuenta que los datos de julio disponibles a la fecha son variados. Por un lado, los despachos de cemento y el Índice Construya exhibieron variaciones positivas, en tanto crecieron 8,5% y 1,1% respecto a junio, aunque también se observó que la producción de automóviles cayó 20%, afectada por las paradas de varias empresas por las vacaciones y la adecuación de líneas de producción.

Esperamos que la industria tenga margen para seguir creciendo en el segundo semestre del año. En este sentido, hay que tener en cuenta que el impacto de la pandemia sobre el sector sería cada vez menor, en tanto siga aumentando el porcentaje de población vacunada. Si bien no podemos descartar la posibilidad de una tercera ola como se observa en otros países del mundo, esperamos que, en el caso de encontrarnos en ese escenario, el Gobierno priorice preservar la producción industrial, dado que es de carácter estratégico para mantener la recuperación de la actividad. En este sentido, sirve analizar el impacto de la segunda ola: en mayo -cuando se observó el mayor retroceso- el nivel general del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 2,0% en términos desestacionalizados, a la vez que la industria lo hizo solo 0,6%. Esta diferencia se explica por otros sectores donde mayormente impactaron las restricciones y los contagios, como Construcción (-12,2%), Transporte y comunicaciones (-5,4%) y Hoteles y restaurantes (-2,7%).

Por otro lado, no hay que dejar de lado que nos encontramos en un año electoral, y por esta razón, el gobierno implementó distintas medidas en busca de mejorar el poder adquisitivo de los hogares. En el último tiempo se han lanzado nuevos planes de financiamiento (Ahora 24 y Ahora 30) buscando dinamizar la demanda interna. Este panorama, sumado a falta de alternativas de ahorro en un contexto de cepo cambiario, seguirán alentando el consumo hacia bienes durables.

Si la industria mantiene el mismo nivel de producción en lo que resta del año, exhibiría un crecimiento en torno al 15% en el promedio anual de 2021. Así, en el segundo semestre se compensarían las complicaciones generadas por la segunda ola que había provocado un ralentizamiento de la recuperación de la actividad, y de esta forma, terminar el 2021 con un crecimiento anual de casi 20% respecto al 2020 y cercano al 10% respecto a 2019.

El fin del cepo, o cómo dejar de pensar en el corto plazo y enfocarse en el largo

A lo largo de nuestra historia, la demanda de dólares excedió larga y sistemáticamente a su oferta. Los argentinos necesitamos más dólares para importar, viajar al exterior, ahorrar y pagar deudas de los que generamos con nuestras exportaciones y las inversiones, productivas o financieras, que llegan al país. Por este motivo, el mercado cambiario suele estar desequilibrado y existen dos soluciones posibles: ajustar por precios o cantidades.

La primera salida es la tradicional y la más eficiente, al menos desde su definición económica. La devaluación permite que accedan a las divisas quienes, supuestamente, más las desean o capacidad de compra tienen y, por lo tanto, mayor precio están dispuestos a pagar por ellas. Sin embargo, el precio del dólar no es uno más en nuestra economía, y su aumento acelera la inflación y golpea al poder adquisitivo, atacando al nivel de actividad. En consecuencia, la salida devaluatoria no siempre es la más eficiente, en este caso desde su acepción corriente.

El segundo mecanismo de ajuste es el cepo: en lugar de equilibrar por precios, el equilibrio se alcanza por cantidades. El Estado regula cuántos dólares puede comprar cada persona y cada empresa, priorizando la equidad por sobre la eficiencia, al menos en el corto plazo. Como resultado, la aceleración inmediata de la inflación es menor, de modo que la caída del salario real y del consumo también deberían serlo.

No obstante, esta decisión no es gratuita, sino que está plagada de costos. El principal, que genera un mercado cambiario paralelo -contado con liquidación, dólar MEP, blue, entre otros-, a donde va parte de la demanda reprimida. Aparecen entonces la brecha y las distorsiones, un solo bien que tiene muchos precios. En este marco, desde el momento en que se pone un cepo, el gobierno debería pensar en cómo hacer para sacarlo y normalizar la situación, de qué forma corregir los problemas que se generan. No es lo que está pasando hoy.

Esta discusión parece teórica y abstracta; sin embargo, creo que es un debate fundamental para los próximos meses e incluso años. A partir de 2022, el FMI reingresará a la economía argentina y el equipo económico deberá discutir sus decisiones, por lo menos las trascendentales, con su principal acreedor. En consecuencia, algunas políticas quedarán vedadas, a la par que otras ganarán relevancia y probabilidad de ocurrencia. Concretamente, aquellas decisiones que priorizan el corto plazo quedarán relegadas en relación con las que ponderan el largo. En este escenario, el desarme del control de cambios -en un tiempo prudente y de manera paulatina- será una realidad.

