Monitor Cambiario Semanal – Descompresión en el frente cambiario

Bajas en los dólares financieros ante la expectativa del acuerdo con el Fondo

Los dólares financieros culminaron una semana de pronunciadas bajas ante la expectativa del mercado de nuevos avances en las negociaciones con el FMI. El MEP y el CCL (AL30 y GD30 respectivamente) retrocedieron un 2,9% y 3,2% en la última semana, mientras que el blue comprimió ARS 4 para finalizar al viernes en ARS 211 para la venta. Esta caída en el paralelo llevó a la brecha del blue vs el mayorista al 97,6%, perforando así el 100% por primera en 28 ruedas.

Una aceleración (todavía) menor a la esperada

Por su parte, el BCRA desaceleró ligeramente en el margen el ritmo de depreciación (0,63% semanal vs 0,66% la semana anterior). En las últimas 20 ruedas el tipo de cambio oficial avanzó un 2,32% y, de mantener un ritmo similar, finalizaría el segundo mes del año con una variación mensual en torno al 2,4% – 2,5%. Este ritmo de depreciación se encuentra por debajo de nuestras proyecciones. Tanto factores endógenos como exógenos explican esta dinámica.

Viento externo a favor: similar a lo ocurrido en el 2021

Similarmente a lo ocurrido entre fines del primer trimestre y el segundo del 2021, el viento de cola externo nuevamente está jugando a favor para la estrategia cambiaria del BCRA (estrategia condicionada por la meta de evitar una apreciación cambiaria real que se habría acordado con el FMI).

¿Qué factores están jugando a favor? El fuerte repunte de nuestros principales commodities de exportación, la apreciación del Real (8,5% desde que comenzó el 2022) y la elevada inflación internacional (7,5% i.a.) le permitieron a la autoridad monetaria compensar en buena medida la diferencia entre la evolución del dólar oficial y la de los precios de la economía.

Un febrero por ahora mejor de lo esperado

En lo que respecta específicamente al alza de los precios de exportación, esto no solo colaboró a que el tipo de cambio real se mantenga prácticamente estable en el primer bimestre del año, sino que también dio lugar a un nivel de liquidaciones muy superior para un mes que estacionalmente suele ser difícil en materia de agrodivisas. Tras la merma de la semana en la que se anunció el entendimiento con el Fondo, las liquidaciones del agro nuevamente repuntaron. Así, en las últimas 20 ruedas el sector liquidó más de USD 2,6 bll, muy por encima de los niveles observados en igual mes del 2021 (USD 1,8 bll). No obstante, mientras que en febrero del año pasado el BCRA compró USD 633 M, actualmente sólo acumula USD 95 M.

No solo el frente externo: el BCRA subió nuevamente la tasa de interés

Aunque las noticias en el frente externo son favorables (en lo que respecta a la política cambiaria local), decisiones propias de la política económica también ayudaron a que la estrategia cambiaria se sostenga en un contexto de críticas reservas netas (USD 1,7 bll al cierre de la semana pasada): el Banco Central nuevamente aumentó la tasa de interés de referencia. La segunda suba de tasas fue mayor que la primera: la autoridad convalidó un aumento de la Leliq de 250 bps, llevándola del 40% TNA al 42,5% TNA actual. La suba se ubica 50 bps por encima de nuestra proyección.

Tasa real positiva: una meta posible, pero difícil de alcanzar en el corto plazo

De este modo, la Leliq efectiva anual (51,9%) quedó por encima de la inflación acumulada en los últimos 12 meses (50,7%), aunque en términos efectivos mensuales (3,5% TEM) muy probablemente siga corriendo por detrás de los precios. Por caso, estimamos una inflación promedio mensual del 4,1% entre febrero y abril, lo cual implicaría que la Leliq quede, en promedio, 0,6 p.p. por detrás de la inflación en el trimestre venidero. Si, para no afectar las liquidaciones futuras del agro, el Banco Central quisiera llevar al tipo de cambio al ritmo de la inflación proyectada por el REM a fines de enero para el segundo trimestre del 2022 (3,9%), muy probablemente se vea obligado otra vez a dar lugar a una suba de tasas.

Para finalizar, respecto del resto de las decisiones de política monetaria llevadas a cabo por el BCRA el jueves pasado, las comentaremos en detalle en nuestro próximo Informe Económico Mensual.

El IPC GBA Ecolatina creció 4,5% la primera quincena de febrero

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 4,5% entre la primera quincena de febrero y el mismo periodo del mes anterior. De esta manera, la suba de precios se aceleró 1,9 p.p. en contraste con la primera quincena de enero cuando la inflación había sido de 2,6%.

En primer lugar, la fuerte aceleración surge como consecuencia de lo ocurrido con los precios Estacionales: luego de haber traccionado la baja del Nivel General en la primera quincena de enero (-0,6%), en los primeros quince días del mes de febrero la suba alcanzó el 10,9%. Al interior de esta categoría, resaltó la suba de transporte por turismo (+25,5%), verduras (+19,6%) y frutas (+18,9%).

