Tres factores impulsan la recuperación del empleo formal en los últimos dos años

El empleo asalariado privado en 2020-21, únicamente impulsado por la industria

Según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), durante septiembre el empleo formal exhibió un incremento de 3% i.a., lo que implica que el empleo registrado aumentó en más de 360 mil trabajadores respecto de septiembre de 2020.

De esta forma, el empleo registrado ya recuperó el deterioro ocasionado por la pandemia/cuarentena: el indicador -en términos desestacionalizados- exhibe una mejora de 1% en relación a diciembre de 2019 y volvió a los niveles de empleo formal cercanos a los de 2018.

Una inspección más detallada muestra que esta dinámica es impulsada por los trabajadores por cuenta propia formales – monotributistas, autónomos y monotributistas sociales- que exhiben un crecimiento de 4,2% i.a., y los asalariados del sector público, con un avance de 3,2% i.a. Estas modalidades son las que explican la totalidad la mejora del empleo formal en 2020-21: en relación a diciembre de 2019, aumentaron más de 5% y 3% respectivamente, más que compensando la caída de 1,5% en el empleo asalariado privado y de casas particulares.

De hecho, los asalariados del sector privado todavía están rezagados: si bien en septiembre crecieron 2,4% i.a. (mejora que se corresponde con 140 mil puestos de trabajo más en relación a igual mes del año pasado) aún no recuperaron uno de cada tres puestos destruidos durante los primeros ocho meses de 2020.

Haciendo foco en este grupo -que representa la mitad del empleo formal- encontramos también algunas heterogeneidades. La más significativa es la que refleja las distintas velocidades en la recuperación del empleo en las ramas productoras de bienes respecto a los servicios.

En el primer caso, aumentaron en 5,3% i.a. (100 mil empleos) en septiembre y ya recuperaron todo el terreno perdido durante los primeros ocho meses del 2020. Por el contrario, los asalariados privados en sectores productores de Servicios aumentaron cerca de 1% i.a. (casi 40 mil empleos) y apenas recompusieron uno de cada tres puestos de trabajo perdidos en durante el período enero-agosto del año pasado. Esta discrepancia también tiene su correlato en la actividad económica: al noveno mes del año la producción de Bienes se ubicaba 6,5% por encima del cierre de 2019, mientras que los Servicios mostraban un leve decremento (-0,2%) respecto a dicho período.

Un “zoom” adicional en los sectores productores de Bienes, sugiere que la recuperación en el empleo formal en la industria -que representa más de la mitad de los empleos de estas ramas y 1 de cada 5 puestos de trabajos asalariados formales del sector privado- es el principal factor que explica este fenómeno: sin contabilizar este importante sector, todavía quedan por consolidarse 20 mil puestos de trabajo adicionales -concentrados en la construcción- para volver a los niveles del cierre de 2019. Esto también se observa al analizar la dinámica de la actividad, ya que la Industria opera más de 10% de la previa al cambio de gobierno, triplicando el dinamismo del resto de las ramas productoras de Bienes.

No aparece un cambio de tendencia a lo observado en la última década

Ya mencionamos que los trabajadores por cuenta propia formales -fundamentalmente monotributo-, los trabajadores públicos y el empleo asalariado industrial -especialmente la industria alimenticia, automotriz y en la fabricación de plásticos, maquinaria, electrodomésticos y tecnología- explican la totalidad del crecimiento, pandemia mediante, del empleo formal en los últimos dos años.

No obstante, cuando reagrupamos las categorías para mirar la película con mayor extensión temporal, notamos que la tendencia de los últimos años fue la de un crecimiento del empleo registrado impulsado fundamentalmente por el cuentapropismo formal y los asalariados públicos no se alteró, lo cual es indicativo de que persiste la dificultad para generar empleo asalariado privado registrado.

De hecho, el empleo asalariado privado -que no sólo es el que cuenta con mayores protecciones laborales sino también el que en mayor medida es el que permite financiar el régimen previsional de reparto- continuó perdiendo participación en el total de trabajadores registrados: a fin de 2012 representaba 55% del total, a fin de 2015 un 52%, a fin de 2019 un 49% y a septiembre de este año, 48%.

El empleo asalariado público, por su parte, pasó de representar el 30% del empleo asalariado formal total en 2012 a 36% en la actualidad. La pregunta en este sentido es si la creación de puestos de trabajo directos por parte del Estado es “genuina” -en el sentido que se incrementa la provisión de bienes y servicios por parte del sector público- o si constituye una de las formas más accesibles para buena parte de la sociedad de acceder al empleo registrado.

La evidencia sugiere una constante absorción de trabajadores a lo largo de toda la última década: el 60% del aumento en el empleo registrado total en 2013-2021 es explicado por asalariados públicos (los asalariados privados registrados cayeron en el mismo lapso), dando alguna cuenta de que esta modalidad en parte mitigó los impactos que los ciclos económicos tuvieron en el mercado laboral.

Por otro lado, también cabe señalar que la expansión del cuentapropismo esconde una importante heterogeneidad en tanto está compuesta por un avance del 10% del monotributo social, asociada a trabajadores de las categorías más bajas.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

De cara a lo que resta del año y el entrante, prevemos que el dinamismo del cuentapropismo y los asalariados públicos siga su curso, traccionando el empleo formal. Por otro lado, si bien esperamos que la industria opere con más vaivenes, no creemos que esta dinámica afecte su rol de creador de empleo, al menos durante los próximos meses.

No obstante, sobre el resto de las actividades económicas todavía descansan algunos interrogantes. En primer lugar, esperamos que exista una expansión producto del fin de las limitaciones de capacidad/aforo en rubros vinculados a la gastronomía, entretenimiento y turismo durante el cierre del año y que esta dinámica continúe en los meses de verano.

