Monitor Cambiario Semanal – El “dólar soja” en acción

Efectos del “dólar soja”: recomposición de reservas

Una de las razones que impulsó al equipo económico a tomar esta medida fue la crítica situación de las reservas netas y la cercanía de la revisión trimestral del FMI. Según las metas trimestrales acordadas, hacia fines de septiembre el BCRA debería tener USD 6.425 M de Reservas Netas bajo la métrica del EFF, cuando a principios de mes tan sólo contaba con casi USD 2.000 M. Así, se pretende incentivar la liquidación del complejo sojero mediante un tipo de cambio preferencial y engrosar las arcas del Central para cumplir con las metas del acuerdo y disminuir las presiones cambiarias. Según nuestras estimaciones, hacia finales de agosto la demora en las ventas de la cosecha de soja ascendía a aproximadamente 5,5 millones de toneladas, valuadas en cerca de USD 3.200 M.

Las primeras jornadas de vigencia del renovado esquema mostraron un nivel de ventas en línea con las expectativas del Gobierno y el compromiso del sector. En los primeros 4 días de vigencia plena del incentivo, las liquidaciones superaron los USD 1.600 millones, al tiempo que el BCRA logró compras netas por USD 1.036 M en la semana (promedio diario de USD 207 M vs USD 3 M la semana anterior). Además, en la semana el total de operaciones con soja se ubicó en 4,6 millones de toneladas. Así, en sólo 5 días se superó el volumen de operaciones totales de todo el mes de agosto.

Como medida adicional para buscar maximizar la venta de la cosecha retenida, el BCRA elevó el costo de financiamiento a los productores de soja. La medida cobra sentido en un contexto en que el ritmo de devaluación volvía a posicionarse por encima de la tasa de interés, atentando contra la meta de acumulación de reservas. Así, se estableció una tasa mínima del 120% sobre la tasa de LELIQ, dirigida a productores que mantengan un stock de soja superior al 5% de su producción y aclaró que “se aplicará a todas las líneas de financiamiento en pesos, cualquiera sea la forma de instrumentación, y es complementaria al programa que puso en marcha el Gobierno para que los productores liquiden divisas por exportación de soja a 200 pesos por dólar”.

Continuarán las restricciones a las importaciones

Por otro lado, se prorrogó la com. “A” 7532 a diciembre (vencía en septiembre). Esta medida le permite al BCRA reducir la presión sobre el tipo de cambio oficial al descomprimir la demanda de dólares para la cancelación de importaciones. Sin embargo, generará mayor liquidez en la economía, al tiempo que seguirá atentando contra el nivel de actividad.

Dólares libres: reacción a la baja

Por su parte, los dólares financieros comenzaron la semana con fuertes retrocesos y luego se mantuvieron en tendencia a la baja. El CCL (GD30) cerró la semana en ARS 281 (-3% s/s), mientras que el MEP (AL30) cotizó el viernes en ARS 271 (-4%) y el blue en ARS 274 (-4%). Así, la brecha promedio cayó del 108% de la semana pasada a un 96% esta semana.

Las fuertes caídas observadas el lunes se debieron principalmente a la nueva medida (anticipada en nuestro último Monitor) del “dólar soja” a ARS 200, junto con las perspectivas de ingresos de fondos frescos de organismos internacionales. La visualización de una mayor oferta de dólares en el mes redujo las expectativas de una brusca devaluación en lo inmediato, lo cual se reflejó directamente en las cotizaciones de los dólares libres y en las tasas implícitas de los contratos de dólar futuro (los primeros 3 contratos descomprimieron en promedio 9%, lo cual no implica que la expectativa de devaluación se haya diluido).

Dólar oficial: acelera el crawling peg

Si bien el lanzamiento del “dólar soja” le facilitará al BCRA acumular reservas para cumplir la meta trimestral, su Balance se verá deteriorado por la pérdida generada al comprar dólares a ARS 200 por un lado para luego venderlos a un precio 30% inferior. Por ello, el Central deberá acelerar el ritmo de depreciación para que esta dinámica (comprar caro para vender barato) se vea reducida, evitar un mayor atraso cambiario y contribuir a reducir las brechas cambiarias.

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El dilema del Banco Central (2° Edición)

A principios de octubre de 2021 alertamos sobre los riesgos monetarios que comenzaban a emerger con la dinámica cuasifiscal (deuda) del Banco Central, el cual actuaba (y sigue actuando) por dos ventanillas: por una emitiendo para financiar al Tesoro; por la otra absorbiendo dichos pesos para evitar que presionen sobre el mercado de cambios y el nivel de precios. La “segunda ventanilla” son precisamente las LELIQS y los Pases Pasivos, deuda remunerada en pesos del BCRA.

En aquel entonces destacamos que la principal fuente de emisión era la asistencia monetaria al Tesoro, herramienta no inocua. La esterilización (la operatoria de la “segunda ventanilla”) tampoco lo era: su contrapartida era y es el aumento del stock de la deuda remunerada del BCRA, con un creciente devengamiento de intereses. Hacia octubre 2021, el pago de dichos intereses acumulado anual ya ascendía a un 90% de lo emitido para financiar al fisco en el mismo período. Así, la esterilización ya daba lugar a una fuente de emisión con vida propia. A la difícil situación se sumaban las presiones políticas en el contexto de un año electoral más una dinámica inflacionaria que ya estaba acelerando. De este modo, el BCRA enfrentaba (y enfrenta) un dilema entre emisión y tasa de interés:

  • Achicar el stock de pasivos remunerados aliviaría la dinámica cuasifiscal, pero implicaría largar una gran masa de pesos a la calle;
  • Bajar las tasas de interés moderaría la carga de intereses, pero lucía contrafáctico: una economía con más inflación presente y esperada habría significado un desincentivo al ahorro en moneda local y habría agregado más presiones al ya tenso mercado de cambios; y/o
  • Subir las tasas de interés podría atemperar la dinámica inflacionaria (sea vía crédito, ahorro o alivio cambiario), pero agravaría la dinámica de intereses de la deuda remunerada del Central, acrecentando las expectativas de emisión futura.

En resumen, una política monetaria más laxa aliviaría el balance del BCRA al precio de una mayor inflación, mientras que un aumento de la tasa de interés colaboraría en el plano inflacionario, pero agudizaría la dinámica cuasifiscal.

