Las exportaciones en abril alcanzaron el mayor valor desde mayo del 2013

En el cuarto mes del año el intercambio comercial totalizó USD 15.210 millones (+40,6% i.a.) y alcanzó el nivel más elevado desde mayo de 2013. Las exportaciones se ubicaron en USD 8.327 millones (+35,6% i.a.), siendo las más altas desde ese mismo mes y alcanzaron el tercer mayor registro en los últimos 30 años. A su vez, si bien las importaciones se redujeron levemente en la comparación mensual hasta los USD 6.883 millones en abril (USD 7.073 millones en marzo), continuaron en niveles elevados creciendo un 47,3% i.a. y representando el valor más alto para dicho mes en los últimos 30 años.

Como resultado de esta dinámica, la balanza comercial de bienes en abril alcanzó el superávit más alto de los últimos 6 meses y se situó casi en los mismos niveles que en abril de 2021, con un saldo favorable de USD 1.444 millones. No obstante, si hubiesen prevalecido los precios de abril de 2021 dicho superávit habría sido equivalente a USD 890 millones, es decir, un 40% menor a los USD 1.470 millones del cuarto mes de 2021.

En lo que va del año las exportaciones acumularon unos USD 27.669 millones (+28% i.a.) y las importaciones rondaron los USD 24.841 millones (+41% i.a.). De esta manera, el superávit comercial en el primer cuatrimestre alcanzó USD 2.828 millones, casi un 30% menor al superávit acumulado para el mismo periodo en 2021 (USD 4.000 millones). Sin embargo, cabe mencionar que gran parte de tal saldo se debe principalmente a los elevados precios internacionales que evidenciaron las commodities en los últimos meses. De hecho, a precios del primer cuatrimestre de 2021 el superávit comercial acumulado en este año habría sido de USD 1.238 millones, es decir, al excluir el efecto precio el saldo hasta abril habría menos de la mitad que el de 2021 (-70% i.a.).

 

¿Cómo fue la dinámica al interior de las exportaciones y las importaciones?

Al igual que en los primeros tres meses del año, el incremento de las exportaciones estuvo traccionado por un aumento de los precios (+24% i.a.) más que a las cantidades (+10% i.a.). A su interior, la mayor variación porcentual la mostró el rubro “Combustibles y Energía” (CyE) con un aumento del 193%, donde el crecimiento del 64% en los precios se vio potenciado por una suba de casi 80% en las cantidades. En paralelo, pese a mostrar una menor tasa de crecimiento, las “Manufacturas de Origen Industrial” (MOI) explicaron más de un tercio del salto en las exportaciones con un crecimiento de USD 807 millones (+64% i.a.), motorizado tanto por cantidades (+29% i.a.) como por precios (+26,4% i.a.).

Por su parte, las “Manufacturas de Origen Agropecuario” (MOA) alcanzaron la mayor cifra mensual desde 2011 (USD 3.295 millones) y, sumadas a los “Productos Primarios” (PP) representaron casi el 70% de las exportaciones del mes. Cabe mencionar que sus tasas de crecimiento se ubicaron entorno al 28% y 16% respectivamente, donde influyeron los elevados precios de las commodities producto del conflicto entre Rusia y Ucrania. De hecho, en el caso de las MOA, la suba del 24% i.a. en sus precios disimuló una reducción del 7% i.a. en sus cantidades

Por otro lado, las importaciones volvieron a acelerarse en casi todos sus rubros creciendo casi 50% i.a. Si bien los precios aumentaron un 18% i.a., las cantidades (+24% i.a.) fueron el principal factor de crecimiento gracias al mayor nivel de actividad económica. En esta misma línea, los “Bienes de Capital” (BK) y las “Piezas y Accesorios para Bienes de Capital” (PyA) fueron más de un tercio de las importaciones totales con crecimientos interanuales del 42% y el 35% traccionados por mayores subas en sus cantidades (+36% i.a. y +32% i.a.) que en sus precios (+5% i.a. y 2% i.a.).

Por su parte, el rubro “Combustibles y Lubricantes” (CyL) explicó más de un cuarto del aumento interanual en las importaciones. Al igual que en el caso de las exportaciones, la mayor variación vino por el lado de los Combustibles, que fueron más del triple que las compras año pasado con incrementos entorno al 73% i.a. tanto en cantidades como en precios. Finalmente, los “Bienes Intermedios” (BI), que representaron casi un 40% de las importaciones avanzaron principalmente por mayores precios (+29% i.a.).

A su vez, vale mencionar que si bien el valor del flete internacional se redujo un 15% con respecto a marzo, aún persiste en niveles sumamente elevados: se sitúa un 43% i.a. por encima de abril de 2021 y un 93% i.a. arriba de abril del 2020.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Hacia adelante, habrá que seguir de cerca una serie de factores que serán cruciales en la dinámica del sector externo en lo que resta del año. Aquí cobra relevancia las decisiones que tome la FED en materia de política monetaria, que podrían afectar los precios de commodities en el marco de un fortalecimiento del dólar en los mercados financieros internacionales. No obstante, a diferencia de episodios anteriores estimamos que la persistencia del conflicto bélico en Europa del Este y la prohibición que impuso India a sus exportaciones de trigo limitarían el impacto negativo de una eventual suba de tasas en el precio de este tipo de productos. De este modo, estimamos que los precios internacionales de las commodities se mantendrán en niveles no muy diferentes en el mediano plazo favoreciendo el desempeño de nuestras exportaciones en productos primarios y MOA.

