La incertidumbre respecto de cuál va a ser la inflación a fin de año se ha apoderado del proceso paritario. Esa incertidumbre, que siempre genera un acortamiento de los contratos, afectó la dinámica paritaria generando que proliferen acuerdo de aumentos por períodos más cortos de tiempo, para dejar una instancia de revisión que permita complementar el período que falta.
Esta particularidad trae pros y contras. Por un lado, genera que los números que se comuniquen no sean tan altos, afectando las expectativas de inflación. Al fijarse aumentos por períodos de tiempo más cortos, se comunican acuerdos más bajos de los que se comunicasen si se proyectara un aumento para los próximos 12 meses. Pero también se pierde referencia en el proceso y se produce una dispersión peligrosa, que además puede terminar impulsando el promedio de aumento que finalmente se alcance para todo el año. De hecho, si se hace un ejercicio de anualizar los acuerdos firmados por períodos más cortos de tiempo, se llega a un promedio de aumentos alcanzados en abril del 76,5%. Bien por encima de las proyecciones de inflación.
Evolución del proceso paritario 2021-2022
Habiendo quedado en el pasado la pauta del 40% insinuada por el Gobierno a comienzos de año, el proceso paritario ha perdido toda ancla de referencia. Se suceden acuerdos cortos, para períodos inferiores al año, y se deja el resto para acordar más adelante. El tema es que si uno hace el ejercicio de anualizar esos acuerdos, la velocidad de aumentos de salarios para los periodos acordados llega al 78,2% anual, si se replicara la misma velocidad para el período que resta acordar. Esto provoca además una dispersión muy marcada de la velocidad de los acuerdos firmados. El ejercicio de anualizarlos nos permite compararlos, y se llega a registrar diferencias de hasta 40 p.p. de aumento entre uno y otros. Al margen que tenemos acuerdos que incluyen recomposiciones de paritaria 2021 lo que dificulta más el ejercicio de comparación.