Por otra parte, la velocidad de la recuperación de los puestos de trabajos registrados a los niveles pre-pandemia no sólo dependerá de que tanto se mantiene la tasa de formalidad -en sectores típicamente más informales- en un contexto de lenta disipación de la incertidumbre, sino también de lo que ocurra con el poder adquisitivo. En este sentido, de verificarse las proyecciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) efectuadas por el BCRA para los próximos meses, difícilmente el salario real logre continuar la marcada recuperación iniciada en el segundo semestre de este año en el mediano plazo, pudiendo afectar, de esta manera y en mayor medida, al consumo de los rubros de servicios antes mencionados.

En definitiva, el empleo registrado posiblemente cierre el próximo año en línea con el nivel alcanzando a lo largo de 2018 pero este fenómeno guardará más relación con la “vuelta a la normalidad”, un mayor alcance del empleo público y difusión más extendida del cuentapropismo formal.

Industria: retroceso mensual en octubre, ¿qué sucederá en los últimos dos meses del año?

En octubre, el Índice de Producción Industrial (IPI) creció 4,3% i.a y se ubicó un 1,2% por encima del mismo mes de 2019. Esto implica una desaceleración respecto a lo sucedido en septiembre, cuando el índice había crecido 10% i.a. (y, más aún, +14,3% respecto al mismo mes de 2019). Con estos datos, el entramado industrial acumuló un crecimiento del 17% i.a. en los primeros 10 meses del año y de 5,5% respecto a igual periodo del 2019, previo a la crisis del Covid.

Sin embargo, tuvo una contracción de 5,7% en términos desestacionalizados. Si bien el sector fue uno de los principales motores de la recuperación económica, en tanto logró recuperar rápidamente los niveles pre-pandemia, hace varios meses que no logra exhibir un crecimiento sostenido. En este sentido, mostró vaivenes en el desempeño mensual desde inicios de año: solo en el bimestre marzo-abril hubieron dos meses consecutivos de crecimiento. Por lo tanto, al contrastar el nivel de octubre con el de diciembre de 2020, se observa que la industria avanzó únicamente 0,9% en lo que va del año. En este último mes, la mayor incertidumbre cambiaria previa a las elecciones y el ajuste del cepo incidieron sobre el magro desempeño industrial, pudiendo afectar la disponibilidad de determinados insumos para producir.

Al interior del índice, doce de las dieciséis divisiones del sector presentaron subas interanuales. Uno de los sector que más incidió al crecimiento del Nivel General fue Vehículos automotores, Carrocerías, Remolques y Autopartes (+18,4% i.a.). La mejora del sector fue explicada principalmente por la suba de vehículos automotores (+39,2% i.a.). Más en detalle, según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), en octubre de 2021 se registran subas interanuales en la cantidad de unidades producidas de automóviles (56,0% i.a.) y de utilitarios (32,7% i.a.).

El sector que más creció fue Prendas de vestir, Cuero y Calzado (+50,6% i.a.). Estos resultados se pueden explicar por dos vías: por un lado, el relajamiento de las restricciones a la circulación impulsó la mayor actividad de los locales comerciales, mientras que a su vez el mayor desarrollo de la comercialización online benefició el crecimiento de las ventas.

En contraposición, las caídas más significativas se presentaron en Muebles y colchones y otras industrias manufactureras (-12,1% i.a.), Otros equipos, aparatos e instrumentos (-7,1% i.a.) y Madera, papel, edición e impresión (-1,2% i.a.).

Además, otro dato importante fue la contracción observada en Alimentos y bebidas (-0,8% i.a.). La principal incidencia negativa se observa en la elaboración de vino, que presentó una caída de 14,0% i.a. Por su parte, la producción de carne vacuna se ubicó como la segunda incidencia negativa y registró una disminución de 13,7% i.a., posiblemente afectada por el cepo a las exportaciones de carne.

Para lo que resta del año, no esperamos un cambio importante en la tendencia: el sector seguiría mostrando un crecimiento con forma de “serrucho”. Los datos adelantados de noviembre de la Asociación de Fabricantes de Automóviles (ADEFA) hasta el momento son favorables, en tanto el sector automotriz tuvo una marcada mejora respecto a octubre (+13,4% mensual). De esta manera, estimamos que la industria crecerá en torno al 15% en el promedio anual de 2021, ya ubicándose también por encima de los niveles del promedio de 2019.

La CGT decidida a apuntalar el liderazgo de Alberto Fernández en defensa propia

Finalmente, el Congreso de la CGT eligió nuevamente un triunvirato para integrar la Secretaría General de la entidad, que estará conformado por: el Secretario General del gremio de la Sanidad, Héctor Daer, el Secretario General Adjunto del gremio de Camioneros, Pablo Moyano, y el Secretario General de Estacioneros, Carlos Acuña. Este último logró revalidar su lugar en la conducción cegetista por encima del titular de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Caló, quien aspiraba a meterse en el triunvirato en representación de la industria, pero que fuera relegado por el resto de los dirigentes gremiales.

Pero más allá de la renovación de autoridades, que ratificó la reunificación de vertientes antes disgregadas del movimiento obrero en una sola unidad, el dato político de las últimas semanas es el fuerte alineamiento que ha venido mostrando la central sindical detrás del liderazgo de Alberto Fernández. Una definición que debe entenderse en el marco de las tensiones que atraviesan la Coalición oficialista entre los sectores leales a Cristina Kirchner y el resto del peronismo. La CGT parece estar dejando en claro, cada vez más y en cada paso que da, que en esa disputa se alinea decididamente detrás de la figura del Presidente.

Ese alineamiento tiene como contraprestación, obviamente efectividades conducentes por parte del Presidente. Las señales de trato preferencial que les ha dispensado Alberto Fernández vienen en consecuencia al apoyo recibido, sobre todo en el acto de “festejo” del “triunfo electoral” del miércoles 17 de noviembre: obra social, paritarias y mayor protagonismo político.