Entonces, ¿por qué hoy la situación es más desafiante? ¿Cómo impacta la suba de tasas? ¿Qué riesgos existen? ¿Qué podemos esperar del déficit cuasifiscal? El dilema planteado se agravó por dos vías: por el lado de las cantidades (emisión y necesidad de absorción) y por el lado de los precios o del costo de dicha absorción (suba de la tasa de interés).

Un dilema que recrudeció…vía cantidades

Mientras que en el acumulado del 2022 la emisión asciende a ARS 620 M o 0,76% del PIB (la cifra es mayor al contemplar la maniobra con los DEGs – ARS 942 M o 1,15% del PIB -), en el mismo período del 2021 para financiar al Tesoro el Central había emitido 1,5% del PIB (ARS 1.260 M en pesos de hoy). A primera vista, el dilema por el lado de los requisitos de financiamiento monetario del déficit parecería haberse aliviado. No obstante, esta lectura es incompleta, principalmente por dos motivos.

En primer lugar, producto de la estacionalidad del gasto que se concentra en el segundo semestre, la emisión para ello también predominó en la segunda parte del año. A su vez, la dinámica electoral requirió también de una mayor expansión monetaria en el segundo semestre del 2021. Pero, principalmente, destaca un segundo motivo: entre junio y julio del 2022 el Central imprimió una gran cantidad de pesos, no para financiar el desbalance de ingreso-gasto del fisco, sino para sostener la demanda bonos del Tesoro tras el fuerte sell-off que sufrieron. Específicamente, emitió casi ARS 1.300 M (1,58% del PIB). Este factor crucial no estuvo presente en el 2021.

Así, aún sin siquiera haber mencionado cómo evolucionó la dinámica de intereses, la película hoy es más desafiante: entre la emisión para cubrir el exceso de gasto del Tesoro más la “emisión cuantitativa” (QE) para recompra de títulos del Tesoro, el Central ya emitió en conjunto 2,73% del PIB, 1,2 puntos del PIB más que en el mismo período del 2021.

Ciertamente, el Central intentó evitar que semejante emisión presione sobre el mercado de cambios y los precios: la lógica de la esterilización estuvo presente, tanto para absorber los pesos emitidos para financiar al Tesoro como para aspirar la emisión que requirieron estas políticas no convencionales (QE). Este shock monetario implicó un cambio de estrategia en materia de composición del stock de pasivos remunerados para el Central. Incluso, el prorrateo de LELIQS terminó jugándole en contra como comentamos. A pesar de estas aristas no menores, el resultado inexorable fue el esperable: a mayor emisión, mayor esfuerzo de absorción monetaria. Esto se ve reflejado en el gráfico, donde el trimestre mayo/julio 22’ (barra de jul-22) fue el más desafiante en materia de crecimiento de la deuda remunerada del BCRA desde el primer semestre del 2021 (en un contexto de emisión por rebrotes de COVID):

De este modo, la emisión para financiar el déficit y/o para sostener la deuda del Tesoro (piedra angular del programa acordado con el FMI) tuvo como contracara un aumento del stock de pasivos remunerados: aunque la dinámica en términos del PIB es marginalmente decreciente (pero se mantiene en niveles elevados históricamente), actualmente el Banco Central contiene en sus pasivos remunerados el – récord – equivalente a 1,62x bases monetarias (vs 1,36x en agosto 21’):

Un dilema que también recrudeció… vía precios (tasa)

A lo largo del 2021, la tasa a la cual la deuda remunerada del Central pagaba intereses fue consistentemente negativa: ex ante (es decir, en contraste con la inflación esperada por el mercado a un mes vista), se proyectó una tasa efectiva mensual real negativa en 6 de los 12 meses. Ex post, es decir, una vez conocida la inflación del mes en cuestión, la tasa efectiva mensual fue negativa en 9 de los 12 meses. Así, aunque el stock de los pasivos remunerados crecía, la “sorpresa” inflacionaria, más el bajo nivel de las tasas, se traducían en una tasa real negativa que terminaba morigerando el crecimiento del déficit cuasifiscal.

No obstante, en el marco del acuerdo con el FMI, en el 2022 predominó el view de una mayor tasa de interés para calmar la dinámica inflacionaria y desincentivar la demanda de dólares. Así, el BCRA convalidó una fuertísima suba de tasas: +31 p.p. TNA (lo que en términos efectivos anuales implica que subió la tasa en 51 puntos, llevando la TEA de la LELIQ del 45,4% a fines del 2021 al 96,8% actual). De este modo, la situación actual comienza a diferir de la del año pasado. En el 2022 en los 8 meses el mercado esperó una tasa ex ante (LELIQ) mensual real negativa: en los 8 meses lo terminó siendo ex post.

No obstante, en el último mes, tras la sideral suba, la tasa está prácticamente neutra. Así, la licuación implícita por tasa real negativa ya dejaría de incidir (excepto que veamos una nueva aceleración inflacionaria). Además, consideramos más probable una nueva suba de tasas en desmedro de una potencial baja. En este contexto, el riesgo cuasifiscal se acrecienta. Pero, no solo resulta interesante analizar el nivel de la tasa real (sea ex ante o ex post): el nivel nominal también impacta en lo que respecta a las expectativas de nominalidad futura. Al analizar la tasa nominal promedio ponderada a la cual los pasivos remunerados del BCRA devengan intereses, estimamos que en menos de 9 meses la emisión endógena (producto del pago de intereses) crearía una nueva base monetaria.

 

Esta no deseable aritmética ha empeorado en el último tiempo, lógicamente de la mano de un stock de pasivos remunerados creciente y de un costo de la deuda al alza (mayores tasas de interés). Aunque deficiente en algunos detalles técnicos[1], el indicador meramente ilustrativo sirve precisamente para ello: ilustrar la delicada situación actual.

El corolario: un mayor peso del cuasifiscal en el déficit amplio

A raíz de lo comentado, el déficit cuasifiscal superará el 4% del PIB en el 2022 (proyectamos que se ubicará en un rango de 4,2% a 4,5%). Esto implica que el déficit nacional amplio (“Fiscal + Cuasifiscal + Provincias”) rondaría el 8,2% del PIB en 2022. De este modo, de cada $10 del rojo financiero del Sector Público en su totalidad, el Banco Central representaría más de la mitad (53%), marcando un deterioro frente a años anteriores (49% del total en 2021, 24% en 2020 y 42% en 2019).

