Una tibia aceleración que acrecienta los riesgos de la estrategia oficial

El tipo de cambio oficial finalizó el año en $102,75 y, a diferencia de lo esperado por el mercado, aceleró muy lentamente en el último mes: luego de caminar a un ritmo del 1,1% promedio mensual entre mayo y noviembre, finalizados los comicios el Banco Central apenas levantó el pie del freno sobre el dólar oficial, el cual avanzó punta a punta un 1,81%. Así, se habría ubicado muy por detrás de una inflación que superaría cómodamente el 3% mensual. De esta forma, en el 2021 dólar oficial corrió más de 28 puntos por detrás de los precios, acumulando un atraso real del 19%.

La contrapartida del atraso electoral más la inacción de diciembre se vio reflejada en las reservas netas. Éstas no se recompusieron en el 2021 a pesar de la liquidación de la agroindustria más alta de la historia (USD 32,8 MM), el ingreso de DEGs por más de USD 4,3 MM y un déficit de balanza turística anestesiado por la situación sanitaria local y global. En consecuencia, el verdadero poder de fuego del Banco Central se encuentra en niveles mínimos históricos: USD 4,1 MM las netas (contemplando DEGs y oro), mientras que las líquidas son nulas.

Monitor de Escenarios Económicos

Acceda a nuestro Monitor de Escenarios Económicos para conocer las proyecciones por escenarios para 2022 y 2023 de PBI, Consumo Privado, Inflación, Tipo de Cambio Oficial y Brecha Cambiaria.

Haga clic en “VER INFORME” para acceder al reporte que publicamos quincenalmente. El mismo también lo podrá encontrar en Actividad-Informes Corporate.

Exclusivo para clientes corporate.

El balance de 2021: fuerte rebote, aceleración nominal con heterogeneidad y cristalización de los límites económicos

El balance del año

El año 2021 estuvo signado por la recuperación de la economía luego de la fuerte caída en 2020, la profundización de los desequilibrios nominales y la cristalización de los límites que enfrenta el esquema económico.

En lo que respecta al sector real, la actividad económica mostrará este año un crecimiento superior al 9%, recuperando gran parte del retroceso experimentado en 2020 producto del impacto de la pandemia y de las restricciones sanitarias que debieron aplicarse. El fuerte rebote estuvo principalmente liderado por la reapertura de actividades y la deprimida base de comparación. Sin embargo, también incidió el significativo shock de términos de intercambio. Éste no sólo impulsó las exportaciones sino que permitió que se incrementen los pagos de importaciones que dinamizaron la actividad y fortalecieron la recaudación del comercio exterior.

La producción de bienes lideró el crecimiento, y en 2021 recuperará el terreno perdido el año pasado. La fuerte expansión de la industria manufacturera -liderada por la producción automotriz, equipo de transporte, maquinaria y equipo, prendas de vestir, metálicas básicas y productos no metálicos- y de la actividad de la construcción explican gran parte de este dinamismo. En el caso de los servicios la expansión se ubicará por debajo del nivel general de actividad y todavía tendrá terreno por recuperar en relación a los niveles pre-pandemia.

Por el lado de la demanda, la inversión será el componente de mayor crecimiento interanual, en función del mencionado dinamismo de la construcción, la producción de equipo de transporte y maquinaria y por el repunte de las importaciones de bienes de capital. Por su parte, las exportaciones mostrarán un moderado crecimiento (en cantidades) que será muy inferior al que mostrarán las importaciones. Finalmente, el consumo privado crecerá levemente por encima del nivel general de actividad, pero aún se ubicará alrededor de 6% por debajo del nivel de 2019, y será casi 15% inferior al máximo alcanzado en 2017.

La recuperación económica incidió positivamente en el mercado de trabajo: tasa de actividad (porcentaje de la población que trabaja o desea hacerlo) y el nivel de empleo son similares a los que se observaban previo al impacto de la pandemia. La recuperación de la cantidad de ocupados estuvo liderada en 2021 por el empleo asalariado informal y los cuentapropistas, que fue el mismo segmento del mercado de trabajo que explicó gran parte de la caída en la ocupación durante las restricciones sanitarias en 2020. Esta recuperación fue ayudada por la mejora en el empleo asalariado privado formal, concentrado especialmente en la industria, que ya superó los niveles previos a la pandemia (aunque siguen 5% por debajo de los niveles máximos alcanzados en 2017).

