Turbulencia en el primer semestre: ¿soft landing en el segundo?

El escenario internacional se vio sustancialmente modificado a lo largo de la primera mitad de 2022. Si bien la inflación ya encendía algunas alarmas y la economía global todavía se veía afectada por el avance de la variante Omicron, las perspectivas para este año eran de una recuperación sostenida de la actividad (el FMI proyectaba un crecimiento mundial de 4,4% en enero), una moderada aceleración de la inflación (+0,8 p.p para economías avanzadas y +0,2 p.p. en emergentes) y una gradual normalización de las políticas monetarias de los principales bancos centrales del mundo. Sin embargo, con el estallido de la guerra Rusia-Ucrania, la inflación no solo no se desaceleró, sino que continuó marcando máximos de 4 décadas (+8,6% y +8,1% para EE.UU. y Zona Euro respectivamente). Sumado a esto emergió un nuevo foco de riesgo: una recesión a nivel global. En este sentido, los rebrotes de COVID en China y la estricta política sanitaria amplificaron el shock de oferta que implicó la guerra. En la actualización de abril, el FMI recortó las proyecciones de crecimiento global en 0,8 p.p. y elevó su estimación de inflación global en 1,8 p.p. para economías avanzadas y 2,8 p.p. para emergentes.

Con este escenario, las reacciones esperadas de política monetaria tuvieron que verse demoradas o atenuadas. Ante esto nos preguntamos: ¿Cómo se está manejando la FED ante el shock bélico? ¿Cómo modificó sus perspectivas? ¿Cuáles son los riesgos para la economía local?

 

Inflación: en máximos de cuatro décadas

La inflación internacional continúa sorprendiendo al alza. En mayo volvió a marcar un récord para las últimas cuatro décadas, tanto en Estados Unidos como en la Eurozona. Ambas economías -dos quintos del PBI mundial- se vieron considerablemente afectadas por el rally de los commodities energéticos y alimenticios. Sin embargo, sus procesos inflacionarios no parecieran ser tan homogéneos.

Como puede apreciarse en el gráfico, en ambas economías energía y alimentos son los principales drivers del repunte inflacionario, aunque su predominio pareciera ser más marcado en la Eurozona, que fue más afectada por su cercanía geográfica y comercial con Rusia y Ucrania. Vale destacar que el peso de estas categorías en el IPC de la Zona Euro es mayor que en EE.UU., lo cual incide en el análisis de contribución. No obstante, puede verse que también previo al estallido de la guerra, la magnitud de la contribución al crecimiento de las categorías no asociadas a alimentos ni energía lucen superiores en Estados Unidos que en la Zona Euro.

 

Economía volátil y views cambiantes

Los bancos centrales de Estados Unidos (FED) y la Eurozona (BCE) tienen como objetivo primario la estabilidad de precios, apuntando también a promover el pleno empleo (con distintas intensidades).

Producto del shock, el view de la FED cambió considerablemente. De hecho, el chairman Jerome Powell indicó que a pesar del repunte inflacionario y de haber mantenido la tasa de referencia alrededor del zero-lower-bound, en diciembre todavía remarcaba el firme compromiso de la FED de promover el máximo nivel de empleo con estabilidad de precios. Ya en enero comenzó a alertar sobre un mercado laboral “más sólido”, el cual se tornó en marzo “más ajustado” y directamente en mayo lo caracterizó como “extremamente más ajustado”, postura que mantuvo en junio.

En materia de inflación, la FED cambió su habitual comienzo de statement: de remarcar el compromiso con el objetivo dual pasó a exclusivamente hablar de la inflación. En diciembre sostenía que la tasa de inflación regresaría a niveles acordes al objetivo de largo plazo (2%) hacia fines de 2022. En enero ya simplemente mencionó que bajaría con el correr del año, mientras que en marzo advirtió sobre el mayor tiempo del previsto que llevará alcanzar el target. Directamente en mayo y junio destacó que la inflación es demasiado alta y que se tomarán las medidas necesarias para restablecer la estabilidad de precios.

Además del manejo de las principales variables monetarias, la política monetaria tiene un crucial componente comunicacional, buscando alinear las expectativas económicas con las proyecciones y los objetivos de la autoridad monetaria.

A diferencia del BCE, que tras una tímida suba de tasas ya analiza cómo apaliar las consecuencias de sus decisiones, la FED -que enfrenta un proceso inflacionario que en parte ya cobró una dinámica endógena- se volvió lógicamente más hawkish y pesimista. A grandes rasgos, la FED espera (i) menos crecimiento (redujo su proyección 2022 del 4% en diciembre al 1,7% actual), (ii) más inflación (niveles sostenidamente por encima del target hasta 2024, aunque fuertemente decreciente desde 2023) y (iii) anticipa una política monetaria muy agresiva y rápida, esencialmente en 2022.

Respecto al último punto, de prever en septiembre de 2021 que la Fed Fund Rate rondaría el 0,3% a fines de 2022, actualmente la estima entorno al 3,4% para fines de 2022 (+3,1 p.p.) y 3,8% a fines de 2023. El fuerte endurecimiento de la política monetaria ya comenzó: luego de dos subas de 50 p.b. y 75 p.b. en las últimas reuniones, la FED dejó la puerta abierta a otra sideral suba de 75bps. De este modo, la mayor parte del hike de tasas sería esencialmente llevado a cabo este año.

¿Las implicancias? Un tightening de las condiciones financieras y riesgos para la actividad.

Con relación al primer punto, abundan indicadores. Por caso, el índice VIX (que refleja la volatilidad del mercado financiero) promedio del 2022 solo es superado por el promedio anual de los años pre y post crisis de las DotCom, la Crisis Financiera Global y el 2020. Esto en un marco que el mercado inmobiliario en USA comienza a denotar signos de alerta: mientras que las ventas de viviendas retroceden un 9% i.a., la mediana de los precios de las viviendas para venta corre a un ritmo interanual similar a aquellos vistos en 2004/05 pre-crisis sub-prime. Aunque se mantienen bajos en perspectiva histórica, las tasas de las hipotecas a 30 años rozan el 6% (vs menos de 3% un año atrás), los mayores niveles también desde la Crisis Financiera Global. Excepto por el sector energético, la renta variable no estuvo a salvo: el NASDAQ está en pleno bear market y cae casi un 27% en el año, el S&P 500 retrocede más de un 18% YTD. Para tomar noción de la magnitud de la destrucción de valor, tan solo la caída del market cap del S&P 500 representa dos veces la expansión de la hoja de balance que llevó a cabo la FED para apaliar la crisis del COVID. Y esto se da aún con un tightening que, a pesar de los dichos, en los hechos todavía no se ve reflejado en el balance de la FED (el cual se mantiene en USD 8.9 trillons desde marzo).

Respecto del segundo punto (riesgos para la actividad), también los hay. La curva de rendimientos de los treasuries amaga con invertirse (señal de expectativa recesión futura) desde marzo, la confianza del consumidor se encuentra en el menor nivel desde el 2011 según la Universidad de Michigan y los PMIs manufactureros y de servicios retrocedieron en el último mes (aunque todavía se mantienen por encima de 50, denotando aún una ligera expansión). Más aún, los principales bancos de inversión del mundo aumentaron sus previsiones de recesión de cara al 2022 y 2023. En resumen, el futuro a corto plazo luce más gris que antes.