En segundo lugar, el IPC Core se ubicó en la zona del 3,8%, alcanzando una variación interanual del 51,7%. Puertas adentro de esta categoría, el IPC Consumo Masivo traccionó gran parte del alza, presentó un aumento de 4,4% en la primera quincena de febrero, la mayor desde diciembre 2019 (+4,8%). Al interior, la fuerte aceleración de huevos (+13,9%) y pastas frescas (+8,9%) explica gran parte de la suba del índice. Por su parte, Alimentos y bebidas experimentó una suba 5,5% respecto a la primera quincena del mes previo, ubicándose 1 p.p. por encima del Nivel General. No se apreciaba una suba tan alta en esta categoría desde enero de 2021 (+5,8%).

Por último, el IPC Regulados creció al 3,9%, acelerándose 1,5 p.p. respecto a la primera quincena del mes pasado. La aceleración de este índice se debe en gran medida a los aumentos en funcionamiento y mantenimiento de vehículos, el cual incluye combustibles (+9,6%), correo (+4,6%) y teléfono (+3,7%).

La inflación del mes de febrero rondará el 4,3%, en gran medida explicada por subas en precios estacionales que hasta el momento venían funcionando como contrapeso ante otros aumentos. Para marzo quedan pendientes fuertes subas asociadas a educación e indumentaria por lo que esperamos que el primer trimestre del año cierre con una inflación acumulada que supere cómodamente los dos dígitos, similar a lo ocurrido durante 2021.

En enero la inflación alcanzó el 3,9%

En enero, la inflación nacional trepó 3,9%, ubicándose 0,1 p.p. por encima del valor de diciembre. Por su parte, la variación interanual alcanzó el 50,7% respecto al mismo mes del año previo.

En este sentido, el capítulo que mayor variación exhibió fue Comunicación (+7,5%) pese a lo cual registra una suba de tan solo 26,8% i.a., impulsado por el aumento de Servicios de telefonía e internet. Le siguió Restaurantes y Hoteles (+5,7%) debido al incremento en los precios de los alojamientos durante la temporada de verano . La variación interanual de este capítulo (+65,8%) fue la segunda más alta. De hecho, acumuló una suba en torno al 19,3% en los últimos tres meses, 10,3 p.p. por encima del nivel general.

La división Alimentos y bebidas no alcohólicas también se posicionó por encima del nivel general (+4,9%), ubicándose 1,3 p.p. por arriba de los valores de diciembre y siendo la de mayor incidencia en todas las regiones. El fuerte aumento lo explican Verduras, legumbres y tubérculos (+25,6%), donde destacan el aumento del tomate, la lechuga, la papa y la cebolla. También tuvo un gran peso la suba de Frutas (+7,0%), particularmente el precio del limón y la naranja. Luego de dos meses tratándose del sector más volátil, en enero Carnes sufrió la suba más baja de todo el capítulo (+2,0%).

En tanto, las dos divisiones de menor variación en el mes de enero fueron Educación (0,8%) y Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (1,8%).

En línea con lo mencionado anteriormente, el IPC Estacionales mostró una contundente aceleración (+9,0%), luego de haber servido de ancla parcial a la inflación los últimos dos meses del año pasado. De esta manera, los precios estacionales alcanzaron una suba 58,9% en la comparación interanual. Por su parte, el IPC Núcleo registró un alza mensual de 3,3%, desacelerándose 1,1 p.p. con respecto al mes de diciembre, y alcanzando una variación interanual del 54,0%. Por último, el IPC Regulados fue la categoría con menor variación (+2,8%), sobre la cual influyó en buena medida la ya mencionada suba de Servicios de telefonía e internet, así como también la suba de Prepagas.

¿Qué esperamos para 2022?

En 2022 la inflación volverá a ubicarse en la zona del 50%. Utilizar anclas para contener los precios – tarifas, tipo de cambio y congelamiento de precios- como sucedió el año pasado ya no será posible. De hecho, semanas atrás se habilitó un incremento del 9,0% en el precio de los combustibles. En marzo, debido a factores estacionales, también observaremos subas tanto en Indumentaria como en Educación. A su vez, deberemos estar a la espera de novedades relacionadas a la actualización de tarifas de servicios públicos, como transporte y otros servicios esenciales.

Monitor Cambiario Semanal- El mercado (y el agro) a la espera

Dólares financieros: una descompresión que marca que el mercado sigue a la espera

Desde el anuncio del entendimiento con el FMI dieciocho días atrás, la fuerte volatilidad que mostraban los dólares financieros se redujo considerablemente, particularmente en lo que respecta al contado con liqui, que comenzó la semana con pronunciadas bajas y luego se estabilizó en torno a los $213. De este modo, el CCL (GD30) retrocede casi 20 pesos desde el máximo nominal del jueves 27/1 ($233). El blue y el MEP muestran un comportamiento similar desde aquel entonces (con bajas de 8 y 9 pesos respectivamente), aunque este último retomó una senda alcista en las últimas jornadas de la semana pasada y finalizó la misma en $215,5.

