Por el registro de los DEGs, el resultado fiscal fue superavitario en septiembre

¿Cómo fue el desempeño fiscal en septiembre?

En el noveno mes del año, el Sector Público Nacional no Financiero (SPNF) mostró un superávit primario de ARS 290.000 M (0,7% del PBI). Este saldo positivo se debió enteramente al ingreso de la transferencia de DEGs del FMI que se registró como un recurso corriente (sobre la línea). El monto de dicha transferencia fue de casi ARS 430.000 M (1,0% del Producto). Así, el superávit financiero rozó los ARS 240.000 M (0,5% del PBI). Sin registrar este ingreso, el déficit primario habría sido de ARS 136.000 M (-0,3% del PBI).

Con estos datos, considerando un monto elevado de ingresos extraordinarios (los mencionados DEGs y el aporte de una única vez de las grandes fortunas), el resultado fiscal muestra una importante mejoría en lo que va del año. El saldo primario acumulado asciende a un déficit de 0,3% del Producto y el financiero (que considera el pago de intereses de la deuda) es de un rojo de 1,4% del PBI.  De este modo, la reducción en comparación con igual lapso del año pasado es de 4,4 p.p. y 4,9 p.p. del Producto, respectivamente. Sin considerar los recursos extraordinarios la mejoría se mantiene, ya que habría sido de 3,0 p.p. y 3,4 p.p., respectivamente.

¿Qué explicó esta evolución?

Más allá de los ingresos extraordinarios, que distorsionan la dinámica fiscal de septiembre, se observó una reducción de los gastos primarios en términos reales en el mes, principalmente por la elevada base de comparación. Las erogaciones habían roto una racha de cinco meses consecutivos en terreno negativo en agosto, cuando los gastos primarios treparon 10% i.a. real. Sin embargo, en septiembre volvieron a descender en términos reales en comparación con igual mes del año pasado, acumulando una contracción real de 6% en lo que va del año.

Parte de la diferencia con el mes previo podría explicarse por la base de comparación en dos rubros centrales: prestaciones sociales (-18% i.a. real) y subsidios económicos (0% real).

En el primer caso, se observó una reducción en las erogaciones relacionadas con las prestaciones que ajustan por la fórmula de movilidad, ya que la misma mostró una caída real de 6,2% i.a., producto de la dinámica de la inflación. Asimismo, en igual mes de 2020 los pagos relacionados con el IFE y el ATP habían sumado cerca de $ 71.500 millones.En segundo lugar, los subsidios económicos se ubicaron en un nivel similar al promedio de los últimos tres meses, pero en septiembre de 2020 habían mostrado el mayor nivel del año.Excluyendo subsidios y prestaciones sociales (70% del gasto primario), el resto de las erogaciones mostró un incremento real de 16% i.a.

De esta forma, el gasto corriente primario mostró una caída de -7% i.a. en téminos reales, mientras que el gasto de capital creció 6% deflactado. Las transferencias no automáticas a las provincias fueron 6% menores en términos reales a las de igual mes del año pasado, mientras que los gastos de funcionamiento treparon 26% i.a. real, impulsados por la recuperación de la masa salarial del sector público y el impacto del pago de bonos realizados al personal de la Salud.

Por el lado de los recursos, la suba de 71% i.a. real está muy distorsionada por los DEGs y el aporte de las grandes fortunas (algo menos de ARS 20.000 M en el mes). En cualquier caso, si se descontaran estos ingresos, la evolución seguiría siendo favorable, ya que el avance habría sido de 6% i.a. real. por el mayor nivel de actividad que impulsó la recaudación de derechos de importación, IVA, créditos y débitos y ganancias (todos estos treparon entre 18% y 25% i.a. descontando el avance de los precios). Así, los ingresos -sin extraordinarios- fueron 4% mayores que los de septiembre de 2019 y apenas 1% inferiores a los del mismo mes de 2018.

¿Qué esperamos para lo que viene?

A pesar de que el resultado electoral desfavorable para el oficialismo gatilló el anuncio de varias políticas para fortalecer los ingresos de las familias, por el momento esto no tuvo un correlato muy relevante en los números fiscales. Algunos de los anuncios finalmente no se implementaron (cuarta ronda de IFE), mientras que otros implican un desembolso fiscal menor (bono a beneficiarios del progresar). Por otra parte, se está recurriendo a herramientas sin costo para el fisco, como el congelamiento de precios recientemente anunciado. Así, con la información disponible al momento, podemos esperar que el incremento del déficit sea inferior al calculado inicialmente.

De esta manera, esperamos que el déficit sea mayor en el último trimestre del año, tanto por motivos estacionales (se paga aguinaldos a empleados públicos y jubilados) como políticos (por la implementación de algunos programas para reactivar la actividad). Sin embargo, difícilmente este desbalance pueda ser mayor a 2% del Producto en dicho lapso. De esta manera, esperamos que el rojo primario anual rondaría el 2,4% del PBI en 2021 (3,4% si incluyéramos los DEGs).

 

Los riesgos de perder centralidad en la conducción del proceso político

El escrutinio definitivo de las elecciones Primarias del 12 de septiembre le puso forma final a un resultado tremendamente adverso para el oficialismo. Sin contar los votos de partidos aliados como el Frente Renovador de Misiones (Oscar Ahuad) o Chubut Somos Todos (Mariano Arcioni), el Frente de Todos recogió menos de 1 de cada 3 votos afirmativos y apenas algo más del 20% de los votos de todos los empadronados. Una cosecha que, si la comparamos con los votos que convirtieron a Fernández en presidente en octubre del 2019, representa un 45% menos de los casi 13 millones de votos de la elección presidencial, o dicho nominalmente, unos 5.875.000 votos menos que los obtenidos dos años atrás. Por ello no hay que detenerse en los porcentajes (32,5% sobre afirmativos), porque la cantidad de gente que efectivamente votó fue menor.