 

Los riesgos de desinflacionar… aceleradamente

El propio Powell advirtió días atrás que una recesión, aunque todavía luce evitable, no puede ser descartada del análisis. Incluso, al mismo tiempo que sostuvo su compromiso incondicional de dar batalla a la inflación, abrió la puerta a un ‘bumpy landing’ para la actividad (a contramano del soft landing deseado). La economía norteamericana (y la global) sufren hoy las consecuencias en materia de inflación y riesgos de actividad producto del letargo (y posterior sobrerreacción) en las respuestas de política monetaria ante un proceso inflacionario que, sustancialmente impulsado por shocks de oferta, comenzaba a denotar dinámicas ajenas a éstos. Los shocks de oferta y cuellos de botella continúan, aunque en menor medida (notar la dinámica reciente de los costos de los fletes).

Aun así, domar un proceso inflacionario con un fuerte componente exógeno exclusivamente con política monetaria luce desafiante. En el plano local, los principales canales de transmisión serían la menor actividad global (potencial menor demanda de exportaciones), las turbulencias financieras (que si bien podrían no tener tanto impacto directo sí pueden afectar a nuestros principales socios comerciales) y la dinámica de los precios de commodities: a pesar de que la histórica correlación negativa con la apreciación del dólar hoy parece endeble (debido especialmente al impacto de la guerra), se configura en este aspecto un escenario de mayor incertidumbre y volatilidad.

 

Monitor Cambiario Semanal – Escasean las divisas para el Central

Más rápido que la semana pasada

El dólar oficial culmina la semana ofreciéndose a ARS 124,26 y muestra una variación semanal de 1,1% (vs 0,9% la semana pasada). En las últimas 20 ruedas corre a una TEA promedio del 66%. En el mes avanza un 3,4% (vs 3,3% en la misma cantidad de ruedas en mayo). De mantener este ritmo, finalizaría el mes con una variación punta a punta del 4,3% (apenas por debajo de nuestro Escenario Base).

Un avance insuficiente y un objetivo cada vez más difícil de cumplir… sin un salto discreto

Mientras que el mayorista acumula un alza de 21% en el año, la inflación (contemplando nuestras estimaciones de junio) superaría el 35% en el mismo lapso. A pesar de la aceleración del crawling peg, el dólar y los precios continúan a dos velocidades muy distintas. Esto se refleja en la dinámica del tipo de cambio real. Mientras que en el primer trimestre se vio ayudado por el frente externo y prácticamente no se apreció, en el segundo trimestre ya pierde 7,5 puntos de competitividad. En el año retrocede 7,86 puntos. La pérdida de competitividad cambiaria acumulada desde enero 2020 a la fecha es de 28,7 puntos, la mayor para los primeros 30 meses de un gobierno para las gestiones económicas post-convertibilidad.

Dada la dinámica del tipo de cambio real durante el primer semestre y las perspectivas inflacionarias de cara al segundo, luce altamente improbable que sin un salto discreto logre recuperar el nivel de fines de 2021 (el objetivo de tipo de cambio real más laxo acordado con el FMI).

Dólares financieros: continúa la volatilidad

Tras haber alcanzado un máximo semanal de ARS 239,38 el martes, El CCL (GD30) culmina la semana negociándose a ARS 233,86 y marca una brecha del 88% vs el dólar mayorista. El blue recortó la diferencia contra los financieros: avanzó 9 pesos en la semana y finaliza ofreciéndose para la venta en la City porteña a ARS 225. Por su parte, el MEP (AL30) se negoció al cierre de la rueda de hoy a ARS 230,23.

Sin compras

En Junio el BCRA muestra ventas por USD 589 M, mientras que en el mismo período de 2021 acumuló USD 627 M. A su vez, en lo que va del año lleva comprados tan solo USD 308 M (vs USD 6.356 entre enero y junio de 2021). Esta mala performance se da a pesar de que la liquidación nominal del agro en el 2022 es superior a la del 2021: ya liquidó casi USD 18.000 millones en el año (USD 2000 M más que lo liquidado en el mismo período del año pasado).

Sin embargo, cabe destacar que en lo que va del mes la agroindustria liquidó en promedio USD 181 M diarios. Esta cifra no solo es menor al promedio diario de mayo (USD 225 M), sino que también lo es respecto del promedio diario de junio 2021 (USD 187 M). Aun así, la merma en la capacidad de acumular divisas del Central es más que considerable. A modo de ejemplo, mientras que para estas fechas en 2021 compraba 40 de cada 100 dólares que liquidaba la agroindustria, en lo que va del 2022 compra tan solo 2 de cada 100. Los datos del intercambio comercial de mayo ya denotaron esta preocupante dinámica.

Argentina cumplió con los vencimientos con el FMI

El país canceló obligaciones por casi USD 2.700 M en concepto de vencimientos de capital por el Stand By Agreement (SBA) previo. A pesar de la lógica caída que verán en el informe en las reservas netas, tras la reciente aprobación del review del primer trimestre, los pagos serán calzados contra nuevos desembolsos. Incluso, esto dejará un financiamiento neto por parte del FMI en junio por aproximadamente USD 1.300 M, por lo que las reservas netas volverán a la zona de los USD 6.000 M (bajo nuestra métrica) en las próximas ruedas. En el próximo Monitor Cambiario Semanal analizaremos las implicancias del review respecto de la métrica de reservas como también los resultados del balance cambiario publicado por el BCRA en el día de ayer.

El incremento de las importaciones achicó el superávit comercial en mayo

En mayo el intercambio comercial totalizó USD 16.096 millones (+35% i.a.) y alcanzó su máximo valor histórico. Pese a su leve reducción en comparación con abril, las exportaciones volvieron a ubicarse en niveles elevados con USD 8.226 millones (+21% i.a.) -la cuarta cifra más elevada de los últimos 30 años-, principalmente gracias a unos mayores precios internacionales. En paralelo, las importaciones volvieron a acelerar su crecimiento y alcanzaron el récord mensual histórico con una cifra de USD 7.870 millones (+53% i.a.).

Como resultado de esta dinámica, la balanza comercial de bienes apenas alcanzó los USD 356 millones y se redujo tanto en la comparación mensual (-USD 1.098 millones contra abril) como en la interanual (-USD 1.316 millones contra mayo de 2021). Cabe mencionar que, a diferencia de los meses previos, no se registraron ganancias por los términos de intercambio, dado que estos se ubicaron levemente por debajo de sus valores en mayo de 2021 y cayeron casi un 8% contra el promedio del primer cuatrimestre de 2022.

En este marco, en lo que va del año las exportaciones acumularon USD 35.917 millones (+27% i.a.) y las importaciones USD 32.722 millones (+44% i.a.). De tal forma, el superávit comercial en los primeros 5 meses de 2022 alcanzó los USD 3.196 millones, casi un 44% inferior al acumulado para el mismo periodo en 2021 (USD 5.672 millones). A su vez, cabe resaltar que casi la mitad de ese saldo se debe principalmente a los elevados precios internacionales que evidenciaron las commodities en los últimos meses, dado que, si hubiesen prevalecido los precios de los primeros 5 meses de 2021, el saldo comercial en lo que va del año habría rondado los USD 1.650 millones (hubiera implicado una caída interanual del 71%).

Exportaciones impulsadas por precios, pero estancadas en cantidades

Si bien en los últimos meses las exportaciones ya venían traccionadas en mayor proporción por los elevados precios internacionales, esa tendencia se acentuó en el último mes, donde no sólo se evidenció una suba del 22% i.a. en los precios, sino también una caída del 1% i.a. en las cantidades (cayeron en todos los rubros menos en MOA y MOI).