Más allá de las efectividades conducentes (gestos, apoyos y recursos), al apuntalamiento del liderazgo presidencial por parte de la CGT suena también a un gesto en defensa propia en dos sentidos: 1) para evitar que el Frente de Todos naufrague, facilite el regreso de la oposición al poder, perjudicando a todos los que lo vinieron apoyando; 2) para evitar un mayor protagonismo de Cristina Kirchner, Máximo Kirchner y La Cámpora, quienes no han ahorrado críticas públicas a los principales dirigentes sindicales, marcando una distancia que no ha podio recomponerse.

Monitor de Escenarios Económicos

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Los desafíos de la política fiscal en 2022

En 2020 el déficit primario del Sector Público Nacional No Financiero (SPNF) alcanzó 6,4% del PBI, el nivel más elevado de los últimos 37 años. Lógicamente, esto obedeció en buena medida a factores puntuales derivados del impacto de la pandemia: considerando la masiva respuesta del Estado para compensar los ingresos de los hogares, mantener el capital de trabajo de las empresas y fortalecer el sistema sanitario, era esperable un deterioro pronunciado de las cuentas fiscales. De hecho, esta situación no afectó únicamente a la Argentina, sino que se dio en la mayoría de los países del mundo.

En este sentido, así como el empeoramiento del resultado fiscal era esperable, también lo es la recuperación posterior dada la reversión de estos factores puntuales a medida que se normaliza la economía. Sin embargo, en el caso del Sector Público Nacional No Financiero (SPNF) la mejora en el resultado primario de 2021 estará también impulsada por algunos elementos adicionales.

Para este año, estimamos que el resultado primario oficial del SPNF se ubicará en torno de 2,3% del PBI, mejorando en 4,1 p.p. respecto de 2020. Sin embargo, este resultado contabiliza el ingreso extraordinario de DEG por 0,9% del PBI. Si bien efectivamente constituye una fuente que nutre el programa financiero, dado que esta transferencia se depositó en las reservas del BCRA y que se destinará en su totalidad a cancelar obligaciones con el FMI, a los efectos de analizar la real dinámica de las cuentas fiscales la excluiremos del resultado oficial. En consecuencia, el resultado primario en 2021 sería de 3,3% del PBI, siendo la mejora respecto de 2020 de 3,1 p.p. Ahora bien, ¿Cómo se logró dicha mejora?

Como fue mencionado, la reversión de los factores puntuales cumplió un rol fundamental: el fin de los dos principales programas desplegados durante la pandemia (IFE y ATP) y la reducción en las transferencias a las Provincias (también fuertemente asistidas en el mismo contexto) implicó una mejora de 2,1 p.p.

Por su parte, los ingresos tributarios -excluyendo los provenientes del comercio exterior- no aportarían tan significativamente a la dinámica del resultado fiscal del 2021. Si bien la recaudación de impuestos ligados al mercado interno y al mercado laboral tuvo un esperable comportamiento cíclico -cayendo en 5% en términos reales en 2020 y aumentando 7% en 2021- en términos del producto no mostrarían una gran variación este año.

Distinto es el caso de los recursos ligados al comercio exterior -especialmente retenciones- que se vieron beneficiados no sólo por la recuperación de los volúmenes intercambiados, sino por el fuerte salto de precios internacionales. En materia de recursos, los ligados al comercio exterior explican una mejora de 0,8 p.p. del PBI en el resultado primario nacional.

Más allá de estos efectos “positivos” sobre las cuentas públicas que tuvo la salida de la pandemia -considerando que la suba de precios internacionales también forma parte de ese ciclo de salida- el resultado primario también mejorará por otros elementos.

En primer lugar, se destaca la “sorpresa inflacionaria”. Este año el alza de precios domésticos rondará 50%, aumentando 14 p.p. respecto de 2020. La fórmula de movilidad jubilatoria (indexa aproximadamente 40% del gasto primario), que incorpora la nominalidad de la economía con rezagos, quedara en promedio detrás del alza de precios. Si bien entre puntas (diciembre-diciembre) la fórmula de movilidad mostrará un aumento similar a la inflación (52,7%), en promedio el alza se ubicará en torno de 38%, 10 p.p. por debajo de la inflación promedio y casi 25 p.p. por debajo del PIB nominal. De esta forma, el gasto ajustable por movilidad crecería alrededor de 40% i.a., cayendo 1,5% del PBI este año. Cabe señalar que en 2020 había ocurrido lo inverso: el gasto ajustable por movilidad había aumentado también en torno de 40%, pero en términos del producto mostró una suba de 1,1 p.p.

En segundo lugar, el Aporte solidario y extraordinario para morigerar los efectos de la pandemia, que no estaba en 2020, contribuiría con una mejora de otro 0,5% del PBI en el resultado primario.

Finalmente, el gasto en remuneraciones y en las transferencias a universidades, que si bien actualmente crece al 67% i.a., en el año crecería 15 p.p. por debajo del PBI nominal, mostraría una reducción de 0,3% del PBI.
Otros factores operaron en sentido inverso, siendo el más importante el asociado a la dinámica de los subsidios. Con las tarifas operando como ancla nominal, el gasto en subsidios aumentaría en 0,6% del PBI respecto del 2020, alcanzando el mayor nivel de los últimos 5 años (3,1% del PBI).

Además, el incremento registrado en otros programas, tales como el REPRO, Tarjeta Alimentar y el incremento extraordinario en asignaciones familiares implican un gasto extra de otro 0,6% del PBI, compensando parcialmente, como se mencionó, con el fin del IFE y el ATP. A esto se suma también el mayor gasto por compra de vacunas (+0,3% del PBI).