El resultado electoral, de confirmarse en noviembre, afectará las condiciones de gobernabilidad de este ciclo, ya que el oficialismo perdería el quórum en el Senado y retrocedería algunas bancas en diputados, con lo que se vería obligado a negociar más apoyo opositor para sancionar leyes. Pero quizá no es tanto la Gobernabilidad externa (la capacidad de implementar decisiones la que preocupa de observar la dinámica, sino que lo que genera incertidumbre es ver descompuesto el proceso de toma de decisión interna de la coalición por pérdida de centralidad del presidente), sino la Gobernabilidad interna. El problema para esta coalición no ha sido ejecutar una decisión, sino que el problema ha sido tomar una decisión. Un problema que surge por la falta de centralidad del presidente en la conducción del proceso político, y que obedece a la naturaleza extraña de la coalición que tiene a un presidente sin votos, sin territorio y ahora sin popularidad.

Si repasamos lo que ha sucedido en el último año, el comienzo mostró a un presidente tomando decisiones costosas como la suspensión de la ley de movilidad jubilatoria. Evidenciando que se tenía registro de la necesidad de corregir los desequilibrios macroeconómicos. Pero la pandemia puso al Gobierno a conducir la política económica con más criterio político que económico.

El susto del dólar informal a $200 de octubre hizo corregir el criterio que la coalición se había impuesto para definir la política económica durante la pandemia. Sin embargo, a fines del 2020, la vicepresidenta comenzó a intentar imponer una lógica más política en la política económica sugiriendo la necesidad de alinear precios, tarifas, salarios e inflación. Su visión crítica de la política económica austera del ministro Guzmán quedó explicitada en la carta del jueves 16 de septiembre, cuatro días después de la derrota electoral, y allí volvió a surgir la presión del sector más poderoso de la coalición gobernante en conducir la política económica, atendiendo las necesidades políticas (que son las necesidades sociales de la gente) más que las propias necesidades económicas (ordenamiento de las cuentas fiscales).

A lo largo de este periplo, hemos visto a un Gobierno ir zigzagueando de una política económica más racional a una más de sesgo populista. Pero lo que seguro ha sucedido es que se ha perdido centralidad en el proceso de toma de decisión y eso afecta peligrosamente la capacidad que la coalición tenga de tomar decisiones en un contexto económica delicado, que es justo cuando se requiere mayor centralidad en la conducción política de la gestión de crisis.

Un nuevo congelamiento frente a una inflación que no da tregua

Hace más de una década que la inflación volvió a configurarse como uno de los principales problemas de la economía argentina. En este lapso, mostró una tendencia al alza que la llevó a ser, hoy en día, una de las principales preocupaciones de la sociedad y el Gobierno.

Habiendo transcurrido tres cuartas partes del año, podemos afirmar que la inflación volvería a acelerarse en 2021. De este modo se ubicaría apenas por debajo del 50% anual, a pesar de la pauta oficial de 29% estipulada hace 12 meses. Así, volvería a niveles cercanos a los de 2019 (54% anual), que marcó un máximo en 3 décadas. Peor aún, luego de mostrar cinco meses a la baja, la inflación volvió a trepar en septiembre y, de acuerdo con nuestros relevamientos, no revertiría su comportamiento en octubre, desdibujando la incipiente desaceleración.

Considerando la importancia de esta variable en las decisiones económicas y su impacto sobre la economía real, corresponde analizar el pasado reciente para responder cómo llegamos a alcanzar estas cifras, pero también para pensar qué podemos esperar para el futuro próximo. Además, el anuncio reciente de un nuevo programa de control de precios revive la inquietud de cuál será su efecto sobre la inflación general. Veamos.

De la calma al retorno de las presiones; y al modo electoral de los precios

Con la irrupción de la pandemia vimos un atípico proceso de desaceleración de la inflación. Debido a la caída abrupta de la demanda e incluso el cierre completo de algunos sectores (lo que hace que sus precios no varíen), las subas mensuales perforaron el 2% en la etapa de cuarentena más estricta. Esta evolución se dio en un contexto extraordinario, con bajas presiones salariales (postergación de paritarias) y una elevada demanda de dinero (frente a la incertidumbre, creció la mantención de liquidez por motivos precautorios). Adicionalmente, los controles aplicados sobre los bienes de consumo masivo -como el programa de Precios Máximos- y la suspensión de aumentos de tarifas colaboraron a la ralentización de los precios.

Sin embargo, la calma fue transitoria y con la vuelta a la normalidad las presiones inflacionarias reaparecieron. A medida que las actividades económicas reabrían, los salarios se recuperaban y la demanda retornaba a niveles previos, la elevada emisión monetaria le dio combustible a una nueva aceleración del proceso inflacionario, de la mano de un aumento de los dólares financieros. De esta manera, la inflación pasó de la zona del 2% entre abril y julio del 2020 a 3,6% en el último trimestre del año. Peor aún, en el inicio del 2021 la inflación siguió acelerándose, alcanzando un 4,1% promedio en el primer trimestre del año (con un pico en marzo, donde llegó a trepar 4,8%).