A grandes rasgos, la economía argentina no necesita una devaluación hoy, y es probable que tampoco lo haga a fin de año. El dólar oficial está en línea con sus valores históricos -más allá de la suba de impuestos y la mayor brecha de productividad internacional de los últimos años que redujeron nuestra competitividad precio-, a la vez que exportamos más bienes y servicios de los que importamos, en un contexto de precios de commodities inusualmente altos y demanda interna inusualmente baja, es verdad. En otro orden, un salto del tipo de cambio cortaría con el incipiente proceso de recuperación que veremos en el segundo semestre, en tanto que re-aceleraría la inflación. Por ende, una devaluación agravaría nuestros problemas en lugar de solucionarlos.

Ahora bien, más allá de estos argumentos, lo cierto es que hay una demanda de dólares reprimida que es necesario corregir: no se puede tapar el sol con las manos, ni tranquilizar al mercado cambiario con un cepo, al menos para siempre. En este marco, corresponderá ordenar el esquema macroeconómico, dejando de tener a los próximos meses como horizonte y poniendo a los próximos años como objetivo. Un sendero fiscal consistente y una tasa de interés que esté por encima de la devaluación y la inflación esperada, por ejemplo, tienen que dejar de ser proyectos irrealizables o utopías para convertirse en realidades y metas tan concretas como inmediatas. Desarmar completamente el cepo en el corto plazo es una mala idea, casi tan mala como usar el esquema de control de cambios para atrasar al dólar en lugar de hacerlo para solucionar los principales desequilibrios y poder levantarlo sin una devaluación tan relevante.

Nuestra escasez crónica de divisas es un problema estructural de larga data. El cepo es una “solución” coyuntural y de corto alcance, que puede evitar una aceleración inmediata de la inflación, pero con demasiados costos. Durante la campaña de 2019 -en agosto, después de las PASO, pero antes de que se reimpusieran los controles cambiarios en septiembre-, Alberto Fernández dijo que el cepo era como “poner una piedra en una puerta giratoria, ya que nadie sale, pero tampoco nadie entra”. Si sacamos la piedra hoy, van a haber muchas personas dispuestas a salir que a entrar, agravando los problemas. El desafío, entonces, es generar las condiciones para revertir esta situación: ir hacia un esquema que aliente la producción y la inversión, sin que genere una transferencia de ingresos de pobres a ricos en el camino. No es fácil, y el resultado exitoso ni siquiera está garantizado; no obstante, atrasando al dólar y teniendo salidas coyunturales para problemas estructurales es el camino opuesto.

 

La presente nota fue publicada en el diario elDiarioAR el 08/08/2021.

Desaceleración inflacionaria y recuperación del salario, sueño de un semestre de elecciones

La inflación es uno de los principales problemas de la economía argentina. Mientras que la actividad y el dólar oficial podrían cerrar 2021 en línea con los objetivos del Presupuesto, la suba de precios consumiría su meta anual entre enero y agosto, donde acumularía más de 30%.

Al comienzo de la pandemia, la inflación fue la única variable “beneficiada” por la cuarentena: las menores presiones salariales, en un contexto de aumento de la demanda precautoria de dinero y programas de control de precios, llevaron a este índice a la zona de 1,5% mensual por primera vez desde 2018. Sin embargo, en parte por las presiones acumuladas durante los meses de calma y en parte por factores nuevos, la inflación se aceleró en el cuarto trimestre del año pasado, y no logró bajar sensiblemente desde entonces. Así, pasó de 3,7% promedio mensual entre octubre y diciembre de 2020, a 4,1% entre enero y marzo de 2021 y a 3,5% entre abril y junio.

En julio, la suba de precios habría estado por debajo de 3% por primera vez desde septiembre pasado. Pareciera entonces que llegó la desaceleración. Ahora bien, respondido el cuándo, tiene sentido preguntarnos por el cómo: las razones de la baja nos permitirán precisar su duración, además de su sostenibilidad y los cambios que podría producir al interior de la economía. Cuanto más forzada sea la baja, más insostenible será. Veamos.

Una de las principales anclas del proceso desinflacionario serán los precios regulados. Sacando los aumentos ya anunciados en prepagas (+29% en el segundo semestre), a priori no existirían otros grandes ajustes en los próximos meses en estos capítulos. Por el contrario, en la primera mitad del año habían mostrado algunas subas relevantes -a pesar, es cierto, del congelamiento extendido de las tarifas de servicios públicos-. A modo de ejemplo, entre enero y junio, los combustibles subieron 34%, las prepagas 14%, la telefonía 18%, en tanto que electricidad y gas aumentaron 9% y 6%, respectivamente.