A su interior, y en línea con lo visto en abril, los Productos Primarios (PP) y las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) totalizaron USD 5.791 millones y representaron el 70% de lo exportado en el mes. En esta misma línea, más de la mitad del crecimiento en las ventas al exterior estuvo explicado por el incremento de casi el 30% i.a. de las MOA (+25,5% i.a. en precios y apenas +3% i.a. en cantidades), que alcanzaron el valor histórico más elevado con USD 3.662 millones. Por su parte, con unas cantidades que se mantuvieron prácticamente en los mismos niveles que en mayo de 2021, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) exhibieron el mejor mayo desde 2015 (USD 1.947 millones) con un crecimiento de casi el 18% i.a. gracias a un salto del 16% i.a. en sus precios.

Las importaciones no sólo suben por precios, sino también por cantidades

Con un crecimiento interanual del 53% i.a. las importaciones instauraron un nuevo récord mensual. Pese a que buena parte del incremento se dio gracias a mayores precios (poco más del 23% i.a.), las cantidades evidenciaron una suba similar y retomaron sus niveles de mediados de 2018. A su interior, sólo en Bienes Intermedios (BI) y Combustibles y Lubricantes (CyL) el aumento fue mayor en precios que en cantidades. A su vez, dichos usos fueron los que más aportaron en el crecimiento de las importaciones: mientras el primero representó casi 15 puntos en la suba del 53% i.a., el segundo explicó más de 21 puntos. Volviendo a los BI, dicho rubro también alcanzó el nivel histórico más elevado con USD 2.878 millones gracias a un récord en sus precios desde la creación de la serie del INDEC (2004).

Por otro lado, los Bienes de Capital (BK), mostraron una suba del 40% i.a. explicado casi en su totalidad por mayores cantidades y su valor se encontró en línea con los últimos meses (USD 1.043 millones). Con la misma dinámica de precios y cantidades, las Piezas y Accesorios para Bienes de Capital (PyA) aumentaron un 37% i.a. y alcanzaron la cifra mensual más alta desde octubre de 2013. Por su parte, tanto los Bienes de Consumo (BC) como los Vehículos Automotores de Pasajeros (VA) mostraron incrementos entre el 23% i.a. y el 25% i.a. ubicándose en niveles similares a los últimos meses.

Logística y Energía, dos factores que incrementan la salida de dólares

La balanza energética y los fletes se transformaron en dos de los principales canales por los que se fueron los dólares en lo que va del 2022. En primer lugar, si bien los fletes se mantuvieron en los mismos niveles que en abril y un 28% por debajo del pico de enero, aún continúan en niveles sumamente elevados ubicándose un 55% por encima de mayo de 2021 y casi duplicando su valor en el mismo mes de 2020. En este sentido, parte del aumento en las importaciones del ICA (expone el precio CIF) en 2021 y lo que va de 2022 es atribuible al incremento en el costo de los fletes. Concretamente, la suba en su precio explicó 2 puntos del crecimiento de las importaciones en 2021 (+49%).

Con relación a la energía, las compras al exterior por Combustibles y Lubricantes (CyL) representaron un quinto de las importaciones de mayo cuando en 2021 promediaban apenas el 9% mensual. A su vez, más que triplicaron su valor contra mayo del 2021 y evidenciaron el segundo monto histórico más elevado detrás de junio del 2013. Si bien buena parte de dicho incremento se encuentra explicado por una suba superior al 115% i.a. en sus precios, sus cantidades también aumentaron un 51% i.a. y retomaron los niveles de mediados de 2018.

No obstante, el problema energético no viene sólo por mayores importaciones, sino también por un bajo nivel de exportaciones: a pesar del aumento de más del 82% i.a. en sus precios, las exportaciones de Combustibles y Energía (CyE) crecieron poco menos de un 34% i.a. producto de una caída del 27% i.a. en sus cantidades. Consecuentemente, el déficit energético en mayo alcanzó el tercer valor más elevado de los últimos 30 años (-USD 1.113 millones), sólo superado por agosto del 2013 (-USD 1.117 millones) y julio del 2014 (-USD 1.214 millones). En tal sentido, el rojo energético acumulado en lo que va del año superó ya los USD 1.500 millones, cuando en el mismo periodo para 2021 era superavitario por USD 33 millones.

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Con vistas a los próximos meses, estimamos que los problemas logísticos por el faltante de gasoil y las distorsiones que genera una brecha cambiaria en niveles elevados podrían haber afectado la estacionalidad en la comercialización de algunos productos del agro. En tal sentido, no descartamos que las exportaciones persistan en estos niveles incluso ya finalizada la cosecha gruesa. A su vez, pese a un eventual fortalecimiento del dólar frente a la postura más agresiva de la FED, esperamos que los precios internacionales de los commodities se mantengan en niveles altos en el mediano plazo favoreciendo el desempeño de nuestras exportaciones provenientes del agro.

Sin embargo, todo parece indicar que el foco estará puesto en las importaciones. Pese a que se estima que la Balanza Comercial arrojará un saldo considerablemente positivo en 2022, la dinámica luce desafiante para lo que resta del año con un BCRA al que le cuesta comprar divisas y unas importaciones en ascenso: desde enero hasta mayo no hubo ni un solo mes en el que las importaciones hayan crecido menos que las exportaciones. Dicha tendencia parecería acentuarse en los próximos meses en el marco de una mayor demanda estacional de energía y faltante de combustibles.

En este contexto, no sólo habrá que seguir de cerca el nivel de las importaciones, sino también su composición, dado que es probable que el gobierno aplique mayores restricciones a las importaciones de bienes de consumo e intermedios para tratar de contener la salida de dólares y engrosar las reservas sin perjudicar el normal desempeño de la actividad económica.

En mayo volvió a deteriorarse el resultado primario, lo que explica la necesidad de modificar la meta original para el primer semestre

¿Cómo le fue al fisco en mayo?

El Sector Público Nacional No Financiero registró en mayo un rojo primario de $162.400 millones, cuando mayo de 2021 había mostrado un superávit de $25.700 millones. Asimismo, dado que el pago de intereses superó los $80.000 millones, el déficit financiero del quinto mes del año de ubicó por encima de los $240.000 millones, casi cuadruplicando el valor de igual mes de 2021.

Pero además, dado que se acordó con el FMI que la contabilización de ingresos provenientes de colocaciones de deuda no superará el 0,3% del PIB en 2022, el resultado primario “computable” para la meta alcanzó -$ 191.528 millones (alrededor de $ 29.000 millones de rentas de la propiedad de mayo exceden la meta anual). De esta forma, el déficit primario bajo la métrica del EFF ya se encuentra por encima de los $463.000 millones en lo que va de 2022 (0,7% del PIB contenido en el acuerdo), que es más del doble del déficit acumulado en los primeros 5 meses de 2021.

De todas maneras, hay ciertos factores que matizan esta dinámica fiscal, especialmente en lo referente a la base de comparación. En cuanto a los ingresos, cabe señalar que en mayo de 2021 se registró un fuerte ingreso en concepto del Aporte Solidario (0,2% del PIB), de manera que el deterioro del déficit primario en términos comparables es menor.

En segundo lugar, en los primeros 5 meses de 2021 el gasto había mostrado una dinámica moderada, lo cual explica las actuales tasas de crecimiento interanual elevadas. De hecho, en términos reales el gasto primario de los primeros 5 meses no se ubicó en un nivel muy distinto al de la segunda mitad de 2021 (lógicamente corrigiendo por los efectos de los aguinaldos). En este sentido, de mantenerse en términos reales en los niveles de enero-mayo, las tasas de crecimiento del gasto primario deberían moderarse en los próximos meses.