Así, la creciente inflación hacía cada vez más difícil a la meta propuesta en el Presupuesto (+29%). En respuesta a eso, el Gobierno -previendo que una disminución del ritmo de aumentos lo favorecería en los comicios- abandonó el crawling peg, aumentando la cotización del dólar oficial muy por debajo del resto de los precios. A la vez, postergó la suba de tarifas de servicios públicos y redujo los aumentos de precios regulados. Por último, disminuyó el ritmo de emisión monetaria y reforzó los controles para contener los tipos de cambio financieros.

Sin embargo, esta receta aplicada en otros años electorales surtió esta vez un efecto menor: la inercia alimentada por la emisión de dinero en 2020, con una elevada brecha cambiaria y mucho terreno por recuperar por parte de los trabajadores y empresarios de rubros golpeados por la cuarentena, junto con la expectativa de correcciones pendientes a fin de año, dificultaron el descenso de la inflación. Adicionalmente, el programa de Precios Máximos, implementado para contener los aumentos al comienzo de la pandemia, se había extendido demasiado: la suba de estos productos quedó 15 p.p. por debajo de la inflación general en 2020. Por este motivo, el desarme del programa (finalizado en junio) aceleró los precios de este grupo de productos, que pasó de mostrar una inflación menor a 1% en los meses de pleno congelamiento a promediar incrementos de casi 4% entre abril y septiembre de este año. Estos bienes tienen un peso relativamente importante sobre la canasta general (casi un quinto del índice) y contribuyeron a una desaceleración más lenta de lo esperado.

Con todo, la suba de precios bajó de un máximo de 4,8% en marzo a 2,5% en agosto, pero al costo de disminuir un 10% la competitividad externa y licuar 7% el precio relativo de los servicios públicos. Aun a pesar de ello, la “tregua” inflacionaria fue breve y en septiembre (+3,5%) y octubre (proyectamos en torno al 3%) se habría visto interrumpida.

Frente a la necesidad de tomar medidas, el Gobierno volvió a recurrir a una receta conocida: anunció esta semana un nuevo control de precios a bienes de primera necesidad. Este programa lanzado por la Secretaría de Comercio congelaría más de 1200 productos de las principales empresas de consumo masivo por 90 días. Dada su magnitud, se asemeja al programa de Precios Máximos. Este tipo de políticas puede contener transitoriamente la inflación de un grupo de bienes en el corto plazo, pero pierde efectividad a medida que pasan los meses. La suba de costos de las empresas productoras, que no pueden trasladar al consumidor, tarde o temprano deriva en desabastecimiento, estrategias de evasión del programa (como cambios en el packaging, presentación o gramaje de los productos) o, directamente, incumplimientos. Así, sin un acompañamiento del resto de la política económica (que permita apuntalar la estabilidad transitoria y su potencial efecto sobre las expectativas con una corrección de desequilibrios de fondo) el único efecto de dichas políticas termina siendo el de postergar subas inevitables. Para peor, los precios de muchos de estos productos ya se encontraban atrasados por el espacio cedido en el congelamiento previo, por lo que la efectividad del programa podría verse comprometida por este factor adicional.

Según nuestras estimaciones, si el programa es efectivo, la suba de precios de consumo masivo sería alrededor de 35% en 2021, ubicándose muy por debajo de nuestra proyección de inflación general para el año (que estará cerca del 50%). De esta manera, el atraso acumulado desde marzo de 2020, como consecuencia del programa de Precios Máximos y de este nuevo congelamiento, rondaría casi 40 p.p. en el cierre del 2021. Esta cifra surge de comparar a la inflación de los productos de consumo masivo acumulada entre el inicio de Precios Máximos y el cierre del 2021 (rondaría el 50%) con la inflación general, que para el mismo periodo sería de alrededor de 89%.

Un piso alto para 2022

En el proyecto de Presupuesto nacional para 2022, el Gobierno postuló que espera una inflación de 33% para el año entrante. Un aumento de precios de dicha magnitud requeriría que el esquema cambiario no se modifique y el dólar siga corriendo por debajo del IPC. Sin embargo, si tenemos en cuenta que el año que viene se normalizaría el flujo de turismo internacional y los precios de los commodities que exportamos tienen riesgos a la baja, es probable que no se pueda mantener el actual ritmo de apreciación mensual. Adicionalmente, aunque no hace explícito el sendero de subas, el mismo proyecto postula una recuperación del valor real de las tarifas, para que el usuario pague un monto mayor del costo del servicio. Como la experiencia reciente indica, esto también genera aumentos de segunda ronda, incrementando la inflación general.

Para cumplir la meta presupuestada, la inflación mensual del 2022 debería ubicarse, en promedio, por debajo de la cifra más baja de este año (+2,5%). Si consideramos que a lo largo del año habrá subas de servicios públicos y que el tipo de cambio no operará como ancla como este año, además del salto que implicaría la finalización del acuerdo de precios de consumo masivo en enero, estas proyecciones tienen serios riesgos de no poder cumplirse. Al mismo tiempo, la reapertura de paritarias y la aceleración de la emisión monetaria en la segunda mitad del 2021 también contribuirían a dificultar la meta. Por último, la inflación internacional se encuentra al alza (en Brasil ya superó el 10%, mientras que en Estados Unidos y Europa se ubica en valores inferiores, pero máximos en una década), un factor que tampoco ayuda a la contención de los precios domésticos.

En definitiva, la tendencia actual no luce optimista. Aunque los controles anunciados pueden tener efectos positivos en el corto plazo, del mismo modo que los congelamientos de tarifas o tipo de cambio, conllevan en sí mismos la garantía de una suba posterior. Si esa suba efectivamente ocurriera en 2022, las pautas del Presupuesto podrían quedar nuevamente subestimadas.