Con relación a las cantidades, la dinámica del sector agroexportador podría verse diezmada en el mediano plazo debido a la escasez y los elevados precios (+120% i.a. en abril) que evidenciaron los fertilizantes en los últimos meses, factor que se sumaría al incremento en el costo del gasoil que encarece su transporte. Con respecto a este punto, el sector agropecuario no sería el único afectado por problemas energéticos: es probable que en los próximos meses los altos precios del combustible y la energía en la esfera internacional continúen presionando al alza el nivel de nuestras importaciones energéticas. De hecho, no sólo preocupa el costo de este tipo de insumos sino también su abastecimiento, siendo la energía y el combustible productos esenciales tanto para el funcionamiento de la economía como para el suministro residencial en la temporada de invierno.

Por su parte, el confinamiento extremo que se dio en China en las últimas semanas retrasó la operatoria en algunos puertos estratégicos, como el de Shanghai, y agudizó los problemas ya presentes en la logística y el transporte a nivel internacional sumando un nuevo capítulo en este 2022. Sin embargo, dado que Shanghai es un puerto que opera con contenedores y no con bodegas de barcos este conflicto no modificaría la operatoria de nuestras exportaciones de granos y sus derivados, aunque si afectaría a los envíos de carnes y productos lácteos (las exportaciones totales de estos productos sumaron más de USD 450 millones en el últimos mes y tuvieron a China como uno de sus principales destinos).

Pese a las dificultades planteadas, estimamos que gracias a los elevados precios internacionales las exportaciones volverían a ubicarse en niveles récord en el presente año e incluso superarían los valores que mostraron en 2021. Sin embargo, unas importaciones en ascenso tanto por precios como por cantidades le pondrían un techo al superávit en 2022 situándolo por debajo del saldo del año pasado. En este contexto, el factor más importante a seguir de cerca serán las dificultades que encuentre el BCRA al momento de acumular las Reservas Internacionales pautadas en el Programa con el FMI. Luego de un primer cuatrimestre en el que el BCRA compró USD 3.526 millones menos que en 2021 y ante unas importaciones récord el gobierno deberá enfrentarse a la disyuntiva: intentar no obturar la provisión de insumos o priorizar el cumplimiento de la meta de reservas internacionales netas mediante la administración de las importaciones y/o convalidando una aceleración en el ritmo de devaluación.

Monitor de Escenarios Económicos

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Monitor cambiario semanal – Una semana prácticamente sin acumulación de divisas

Dólar oficial: corre más rápido que la semana pasada

El tipo de cambio oficial corrió más rápido esta última semana: +0,95% s/s vs +0,86% la semana anterior. Aunque en las últimas 20 ruedas avanza un 3,29%, a lo largo de esta primera quincena corrió a un ritmo del 3,7% efectivo mensual. Mantenemos inalterada nuestra estimación de depreciación de mayo (ligeramente superior a la de abril).

Avance moderado de los dólares libres

Los dólares libres mostraron subas moderadas durante la semana. Así, el CCL avanzó un (+2,4%) y cierra la semana en ARS 211,8, mientras que el blue y el MEP aumentaron (+1%) y (+1,4%) y terminaron el viernes en ARS 203 y ARS 210,8, respectivamente. De esta manera, en lo transcurrido del mes los dólares financieros suben en promedio (+2,6%) y acumulan en el año alzas del (+6,9%) en el caso del MEP y (+4,3%) el CCL, mientras que el blue retrocede (-1,5%) YTD.

Primera quincena de mayo: repunte en la compra de dólares, pero muy por debajo de 2021

El BCRA comenzó mayo con el pie derecho. En los primeros 10 días del mes compró USD 636M (USD 214M promedio diario vs USD 186M promedio diario mayo 2021). Sin embargo, entre el miércoles y el jueves perdió USD 100M. Según el diario La Nación, esto se debió al anticipo de importaciones de gas. Finaliza la semana con tímidas compras por USD 20 M.

Este ligero repunte en las compras del BCRA está muy por detrás de lo registrado en 2021. En lo que va del año, prácticamente no acumula divisas. En perspectiva: mientras que entre enero y mediados de mayo de 2021 el agro liquidó USD 11,5 bll, el BCRA compró USD 5 bll. Contrariamente, en el mismo período pero del año en curso, el agro liquidó USD 13 bll (+13% vs 2021) y el BCRA acumuló apenas USD 649 M (-87% vs 2021). Recientemente analizamos los motivos de esta mala performance.

De cara a lo que resta del mes (y especialmente los próximos dos meses) es crucial que el Banco Central pueda acumular reservas en el mercado de cambios. Caso contrario, la meta de reservas netas acordada con el FMI será prácticamente imposible de cumplir.

 

Inflación USA: en baja, pero peor de lo esperado

La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos dio a conocer el dato de inflación de abril: el índice de precios al consumidor se ubicó en 0,3%, desacelerándose respecto del elevado valor de marzo (1,2%). Además, se trata del menor incremento desde agosto del año pasado. Así, el indicador registró una inflación interanual de 8,3%, moderándose levemente respecto al mes pasado (donde tocó el pico de 8,5%, el más alto en los últimos 40 años). No obstante, la inflación parecería empezar a ceder, aunque más lento de lo esperado; de hecho, el mercado esperaba una variación interanual del orden del 8,1%.

¿Por qué la fuerte retracción versus marzo?

El determinante en esta desaceleración del nivel de precios fue la caída en los precios del combustible (fuertemente afectados en marzo por la fuerte volatilidad en precios de la energía que desató la invasión de Rusia a Ucrania).

