Terminó el año 2018 y la evaluación de los resultados de la gestión del presidente Piñera, en el primer año de su segundo gobierno, es positiva, aunque no ha estado exenta de dificultades en lo político. La economía creció a una tasa de 4%, más que duplicando el registro de 2017 (1,5%) y el promedio de los cuatro años anteriores (1,7%). La inflación se mantuvo bajo control (2,6%), situándose algo por debajo de la meta del Banco Central (3%) por tercer año consecutivo. El desempleo subió levemente de 6,7% a 6,9%, con un escaso dinamismo del empleo, pero hay dudas significativas, planteadas por el Banco Central, respecto de la validez de estas cifras, obsoletas por estar ancladas en el censo de 2002 y la significativa llegada de inmigrantes recientemente. Las cuentas externas se mantienen sólidas, con una recuperación importante de las exportaciones, aunque el superávit comercial se redujo y creció el déficit de cuenta corriente. El tipo de cambio, que experimentó una marcada volatilidad durante el año, bajó 1,2% en promedio y el déficit fiscal se redujo.
Las perspectivas para el año que se inicia apuntan, en lo esencial, a la mantención de resultados similares a los de 2018. Que estos resultados se concreten o no dependerá, en parte, de la evolución del escenario internacional y los diversos conflictos geopolíticos y económicos ampliamente conocidos, pero de manera fundamental de los acontecimientos internos. En particular, si la recuperación de la inversión se consolida y mejoran las condiciones en el mercado del trabajo, permitiendo un fortalecimiento del consumo, será posible mantener tasas de crecimiento similares a la alcanzada el año pasado, bajar el desempleo y el déficit fiscal y mantener la inflación aunque, probablemente, con un déficit de cuenta corriente algo más elevado.
Que lo anterior sea posible depende mucho de factores políticos. El año pasado fue muy complicado por los problemas en el ejército (desfalco) y carabineros (desfalco, presentación de evidencias falsas y asesinato de un comunero mapuche) que forzaron al gobierno a despedir a la mayor parte del alto mando de ambas instituciones y a asumir un importante costo político. Problemas de responsabilidad del gobierno, por otro lado, forzaron a un prematuro ajuste en el gabinete y un muy lento avance en las propuestas de reforma, que se ha traducido en un deterioro de las expectativas, que suponían una mayor capacidad de ejecución por parte de las autoridades.
Este año debe definirse la reforma tributaria, enviada hace varios meses al Congreso, que enfrenta un complicado camino para su aprobación. Próximamente debe enviarse el proyecto de reforma previsional, cuyos elementos centrales ya han sido anunciados y son considerados insuficientes por diversas razones. El aumento en la tasa de cotización de 10% a 14% es insuficiente y deberá elevarse nuevamente en el futuro. La mejora en el pilar solidario es considerada como pobre por la oposición y no tiene financiamiento claro (el crecimiento dice el gobierno), la edad de jubilación se mantiene, aunque es solo referencial y se obliga a cotizar a los independientes. Menos se sabe de la propuesta de reforma de la salud, de la que se han esbozado algunos lineamientos, y de la reforma laboral, que pretende mejorar algunos de los defectos de aquella aprobada a fines del gobierno anterior y enfrentar algunos de los desafíos para el mercado del trabajo que presenta el cambio tecnológico.
Como se puede ver, se trata de una agenda muy ambiciosa y para la que existe un horizonte muy corto para su aprobación, esencialmente sólo este año. En 2020 el país ingresa en modo electoral, ya que deben realizarse las elecciones municipales y las primeras de gobernadores regionales, en lo que comienza un proceso de entrega gradual de autonomía a las regiones de Chile, descentralizando el ejercicio del poder, hoy firmemente concentrado en Santiago. En 2021, por otro lado, corresponde la realización de las elecciones presidenciales y parlamentarias, que concluyen con el cambio de gobierno en marzo de 2022. Todo esto puede parecer muy lejano, pero define decisivamente los tiempos políticos desde ahora y la capacidad del gobierno de ejecutar su programa.