Sin embargo, esto no implica que la meta original del acuerdo sea sencilla de cumplir: para el objetivo original del primer semestre se necesita que el déficit primario de junio se ubique en torno a $ 100.000 millones (0,1% del PIB), cuando en igual mes de 2021 fue de $ 240.000 millones (0,5% del PIB), una vez excluido el efecto del Aporte Solidario. En este sentido, dicha meta luce de muy difícil cumplimiento, aunque probablemente sea modificada.

Ingresos corriendo por arriba de la inflación, pero detrás del Gasto Primario

En mayo los Ingresos Totales evidenciaron una lógica desaceleración en su crecimiento interanual (pasaron de crecer 85% i.a. en marzo-abril a 59% i.a. en mayo), debido al que el Aporte Solidario a las Grandes Fortunas comenzó a ingresar en el quinto mes del año pasado. En este sentido, el crecimiento de los recursos también se verá “distorsionado” en junio. Volviendo a mayo, al excluir dicho efecto no se evidencia una desaceleración significativa en el crecimiento de los ingresos (+79% i.a.), sino que, por el contrario, habrían alcanzado el cuarto mes consecutivo de crecimiento real (+11% i.a.), e incluso los recursos tributarios mostraron la mayor suba real del año (+9% i.a.).

En esta misma línea, cabe mencionar que los Ingresos Tributarios estuvieron motorizados, al igual que en abril, por los tributos vinculados a la actividad económica y la seguridad social. A su interior, se destaca la performance del IVA (alcanzó 15 meses consecutivos de crecimiento real con un +9% i.a. en mayo), el Impuesto a las Ganancias (creció más de un 30% i.a. en términos reales), el Impuesto a los Débitos y Créditos (creció un 17% i.a. real) y las Contribuciones a la Seguridad Social (+ 10% i.a. real). De hecho, entre las cuatro partidas explicaron dos tercios de los Ingresos Totales y más del 80% de la suba en los Ingresos Tributarios. A su vez, pese a que los Derechos a las Exportaciones superaron los $100.000 millones en mayo, hilaron su segundo mes consecutivo de caída interanual en términos reales (-18% i.a.).

Por su parte, tal y cómo se esperaba el Gasto Primario siguió corriendo por encima de los Ingresos y alcanzó el octavo mes consecutivo de crecimiento real (+17% i.a.), aunque como ya mencionamos, dicho incremento se encuentra inflado producto de la baja base de comparación en los primeros meses de 2021. A su interior, las Prestaciones Sociales (más de la mitad del Gasto Primario) alcanzaron un crecimiento real superior al 21% i.a. (8 meses consecutivos por encima de la inflación). En su composición, se destacó el aumento en Otros Programas (+94% i.a. real), donde casi se duplicaron las erogaciones con relación al mes previo impulsadas principalmente por el IFE 4 (+$65.000 millones) y el Bono a Jubilados y Pensionados (+$57.000 millones). Del mismo modo, cabe recordar que las Asignaciones Familiares Activos, Pasivos y otras (+115% i.a.) continúan mostrando un mayor aumento que la Asignación Universal para Protección Social (+71% i.a.) debido al complemento adicional que se les sumó a las primeras en octubre de 2021.

A su vez, los subsidios económicos desaceleraron su crecimiento interanual (pasaron de crecer un 148% i.a. a un 62% i.a.) principalmente por la dinámica de los destinados al sector energético, que mostraron el mismo nivel real que mayo de 2021, cuando en el primer cuatrimestre habían crecido más de 70 puntos por encima de la inflación. En este caso, también incidió la baja base de comparación (se aceleraron a partir de mayo de 2021). Hacia adelante, los subsidios continuarían mostrando elevados niveles, pero seguramente una menor tasa de crecimiento interanual. Por otro lado, los subsidios al transporte hilaron dos meses consecutivos ganándole a la inflación de los últimos 12 meses.

Con respecto al resto de las erogaciones corrientes, los Gastos en funcionamiento alcanzaron un año creciendo en términos reales (+11% i.a.), las Transferencias a Provincias superando los $45.000 millones en mayo, las Transferencias a Universidades se situaron en niveles similares a los últimos dos meses (entorno a $35.000 millones) y el resto de los gastos superó los $30.000 millones. Por último, el Gasto de Capital volvió a ubicarse por encima de los $80.000 millones con un incremento real del 15% i.a. (su última caída real fue en octubre del 2020).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Hacia adelante, frente a un mes estacionalmente deficitario como junio (impacto del aguinaldo en las jubilaciones y pensiones), el objetivo de un rojo primario en torno a los $100.000 millones para cumplir con la meta fiscal del segundo trimestre luce prácticamente imposible. En este marco, se entiende que en el reciente comunicado del FMI se haya abordado la necesidad de modificar las metas intra-año.

En lo inmediato, si bien el aumento de tarifas y el adelantamiento de pagos a CAMMESA en marzo podría inducir una moderación en el nivel de los subsidios energéticos en junio, las cuentas fiscales en el sexto mes del año también se verán afectadas por un aumento del 15% en la fórmula de movilidad, la suba en el MNI de Ganancias, la segunda parte del IFE y el incremento del Salario Mínimo Vital y Móvil por el que ajustan algunas erogaciones sociales.

Por último, si bien la meta de anual de $1.758.600 millones luce difícil de alcanzar, una eventual moderación en el crecimiento del gasto en la segunda mitad del año, los posibles beneficios fiscales de la segmentación de tarifas y algunos ajustes en partidas accionables, como los gastos operativos y de capital, podrían ayudar a cumplir la meta anual para 2022 en términos del PIB.

 

Tensión en el mercado de deuda en pesos: ¿una turbulencia transitoria?

Desde su génesis, el acuerdo con el FMI revela la fragilidad del esquema financiero del gobierno: con un mercado externo virtualmente cerrado, la imposición de un límite a la asistencia monetaria en el marco de una consolidación fiscal gradual conduce a que el cumplimiento del programa financiero descanse excesivamente en el mercado de deuda en pesos, dejándolo vulnerable ante episodios de incertidumbre como los que se dieron la semana pasada.

El origen de la turbulencia: un zoom a la deuda CER

A principios de año, en un contexto de elevada inflación, los títulos ajustables por CER fueron los instrumentos de deuda en pesos preferidos del mercado. De la mano de una calma en los dólares financieros, estos títulos dejaron – en promedio – retornos en dólares del 20% durante el primer trimestre. La dinámica alcista continuó en abril (aunque ya algo más atenuada), mientras que en mayo estos títulos comenzaron a lateralizar.

La curva de rendimientos CER transmitió dos grandes señales en el tiempo reciente: (i) las tasas eran considerablemente negativas en los instrumentos de menor duration (y se mantenían negativas prácticamente en todos aquellos con vencimiento pre-2024) y (ii) la diferencia de rendimientos entre aquellos con vencimiento pre y post elecciones era muy elevada. La primera señal adelantaba que en algún momento estos títulos podrían corregir, atento a la fuerte compresión de rendimientos previa. La segunda indicaba que el mercado comenzaba a reflejar en precios sus dudas respecto de la sostenibilidad a mediano plazo de la deuda indexada.

Sin embargo, las turbulencias llegaron antes de lo esperado… y en mayor magnitud. Tras un rescate considerable en un FCI CER que encadenó rescates en otros fondos, los títulos CER vieron un fuerte retroceso. No solo se desplazó al alza la curva (por caída en precios y, consecuentemente, suba de rendimientos), sino que se invirtió. ¿Qué implica esto? Que el mercado es aún más explícito respecto de sus dudas acerca de la sostenibilidad de la deuda CER.