De hecho, la única categoría que mostró una baja en el nivel de precios es la de energía, en sintonía con la caída en los precios del combustible luego del pico de marzo. El indicador descendió 2,7%, donde se destacó en particular la nafta con una caída de 6,1%, explicando gran parte de la desaceleración de la inflación el mes pasado. Cabe destacar que el indicador de energía lleva un aumento del 30,3% en el último año, con picos históricos para la gasolina que aumentó 80,5% desde abril de 2021.

Por su parte, los alimentos mostraron un aumento del 1%, se aceleraron por séptimo mes consecutivo y registran una suba interanual de 10,8% (la mayor desde noviembre 1980).

¿Qué sucedió con la inflación núcleo?

El IPC núcleo (excluye energía y alimentos, las categorías más volátiles), aumentó 0,6% en abril, prácticamente duplicando el dato de marzo. El aumento de esta categoría se explica por los considerables aumentos en alquileres, vehículos nuevos y tarifas aéreas. En los últimos doce meses la inflación Core registra una suba de 6,2%.

Perspectivas del mercado laboral

En abril los salarios reales cayeron 0,1% y acumulan una caída de 2,6% en los últimos 12 meses. Por otro lado, la tasa de desempleo se mantuvo en 3,6% al igual que en marzo, manteniéndose cercana a los niveles de febrero 2020 (3,5%), que son mínimos históricos, y se crearon 428.000 puestos de trabajo no agrícola (cuando se esperaban 380.000), cifra igual a la de marzo. La solidez del mercado laboral es uno de los factores ejerciendo presión sobre los precios, condicionando posturas moderadas de la FED a ser agresiva, y en parte respaldando un sendero de subas de la tasa.

De todos modos, las presiones salariales fueron algo menores a las esperadas y los salarios desaceleraron levemente al 5,5% i.a. Pero es probable que esto sea un fenómeno transitorio ya que el NFIB informó que el 47% de las empresas tienen vacantes que no pueden llenar.

El mercado ya descuenta una mayor agresividad de la FED

Respecto de la política monetaria, y en línea con una inflación que mostró una moderación menor a la esperada, se esperan no solo mayores subas de tasas sino una FED más agresiva. Específicamente, el mercado descuenta con un 90% de probabilidad que la FED llevará la tasa al rango de 2.25%-2.50% para septiembre y entorno al 2.75%-3% para fin de año. Aunque continúan siendo niveles bajos en perspectiva histórica, la velocidad de la suba de tasas esperada es significativa: se descuenta que en las próximas 3 reuniones la FED la subiría en 50bps c/u. La tasa de referencia alcanzaría niveles no vistos desde la previa de la crisis subprime.

Riesgos globales y locales

Lógicamente una rápida suba de tasas de interés tendría impactos no sólo sobre la actividad en USA, sino también en las economías emergentes, tanto por la dinámica bajista que esto podría imprimir a los precios de commodities como por la presión sobre sus respectivos tipos de interés y monedas, como también el encarecimiento del costo de financiamiento en los mercados internacionales. En el plano local, si bien una suba de tasas nunca es una buena noticia para nuestro país, la virtualmente nula relación financiera internacional debilita el potencial impacto directo que podría tener esta mayor agresividad de la FED. Los mayores riesgos se ven el frente externo: precios de nuestros principales commodities de exportación y presiones devaluatorias para nuestros socios comerciales (riesgo para nuestra competitividad real), particularmente Brasil.

ROFEX: repuntan las tasas implícitas tras la descompresión de la semana pasada

Las tasas implícitas de los futuros del dólar oficial retrocedieron considerablemente durante la semana pasada. Específicamente, cayeron en promedio 5,2 p.p., con la del contrato a agosto liderando las bajas (-8,1 p.p.).

No obstante, la curva todavía se ubica por encima de la observada un mes atrás, aún a pesar de la menor duration de los contratos de cobertura. Incluso, al comienzo de la semana actual las expectativas de devaluación priceadas en los futuros del dólar oficial volvieron a recalentarse: la curva se trasladó hacia arriba en promedio 122 bps.

Al analizar más en detalle el costo de cobertura puntual de los principales contratos con volumen, observando los valores absolutos de las posiciones de julio a agosto, se puede apreciar que estarían caras con relación a nuestra proyección para el escenario Base, e incluso respecto al relevamiento REM. Esto se da inclusive si consideramos el percentil 75 de las proyecciones cambiarias del relevamiento (el 25% más pesimista de los encuestados). ROFEX hoy pricea una mayor devaluación que el mercado: muestra un diferencial absoluto superior a $ 4, sobreprecio del orden del 10% anual que se está pagando actualmente en los contratos más largos de ROFEX.

Dada la elevada volatilidad del mercado y el hecho de que todavía observamos tasas altas en perspectiva, parecería mostrar atractivo la cobertura de corta duration y rolleo al vencimiento.

Extracto del Informe Financiero Semanal publicado el 10/5, exclusivo para suscriptores del Módulo Financiero.

Profundización de desequilibrios y recuperación económica: ¿hasta cuándo?

Desde la segunda mitad de 2021 la actividad económica vino enseñando una velocidad de recuperación mayor a la prevista. En febrero la economía se situó en el nivel más alto desde marzo 2018 y sólo 2.2 p.p. por debajo del máximo histórico de la serie ocurrido en noviembre de 2017. Al mismo tiempo, el desempleo bajó a mínimos desde al menos 2016 y la tasa de empleo llegó a un máximo histórico. Además, los volúmenes de ventas en supermercados hilvanaron hasta febrero 9 meses en expansión y tuvieron el mejor primer bimestre desde 2018; la producción de indumentaria experimentó el mejor cierre de año desde al menos 2016; las ventas de motos son 40% superiores a las de 2019 y la adquisición de electrodomésticos concluyó el año 12% por encima de 2019. Cabe señalar que, en otros sectores, como el automotriz, la recuperación no fue mayor por la restricción a un mayor ingreso de bienes e insumos provenientes del exterior.