No obstante, a pesar de las bajas, la brecha promedio de estos tres tipos de cambio sigue en niveles de extrema desconfianza: se mantiene por encima del 100% hace 19 ruedas (el CCL arrastra prácticamente 3 meses con niveles de brecha iguales o superiores excepto por algunas jornadas puntuales). El entendimiento con el FMI despejó transitoriamente las alertas que se habían encendido de distanciamientos en las negociaciones, pero fue insuficiente para anclar expectativas. El anuncio del acuerdo formal, la explicación de cómo se cumplirán las metas monetarias-fiscales y la evolución semana a semana de la campaña 2021-22 determinarán si habrá un nuevo “veranito” cambiario como el del primer semestre del 2021 o si las tensiones cambiarias-financieras seguirán vigentes.

Dólar oficial: aceleración… sin suba de tasas

En nuestro anterior monitor semanal comentamos que el BCRA analizaba la posibilidad de elevar nuevamente la tasa de interés. Sin embargo, la tasa de referencia todavía se mantiene en 40% TNA (48,3% TEA, 3,3% TEM). Paralelamente, el tipo de cambio oficial aceleró considerablemente el ritmo de depreciación en la última semana, promediando una TEM del 4%, una velocidad que no se observaba (excepto por alguna rueda puntual de este año) desde comienzos del 2021, previo al anclaje cambiario electoral.

En el corto plazo, que la tasa se haya vuelto negativa tanto contra la inflación como contra el dólar oficial puede no afectar las liquidaciones. Incluso, éstas se mantuvieron en un nivel prácticamente igual al de la semana pasada, en una semana donde los precios de nuestros principales commodities de exportación pisaron fuerte: +8,2%, +6,2% y +10,8% semanal la soja, el trigo y el maíz respectivamente. Sin embargo, de mantenerse negativa en ambos frentes, el riesgo de afectar las liquidaciones existe. Para mantener al dólar oficial “empatado” contra la inflación, entendemos que la autoridad monetaria se verá obligada a subir nuevamente la tasa de interés.

Agro: mejor… aunque también a la espera

La situación de los cultivos es muy heterogénea: hay zonas con muy buenas condiciones y otras muy críticas con pérdidas irrecuperables. Estas últimas tienen graves riesgos de no haber lluvias importantes en la segunda quincena de febrero, y el panorama climático para este mes no es alentador. Por su parte, el Departamento de Agricultura de USA nuevamente redujo las proyecciones para la cosecha sojera Argentina a 45 millones de toneladas, 1,6 millones de toneladas menos que el informe anterior. También ajustó las estimaciones para Brasil y Paraguay. Este resultado, junto a las condiciones meteorológicas secas que se esperan para las próximas semanas en los tres países, siguen presionando sobre los precios en Chicago tal como comentamos anteriormente.

 

Monitor de Escenarios Económicos

Acceda a nuestro Monitor de Escenarios Económicos para conocer las proyecciones por escenarios para 2022 y 2023 de PBI, Consumo Privado, Inflación, Tipo de Cambio Oficial y Brecha Cambiaria.

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Perspectivas 2022: un análisis de los componentes de la actividad económica

La actividad económica creció en torno al 10% en 2021, recuperando prácticamente la totalidad del terreno cedido a lo largo del pandémico 2020. Los principales drivers detrás de la elevada tasa de expansión fueron la baja base de comparación y el arrastre estadístico alto que dejó el año de la pandemia, a lo que se les sumaron el relajamiento de las restricciones sanitarias, la normalización de muchas actividades económicas, y la disponibilidad de divisas -producto del alza de precio de commodities- que permitió financiar mayores importaciones.

Para 2022, el panorama luce más complejo. Estimamos que la economía moderará su crecimiento, avanzando menos de 3% promedio durante el año (en línea con el arrastre estadístico que dejó el 2021). De hecho, al contrastar entre puntas (es decir, diciembre vs diciembre), proyectamos que el avance económico sería menor al 1% a lo largo del 2022, evidenciando una dinámica de la actividad todavía insuficiente para que se alcance en términos de PIB per cápita los niveles previos a la crisis del Covid-19.

De esta forma, trataremos de dilucidar por qué esperamos este menor ritmo de evolución a nivel general, así como un análisis de la evolución de los distintos componentes del gasto, y cuál esperamos que sea la dinámica de la producción de los bienes y servicios en este año.

Consumo privado sin un importante despegue

En 2021 el consumo privado crecería alrededor de 9,7%, pese a que tanto el salario real de los trabajadores registrados (-2,5% promedio anual) como la masa de jubilaciones (en torno al -5% promedio anual) mostraron un deterioro en promedio una vez descontada la inflación. En este sentido, a favor del consumo incidió la importante recuperación de la cantidad de ocupados, la reapertura de paritarias en la segunda mitad de 2021, el retraso cambiario (con tasas de interés negativas en términos reales) y programas específicos (como Ahora 12).

De cara a este año, y si bien tanto los salarios como las jubilaciones fueron de mayor a menor y tendrán un arrastre positivo en el arranque de 2022, muchos de estos factores no estarán, o perderán fuerza: la recuperación en la cantidad de ocupados no será la de 2021, el tipo de cambio no se atrasará y las tasas de interés tenderían a ubicarse en terreno positivo.