A pesar de una cierta “demora” en la reacción, tanto el BCRA como el FGS salieron a comprar bonos para ponerle un piso a la caída de los precios y evitar un mayor deterioro en las expectativas. Aunque esto puede aliviar la situación en el corto plazo, persisten las dudas sobre la sostenibilidad a mediano plazo (además de que es monetariamente expansivo). Es sumamente importante que la situación actual de la deuda en pesos se revierta genuinamente, ya que el “financiamiento neto positivo” en pesos es, como decíamos, una pata central para el programa financiero del Gobierno.

Navegando en aguas revueltas: ¿Cómo llegó el gobierno a esta situación?

En el acumulado del primer trimestre del 2022 el Tesoro alcanzó un financiamiento neto por $640.000 millones, con una tasa de rollover del 150% (similar a la del último bimestre de 2021). Sin embargo, la situación se revirtió en abril, donde se rompió una racha de siete meses consecutivos de financiamiento neto positivo. Pese a que en mayo mejoraron los resultados de las licitaciones del Tesoro (principalmente gracias al BOTE 27, canje del bono utilizado por bancos para integrar encajes que tuvo un alto nivel de adhesión como era esperable), el ratio de rollover del último bimestre apenas superó el 100% y quedó 9 p.p. por debajo del valor necesario para que cierre el programa financiero implícito en el Acuerdo (original) con el FMI.

Ahora bien, más allá del financiamiento neto en sí, hay dos aspectos cruciales a considerar: la composición y los plazos del financiamiento.

El mercado parece volverse más impaciente. Excluyendo el BOTE 27, más de la mitad de lo colocado en 2022 vence dentro del mismo año calendario, y 7 de cada 10 pesos colocados en el último bimestre vencen antes de las PASO de 2023. La última licitación no fue la excepción. En este primer test de mercado luego de los acontecimientos recientes (aunque con vencimientos, muy acotados), los plazos de colocación (tanto CER como nominal) cayeron a la mitad vs abril (un mes ya de por sí malo para el Tesoro).

No solo más impaciente, sino que se incrementa la demanda de cobertura inflacionaria. Mientras que en 2021 solo un 38% de la deuda colocada fue CER, en el primer trimestre del 2022 la cifra ascendió al 61%. En abril el Tesoro intentó sin éxito estirar duration (colocar a mayor plazo) y ofreció una canasta de instrumentos con menor proporción de títulos CER. No obstante, ante el bajo nivel de rollover obtenido en el mes decidió replantear la estrategia previa: excluyendo el BOTE 27 mencionado, casi 8 de cada 10 pesos que consiguió en mayo correspondieron a deuda CER, el mayor valor de los últimos 2 años.

 

La búsqueda del Tesoro: un rollover positivo

La meta de financiamiento monetario del déficit acordada con el Fondo es del 1% del PIB y, aunque puede estirarse hasta 1,8% del PIB, la misma seguirá siendo inferior al déficit primario (a diferencia del 2021 y 2022). Consecuentemente, el mercado de deuda en pesos emerge como la principal alternativa de financiamiento en el marco actual de una consolidación fiscal gradual.

De hecho, con el financiamiento neto obtenido en el primer trimestre se cubrió el 84% de las necesidades financieras del 2022. Pero, el menor rollover del último bimestre obligó al Tesoro a apoyarse sobre los Adelantos Transitorios al BCRA, lo cual tornó más desafiante el cumplimiento de la meta monetaria. Así, el Gobierno optó por utilizar parte de los DEGs disponibles para reducir el stock de Adelantos Transitorios y elevar el límite de asistencia monetaria efectiva hasta un 1,5% del PIB.

En este contexto, según nuestras estimaciones el Tesoro necesitaría como mínimo una tasa de rollover del 127% en lo que resta del año para cerrar el programa financiero de 2022 cumpliendo la meta monetaria vigente (1,5% del PIB). A su vez, si bien la utilización del remanente de los DEGs podría estirar la meta hasta un 1,8% del PIB, aún harían falta colocaciones de deuda por un 120% de los vencimientos comprendidos entre junio y diciembre. Incluso “eliminando” el límite de asistencia contemplado en el acuerdo con el FMI la asistencia monetaria no puede ser ilimitada, ya que se encuentra restringida por los límites legales establecidos en la Carta Orgánica del BCRA (1,9% del PIB). En este escenario el rollover mensual hasta diciembre debería igualmente ser superior al 109%.

El norte en la brújula del gobierno: ¿giro de 180° o mismo rumbo con emparches?

Por lo mencionado anteriormente, mantener abierto el crédito en pesos resulta crucial para el programa financiero actual, y no solo por lo acordado con el FMI, dado que también opera el límite legal ya comentado. Incluso en dicho escenario de incumplimiento de la meta monetaria, el diferencial adicional que se ganaría (más capacidad de emisión) difícilmente contrarreste los impactos negativos que se producirían en las expectativas y el crédito doméstico. Esto se da en un marco de nulo acceso al financiamiento externo: el FMI no desembolsará más fondos que los proyectados, sumado a que el programa original y vigente ya contempla un financiamiento neto positivo por parte del resto de los Organismo Internacionales. ¿Y en el plano privado? Los actuales niveles de Riesgo País, que rondan los 2.000 puntos básicos y nunca perforaron los 1.000 desde agosto 2019 (aún restructuración mediante), indican que el mercado externo está virtualmente cerrado. En este contexto, intentar recomponer confianza para que el mercado financie al Tesoro parece ser la mejor opción para el Gobierno. ¿Cuáles son las alternativas?

  • Impulsar una consolidación fiscal acelerada (de gradualismo a shock) para reducir las necesidades de financiamiento y mejorar expectativas;
  • Forzar una mayor participación de los bancos y organismos públicos en las licitaciones;
  • Apelar a una mayor liquidez bancaria para el financiamiento del déficit. Por caso, en 2021 se duplicó la representación de los Títulos Públicos del Tesoro Nacional en los encajes (pasó del 6% en diciembre de 2020 al 12% en diciembre de 2021 y alcanzó el 16% tanto en abril como mayo de este año), una dinámica monetariamente expansiva dada la naturaleza de los encajes;
  • Convalidar mayores tasas, lo cual agrava la dinámica de los intereses y encarece el refinanciamiento futuro.

Dados los riesgos de cada una de las alternativas, luce más factible que la estrategia adoptada por el gobierno consista en “cuidar” el mercado de crédito doméstico en el marco de la vigencia del programa con el FMI. A fin de mes enfrenta el verdadero primer test de mercado tras la crisis reciente: vencen más de $500.000 millones.

Recomponer el crédito en pesos es crucial de cara a 2023

Con vistas a 2023, el gobierno tiene dos grandes desafíos. En primer lugar, recomponer confianza para alcanzar el financiamiento neto positivo necesario: no bastaría sólo con una mejora en las expectativas para cumplir con la meta monetaria del año próximo (0,6% del PIB), sino que deberían volver a los niveles previos a abril 2022 para garantizar una tasa de rollover superior al 145%. En segundo lugar, generar apetito por instrumentos con vencimiento más allá de agosto 2023. Por caso, de los más de $3.700.000 millones que vencen en 2023, apenas el 5% vencen en el último cuatrimestre. Atento a la fuerte reducción de plazos en la última licitación, el panorama luce desafiante.

Por último, incluso en un escenario en el que todo esto se cumpliera (el desafío es grande, pero no imposible) y se evitase una ruptura con el FMI (tanto el Gobierno como el Fondo tienen incentivos para evitarlo), la deuda ajustable por CER a fines de 2023 representaría 7 de cada 10 pesos en el stock de deuda en moneda nacional y superaría el 15% del PIB (cuando entre 2010 y 2019 promedió menos de un 6% del PIB).