Pero esta dinámica auspiciosa de la economía real convivió con un preocupante deterioro en los desequilibrios macroeconómicos y en la vulnerabilidad social. La mencionada recuperación del consumo no sólo no se plasmó en términos de mejoras estructurales en los indicadores sociales, sino que se evidenció en paralelo a la aceleración inflacionaria, el virtual congelamiento de tarifas, un escaso nivel de reservas internacionales y la incertidumbre sobre la estabilidad del esquema vigente en virtud de la demora en relación con el acuerdo con el FMI.

¿Cómo se explica esta dualidad? ¿Es esta dinámica de inestabilidad nominal y recuperación económica sostenible? ¿De qué depende?

En primer lugar, cabe señalar que la acelerada recuperación de la actividad económica respondió a un set de factores que operaron en conjunto. El desmantelamiento de las restricciones sanitarias -acelerado tras las PASO- permitió recomponer consumos rezagados dependientes de la presencialidad (turismo, entretenimiento, gastronomía, servicios personales), los cuales pudieron realizarse gracias a la mejora paulatina de los ingresos reales en la segunda parte del año anterior, un mayor incentivo relativo a consumir y el impacto de ciertas medidas de estímulo (como el programa PreViaje).

En el segundo semestre de 2021 la reapertura de paritarias y la mejora en el empleo favorecieron una recomposición del salario real y del ingreso de los hogares, impactando positivamente en los consumos más esenciales. En este sentido, de acuerdo con el Indicador de Ingreso Disponible (IDE) de Ecolatina los ingresos de los hogares en términos reales promediaron una recomposición del 10% i.a. entre finales de 2021 e inicios de 2022, llegando a máximos desde finales de 2018. A esto se sumaron las políticas de ingresos instrumentadas en clave electoral.

Sobre esta dinámica, lejos de constituir un obstáculo la profundización de los desequilibrios macro-financieros contribuyó a traccionar la mayor demanda de bienes y servicios. Sobre la base de un ingreso disponible que se recuperaba fuertemente (por las paritarias y el congelamiento de tarifas) el mayor incentivo relativo al consumo operó como complemento: los planes de financiamiento a tasa negativa, el marcado atraso cambiario, una brecha cambiaria elevada, la falta de alternativas de ahorro y la incertidumbre en relación al rumbo previo al acuerdo con el FMI abrieron ventanas de oportunidad (“fuga al consumo”) para la adquisición de bienes durables y la reposición de bienes de capital. De hecho, entre julio de 2021 y febrero de este año la percepción de los consumidores respecto de si es un buen momento para adquirir bienes durables aumentó 56%, cuando en igual lapso la expectativa respecto de la situación macroeconómica se deterioró un 9%.

El salto importador refleja esta dinámica. En los últimos tres trimestres los pagos de importaciones promediaron USD 5.500 millones mensuales (superando los USD 6.000 M en algunos meses), en torno de los máximos niveles de la serie. Lógicamente, esto se materializó en un contexto de abundantes liquidaciones por parte del sector agroexportador (favorecida por el salto en el precio de los commodities), el ingreso de los DEGs del FMI en agosto (que permitieron que el aporte del agro no deba destinarse a cancelar vencimientos con el mismo organismo) y limitaciones para la adquisición presencial de bienes en el exterior. A su vez, ciertos planes de estímulo (como PreViaje) también ayudaron a dinamizar el consumo, al tiempo que las acciones de protección comercial coadyuvaron a cierto impulso a nivel sectorial (indumentaria, juguetes, muebles). Finalmente, más recientemente el acuerdo con el organismo multilateral fue el que permitió sortear en el corto plazo un escenario de disrupción económica.

Ahora bien, de cara a los próximos meses crecen los riesgos de que se debiliten los drivers que explicaron esta trayectoria. Para empezar, la marcada aceleración inflacionaria, que desde el segundo semestre de 2021 fue contrapesada en materia de ingresos por la reapertura de paritarias, posiblemente comience a hacer mella en el poder adquisitivo en adelante: el salto de inicios de año -agravado por la guerra en Ucrania- y las perspectivas de registros elevados para los próximos meses puede poner en jaque la continuidad en la recuperación del ingreso disponible. Pese a los holgados acuerdos paritarios y los recientes bonos a sectores de menores ingresos, la suba de precios hace más factible un escenario donde se trunque la recuperación real de los ingresos y salarios iniciada a finales del año pasado.

En segundo lugar, al mismo tiempo que el acuerdo con el FMI permitió evitar un salto brusco del tipo de cambio, su instrumentación en parte obturará los drivers que venían impulsando el consumo en el corto plazo por cuatro vías. (i) El necesario ajuste en las tarifas energéticas para reducir la cuenta de subsidios, junto a la aceleración en la devaluación buscando evitar un mayor deterioro de la competitividad cambiaria le pone un piso elevado a la inflación, golpeando el ingreso disponible; (ii) La meta de déficit fiscal acota al sesgo expansivo de la política fiscal para impulsar la demanda; (iii) La suba en las tasas de interés encarece el crédito al consumo y la inversión; y (iv) la meta de acumulación de reservas le pone un tope al nivel de importaciones que se pueden pagar con el actual nivel de oferta de divisas, sobre todo al descontar que las compras de energía crecerán fuertemente, sumado al salto de la inflación global, el encarecimiento de los fletes y el recalentamiento del déficit turístico. Asimismo, y más allá de la disponibilidad de divisas, aún resta saber si el abastecimiento de energía será suficiente para evitar cortes de gas en el invierno, pudiendo afectar al entramado industrial.