Un mayor sesgo expansivo de la política fiscal complejizaría esta dinámica. Por esta razón -entre otras- el programa acordado con el FMI busca desmantelar paulatinamente el financiamiento monetario e ir reduciendo el déficit cuasifiscal. Con un BCRA haciendo el esfuerzo por subir la tasa para sostener la demanda de dinero frente a un stock de deuda remunerada ya elevado, es preciso reducir esta fuente de emisión a fin de contribuir a ir fortaleciendo su balance y mejorar la credibilidad y eficacia de la política monetaria. El cumplimiento de la meta de Reservas opera en el mismo sentido.

Reconstruir el mercado de deuda en pesos será igual de importante. En un marco de débil demanda de dinero, la reciente dinámica de emisión monetaria vía rescate de títulos puede ser transitoria, pero no permanente. Esta “huida hacia el menor riesgo” (desde títulos del Tesoro hacia BCRA) se ve reflejada en los datos: desde abril la proporción de deuda del Tesoro en los activos de los bancos viene achicándose en favor de una mayor porción de deuda remunerada.

Por otro lado, independientemente de esta migración del riesgo Tesoro al del BCRA, la crisis del mercado de deuda acentuó la exposición del sistema financiero al riesgo soberano consolidado (Central y Tesoro, figura que cobra sentido en un contexto de dominancia fiscal como el actual). Así, recuperar un normal financiamiento en el mercado doméstico será crucial no sólo para la integridad del programa acordado con el FMI, sino también para reducir la posibilidad de una propagación de un riesgo sistémico: la exposición del sistema financiero al desbalance financiero-cuasifiscal del soberano consolidado producto de un permanente desbalance fiscal original.

Comentarios finales

En el escenario actual, el abultado stock de pasivos remunerados acaba operando como una restricción que dificulta la transmisión y señalización de la política monetaria. Los intentos por fomentar el ahorro en moneda local vía de suba de tasas agravan las dinámicas cuasifiscales y, vía expectativa de mayor nominalidad futura, traen el efecto contrario al originalmente deseado. La emisión para sostener la demanda de títulos públicos y la participación cautiva de organismos públicos afines y del sector bancario termina empeorando la hoja de balance y aumentando la exposición del sistema financiero al riesgo soberano, lo cual a futuro deteriora la sostenibilidad de la deuda en pesos y su normal funcionamiento.

La solución de fondo al dilema planteado -que permita normalizar los mecanismos de transmisión de la política monetaria- seguirá requiriendo un ancla fiscal más sólida que permita acotar de forma creíble la dependencia del financiamiento monetario al Tesoro: reduciendo la “dominancia fiscal” el BCRA podría enfocarse mayormente en la estabilidad monetaria y financiera, generando las condiciones para que se incremente la demanda de moneda local y reduciendo consistentemente las expectativas de devaluación e inflación. En esta línea, la reducción del déficit fiscal y la reconstrucción genuina del mercado de deuda en pesos son condiciones necesarias para reducir las chances de un renovado QE que exija un mayor esfuerzo esterilizador.

Sin embargo, y al igual que lo que sosteníamos a finales de 2021, esta no será una salida inmediata. En el corto plazo el BCRA seguirá atrapado en la disyuntiva mencionada: aún con un abultado stock de deuda remunerada, seguirá siendo necesario que convalide nuevos aumentos de tasas en pos de moderar las presiones cambiarias e inflacionarias, a costa de afrontar un mayor pago de intereses cuasifiscales. Asimismo, con un mercado que sigue mostrándose cauteloso, la recuperación del financiamiento neto positivo en pesos seguirá siendo desafiante. Se agravan los dilemas de política monetaria.

[1] Caben destacar algunas deficiencias del indicador como, por ejemplo, por mencionar una simplemente, una reducción del financiamiento monetario del déficit que se traduzca en una compresión del stock de pasivos remunerados aliviaría estas dinámicas.

Monitor Cambiario Semanal- Sin devaluación

Dólar oficial

Dado que se decretó el viernes como feriado nacional, la semana cambiaria terminó el jueves con el dólar oficial en ARS 139. Este aumentó +0,98% en la semana y en el mes de agosto mostró una variación del +5,71% (96% TEA). Además, el BCRA no cedió frente a los rumores que circularon la semana pasada sobre una posible devaluación del orden del 50% para el 1° de septiembre y descartó un salto discreto, intentando dar señales de compromiso con el crawling peg y evitar así saltos discretos que repercutan negativamente en el nivel de actividad y precios.

Dólares financieros

Por su parte, los dólares financieros mostraron leves retrocesos en la semana. El blue lideró las caídas: -2,4% y cerró el jueves en ARS 285. El CCL (GD30) retrocedió 1,3% s/s y cerró ligeramente por debajo de los ARS 290, mientras que el MEP cayó 1,1% y cotizó ARS 281. De este modo la brecha canje rozó el 3%, en línea con la mediana del cepo actual (2,3%). En agosto, el blue retrocedió 2% mientras que el CCL y el MEP treparon +2% y +3%, respectivamente.

A pesar de las 16 ruedas con compras, el central termina agosto con ventas

El Central compró apenas USD 18 M en la última semana y cerró el mes de agosto con un saldo vendedor de USD 520 M (mientras que en el mismo mes del año pasado su saldo resultó nulo). Si bien ya lleva 16 ruedas comprador, lo cierto es que la autoridad monetaria presenta serias dificultades para acumular reservas y las metas del FMI lucen cada vez más inalcanzables. Dicha seguidilla de tímidas compras se debe en parte al menor pago de energía (USD 950 M aproximadamente en agosto) y a la mayor liquidación del agro (USD +3,2 bll, ligeramente por encima de julio-22 y agosto-21). En este sentido, el viaje que Massa emprende hacia Estados Unidos donde llevará a cabo reuniones junto a Kristalina Georgieva y empresas petroleras es de gran importancia para negociar e intentar obtener nuevos “dólares frescos” que permitan amortiguar la crítica situación actual de las reservas netas. Además, ya que venció el “dólar soja”, estamos a la espera de nuevas medidas por parte del Gobierno para incentivar la liquidación del agro (surgieron rumores de un nuevo dólar soja a ARS 200 durante algún período determinado).

No descomprime ROFEX

Si bien es cierto que el BCRA tiene como objetivo evitar una devaluación abrupta, la situación crítica de las reservas y la evolución de la inflación generó mayores expectativas de devaluación y en los precios de dólar futuro el dólar a diciembre ya es 6% mayor al promedio de julio. De esta forma, al 1/9 el dólar a fin de año cotizó en ARS 192,5.