A esto se suma el riesgo de que una continuidad en la aceleración de la inflación erosione el poder de compra. La decisión por parte del BCRA de acelerar el crawling-peg (+2,2% avanzó el tipo de cambio oficial en enero, en contraste con el 1,1% promedio del segundo semestre del 2021), las subas de tarifas de servicios públicos y otros precios regulados -como combustibles, que crecerá 9% en el segundo mes del año- y los incrementos habituales de indumentaria y educación en marzo, se unirán a la elevada inercia del proceso inflacionario -el IPC núcleo viene ubicándose por encima del 3% hace 15 meses-, complicando la desaceleración de la inflación a lo largo de todo el año. De

esta forma, estimamos que, si bien el salario real podría continuar mostrando una mejora en el margen en la comparación interanual de los primeros meses, el buen desempeño se irá diluyendo conforme pasen los meses y persista la elevada inflación.

Por otro lado, al tratarse de un consumo que no es posible reemplazar, el aumento de tarifas también impacta sobre el ingreso disponible que los hogares tienen para consumir otros bienes y servicios. En este sentido, habrá que monitorear de cerca qué es lo que finalmente se incluirá en el potencial acuerdo con el FMI en materia de acciones para acotar la cuenta de subsidios.

Por el lado del empleo, la tasa de actividad y de ocupación ya son similares a la de los niveles previos a la crisis de 2018 y 2019. En 2021 el fuerte repunte en la cantidad de ocupados (estimamos +11,5% en el promedio anual) estuvo explicado por la recuperación de los puestos perdidos en la pandemia -fue liderada por asalariados informales y cuentapropistas, las modalidades que más sufrieron las restricciones-, por lo que este efecto no se repetirá con intensidad en 2022. Además, si miramos únicamente los asalariados privados, éstos habrían aumentado menos de 1% en promedio en 2021, por debajo del crecimiento poblacional, incluso pese a la significativa recuperación del empleo formal en la industria (+2,5% promedio).

Esta dinámica, junto a lo mencionado acerca del poder adquisitivo, refleja que la masa salarial, pese a que los salarios arrancarán el año mostrando subas en términos reales, permanecerá sensible a la incertidumbre económica durante este año. De todos modos, y en parte también gracias al arrastre estadístico, proyectamos que el consumo privado avanzará 3,2% en 2022, aunque terminará el año aún 3% por debajo del promedio de 2019 y más de 10% por debajo del alcanzado en 2017.

Exportaciones e inversión, ¿cuánto margen tienen para crecer?

El desempeño de las cantidades exportadas también será menor al observado en 2021 -signado por la recuperación del comercio global- y crecería en línea con el arrastre estadístico. Uno de los limitantes para nuestra demanda externa serán las acotadas perspectivas de crecimiento de Brasil, nuestro principal destino de exportaciones industriales, las cuales se ubican en sólo 0,3% para 2022 (según el relevamiento de expectativas de ese país). En este sentido, tampoco ayudará la moderación de la expansión de China (+5%) y el resto del mundo, especialmente en un contexto mundial en el que la aceleración de la inflación pone en primera plana el posible endurecimiento de la política monetaria.

Uno de los posibles riesgos de esto último sería un shock negativo sobre el precio de los commodities. Si bien la soja se comercializó a aproximadamente 570 USD/TN en la última semana, no esperamos que el contexto internacional sea favorable -asumiendo que el conflicto armado entre Rusia y Ucrania no continúa escalando- al precio de los granos, por lo que no se repetiría un salto en los términos del intercambio semejante al del 2021. Además, las estimaciones de la campaña son conservadoras: en las próximas semanas el clima definirá el volumen de la cosecha gruesa, pudiendo condicionar tanto las cantidades exportadas del segundo trimestre, como la oferta de dólares.

Por el lado de la inversión, en 2021 creció alrededor de 30,5% i.a. en función de la dinámica de la construcción y de las importaciones de bienes de capital. La inversión fue el componente que recuperó más rápidamente los niveles pre-crisis (ya se encuentra 14% por encima del promedio de 2019, pero un 5% por debajo de 2018) y por este motivo es esperable una continuación en la recuperación, pero desacelerando el ritmo en las tasas de crecimiento hacia adelante. Para 2022 proyectamos un crecimiento en torno al 4%, de la mano de un todavía favorable desempeño de la construcción, que según la encuesta que realiza el INDEC, el 90% de las empresas del sector estiman que la actividad aumentará o no variará en el corto plazo.

Servicios vs Bienes: ¿los servicios pasan al frente de la recuperación?

Por el lado de la producción de bienes, las mencionadas perspectivas de la cosecha podrían generar que el sector agropecuario se mantenga con un crecimiento acotado o estancado a lo largo del 2022. Por su parte, la producción de la industria manufacturera puede verse afectada por el acotado crecimiento de Brasil, combinados con los riesgos de que un mayor tipo de cambio encarezcan el costo de los insumos y/o existan complicaciones para el abastecimiento debido una menor fluidez en el flujo de importaciones en un contexto de escasez de dólares (que también serían la consecuencia de menores cantidades exportadas y precios de commodities menos favorables). Además, la ralentización en el ritmo de expansión del consumo también tendría impacto sobre la producción de determinadas ramas asociadas al mercado interno (como Prendas de vestir y calzado, que llegó a trepar 57% i.a. en el acumulado del 2021).