En este sentido, en buena medida la capacidad de seguir creciendo al actual ritmo dependerá fundamentalmente del nivel de reservas del BCRA. Un mayor control de las importaciones limitaría la expansión del mercado interno vía una menor disponibilidad de insumos y bienes (en cantidad y variedad), afectando la actividad fabril, presionando sobre los precios o postergando la decisión de compra de los consumidores. Como antecedente vale remitirse a lo ocurrido en octubre 2021, cuando la restricción al pago anticipado de importaciones indujo una caída fuerte de la industria. Al mismo tiempo, restringir aún más las compras externas podría entrar en conflicto con el compromiso de no seguir fortaleciendo las restricciones cambiarias.

En suma, son varios los factores que llevan a pensar que la convivencia entre una fuerte profundización de los desequilibrios y la continuidad de la recuperación económica (y del consumo) no podrá extenderse mucho más. En este contexto, la crisis al interior de la coalición gobernante seguirá generando tires y aflojes en torno a las disyuntivas a las que se enfrenta la política económica e interrogantes en torno a la voluntad de cumplimiento del acuerdo con el Fondo. Lo que queda claro es que buena parte de los elementos que en conjunto traccionaron el crecimiento del consumo en los últimos tres trimestres hacia adelante estarán, al menos, más debilitados.

Monitor Cambiario Semanal – Mayo comenzó con el pie derecho

Alivio para el Central…

En tan solo 5 días hábiles el BCRA compró el cuádruple de divisas en el MULC que lo que acumulaba en el primer cuatrimestre (USD 500 M vs USD 113 M respectivamente). De este modo, el Banco Central muestra compras por USD 613 M en lo que va del año. Desde ya, la performance es muy mala en comparación con el 2021, cuando hasta el quinto día hábil de mayo acumuló USD 4256 M. Recientemente comentamos algunos de los motivos por los cuales el BCRA no logró acumular divisas en el primer cuatrimestre.

Sin embargo, las reservas brutas caen en la última semana (-USD 668 M), esto se explica principalmente por el pago de capital e interés al FMI apenas más de USD 1.000 M (USD 688 M y USD 313 M respectivamente). La fuente de cancelación de estas obligaciones proviene del stock de DEGs que el BCRA mantiene en su activo (monto que en su totalidad provino del aporte de fondos que realizó el FMI tras la firma del EFF vigente, ya que se agotaron por completo previo al acuerdo). Estimamos que dicho stock se ubica levemente por debajo de los USD 5,3 MM. El Banco Central no enfrenta nuevos vencimientos con este organismo hasta el 21 y 22 de junio, donde vencen 2014 millones de DEGs (poco más de USD 2700 M valuados a la cotización actual de la canasta de DEGs).

… gracias al repunte de las liquidaciones del agro

La caída de la recaudación por derechos de exportación de abril y la prácticamente nula acumulación del Central parecieran haber respondido a un fenómeno transitorio (que comentamos previamente). En los primeros cuatro días de mayo el agro liquidó en promedio USD 228 M por día, una cifra 37% superior al promedio diario registrado en abril. Esto ciertamente influyó en la racha positiva que muestra el Central: compró 46 de cada 100 dólares de la cosecha en lo que va del mes, mientras que en abril tan retuvo en sus arcas 5 de cada 100 dólares que aportó el agro.

El oficial se tomó una ligera pausa

Avanzó 85 centavos en las primeras 4 ruedas del mes y cerró al jueves a $116,16. Esto implica una variación de 0,73%. Contrariamente, en las primeras 4 ruedas de abril el tipo de cambio mayorista se había depreciado un 0,78%. Si mensualizamos dichas variaciones, asumiendo un mes de 20 días hábiles, el mayorista corría al 3,96% mensual a comienzos de abril y actualmente lo hace a un ritmo de 3,73% mensual. Estimamos que el dólar oficial correrá en mayo a una velocidad similar o ligeramente superior a la registrada en abril.

Volatilidad en los dólares libres

Los dólares libres terminan una semana de pronunciada volatilidad. El MEP y CCL alcanzaron máximos de ARS 208, y 210 en la semana, aunque terminan negociándose a ARS 207,9 y ARS 206,8 al cierre de la rueda de hoy. La brecha de estos tipos de cambio contra el oficial se sitúa en 79% y 78% respectivamente (+2 p.p. y -1 p.p. respecto del viernes pasado). El blue, que había mostrado una fuerte baja a fines de abril retomó una tenue senda alcista en la semana y termina ofreciéndose para la venta en la City porteña a $201 (+2 vs el viernes pasado), marcando una brecha contra el mayorista de 73% y de 65,1% contra el minorista.

¿Por qué el Banco Central no compró dólares en el primer cuatrimestre?

En los primeros cuatro meses del año, la agroindustria liquidó USD 11.098 M (USD 1.342 M más que en el primer cuatrimestre del 2021), de la mano de una fuerte suba del precio de nuestros principales commodities de exportación: mientras que en marzo y abril del 2021 la tonelada de soja y maíz se negociaron en promedio a 567 y 215 dólares, en marzo y abril del 2022 promediaron los 617 y 301 USD/tn (+9% y +40%).