El mercado de futuros sigue pricieando una devaluación. Las tasas implícitas comenzaron septiembre con máximos de casi 190% TEA en el segundo contrato. En términos absolutos el mercado de futuros descuenta un salto discreto del dólar oficial del 8% en septiembre y 10% en octubre, variaciones mensuales que hasta fin de año no descienden del 7%. Esto claramente indica que el mercado descuenta un salto discreto del dólar oficial, evento que el Central intentará evitar a toda costa.

 

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La Recaudación mostró una caída real por primera vez en dos años

La recaudación tributaria cortó una racha de 23 meses consecutivos creciendo en términos reales y evidenció una caída superior al 3% i.a. en agosto. De esta manera, la recaudación se ubicó un 8% por debajo de su promedio real en los últimos 3 meses. Dicha dinámica fue producto tanto de una fuerte reducción en los tributos vinculados al Comercio Exterior, como de una moderación en la evolución de los tributos vinculados a la actividad económica, los ingresos y la Seguridad Social.

No obstante, buena parte de la caída podría verse explicada también por una elevada base de comparación, dado que en 2021 agosto y diciembre fueron los meses en los que la recaudación mostró sus mayores valores en términos reales, donde para el octavo mes del año entraron en juego los elevados ingresos por retenciones, Bienes Personales y Ganancias.

Con estos números, la recaudación tributaria acumulada en lo que va de 2022 superó los $11.600 miles de millones, mostrando un crecimiento real del 5,6% contra el mismo periodo para el año 2021. A su interior, cerca del 68% de lo recaudado corresponde a impuestos, mientras que otro 22% se explica por la seguridad social y el 10% restante por el comercio exterior.

¿Cómo fue la dinámica al interior de la recaudación en agosto?

Volviendo al último mes, la dinámica al interior de la recaudación es bastante heterogénea. En primer lugar, cabe recordar que el IVA y el Impuesto a las Ganancias representan más del 50% de la recaudación tributaria, razón por la cual el análisis de su evolución es fundamental para explicar el panorama fiscal.

Por un lado, pese a que el Impuesto a las Ganancias mostró una marcada moderación en su crecimiento (pasó de promediar un 27% i.a. en los últimos meses a apenas un 2,4% i.a. en agosto), se ubicó en niveles similares al mes previo y mostró el mejor agosto desde 2015 en términos reales. Por otro lado, el IVA no sólo evidenció una desaceleración en su incremento (creció poco más de un 5% real i.a. en agosto cuando promedió un crecimiento superior al 8% i.a. en los últimos 4 meses), sino que también cayó un 2,5% en términos reales al compararlo contra sus valores en el último bimestre. Consecuentemente, si bien la recaudación del IVA en agosto se mostró por encima de su valor para el mismo mes en 2021 y 2020, aún se ubicó por debajo de lo evidenciado en 2017, 2018 y 2019.

Del mismo modo, el Impuesto a los Créditos y Débitos redujo su ritmo de expansión interanual al crecer menos de un 3% real en agosto, cuando aumentó más de un 8% i.a. en julio y mostró una caída real del 10% contra su promedio en los últimos 2 meses. Paralelamente, salvo por los Internos Coparticipados (+9% real i.a.), el resto de los impuestos mostraron reducciones reales en su comparación interanual.

Por su parte, la recaudación por Seguridad Social también moderó su crecimiento, pasando de crecer casi un 5% i.a. real en julio a poco más de un 2% en agosto. De esta manera, se ubicó un 7% por debajo de su promedio mensual real para el primer semestre de 2022.

En cuanto a los Impuestos vinculados al Sector Externo, no sólo mostraron la mayor caída real de los últimos 7 meses al reducirse un 27% i.a. contra agosto de 2021, sino que evidenciaron el valor real más bajo desde diciembre del 2020. A su interior, continúa preocupando la dinámica de los Derechos de Exportación, que cayeron más de un 40% real en su comparación interanual y un 34% contra su promedio real en los primeros 7 meses del año. De tal forma, representaron poco más de un 5% de la recaudación en el mes cuando en agosto del 2021 explicaron casi el 9%.

Producto de esta dinámica, los recursos que perciben las provincias crecieron por encima de los que percibe la Nación. Esto último se debe a que, pese a la moderación en el margen, los impuestos continuaron mostrando una mejor performance que los ingresos vinculados al sector externo, cuyos montos no son coparticipables y se destinan en su totalidad a la Nación.

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Con vistas a los próximos meses, será crucial mantener un buen nivel de actividad para sostener los ingresos del fisco. Los tributos vinculados a la actividad económica representan cerca de 4 de cada 10 pesos recaudados, por lo que una reducción en su nivel tendría un fuerte impacto en la recaudación.

A su vez, también habrá que monitorear el desenlace de las negociaciones con los exportadores agrícolas en lo que refiere a la comercialización del remanente de granos. Si bien dicho conflicto está estrechamente vinculado a la oferta de divisas, su efecto en las cuentas públicas tampoco es menor.

En conclusión, pese a que todos los ojos están puestos sobre la dinámica del gasto público, no habrá que restarle importancia a lo que suceda en materia de recaudación en lo que resta del año, dado que una eventual reducción en los ingresos le exigiría al fisco recortar aún más las erogaciones para poder cumplir con la meta fiscal acordada con el FMI.

El IPC GBA Ecolatina trepó 6,7% en agosto

El IPC GBA Ecolatina subió 6,7% mensual en agosto, desacelerándose 0,8 p.p respecto al registro de julio. No obstante, la comparación interanual se aceleró y alcanzó 75,9% i.a., representando la cifra más alta desde enero de 1992 (76,0%). A su vez, acumuló 55% los primeros ocho meses del año.

Al interior del índice, los capítulos con mayor evolución fueron Equipo y mantenimiento del hogar (+9,4%), Atención Médica y gastos para la salud (+7,9%) y Alimentos y Bebidas (+7,4%). Por otro lado, los capítulos con menor variación fueron Esparcimiento (+3,5%), Indumentaria (+4,9%) y Transporte y comunicaciones (+6,6%).