Por otro lado, con la eliminación completa de las restricciones sanitarias, los sectores asociados al esparcimiento (hoteles, restaurantes, actividades culturales) y al transporte finalmente podrían retornar a los niveles de actividad pre-pandemia, teniendo en 2022 su postergada “revancha”. Sin embargo, en conjunto estos sectores representan alrededor de 12% de la actividad económica, por lo que no es de esperar que el empuje en la economía en general sea el similar al observado con la recuperación de la industria, la construcción o el comercio en general (que conjuntamente explican el 40%)

De esta forma, si bien tanto los Bienes como los Servicios ya recuperaron los niveles pre-pandemia (en noviembre, se ubicaron 7,7% y 1,2% por encima, respectivamente), los segundos tendrían algo más de margen para crecer en el corto plazo, mientras que los Bienes mostrarían una ralentización más acentuada respecto de 2021.

Consideraciones finales

Si bien esperamos que la recuperación continúe en los primeros meses del año -siempre que no se exacerben nuevamente las tensiones financieras- la cautela está asociada varios factores que podrían erosionar la dinámica positiva pasado el verano.

Esto es porque pasado el arranque del año se conjugarán: i) los riesgos asociados a una menor liquidación del agro, lo que podría complicar el financiamiento de mayores importaciones que promuevan la actividad económica vía una menor oferta de dólares; ii) el impacto de las correcciones cambiarias-fiscales-tarifarias con costos en el corto plazo en materia de actividad y consumo; y, iii) podría comenzar a diluirse la mejora “arrastrada” en términos de crecimiento del salario real si la inflación persiste en niveles elevados.

En síntesis, en 2022 la actividad económica mostraría un desempeño positivo, aunque moderado y sujeto a riesgos que deberán monitorearse

IPC EEUU: alcanzó el 7,5% la inflación interanual, la más alta en 40 años

La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos dio a conocer el dato del IPC de enero: alcanzó 7,5% interanual, registrando el máximo valor en 40 años. En enero, los precios aumentaron un 0,6%, suba similar a diciembre, y 0.4 p.p por debajo de la de octubre.

Por su parte, el IPC Core (que excluye energía y alimentos, las categorías más volátiles) aumentó 0,6% en enero, lo que arroja un incremento de 6% interanual. Se trata del séptimo mes consecutivo que el mismo aumenta por encima del 0,5%. Esta es la suba interanual más elevada desde 1982.

Uno de los grandes motores de la inflación es el mercado de autos usados, que exhibió en enero una suba mensual del 1,5% y un 40,5% i.a. Esto va en línea con los problemas de producción que está sufriendo la industria automotriz, principalmente por alteraciones en las cadenas de suministro. Por su parte, entre enero de 2021 y enero 2022, los alimentos subieron 7% y la energía 27%, impulsada por la disparada en los precios del diesel y la gasolina.

El índice de energía aumentó un 0,9 p.p. durante el mes, con un gran aumento en el índice de electricidad (4,2%), parcialmente compensado por caídas en el índice de gasolina y el índice de gas natural, que venían encadenando aumentos desde hace varios meses. Por su parte, en el primer mes del año el índice de vivienda aumentó 4,4%. Esto se debe, al menos en parte, al aumento en los precios de las propiedades y al cese de los congelamientos de precios y moratorias que se habían dado en el marco de la pandemia.

Por otro lado, los salarios reales aumentaron 0,1% en enero, apenas recuperando las caídas de los últimos meses y exhibiendo un detrimento del 1,7% interanual. Los salarios promedio por hora aumentaron un 4,7% en diciembre respecto al año anterior, y se situaron 3% por encima de los niveles pre-pandemia.

La inflación es actualmente la mayor preocupación de la Reserva Federal, teniendo en cuenta que el país se encuentra en niveles de desempleo en mínimos históricos. El 15 de marzo está pactada la reunión de la FED y probablemente estos datos en conjunto con los de febrero y los del mercado laboral (sólido y presionando sobre los salarios) terminen de determinar la casi segura suba en las tasas de interés.

El acuerdo con el FMI alumbra el primer gesto de liderazgo del presidente, pero la crisis en el Frente de Todos deteriora la gobernabilidad

El acuerdo con el FMI expuso una fisura profunda dentro del oficialismo  

Desde el comienzo de este ciclo se sabía que el principal escollo que enfrentaba la coalición gobernante era renegociar la deuda con el FMI para reprogramar los vencimientos imposibles de afrontar por la Argentina. La pandemia y las elecciones funcionaron como excusas para postergar el acuerdo. Pero con la pandemia en retiro y con las elecciones atrás, el Gobierno se zambulló en la negociación y la tensión político-interna dentro del oficialismo afloró de la mano de las dificultades que fue encontrando el Gobierno para lograr los objetivos que se había planteado para la discusión: más plazos, menos intereses, un esfuerzo fiscal menos exigente, etc.  