Sin embargo, desde que comenzó el año el Banco Central prácticamente no logró comprar dólares en el mercado de cambios (acumula tan solo USD 113 M). Contrariamente, en el mismo período del 2021 había logrado acumular USD 3639 M. En otras palabras, mientras que en los primeros cuatro meses del 2021 compró 37 de cada 100 dólares que liquidó el agro, en el mismo período del 2022 apenas compró 1 de cada 100. ¿Cómo se explica que el BCRA no acumule dólares si la liquidación es incluso mayor a la del 2021? Varios factores entran en juego. Veamos.

En primer lugar, uno ya mencionado: el atraso cambiario electoral del 2021 difícilmente pueda ser obviado en el análisis, ya que una apreciación real vuelve más accesible las importaciones y atenta contra la acumulación de divisas del BCRA.

En segundo lugar, este factor cambiario se complementa con un mayor nivel de actividad económica. El nivel de actividad económica promedio del primer cuatrimestre es un 5,1% superior al de igual período del año pasado. Desde ya, cabe destacar que la baja base de comparación incide en el análisis: en los primeros cuatro meses del 2021 la economía todavía no se encontraba 100% operativa, con la tercera ola del COVID impactando de lleno en las empresas y en la disponibilidad de mano de obra para la producción.

Los dos factores mencionados motorizan un mayor nivel de importaciones (en marzo se registraron los mayores pagos de importaciones nominales de toda la serie histórica: USD 6171 M). Aunque aún no hay datos del balance cambiario disponibles de abril, a partir de los datos de recaudación podemos inferir que la balanza de divisas continuó deteriorándose en el cuarto mes del año: mientras que los derechos de importación y lo percibido por la tasa estadística retrocedieron un 9% mensual en dólares, lo recaudado por DEX cayó un 30% mensual.

Más allá de lo sucedido puntualmente en abril, diversos sectores acentuaron fuertemente su demanda de divisas para sostener su mayor nivel de producción. Con datos a marzo 2022, a partir del Balance Cambiario del BCRA esta dinámica queda en evidencia.

Al analizar el saldo de divisas por sector (es decir, los dólares que el sector demanda netos de los que genera) registrado en el primer trimestre del 2022, “Otros sectores privados no financieros” mostraron un nivel de demanda de divisas USD 1905 M superior al del primer trimestre del 2021.  En conjunto, los sectores de Transporte, Comercio y la Industria Química/Caucho/Plásitca absorbieron USD 1268 M más que en el 2021.

El primer sector mencionado es un punto sumamente importante: indicio de que la economía en general absorbió más divisas que el año pasado (dado que son empresas del sector privado en general no aglomeradas en un sector específico).

Ahora bien, también entran en juego factores excepcionales. La guerra entre Rusia y Ucrania (que analizamos en detalle en diversas oportunidades) disparó sustancialmente los precios de la energía. En el plano local, los pagos de importaciones de energía alcanzaron los USD 1.381 M en marzo, el mayor nivel nominal mensual desde 2014. El saldo neto de los sectores relacionados con la energía (Gas, Electricidad y afines y Petróleo) muestran un déficit de casi el doble de aquel registrado en 2021.

Los factores mencionados, sumados a los pagos de deuda privada de comienzos de año impidieron que el BCRA logre acumular divisas en el primer cuatrimestre. De cara a los próximos meses es crucial que se revierta esta situación, dado que el segundo semestre la oferta de divisas decae sustancialmente por motivos estacionales.

El primer cuatrimestre cerró con casi la mitad del financiamiento neto pautado para todo 2022

Luego de un primer trimestre en el que el Tesoro obtuvo $640.000 millones de financiamiento neto a través del mercado local, abril rompió una racha de siete meses consecutivos de saldo positivo y redujo el acumulado del año a $ 573.000 millones.

¿Cómo se financió el Tesoro durante el primer trimestre?

Producto de colocaciones por $1.900.000 millones el Tesoro pudo hacer frente a la totalidad de vencimientos acumulados en los primeros tres meses del año y cerró el trimestre con un financiamiento neto positivo de $640.000 millones. Si bien para los tres meses la tasa de rollover se ubicó entorno al 150% -al igual que como cerró el acumulado (35 p.p. por encima de la tasa en el programa acordado con el FMI)-, cabe remarcar los resultados de marzo: pese a que fue el mes en el que se afrontaron la mitad de los vencimientos del primer trimestre, también fue el mes que aportó casi la mitad del financiamiento acumulado hasta ese momento con $317.000 millones.

Con relación a los stocks, mientras la deuda en moneda extranjera y la vinculada a la evolución del dólar (ambas bajo legislación nacional) se mantuvieron prácticamente en los mismos niveles que a fines de 2021, la deuda en pesos bajo legislación nacional mostró un incremento del 21% en los primeros tres meses del año y alcanzó los $9.384.000 millones motorizada por un aumento del 24% en la deuda CER y del 9% en la deuda a tasa nominal (fija o variable).

En esta misma línea, se destaca la dinámica ascendente en la representación de los instrumentos ligados a la inflación en las licitaciones de los últimos meses. Luego de terminar 2021 con una representación del 38% en las licitaciones por efectivo durante el año, la deuda CER pegó un salto hasta el 77% del total efectivo adjudicado en marzo y cerró el primer trimestre representando un 61% en el acumulado de 2022. Dicha dinámica parecería encontrar su explicación en el apetito de los inversores por los instrumentos de cobertura ante una elevada inflación que alcanzó el valor más alto de los últimos 20 años y evidenció una marcada aceleración en los primeros meses del año. Semejante situación obligó al Tesoro a adaptar su menú de instrumentos ofrecidos en las licitaciones de marzo incrementando la oferta de bonos y letras CER con el fin de seguir acumulando financiamiento neto positivo.