 

Monitor Cambiario Semanal – Presión en los financieros, respiro en el mercado oficial

Tipo de cambio al 1%, inflación al 3,5%: deterioro del tipo de cambio real

El tipo de cambio mayorista avanzó un 0,24% en la última semana y se ofreció hoy a $99,19. De este modo, mantiene su ritmo de depreciación mensual en torno al 1%, a diferencia de una tenue aceleración que mostraba algunas semanas atrás.

La inflación de septiembre superó ampliamente las expectativas del mercado al ubicarse en un 3,5% mensual, dando fin a 5 meses consecutivos de desaceleración. Esta aceleración de los precios tiene su correlato en el tipo de cambio real, que acentuó su pérdida de competitividad en las últimas semanas (la depreciación del Real también incidió en esta dinámica). Específicamente, el nivel promedio de octubre de esta variable de competitividad cambiaria real ya es un 2,8% menor al de septiembre. En el año acumula una apreciación del 13%, la mayor pérdida de competitividad para un año electoral de la última década (excepto por el 2015).

Aceleran los dólares financieros regulados

A pesar de las recientes restricciones a los dólares bursátiles, los tipos de cambio financieros regulados (AL30 C&D PPT) continuaron avanzando en esta semana corta. El CCL y MEP implícito en este bono finalizaron la rueda de hoy a $177,7 y $177,6 respectivamente, exhibiendo una brecha del 79% respecto del oficial. Particularmente, corren a un ritmo semanal del 3,5%, el mayor nivel de depreciación visto desde junio. Dos factores explican esta aceleración del CCL y MEP regulado.

Por un lado, la mayor segmentación de los dólares implícitos en los bonos de legislación local respecto del resto vuelve aún más atractivo su precio. Dadas las recientes regulaciones que vuelven menos referencial su precio y más acotada su restricción de compra semanal. el mercado los considera aun más subsidiados al compararlo con otros tipos de cambio (por caso, el implícito en el ADR Galicia cerró en $194,79, con una prima de casi 10% por sobre el CCL regulado), aumentado así la demanda en el segmento PPT de los papeles de legislación local para estas operatorias  – y para quienes no exceden el límite semanal -.

Por otro lado, el Banco Central habría reducido parcialmente su nivel de intervención, lo cual también explica esta aceleración de los dólares regulados y la acumulación de divisas de las últimas jornadas. Aunque aun no se tienen datos oficiales, habría acumulado más de USD 400 M en los últimos 5 días hábiles, un respiro para las arcas de la autoridad monetaria que no veía una racha de esta magnitud desde mediados de julio.

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Monitor de Escenarios Económicos

Acceda a nuestro Monitor de Escenarios Económicos para conocer las proyecciones por escenarios para 2021 y 2022 de PBI, Consumo Privado, Inflación, Tipo de Cambio Oficial y Brecha Cambiaria.

A su vez, debido a la relevancia de la situación sanitaria, encontrará un tablero de seguimiento de la vacunación contra el COVID-19 , donde se analiza dicha evolución a nivel nacional e internacional.

Haga clic en “VER INFORME” para acceder al reporte que publicamos quincenalmente. El mismo también lo podrá encontrar en Actividad-Informes Corporate.

Recuperación a dos velocidades: los Bienes suben por el ascensor, pero los Servicios por la escalera

La economía argentina viene recuperándose a buen ritmo, aunque no exenta de altibajos, desde que se flexibilizaron las restricciones a la circulación en la última parte del 2020. Este crecimiento todavía ubica a la actividad económica un 1% por debajo de los niveles pre-pandemia (primer bimestre de 2020) para los últimos datos disponibles. Sin embargo, dichas cifras agregadas esconden un comportamiento muy heterogéneo, en el que conviven sectores que ya operan muy por encima de 2019 con otros que recién están despegando.

Al realizar un análisis sectorial, vemos que los rubros productores de Bienes mostraron nueve meses consecutivos con niveles superiores a los previos a la crisis. Así, en julio del presente año produjeron casi 4% más que antes de la irrupción de la pandemia. Por el contrario, los sectores proveedores de Servicios aún se encuentran más rezagados y -en conjunto- todavía no recuperaron el terreno perdido, ubicándose en niveles inferiores a los anteriores a la crisis del Covid-19 (1,4% por debajo).

Teniendo en cuenta esta evolución, se abren una serie de interrogantes: ¿cómo seguirá la recuperación en lo que queda del año? ¿se revertirá la dinámica dispar, con un alza de los Servicios que los ubique al frente del rebote? ¿qué esperamos para 2022?

Los Bienes, holgadamente encima de la pre-pandemia

Como dijimos, a nivel agregado la producción de Bienes ya recuperó la pérdida provocada por la pandemia, los cierres y las restricciones a la movilidad y a la producción impuestos en 2020. De cara al cierre del año estas actividades seguirían mejorando, aunque moderarían el ritmo de crecimiento. Dentro de ellas podemos distinguir varios rubros con desempeños distintos.