Con reservas escasas y negociando en condiciones de extrema debilidad, el principio de acuerdo que finalmente se alcanzó estuvo lejos del que se buscaba, y eso detonó las diferencias internas dentro del oficialismo por la estrategia y los resultados de la negociación. De hecho, así lo planteó Máximo Kirchner en su renuncia a la presidencia del bloque días después de que se anunciara el acuerdo, marcando un nivel de fisura dentro del oficialismo hasta aquí nunca visto, ya que no se acompaña la principal decisión que ha tomado Alberto Fernández en su ciclo. 

Para analizar la reacción de Máximo Kirchner, se podría apelar a la distinción que Max Webber hacía de las éticas que guían la conducta de los políticos, y entender que Máximo está actuando bajo la ética de la convicción y el presidente bajo la ética de la responsabilidad. Pero ese análisis no sería justo con la dimensión política del asunto que muestra que entre Alberto Fernández y el kirchnerismo se ha venido cavando una zanja profunda de diferencias que pudieran haber llegado a un nivel irreversible. Se vuelve difícil pensar que esta alianza pueda continuar, en los mismos términos que la conocimos.  

En realidad, la decisión de Alberto Fernández (acordar con el FMI) y la decisión de Máximo Kirchner (renunciar a la presidencia del bloque) conviene analizarlas bajo la ética de la conveniencia. Los dos parecieran responder a su propio sistema de incentivo, y lógicamente a su percepción relativa de los hechos y sus condicionantes. Bajo esa perspectiva, lo sucedido tiene lógica. 

La diferencia sobre la cuestión de fondo (el acuerdo alcanzado con el FMI), no solo expone una fisura profunda dentro del oficialismo, sino que marca un antes y un después para la dinámica interna dentro del Frente de Todos. El presidente ha decidido avanzar por fuera del tutelaje kirchnerista sobre su gestión, y ello le planteará desafíos enfornes a la hora de implementar el programa que finalmente se acuerde, porque un sector interno del oficialismo estará presto a cuestionar o criticar las consecuencias negativas del programa y ello agiganta el riesgo político.  

Por otro lado, la novedad de tener un presidente que decide tomar con más determinación el volante del automóvil (el que decido soy yo, dijo sobre el acuerdo), algo que pudiera ser positivo frente a las dificultades que esta coalición ha mostrado a la hora de tomar decisiones; se produce en el mismo momento en que, por la fisura oficialista, se debilitan las condiciones de gobernabilidad. El liderazgo presidencial emerge cuando la coalición se debilita por sus diferencias internas. 

Analizando la meta fiscal de 2022

Uno de los parámetros más destacados del potencial acuerdo con el FMI que anunció el gobierno concierne a la meta fiscal: según las mismas declaraciones oficiales, en 2022 el Sector Público Nacional No Financiero (SPNF) debería mostrar un déficit primario de 2,5% del PIB, lo que implica una reducción de 0,6 p.p. respecto de 2021[1]. Asimismo, el Ministro Guzmán afirmó que esta meta se cumplirá manteniendo constante el gasto en términos reales (incluso mostrando un “crecimiento moderado”) y reduciendo la asistencia monetaria del BCRA de 3,7% del PIB en 2021 a 1% del PIB en 2022. ¿Es esto factible?

Antes de intentar contestar esta pregunta, resulta relevante aclarar que los detalles que finalmente incluya el potencial acuerdo serán cruciales: en primer lugar, conocer los supuestos macroeconómicos subyacentes a la meta, ya que la dinámica fiscal es distinta en escenarios de desinflación que cuando hay aceleración inflacionaria. En segundo lugar, e intrínsecamente asociado al primer elemento, si la meta definitiva se fijará en % del PIB o en términos nominales.

Para abordar en análisis de la posible trayectoria del déficit primario, en el siguiente ejercicio asumiremos que en términos macroeconómicos se tomaría un crecimiento real de 4% (similar al Proyecto de Presupuesto presentado en septiembre) y una inflación de 40% (que refleja la desinflación contemplada en dicho Proyecto pero con el mayor punto de partida que finalmente dejó 2021). Asimismo, asumiremos que el tipo de cambio y los salarios formales aumentan como la inflación, y que el intercambio comercial se incrementaría en términos similares a los proyectados por el gobierno en septiembre (lo cual constituye uno de los principales riesgos fiscales en 2022).

Con esta dinámica macroeconómica (que luce ambiciosa), el punto de partida para el cumplimiento de la meta aparece desafiante: por el lado de los recursos, incluso manteniendo constante en términos del producto los principales conceptos no se repetiría el Aporte Extraordinario sobre los Patrimonios (por lo que los ingresos totales caerían en 0,5% del PIB en 2021).

Por el lado del gasto, el índice de movilidad jubilatoria (que indexa el 40% de las erogaciones) podría mostrar un aumento promedio muy superior a la inflación proyectada en el ejercicio (hasta febrero 2022 crecerá al 53% i.a.), lo que implica un incremento del gasto 0,3 p.p. en términos del producto. Es decir, en base a estos supuestos, el punto de partida en materia de déficit se ubica más cerca de 4% que de 3% del PBI.