En cuanto a los salarios, las paritarias al inicio del 2021 estuvieron guiadas por una pauta oficial (alrededor de 30%) que se vio rápidamente desbordada por la inflación. La reapertura de las negociaciones impulsó nominalmente a los salarios en la segunda mitad del año y, gracias al freno en la aceleración del nivel de precios, redundó en las primeras variaciones interanuales positivas en términos reales desde 2018. De esta manera, si bien el promedio anual del salario real volverá a caer por cuarto año consecutivo, a diciembre mostrarán una importante suba real, que deja arrastre positivo para 2022.

En términos del sector externo, el 2021 se caracterizó por el fuerte incremento tanto del intercambio como del saldo comercial, que a su vez impulsó al superávit de cuenta corriente. La significativa suba de los montos intercambiados estuvo impulsada tanto por la recomposición de los volúmenes -luego del fuerte impacto negativo que tuvo el COVID en el comercio global-, como por el fortísimo shock positivo de precios internacionales. Las exportaciones de bienes crecerán alrededor del 41% i.a., superarando los USD 77.000 millones (el nivel más elevado desde 2012), mientras que las importaciones crecerán por encima de las ventas externas (+47% i.a.). De hecho, en términos cambiarios los pagos de importaciones llegaron a promediar los USD 6.000 millones mensuales (máximo desde 2013), lo que materializó la mencionada recuperación de la actividad. El saldo comercial de 2021 superará los USD 15.000 millones, aumentando 25% respecto de 2020.

El impacto positivo de los términos de intercambio en el incremento del superávit de bienes fue significativo, ya que dicho aumento se produjo pese a que el crecimiento de las cantidades importadas triplicaría al de las exportadas. De hecho, la suba en los precios de exportación duplicaría a la de los de importación, y en los primeros nueve meses del año el nivel de los términos de intercambio fue el mayor de la serie. Más aún, En los primeros once meses del año casi la mitad del saldo comercial se explicó por la variación de los precios.

El robustecido saldo de bienes apuntaló la cuenta corriente, que volvería a estacionarse en terreno positivo en 2021, por encima de 1% del PIB. Además del mayor superávit comercial de bienes, el saldo global de las transacciones comerciales del país se vio beneficiado por la todavía magra dinámica del turismo internacional (históricamente deficitaria) y el pago contenido de intereses externos, producto de la reestructuración de títulos públicos efectuada en 2020.

Esta mayor disponibilidad de divisas, no obstante, no podrá ser capturada por el BCRA en el balance del año. Las reservas internacionales netas volverán a fin de año a cerca de los niveles mínimos de fin de 2020, a pesar del comentado saldo positivo de cuenta corriente, la persistencia (y endurecimiento) de las restricciones cambiarias y el ingreso extraordinario de DEG (USD 4.300 millones) en septiembre.

En términos fiscales, se verificó una significativa reducción del déficit primario. El sector público nacional no financiero (SPNF) mostrará un rojo primario de 3,3% del PIB, casi la mitad que el alcanzado en 2020 (6,4% del PIB). Parte de esta recuperación era esperable, ya que el fuerte deterioro del año pasado estuvo motorizado por componentes cíclicos (desplome de la recaudación) y puntuales (despliegue de amplios programas de asistencia). Sin embargo, la mejora de las cuentas públicas superará a la que era esperable por la reversión de los factores cíclicos y puntuales: en 2021 los ingresos se verán también robustecidos por el salto en los recursos del comercio exterior y el Aporte Extraordinario sobre los patrimonios (que en conjunto explican una mejora en el saldo primario de 1,3 p.p. del PIB), mientras que los gastos se verán contenidos por el retraso que acumulará en promedio la fórmula de ajuste jubilatorio (que indexa el 40% del gasto). Si bien las erogaciones atadas a esta fórmula crecerán a diciembre por encima de la inflación, en el promedio del año lo harán por debajo.

En términos económicos, las buenas noticias de la economía real y del resultado fiscal se vieron contrapesadas por la aceleración de la nominalidad, agravada por una profunda heterogeneidad: La inflación en 2021 volverá a estacionarse en la zona del 50% (como en 3 de los últimos 4 años), acelerándose 14 p.p. respecto de 2020.