Dentro de Alimentos y Bebidas -categoría que explicó 40% del aumento del nivel general- se destacaron los aumentos en Verduras (+16,7%), Fideos y pastas (+10,3%), Quesos (+9,3%), Fiambres, embutidos y conservas (+9,1%), Productos lácteos y huevos (+8,6%) y Frutas (+8,4%). Por el contrario, los aumentos más moderados se vieron en Carne Vacuna (+2,2%) -contenido por la caída del precio de la hacienda en el Mercado Agroganadero de Cañuelas- y en Comidas listas para llevar (+1,1%).

En cuanto a las categorías, Estacionales marcó 7,1%, donde sobresalieron las subas en Verduras y Ropa exterior, que fueron compensados por las caídas en los precios de servicios asociados al turismo. Por su parte, el aumento en Regulados fue de 6,2%, impulsado por los aumentos en trasporte público, combustibles y prepagas.

Por otro lado, el IPC Núcleo -que excluye Regulados y Estacionales- marcó 6,8%. De esta manera, se desaceleró 1,4 p.p respecto al registro de julio y creció 77,3% en la comparación interanual. De todos modos, el IPC Core se ubicó 2,1 p.p por encima del promedio mensual de los últimos 12 meses, dato que sugiere la perdurabilidad de una fuerte inercia inflacionaria. Al interior de esta categoría se encuentran los productos de Consumo Masivo, que treparon 7,3% en el séptimo mes del año (+62,9 i.a).

¿Qué esperamos?

Para septiembre, sumado al elevado arrastre que dejó la aceleración de la segunda parte de agosto (el IPC Ecolatina pasó de subir 6,2% en la primera quincena a 7,2% en la segunda) y a un sostenido crawling peg, impactarán puntualmente los aumentos en electricidad y gas, el aumento en la tarifa de subte (+40%) y de taxis (+30%); y los aumentos a empleadas domésticas y en los colegios de la Provincia de Buenos Aires. Así, el índice de septiembre se ubicaría cerca del 6% (+82% i.a.). De esta manera, los precios acumularían 65% en los primeros tres trimestres del año.

Para el resto del año, la reapertura de paritarias, un deslizamiento cambiario consolidado en niveles superiores a los meses pasados y los efectos de primera y segunda ronda que tienen los ajustes en tarifas y combustibles se combinarán para mantener a la inflación por encima del 5% mensual, frente a la falta de un ancla robusta para coordinar expectativas a la baja. Aún estimando esta leve desaceleración en los próximos meses, proyectamos que la inflación cerrará el 2022 con un piso del 92%.

El Déficit Comercial con Brasil continuó ensanchándose en agosto

El crecimiento de las importaciones desde Brasil continuó opacando el buen desempeño de las exportaciones hacia nuestro país vecino en agosto. Consecuentemente, el saldo comercial bilateral volvió a ser deficitario por octavo mes consecutivo. En números, con un flujo comercial que retomó los niveles de 2013 (USD 2.885 millones), el saldo comercial bilateral en agosto mostró un rojo de USD 255 millones, el segundo déficit mensual más elevado de los últimos 15 meses.

Por un lado, las exportaciones con destino a Brasil mostraron el tercer valor más alto de los últimos 9 años y el mejor agosto desde 2012. Las ventas al gigante latinoamericano volvieron a acelerar su crecimiento al incrementarse un 31% i.a. en el octavo mes del año (contra un 12% i.a. que mostraron en julio). De esta manera, superaron los USD 1.300 millones, ubicándose un 28% por encima del promedio para los primeros siete meses. En su composición, las ventas de vehículos (tanto para el transporte de mercaderías como para pasajeros) se incrementaron en su comparación interanual (+41%) y explicaron un 37% de las ventas a Brasil, totalizando poco menos de USD 490 millones.

Sin embargo, Argentina continúa mostrando escaso peso dentro de las importaciones de su principal socio comercial. Pese a haber mejorado levemente al comparar contra julio (pasaron de un 4,2% a un 4,7%), aún se encuentran por debajo del 5%, cuando en 2019 promediaban un 6% y a principios de los 2000 un 12%.

Por su parte, las importaciones desde Brasil continuaron creciendo a un ritmo elevado en agosto (un 40% i.a., prácticamente el mismo que en julio). De tal forma, su crecimiento interanual se ubicó casi 10 p.p. por encima del aumento las exportaciones. Cabe resaltar que únicamente en mayo las exportaciones crecieron a un mayor ritmo que las importaciones. En cuanto a montos, las compras desde Brasil totalizaron USD 1.570 millones, alcanzando el segundo valor más elevado desde abril del 2018 y situándose un 24% arriba del promedio mensual hasta julio. A su interior, se destacaron tanto los vehículos destinados al transporte de pasajeros como sus piezas y accesorios, que en conjunto sumaron más de USD 370 millones y representaron casi un cuarto de las importaciones, cuando para el mismo mes en 2021 explicaban el 18%.

Con esta dinámica, las exportaciones acumuladas hasta agosto aún continúan por debajo de los USD 8.500 millones (+19% i.a.), mientras que las importaciones ya superaron los USD 10.450 millones (+35% i.a.). En consecuencia, el saldo comercial bilateral acumulado en lo que va de 2022 muestra un rojo de USD 1.960 millones, el más elevado en los últimos cuatro años y más de tres veces el evidenciado para el mismo periodo en 2021 (USD 600 millones).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Hacia adelante, habrá que monitorear no sólo los factores de índole interna, como la continuidad de las restricciones a las importaciones, sino también a los eventos que ocurren en Brasil. Particularmente, será crucial seguir de cerca la dinámica electoral de la campaña presidencial y sus respectivos resultados, dado que sin dudas repercutirán tanto en la esfera financiera como en la real. Con respecto a este último punto, en los últimos meses el mercado ha venido ajustado al alza el crecimiento esperado para la economía brasileña en 2022 (por arriba del 2%), pero a la baja para 2023 (por debajo del 0,5%), lo que, si bien puede ayudar en el corto plazo, implica cierto pesimismo para nuestras exportaciones de cara al año próximo.

Por último, en los últimos 17 años únicamente en 2019 Argentina logró acumular un superávit comercial positivo con Brasil. La persistencia del déficit bilateral encuentra su explicaron en dos fenómenos. Por un lado, un estancamiento de las exportaciones argentinas, que fueron perdiendo representación en las importaciones de Brasil al pasar de promediar USD 14.700 millones entre 2008 y 2014 a poco más de USD 10.000 millones entre 2015 y 2021. Por otro lado, un elevado piso de las importaciones provenientes de nuestro país vecino, que en los últimos 16 años únicamente en 2019 y 2020 (en ambos casos con crisis mediante) se ubicaron por debajo de los USD 10.000 millones. Por lo pronto, 2022 apunta a repetir la misma historia que en los últimos años, con un rojo bilateral que volvería a rondar los USD 3.000 millones, levemente por debajo de los niveles de 2018.

