El segundo semestre comenzó marcado por la crisis macrofinanciera en el plano local. Aunque son múltiples las causas locales de la crisis macroeconómica y financiera de las semanas recientes, la situación no está exenta de lo que sucede en un muy convulsionado frente externo. Veamos porqué.
Inflación global: lejos quedó de ser transitoria
Disparada por las restricciones de oferta como también por las políticas expansivas llevadas a cabo durante los meses más desafiantes de la pandemia; y exacerbada aún más por los shocks de oferta que generó la guerra en Ucrania, la inflación continúa generando estragos en la gran mayoría de las economías del mundo.
Ayer se conoció el dato que más esperaban los mercados: la inflación en Estados Unidos no solo no se desaceleró, sino que continuó marcando máximos anuales tras acumular un alza de 9.1% en los últimos 12 meses. Exclusivamente en julio el nivel general de precios avanzó un 1.32%, el mayor registro mensual desde septiembre de 2005. Solo 12 de los 905 registros de inflación mensual de los últimos 75 años fueron mayores a la inflación del mes pasado. Este no es un fenómeno exclusivo de EE.UU.: la inflación en la Zona Euro (ZE) marcó un récord absoluto de 8.1% anual en mayo, el cual habría sido superado nuevamente en junio según estimaciones preliminares.
Sigue presionando la energía
La volatilidad en los precios de la energía ante las continuas tensiones en el mercado energético producto de la guerra Rusia-Ucrania es el principal motor de la inflación en USA. En particular, más de la mitad del IPC de junio se explicó únicamente por el componente energético (+7.5% mensual, +41.6% i.a.). Esto responde casi exclusivamente a la altísima suba de los precios de la gasolina (+11.2% m/m), que contribuyeron en más de un 50% al crecimiento del IPC. Por su parte, el IPC núcleo (excluye energía y alimentos, las categorías más volátiles) marcó un alza de 0.7% y aceleró 0.1 p.p respecto de mayo, donde todos los componentes registraron aumentos durante el mes excepto por las tarifas aéreas (-1.8%). En el último semestre la inflación núcleo corre a un ritmo del 0.6% mensual (6.8% anualizado), muy por encima del objetivo de largo plazo de la FED (2% a 2.5% anual). Esta persistencia inflacionaria impacta en los salarios reales, que cayeron 1% en junio.
¿Se viene una FED (aún más) hawkish?
La persistencia de la inflación (general y core) no es el único problema: mes a mes supera las expectativas de mercado. Por caso, analistas consultados por Bloomberg esperaban un avance mensual del 1.1% y 8.8% anual, proyecciones que quedaron por detrás del dato de inflación general.
Ambos datos peor de lo esperado ya impactaron en expectativas: tan solo una semana atrás el mercado descontaba una sideral suba de 75 puntos básicos para la próxima reunión del FOMC (27/7). Vale la pena recordar que en la reunión anterior la FED convalidó un hike de tasas de esta magnitud, algo no visto desde la anterior Crisis del Tequila (1994). Tras el muy mal dato de inflación de junio, el mercado actualmente espera una FED todavía más agresiva: los futuros de tasas descuentan con una considerable probabilidad una suba de 1 punto porcentual para la próxima reunión.
Claramente se ve el costo de desacelerar una inflación que muestra un carácter cada vez más persistente: a mayor persistencia, mayor es la agresividad monetaria necesaria para domar el fenómeno inflacionario. ¿Convalidará semejante suba la FED?
Hay margen en el mercado laboral
Como destacamos recientemente, aunque la FED tiene un objetivo dual (mantener una inflación baja y estable y, simultáneamente, promover el pleno empleo), últimamente está casi unívocamente preocupada por controlar la escalada inflacionaria. El propio Powell argumentó que el mercado laboral está sobrecalentado. Ahora bien, ¿qué tan sobrecalentado está el mercado laboral? En junio la tasa de desempleo se mantuvo por cuarto mes consecutivo en 3.6%, por debajo del objetivo de largo plazo de la FED (4%) y muy por detrás de la media acotada histórica (5.5%).
A pesar de la agresividad monetaria reciente de la FED, las variables reales (actividad, desempleo) suelen actuar con cierto rezago. No obstante, comienza a verse un aumento de los pedidos de desempleo (jobless claims) que ascendieron a 235K en julio (vs 207K promedio mayo). El mercado festejó este dato, ya que podía avecinar una FED ligeramente menos agresiva de lo pensado (en números, podría “apaciguar” la suba de tasas necesaria a “tan solo” 50bps para la próxima reunión). Sin embargo, estos valores continúan muy por detrás de los registros históricos: el número de pedidos de desempleo actual es un 25% menor al promedio de las últimas dos décadas aún sin contemplar los peores años de crisis (2008-11 y 2020 a mediados del 2021).
El mercado laboral estadounidense continúa muy sólido y sobrecalentado: la FED tiene margen para actuar… aunque no está exenta de riesgos.
Los riesgos de desacelerar… aceleradamente
Diversos indicadores anticipan una desaceleración económica y/o recesión en el corto plazo en Estados Unidos. La curva de rendimientos se invirtió (la diferencia de rendimientos entre un Treasury a 10 y 2 años se tornó negativa hace varias ruedas), un indicador que suele anticipar recesiones. A su vez, la actividad se habría contraído en el segundo semestre según el nowcast de PBI de la Reserva Federal de Atlanta. Aunque ligeramente revisado al alza, el PMI manufacturero de EE.UU. en junio marcó el menor ritmo de aceleración económica desde junio del 2020 en plena pandemia. Los servicios también muestran una desaceleración, aunque en menor medida. Por su parte, la confianza del consumidor cayó en mayo al menor nivel desde agosto del 2008 en plena crisis SubPrime.
Los riesgos para la actividad económica de una FED ultra hawkish son claros: desacelerar la economía será necesario para bajar la inflación. Sin embargo, el mercado inmobiliario presenta señales de alarma. En los primeros 4 meses del año, el Case-Shiller Index ajustado por inflación corrió al nivel interanual real más alto desde mayo del 2005, en plena burbuja inmobiliaria. Los precios de la vivienda muestran dinámicas similares. Según REDFIN, los deals de venta en el mercado inmobiliario se cancelan al ritmo interanual más alto desde abril 2020. Por su parte, aunque las tasas hipotecarias se ubican en niveles bajos en perspectiva reciente (5.3% vs 7% máximo pre Sub-Prime), crecen a al ritmo interanual más alto de casi 3 décadas.
Comentarios finales
El frente externo está dejando de jugar a favor para la Argentina. Los impactos inmediatos ya se ven en los precios de los commodities y en las principales monedas del mundo. El trigo, la soja y el petróleo caen un 52%, 10% y 23% desde máximos; el cobre está en bear market (lo cual suele anticipar recesiones a nivel global por su amplio uso en procesos productivos). El dólar (medido por el DXY) se aprecia un 13% frente a las principales monedas del mundo y se encuentra en nivel más fortalecido desde el 2002. En perspectiva histórica, en más de un 80% del tiempo el dólar estuvo menos fortalecido que actualmente. Las principales monedas del mundo lo sufren: el euro cayó a la paridad con el dólar por primera vez desde el 2003, el yuan cede casi un 6% frente al USD y el Real se deprecia un 17% desde mínimos anuales. Estos factores claramente incidieron (parcialmente) en la corrida cambiaria-financiera reciente. Las perspectivas a futuro no solo son grises en materia financiera: también está en riesgo la actividad.