El primer caso para analizar es el de la Industria Manufacturera. En julio, este sector llegó a alcanzar niveles 7% mayores a los previos a la crisis, ubicándose como uno de los rubros líderes de la recuperación. Esta rápida reactivación se debió, en un primer momento, a la flexibilización de las restricciones y la implementación de protocolos, factores que le permitieron volver a operar librando órdenes de compra pendientes y recomponiendo stocks. Además, la industria se vio beneficiada por una mayor demanda de bienes durables ‘dolarizados’ en un contexto de elevada brecha cambiaria, restricciones para acceder al ahorro en dólares y cambio en los patrones de consumo. Tras esta suba inicial, en 2021, efectos contrapuestos operaron sobre el sector. Por un lado, se vio afectado marginalmente por contagios de personal y cierres temporales de plantas, a la vez que el ‘veranito del consumo de durables’ perdía fuerza. A pesar de esto, otros factores incentivaron la producción industrial, como las tasas reales negativas, la mejora -marginal- del poder adquisitivo del salario y la implementación de programas oficiales que incentivaron estas compras (por caso, Ahora 12 y Créditos a tasa 0% para monotributistas).

Para los próximos meses, los últimos factores mencionados seguirán vigentes, aunque la evolución del sector no estará exenta de vaivenes. Por caso, el dato del Índice Industrial Manufacturero (IPI) exhibió en julio y agosto dos caídas mensuales desestacionalizadas (-2,2% y -0,6%, respectivamente). De todas maneras, las expectativas para el sector son positivas: casi el 80% de las empresas encuestadas por el INDEC espera que la demanda interna aumente o se mantenga estable en los próximos meses.

Considerando que este sector ya recuperó todo el terreno perdido por la pandemia e incluso gran parte de lo cedido en 2018 y 2019, es posible que el ritmo de crecimiento se desacelere. En este sentido, destaca que el uso de la capacidad instalada está solo un 3 p.p. por debajo del promedio de 2017, que representa el máximo de la serie de los últimos años, por lo que el espacio para seguir creciendo sin ampliar la capacidad productiva es acotado.

Párrafo aparte merece la Construcción, otro de los grandes segmentos que impulsó la producción de Bienes. Esta actividad se ubicó en julio en niveles 4% superiores a los de la pre-pandemia, ayudando a una rápida reactivación de la inversión productiva, que en el segundo trimestre se encontró un 20% por encima de la pre-crisis. Detrás de este buen desempeño se pueden diferenciar dos etapas. En la segunda parte del año pasado, la mayor permanencia en el hogar junto con el cepo y la brecha cambiaria impulsaron la demanda para pequeñas refacciones. En cambio, en el primer semestre de 2021, estas construcciones perdieron fuerza, pero fueron reemplazadas por la reanudación de las obras privadas de mayor magnitud y el impulso de la obra pública.

En agosto, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción exhibió un retroceso (-2,6% respecto al mes previo), dejando en evidencia que el sector comenzó a mostrar signos de estancamiento. Sin embargo, para el resto del año no prevemos que existan nuevas restricciones operativas que impidan su normal funcionamiento, a la par que el costo de la construcción medido en dólares seguirá siendo atractivo (en particular, valuado al tipo de cambio financiero) y el impulso a la obra pública traccionará la construcción (proyectamos que el gasto de capital del Sector Público Nacional más que se duplicaría en el año). Incluso, los permisos de edificación del mes (que adelantan futuras obras) crecieron 70% i.a., y más del 90% de las empresas que realizan obras consultadas cree que la actividad crecerá o permanecerá estable en los próximos meses.

Para finalizar, resta nombrar que el sector primario es, dentro de los productores de Bienes, el que exhibió un desempeño más magro. Por caso, el sector Agropecuario y ganadero junto al de Minas y canteras todavía se encuentran por debajo de los niveles pre-crisis (-1% respecto al primer bimestre de 2020). De esta forma, descontando de la producción de Bienes a estos rubros, el panorama es más favorable: el resto de ramas productivas tuvo una actividad 7% por encima de la pre-pandemia.

Los Servicios siguen rezagados, ¿podrán acelerar el ritmo de recuperación?

A diferencia de los productores de Bienes, los proveedores de Servicios aún no lograron recuperar el terreno cedido por la pandemia, aunque al desagregarlos se observa que algunos tuvieron un desempeño algo más favorable que otros. Dentro de los de mejor performance, se encuentra el caso del Comercio minorista y mayorista que, al igual que la industria y la construcción, se mantiene hace varios meses arriba de la pre-crisis (en julio, llegó a ubicarse más de 10% por encima). En un contexto de políticas económicas que “ponen plata en el bolsillo de la gente” (tanto por el lado de las transferencias como con créditos subsidiados y elevada liquidez) y con un salario real que comienza a abandonar el terreno negativo, este sector que depende sensiblemente de la demanda interna pudo incrementar sus ventas, y mantendría el buen desempeño en el corto plazo.

A contramano se ubicaron los sectores más perjudicados por la naturaleza sanitaria de la crisis, que siguen operando en niveles de dos dígitos por debajo de sus picos anteriores. El rubro más golpeado sigue siendo Hoteles y restaurantes, que en julio se ubicó 48% abajo de la pre-pandemia, seguido por Servicios sociales y personales, donde se encuentran determinadas actividades de esparcimiento, como teatros y espectáculos deportivos (-32% por debajo) y Transporte y comunicaciones (-13%). Detrás de este desempeño, se encuentra el hecho de que estos sectores siguieron muy afectados por las restricciones a la circulación y los cuidados sanitarios autoimpuestos por parte de la sociedad, en tanto son actividades que requieren una importante aglomeración de personas. Peor aún, estos rubros acusaron el impacto de la segunda ola que, aunque más leve en términos sanitarios, volvió a golpear a este tipo de actividades. En este sentido, es una parte de la economía que todavía tiene mucho camino de “rebote” por recorrer.