Nuevo test superado por el Tesoro en agosto

Ante el compromiso de no solicitar asistencia monetaria al BCRA en lo que resta del año, el financiamiento neto en el mercado de deuda local emerge como el principal sostén del programa financiero en pesos del Gobierno.

En tal sentido, se comprende la decisión del Tesoro de canjear buena parte de la deuda que vencía entre agosto y octubre (en su mayoría en manos del sector público), con la intención de despejar el panorama de vencimientos en el corto plazo y ganar tiempo para mostrar resultados concretos en materia fiscal. Si bien el resultado de dicho canje fue sin dudas positivo en un contexto tan volátil como el actual, los montos publicados en BYMA difieren de lo anunciado oficialmente por el Gobierno, lo que indicaría que la adhesión de los tenedores de deuda no fue del 85% sino del 75%.

En este contexto, el desempeño del Tesoro en las licitaciones se situó en el centro de la escena en las últimas semanas, dado que sus resultados quedaron más expuestos al apetito de la demanda privada.

¿Cómo le fue al Tesoro en las licitaciones de agosto?

Como ya mencionamos en un informe previo, el Tesoro logró superar el primer test del mercado en la licitación del 11 de agosto al colocar deuda por poco menos de $183.000 millones. Sin embargo, cabe recordar también que el buen resultado encontró su explicación en los mayores rendimientos ofrecidos y los menores plazos convalidados por las autoridades.

Del mismo modo, en la licitación de esta semana el Tesoro captó más del triple de los vencimientos concentrados a fin de mes. En números, frente a vencimientos por casi $90.000 millones se colocó deuda por poco menos de $286.000 millones, alcanzando un financiamiento neto de $197.000 millones. Consecuentemente, el financiamiento neto acumulado en agosto superó los $212.000 millones a falta de la segunda vuelta, lo que implica un rollover mensual de casi 183%, únicamente superado por la tasa de julio (211%). Con estos valores, el financiamiento neto acumulado en lo que va de 2022 superó los $1.250.000 millones, con un rollover del 133% en los primeros 8 meses del año.

Con esta dinámica, y en línea con el compromiso de nula asistencia monetaria anunciado por el Ministro en lo que resta de 2022, por primera vez desde marzo el Tesoro cubriría completamente sus necesidades financieras con la colocación de deuda en el mercado doméstico.

Volviendo a la última licitación, en materia de composición el Tesoro logró que la deuda CER continúe por debajo de un tercio de lo adjudicado, un dato no menor teniendo en cuenta que en julio representó prácticamente la mitad. A su vez, dentro de la deuda a tasa fija, que representó el 70% de lo adjudicado, se destacó una nueva LEDE con vencimiento en diciembre (S16D2), que al captar casi $164.000 millones explicó 6 de cada 10 pesos en la colocación total pese a que se rechazaron más de un tercio de las ofertas.

¿Cómo fue la estrategia de las autoridades en la última licitación?

La estrategia implementada por la Secretaría de Finanzas el día lunes se encuentra en línea con la utilizada en la primera licitación del mes: rendimientos elevados e instrumentos con vencimiento en el corto plazo.

En cuanto a rendimientos, las TIRs convalidadas en las LEDES se situaron en un 95% para la letra con vencimiento en enero y en un 97,5% para la que vence en diciembre (en ambos casos por encima de los retornos en el mercado secundario para el resto de las LEDES), levemente por debajo del 98% que convalidó el Tesoro en la licitación previa, pero manteniendo aún un techo elevado en el corredor de tasas. Paralelamente, las autoridades volvieron a colocar instrumentos CER a una tasa positiva (+0,5% TNA) cuando en la última licitación habían logrado hacerlo a una tasa negativa, e incluso en el mercado secundario las TIRs de dichos instrumentos se sitúan en terreno negativo.

En materia de plazos, se evidencia una leve mejora con respecto a la licitación previa, pero también un acortamiento en los plazos al comparar con los últimos meses. Si bien tanto los instrumentos a Tasa Fija como los ajustables por CER mostraron un pequeño incremento en sus plazos de colocación, la historia es diferente para el agregado. En los meses previos, los bonos DLK con vencimientos más largos le permitieron estirar la duration de las licitaciones al Tesoro, algo que no ocurrió en el último mes dado que no se recurrió a dichos instrumentos. En números, el plazo promedio ponderado por monto (PPP – cantidad de meses que faltan para el vencimiento) de la última licitación se ubicó en 5,4 meses, cuando el 11 de agosto se colocó deuda con una duration de 3,8 meses. De esta manera, el PPP del total colocado en agosto roza los 5 meses cuando en julio fue de 8,6 meses y en el primer cuatrimestre del año promedió casi 11 meses.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

A pesar de que el canje logró aliviar el perfil de vencimientos para los próximos dos meses, el Tesoro aún debe hacer frente a compromisos por más de $520.000 millones entre septiembre y octubre (corriendo los valores en base a lo publicado en BYMA e incluyendo la LELITE de la última licitación). Dicho monto no es menor, teniendo en cuenta que:

1) El mercado de deuda local será la principal fuente de financiamiento para cubrir el rojo primario en lo que resta del año.

2) El Tesoro tendrá que testear en algún momento qué tan dispuesto está el mercado a tomar deuda con vencimientos posteriores a las PASO en 2023, lo que podría reducir el rollover en caso de no ofrecer opciones que resulten atractivas para el sector privado.

En este marco, todo parece indicar que pese a la reducción en los vencimientos con el canje y al buen desempeño mostrado en el último mes, las licitaciones del Tesoro seguirán estando bajo la lupa del mercado en el corto plazo. A su vez, dada la magnitud de los vencimientos acumulados en el último tramo del año, no descartamos en el Gobierno vuelva a optar por una operación de canje de deuda para postergar dichos compromisos hacia 2023.

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Empleo público y cuentapropismo, los líderes de la recuperación del empleo formal

¿Qué aspectos del mercado laboral se destacan en la recuperación de la economía?

La recuperación de la actividad económica en la salida de la pandemia también tuvo su correlato en la dinámica del empleo. Sin embargo, así como dentro de la primera las heterogeneidades al interior están todavía asociadas a la rama sectorial, en el caso del trabajo las distintas modalidades dieron más matices al panorama del mercado laboral.

