Finamente el Uruguay aprobó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile con los votos de todos los partidos políticos.
El Acuerdo de Libre Comercio entre ambos países fue suscrito en octubre de 2016 por parte de los presidentes Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet, pero requería la ratificación parlamentaria para que entre en vigencia
El TLC establece distintos acuerdos ante la Organización Mundial del Comercio: antidumping, valoración aduanera, medidas sanitarias y fitosanitarias, subvenciones y medidas compensatorias, salvaguardias, propiedad intelectual, y comercios y servicios referidos a las telecomunicaciones.
El Tratado permite la facilitación del comercio referente a los procedimientos aduaneros, publicación y oportunidad para formular observaciones, ventanillas únicas de comercio exterior, etc. También se incluye la promoción de la difusión de información amigable para las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES).
En 2017 se exportaron a Chile US$ 116 millones y se importaron US$ 118 millones. Los principales bienes exportados fueron la carne bovina que representó US$ 30,4 millones, los productos farmacéuticos por US$ 20 millones y los concentrados de bebidas por US$ 12,3 millones.
Los principales productos importados fueron plásticos, papel, cartón y cítricos. Entre 2006 y 2016, las importaciones de servicios experimentaron un incremento promedio anual de 4,1% lo que implicó una variación mayor a la que tuvieron las exportaciones de 2%.
En el mismo período, el saldo comercial de servicios mostró un resultado negativo, con importaciones que fueron en promedio 24% mayores que las exportaciones. Al ser Chile un demandante relevante de servicios se entiende que este mercado resulta “sumamente interesante” para los servicios profesionales uruguayos.
A pesar de la potencialidad de incrementar la exportación de servicios, el acuerdo produciría un aumento estimado total de bienes y servicios de US$ 15 millones anuales.
En el anexo de reservas, Uruguay incluyó las siguientes actividades: servicios de distribución de combustibles o relacionados con la agricultura y minería, juegos de azar, artes e industrias culturales y entretenimiento, entre otros.
A esto se agregan: “las medidas que afecten a los sectores sociales o económicamente en desventaja” y el intercambio comercial con países limítrofes. Asimismo, el acuerdo comercial reserva los sectores identificados como “sensibles” a los efectos de que el país pueda en el futuro adoptar medidas discriminatorias.
Conclusión: El TLC con Chile genera oportunidades comerciales concretas en sectores de gran dinamismo en la economía local como los servicios no tradicionales, y en especial, el software. Se exceptúan del acuerdo dos sectores muy sensibles para ambos países, el de las telecomunicaciones y el de los servicios financieros.
El TLC es un acuerdo moderno que incluye capítulos nunca antes negociados por nuestro país, y representa una señal de rumbo en la dirección correcta. Sin embargo, es necesario continuar con otros TLC con países demandantes de nuestros productos como China, Corea del Sur, Reino Unido, e incluso EE.UU.