De cara a lo que sigue, con el avance de la vacunación y la ampliación de aforos permitidos, los sectores asociados al esparcimiento mostrarían mejores números. Las actividades que implican una mayor aglomeración de personas en los grandes centros urbanos están volviendo a la normalidad (por caso, espectáculos culturales y deportivos) y aquellas vinculadas al turismo también tendrían una mejoría. Respecto a estas últimas, aunque la recepción de viajeros del exterior se encuentra muy limitada por el momento (en los primeros siete meses del año llegaron un 96% menos de turistas por vía aérea que en el mismo lapso de 2019), el turismo interno está compensando parcialmente esta baja. En este sentido, el programa pre-viaje implementado por el Gobierno incentiva las vacaciones domésticas y superó las cifras estimadas ex-ante a su aplicación, lo que generaría un mayor dinamismo en restaurantes, hoteles y otros asociados a partir de noviembre. De esta manera, esperamos que las actividades que aún se encuentran rezagadas aceleren su recuperación en los próximos meses, cuando también podría darse un driver extra con la apertura de las fronteras a la recepción de viajeros.

2022 con incógnitas latentes

De todas maneras, el principal interrogante es si estos sectores de Servicios tendrán margen para recuperar todo el terreno perdido o alcanzarán un nuevo “techo” de actividad más bajo al de los años anteriores. Esto podría darse por la pérdida de “capacidad instalada”, si los cierres prolongados hubieran llevado una reducción en la cantidad de proveedores. Según los datos publicados por AFIP, se perdieron una totalidad de 30.000 empresas en los últimos dos años (considerando los datos a mayo de 2021, último disponible), y casi el 90% de ellas estaban vinculadas con la provisión de Servicios.

Peor aún, las caídas más significativas estuvieron en los sectores que todavía no recuperaron su nivel habitual de ventas (transporte, alojamiento, restaurantes y esparcimiento), dado que en promedio mostraron una caída del 13%, representando un tercio de los cierres (alrededor de 10.000 empresas). Dicho esto, es posible que la destrucción de capital producto de la pandemia impida la aceleración en la recuperación de estos sectores, que todavía no pudieron despegar. Una vez que el “efecto rebote” se diluya, el crecimiento se moderaría.

Para finalizar, la gran duda vigente sobre el vigor de la recuperación es la posibilidad de una disrupción cambiaria. De cara al año entrante, el buen desempeño de la industria, la construcción y el comercio, que hoy explican la mayor parte del crecimiento del PBI, podría verse interrumpido si hubiera un salto en el tipo de cambio. La demanda de estos rubros esta muy vinculada con el poder adquisitivo doméstico, hoy traccionado no solo por el congelamiento de las tarifas y las políticas destinadas a dinamizar al consumo, sino sobre todo por la apreciación del dólar. Por este motivo, un salto cambiario o una aceleración del ritmo de depreciación diario podrían obturar la recuperación.

México | Contracción de la actividad

Económico:

Los indicadores económicos oportunos de junio anticipan el comienzo de una desaceleración en México. Los datos más recientes sobre la inversión fija bruta muestran una contracción mensual de 1.9% en junio, respecto de mayo. Por componente, la mayor contracción en el mismo periodo se dio en la construcción (-5.1%) y se observa mayor dinamismo en la maquinaria y equipo de origen importado con respecto a lo nacional. Vale mencionar que este retroceso se acompaña de una contracción de 0.9% en el Indicador Mensual de la Actividad Industrial en junio con respecto de mayo y un modesto crecimiento de 0.5% en julio, respecto de junio.

La recepción de los doce mil millones de dólares provenientes del Fondo Monetario Internacional por Derechos Especiales de Giro (DEG), llevó a las reservas internacionales a nivel récord al finalizar agosto. Este aumento de reservas ofrece una buena señal a los mercados internacionales por la percepción de un menor riesgo de impago, aunque vale decir que por Ley, no se pueden usar para el pago de deuda. Este buen resultado contrasta con la persistencia de la inflación al alza. En agosto, la inflación general se ubicó en 5.6% anual con una mayor incidencia en el precio de alimentos. Bajo este contexto, en Consultores Internacionales, S.C.® estimamos un crecimiento del PIB de entre 4.6% y 5.6% al finalizar el año.

Político:

La primera semana de septiembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presentó al Congreso de la Unión el Paquete Económico 2022. Este documento contiene los Criterios Generales de Política Económica (que incluye el marco macroeconómico para el resto de 2021 hasta 2027), la propuesta para la Ley de Ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación. Dicho paquete fue inercial, es decir, similar a los anteriores en términos de disciplina fiscal, austeridad y un marco macroeconómico relativamente optimista con persistencia en el gasto hacia los proyectos bandera de la actual administración. Las propuestas presentadas por el Ejecutivo deben ser aprobadas antes del 15 de noviembre, pero se espera que sean aprobadas sin mayor cambio, como en los ejercicios anteriores.

También, durante la primera semana de septiembre, se retomó el Diálogo Económico de Alto Nivel con Estados Unidos, en donde se plantearon estrategias para reactivar la economía de ambos países, mismas que
incluyen temas de cooperación técnica en programas de proyectos productivos en México, así como mayor impulso a la inversión. Sin embargo, quedan pendientes por parte de nuestro país los temas asociados a migración, energías limpias y cumplimiento del T-MEC.

Los acuerdos de septiembre continúan con la tendencia paritaria alcista

Septiembre no fue la excepción a los seis meses previos, donde venimos registrando un incremento en los niveles promedio de aumentos salariales logrados por los acuerdos paritarios. Desde mediados de año, cuando el oficialismo convalidó aumentos por encima del 40%, los acuerdos salariales tardíos o las revisiones que se sucedieron venían mostrando una tendencia alcista y en septiembre se vuelven a ubicar por encima del 45% en promedio.