Lógicamente, hay fuentes de “ahorro” posibles. En 2021 una parte del gasto correspondió al “paquete COVID 2da Ola”, que no necesariamente estará completamente en 2022; por ejemplo quizás no se necesite comprar tantas vacunas dado el avance que ya tuvo la campaña de inmunización. En este sentido, en este ejericio supondremos que los gastos que financió el Aporte Extraordinario en forma específica no se repetirán en 2022 (lógicamente esto, a diferencia de los recursos, implica una decisión explícita en materia de política fiscal).

Asimismo, en 2021 el gasto primario contiene otros 0,2% del PIB en bonos a jubilados, pensionados y asignaciones, que no necesariamente deban otorgarse en 2022 debido al crecimiento real del índice de movilidad. Con estos dos elementos, el punto de partida de 2021 se ubica en 3,2% del PIB.

Sobre esta base, sólo mantener el resto del gasto público constante en términos reales redundaría en un ahorro adicional de 0,5 p.p. del producto, y el gasto primario excluyendo el gasto COVID mostraría un alza real de 2,2%. Por esta razón, el diferencial entre la inflación promedio (que se utiliza para medir el gasto en términos reales) y la nominalidad de la economía (que incluye el crecimiento real además de la inflación) será una pata fundamental para el cumplimiento de la meta. De hecho, el anuncio oficial se enfocó en remarcar la dinámica real del gasto y no su peso como proporción del producto.

Pero, en primer lugar, mantener ese “resto” del gasto primario constante en términos reales será sumamente desafiante, ya que la cuarta parte de dicho conjunto son los subsidios económicos, que en el último trimestre navegaban a un ritmo de crecimiento de 120% i.a. (45% en términos reales). Por esta razón es que el gobierno ya anunció que tendrá lugar una suba de tarifas, muy probablemente de forma segmentada, sentencia reforzada por un comunicado del FMI.

En segundo lugar, este conjunto de supuestos es insuficiente para alcanzar la meta (el déficit se ubicaría en 2,7% del PIB) por lo que se deberá “exigir” una parte por el lado de los recursos. Más aún, si la dinámica del intercambio comercial es menos optimista que lo esperado por el gobierno, la brecha a cubrir sería superior.

Ahora bien, ¿qué ocurriría si la inflación es mayor a la proyectada? En un escenario donde la desinflación no ocurre habría un menor crecimiento real -y en términos del PIB- de las erogaciones indexadas a la movilidad. Pero, por otro lado, habría una mayor presión sobre el gasto en subsidios, ya que se requiere un ajuste tarifario mayor para mantener dicho gasto constante en términos reales. Asimismo, el resto del gasto tendría presiones hacia la “licuación”, y se requerirá de mayores partidas nominales para alcanzar el objetivo de que no caiga en términos reales.

Las conclusiones que arroja este primer ejercicio muestran que: 1) considerando los efectos inerciales y los riesgos la meta de 2,5% del PIB para 2022 luce desafiante, aunque cumplible; 2) la trayectoria macroeconómica supuesta será crucial: un escenario de mayor inflación empuja las presiones sobre los subsidios pero erosiona el peso del gasto indexado por movilidad; 3) una inflación mayor a la proyectada genera una tensión entre la mejora del resultado fiscal y el objetivo de mantener el gasto en términos reales; y 4) si el objetivo del gobierno es mantener el gasto en términos reales se deberán hacer mayores esfuerzos por el lado de los recursos, esfuerzos que se amplifican si el intercambio comercial no aumenta respecto de 2021.

Este último punto explica un elemento adicional de los anuncios: sin cambios en la política tributaria (al menos, no anunciados como parte del entendimiento), se le deberá exigir una mayor eficiencia a la recaudación. Por esta razón, las acciones en materia de reducción de la evasión que se dejaron entrever en los anuncios estarían apuntando en este sentido.

Sobre este punto cabe aclarar que el Proyecto de Presupuesto presentado en septiembre mostraba una importante suba en los recursos de la seguridad social -posiblemente impulsados por el “arrastre” de la masa salarial y la caducidad de las exenciones que rigieron en 2021- que en parte podrían cerrar esta brecha, pero implica –nuevamente- que los recursos del comercio exterior al menos repitan los valores de 2021.

En definitiva, la meta fiscal de 2022 no implica un ajuste de magnitud (-0,6 p.p. del PBI en relación al año pasado) pero dados los efectos inerciales, la estructura del gasto, los riesgos que muestran las proyecciones macroeconómicas y los objetivos internos (sin cambios en la política tributaria y sin caída real del gasto), tampoco sería tan sencilla de cumplir.

Si el cumplimiento de la meta fiscal (que igualmente vemos factible) luce difícil, más compleja aún resultará la tarea de cerrar el programa financiero: en 2021 la totalidad del déficit primario se financió con emisión monetaria, mientras que la meta para 2022 estipula que la misma sólo podrá cubrir menos de la mitad del rojo.