En conclusión, si bien algunas alternativas pueden atenuar el problema del financiamiento en lo inmediato, todo parece indicar que la única solución sostenible a largo plazo es un cambio positivo en las expectativas que fortalezca el crédito en pesos y despeje el camino hacia una apertura al mercado de deuda internacional para los años venideros, acompañado de un proceso de consolidación fiscal que permita mantener acotadas las necesidades de financiamiento.

Monitor Cambiario Semanal – Replanteos de política monetaria

Mínima aceleración del dólar oficial

El tipo de cambio mayorista culmina la semana ofreciéndose a $122,9. Avanza un 4,11% en las últimas 20 ruedas (vs 4,02% una semana atrás). En el mes se deprecia un 2,3 (vs 2,4% en igual período de mayo). De mantener el ritmo que muestra en el mes, finalizaría junio con una variación punta a punta de 3,8% (vs 4,2% punta a punta en mayo). No prevemos una depreciación menor al 4% mensual, aunque nuestra estimación de 4,4% luce más lejana. Aún así, a pesar de que en el acumulado mensual corre ligeramente más lento que el mes pasado, esta semana aceleró ligeramente respecto de la anterior: 4,11% la TEM de las últimas 5 ruedas vs 4,02% una semana atrás. Aun así, y a pesar de la desaceleración de la inflación en mayo, el crawling peg actual sigue corriendo por detrás a los precios.

Tras fuertes subas, los dólares financieros se tomaron un respiro al cierre de la semana

El ligero aumento del ritmo de depreciación del oficial es entendible luego de una semana de altísima volatilidad en el marco de la crisis que se desarrolló en el mercado de renta fija local, que llevó a la brecha (CCL GD30 vs el mayorista) de la zona del 75%-80% al 95% que promedió esta semana, niveles no vistos desde febrero.

En nuestro Informe Financiero Semanal publicado tras el cierre de la rueda de anteayer indicamos que el salto (en %) del CCL visto entre el miércoles pasado y el martes de esta semana era considerablemente alto en perspectiva histórica: en los últimos 10 años solo un 2% del tiempo el CCL avanzó igual o más que en dichas 5 ruedas. Adelantamos que éste podría tomarse un respiro, atento a que en las oportunidades anteriores donde mostró una variación igual o superior a la mencionada, en promedio, durante las 5 ruedas posteriores el CCL se planchó.

Efectivamente, tras un alza de 15% entre el 14-jun y el 7-jun, el CCL lateralizó. ¿Qué esperar de cara a las próximas semanas respecto de los dólares financieros? Lo comentamos recientemente a los suscriptores del Módulo Financiero y en nuestro webinar mensual exclusivo para clientes.

Por su parte, el MEP muestra una dinámica similar, aunque corre muy por detrás del CCL (finaliza la semana en $231,6 habiendo alcanzado un máximo de $232,9 dos días atrás). La brecha del canje (MEP vs CCL) hace varias semanas que volvió a ser positiva (excepto por ruedas puntuales), indicio de un posible agotamiento del carry trade que caracterizó a la plaza financiera en el primer período del año. Desde ya, el carry no solo se vio afectado por la suba de los dólares financieros, sino también por la corrección de los títulos CER.

Reservas: en la mira

Con el correr de los días, la estacionalidad de la oferta de divisas que tanto juega a favor en el segundo trimestre comienza a mermar. Por caso, aún en un 2021 excepcional el agro aportó USD 9.010 M en el tercer trimestre (vs USD 9.935 M en el segundo). Esta estacionalidad comienza a reflejarse: en las primeras 12 ruedas de junio la agroindustria liquidó 2.006 M, 396 M menos que en mayo (-16,5%). Esto dificulta la acumulación de divisas para el Banco Central, situación que se ve acentuada por los elevados pagos de importaciones de energía que tuvo que realizar el Central en el mes, según trascendidos oficiales. Así, acumula ventas en junio por USD 339 M y se avecina el segundo semestre, que históricamente suele ser desafiante para el Central, como puede apreciarse en el gráfico:

Una meta difícil de cumplir

La dinámica comentada le impide al Central fortalecer sus reservas netas, donde la meta anual se torna cada vez más desafiante. Cabe destacar que este objetivo del acuerdo contempla ingresos netos de divisas por parte de otros Organismos Financieros Internacionales que aún no se han producido. No obstante, incluso asumiendo que los desembolsos pactados para el segundo, tercer y cuarto trimestre tuvieran lugar, estimamos que el Banco Central debería comprar como mínimo USD 16 M por día para no incumplir la meta de reservas anual original. Como puede apreciarse en el gráfico, dicho nivel de acumulación diaria para un segundo semestre luce excepcionalmente elevado en perspectiva histórica.

Recalibrando políticas monetarias

Transitamos una semana de importantes decisiones en materia de política monetaria, tanto en el plano local como el externo.

Hoy el BCRA elevó en 300 puntos básicos el rendimiento de la Leliq (del 49% TNA al 52%), la mayor de las 6 alzas del año. En términos efectivos anuales, la magnitud de la suba es aún más pronunciada: rinde una TEA de 66,5% (vs 61,8% pre suba). Con una inflación interanual apenas menor al 61%, la tasa es considerablemente positiva en términos reales ex ante.

No obstante, la política monetaria tiene un carácter principalmente prospectivo y, a pesar de la sustancial suba de hoy (superó en 100 p.b. nuestra proyección y empató la proyección más pesimista del último REM), la tasa todavía no supera la inflación esperada en el corto plazo. La Leliq rinde una TEM del 4,3%: difícilmente la inflación de los próximos dos meses sea menor o igual a dicho nivel. Por caso, el IPC GBA Ecolatina registró en la primera quincena de junio un alza de 5,6% vs la primera quincena de mayo. La tasa de política monetaria sigue por detrás de la inflación esperada: rondaría el 70% en 2022… con riesgos al alza.

Monitor de Escenarios Económicos

Acceda a nuestro Monitor de Escenarios Económicos para conocer las proyecciones por escenarios para 2022 y 2023 de PBI, Consumo Privado, Inflación, Tipo de Cambio Oficial y Brecha Cambiaria.

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Saldo comercial, Reservas y Actividad: una manta incómodamente corta

Desde comienzos de 2021 las exportaciones de bienes han venido enseñando una marcada recuperación: el año pasado rozaron los USD 78.000 M (+42% i.a.), USD 23.000 M más que en 2020, erigiendo a 2021 como el tercer año de mayores ventas detrás de los picos de 2011 y 2012.

No obstante, el desempeño errático de los últimos años derivó en una pérdida de participación en el comercio mundial. Excluyendo a China, en 2021 las exportaciones explicaron el 0,41% de los envíos a nivel global, por debajo del 0,51% que exponían en 2011 y estancándose respecto a los ‘90 (0,4%). De hecho, aún en el pico de 2011 ya nos encontrábamos lejos del rol exportador otrora alcanzado: hacia 1950, nuestras exportaciones representaban cerca del 2% del total. Si manteníamos aquella participación, en 2021 las ventas habrían sumado USD 360.000 M, mientras que, si al menos sosteníamos el peso de 2011, habrían sumado USD 96.700 M (+25%).