De esta manera, el promedio de aumentos acordados y relevados por Synopsis en el proceso de paritarias se ubicó en septiembre en 46,7%, un punto porcentual por encima del promedio de agosto y 16 puntos porcentuales por encima del promedio registrado en marzo pasado.

El noveno mes del año, en donde tuvimos la primera etapa del proceso electoral (las PASO), fue un mes con pocos acuerdos y revisiones. Tuvimos el acuerdo de la rama de cemento de AOMA de 48%, también tuvieron lugar acuerdos de trabajadores de universidades (FATUN) y docentes universitarios (FADUN) – ambos con aumentos del orden del 47% – los judiciales bonaerenses que cerraron un acuerdo de 45,5%, y la rama AFA de la UTEDYC que también acordó aumentos del 47%. Finalmente, los trabajadores de Astillero Río Santiago firmaron un acuerdo por aumentos que suman un 45,5%.

Más allá de las revisiones que permitieron corregir los aumentos alineados a la pauta inflacionaria del Gobierno a comienzos de año, el promedio de las alzas en acuerdos anuales no logró ponerse aún en línea con la inflación acumulada en los últimos 12 meses: esta dinámica ayuda a explicar por qué los salarios volverán a perder contra la inflación por 4 año consecutivo.

La mayoría de los grandes gremios (que fueron adelantando sus respectivas cláusulas de revisión para no quedar atrasados frente al avance de la inflación) tienen buenas perspectivas de cara al cierre del año y, si se contabilizan las cuotas efectivizadas de los acuerdos paritarios y la inflación acumulada mes a mes, es muy probable que la mayoría termine el 2021 con resto. Lo interesante es que, en casi todos los acuerdos, se contemplaron incrementos entre los meses de octubre y noviembre, en la víspera de la elección general del 14 de noviembre.

Si el proceso paritario debía tener timming electoral, la diagramación de los acuerdos paritarios acordada por los grandes gremios lo logró con creces: casi todos verificarán una mejora salarial justo antes de votar.

 

*El presente artículo es un extracto del “Panorama Político” que elabora mensualmente Synopsis Consultores para clientes de Ecolatina suscriptos al Módulo Político.

 

Monitor Cambiario Semanal – Cepo reforzado… otra, otra vez

Acelerado deterioro de las principales variables

Desde septiembre, las principales variables monetarias y cambiarias claves para la sostenibilidad (de corto plazo) de la estrategia cambiaria oficial acentuaron su deterioro. El CCL tradicional pasó de depreciarse en promedio a un ritmo del 1,5% mensual en agosto a un promedio del 2,5% mensual desde las PASO. La brecha del CCL SENEBI respecto del oficial saltó del 81% promedio de agosto a casi un 90% promedio luego de las elecciones, con algunos contados con liquidación implícitos en acciones que incluso alcanzaron los $200.

Las tensiones no solo se dieron en el mercado spot: las expectativas de devaluación se recalentaron en el mercado de futuros. Desde las PASO, las tasas implícitas de los futuros a enero, febrero y marzo aumentaron 7,5 p.p. en promedio. Un alza de las tasas implícitas en ROFEX no es inocuo ya que no solo impacta en expectativas, también lo hace en la economía real. Aquellas empresas con insumos dolarizados que toman cobertura cambiaria (para fijar un precio futuro del dólar y tener certidumbre respecto del costo de la divisa a la hora reponer mercadería) ven encarecido este costo, lo cual termina filtrándose directa o indirectamente a las listas de precios. Entonces, tanto para calmar las expectativas de devaluación como para disminuir el potencial impacto sobre la inflación, el Central interviene vendiendo dólar futuro. Mientras que en agosto ya había intervenido por USD 378 M, septiembre no habría sido la excepción: habría vendido por más de USD 1.000 M (hecho que se ve reflejado en inusuales aumentos del volumen operado en algunos contratos).

El costo de la intervención y de la estrategia cambiaria vigente fue in crescendo en las últimas semanas. La autoridad monetaria enfrentó un fuerte deterioro de sus reservas – y no solamente por el pago de capital de USD 1.880 M al FMI –. Mientras que en agosto finalizó el mes con un saldo neutro, en septiembre vendió USD 957 M para contener al dólar oficial, el mayor nivel desde octubre 2020.

No solo tuvo que vender divisas para contener al mayorista, también lo hizo para intervenir en las brechas financieras: según nuestras estimaciones, perdió USD 450 M solo por controlar a los dólares bursátiles, lo cual representa un ritmo promedio diario de USD 20,5 M. En el año, septiembre fue el tercer mes de mayor intervención en las brechas financieras. Ahora bien, este dato es particularmente preocupante dado que, a pesar de las diversas restricciones a la operatoria de dólares financieros y el menor volumen del bono de referencia con el cual el Central interviene, el costo de contener las brechas financieras no cede.

Incluso, los datos del Balance Cambiario de agosto (último disponible) dejaron entrever una aceleración de los pagos anticipados de importaciones, hecho que probablemente estuvo relacionado con el recalentamiento de las brechas cambiarias y, consecuentemente, de las expectativas de devaluación. Esto a su vez se combinó con pagos por anticipado de importaciones mayores a los que efectivamente se registraron con los despachos a plaza, hecho fundamentalmente relacionado con los incentivos que generan las elevadas brechas cambiarias vigentes. Dada la reciente normativa del BCRA, esta dinámica probablemente empeoró en las últimas semanas.