Por último, el crecimiento del gasto de capital implica un deterioro del resultado primario de 0,3 p.p. del PBI respecto de 2020, mientras que la dinámica de otros recursos y gastos adicionan otro 0,4% del PBI. En este último punto se destaca especialmente que a fines de 2020 se dejó de registrar en los recursos el uso del FGS para el financiamiento del Programa de Reparación Histórica.

De este modo, computando la totalidad de efectos positivos y negativos se explica la transición desde el déficit de 6,4% del PBI en 2020 al 3,3% del PBI en 2021. Sin embargo, el punto de partida para 2022 es algo más desafiante si se consideran algunos efectos inerciales.

El primero de ellos es que a priori no estaría el Aporte Extraordinario, lo que implica un deterioro inercial adicional de 0,5% del PBI.

El segundo elemento concierne justamente a la movilidad previsional, que en 2021 fue de menor a mayor: si bien en el promedio anual crecería casi 40% i.a., a diciembre el crecimiento “punta a punta” superará holgadamente el 50% i.a., dejando un importante efecto “arrastre” para 2022. Considerando nuestras proyecciones macroeconómicas, el gasto en movilidad aumentaría algunos puntos por encima del 50% en 2022, lo que podría implicar una leve suba en términos del PBI. Similar comportamiento tienen los salarios: pensando en una paritaria similar a la inflación proyectada, por el efecto “arrastre” las erogaciones también podrían aumentar levemente en términos del PBI.

Con este punto de partida, los desafíos de la política fiscal para 2022 son múltiples, dependiendo crucialmente de cuál sea la meta. Resulta claro que cuanto más exigente sea, mayor será el esfuerzo necesario, especialmente considerando la existencia de los efectos inerciales.

Por otro lado, se debe destacar que es difícil que se pueda mejorar el resultado primario por el lado de los recursos. Con un Congreso dividido, es poco probable que el oficialismo pueda impulsar subas normativas, especialmente luego de los aumentos realizados en los últimos dos años. Toda mejora de ingresos debería provenir por una mejora de la recaudación asociada a un mayor dinamismo de la actividad económica, lo que difícilmente suceda en 2022. Si bien existen potenciales alzas -como el fin de algunas exenciones vigentes en el marco de la pandemia- también resulta claro que existen riesgos por el lado del efecto de los precios internacionales en los recursos del comercio exterior.

Además, considerando que el gasto ajustable por movilidad, salarios y universidades representan 55% del gasto primario, el margen de acción se acota a menos de la mitad del gasto. Es parte es sumamente sensible: comprende subsidios -que implica subir tarifas-, gasto de capital, programas sociales y transferencias a provincias -muchas de las cuales están establecidas por Ley-.

De esta manera, el cuadro de la política fiscal para 2022 luce desafiante: la mejora en 2021 fue significativa, pero apuntalada por efectos que no estarán en 2022. Esto deja un déficit inercial mayor al registrado este año, pero lo más preocupante es que si bien luce manejable, existen espacios acotados para actuar.

Monitor Cambiario Semanal – Fin del ancla

El tipo de cambio oficial avanzó un 0,39% en la semana y se ofreció al cierre del viernes a $101,16. Si bien continúa caminando a un ritmo del 1% promedio mensual, en el margen comienza a verse la aceleración del ritmo de depreciación diario: en los últimos 20 días avanza un 1,2% y la variación anualizada promedio de las últimas 5 ruedas es la mayor desde junio. En esta línea, el Presidente del Banco Central adelantó que, en la medida en que el proceso inflacionario lo permita, acelerarán el ritmo de devaluación. Siendo esta una de las primeras declaraciones oficiales respecto de la dinámica del dólar oficial para el 2022, queda en evidencia la intención oficial de evitar un salto discreto del tipo de cambio. El Banco Central acelerará el crawling-peg en las próximas ruedas, en línea con nuestras estimaciones.

No obstante, la magnitud del gradualismo en la aceleración no estará exenta de costos: las reservas netas y las líquidas están al límite. Las últimas no superan los USD 700 M. Incluso, el Banco Central habría vendido más de USD 400 M en las últimas 5 ruedas. Las reiteradas declaraciones oficiales respecto de un acuerdo con el Fondo para fines de diciembre dejan entrever la preocupación por el escaso margen de maniobra de la autoridad monetaria. Según nuestras proyecciones, finalizaría el año con un stock de reservas netas en torno a los USD 4.000 M: prácticamente la totalidad del stock estará compuesta por el oro y los DEGs que quedarán en el activo del Central luego del pago de diciembre al FMI, donde vencen USD 1.892 M de capital.

A pesar de la euforia bursátil al momento en que se conoció que una delegación argentina viajaría a Washington para reunirse con el Fondo, los dólares financieros no captaron dicho optimismo – transitorio – del mercado de renta variable. El MEP y CCL aumentaron un 1,5% y 3,5% respectivamente. Por su parte, los implícitos en ADRs superan los $222. Al respecto del blue, finaliza la semana sin grandes cambios ofreciéndose a la venta a $200,5.

Cae la imagen negativa de Alberto Fernandez, pero no logra recuperar la positiva

La imagen del presidente viene mostrando una dinámica particular desde el pico de deterioro que se registró en agosto, con 70,7% de imagen negativa, como consecuencia del “Olivosgate”. En noviembre la imagen negativa muestra una caída de más de 6 p.p. respecto de aquel 70%. Sin embargo, esa mejora no se verifica también en el otro plano de la composición de imagen, ya que la imagen positiva se sigue manteniendo en torno al 25% sin mostrar señales de recuperación.