Desde 2012, esta pérdida de dinamismo exportador contribuyó -en conjunto con las restricciones cambiarias, que deprimieron la cuenta financiera- a una escasez de divisas que marcaría a la economía local los años posteriores. La dificultad para generar los recursos dirigidos a aumentar el nivel de actividad (lo que requiere importaciones) nos llevó a convivir con una importante inestabilidad cambiaria, remendada transitoriamente con los mencionados controles de cambios o venta de reservas, y en otros con endeudamiento externo.

En una economía con restricciones para acceder al financiamiento externo, el incremento de las importaciones se financia esencialmente con exportaciones, de modo que mantener un balance comercial positivo resulta crucial para financiar el resto de las necesidades del balance de pagos, máxime frente a una meta de acumulación de reservas. En este sentido, a pesar de las abultadas exportaciones, en el primer cuatrimestre el superávit comercial se redujo 30% i.a.

Ahora bien, ¿es esta suba en las exportaciones producto principalmente de una mejora genuina en los volúmenes vendidos? ¿son suficientes para propiciar una mayor estabilidad cambiaria? ¿qué implicancias tiene esto de cara a la necesidad de sostener la recuperación económica y cumplir al mismo tiempo con la meta de acumulación de reservas?

Los precios, aliados de la estabilidad cambiaria

En 2021, la mejora en los precios fue el principal motor de las exportaciones, explicando éstos el 70% del aumento en los valores. Las cotizaciones promedio treparon 26% i.a. al mayor nivel desde 2014, al tiempo que los volúmenes se recuperaron a la mitad de ese ritmo (+13%). Asimismo, en relación a 2019 (pre-pandemia), el impacto de los precios es aún superior: trepan 20% frente a volúmenes retrocediendo 2%. Su rol determinante se manifiesta en que, con los mismos precios de 2020, las ventas de 2021 se habrían expandido “sólo” USD 7.000 M.

El mayor aporte de divisas de las exportaciones fue central para relajar la restricción externa y financiar crecientes pagos de importaciones que traccionaron la actividad. Estas últimas demandaron casi USD 21.000 M más que en 2020, evidenciando una dinámica mayor e inversa a la de las exportaciones: las cantidades (+30% i.a.) explicaron el 60% del crecimiento, con un rol menor de los precios (+15% i.a.). Así, el plus aportado por los mayores precios de exportación (USD 16.000 M) explicó el 77% del flujo adicional de importaciones.

Los mayores términos del intercambio (+10%), con la mayor suba desde 2011 y rozando el récord de 2012, resultó central para acrecentar el saldo comercial. En 2021 el superávit totalizó USD 14.700 M (+18% i.a.), pero si los precios de las exportaciones y las importaciones se hubiesen mantenido constantes respecto a 2020, el resultado habría bajado a USD 6.800 M, 55% menor al que fue. De hecho, la ganancia anual del intercambio (USD 6.900 M), es decir, las importaciones que se pueden financiar con las exportaciones actuales sólo por la variación de los términos de intercambio superó el récord de 2011 (USD 6.300).

A pesar de esto, las reservas brutas del BCRA prácticamente no variaron el año pasado, mientras que las netas cayeron. Aquí se refleja la dinámica Saldo comercial-Reservas-Actividad: a iguales volúmenes, si los precios hubiesen sido menores se habrían perdido más reservas, mientras que de haber querido sostener más las reservas dado el saldo comercial registrado, las importaciones habrían sido menores, impactando en la actividad. En suma, si el superávit era menor, o las reservas caían más o la recuperación económica habría sido menos dinámica.

 

Ganancias inesperadas, costos impensados: boom de exportaciones e importaciones

En 2022 la tendencia se consolida. Las exportaciones tuvieron el mejor primer cuatrimestre de toda la serie (USD 27.700 M, +28,4% i.a.), superando el máximo de 2012 y alcanzando en los últimos doce meses un récord de USD 84.000 M. Los precios (también récord) intensificaron su predominancia: treparon 22,3% i.a. frente a cantidades subiendo bastante menos (+4,9% i.a.). No obstante, las importaciones no se quedaron atrás: sumaron USD 24.800 M (+41,6% i.a.), superando el pico de 2018. La composición de la mejora mantuvo su tónica: precios elevándose 16,5% i.a. y cantidades aumentando 21,3% i.a.. Así, si bien los términos del intercambio fueron récord (+5% i.a.), el superávit se redujo 30% i.a.

La mayor presión importadora responde a distintos factores. Mientras que la reactivación económica -con mejora de márgenes empresariales- demanda mayores volúmenes importados, otros 4 elementos complejizan el frente cambiario: (i) el salto en la energía, los mayores costos logísticos y el creciente déficit turístico impulsan una mayor salida de divisas; (ii) factores que exacerban estos efectos: apreciación real del tipo de cambio, brecha elevada, tasas reales negativas y ciertos temores sobre el abastecimiento de insumos en el invierno incentivan un adelanto en las importaciones y menores liquidaciones en el MULC; (iii) falta de financiamiento comercial impide aplazar pagos de importaciones; (iv) demora en ventas de soja y falta de gasoil.

 

Donde hay una necesidad, hay un trade-off

Con un BCRA al que le cuesta hacerse de dólares pese a exportaciones récord, la relación Reservas netas/Importaciones se ha deteriorado sostenidamente, limitando la posibilidad de garantizar el sostenimiento de la actividad sin descuidar la meta de reservas. En este sentido, la cantidad de dólares disponibles para importaciones no energéticas se verá limitada: en virtud de nuestra proyección sobre el balance cambiario estimamos que la disponibilidad de divisas será insuficiente para atender al mismo tiempo un incremento en las importaciones por encima de los USD 6.000 M actuales y garantizar la meta de recomposición de reservas.

¿Qué abanico de opciones se le abren al Gobierno ante esta encrucijada? Descontando un escenario de aceleración devaluatoria brusca o salto cambiario que frene importaciones e induzca una contracción de la actividad, se abren dos principales caminos: un relajamiento de la meta de reservas que permita darle aire a la economía o una mayor restricción a las importaciones que enfriaría la actividad y recalentaría la inflación.

 

Concluyendo

La acelerada recuperación de 2021/inicios 2022 no fue gratis: en buena medida pudo concretarse gracias a que el marcado crecimiento de las exportaciones -impulsado principalmente por el salto en los precios- permitió sostener un aún mayor incremento en las importaciones, tendencia que se consolida. Si bien estimamos un récord para las exportaciones de este año (USD 90.000 M), las importaciones también lo serían (casi USD 80.000 M), aún a pesar de las restricciones impuestas por la Com. A7466 de BCRA.

De cara al segundo semestre, cuando la oferta de divisas decae por motivos estacionales y el deterioro de la balanza energética y de servicios se agudiza, el panorama se complicará: la meta de reservas le pone un tope a las importaciones que se pueden pagar con la oferta disponible de divisas. El Gobierno se enfrentará al trade-off entre no obturar la provisión de insumos y, con ello, la reactivación, o priorizar el cumplimiento del compromiso asumido ante el FMI mediante la administración de las importaciones y/o convalidando una aceleración en la devaluación.

Peor aún, si por algún motivo las commodities se abarataran (por ejemplo, producto de una suba mayor a la prevista en las tasas de la FED), el saldo comercial sufriría más. En suma, a futuro la clave para evitar la restricción externa estará en las cantidades exportadas: generar dólares genuinos es la única salida no contractiva. Asimismo, mientras no se reestablezca cierto horizonte y confianza para el ingreso de capitales, seguiremos rezándole a los precios.

