¿A quienes afectó más la continuidad de la crisis?
El INDEC publicó información referida a la distribución del ingreso para el IV Trimestre de 2019, por lo que podemos tener una imagen algo más completa de la situación de los distintos grupos sociales a lo largo del año pasado.
Lo primero que se destaca es el significativo deterioro en los indicadores de los deciles más bajos. El ingreso real familiar per cápita cayó en promedio casi 12% i.a. en el 40% de la población de menores ingresos. Este retroceso se reduce en la medida que nos movemos a los deciles de más ingresos, llegando a una contracción media inferior al 6% i.a. en el caso del 20% de mayores ingresos.
Esta tendencia se relaciona con dos cuestiones. En primer lugar, se vincula con el hecho que las familias de menores recursos tienen más hijos, que al no aportar ingresos adicionales, agudizan la caída del poder adquisitivo por persona en esos hogares. Este efecto es uno de los factores detrás de la elevada pobreza en menores de 14 años y justifica los esfuerzos en la AUH, que junto a la monto de la Tarjeta Alimentaria, representan una significativa parte de los ingresos de estas familias. De hecho, el deterioro del poder de compra de los sectores más bajos habría sido mayor, si los ingresos no laborales (asignaciones, jubilaciones mínimas) hubiese crecido en línea con el resto de los ingresos: este segmento “solo” cayó cerca de 2% i.a. durante el año pasado, producto del significativo aumento de la AUH en marzo de 2019 (+46%, tras el adelantamiento de los aumentos por movilidad del resto del año), que permitió una mejora en la comparación interanual respecto a la inflación en gran parte del año.
En segundo lugar, la menor caída del ingreso real en los sectores de más altos de la pirámide es un reflejo del mercado laboral: la mayoría de los ingresos laborales de la clase baja provienen de empleos no registrados (en los cuatro primero deciles los asalariados informales casi duplican los formales) que no garantizan algún tipo de cobertura ante la inflación, especialmente en un contexto recesivo. En cambio, en los sectores más altos, la relevancia del empleo formal crece y, a través de las paritarias, pueden morigerar la caída del poder adquisitivo.
Por otro lado, vale destacar que los datos sugieren una tendencia inversa en lo que refiere a actividades cuentapropistas (formales e informales): si se observa el ingreso individual (asalariado, cuentapropista, o no laboral) el deterioro del poder adquisitivo resulta más uniforme para toda la sociedad de lo que resulta si miramos únicamente a quienes se encuentran trabajando en relación de dependencia.
En resumen, los ingresos no laborales redujeron el deterioro de la capacidad de compra de los sectores más bajos y los ingresos de los asalariados privados permitieron un poco más de estabilidad en los deciles de mayores ingresos. Esta dinámica se da porque los ingresos de los cuentapropistas también mostraron una pobre performance el año pasado
¿Qué podemos esperar para este año?
Al comienzo del año, algunos indicios nos sugerían que los ingresos no laborales iban a tener un mayor fortalecimeinto en los sectores mas bajos, producto de la suspensión de la fórmula de movilidad -lo que perjudica a jubilados de mayores ingresos- y el otorgamiento de sumas fijas a los jubilados con menores haberes y a los perceptores de asignaciones universales. Asimismo, el incremento salarial otorgado por el gobierno a asalariados formales impactaría en mayor medida en los sectores más bajos, pero el efecto neto todavía quedaba inconcluso, todavía con las paritarias por resolver.
Sin embargo, la situación actual echó por la borda cualquier análisis previo. El aislamiento social obligatorio impide que la gente realice sus actividades normalmente, algo que afecta especialmente a los trabajadores informales que no pierden su fuente de ingreso si no trabajan. Esto impactaría en mayor medida en los sectores más bajos, a lo que también se sumaría a una cantidad significativa de puestos de trabajo formales que podrían perderse en tanto las economía no comience a funcionar normalmente, como puede ser el caso de empleados de la construcción o de comercios.
El efecto a lo largo del año dependerá no sólo de la duración de la cuarentena sino también de si la economía logra una recuperación en “V”. Sostener el aparato productivo evitando cierres masivos es fundamental para que esto suceda, por lo que los esfuerzos en este sentido tienen un impacto en la sociedad que excede cualquier asistencia a trabajadores o empresas. Una vez resuelta la situación sanitaria, una crisis social está a la vuelta de la esquina sino se revierte rápidamente la parálisis de la economía.