El establecimiento de una meta rígida en materia de emisión (1% del PIB) tiene dos razones. En primer lugar, porque para este acuerdo con el FMI, donde al clásico foco de la dinámica de la deuda se le suma el objetivo de contener la inflación, el equilibrio de las cuentas públicas resulta necesario para reducir la dominancia fiscal. En este sentido, el entendimiento encuentra al gobierno y al organismo a “mitad de camino”: el déficit bajaría gradualmente, pero la emisión se reducirá a un ritmo consistente con un ajuste fiscal más pronunciado. En segundo lugar, por limitantes legales: el BCRA no tendría utilidades contables en 2022, que explicaron 2/3 de la asistencia total en 2020-21, y el límite de adelantos transitorios (que para modificarlo se requiere una Ley en el Congreso) podría alcanzar como máximo 1,3% del PIB.

Por esta razón, la mayor “laxitud” lograda en materia de la trayectoria fiscal deberá ser cubierta con otras fuentes, ya sea de organismos internacionales (el monto proyectado por el gobierno luce voluntarista) o incrementando el financiamiento neto en el mercado, agregando presiones a futuro sobre la -todavía reducida- carga de intereses y sobre el resultado cuasifiscal.

Sin embargo, y volviendo al punto de partida, los rígidos límites sobre el financiamiento monetario que incluiría el acuerdo son al mismo tiempo un importante factor que ayudará al gobierno a no desviarse de la meta fiscal.

 

[1] Cuando al resultado primario de 2021 (-2,1% del PIB) se le descuenta el registro de los DEG

Monitor Cambiario Semanal- El BCRA analiza subir nuevamente la tasa de interés

El BCRA subiría la tasa de interés

Diversos medios reportaron que el BCRA estaría considerando elevar por segunda vez en el año la tasa de política monetaria, que actualmente se ubica en 40% TNA y acumula una suba de 200 bps YTD. Este nuevo aumento está contemplado en nuestro escenario base (+ 2 p.p. en febrero) y se encuentra en línea con las diversas decisiones de política económica que comenzaron a tener lugar finalizado el período electoral donde la carrera por los votos primó por sobre la racionalidad económica (fin de intervención en la brecha, aceleración del ritmo de depreciación, suba de tasas, etc).

No solo una medida anti-inflacionaria

Si bien la plausible suba de tasas busca contratacar la elevada inflación, disminuir las presiones cambiarias y es, además, un guiño al Fondo; también le da margen al Central para acelerar el ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial y no afectar las liquidaciones del agro ¿Por qué? Si la tasa de referencia fuera menor a la tasa a la que corre el dólar oficial, los exportadores tendrían incentivos a financiarse en pesos y demorar la liquidación esperando un mayor rendimiento producto la mayor depreciación cambiaria esperada.

Actualmente, la LELIQ muestra una TEA del 48,2% y una TEM del 3,3%. Proyectamos una depreciación cambiaria promedio mensual para los 5 meses restantes del primer semestre del 3,6%, menor a la esperada por el promedio del REM en diciembre (4,2% promedio feb-jun). En esta línea, la tasa de interés (a pesar de la suba reciente) todavía sigue por debajo de la devaluación esperada. En las últimas 5 ruedas el tipo de cambio oficial corrió al 3,2% efectivo mensual (levemente por debajo de la tasa de interés) e interrumpió la pausa en la aceleración cambiaria que tuvo lugar en las últimas semanas.

Entendemos que la probable suba de la tasa de referencia buscará ampliarle el margen de maniobra al Banco Central para acelerar el ritmo de depreciación sin poner en riesgo oferta de divisas del sector agroindustrial.

Perspectivas agro

Como anticipamos, las lluvias de los últimos quince días mejoraron significativamente el estado de los cultivos, aunque aún el 36% del área cultivada con soja continúa en condiciones hídricas regular/sequia y el 26% del área maicera también sigue en condiciones regular/sequía. Desde el día de hoy hasta la semana que viene se espera un frente de tormenta a lo largo de la mayor parte del área agrícola., que traería precipitaciones de intensidad variada y luego vientos del sudeste que bajarían las temperaturas por debajo de lo que se espera para el verano. Estas lluvias estabilizarían las condiciones de los cultivos en general. Luego se espera que vuelva una ola de calor sobre casi toda el área agrícola, exceptuando las zonas cercanas al litoral atlántico. No se espera que esta ola de calor sea tan prolongada como la de enero, que causó severos problemas en varias áreas sembradas.

De este modo, Febrero será un mes bisagra a la hora de definir los rendimientos de los cultivos, ya que se necesitan lluvias a lo largo del mes para mantener las expectativas de rinde actuales en las siembras tardías, y evitar pérdidas adicionales a las registradas en siembras tempranas. Si bien el financiamiento neto por parte del FMI que surgiría del acuerdo será crucial para recomponer reservas, pareciera ser difícil esto tenga lugar antes de marzo. En este sentido, la evolución del panorama agrícola a lo largo de este mes definirá las expectativas de oferta de agrodivisas a corto plazo y probablemente incline la balanza por una u otra estrategia cambiaria: mantenimiento de la gradual depreciación del tipo de cambio o salto discreto.