En cuanto a la imagen de Cristina Fernández de Kirchner, se observan tendencias similares. La vicepresidenta presenta un diferencial de imagen más favorable que el presidente, ya que tiene 3 p.p. más de imagen positiva y a su vez 3 p.p. menos de imagen negativa. Actualmente, la imagen positiva de la vicepresidenta se ubica en torno al 27% y la negativa en torno al 61%. La novedad registrada en noviembre es una caída de 8 p.p. en los últimos 2 meses, desde el valor de septiembre. Una caída que se da en un contexto en donde también cayó la imagen negativa del Gobierno y la del propio presidente, ya que las variables se encuentran volviendo a la media luego de la disparada al alza en agosto, momento en que se conoció el escándalo de la foto de Olivos y el resultado de las PASO.

En síntesis, al analizar cuántos simpatizantes comparten Alberto Fernández y Cristina Kirchner y cuantos son propios, llegamos al mismo diagnóstico de septiembre: el presidente ya no tiene simpatizantes propios (apenas un 1,6%), mientras que la vicepresidenta tiene un 4,4% de simpatizantes propios. El resto de los simpatizantes de ambos son comunes, los históricos simpatizantes de Cristina Kirchner, una clara señal del poco margen que ostenta la legitimidad presidencial.

 

*El presente artículo es un extracto del “Panorama Político” que elabora mensualmente Synopsis Consultores para clientes de Ecolatina suscriptos al Módulo Político.

Monitor Cambiario Semanal – Batería de medidas del Banco Central

Hacia el cierre de la semana pasada, el Banco Central (BCRA) dispuso tres medidas relacionadas al mercado cambiario donde una de ellas generó un alto revuelo en los medios, otra trajo confusión y la restante lamentablemente pasó desapercibida. ¿En qué consistieron y por qué tomó estas medidas?

El BCRA flexibilizó el acceso al mercado de cambios para importación de bienes de capital

Hasta fines de septiembre, no se requería de la conformidad previa del Banco Central para acceder a las divisas en el mercado oficial para pagos anticipados de importaciones de bienes de capital. Entre agosto y septiembre se dispararon los pagos anticipados de importaciones, donde probablemente el efecto brecha jugó un rol crucial. Además de restringir el acceso al dólar financiero de por aquel entonces de “precios cuidados” para contener la pérdida de reservas, la autoridad también actuó sobre los pagos anticipados para importaciones de bienes de capital a fines de septiembre: en la Com. A 7375 suspendió el acceso al mercado oficial sin conformidad previa del Central y definió que deberían cursarse a partir del despacho a plaza de los bienes durante todo octubre.

A lo largo de octubre, a pesar del impacto sobre la economía real y las diversas cadenas de producción, se logró contener la escalada de esta fuente de pérdida de divisas: según el Balance Cambiario de octubre, los pagos anticipados de importaciones cayeron un 40% respecto del promedio de los dos meses previos. Éste y otros factores le permitieron transitar el décimo mes del año y le brindaron un respiro (forzado) a las reservas. A partir de allí, la autoridad flexibilizó gradualmente el acceso a divisas para pagos anticipados de hasta 270 días de bienes de capital, con la Com A 7385, recientemente ampliada en la Com A 7408 del día jueves, donde se dispuso que:

  • Aquellos pagos con registro de ingreso aduanero pendiente (para evitar la sobrefacturación de importaciones) que cuenten con una declaración jurada del cliente dejando constancia de que, incluyendo el pago cuyo curso se está solicitando, el monto pendiente de regularización por pagos cursados en el marco de este punto a partir del 1/12/2021 no supera el equivalente a USD 1.000.000, tendrán acceso automático al mercado de cambios.
  • De exceder el monto indicado, la suma de los pagos anticipados cursados no deberá superar el 30% del monto total de los bienes a importar y, a su vez, la suma de los pagos anticipados, a la vista y de deuda comercial sin registro de ingreso aduanero cursados en el marco, no deberá superar el 80% del monto total de los bienes a importar para tener acceso automático al mercado de cambios.

Si bien el límite de USD 1 M sigue siendo muy acotado y es insuficiente para satisfacer las necesidades de divisas de empresas que no sean PyMEs, esta es una medida positiva ya que las importaciones de bienes de capital son necesarias para la producción. La restricción de octubre afectó considerablemente al sector.

En el marco de las negociaciones con el FMI, muy probablemente una de las demandas del Fondo sea una racionalización de la administración cambiaria. Determinadas orientaciones que viene tomando el Banco Central dejan entrever las prioridades: divisas para la producción sí, divisas para intervenciones menos entendibles (dólar financiero, financiamiento del turismo emisivo) no.

Turismo: sin cuotas para los vuelos al exterior, alto revuelo mediático

A partir de la Com. A 7407, desde el viernes pasado las entidades financieras y no financieras emisoras de tarjetas de crédito no pueden financiar en cuotas las compras con tarjeta de crédito de sus clientes (físicos y jurídicos), tanto de pasajes como todo servicio turístico del exterior.

En línea con lo mencionado anteriormente, esta medida se entiende dado el escaso nivel de reservas netas y la racionalización necesaria del control de cambios en el marco del acuerdo con el Fondo. No obstante, no soluciona el problema de fondo: aunque la cuenta viajes y pagos con tarjeta representó un 20% de los egresos de divisas por servicios en lo que va del año, en el agregado (bienes + servicios) pesa tan solo un 3%, por lo que su impacto será marginal en materia de egreso de dólares y grande en materia de opinión pública de sectores opositores. Además de ser una medida socialmente antipática, es criticable su timing ya que generó que la positiva medida anterior pase totalmente desapercibida.