El ritmo de aumento de los precios empezó el 2021 con una importante inercia (en el último trimestre de 2020 promedió 3,7% mensual) y en los primeros tres meses del año subió un escalón al promediar 4,1%, con un pico de 4,8% en marzo. El temprano desborde de la pauta inflacionaria oficial (29%) motivó a que los esfuerzos se concentren en controlar la dinámica tanto del tipo de cambio oficial como de las tarifas, especialmente teniendo las elecciones en el horizonte. Así, se suspendieron los aumentos tarifarios previstos en el presupuesto (autorizando sólo un 9%) y el tipo de cambio oficial pasó a crecer a un ritmo de 1% mensual, aumentando a fin de año a la mitad del ritmo de la inflación y acumulando un atraso de 13% en términos reales. Cabe señalar que esta dinámica pudo ser llevada a cabo por lo mencionado anteriormente en el plano fiscal y externo: el aumento en el pago de subsidios (+0,6 p.p.) no alcanzó a compensar la mejora en el resultado primario, al tiempo que la mayor disponibilidad de divisas facilitó al BCRA la administración de la moderada trayectoria del dólar oficial.

De esta forma, la heterogeneidad nominal se acentuó en 2021: la inflación alcanzará el 50%, con los precios “núcleo” corriendo al 55% i.a., el gasto en subsidios al 140% i.a. (se duplicarán nominalmente este año), el tipo de cambio al 24% i.a. y las tarifas cerca del 10% i.a.

En el balance del último bienio, la economía mostrará un estancamiento del nivel de actividad con un nuevo retroceso del PIB per cápita, al tiempo que la nominalidad habrá subido un nuevo escalón. Este es el punto de partida de cara a un desafiante 2022.

Los desafíos de 2022

De cara a lo que paso este año, el 2022 luce desafiante ya que no se podrá repetir la dinámica de este año. En primer lugar, porque en el marco de un acuerdo con el FMI la política económica deberá implementar ciertos giros, tales como como trazar un sendero de consolidación fiscal o evitar profundizar el atraso cambiario para proteger las reservas. Pero más importante aún, porque 2021 dejó en evidencia los limitantes económicos: pese al shock de términos de intercambio, el ingreso extraordinario de DEG y la contención del turismo emisivo (tres factores que difícilmente se repitan en 2022) el BCRA no acumulará reservas, las cuales cerrarán el año en niveles mínimos. En segundo lugar, porque pese al atraso cambiario y tarifario (dos factores que tampoco serán intensos en 2022), y la estrategia de acuerdos de precios de consumo masivo, la inflación se estacionará en el 50%. Estos limitantes muestran que incluso en un escenario donde se estanquen las negociaciones con el FMI la continuidad pura no podría ser llevada a cabo sin profundizar restricciones o sin caer en correcciones desordenadas, ambos con costos en materia de actividad y nominalidad.

En lo inmediato, la escasez de reservas netas (en el actual período de menores liquidaciones del agro) ya puso fin a la estrategia de contención del tipo de cambio. El dólar oficial ya aceleró su dinámica de depreciación, y si bien el gobierno intentará evitar un salto discreto, es probable que el año que viene el alza del dólar se ubique en la zona de la inflación.

Desde el punto de vista del sector real, el 2021 deja un arrastre positivo de alrededor de 2,5 p.p. para 2022 y el salario real también ingresa al año con variaciones positivas, pero el año que viene no se contará ni con el efecto favorable de las reaperturas masivas (baja base de comparación) ni habrá un nuevo salto en los términos de intercambio (la disponibilidad de divisas no permitirá que las importaciones vuelvan a crecer como este año). A esto se suma el impacto de potenciales correcciones en el ritmo de depreciación cambiaria y tarifaria, y menor impulso fiscal neto.

Desde el punto de vista del sector externo, en un mundo que -preocupado por el repunte de la inflación -comienza a dar señales de moderar los elevados niveles de liquidez, los riesgos por el lado de los precios internacionales están sesgados a la baja (pese a que no esperamos una caída significativa de los términos de intercambio). A esto se le suma que el turismo internacional seguirá recuperándose desde los aún deprimidos niveles. Esto implica que desde el punto de vista comercial la disponibilidad de divisas no será lo holgada que fue en 2021, poniendo un techo a los pagos de importaciones.

En el plano fiscal, la mejora de 2021 deja efectos inerciales negativos para el año que viene: el gasto indexado comenzará el año creciendo por encima del 50% i.a. (este año lo hará en torno del 40% i.a.), al tiempo que por el lado de los recursos no se contará con el Aporte Extraordinario (0,5% del PIB) y los ingresos del comercio exterior presentan los riesgos mencionados. En este sentido, una de las principales discusiones en este plano será el gasto en subsidios y la consecuente política tarifaria, que muy probablemente también se acople a la nominalidad de la economía.

Como puede verse, el 2022 luce desafiante: el rebote post pandemia ya ocurrió y muy posiblemente el abordaje de los desequilibrios existentes implique afrontar ciertos costos. Además, los limitantes económicos impedirán continuar profundizando la heterogeneidad nominal, por lo que esperamos que dichas variables se muevan conjuntamente en el rango del 50%.

