El Ministerio de Trabajo informó que durante abril el empleo registrado creció 1,1% i.a., lo que significó la creación de casi 60 mil puestos de trabajo formales. Este dato positivo debe verse con cautela, teniendo en cuenta que se está comparando contra uno de los peores meses del año pasado. En este marco, tiene sentido analizar la composición de esta recuperación.
En primer lugar, se debe decir que la mejora fue liderada por los cuentapropistas (+1,7% i.a.) gracias a la expansión superior al 3% i.a. de los monotributistas. Esta tendencia ya la habíamos observado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC que, si bien contempla solamente al empleo urbano, también considera a los trabajadores no registrados.
No obstante, el grueso de los trabajadores formales, los asalariados privados, típicamente asociados al empleo de calidad avanzaron 1% respecto a abril del año pasado, la primera variación interanual positiva en más de 30 meses -es decir, desde agosto 2018, mostrando que la economía ya venía golpeada desde antes de la pandemia-. Al mismo ritmo crecieron los asalariados públicos (+0,9% i.a.), pero vale destacar que estos no están “inflados” por una base de comparación, ya que exhiben un crecimiento de 0,7% desde el inicio de la pandemia y en solo tres de los últimos tres meses sufrieron una caída desestacionalizada.
La relevancia y la disponibilidad de información para los asalariados privados requiere una inspección hacia el interior de este grupo. En este sentido, las Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler lideran la recuperación con más de 43 mil empleos (+5,3% i.a.), seguido por la Industria y la Construcción que se combinaron para aportar más de 60 mil puestos de trabajo adicionales. A contramano, Hoteles y Restaurantes y Transporte y Comunicaciones todavía muestran deterioro en la comparación interanual de sus números, acusando casi 45 mil empleos menos y evidenciando las dificultades que todavía tienen estos sectores con motivo de las restricciones.
Si bien no prevemos que la recuperación se interrumpa en el corto plazo, mayo y junio podrían haber traído un rebote más lento. Según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que también elabora el Ministerio de Trabajo, la tasa de entrada -proporción de altas respecto al total de ocupados- en los principales aglomerados urbanos se contrajo fuertemente en mayo. Este freno en el mercado laboral formal también se observa con el hecho de que las empresas con únicamente bajas fueron el 16,1%, el máximo desde diciembre de 2019.
En este sentido, ayer el INDEC también informó una caída de 5% mensual del Indicador de Producción Industrial, retronando así a niveles del tercer trimestre del año pasado. Si consideramos que la industria fue de los rubros con menores limitaciones en el segundo trimestre, sería de esperar que el escenario del resto de las ramas sea algo peor, especialmente en el caso de los servicios. Esto también prevé un desacelere en la mejora del empleo asalariado privado.
En lo que respecta al segundo semestre, muy probablemente la relajación de muchas restricciones de lugar a una mejora del empleo, principalmente en los servicios. En la medida que las expectativas de una mayor demanda producto de una mejora de los ingresos reales no se modifiquen, esta dinámica se trasladará al resto de la economía, pero no será suficiente para que se recupere el empleo de calidad -asalariados del sector privado- hacia el cierre de este año. De esta manera, y pandemia mediante, la primera mitad de la gestión del Alberto Fernández terminará con una caída de los puestos de trabajo bajo esta modalidad.