En este sentido, se debe destacar lo ocurrido con el sector registrado. Según el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) los puestos de trabajo formales vienen creciendo al 4,6% i.a. durante los primeros cinco meses del 2022 -último dato a mayo-, habiendo superado el nivel alcanzado en 2019, incluso levemente en términos poblacionales (+0,4%). Respecto a esto último, cabe recordar que anualmente la oferta de trabajo (individuos que salen al mercado en búsqueda de ingresos) tiende a expandirse en cerca de un 1%.

En cualquier caso, las heterogeneidades comienzan al desagregar a este conjunto. Esta tendencia es impulsada por dos modalidades: asalariados públicos y cuentapropistas -monotributistas, autónomos y monotributistas sociales-. En el caso de los primeros, el crecimiento interanual es de casi 3%, pero se destaca por no haber exhibido números en rojo durante la pandemia. Tal es así que el crecimiento respecto a 2019 es de 2,3% por encima del crecimiento poblacional.

Si bien los cuentapropistas sí sintieron el impacto de la pandemia, la recuperación -apuntalada también por la regularización de la asistencia social vía monotributo- muestra un avance de casi 10,2% considerando también el aumento de la población desde 2019.

Sin embargo, el empleo de calidad continúa golpeado

De todo esto se desprende que, incluso pese a los buenos números del empleo asalariado formal del sector privado durante los últimos meses (promedia una suba de 3,8% i.a. en 2022), esta modalidad -típicamente asociada con el empleo deseable, de calidad y mayor productividad- es la que más ha sufrido en los últimos años. En este sentido, si contemplamos también el avance poblacional, el deterioro es de casi 4% respecto a 2019 en los primeros cinco meses del año. Vale destacar que las medidas tendientes a proteger el empleo durante los meses de restricciones más severas han ayudado a que este desplome no sea mayor, aunque pagando un costo en términos de ingresos laborales: el salario real del sector privado cayó 1,5% en promedio en 2020.

Bienes vs Servicios

Dentro de esta modalidad también se puede observar parte del camino de la post-pandemia. Hasta el relajamiento de la gran mayoría de las restricciones a mediados del año pasado, el empleo en Bienes (4,7% i.a) había crecido más que aquel asociado a los Servicios (recién en mayo arrojó una variación interanual positiva). Sin embargo, mientras que en términos de actividad se revirtió esta tendencia, esto no ocurrió en términos del empleo: hacia mayo los Bienes experimentaron una suba de 4,7% i.a., contra la expansión de 3,3% i.a. de los segundos. Esta dinámica responde a la Construcción -un sector que estuvo fuertemente afectado por las restricciones a la movilidad-, que incrementó 16% i.a. su nómina de trabajadores formales. No obstante, si comparamos la dinámica respecto a 2019, el deterioro per-cápita del empleo formal es más pronunciado en los sectores productores de Bienes (-4,5% vs -3,4%).

Dado el peso específico de la Industria y del Comercio en nuestra economía y el rol que jugaron en la recuperación de la actividad durante 2021, vale la pena echar un vistazo hacia dentro de los mismos. El empleo industrial crece este año a un ritmo de 3,1% i.a., por debajo del comercio, que lo hace al 3,7% i.a. Sin embargo, la mejor performance relativa durante todo 2021 de estos sectores los ubica mejor que el promedio a la hora de realizar la comparación con la pre-pandemia: están 1,4% y 2,6% por debajo si tenemos en cuenta el crecimiento de la población. De este modo, no solamente la economía en general fue traccionada por el entramado industrial y los diversos incentivos al consumo -que también estimulan al comercio-, sino que también tuvo un impacto positivo en el empleo formal.

Este análisis del mundo laboral formal refleja ciertos matices que los números agregados esconden: desde 2020, el empleo público y el cuentapropismo han sido los baluartes del crecimiento del empleo. Si bien el empleo asalariado del sector privado muestra cierto vigor en los últimos meses, una mirada de mediano plazo lo muestra todavía muy por debajo de sus capacidades. Sin embargo, esto no debería sorprender: la economía se encuentra 0,2% por debajo del nivel per-cápita de 2019 y la incertidumbre actual, desencadenada en la esfera financiera, pero trasladándose a la economía real afectando las decisiones de consumo e inversión, impone un techo al crecimiento del empleo de calidad.

 

¿Y qué sucede con el empleo informal?

Indudablemente, los trabajadores no formales han sufrido el mayor golpe de la pandemia. Esencialmente, las rigideces del mercado laboral favorecen a los trabajadores registrados y hace pagar el costo del ajuste a quienes están fuera del circuito formal y, en general, tienen menos recursos económicos.

Si bien aún no se disponen de datos para el total del país, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) -que cubre aproximadamente dos tercios de la población con foco en la población urbana- resulta una referencia ineludible. Una inspección de los últimos datos arroja lo previsto: este sector fue el más afectado en términos de ingresos, pero al mismo tiempo lideraron la recuperación en términos de empleo. En este sentido, por la necesidad de no quedar inactivos ante la fuerte aceleración inflacionaria, se reincorporan al mercado laboral bajo esta modalidad. Con los últimos datos disponibles, se puede observar que con relación al primer trimestre de 2019 subieron 3,2% teniendo en cuenta el crecimiento poblacional, y 6,4% en términos absolutos.

Conclusiones finales

Si bien todavía solamente tenemos datos para los primeros tres meses de 2022, la tendencia no parece haberse modificado en la actualidad. De verificarse esta hipótesis, observaríamos que en los últimos tres años el empleo asalariado en el sector privado -tanto formal como informal- migró al cuentapropismo y al sector público.

Sin embargo, la absorción de estas modalidades podría no haber sido suficiente y estar incubando un efecto desaliento. Una pista de esta dinámica es que la Población Económicamente Activa (compuesta por la población que se encuentra buscando un empleo o posee uno) creció solo 0,5% entre 2021 y 2019, por debajo del crecimiento poblacional, una tendencia que se mantuvo en el primer trimestre de este año. La debilidad del sector privado para crear empleo puede estar detrás de este comportamiento, teniendo en cuenta que en el mundo formal queda escaso margen para que el empleo público y cuentapropista se mantenga en aumento.