Monitor Cambiario Semanal- Argentina pagó al FMI y el Fondo respondió con un importante informe

Lento pero sostenido … con reservas al límite

El Banco Central continúa convalidando una mayor depreciación del tipo de cambio oficial mayorista, que finalizó la semana en $102,33 y avanza un 1,4% en las primeras 16 ruedas del mes. En las últimas 5 corrió a un ritmo promedio del 31% TNA (11 p.p. por encima de la TNA promedio de noviembre). Sin embargo, la aceleración continúa siendo muy gradual para el muy acuciante panorama de reservas netas, acrecentando los riesgos de un ajuste desordenado en presencia de algún shock negativo que tense el flujo de agrodólares (riesgos climáticos como El Niño o de precio de los commodities en presencia de un mayor endurecimiento de la política monetaria de la FED).

El miércoles Argentina cumplió con el último vencimiento de deuda en moneda extranjera del año: pagó más de USD 1.850 M al FMI en concepto de capital del Stand By Agreement vigente. El mismo se realizó con los DEGs que tiene el BCRA en su activo. Estimamos que la posición actual en DEGs luego del pago al Fondo es de USD 636 M.

Por su parte, las Reservas Netas (con DEGs) retroceden en USD 1.364 M en lo que va del año y finalizarían el 2022 en torno a los USD 4.000 M, no pudiendo así el BCRA acumular reservas a pesar de la liquidación agroindustrial récord histórica, el magro nivel del turismo internacional (históricamente deficitario) y el contenido pago de intereses externos. Las reservas netas líquidas (aquellas sin DEGs ni Oro) ya se ubican en terreno negativo (USD -97 M), en línea con nuestras proyecciones. Las mismas podrían alcanzar un déficit similar a la posición que tiene el Central en oro (USD 3.500 M) si el panorama cambiario se tensara aún más.

Evaluación del FMI y el dato más relevante: continuará el cepo

En su evaluación del SBA, el FMI dejó entrever su preocupación por el impacto contractivo de las devaluaciones en la Argentina según “estudios recientes” e hizo hincapié en la sostenibilidad cambiaria. En materia de operatoria comercial y cambiaria-financiera, y más allá de la autocrítica o no autocrítica del FMI, resalta una cuestión: el foco puesto por el organismo en la importancia de los controles de capitales para la estabilidad financiera, en línea con las corrientes de pensamiento e investigación vigentes del Fondo y las discusiones académicas actuales sobre los desbalances globales que presenta la economía mundial. En este sentido, las restricciones cambiarias y de cuenta capital/financiera seguirán vigentes y su normalización será muy gradual. ¿Cepo para rato? Probablemente.

Sin ventas ¿ni afectación de importaciones?

En los últimos 9 días hábiles la autoridad monetaria dejó de perder reservas en el MULC y tendría una posición compradora neta por casi USD 40 M. No obstante, en lo que va del mes muestra ventas por USD 345 M, una performance mucho peor que la del promedio del cepo anterior (USD -97 M en los diciembres de 2012 a 2015). A pesar de algunos rumores de mercado, a partir de los registros diarios de recaudación tributaria relacionada al comercio exterior y al analizar el volumen operado en diversos mercados, no registramos indicios de que la autoridad haya afectado la operatoria de importaciones más allá de las restricciones habituales, a diferencia de lo sucedido en octubre. En esta línea, cobra sentido que el Central no esté comprando divisas por montos considerables en el mercado oficial a pesar del repunte de la liquidación agroindustrial (+26% m/m) por el ingreso de la cosecha fina.

Dólares libres volátiles

Por último, los dólares financieros muestran una elevada volatilidad en las últimas jornadas. En la primera quincena del mes experimentaron fuertes bajas por la elevada demanda estacional de pesos (aguinaldos, bienes personales, bonos de fin de año, vacaciones, etc), la sobrecobertura cambiaria pre electoral que perdió sentido a medida que un salto discreto del dólar oficial en diciembre perdió probabilidad de ocurrencia y, también, por la expectativa de una suba de la tasa de interés de referencia. El MEP y CCL AL30 contado avanzan un 4,7% y 5,7% respectivamente en la última semana. El blue, por su parte, en las últimas dos jornadas de la semana subió $5 hasta los $204 para la venta.

Monitor de Escenarios Económicos

Acceda a nuestro Monitor de Escenarios Económicos para conocer las proyecciones por escenarios para 2022 y 2023 de PBI, Consumo Privado, Inflación, Tipo de Cambio Oficial y Brecha Cambiaria.