Estos precios no sólo impactan de manera directa sobre el IPC -representan un quinto de éste-, sino que suelen tener efectos de segunda ronda. En este marco, las casi nulas actualizaciones en insumos y logística ayudarían a relajar tensiones sobre otros bienes y servicios finales, aun cuando sus precios, virtualmente, estén libres. Por lo tanto, la ayuda que darán los precios regulados será mayor a ese 20% que explican de manera directa.

Por otro lado, el alza de commodities a nivel global, que tuvo un rol relevante en el primer semestre -aunque, claro está, tan relevante como lejos de exclusivo- también pareciera haberse moderado en las últimas semanas. En este sentido, resaltan las subas de casi 10% mensual promedio en el Mercado de Liniers entre noviembre del año pasado y abril de 2021, explicadas, entre otros factores, por la suba de los precios internacionales de los alimentos, principales insumos en la cría de ganado vacuno. En respuesta a este salto, la carne minorista avanzó 6% promedio mensual en el primer semestre según nuestras estimaciones, sumando tensiones al nivel general de precios y al bolsillo de los argentinos.

En sentido contrario, a finales de junio se observó una baja de 5% en el Mercado de Liniers, que se sintió en las góndolas en julio cuando la carne vacuna subió 1%, muy por debajo de una inflación que habría acumulado poco más de 2,5% según el IPC GBA Ecolatina. Si bien el cierre de las exportaciones de carne fue poco efectivo para controlar precios, un dólar oficial planchado y precios internacionales que dejaron de subir permitieron lograr los resultados que la medida perseguía, aunque más no sea parcial y tardíamente.

Entre febrero y junio, el dólar oficial subió menos de 11%, ubicándose 10 p.p. por debajo de la inflación general. Si bien la apreciación de las monedas emergentes permitió relajar parte de la pérdida de competitividad, sumó algunas tensiones sobre el proceso inflacionario local. Por caso, si el Real se aprecia, tal como pasó en el primer semestre (-2,4%), hace falta una mayor cantidad de dólares para importar la misma cantidad de bienes brasileños que antes, exigiendo, en última instancia, más pesos.

Luego de un julio con menor influjo de capitales netos hacia los países emergentes, y depreciación de sus monedas -concretamente, el Real avanzó 2,6% durante el mes pasado-, este factor desaparecería en los próximos meses. En el mismo sentido, el ancla del dólar oficial está ganando efectividad en las últimas semanas, reforzando este proceso.

El endurecimiento del cepo de comienzos de julio marcó que el Banco Central restringirá todavía más las cantidades si lo cree necesario, en lugar de convalidar ajustes en el precio de la divisa. Si bien esta decisión recorta tensiones en el corto plazo sobre algunos bienes de primera necesidad -básicamente, alimentos y bebidas-, que no tendrían problemas en acceder al mercado oficial de cambios, no es gratuita en materia de precios.

Como se verificó al cierre del año pasado y a principios de este, si aumenta el costo de reposición de algunas empresas, porque tienen que comprar con dólares propios en el exterior -es decir, dólares valuados hoy a 170 pesos-, la inflación se acelerará inevitablemente en aquellos rubros afectados. En este sentido, resalta que los productos importados saltaron 5,3% promedio mensual entre octubre 2020 y marzo 2021, según el Índice de Precios Internos Mayoristas que elabora el INDEC, muy por encima de un dólar oficial que aumentó “solo” 3,2% promedio mensual.

La incertidumbre sobre los costos de reposición es relevante. Una suba del “dólar efectivo importador”, una suerte de suma ponderada de las importaciones que se hacen al tipo de cambio oficial y las que necesitan de dólares propios, resultado de un ajuste eventual en la cantidad de empresas que tiene que valuar sus divisas a 170 pesos, ralentizaría el proceso de desaceleración inflacionaria.

Programas como Ahora 12, que alientan el consumo en cuotas de bienes durables, marcan que la prioridad del gobierno es apuntalar la recuperación de la actividad, aun cuando esto pueda implicar un retroceso en la lucha contra la inflación -y en su objetivo de controlar al dólar oficial, en tanto muchos de los productos incluidos en el programa son importados y demandan divisas para su consumo-.

En la misma línea se inscribe la reapertura de paritarias, alentada desde el Poder Ejecutivo. Motivados por algunos gremios públicos, que cerraron actualizaciones mayores al 40%, los bancarios lograron una suba de casi el 50% en sus haberes, un valor muy similar al del sindicato de Camioneros. De esta forma, el poder adquisitivo tendría su mejor semestre desde 2017, pudiendo fortalecer el consumo de los hogares, pero al costo de una mayor nominalidad. El nuevo equilibrio, entonces, aparece claro: más actividad, pero también precios más altos.