Bancos, Posición Global Neta e incertezas

Para finalizar, con la Com. A 7405 el Banco Central instó a los bancos comerciales a mantener una Posición Global Neta neutra, luego de haberlos obligado a no seguir aumentando su PGN en octubre (Com A 7395). A pesar de los diversos rumores, la medida no afecta los depósitos en dólares de los depositantes. El origen de la medida consiste en que una gran parte de los bancos comerciales mantenían una PGN positiva: al obligarlos a reducirlas hacia un nivel neutro, el Banco Central podrá adquirir dólares que pertenecían a los bancos comerciales (no de los depositantes) producto del rebalanceo de la PGN. Las recientes bajas del dólar MEP muy probablemente estén asociadas al exceso de oferta en este mercado como consecuencia de esta medida.

 

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Ahora, la realidad de la cuarentena económica

La Argentina ha vuelto, al menos por ahora, a la normalidad. Oculta detrás del drama de la pandemia y de la opacidad de la cuarentena, regresa nítida, entreverada y apremiante, la realidad. En su libro El lado oscuro de la econometría, Walter Sosa Escudero desarrolla uno de esos conceptos que iluminan los análisis más arduos: “Todo buen paper empírico debería poder resumirse en un solo número”. El padre de la idea es el economista norteamericano Orley Ashenfelter. Si hubiera que elegir ese número para explicar la complejidad que tenemos por delante, sería 10. La economía crecerá este año cerca del 10%. En simultáneo, las ventas de productos básicos como harina, azúcar, aceite, arroz, fideos y latas de tomates, cayó en los primeros 9 meses de 2021 un 10%, según la auditoría de mercado de Scentia. ¿Cómo se explican esos dos datos en apariencia tan contradictorios?

La primera lectura de trazo grueso es simple. Aún con esa vigorosa recuperación, el Producto Bruto Interno (PBI) de nuestro país vuelve apenas a 2019. Si hilamos un poco más profundo, la caída y la recuperación no fueron homogéneas. Todo lo contrario. El impacto del cierre fue extremadamente heterogéneo. Hay sectores que todavía están muy golpeados. Por otro lado, lo que se perdió en el camino para sobrevivir y poder llegar hasta acá no se recupera tan fácil. La destrucción de capital fue violenta. Al operar bajo la lógica de la supervivencia, no hay espacio fáctico ni simbólico para optimizar las decisiones. Se hace lo que se puede, se toma lo que hay. El mañana no existe, la vida se vuelve puro presente.

Poniéndolo en términos prácticos, quien tuvo que vender dólares ahorrados durante años a $80 o $100 al comienzo del confinamiento, no necesariamente hoy puede volver a comprarlos a $200. Aquel que se desprendió de un inmueble al precio que pudo en un mercado paralizado, o el que “remató” su auto, necesitan hoy juntar muchos más pesos para transformarlos en dólares y recuperar esos bienes. Para peor, en algunos casos, como el de los autos, la escasez de oferta –por la falta de divisas- hace que los valores hayan subido ya no en pesos, lo cual es obvio, sino en dólares. Los que tomaron deuda, aún a tasas bajas, ahora deben pagarlas. La situación es todavía más delicada para quien padeció la dolorosa situación de tener que cerrar un comercio o una empresa o entre aquellos que perdieron el empleo.

Volver al punto de inicio macroeconómico es, sin dudas, una buena noticia. Suponer por ello que “ya está”, que “acá no pasó nada”, que “ya lo arreglamos” implica subestimar el impacto del que fue uno de los procesos más tortuosos y angustiantes de la historia económica y social de nuestro país sobre la microeconomía, que es la economía que viven y comprenden la mayor parte de los ciudadanos.

Las personas y los negocios están preparados para los vaivenes, la incertidumbre y los cambios en las reglas de juego. No había manual ni estrategia que contemplara “facturación cero” durante tantos meses.

La cuarentena económica

En nuestro último relevamiento cualitativo del humor social, realizado entre el 19 y el 25 de octubre, nos encontramos con un panorama muy delicado en los sectores que más sufrieron ese agujero negro que significó “la vida sin calle”. Se trata de la clase media baja (28% de las familias) y la clase baja no pobre (19% de las familias).

A un mes de haberse concretado, la apertura total era bien recibida, pero poco disfrutada. El “efecto años locos” que veníamos previendo para el final de la pandemia y que, al igual que todo lo vinculado al virus, es global y atraviesa culturas, geografías e idiomas, se está dando. El punto es que, por la restricción de un poder adquisitivo que se licúa frente a una inflación que a los ojos de los consumidores luce “desmadrada”, no son tantos los que pueden ingresar a “la fiesta”. Al menos por ahora.

La clase alta (5% de las familias) y la clase media alta (17% de las familias), en mayor o menor medida, ya se subieron a la ola sanadora del disfrute. No las hace olvidar lo que ocurrió, pero se permiten comenzar a cerrar las heridas. Para ellos, después de tanto malestar el bienestar no tiene precio. Son los que han vuelto a viajar, llenar restaurantes, bares y recitales y están reconstruyendo la noche. Sus ansias de reparación permiten proyectar un verano histórico.

Aun asumiendo que algunos integrantes de la clase media baja pudieran sumarse a ese grupo, muy difícilmente podamos estar hablando de más allá del 30% de las familias argentinas.

Para el resto, el encuentro con la realidad es frustrante. Ahora que pueden, perciben con claridad que no pueden. O al menos que no pueden ni todo lo que podían ni todo lo quieren.

Si a los dos grupos más afectados por la conjunción de pandemia + cuarentena –clase media baja y clase baja no pobre- les sumamos los hogares por debajo de la línea de la pobreza, estamos hablando, como mínimo, del 70% de los argentinos.

Para ellos, la preocupación cotidiana continúa estando circunscripta al ámbito hogareño. Más allá de lo que ocurra “afuera”, los problemas siguen estando “adentro”. Sienten y expresan que cuesta mucho conseguir el dinero y cuando lo tienen en la mano “la plata no vale nada”. Su día a día pasa por lo más básico, por “la comida”. Productos como el queso, el yogur y la carne vacuna, entre otros, se han transformado en excepciones de carácter lujoso.