Sin embargo, pese a que ofrecer deuda indexada le permitió a la Secretaría de Finanzas alcanzar en sólo tres meses el 86% del financiamiento neto acumulado en todo 2021, no se deben menospreciar las dificultades que plantean dichas colocaciones hacia adelante. Concretamente, mientras una mayor inflación puede ser beneficiosa para el fisco gracias a una recaudación que crecería a mayor velocidad que los gastos, también incrementaría considerablemente los vencimientos que debería afrontar el Tesoro.

¿Qué pasó con las licitaciones en abril?

Por primera vez desde agosto del 2021 el Tesoro no logró captar el total del financiamiento necesario para afrontar los vencimientos del mes en abril. De tal forma, el financiamiento neto fue negativo por aproximadamente $67.000 millones y la tasa de rollover (90%) se instaló como la más baja en los últimos dos años. Ahora bien, dada la importancia que tiene el financiamiento neto para cumplir con la meta monetaria acordada con el FMI (el BCRA podría asistir sólo en un 1% del PIB al Tesoro en 2021), vale la pena preguntarse si el resultado de abril fue sólo un traspié o si marca un punto de inflexión hacia una etapa del año más desafiante.

En tal sentido, luego del pico de representación de los instrumentos CER en marzo, la situación fue diferente en abril. Consciente de las dificultades que instauran este tipo de instrumentos en un contexto de aceleración de la inflación y contando ya con un buen colchón de financiamiento acumulado en el primer trimestre, el Tesoro decidió arriesgarse ofreciendo una canasta con menor proporción de títulos CER y con vencimientos más largos para evitar la concentración de pagos elevados en el corto plazo. Del otro lado del mostrador, ante su preferencia por la cobertura inflacionaria y el temor en materia de plazos por las elecciones presidenciales de 2023, los inversores no consideraron suficientemente atractiva la canasta ofrecida, lo que no le permitió a la Secretaría de Finanzas captar la totalidad de fondos que salió a buscar. Como resultado, el financiamiento neto acumulado en 2022 se redujo a $573.000 millones y representó un 74% de las fuentes de financiamiento del fisco en lo que va del año, mientras que el 26% restante corresponde a los $202.000 millones que giró el BCRA al Tesoro en enero y abril en concepto de Adelantos Transitorios.

A su vez, otro hecho relevante a observar es la registración contable de las colocaciones de deuda que lleva a cabo el Tesoro, especialmente en el caso de la deuda CER. Tal y como mencionamos previamente, se reflejó un ingreso extrapresupuestario por más de $100.000 millones en marzo bajo la categoría de Rentas de la Propiedad del Tesoro Nacional. De acuerdo con nuestras estimaciones, el origen de dicho monto fueron las colocaciones de deuda “sobre la par” que se liquidaron en ese mes, es decir, la diferencia positiva entre el valor efectivo (VE) de las emisiones de deuda y su valor nominal (VNO). A modo de ejemplo, si hace un año se emitió un bono o letra que ajustaba por inflación a un valor nominal de $100 y en los últimos 12 meses la inflación fue del 60%, sólo por la inflación acumulada el valor efectivo de dicho instrumento hoy en día sería de $160. Entonces, en caso de que el Tesoro decida licitar nuevamente ese mismo bono o letra, por cada $100 nominales adjudicados ingresarían al fisco $160 efectivos. Esa diferencia de $60 son los ingresos extrapresupuestarios que está registrando el Tesoro producto de la elevada inflación de los últimos meses. Dado que la deuda CER representa más de un tercio de lo licitado en 2021 y más de la mitad de los montos colocados en lo que va de 2022, habrá que seguir de cerca las diferencias existentes entre el VNO y el VE.

Por último, si bien en los primeros cuatro meses de 2022 el BCRA utilizó menos de un tercio de lo disponible para asistir al fisco y ya se obtuvo casi la mitad del financiamiento neto pautado con el FMI para todo el año (casi 2% del PBI) dando un poco más de margen hacia adelante, todo parece indicar que en los próximos meses el Tesoro deberá decidir entre estirar vencimientos y reducir la oferta de instrumentos CER o convalidar las exigencias del mercado para captar los fondos necesarios y cumplir con la meta monetaria acordada con el FMI. En este sentido, no sólo habrá que monitorear los resultados de las licitaciones del Tesoro, sino también los instrumentos y los plazos adjudicados a la hora de evaluar el riesgo del programa financiero frente a un año con elecciones presidenciales que cada vez se acerca más en el horizonte.

La recuperación de los niveles de actividad y empleo aún no alcanza a las condiciones socioeconómicas

Las estadísticas del mercado laboral y de la actividad económica indican que actualmente estaríamos tendiendo a volver a los niveles de 2017, año previo a la tormenta (o mejor dicho, las tormentas), que significaron las crisis cambiarias y la pandemia del COVID-19 en 2018-2020. Al tercer trimestre de 2021, tanto la tasa de actividad laboral entre los mayores de 18 años como la de empleo ya se ubicaban por encima de los valores vistos cuatro años atrás, al mismo tiempo que el desempleo exhibió el mismo 8,2% registrado en 2017. El PBI, por su parte, en el tercer trimestre de 2021 fue sólo 4,7% inferior al de igual período de 2017, cuando llegó a estar más de 23% por debajo en el peor período de la pandemia.

Sin embargo, las condiciones socioeconómicas actuales no han hecho eco de dicha recuperación, algo que se observa primera y principalmente en el marcado aumento en la pobreza. Mientras que al tercer trimestre de 2017 un cuarto de los argentinos se encontraba sumido en ella, en 2021 dicha cifra se acercaba al 40%. Es decir, cuatro de cada diez habitantes cuyos ingresos familiares no logran cubrir una canasta básica de consumo.