La inflación bajará en el segundo semestre. Más allá de algunos factores que puedan operar en sentido contrario -salarios y dólar paralelo-, los grandes motores se alinearán para que la suba de precios se relaje a partir de julio -dólar oficial y tarifas de servicios públicos- y deje los niveles particularmente elevados de la primera mitad del año: si el acumulado enero-junio se repitiera entre julio y diciembre, la inflación rozaría el 60% en 2021. Sin embargo, desde Ecolatina proyectamos que la suba de precios estará apenas por debajo del 50% este año, pasando de un promedio mensual de 4% en el primer semestre a otro de 3% en el segundo.

El gran problema es que esta baja no será duradera, sino que se volverá insostenible por su propio peso. Cuando las anclas son forzadas y se acumulan atrasos, la dinámica termina pasando factura más temprano que tarde. En consecuencia, no solo tendremos una inflación mayor al 40% en 2021: también será así en 2022.

 

Monitor Cambiario Semanal

El dólar oficial avanzó un 0,23% en la semana (1% en el último mes) y se ofreció al viernes a ARS 96,91 (22 centavos por encima del viernes anterior). Paralelamente, los tipos de cambio financieros intervenidos (MEP y CCL AL30 segmento PPT) aceleraron su ritmo de depreciación en la última semana. Por caso, mientras que en la segunda quincena de julio dicho contado con liquidación se depreciaba semanalmente en promedio a un ritmo del 0,4%, ya hacia fin de julio aceleró el ritmo de depreciación al 1% – y durante esta semana mantuvo un ritmo similar -.

Así, el CCL tradicional culminó la semana en ARS 170,58 (+ARS 1,73) y el MEP en ARS 170,09. Las brechas de estos tipos de cambio con el oficial superan el 75% en ambos casos y, en promedio, se encuentran en los niveles más altos desde diciembre (aunque todavía muy por detrás del 105% promedio de brecha que exhibió el CCL en octubre 2020).

El contado con liquidación tradicional dejó de ser representativo para aquellas operaciones superiores a los, aproximadamente, USD 17.000 dólares semanales por legislación (debido a la disposición 895 de la CNV que limitó las operaciones semanales de CCL en el segmento PPT a 50.000 VNO para Bonares y Globales respectivamente). En consecuencia, ha cobrado relevancia también el “CCL SENEBI”, es decir, aquel contado con liquidación que surge de las operaciones bilaterales que se dan en dicho segmento de negociación.

Este tipo de cambio se negoció esta semana, en promedio, a ARS 178 (un 4,7% en promedio superior al CCL tradicional, lo que arroja una brecha del 84% versus el oficial). No obstante, la dispersión entre los distintos tipos de cambio que hacen a dicho promedio semanal es muy elevada: oscilaron entre los ARS 170 y ARS 191 esta semana. A pesar de semejante dispersión, el CCL SENEBI promedio semanal de nuestro relevamiento se mantuvo en niveles similares en las últimas dos semanas. Si bien prevemos que las brechas financieras tradicionales aumenten de cara a las elecciones, entendemos que esta segmentación del mercado de dólares financieros podría permitirle al Banco Central mantener un ritmo de depreciación gradual de los tipos de cambio financieros tradicionales para intentar evitar una disparada de sus paridades como la vista en septiembre y octubre del año pasado.

Sin embargo, dicha intervención no estaría – ni está – exenta de costos. Con las estadísticas oficiales de los últimos días hábiles de julio ya disponibles, el Banco Central finalizó el séptimo mes del año con una posición compradora en el mercado de cambios por USD 741 M: un muy buen dato en comparación con años de cepo anteriores (270% superior al promedio 2012-2015), hecho que se vio favorecido por las férreas restricciones a la demanda de dólares y por la excepcionalmente buena liquidación del agro. Pero, en los últimos dos meses comenzó a cobrar relevancia la pérdida de reservas explicada, en parte, por la intervención cambiaria. Si bien no se puede distinguir con total precisión el drenaje de reservas atribuible a la intervención de los dólares financieros, en los últimos dos meses el Banco Central perdió más de USD 1.100 M por la cuenta “Otros” (que, entre otras partidas, incluye su tenencia de bonos – títulos que la autoridad monetaria utiliza para intervenir en la plaza local y evitar una aceleración del CCL y MEP -). SI bien el dato dista de ser preciso, esto implicaría una intervención de aproximadamente USD 25 M diarios, en línea con estimaciones extraoficiales.