Monitor Cambiario Semanal – Repuntan los dólares libres tras desarme de posiciones en CER

En los últimos días se observó una importante caída en los títulos indexados por CER, producto de un desarme de posiciones de algunos FCI. Las condiciones en el mercado de renta fija cambiaron considerablemente: no solo la curva CER pasó de rendir negativo hasta 2024 a rendir 15 puntos por encima de la inflación actualmente, sino que además la mayor alza se dio en el tramo corto. ¿Qué implica esto? La curva CER está invertida, lo cual nunca es una buena señal de mercado.

De esta forma, el mercado trasladó a precios las dudas sobre la sostenibilidad de deuda de los instrumentos indexados (reflejo de ello la forma de la curva). En este sentido, a pesar de que los vencimientos puntuales de la semana próxima son muy chicos, será crucial el resultado de la licitación de deuda del martes próximo. Por caso, las LECERs con vencimiento entre octubre y mayo del año próximo rendían en promedio -2,4%: ahora rinden en promedio 11 puntos. ¿Convalidará el Tesoro tasas en línea con las del mercado secundario (13 puntos más altas que una semana atrás)? Además, la curva de LEDES es casi 10 puntos más alta que a fines de mayo: el rendimiento en el mercado secundario de estos títulos se acentuó, lo cual también dificulta la tarea de Finanzas (4 de cada 10 pesos que vence en el mes corresponden a instrumentos de tasa fija, el resto CER).

¿Hacia dónde migraron esos pesos? Parte de esos flujos buscaron refugio en los dólares financieros: el CCL y el MEP subieron hasta los $225 y $221 (+ 16,8 y + 14,5 pesos respectivamente vs el viernes pasado). La brecha volvió a niveles superiores al 85%. Sin embargo, los tipos de cambio bursátiles todavía pueden estar siendo contenidos por dos motivos: (1) la elevada demanda estacional de pesos (por ganancias, bienes personales y el pago de aguinaldos) y (2) la estacionalidad de la oferta de dólares: aunque la liquidación del agro promedio diaria en junio es un 10% menor que en la segunda quincena de mayo, todavía se ubica un 14% por encima del promedio de abril. Habrá que monitorear también próximos datos de ventas y consumo para determinar si parte de esos flujos se volcaron a la economía real.

En lo que respecta al mercado oficial, el Banco Central prácticamente no logró acumular divisas (+30M) en una semana donde se realizaron pagos de importaciones de energía. El tipo de cambio mayorista avanza un 1,4% en el mes y corre a un ritmo mensualizado de 3,4% (vs 3,9% en las primeras 8 ruedas de mayo). Registra un alza de 4% en las últimas 20 ruedas.

Inflación USA sigue marcando máximos de los últimos 40 años: análisis y perspectivas

En mayo, el índice de precios al consumidor aumentó un 1% mensual, acelerándose 0,7 p.p respecto del bajo valor de abril. La inflación sigue sorprendiendo al alza: analistas consultados por Reuters esperaban que se ubique en torno al 0,7%. En los últimos 12 meses, la inflación en Estados Unidos alcanzó 8,6% (vs 8,3% un mes atrás), ubicándose en el mayor valor desde diciembre de 1981: la inflación continúa marcando niveles que no se veían en las últimas 4 décadas.

Principales drivers

El incremento de precios fue generalizado, pero la mayor contribución provino de las alzas registradas en combustible, alimentos y el costo de vivienda. La categoría de Alimentos creció 1,2% en abril, y en los últimos 12 meses mostró un alza del 10,1% (también récord desde 1981). Por su parte, el índice de Energía marcó una suba del 3,9% en el quinto mes del año (tras un retroceso de 2,7% en abril) impulsados por el alza de 4,1% en el precio de la gasolina y de 8% en el gas natural.

Claramente los diversos precios de la energía son el componente de la inflación minorista con mayor impulso en USA, producto de las tensiones en el mercado energético como consecuencia de la guerra en Ucrania y también de la gradual normalización de la situación sanitaria en China – player global crucial en materia de importación de petróleo, que recientemente impulsó al alza el precio del petróleo Brent (precio de referencia que incide en el resto de los precios energéticos ). En su totalidad, el rubro de Energía marca una variación interanual del 34,6% (la mayor desde 2005), mientras que la gasolina en particular avanza 48,7% desde mayo 2021, y el fuel oil muestra una suba mucho mayor (+106.7%) en los últimos 12 meses (récord histórico absoluto). El viernes pasado el precio de la gasolina en USA marcó otro récord, indicando que continuarán las presiones de cara al próximo dato de CPI.

El IPC núcleo (excluye energía y alimentos, las categorías más volátiles) se mantuvo en el mismo nivel de abril: +0,6% mensual, donde los aumentos en vivienda, vehículos nuevos y usados y tarifas aéreas contribuyen a esta dinámica. En los últimos doce meses la inflación Core registra una suba del 6%.

¿Cómo viene el mercado laboral?

La tasa de desempleo se ubicó en 3,6% al igual que en marzo y abril, manteniéndose cercana a los mínimos históricos de febrero 2020 (3,5%). En mayo los salarios reales cayeron 0,6% y acumulan una caída de 3% i.a. Esto no obedece únicamente a la aceleración de la inflación: la dinámica salarial nominal muestra cierta desaceleración en los últimos dos meses, promediando alzas mensuales del 0,3% vs 0,4% en los 9 meses anteriores.

Sin embargo, y aunque el exceso de demanda de trabajo todavía estaría añadiendo presiones a la dinámica salarial, se destacó en abril que las vacantes de empleo no agrícola (job openings) registraron una caída tras un marzo récord. Aunque todavía se mantienen en niveles elevados, este indicador muestra cierta dificultad por parte de las firmas para conseguir trabajadores.

Considerando que el dato de job openings de abril retrocedió vs marzo, y que los salarios nominales desaceleraron en los meses posteriores, es esperable que las vacantes de empleo hayan retrocedido en estos meses, lo cual podría moderar aún más la dinámica salarial en los próximos datos precios al consumidor. Esta es una variable crucial para monitorear: su aún elevado nivel, según indica la Reserva Federal, podría evitar que la dureza de las políticas monetarias que comenzó a llevar a cabo la FED (y que acentuará en los próximos meses) tenga un fuerte impacto en el mercado laboral.

Perspectivas

El dato de inflación peor que lo esperado ya se reflejó en las expectativas del mercado respecto del rumbo de la política monetaria: ya no solo descuentan dos subas de 50 bps en junio y julio para el target de la fed fund rate, también esperan un alza así de agresiva de cara a la reunión de septiembre.

El mercado trabaja actualmente con un escenario de agresividad monetaria en materia de velocidad en la suba de la tasa de interés de referencia no visto en las últimas tres décadas. No solo será crucial la decisión del FOMC la próxima semana: será determinante la comunicación del análisis de la situación económico-financiera como también del rumbo de la política monetaria en el corto plazo.

En materia inflacionaria, la FED se encuentra en la mayor encrucijada de las últimas cuatro décadas. Difícilmente la política monetaria por sí sola pueda devolver a la inflación al objetivo de mediano plazo (2%). ¿Por qué? Casi la mitad de la inflación actual de USA se explica por factores exógenos: energía y alimentos.

En la tabla se puede apreciar la dinámica acelerada de estos factores principalmente exógenos a las decisiones de la FED (que bien puede afectarlos, pero no por completo). Es claro el contraste con la dinámica de la inflación núcleo (que se mantiene en niveles elevados, pero relativamente estable):

La evolución de la situación internacional será crucial. De querer resolver este fenómeno únicamente con política monetaria, podría bien generar una FED-induced recession no solo para la economía estadounidense, sino también para la economía global. De querer evitarlo, difícilmente veamos en los próximos años niveles de inflación como los vistos pre-pandemia.