Desafortunadamente, este incremento de la pobreza ha sido un fenómeno generalizado. Por un lado, se evidenció un aumento a lo largo de todas las regiones de nuestro país. Por otro lado, el aumento de la pobreza se observó a través de todas las categorías de trabajadores y sus familias: los cuentapropistas (profesionales y no profesionales), desocupados e inactivos, y asalariados formales e informales vieron su situación empeorada. De hecho, en 2021 contar con un empleo asalariado y registrado ya no garantiza escaparle a la misma, dado que casi el 15% de esta clase de trabajadores está sumido en ella, el doble que en 2017 (7%).

Más aún, esta suba de la pobreza no trajo consigo una disminución de la brecha (es decir, la diferencia promedio entre los ingresos del hogar y el costo de la canasta básica total o CBT), sino que esta se mantuvo virtualmente estable en torno al 37%. Esto implica que el hogar pobre promedio debería ver sus ingresos incrementados en más de un 60% para dejar de ser catalogado como tal. En resumidas palabras, la pobreza no solo aumentó, sino que también se sostiene en elevados niveles de gravedad.

Incluso aquellos hogares que aún logran escaparle a la pobreza también evidenciaron un deterioro. Lo esperable sería que, ante un aumento de la incidencia, los hogares que logran mantenerse fuera de ella se ubiquen, en promedio, con un margen mayor ya que son los que disponían de un punto de partida más ventajoso (dicho de otra forma, los primeros en “caer” son los hogares cuyos ingresos se encuentran más cercanos a la CBT). Sin embargo, ha sucedido lo contrario: las familias que logran mantenerse por encima de la línea no solo son menos, sino que el margen también es menor. Mientras que en 2017 tenían ingresos que en promedio eran 230% mayores a la CBT, actualmente esa diferencia se redujo al 180%. Esto indica que todos los niveles socioeconómicos se encuentran en una posición desfavorable en la comparación frente a cuatro años atrás.

No obstante, cabe señalar que no todo el deterioro acontecido es atribuible a la pandemia. De hecho, en el tercer trimestre de 2019 la pobreza ya alcanzaba el 33%, con una brecha media que rozaba incluso el 40%. Un año y medio de crisis de balanza de pagos, depreciación del tipo de cambio, aceleración inflacionaria, contracción de la actividad y fuerte pérdida de poder adquisitivo ya habían producido para ese entonces una marcada erosión sobre los hogares.

Cabe preguntarse entonces cómo es posible que en 2021, con un PBI que ya estaba volviendo a los niveles absolutos de 2017 (en el tercer trimestre de 2021 fue sólo 4,7% menor), el deterioro socioeconómico haya alcanzado semejante escala respecto del punto de partida. Y la respuesta a este interrogante tiene varias aristas.

En primer lugar, más allá de los niveles absolutos, el PBI per cápita en 2021 mostró un deterioro superior al 8% respecto del valor alcanzado en 2017. Es decir, Argentina en su totalidad está tendiendo a volver a generar el mismo valor absoluto de PBI, pero una parte de esa mejora se explica por el crecimiento poblacional, por lo que en términos de producto por habitante la brecha es mayor y todavía queda camino por recorrer.

Por otro lado, aún cuando en cantidad de ocupados y nivel absoluto de actividad se vuelva al punto de partida, los ingresos de los hogares aún acumulan un deterioro marcado, siendo este uno de los principales factores que explican el empeoramiento de la situación socioeconómica.

Esto puede verse claramente con el cambio que se observó en la retribución de los factores: la remuneración al trabajo asalariado participó con 43% del valor agregado bruto en el tercer trimestre de 2021, cuando esta fracción alcanzó el 50% en igual período de 2017. Este deterioro es significativo considerando que los ingresos provenientes del mercado de trabajo son tres cuartas partes del presupuesto de los hogares y que 7 de cada 10 trabajos son en relación de dependencia (formales e informales).

Además, esta pérdida de participación se evidencia aun cuando la cantidad de puestos asalariados totales entre esos dos lapsos es similar, por lo que el gran factor explicativo fue la dinámica de los ingresos reales. Si los salarios estuvieron lejos de empatar a la inflación, aún más lejos estuvieron de alinearse con la CBT, que aumentó 8 puntos porcentuales más que el IPC entre los terceros trimestres de 2017 y 2021 (con una diferencia que se extiende a 28 puntos porcentuales si hacemos la comparación con la canasta básica alimentaria).

En resumen, los sucesivos shocks de 2018-2020 golpearon la dinámica de la economía argentina, deprimiendo los niveles de actividad e impulsando la inflación, generando un impacto sobre el mercado laboral tanto por el lado de los precios (pérdida de salario real) como de cantidades (caída en la cantidad de ocupados), y redundando en un deterioro de las condiciones socioeconómicas que fue transversal en todas las dimensiones analizadas.

La rápida recuperación evidenciada en 2021, que se plasma tanto en el nivel absoluto de PBI como en la cantidad de ocupados, aún resulta insuficiente para revertir dicha erosión debido a que los ingresos aún se encuentran muy deprimidos respecto del punto de partida. La buena noticia es que hacia adelante se prevé que las tasas de crecimiento del PBI continuarían este año y en 2023, lo que permite continuar afianzando el proceso de recuperación iniciado tras el trienio de crisis. Sin embargo, la persistencia de la inflación elevada constituye el principal riesgo en materia del factor primordial que hoy explica el deterioro de las condiciones socioeconómicas, que es el deprimido nivel de los ingresos reales de los hogares.