La posición compradora del Banco Central en el mercado de cambios no se tradujo en un aumento de las Reservas Netas que, por primera vez desde febrero, cayeron en la comparación intermensual. El verdadero poder de fuego de la autoridad monetaria se redujo levemente en julio (-0,3%, – USD 20 M), a diferencia de los cuatro meses previos donde se recomponía a un ritmo promedio mensual de USD 954 M por mes. El pago al Club de París por aproximadamente USD 230 M, el primer pago de cupones de bonos de legislación extranjera de la reestructuración de deuda del año pasado (GD38 y GD41) y la intervención de los dólares financieros explican este resultado.

A pesar de la interrupción de julio, este stock clave para la dinámica del mercado de cambios aumentó más de USD 2.900 M en el año (+60% respecto a diciembre), aunque todavía se encuentra un 42%por debajo de los niveles de diciembre 2019. Agosto históricamente es un mes donde el Banco Central vende en el mercado de cambios: lo hizo en 8 de los últimos 10 años – y a un promedio de más de USD 600 M en años de cepo -. El pago al FMI por USD 345 M (que explica, en gran medida, la fuerte baja semanal de las Reservas Netas) y las crecientes intervenciones en los dólares financieros también añadirán presiones por esta vía. No obstante, por la emisión de Derechos Especiales de Giro (DEGs) que el FMI dispuso para que los distintos países miembros del Fondo puedan afrontar estos tiempos de crisis inéditos, hacia fin de mes se recibirían aproximadamente USD 4.300 M (55% de las Reservas Netas actuales) que le corresponden a la Argentina por su cuotaparte del Fondo (0,67%). Entendemos que esta excepcional recepción de fondos (es la quinta y más grande asignación de DEGs desde su creación en 1969) le permitirá al Central afrontar los vencimientos con el FMI e intervenir en el mercado de cambios (oficial y financiero) para evitar un acuerdo con el Fondo en medio de la campaña electoral.

Por último, a los vientos de cola externos (el rally de este año de los precios de nuestros principales commodities de exportación que propició una liquidación récord más la emisión de DEGs) se suma uno adicional: el Banco Central de Brasil dispuso un aumento de 1 punto porcentual de su tasa de política monetaria en un contexto de recrudecimiento de las presiones inflacionarias en el país vecino.

Si bien la incertidumbre política y algunos desequilibrios fiscales podrían actuar en contra, el aumento de la tasa de referencia brasilera incentiva el ingreso de capitales en dicho país y, con ello, podría propiciar una apreciación del Real. Si esto sucede, se vería favorecido el Banco Central argentino dado que permitiría que el menor ritmo de depreciación de nuestro tipo de cambio (que corre casi 2 puntos por detrás de la inflación esperada) no se traduzca completamente a una apreciación del tipo de cambio real, que actualmente es un 25% más competitivo que en el 2016-17 aunque un 28% menos competitivo que en el 2003-07. Incluso, una apreciación del Real colaboraría en el plano bilateral con este país con el que nuestro tipo de cambio real es mucho menos competitivo que en el plano multilateral: mientras que desde diciembre 2019 a la fecha el tipo de cambio real multilateral se volvió un 8% menos competitivo, en el plano bilateral con Brasil es un 22% menos competitivo (en gran medida, producto de un Real que se depreció en promedio un 25% durante el 2020). Bienvenidos los vientos de cola externos.

 

El presente artículo acompaña al informe “Monitor Cambiario Semanal” que podrá visualizar haciendo click en “Ver Informe” desde Appvisor, la App de Ecolatina.

Poca representación sindical en la lista de candidatos

En la noche del 24 de julio, los principales referentes del universo sindical repasaban en qué medida las expectativas de ver dirigentes sindicales en las listas de candidatos que defiendan los intereses del movimiento obrero en el Congreso habían sido satisfechas. El resultado no fue el esperado, al cerrar las listas la representación era casi nula. No es la primera vez que esto sucede, desde 1983 en adelante el sindicalismo ocupa un lugar cada vez menor como candidato. De hecho, según nuestras proyecciones, podríamos estar encaminándonos a la menor representación sindical en el Congreso desde 1983.