Haga clic en “VER INFORME” para acceder al reporte que publicamos quincenalmente. El mismo también lo podrá encontrar en Actividad-Informes Corporate.

Exclusivo para clientes corporate.

El ancla que no fue (y los peligros de que intente serlo en el futuro)

Con la normalización de la actividad económica y la demanda de dinero tras la etapa de restricciones más estrictas, el impacto rezagado del financiamiento monetario del déficit y la suba de precios internacionales, la inflación local se aceleró sustancialmente: pasó de promediar 3,1% en el segundo semestre de 2020 al 4,1% -con un máximo del 4,8% en marzo- en los primeros cuatro meses de este año. Ante el temprano desvío respecto de la meta oficial (29%) y los peligros de un mayor deterioro del poder de compra ante la aceleración inflacionaria en un contexto de año electoral, el Banco Central respondió modificando su estrategia cambiaria y transformó al tipo de cambio oficial en la principal ancla nominal de la economía para intentar contener la escalada de los precios.

¿El fin del ancla cambiaria?

De este modo, el dólar oficial pasó de correr casi al mismo ritmo que la inflación para quedar “anclado” en un 1,1% mensual promedio en los últimos siete meses. Sin embargo, y aun contando con la ayuda del congelamiento de precios reciente y del fuerte atraso de precios regulados (corren 10 p.p. por detrás del nivel general en el 2021, 42 p.p. desde diciembre 2019), la inflación se mantuvo en niveles muy elevados, sólo logrando bajar un pequeño escalón: del 4,1% promedio en el primer cuatrimestre del año retornó a la zona del 3% promedio de los últimos siete meses. Como consecuencia, la competitividad cambiaria cayó varios pisos: el tipo de cambio real multilateral se volvió un 17% menos competitivo en lo que va del año y el 2021 será el año de mayor atraso cambiario real de los últimos 13 años.

Esta heterogeneidad nominal, en un contexto electoral y de elevada incertidumbre, hizo eclosión en el mercado cambiario (acentuando la demanda de divisas) y el BCRA debió desprenderse de las reservas que había acumulado en la primera parte del año -en parte gracias al boom de precios internacionales y el ingreso de DEGs- para sostener la estrategia.

Finalizada la dinámica electoral, la situación del mercado de cambios oficial mostraba importantes vulnerabilidades: un elevado nivel de brecha cambiaria de casi 100% (más de 40 puntos superior a la brecha promedio del 2015), un muy limitado margen de maniobra en materia de reservas (caen un 55%/67% desde diciembre 2019 – según si se contemplan o no los DEGs ya descontando el pago al FMI de diciembre – y se dirigen a niveles mínimos históricos) y la credibilidad del Gobierno deteriorada (en noviembre el Índice de Confianza en el Gobierno de la UTDT marcó el menor nivel de los últimos dos años y cae un 26% desde la asunción del Gobierno).

En este contexto, en los últimos días la autoridad monetaria pasó de defender el ancla cambiaria sacrificando reservas a defender las reservas sacrificando el ancla: luego de los comicios se tomaron varias medidas apuntadas a apuntalar el stock de reservas (fin de las cuotas en pasajes al exterior, modificación de la PGN de los bancos, fin de la intervención en el dólar MEP) y en paralelo comenzó a acelerar el ritmo de depreciación del dólar oficial.

¿Sigue siendo “competitivo” el nivel actual del tipo de cambio real?

Durante el 2020 el tipo de cambio oficial corrió en gran medida a la par de la inflación (se apreció menos de un 3% punta a punta). Esto permitió que el tipo de cambio real multilateral (TCRM) no pierda el nivel de competitividad que recibió el Gobierno en diciembre 2019. Incluso, al analizar la evolución histórica del TCRM post-Convertibilidad, el nivel de diciembre 2020 estaba en línea con el promedio histórico, es decir, a mitad de camino: ni muy apreciado, ni muy depreciado. Lamentablemente, como mencionamos en la sección anterior el atraso electoral afectó la competitividad cambiaria en 2021. Pero, a pesar del deterioro del 2021, se argumenta que el mismo sigue ubicándose en niveles competitivos: ¿lo sigue siendo?

Si bien desde la salida de la Convertibilidad a la fecha en casi un 80% del tiempo el TCRM fue más competitivo que el actual, el nivel de hoy se ubica en torno al promedio de la última década y 40% por encima del nivel mínimo alcanzado en 2015. Asimismo, si solo contemplamos años de cepo recientes (2012-2015 y el período vigente), el nivel actual del TCRM está en línea con el promedio de dichos años. Entonces, a pesar del retraso que el tipo de cambio oficial tuvo contra la inflación en 2021, pareciera que aún se cuenta con “colchón” cambiario. Sin embargo, este “colchón” puede continuar erosionándose por dos motivos.