Ante la falta de incentivos a la oferta, mayores controles a la demanda

El deterioro del frágil panorama cambiario culminó una vez más en nuevas restricciones a la demanda de divisas, tanto en lo que respecta a la producción y la economía real como en el mundo financiero.

En el primer caso, a partir de la Com. A7375 el Banco Central modificó el mecanismo de pago anticipado de importaciones, que ahora deberán cursarse a partir del despacho a plaza de los bienes, exceptuando de la norma aquellos pagos anticipados relacionados a la provisión de medicamentos u otros bienes relacionados con la atención médica y/o sanitaria de la población o insumos que sean necesarios para su elaboración local. La medida solo aplica a aquellos pagos de importaciones que se realicen por un valor mayor al ingresado.

Si bien el Central explícitamente hizo referencia a este diferencial entre los montos por pago anticipado y por el despacho, la medida deja entrever el escaso margen de maniobra en materia de reservas que tiene la autoridad. Muy probablemente esta nueva reglamentación – que a priori estará vigente hasta fin de mes – impacte negativamente en expectativas y en planes de producción, ya que la lectura inmediata en el contexto de escasez de dólares es una prolongación de la misma.

La comunicación resumidamente introduce los puntos esenciales de una previa regulación al pago de dividendos de empresas importadoras, íntimamente relacionada con las restricciones al contado con liquidación previas al nuevo comunicado de la CNV. Aunque se mantiene vigente el pago local a vinculadas y no vinculadas por facturas de bienes y servicios sin colisionar con el MULC (sujeto a verificación de “habitualidad” para el pago de bienes o servicios de manera local hecho a una controlante directa), la CNV introdujo nuevas restricciones a la operatoria de dólar cable (RG 907). Específicamente:

1.   Se eliminó el límite a la operatoria de dólar MEP y CCL con bonos de legislación extranjera en el segmento PPT (sujeto a su parking);
2.   Se mantiene la compra sin límites de dólar MEP y CCL en el SENEBI con cualquier tipo de bono (sujeto a su parking); y
3.   Se restringió a 50.000 nominales semanales de bonos de legislación local (AL30 por ej.) para su liquidación en moneda extranjera, sea especie C o D (es decir, CCL o MEP), en el segmento PPT.

Esta última operación bloquea la transferencia u operación de cualquier título contra dólares durante 30 días. Sin embargo, los puntos 1 y 2 están sujetos a no haber realizado la operación detallada en el punto 3. De realizarla (no retroactivo, efectivo a partir del 6 de octubre), se deberá esperar a que se cumplan 30 días de la última venta contra especie C/D para volver a operar MEP o cable por cualquier medio distinto de los bonos ley local segmento PPT, o para transferir bonos desde o hacia entidades depositarias del exterior.

Haga click en “Ver Informe” desde Appvisor para ver el informe adjunto.

Ecuador | Acuerdo técnico con el FMI

Economía:

El 8 de septiembre el Gobierno ecuatoriano y el FMI anunciaron que llegaron a un acuerdo a nivel de personal técnico para seguir adelante con el programa que está vigente desde el año pasado y por el cual Ecuador recibió $4.000 millones en 2020 (algo más del 4% del PIB) y espera recibir $1.500 millones más en 2021. Los primeros $800 millones llegarían a finales de este mes o
inicios de octubre, una vez que el Directorio del FMI haya aprobado el acuerdo. Los otros $700 millones llegarían a finales de este año, obviamente sujetos al cumplimiento de las metas que el país y el Fondo hayan acordado. El detalle de esas metas aún no se conoce. Por lo pronto, se sabe que la reforma tributaria que el Ejecutivo envíe a la Asamblea en las próximas semanas será mucho menos ambiciosa de lo que el propio Fondo esperaba al momento de negociar el programa original con el gobierno anterior. El ajuste acordado entonces incluía un recorte equivalente al 3% del PIB en el gasto del sector público no financiero y un aumento de 2,5% del PIB en los ingresos permanentes para lo cual el FMI recomendaba elevar en tres puntos porcentuales la tasa del IVA (del 12% al 15%). El Gobierno ha sido enfático en que no va a subir el IVA y en que el peso de la reforma tributaria recaerá en los sectores de mayores ingresos.

Política:

La relación entre el Ejecutivo y el Legislativo parece estar tensionándose. La Asamblea, en la que el Gobierno tiene un bloque muy reducido, no se muestra dispuesta a aprobar las iniciativas del Gobierno (eso está ocurriendo, por ejemplo, con un proyecto de Ley de Comunicación, con el proyecto de la reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior y también con la Proforma del Presupuesto General del Estado para lo que resta de 2021) y el Presidente Lasso y algunos de sus ministros ya han empezado a hablar de la posibilidad de convocar a una consulta popular para que los ciudadanos se pronuncien de manera directa sobre algunos temas. Por lo pronto, se espera que en las próximas semanas el Ejecutivo envíe a la Asamblea un proyecto de ley que incluya cambios en materia tributaria y laboral, y posiblemente también en la normativa para las alianzas público privadas. Un eventual (y probable) rechazo de la Asamblea a ese proyecto podría ser la excusa para la convocatoria a una consulta popular. Si bien las elecciones en Ecuador son muy inciertas, por lo
pronto el Presidente tiene una alta popularidad (debida en gran medida al éxito del plan de vacunación y a la relativa normalización de las actividades que eso ha promovido), que contrasta con la mala imagen del Legislativo.