De todos modos, habrá un reducido número de dirigentes de extracción sindical en las listas, sobre todo en la lista de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, dichos dirigentes mantienen un perfil muy marcado. En primer lugar, no forman parte del sindicalismo más tradicional que anima la conducción de la CGT Azopardo (los denominados “Gordos” de la CGT que no pudieron colar candidatos en las listas). Y más particularmente, se trata de dirigentes muy afines al sector político que lidera la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Entre los candidatos que más posibilidades tienen de ingresar aparecen Sergio Palazzo (La Bancaria), y dos que renovarán sus cargos, Vanesa Siley (Judiciales) y Hugo Yasky (CETERA). En el caso de la lista del Frente de Todos de Córdoba, allí hay dos dirigentes sindicales entre los candidatos, pero ocupando el 3er. y 4to. lugar, con pocas probabilidades de ser electos. El caso de Jorge Guaymas (Camioneros) en Salta es distinto, porque si bien encabeza una lista para ingresar a la Cámara de Diputados, deberá primero imponerse en una interna de varias listas que el Frente de Todos presentó en la provincia.

Fuente: elaboración propia en base a las listas presentadas.

Un aspecto no menor dentro de esta discusión sobre candidaturas es la señal que envió Cristina con la selección de Sergio Palazzo como el dirigente sindical más favorecido en la distribución de los espacios en las listas. Una señal que adquiere un gran valor en el marco de la discusión por la renovación de autoridades en la CGT, ya que Sergio Palazzo aspira a quedarse con la conducción de esta.

Es cierto que su candidatura a Diputado podría no ser compatible con el ejercicio del liderazgo, pero el antecedente de Héctor Daer, que ocupó uno de los tres sillones en la conducción de la CGT luego de la renovación de autoridades de 2016, mientras era Diputado Nacional.

Habrá que tener más presente a Sergio Palazzo en la discusión sobre las autoridades sindicales que se vendrá en octubre porque, además, pudiera ser el único puente para reunificar al sindicalismo de la CGT y con el sindicalismo de la CTA. Para ver un protagonismo de Palazzo de esa magnitud, deberá ser necesario que su lista pueda quedarse con el triunfo en noviembre. Por el contrario, sus aspiraciones quedarán dañadas si dicha lista termina derrotada.

 

*El presente articulo es un extracto del “Panorama Político” que elabora mensualmente Synopsis Consultores para clientes de Ecolatina suscriptos al Módulo Político.

Agosto comenzó con dificultades en el plano del financiamiento

El martes, el Ministerio de Economía realizó la primera licitación de deuda del mes de agosto. En esta, ofreció dos Letras ajustables por inflación (a siete y doce meses), dos Bonos a tasa variable (con vencimientos en abril de 2022 y febrero de 2023) y uno vinculado al CER (pagadero en marzo de 2023). Adicionalmente, considerando que estos atraerían la atención del mercado, reabrió dos instrumentos cuyo valor está ligado a la evolución del dólar (a 9 y 12 meses). A pesar de la batería de títulos ofrecidos, el resultado no fue bueno: captó apenas dos tercios del monto que vence en la primera parte del mes, por lo que deberá recurrir a otras fuentes de financiamiento para pagar sus obligaciones. En la variada oferta, los que brillaron por su ausencia fueron los instrumentos de corto plazo, que el mercado estaría demandando para no exponerse a riesgo soberano más allá de fin de año.

El Tesoro podrá ajustar su estrategia y volver a intentar hacia mediados de mes, cuando intentará conseguir recursos para el pago de Letras en los últimos días de agosto. De cualquier manera, las tensiones que se preveían en la antesala de las elecciones vienen marcando licitaciones con más dificultad que en los meses previos. Así, el financiamiento neto obtenido del mercado en lo que va del año alcanza a ARS 310.000 millones, mientras que la asistencia del BCRA fue de ARS 510.000 millones. De este modo, la composición de ambas fuentes ya no sobrecumple el 40%-60% que había sido pautado, pero todavía se ubica en su entorno.

Esta semana se realizó el pago de intereses por cerca de USD 350 millones al FMI, insumiendo reservas netas del BCRA (un 4%, aproximadamente). Además, alrededor de otro 3% (USD 230 millones) se usó para cancelar la primera cuota del acuerdo preliminar alcanzado con el Club de París. Para fines de agosto, se esperan recibir USD 4.350 millones en DEGs, como parte de la emisión global que hará el organismo. Con este recurso, que alcanza para pagar hasta dos cuotas de capital de la deuda con el Fondo, seguiremos a la espera de un acuerdo por los pagos del 2022 y 2023.

 

La recaudación sigue recuperándose, pero aun no alcanza niveles de pre-pandemia

La recaudación sigue recuperándose, pero aun no alcanza niveles de pre-pandemia

En julio, la recaudación tributaria fue de más de ARS 930.000 millones. Este monto representa un salto de 67% respecto al mismo mes del año pasado, lo que implica una suba de 10% en términos reales. De esta manera, luego de acusar un gran impacto producto de la pandemia y las restricciones, la recolección impositiva todavía es 4% menor a la del mismo mes de 2019, descontando el avance de los precios. En junio se había ubicado 5% por debajo de igual mes de 2019, por lo que en los últimos 30 días recortó 1 p.p. esta distancia. Con estos datos, los primeros siete meses del año acumulan una suba promedio de 68% i.a. (15% i.a. deflactado). Respecto al último año de la gestión de Cambiemos, este monto permanece estable en términos reales (-0,3%).