En primer lugar, porque a pesar de la reciente aceleración del ritmo de depreciación, el dólar oficial continúa corriendo muy por detrás de los precios, por lo que la estrategia actual sólo reduce la velocidad del deterioro de la competitividad cambiaria, pero no lo interrumpe. En segundo lugar, porque incluso aunque se detenga la apreciación en 2022, en el electoral 2023 podrían volver a surgir presiones e incentivos para volver a utilizar al dólar oficial como ancla nominal.

Si esto último ocurriese, ¿es suficiente el colchón? Aún si el Banco Central lograse mantener el nivel actual del TCRM estable durante todo el 2022, si nuevamente se viera políticamente obligado a repetir el atraso del 2021 en el 2023, prácticamente se agotaría por completo la competitividad cambiaria ganada en años recientes: se arribaría a un TCRM tan solo un 13% superior al de diciembre 2015. En este escenario podría ponerse en jaque a la competitividad real del tipo de cambio y condicionando el superávit externo actual.

Conclusiones

Para reducir las tensiones cambiarias actuales, frenar con la pérdida de competitividad cambiaria real -e incluso intentar recomponerla- es condición necesaria, pero no suficiente: la brecha del orden del 100% sigue siendo uno de los principales problemas a resolver en materia cambiaria: la misma refleja la incertidumbre a corto y mediano plazo, potenciando las expectativas de devaluación y la consecuente demanda de divisas para cobertura.

En este sentido, restaurar la credibilidad con un amplio consenso político respecto del rumbo económico de los próximos dos años y alcanzar un acuerdo con el FMI que aleje la probabilidad de entrar en una situación irregular de deuda son insumos necesarios para apuntalar la confianza, despejar la incertidumbre y descomprimir tanto el frente financiero como la demanda de divisas para cobertura, que en última instancia son factores los que empujan la brecha cambiaria. Estos elementos son además insumos necesarios que la actual trayectoria cambiaria que el BCRA intenta administrar pueda ser llevada a cabo sin sobresaltos.

Monitor Cambiario Semanal – Recalibración de proyecciones cambiarias

Ruido político interrumpe la calma estacional

El tipo de cambio oficial continúa tomando ritmo: si consideramos la depreciación de las últimas 10 ruedas, se deprecia al 33,5% TNA. Al cierre de la semana se ofreció a $102,00 y en las últimas 20 ruedas avanza un 1,58%. A pesar de la aceleración reciente, el daño a la competitividad cambiaria ya se materializó. Comentaremos al respecto en nuestro Informe Semanal que se publicará el domingo.

El ruido político del no acuerdo respecto del Presupuesto 2022 no pasó por desapercibido en el mercado cambiario: se interrumpió la calma estacional típica de diciembre, que destacamos en detalle en nuestro último Informe Financiero Semanal. Tanto el CCL como el MEP AL30 subieron casi $7 en la jornada de hoy y finalizaron la semana negociándose a $205,2 y $198,6 respectivamente. Aún es prematuro para determinar si primará la mayor demanda estacional de pesos y continuará la calma en los dólares financieros o si, contrariamente, la incertidumbre política dará lugar a una nueva tendencia alcista de los mismos. Por su parte, el blue tampoco se quedó atrás y culminó la semana en $200 para la venta. La brecha promedio de estos tres tipos de cambio supera el 97%, 10 p.p. por debajo del máximo anterior (23/11).

Filo de cornisa

Si bien ampliaremos el lunes con el envío del Monitor de Escenarios Económicos, podrán visualizar en el informe adjunto que hemos recalibrado la proyección de tipo de cambio a diciembre como consecuencia de la menor aceleración del ritmo devaluatorio que ha convalidado el Banco Central desde que finalizaron las elecciones en comparación con nuestras proyecciones previas.

A su vez, entendemos que el margen de maniobra político para llevar el tipo de cambio por encima de la inflación apenas finalizado diciembre luce menos probable de lo que era algunas semanas atrás. Por este motivo, creemos que primará un gradualismo mayor al esperado en la aceleración cambiaria. En consecuencia, modificamos marginalmente a la baja la depreciación esperada del primer trimestre.

