Se terminó el 2018 y será un año que quedará para el olvido. Dejando atrás el pasado y tratando de dilucidar el futuro inmediato, es relevante analizar el escenario macroeconómico esperado para el 2019 y el efecto que este tendrá sobre diversos sectores de la economía argentina. El próximo año estará caracterizado por una economía anémica, que en el mejor de los casos logrará una reactivación levemente superior al 1% entre fines de este año y fines de 2019, pero que no será suficiente para recuperar el terreno perdido durante el 2018. De todas formas, la actividad promediará el año que viene una caída del 1,2% anual, producto del arrastre negativo que deja el 2018. Al mismo tiempo el desempleo ascendería al 10% promedio (1 punto porcentual más que en 2018) y el salario real retrocedería 1,2% anual en el promedio. Paralelamente, es esperable un tipo de cambio más depreciado y una menor inflación, aunque con los vaivenes propios del proceso electoral. En este contexto, el 2019 dejará un desempeño desigual de los sectores: algunos ganadores, otros en amarillo y varios con las luces en rojo encendidas.
Las ramas de actividad destinadas principalmente al mercado interno serán las más afectadas ante el débil poder adquisitivo y el magro desempeño del mercado laboral. Dentro de este grupo se destaca lo referido a consumo masivo, la industria textil y edición e impresión. A ellos se suma electrodomésticos, el cual experimentará un nuevo año en rojo, afectado también por la falta de financiamiento, herramienta clave para las ventas del sector.
Paralelamente, el sector de la construcción y sus actividades conexas (inmobiliaria, minería no metalífera, etc.) no estarán exentas del frágil contexto macroeconómico. Si bien fue uno de los rubros que más tardó en responder ante la coyuntura actual, su caída se acentuaría en el primer semestre de 2019 como consecuencia de la drástica retracción del poder adquisitivo en dólares, el encarecimiento y menor disponibilidad de crédito y la incertidumbre que obliga al mercado a adoptar actitudes precautorias. Asimismo, el retroceso del Estado Nacional en materia de inversión en infraestructura frente a una meta fiscal más exigente y el congelamiento de los proyectos de Participación Pública Privada, acentuarán la caída del sector.
Por otra parte, las economías regionales sufrirán el encarecimiento de sus insumos (gran parte de ellos dolarizados) en un contexto en el que el precio de venta en el mercado interno probablemente no pueda mantenerse a la par, producto de una demanda interna bajo contracción. No obstante, un aliciente vendrá por el lado exportador para aquellos productos que presenten una mayor inserción en el mercado internacional.
Las industrias automotriz y alimenticia transitarán un año gris: por un lado, la caída en el consumo interno impactará negativamente sobre la producción, aunque la mayor competitividad cambiaria estimulará las exportaciones. Estas últimas se verán traccionadas además por el mayor dinamismo en Brasil (autos) y por recientes acuerdos comerciales que abren viejos y nuevos mercados (alimentos y productos primarios).
No obstante, algunos sectores tendrán un mejor desempeño en el 2019, ya sea por el nuevo contexto o por fortalezas propias. En el caso del sector agrícola, con condiciones climáticas más benignas será fácil mostrar una recuperación sustancial ante el desplome sufrido en 2018 por la sequía. A su vez, esto traccionará sectores conexos como: maquinaria agrícola, transporte de cargas y agroquímicos, que se verán beneficiados ante una mayor cosecha gruesa.
De igual manera, la producción de carne (principalmente bovina y porcina) mostraría un avance ante los acuerdos comerciales firmados en los últimos meses con países claves, como Estados Unidos, China, Japón y Rusia. Más demanda y de mayor calidad, permitirán incrementar el valor agregado exportado.
Por otro lado, la producción de petróleo y gas no convencional continuará en un sendero de fuerte expansión, beneficiada con excedentes para exportación, costos salariales bajos en dólares que aumentan los retornos y una demanda que acompaña el crecimiento de la economía mundial. En esta línea, actividades proveedoras del sector hidrocarburífero, como la industria de acero crudo, mostrarán un mejor desempeño.
Por último, el turismo local también se verá beneficiado de un mayor número de viajeros ante el encarecimiento relativo de los destinos en el exterior, para el caso de los argentinos, y el abaratamiento relativo de los destinos locales, en el caso de los extranjeros.
En conclusión, el desempeño sectorial en 2019 será heterogéneo. Los sectores no transables (aquellos que producen bienes y servicios que no se pueden comercializar en el exterior) y, consecuentemente, dependientes del mercado interno, transitarán un año difícil y la mayoría no logrará despegar. En el caso de los transables, la cosecha gruesa, la mayor competitividad cambiaria y el crecimiento de Brasil les traerán un paliativo, que hacen esperar una mejor evolución en el contexto de una economía extenuada.