Los impuestos al comercio exterior siguen siendo los que más dinamizan la recaudación, impulsados por la recuperación del comercio, la suba de los términos de intercambio y el avance del tipo de cambio nominal. En este sentido, los derechos a las exportaciones (retenciones) saltaron 132% i.a. y los aranceles a la importación subieron 96% i.a., mostrando subas parecidas a las de los meses previos. Asimismo, los tributos ligados al nivel de actividad económica mostraron buenos desempeños, debido a la baja base de comparación y el rebote de la economía. Se destacó en particular el avance del IVA, que recaudó 87% más que en julio de 2020 (+24% i.a. real); pero se mantiene 5% por debajo de julio de 2019, descontando el avance de los precios. Por su parte, los tributos a los combustibles treparon 85% i.a. (+22% i.a. real; +19% deflactado respecto a julio de 2019), ayudados por una mayor movilidad respecto al año pasado, y el impuesto a los créditos y débitos avanzó 82% i.a. (+20% i.a. real; +7% deflactado respecto a julio de 2019). Por último, los aportes y contribuciones a la Seguridad Social subieron 63% i.a., quedando nuevamente algo por encima de la inflación (+7% i.a. real). Sin embargo, todavía se encuentran muy por debajo de los niveles de 2019 (-11% deflactado), por la caída del salario real y una magra performance del empleo registrado.

Aunque los recursos tributarios todavía no recuperan la totalidad de la pérdida del 2020, ya llevan casi un año creciendo por encima de la inflación, ayudando a la consolidación de las cuentas fiscales. Si consideramos, además de la recaudación, a los ingresos extraordinarios del aporte de las grandes fortunas y la emisión de DEGs del FMI, podemos concluir que este año el Sector Público Nacional no Financiero contará con casi 1 p.p. del PBI más de recursos que el 2020. Esto implica medio punto del Producto más que en 2019.

Esta suba de los ingresos, junto con un menor paquete de ayuda por Covid, posibilitarán una importante reducción del déficit fiscal primario, que sobrecumplirá ampliamente la meta presupuestada para 2021. Sin embargo, este recorte no será fácil de repetir el año próximo: los ingresos extraordinarios no se repetirían, ya no habrá programas significativos por covid que disminuir y el arrastre de una elevada inflación impactará en la movilidad de jubilaciones y prestaciones sociales. De este modo, la sostenibilidad de la consolidación fiscal y la continuidad de un déficit operativo descendente estarán por verse.

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A su vez, debido a la relevancia de la situación sanitaria, encontrará un tablero de seguimiento de la vacunación contra el COVID-19 , donde se analiza dicha evolución a nivel nacional e internacional.

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Paraguay | Según el gobierno la recuperación económica de 2021 la traccionará el gasto público en inversiones y programas sociales

Economía:

El Banco Central del Paraguay presentó las cifras preliminares de cuentas nacionales, para el primer trimestre de 2021. En ellas se evidencia que el Producto Interno Bruto registró un incremento interanual de 0,6%, ligeramente por debajo del anticipado por el Indicador Mensual de la
Actividad Económica de Paraguay (0,7%). Sobre este resultado incidió, principalmente, el favorable comportamiento que registraron las actividades de construcción (14,2%), a través del dinamismo en la ejecución de obras públicas y privadas; y de ganadería, forestal, pesca y minería (9,8%). De hecho, el faenamiento de ganado en frigoríficos mostró un repunte interanual de 26,2% en el trimestre bajo análisis.

Por su parte, la manufactura observó un aumento de 4,8%, motorizado por rubros como, carnes; lácteos; y bebidas y tabacos. Al tiempo que el sector servicios evidenció un incremento de 0,9%, debido al desempeño de telecomunicaciones; intermediación financiera y transporte, pero, además, se
sumó el comercio. Finalmente, se presentaron retracciones en agricultura (10,9%) y electricidad y agua (6,0%), asociadas a un menor nivel de producción de soja y al bajo caudal del río Paraná.

