Política

La extrema polarización anticipa el balotaje a agosto

Cerrada la etapa de la oficialización de las candidaturas, la configuración final del escenario electoral presenta una oferta altamente concentrada en dos grandes espacios que lentamente van polarizando la demanda y centrifugando al centro político. Luego de que ambos polos (oficialismo y kirchnerismo) lograran desarticular la potencial oferta de centro, incorporando actores de la tercera vía en sus ofertas (Pichetto por el oficialismo y Massa por el frente opositor), y polarizar así la oferta, llega el momento de la polarización de la demanda: aquellos electores que habían mostrado cierta expectativa sobre la conformación de una alternativa distinta a Macri o a Cristina, empiezan a aceptar con resignación que deberán elegir entre lo menos malo. De esta manera, los desencantados de la grieta se transformaron en los desencantados de la tercera vía, que sin una alternativa potente y competitiva a la grieta, vuelven a posicionarse en función de lo que más rechazan, más que en virtud de lo que más los seduce.

Para ponerlo en números, si se sumaba la intención de voto de Mauricio Macri en abril y la de una eventual Cristina Kirchner candidata, la suma daba 64,7%. En mayo, la intención de voto acumulada entre esas dos ofertas electorales era 68,8%. Y en nuestro último relevamiento de junio (28/06), ambas ofertas (ya con Alberto Fernández como candidato) se combinan para un 76,5% de intención de voto.

En términos hidráulicos, este proceso de polarización de la demanda ha elevado la cota de apoyos a un nivel que ubica a los espacios en torno al 40% de la intención de voto, provocando un cambio sustantivo en la dinámica electoral: la posibilidad de que alguno de los dos espacios logre sumar 45% de los votos en octubre dejó de ser cero. La probabilidad de un triunfo en primera vuelta empieza a ser una opción, sobre todo para el frente opositor (Frente de Todos) que es quien viene mostrando una diferencia a su favor de cara a las Primarias de más de 4 puntos según nuestro último relevamiento (Synopsis 28/06).

Como consecuencia de ese cambio en la dinámica, al oficialismo la Primaria dejó de serle útil para ordenar el voto estratégico (voto útil). El Gobierno no veía con preocupación el hecho de compartir junto con otras candidaturas (Espert, Gómez Centurión y en menor medida Lavagna) el electorado que rechaza el regreso del kirchnerismo al poder, porque creía que luego de la PASO ese electorado se iba a reubicar apoyando al espacio que esté en mejores condiciones de ganarle a la fórmula Fernández-Kirchner.

Pero frente al riesgo de perder la Primaria y de que el frente opositor quedase a tiro del 45%, el oficialismo empieza a necesitar lograr una más eficiente concentración del voto anti K en la Primaria para reducir la diferencia con su rival y no favorecer un escenario que pudiera instalar la sensación de que la oposición se encamina a un triunfo en octubre, sobre todo por los efectos que ese escenario podría tener sobre las expectativas económicas, y consecuentemente sobre el dólar. Es por ello que la posibilidad de que Espert no pueda competir por las dificultades legales de su frente es una gran noticia para el oficialismo.

Las expectativas sobre el resultado de las PASO determinarán su impacto hacia la Elección General

El resultado de la PASO puede tener un impacto decisivo en la dinámica si profundiza la posibilidad de un triunfo opositor en primera vuelta. Si bien se descuenta que el Gobierno puede perder la Primaria, si el Frente de Todos (opositor) obtiene más del 40% de los votos y le saca una ventaja importante (mayor a 5%) al oficialismo, el efecto “carro del vencedor” (la creencia de que ese Frente ganará la elección) podría impulsarlo para obtener lo que le falte para llegar al 45%. Si el oficialismo lograra reducir la ventaja y emparejar los apoyos, podría neutralizar este efecto y aumentar la posibilidad de que la disputa se prolongue a una segunda vuelta, donde el oficialismo confía en juntar todo el voto que rechaza al regreso del kirchnerismo al poder. En definitiva, es una carrera para ver quien logra concentrar más rápido y más eficazmente alguno de los dos bloques de votantes: el bloque de votantes anti Macri, que parece estar bastante concentrado en el Frente de Todos, y el bloque de votantes anti K, que se muestra más disperso y que el Gobierno pareciera solo lograr juntarlos a todos en una segunda vuelta.



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