¿Cómo arrancó la construcción en 2021?
El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró un marcado crecimiento del 23,3% i.a. en enero, registrando el tercer avance interanual consecutivo luego de dos años en terreno negativo. Por su parte, en términos desestacionalizados la actividad creció 4,4% frente a diciembre, mejorando por quinto mes al hilo y llegando al mayor nivel desde septiembre de 2018.
De esta forma, el sector sostiene la reactivación que comenzó a tomar fuerza en los últimos meses de 2020, la cual le ha permitido colocarse casi 30% por encima de los niveles pre-pandemia y perfilarse como uno de los protagonistas de este 2021. ¿Qué factores explican la magnitud de esta recuperación? ¿Cuán sostenible es? Veamos.
Drivers de la auspiciosa perfomance del sector
Una brecha cambiaria persistiendo en niveles altos (promediando 80% en enero) y un costo de construcción en dólares que se mantiene en mínimos históricos (-55% respecto a los máximos de 2017, medido al dólar blue), ineludiblemente aportan atractivo inversor en el sector. Esto se materializa a través de refacciones o ampliaciones en el hogar como opción de ahorro por parte de las familias, incluso en un contexto donde el precio de los materiales subió cerca de 10 p.p. por encima de los salarios en los últimos 12 meses.
Pese a este efecto provocado por el “cuello de botella” que reúne la mencionada demanda de los hogares, el regreso a la actividad de obras que habían estado frenadas durante varios meses y el acopio de materiales por parte de desarrolladores ante el temor a una devaluación; los despachos de cemento en bolsa crecieron 18,2% i.a. en enero, sumando ocho meses en terreno positivo.
Adicionalmente, el relajamiento de las restricciones sanitarias habilita una paulatina mejora en el desarrollo de obras privadas y en el número de empresas activas, que creció 7,5% en los últimos tres meses pero en enero todavía se mantenía 15% por debajo de un año atrás. Por otro lado, los despachos de cemento a granel exhibieron en enero su tercer incremento interanual consecutivo (+21% i.a.) luego de atravesar 15 meses en baja, a la vez que los despachos de hormigón elaborado (+29% i.a.) y los envíos de hierro y aceros para la construcción (+30,2%) aceleraron su crecimiento en el primer mes del año.
Esta tendencia también permite apuntalar el empleo en el sector. Si bien se conoció que 2020 cerró con una caída del 22% i.a., hacia diciembre los puestos de trabajo registrados continuaron con una tendencia de recuperación.
Finalmente, la reactivación de la obra pública va consolidando su dinamismo, tras varios meses de virtual inactividad. Según el relevamiento de Construar, en el primer bimestre fueron licitadas obras en todo el país por casi ARS 100.000 millones, superando ampliamente los ARS 15.000 registrados en el mismo lapso de 2020, aún antes de la pandemia. Además, frente a reducidas bases de comparación, los despachos de asfalto saltaron 35,7% i.a. en enero (cuarto mes en crecimiento), mientras que los gastos de capital del Gobierno Nacional se duplicaron en el primer mes del año (+112% i.a. en términos reales), sumando tres meses en expansión.
¿Qué esperamos para este año?
La recuperación en “V” que experimentó la demanda de insumos del sector durante los últimos meses dejó un más que relevante arrastre estadístico en torno al 30% de cara a este año. Asimismo, los primeros indicadores de febrero dan cuenta de la auspiciosa dinámica que mantiene la actividad.
El Índice Construya expuso un alza del 25,2% i.a. en el mes, marcando el mejor febrero en siete años, mientras que los despachos de cemento crecieron 18% i.a.. Sumado a esto, tiende a fortalecerse el sesgo positivo de la confianza de las empresas, mientras que la superficie involucrada en los permisos para obras privadas retoma de a poco niveles pre-pandemia.
Los drivers que vienen apuntalando la actividad se mantendrán vigentes en 2021, erigiendo a la construcción como uno de los pilares de la recuperación post-pandemia. Por un lado, la continuidad del cepo junto a una brecha cambiaria en niveles altos mantendrá el incentivo a volcar ahorros al “ladrillo”, a la vez que menores restricciones a la actividad seguirán favoreciendo la reanudación de las obras de mayor magnitud. En este sentido, se debe destacar la aprobación del régimen de incentivos -fiscales y blanqueo de capitales- para promover las inversiones en la construcción que estima alcanzar una exteriorización de capitales cercana a los USD 5.000 millones.
A su vez, en el año electoral se afianzará el crecimiento de la obra pública, con gastos de capital del Gobierno Nacional que esperamos se expandan en torno al 50% i.a. en términos reales este año.
Los potenciales riesgos que enfrenta la actividad provienen de un resurgir de los casos COVID-19 que obligue a restringir la actividad o un salto cambiario, eventos que no prevemos sucedan en el corto plazo. Asimismo, pese a lo mencionado anteriormente, el poder adquisitivo del salario seguirá deprimido y el acceso al crédito hipotecario limitado, factores que se sumarán a la demora en las aprobaciones de proyectos de obra en el marco de la pandemia/cuarentena y a posibles problemas de abastecimiento de insumos como impedimentos para un mayor despegue de la actividad.