Toda interna política genera algún nivel de confrontación entre sus protagonistas, y ese nivel está vinculado a la competitividad de la interna. Si esa interna es pareja (ambos pueden ganar), la confrontación probablemente sea más intensa que si no lo fuera, como ocurrió con Macri, Sanz y Carrió en 2015. El problema surge si esa confrontación supera ciertos límites que generan algún perjuicio para el espacio, y algo de eso pudiera estar observándose en la interna que protagonizan Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
La discusión interna ha mostrado en varias ocasiones agresiones o señalamientos personales (de los protagonistas o de miembros relevantes de ambos sectores), lo que pudiera estar generando un distanciamiento afectivo en los electorados de ambos, al punto de provocar que los votantes del candidato perdedor no tengan interés en votar al candidato ganador. De hecho, en nuestro estudio de junio, cuando se consultaba al respecto a los votantes de ambos, en ambos casos más de un 20% de ambos grupos señalaban que no votarían al rival interno si este se impusiera en las PASO de Juntos por el Cambio.
Es cierto que el riesgo parece ser cierto, porque se trata de casi 3 p.p. del espacio del lado de Rodríguez Larreta y de casi 4 p.p. del lado de Bullrich. Y en una elección pareja, 3 o 4 puntos pueden ser de vital importancia. Pero también es cierto que se trata de respuestas que se dan en medio del clima álgido de la interna. ¿Qué ocurrirá si luego de las PASO ambos dirigentes que protagonizan la interna dejan de agredirse y se muestran juntos y trabajando para el triunfo electoral del espacio? Quizá puede haber allí una respuesta distinta.
En todo caso, hay dos factores que pudieran ayudar a mitigar este riesgo de fuga de votos:
1) Un triunfo de Juntos por el Cambio: si el espacio termina ganando las PASO, es decir, logrando la mayor cantidad de votos como espacio, y si esa ventaja es holgada, muy probablemente el clima de triunfo podría ayudar a mitigar el riesgo de fuga. El efecto carro del vencedor ayudaría a retener a los votantes con predisposición a fugar, ya que el espacio se encamina a una victoria y ello siempre genera atracción.
2) La actitud de los dirigentes que protagonizan la interna: si los dirigentes que protagonizaron la interna se muestran juntos y envían señales de que trabajarán juntos para hacer el esfuerzo de ganar la elección, se podría mitigar el riesgo de fuga de votos. La legitimación del rival por parte del ganador, puede ayudar a subsanar los riesgos de desafección de la base electoral. Habrá que ver que esa actitud sea efectiva. Pero suponiendo que el incentivo estará para que el ganador busque esa colaboración, es previsible que así ocurra. La interna parece álgida e intensa, y pareciera transmitir que el espacio está por romperse, pero si se lo analiza desde la lógica del sistema de incentivos, se puede relativizar el riesgo y pensar que la ruptura no ocurrirá, veremos si finalmente prevalece este comportamiento más racional de los actores y ello es efectivamente así.
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