Profundizando lo sucedido en mayo pasado, durante junio de 2018 la actividad volvió a caer, acumulando así su tercer mes consecutivo en rojo. Dado que a la sequía se le sumó la crisis cambiaria, la contracción fue de 6,7% i.a., el valor más alto desde junio de 2009. Además, y agravando la dinámica de mayo, la recesión empezó a contagiar a todos los sectores: 10 de las 16 ramas de actividad mostraron números en rojo.
A diferencia de abril y mayo, cuando los retrocesos desaparecían al aislar al sector agropecuario (el PBI sin agro creció 3,8 % i.a. y 1,0% i.a., respectivamente) en junio dicho indicador se contrajo 3,1% i.a. Por lo tanto, pese a que la incidencia del sector agropecuario se atenuará en la segunda parte del año (dado que ya tuvo lugar la salida de la cosecha gruesa), los números negativos continuarán siendo una constante.
La economía retrocedió 4,2% i.a. en el segundo trimestre 2018 y trepó sólo 0,4% i.a. excluyendo al sector agropecuario. De esta forma, el primer semestre del año arrojó una caída de 0,6% i.a. y creció 1,9% i.a. al aislar el shock climático.
Producto de los factores que desencadenaron la magra performance (sequía y dólar), los sectores más golpeados fueron los productores de bienes. En este sentido, el PBI bienes se contrajo 11,8% i.a. en el segundo trimestre y 5,6% i.a. en el primer semestre, a la par que el PBI servicios mostró un crecimiento anémico de 1% i.a. en el período abril-junio y de 2,2% i.a. en la primera mitad del 2018.
Desagregando a nivel sectorial, la caída fue liderada por el sector agropecuario (-32% i.a. en el segundo trimestre). Por su parte, la industria manufacturera se contrajo casi 2% i.a. en el período. A contramano, la construcción logró marcar un crecimiento de casi 5% i.a. entre abril y junio, pese a su retroceso de 0,2% i.a. en el sexto mes del año. Por último, el comercio minorista y mayorista, aunque está menos afectado por la sequía y la crisis cambiaria que las ramas anteriores, revirtió abruptamente su dinámica positiva: en junio 2018 cayó 8,3% i.a., provocando una pérdida de 0,6% i.a. en el segundo trimestre.
De cara al futuro, las perspectivas de la actividad no son buenas, más aún si consideramos las turbulencias cambiarias que reaparecieron en agosto. Por lo tanto, y conforme a nuestras estimaciones, la caída del PBI alcanzará, de mínima, el 1% i.a. en 2018. De esta manera, la maldición de los años pares volverá a atacar a la economía argentina, que no crece en un año no electoral desde 2010. Visto desde otra perspectiva, el PBI per cápita cerrará 2018 al menos 3% por debajo del nivel de 2015.