No obstante, parte de esa baja se compensa con una ligeramente mayor depreciación esperada para el segundo trimestre: a pesar de ser el trimestre de mayor oferta estacional de divisas, la situación de las reservas seguirá al límite y primará la recomposición de este stock vital.

Por último, vale hacer una aclaración respecto de los riesgos intrínsecos de nuestro escenario base: si la autoridad monetaria continúa con esta velocidad – por ahora muy gradual – de aceleración del ritmo devaluatorio, los riesgos de un desenlace desordenado de la situación cambiaria se ven incrementados. Acelerar el crawling peg lentamente sin un sólido y amplio respaldo político ni tampoco con avances concretos respecto del acuerdo con el Fondo que guíen expectativas implica caminar por el filo de la cornisa. Todavía hay margen para evitar un desenlace desordenado, aunque el margen se ha acotado en las últimas semanas.

El IPC GBA Ecolatina se volvió a acelerar en la primera quincena de diciembre

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 4,4% entre la primera quincena de diciembre y el mismo periodo del mes anterior. De esta manera, la suba de precios se aceleró 1,8 p.p. en contraste con la primera quincena de noviembre.

A su vez, el IPC Core se ubicó en la zona del 5,0%. Esta evolución se encontró 0,6 p.p. por encima del Nivel General, a pesar de que buena parte de la canasta de consumo masivo este congelada debido al congelamiento de precios vigente. Al interior, la fuerte aceleración de la carne vacuna (+14,5%) y pescado (+6,9%) explica gran parte de la suba del índice anteriormente mencionado. En ese mismo sentido, Alimentos y bebidas Experimentó una suba 5,2% respecto a la primera quincena del mes previo.

Por su parte, el IPC Regulados se ubicó en torno al 1,5%, desacelerándose respecto a la primera quincena de noviembre (cuando había trepado 2,5%). Si bien la mayor proporción de precios regulados continuaron actuando como ancla (como combustibles y tarifas), impactaron las subas de cigarrillos y taxis y mantenimiento de vehículos. Además, en concordancia con lo que viene sucediendo en los últimos meses, los precios estacionales traccionaron la suba del Nivel General con un aumento en esta primera quincena cercano al 7%. Al interior de esta categoría, resaltaron las subas vinculadas al turismo.

Estimamos que el IPC GBA Ecolatina cierre entre el 3,5% y el 4,0% para el mes diciembre. Esta aceleración se corresponderá con los factores antes mencionados (como la aceleración del precio de la carne, junto a algunos aumentos puntuales como taxis y expensas), que seguirán impactando en lo que resta del año. Se trataría del registro más alto del segundo semestre del año. Con estos números, esperamos que la inflación nacional supere el 50% este 2021.

El reforzado bicoalicionismo obliga a todos a convivir con las diferencias

El escrutinio definitivo de las elecciones generales del 14 de noviembre le puso forma final a un resultado electoral adverso para el oficialismo, una cosecha que si la comparamos con los votos que convirtieron a Fernández en presidente en octubre del 2019, representa casi un 40% menos (casi 5.000.000 millones de votos menos). Es cierto que en una elección legislativa, partidos aliados como el Frente Renovador de Misiones (Oscar Ahuad) o Chubut Somos Todos (Mariano Arcioni), fueron por su cuenta, pero aún con ellos, el oficialismo no hubiese llegado a juntar el 35%.

Pero más allá de las implicancias para el oficialismo o para la oposición, el resultado confirma el formato bicoalicional en el que está organizada la escena política, ya que las dos principales coaliciones reunieron más del 75% de los votos. Ello define las competitividades de cara a 2023, pero también le pone marcos a la dinámica política hacia la elección presidencial, ya que al consolidarse el formato bimodal, se vuelve complejo que se genere un tercer modo. Como si la inercia bipartidista operara con fuerza para impedir una mayor fragmentación de la oferta electoral.

Ello sucede porque las dos principales coaliciones están ancladas en una base de apoyos muy sólida y refractarias entre sí, que les imprime mucha estabilidad. Esos dos núcleos duros de apoyos (el kirchnerismo y el antikirchnerismo), que reúnen entre un 25%-30% de los apoyos, resultan ser mayoritarios en cada una de la coalición, lo que impide que ambos espacios, que se repelen, modifiquen su naturaleza. Es decir, ejercen una especie de fuerza gravitacional que impide que pequeñas escisiones se alejen de la coalición y le da estabilidad a la competencia.