Las estadísticas del Ipcva (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) lo confirman. Hoy se consumen en el país 47 kilos de carne de vaca por habitante por año. Un 6% menos que el año pasado, un 18% menos que en 2018 y un 32% menos que en 2008. Es el registro más bajo de la historia.

Es por ello que, frente a la salida, ahora hablan de un encierro que continúa, ya no por imposición sino por restricción. Expresan haber pasado de la cuarentena por la pandemia a una cuarentena económica.

La mirada estructural

Si tomamos distancia de la coyuntura y miramos con un poco más de perspectiva podemos comprender mejor lo que ocurre. Entre 2012 y 2021, aún recuperando 10% este año, la economía cayó 5% punta a punta. Después de una década, la torta es más chica. Si la hacemos por habitante, el número es obviamente peor, dado que la población crece 1% por año. La caída da 14% en 10 años.

En simultáneo, durante el mismo período la inflación fue del 2300% acumulado y el mercado de consumo masivo –alimentos, bebidas, cosmética y limpieza- se contrajo 13%.

Si nos abocamos al desafiante ejercicio de mirar hacia adelante, los pronósticos no son demasiado alentadores. El grueso de los economistas argentinos proyecta una inflación cercana al 50% para 2022 y un crecimiento del 2%, de acuerdo con el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publicó el Banco Central en octubre. No se avizora ningún oasis en el horizonte cercano. El camino para salir de la actual situación será arduo y trabajoso. La gente lo sabe.

Cuando se mira en profundidad y se desentraña lo que está detrás de los datos, todo aquello que lucía contradictorio comienza a tener sentido. Volvió la realidad. La situación es delicada.

 

La presente nota fue publicada en el diario LaNación el 29/11/2021.

Administrando las escasas reservas

Reservas en la mira

El 2021 fue un año marcado por las etapas finales de la pandemia y la salida de la economía de esta crisis sin precedentes en tiempos modernos. En materia cambiaria, las presiones fueron de menor a mayor y la trayectoria futura del tipo de cambio hoy está en el centro de la escena. Una de las variables claves para pensar qué sucederá con el dólar (o, mejor dicho, los dólares) son las reservas del Banco Central y, específicamente, las reservas netas. A pesar del fuerte salto en materia de liquidación de divisas de la agroindustria, las reservas netas no crecerán y, para peor, muy probablemente finalicen el por debajo del nivel de diciembre 2020. ¿Qué factores explicaron esta dinámica, por qué la situación de las reservas netas es crítica y qué esperamos de cara al 2022? Veamos.

Maná de la tierra y del cielo, torniquete cambiario y el “Modo Avión” desactivado

Cinco grandes factores le permitieron al Banco Central morigerar las presiones cambiarias que afloraban entre el cierre del 2020 y comienzos del 202. Incluso, estas le dieron margen de maniobra para atrasar considerablemente el tipo de cambio desde el segundo trimestre del año.

En primer lugar, Argentina se benefició por la dinámica de los precios internacionales: en los primeros nueve meses del año los términos del intercambio (la relación entre los precios de exportación y de importación) aumentaron 11,5% respecto de igual período de 2020 y alcanzaron el mayor nivel de la serie para un período enero-septiembre. Esta mejora fue producto de la fuerte expansión monetaria global y de Estados Unidos en particular, que generó un abaratamiento del dólar, llevando a un incremento en los precios de nuestros principales commodities de exportación que superó la suba de precios en los productos que importamos. De hecho, la mitad del saldo comercial de los primeros diez meses del año (USD 13.940 millones) se explica por la mejora en los términos del intercambio.

Además, en ausencia de fenómenos climáticos adversos para la campaña local (excepto por la bajante del río Paraná), tuvo lugar una liquidación récord del sector agroindustrial la cual superará cómodamente los USD 31.000 millones en el 2021, mayor a todo año previo y un 20% superior a la mediana a dólares constantes de la última década.

En segundo lugar, para engrosar la Red de Seguridad Financiera Global y brindar liquidez a los Bancos Centrales para hacer frente a la crisis, el FMI realizó una asignación extraordinaria de Derechos Especiales de Giro – DEGs – por segunda vez en la historia. Bajo este concepto, Argentina recibió más de USD 4.300 M.

En tercer lugar, no solo la oferta de divisas estacional “recargada” gracias al agro y el giro excepcional de DEGs ayudaron, sino que también se contuvo a la demanda de divisas en el mercado oficial: las restricciones al acceso al mercado de cambios (oficial y financiero) fueron in crescendo a lo largo del año y contuvieron el drenaje de divisas. Precisamente una de las contrapartidas del endurecimiento del cepo fue, y continúa siendo, la escalada de las brechas cambiarias.

En cuarto lugar, la ausencia de vencimientos de deuda significativos no presionó sobre las reservas netas: la reestructuración de deuda privada y la extensión del plazo de pago al Club de París allanaron el camino. En materia de pagos al FMI, los mismos fueron realizados con los DEGs recibidos por parte del organismo. En ese sentido, de ser utilizados exclusivamente para estos pagos de deuda, estos se agotarían por completo en febrero sin afectar las reservas netas.

Por último, pero no de menor relevancia, la crisis sanitaria impactó significativamente en el turismo emisivo y achicó fuertemente el déficit por este concepto: durante la primera mitad de 2021 el déficit de la cuenta Viajes y Transporte alcanzó USD 1.000 millones, la tercera parte de igual período de 2019. No obstante, el crecimiento que mostraban los pagos al exterior de viajes y servicios de transporte de pasajeros en los últimos meses, en un marco de brecha cambiaria creciente, en parte explica la reciente medida de eliminación de las cuotas para los pasajes y estadías al exterior.