Monitor cambiario semanal

Dólar oficial

En la semana el dólar oficial avanzó 1,2% y cierra el viernes en ARS 137,65. Muestra una variación del 5,69% TEM MTD (vs 5,02% en las mismas ruedas de julio). Así, crawling peg mediante, el BCRA depreció 34% en lo que va del año (12,2 p.p. por detrás de la inflación acumulada y en agosto correría 0,51 p.p. por debajo de nuestra estimación del 6,2% de inflación).

Dólares financieros

En las últimas 5 ruedas los dólares financieros mostraron leves retrocesos.  El CCL cae 4%, mientras que el MEP 3% y el Blue 1%, y se ofrecen al viernes en ARS 284,8, ARS 284,2, y ARS 292, respectivamente. Así, estas correcciones a la baja compensaron el moderado salto de la semana anterior. En lo que va del mes, las variaciones fueron del 3,1% para el MEP, -0,8% para el CCL y -1,4% para el Blue. En el año acumulan subas del 43%, 42% y 40%, respectivamente.

Las brechas financieras se mantienen cómodamente por encima del 100% (en la semana la brecha del CCL promedió 114% y cierra en 107%). Desde octubre y noviembre 2020 que la economía no registraba dos meses consecutivos de brechas promedio mensuales por encima del 100%.

En la última semana, el canje entre el MEP y el CCL promedió un 1,9% (cierra la semana en 0,2%). Todavía está muy lejos de los momentos de overshoot del tipo de cambio (como septiembre/octubre 2020 y noviembre/diciembre 2021 donde superó el 10%). Así, estos niveles de entre 2% y 3% están en línea con el nivel promedio y la mediana del canje desde que se instauró el cepo actual (2,6% y 2,3% respectivamente). Solo un 10% del tiempo el canje fue superior al 5,6%, indicio generalmente de overshoots del tipo de cambio. Lejos está el nivel actual de esos rangos.

Similarmente, si analizamos la evolución del M3 privado y del CCL desde que se instauró el cepo actual, indicador que ha sido de gran utilidad para predecir períodos de under y overshoot, actualmente no observamos ninguna de las dos características. Es decir, se da un fenómeno similar que con lo que sucede con la brecha del canje. Particularmente, aunque habría un mínimo indicio de undershoot (en torno al 2%-3% respecto de la liquidez amplia de la economía), entendemos que dicha cifra es despreciable. Así, en el corto plazo el CCL encontró un cierto equilibrio con los pesos de la economía. Lamentablemente, un equilibrio que en ojos del 2022 representaba la máxima brecha de crisis, niveles hoy normalizados.

BCRA: racha compradora

El BCRA ya lleva 12 ruedas comprador (+USD 304 M), logrando acumular USD 163 M esta semana. La última vez que mostró esta racha fue en octubre de 2021 y en esa ocasión la acumulación fue de USD 768 M en 14 ruedas. Sin embargo, en lo que va del mes viene USD -533 M y en lo que va del segundo semestre USD -1.817 M. De esta forma, durante julio- agosto el Central muestra una performance muy inferior a la del mismo período en 2021, donde acumuló USD 912 M.

Si bien la racha compradora no deja de ser noticia positiva, el volumen comprado es realmente bajo y la situación es crítica. Todas las distintas métricas de reservas netas líquidas (brutas netas de encajes, swaps, repos y oro) siguen siendo negativas (sea con DEGs, sin DEGs y/o descontando SEDESA y ALADI).

Según nuestras estimaciones, con datos al 24/8 bajo la métrica del FMI (valuando las reservas a precios constantes), el BCRA pierde USD 982 M en el acumulado anual. Para no incumplir con la meta, a fines de septiembre el Central debería mostrar una acumulación anual de reservas netas de USD 4400 M (métrica FMI). Es decir, el gap hoy es de USD 5.382 M. Esto implicaría que el Central debería acumular prácticamente USD 200 M por día de no hacer uso de algún ajustador (OFI, Club de París, por ejemplo). En perspectiva, la cifra luce muy desafiante: históricamente el BCRA acumuló USD 1 M por día en el segundo semestre (la cifra es negativa para períodos de cepo).

Liquidación del Agro

En los primeros 4 días de la semana el Agro liquidó USD 756 M y en agosto ya ofreció USD 2,8 bll. En los últimos 2 meses liquidó -8% vs julio-agosto 2021 y en el año ofrece USD 25,1 bll. La creación del mal llamado “dólar soja” no tuvo efecto alguno sobre las liquidaciones (aún). En las últimas 20 ruedas el Agro liquidó casi USD 3 MM, una cifra históricamente alta (aunque en línea con los USD 3.049 M que aportó en agosto 2020).

Depósitos

Respecto a los depósitos en dólares, observamos que continúa el goteo: en los últimos 2 meses los mismos se contraen 7% y se ubican en USD 14.553 M, USD -838 M que el stock promedio de depósitos en USD del primer semestre.

Reservas vs importaciones

A partir de un análisis histórico de las reservas netas y del nivel de importaciones, se ve que la situación actual es la más crítica desde la salida de la Convertibilidad y supera otros momentos de tensión como diciembre 2015 (sin contemplar la exposición patrimonial del Central a operaciones de futuro, desde ya). En este sentido, actualmente las reservas netas representan tan solo 11 días de importaciones (la décima parte del promedio histórico post-Convertibilidad). A lo largo de todo 2021 representaron 1,2 meses (2,3 meses promedio 2020). Ciertamente incide también el elevado nivel de importaciones: base caja las importaciones de bienes y servicios del primer semestre del 2022 ascendieron a USD 42.950 M (+43,2% vs el primer semestre del 2021). Cabe aclarar que la baja base de comparación de las importaciones de servicios (turismo y fletes principalmente) de 2021 afecta la dinámica. Contemplando solo importaciones de bienes, las del 1S 22’ fueron un 29,9% superiores a las del 1S 21’ (USD 35,4 MM vs USD 27,3 MM).

Reservas y encajes

Según nuestras estimaciones, el ratio de cobertura de las reservas netas (aun contemplando el pleno uso de los DEGs y ventas a cuenta del stock de oro), un indicador de acidez que intenta exponer el nivel de cobertura que tienen los encajes en el activo del Central, ya es negativo por más de un 40%. En ningún momento de la gestión actual se observó dicho deterioro en la posición de reservas.

 

Todos estos conceptos se abarcan con más detalle en el Informe Financiero Semanal, exclusivo para suscriptores del Módulo Financiero de Ecolatina.