Política:

El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, rindió cuentas ante el Congreso Nacional, donde consignó el informe con los avances de su gestión. Así, en materia de salud señaló que, durante el primer semestre de 2021, se incorporaron 252 camas de cuidados intensivos, para alcanzar 764, y se habilitaron 9 pabellones de contingencia. También, ratificó que realizaron gestiones para la adquisición de 10.280.000 vacunas, mediante diferentes mecanismos; y se brindó apoyo a los familiares de pacientes de COVID-19, a través de un subsidio para la compra de medicamentos. Además, se apoyó a trabajadores informales; a los de frontera; y a trabajadores formales suspendidos temporalmente por las empresas. El gobierno espera que la recuperación económica de 2021 esté apuntalada por el gasto público en inversiones y programas sociales.

Sin embargo, el presidente de la Cámara de Senadores, Oscar Salomón, mencionó que el esfuerzo del gobierno resultó insuficiente, dada la falta de insumos; camas; y el abordaje tardío de temas primordiales, como la construcción de una planta de oxígeno, cuando ya se habían registrado
problemas en su provisión.

Liquidaciones del agro en el 2021: récord absoluto

¿Qué tan buena fue la liquidación del agro en julio y en lo que va del 2021?

En julio, la agroindustria liquidó USD 3.520 millones, un monto 53,3% superior al de julio del 2020. De este modo, en solo siete meses ya se liquidaron más de 20 mil millones de dólares, una performance claramente mejor en comparación con el mismo período del 2020 (+73,9%).

Según las estadísticas publicadas por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) – entidades que el año pasado representaron casi 1 de cada 2 exportaciones argentinas – la liquidación de julio del 2021 fue la más alta de la historia. Además, es un 74% superior al promedio histórico de las liquidaciones de dicho mes (USD 2.027 mil millones).

No solo la liquidación específica del mes fue récord: también lo fue la acumulada anual. Particularmente, los USD 20.179 millones que se liquidaron actualmente son un 67% superiores al acumulado a julio promedio histórico. Además, en tan solo siete meses ya se registró prácticamente el mismo monto que en todo el 2018 o el 2020 (años que, vale la pena remarcar, se vieron condicionados por factores climáticos o por una caída de la demanda externa producto de la pandemia respectivamente).

Las comparaciones de las liquidaciones del agro entre diversos períodos deben ser tomadas con cautela dado que los distintos tiempos de liquidación están fuertemente influenciados por el ciclo comercial de los granos. Además, la comparación nominal cuando se analizan períodos prolongados puede no ser precisa producto de la inflación internacional acumulada (la inflación en dólares).

Sin obviar a la primera de las dos advertencias, vale la pena destacar que si se analiza a la liquidación actual descontándole el efecto de la inflación acumulada entre períodos, la performance reciente del agro sigue siendo excepcional en términos históricos. Particularmente, a precios constantes, la liquidación acumulada a julio del 2021 es un 44% superior a la acumulada a julio promedio del 2016 y 2019, y casi un 20% superior al promedio 2008-2015.

¿Se tradujo la liquidación del agro en una mejora de las Reservas Netas del Central?

El séptimo mes del año estuvo marcado por el endurecimiento del cepo al contado con liquidación. El traslado de las operaciones mayoristas al SENEBI dieron lugar a un contado con liqui en promedio un 6% y 8% superior al tradicional y, por ende, una mayor brecha cambiaria (lo cual a priori incentivaría la subfacturación de exportaciones). Además, la bajante histórica del Río Paraná causó problemas logísticos y tuvo su correlato en los costos de transporte (con pérdidas estimadas superiores a los USD 315 millones según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario). Incluso, los precios de los principales commodities de exportación del sector retrocedieron en promedio un 5% en julio según el índice de precios de materias primas que confecciona el Banco Central.

Contra todo viento, el agro mantuvo un elevado nivel de liquidaciones como comentamos. Esto es un dato alentador considerando que ya ingresamos en el segundo semestre del año, un período que en materia cambiaria históricamente representa una mayor demanda que oferta de dólares – al cual se suma una presión dolarizadora extra por las elecciones -.

Con tres días hábiles de rezago en la información, el Banco Central exhibe una posición compradora neta el mercado de cambios en julio por casi mil millones de dólares. Si bien extraoficialmente la autoridad monetaria habría vendido en los últimos dos días hábiles del mes y habría cerrado la última semana de julio con tres ruedas consecutivas de ventas en el mercado de cambios (hecho que no sucedía desde noviembre del 2020), logró recomponer Reservas Netas en julio. De este modo, el verdadero poder de fuego de la autoridad monetaria aumenta por más de USD 350 millones en el mes y ya se ubica un 70% por encima del promedio de diciembre. Definitivamente, el impulso del sector agropecuario (como también el endurecimiento de las restricciones cambiarias, principalmente en el plano financiero) colaboraron en la recomposición de este stock clave.