Reservas Netas al límite

Observar la dinámica de las reservas internacionales es crucial para analizar el poder de fuego que tiene el Banco Central para controlar el mercado cambiario. Si bien las reservas totales ascienden a USD 42.000 M, hay que destacar también que las mismas están compuestas por un pool de activos que en parte no son divisas líquidas utilizables, y en parte tienen como contrapartida un pasivo en moneda extranjera. Por ello, para el análisis del verdadero poder de fuego del Banco Central se calculan diversas medidas de Reservas Netas o Líquidas, detrayendo de las reservas brutas algunos de los activos que (i) no son de inmediata disponibilidad o (ii) pertenecen a las reservas, pero no al Banco Central per se.

A fines del 2020, el poder de fuego del Banco Central (ya sean las Reservas Netas o las Netas Líquidas) se encontraba en niveles mínimos. Con el endurecimiento del cepo, medidas pro-mercado, el comienzo de la liquidación del agro con el rally de los commodities, la autoridad monetaria se encontró en una posición más cómoda para administrar el mercado cambiario. El abultado flujo de agrodólares del segundo trimestre y la postergación del pago al Club de París le permitieron duplicar las reservas netas entre marzo y julio. A su vez, la recepción de los fondos por la asignación de DEGs disipó cualquier grave deterioro de este stock vital atribuible a los pagos de capital e intereses al FMI.

Pero esta acumulación se frenó entrada la segunda mitad del año. Con la retracción estacional de la oferta de agrodivisas y las tensiones cambiarias habituales de períodos electorales, en el segundo semestre el Banco Central comenzó a perder divisas (fenómeno atenuado por la intervención en los dólares financieros).

De cara a fin de año, las reservas netas (contemplando el oro y excluyendo DEGs – y el pago de más de USD 1.800 al Fondo consecuentemente –) se encontrarán por debajo de los USD 4.000 M. De estas, un 90% es oro.

En el 2022 difícilmente los 5 grandes factores permitan repetir la dinámica del 2021

El rasgo más importante es que no habrá una nueva emisión de DEGs, a la vez que el margen de maniobra para continuar endureciendo el cepo al dólar oficial es limitado, ya que se restringieron muchas operaciones en 2021 y la continuidad de esta dinámica atenta contra la recuperación económica.

Asimismo, la normativa cambiaria será seguramente un punto central en el marco de las negociaciones con el FMI, quien buscará algún grado de normalización -o al menos de no empeoramiento- del mercado de cambios.

En materia de agrodólares, si bien las perspectivas de la campaña agrícola 2021-22 son favorables -se espera una liquidación ligeramente menor a la del 2021-, no se prevee un nuevo salto, tal como ocurrió este año. Al mismo tiempo, se presentan riesgos exógenos a la economía local: la FED comenzará a elevar las tasas de interés en el corto plazo, lo cual tensará las condiciones financieras globales, fortalecerá el dólar y suele impactar negativamente en los precios de los commodities. Por otro lado, los riesgos climáticos deben ser permanentemente monitoreados en los próximos meses.

Con respecto a la balanza turística, difícilmente continúe en estos niveles mínimos con la normalización del turismo post-pandemia. No obstante, el atractivo para el turismo receptivo es grande producto del elevado tipo de cambio real al que se encuentra el dólar paralelo. El turismo emisivo, por su parte, no solo está siendo fuertemente desalentando por el importante deterioro de los salarios en dólares de los últimos años, sino que también es afectado por las restrictivas medidas que impone la autoridad monetaria, tal como la reciente prohibición del financiamiento en cuotas de pasaje al exterior.

Dado el moderado nivel actual de Reservas Netas, y que en gran parte los cinco factores que ayudaron en 2021 difícilmente presten el mismo aporte en adelante, la estrategia oficial en materia de administración del tipo de cambio y las negociaciones con el FMI se vuelven los principales elementos a monitorear hacia adelante.

En primer lugar, respecto a los vencimientos de deuda, la reprogramación de los vencimientos con el Fondo se vuelve significativamente necesaria para sostener la deuda en situación de pago normal, ya que el stock de reservas resulta insuficiente como para hacer frente al perfil actual (alrededor de USD 20.000 millones anuales en 2022-2023).

Incluso si la renegociación se resuelve favorablemente, la estrategia cambiaria requiere un párrafo aparte. La dinámica actual implica que el tipo de cambio oficial -que crece en torno al 1% mensual- corra 25 puntos por detrás de la inflación desde inicios de año y pierda un 15% de su competitividad real desde diciembre del 2019 en la búsqueda de contener la aceleración inflacionaria durante el semestre electoral. Sin embargo, y a pesar de los cinco factores antes mencionados, esto se tradujo en una pérdida de reservas. Por este motivo, una situación más compleja de administrar, con variables que no serán tan favorables como en el 2021, un cambio de la estrategia cambiaria en pos de proteger las reservas netas implicaría que el Banco Central convalide una depreciación del tipo de cambio oficial que se acerque más a la inflación. La alternativa es una profundización de las restricciones cambiarias vigentes, algo que, como mencionamos, no iría de la mano de las eventuales condiciones negociadas con el FMI.

De todos modos, a pesar de que un acuerdo con el Fondo y un reacomodamiento de la política cambiaria podrían quitar presión sobre las reservas netas, el bajo punto de partida de éstas implica que la presión estructural continuará vigente. Las mismas serán apenas suficientes para satisfacer la demanda de divisas necesaria para el funcionamiento de la actividad económica del 2022. El aporte del agro será nuevamente crucial para evitar cualquier ajuste brusco del tipo de cambio, recomponer reservas netas y poder sobrepasar el segundo semestre del 2022. Una vez más, maná de la tierra.