La estabilidad del formato la dan dos factores: 1) la autodefensa de los núcleos duros, es decir, como lo primero que buscan es imponerse al otro, los núcleos duros tienen la flexibilidad para regular su intransigencia (Cristina cediendo el primer lugar a Alberto Fernández o Macri acomodándose a un liderazgo colectivo luego de su derrota en 2019); 2) la imposibilidad de conformar un tercer modo competitivo, es decir, fuera de los núcleos duros hay electorado para conformar terceras alternativas, pero ese electorado es heterogéneo y no es un electorado políticamente activado (militante) lo que lo hace susceptible de ser centrifugado por la polarización entre los dos núcleos duros. Ambos factores operan para hacer de la grieta (la polarización entre los dos núcleos duros de votantes antagónicos), un mecanismo estabilizador del formato de competencia y organizacional de la dinámica política.

No hay nada fuera de la grieta, no hay a donde ir mientras los dos núcleos duros sigan coexistiendo. Ello favorece la conformación de coaliciones heterogéneas que muestran disiden cias internas pero que se muestran relativamente estables en su dinámica. Por ello, afirmamos que a pesar de que es motivo de discusión, por su rol en la imposibilidad de alcanzar acuerdos y políticas de estado que estabilicen el rumbo, la grieta cumple un rol estabilizador de la competencia política y de la organización del debate público. Quizá por ello el sistema político toleró mejor la crisis de lo que toleró la crisis de 2001 el sistema bipartidista de entonces.

Monitor Cambiario Semanal- Esperable aceleración del tipo de cambio y prolongación del cepo

El tipo de cambio oficial avanzó un 0,42% en la semana y se ofreció al cierre del viernes a $101,58. Si bien en la variación promedio mensual móvil que se exhibe en nuestro informe aún no llega a apreciarse, el BCRA ya comenzó claramente a acelerar el ritmo de depreciación del tipo de cambio tal como preveíamos y abandonó el deslizamiento del 1% mensual que rigió los últimos 7 meses. Al comparar la evolución promedio diaria de noviembre vs la de diciembre en términos de TNA, la misma aumentó 13 p.p. Actualmente el tipo de cambio oficial corre a un ritmo del 33% TNA. 

Un acierto, aunque tardío

La decisión de soltar el freno de mano sobre el tipo de cambio es un acierto dado el muy escaso margen de maniobra de la autoridad cambiaria: en las últimas 5 ruedas de las que se tienen datos oficiales, el Banco Central vendió USD 349 M y durante las 3 jornadas hábiles restantes de la última semana habría finalizado con ventas por aproximadamente USD 150 M. Las reservas netas – contemplando los DEGs que todavía tiene el BCRA en su activo – se ubican por debajo de los USD 6.400 M (-2,3% desde que comenzó diciembre) según nuestros cálculos. Por su parte, las líquidas (aquellas que también excluyen los DEGs y las tenencias de oro) están a menos de USD 400 M de entrar en terreno negativo.

Si contemplamos que hacia fines de diciembre la Argentina deberá cancelar USD 1.880 M de capital con el Fondo (pago que se realizará con los propios DEGs que le otorgó el organismo al país), el margen de maniobra es muy acotado: de realizarse el pago, dadas además las necesidades de divisas de la economía, las reservas netas con DEGs finalizarían el año en torno a USD 4.100 M (un 25% menor al stock de fines de diciembre de 2020 – USD 5.440 M – que de por sí ya era bajo en términos históricos).

Aunque la decisión de acelerar el ritmo devaluatorio es acertada -y esperable-, el saldo de 2021 será de un retraso del tipo de cambio real multilateral, producto de haber utilizado al dólar como principal ancla antiinflacionaria, de casi 18%.

Los dólares financieros se tomaron un respiro: ¿estacionalidad o intervención?

Por último, los dólares libres tuvieron un marcado retroceso en la última semana. Mientras que el blue cayó un 2% hasta los $196,50 para la venta, el MEP y CCL implícitos en el AL30 mostraron bajas del 3% y 5,7% respectivamente. Las caídas responden a un exceso de oferta de éstos últimos y reflejan la estacionalidad histórica del dólar financiero. Específicamente, para los años de cepo recientes (2012-15 y sep-19 en adelante), el CCL exhibe un rendimiento negativo en los meses de junio y diciembre, en línea con el pago de bienes personales.

Con la finalización de la incertidumbre de devaluación inmediatamente luego de las elecciones más la necesidad de venta de dólares para el pago de este tributo, el contado con liqui podría estar marcando un retroceso a causa de estos motivos. No obstante, aún es muy prematuro para descartar una posible intervención del Central en la plaza como se rumoreó en algunas mesas, hecho que también pudiera explicar la fuerte baja del CCL y que deberá monitorearse los próximos días.